FRANCESC RAMIS DARDER ISAÍAS

Transcripción

1 FRANCESC RAMIS DARDER ISAÍAS 1-39 Comentarios a la Nueva Biblia de Jerusalén Desclée De Brouwer

2 ÍNDICE PRESENTACIÓN... 9 INTRODUCCIÓN Isaías y su tiempo: Historia y Profecía Semblanza del profeta Isaías (siglo VIII a.c.) Contenido y estructura de los caps Apunte sobre el texto y las versiones antiguas del libro de Isaías Nota sobre la historia de la redacción del libro de Isaías Breve historia de la interpretación del libro de Isaías COMENTARIO CAPÍTULO 1: PRÓLOGO DEL LIBRO DE ISAÍAS (1,1-31) CAPÍTULO 2: ORÁCULOS SOBRE JUDÁ Y JERUSALÉN (CAPS. 2-5) CAPÍTULO 3: LIBRO DE EMMANUEL (CAPS. 6-12) CAPÍTULO 4: ORÁCULOS SOBRE LOS PUEBLOS EXTRANJEROS (CAPS ) CAPÍTULO 5: APOCALIPSIS MAYOR (CAPS ) CAPÍTULO 6: POEMAS SOBRE ISRAEL Y JUDÁ (CAPS )

3 ISAÍAS 1-39 CAPÍTULO 7: APOCALIPSIS MENOR (CAPS ) CAPÍTULO 8: APÉNDICE HISTÓRICO (CAPS ) BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

4 PRESENTACIÓN Dice el Señor: Si no os afirmáis en mí no seréis firmes (Is 7,9) La lectura del libro de Isaías depara una paradoja. Por una parte presenta un sentido coherente a lo largo de 1-66; en cambio, por otra, refleja tres situaciones diversas en el marco de tres secciones mayores: 1-39; 40-55; El comienzo del libro (1,1) indica que Isaías profetizó durante la época de Ozías, Jotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, dato que obliga a situar su misión entre los años a.c. Al proseguir la lectura, encontramos generalmente sucesos del siglo VIII a.c., y apreciamos que la gran potencia internacional era Asiria. Pero, cuando alcanzamos el cap. 40, descubrimos un cambio de situación. La gran potencia internacional no es Asiria, sino Babilonia (cap. 47). El texto alude a Ciro el Grande, rey de medos y persas (44,28; 54,1), conquistador de Babilonia (538 a.c.). El elemento central es la Palabra de Dios, que trasforma al pueblo de Israel devastado (40,1; 55,10-11). Aparece la figura del Siervo (42,1-7; 49,1-7; 50,4-9; 52,13 53,12), al tiempo que Jerusalén renace de sus cenizas (54,1 55,5). Al llegar al cap. 56 observamos, de nuevo, otro cambio. Los acontecimientos transcurren en la Ciudad Santa, donde el pueblo vive inmerso en problemas éticos y cultuales, que el autor contempla desde la perspectiva del final de los tiempos (56,1-8; 58,6; 60; 62; 64). Las tres grandes temáticas del libro (caps. 1-39; 40-55; 56-66) se conjugan con tres estilos literarios, que reflejan tres matices en el mensaje teológico. La imagen de Dios, presentado como creador a 9

5 ISAÍAS 1-39 partir del cap. 40, es diferente a la que aparece en los caps. 1-39, donde Dios dirige su juicio contra Judá y las naciones. La segunda parte del libro (40-55) desarrolla más la teología de la historia que la primera (1-39). El Siervo de Yahvé manifestado en 52,13 53,12 es distinto del Salvador revelado en 9,1-6 y 11,9. A partir del cap. 56 se percibe un enorme interés por el culto y el tiempo futuro, que contrasta con 40-55, donde las referencias cultuales son casi nulas, y con 1-39, donde el culto es una realidad bien establecida. Las diferencias literarias y teológicas han determinado que los estudiosos dividieran la obra de Isaías (1-66) en tres secciones mayores: Primer Isaías (1-39), Segundo Isaías (40-55) y Tercer Isaías (56-66). La presencia de tres secciones mayores, con su diversidad literaria y sus matices teológicos, indica que el libro de Isaías es el resultado de un largo proceso de redacción. De ahí que la obra isaiana pueda contemplarse desde una doble perspectiva. Por una parte puede estudiarse desde una perspectiva diacrónica, es decir, analizando las diferentes fases en que ha ido cristalizando el texto hasta quedar definitivamente establecido. Por otra parte, la obra puede abordarse desde la óptica sincrónica, o sea, estudiando el texto en la forma en que la Escritura lo presenta. Nuestra intención estriba en ofrecer un comentario global al libro de Isaías, estructurado en dos volúmenes, que permita al lector la comprensión del mensaje del profeta. El primer volumen abarca el Primer Isaías (1-39), mientras el segundo comenta el Segundo Isaías (40-66) y el Tercer Isaías (56-66). Abordaremos el texto desde la perspectiva sincrónica, pero tendremos en cuenta, cuando sea conveniente, la diacronía, es decir, consideraremos las relecturas que el mismo texto realiza de los acontecimientos. Nuestro comentario se entreteje a partir de seis criterios complementarios: a. El texto del libro de Isaías que presentamos es, básicamente, el que figura en la Nueva Biblia de Jerusalén (1998). Las modificaciones realizadas figuran impresas en letra cursiva. Junto a la traducción aparecen otras posibilidades de comprensión aportadas por otras traducciones castellanas, o presentes ya en las versiones antiguas, latinas y griegas. b. Consideraremos la globalidad del libro de Isaías: El comienzo del libro destaca el culto que Dios no soporta (1,10-20), para mostrar, al final, la identidad del pueblo convertido, que atrae a todas 10

6 PRESENTACIÓN las naciones a Jerusalén para adorar a Yahvé (66,18-22). Nuestro comentario desea invitar al lector a comenzar el proceso creyente que implica el hecho de adentrarse en la senda de la conversión. c. El libro de Isaías desvela un sentido global, pero es el resultado de un dilatado proceso de redacción. El comentario no puede olvidar el proceso mediante el que la obra isaiana fue tomando forma. Por eso, tendremos en cuenta, mientras sea posible, las diversas relecturas de los acontecimientos que realiza el texto isaiano. d. El libro de Isaías nace en el seno de la corriente literaria y teológica que origina el AT. Por esa razón, consideraremos las analogías que el texto profético presenta con otros libros del AT. Tendremos en cuenta, para esa tarea, las referencias bíblicas que presenta en el pie y en el margen de página la Nueva Biblia de Jerusalén (1998). e. El esclarecimiento del género literario de una obra es fundamental para su comprensión. La prosa y la poesía del libro, más que describir la realidad, la sugieren. El contenido teológico del libro aparece, sobre todo, tras la multitud de metáforas y símbolos que lo surcan. Tendremos especial cuidado en desentrañar las sugerencias teológicas que laten tras las metáforas. f. Desde la perspectiva cristiana, el AT halla su plenitud en el NT. Observaremos las relecturas que el NT realiza del texto isaiano, especialmente en aquello que ilustra la persona y el mensaje de Jesús de Nazaret. Los seis criterios enunciados iluminan la perspectiva teológica del comentario tanto en el primer tomo (1-39) como en el segundo (40-66). Concretamente el comentario de 1-39 se estructura en los tres apartados siguientes: A. Introducción general. El primer apartado de la introducción ofrece una breve panorámica de los acontecimientos históricos que marcaron el siglo VIII a.c., a la vez que establece una semblanza del profeta Isaías extraída de los datos ofrecidos por la Escritura. En segundo término, la introducción expone la estructura de 1-39, y muestra el contenido de cada una de sus partes. Seguidamente describe el texto hebreo del libro de Isaías y las particularidades de las versiones antiguas. Después esboza las grandes etapas que dibujan la historia de la redacción del texto isaiano. Finamente expone, de manera sucinta, la historia de la exé- 11

7 ISAÍAS 1-39 gesis del libro de Isaías, señalando someramente los planteamientos actuales de la investigación. B. Comentario. El comentario se realiza perícopa a perícopa, teniendo en cuenta generalmente el orden propuesto en la Nueva Biblia de Jerusalén (1998). En primer lugar, ofrece la traducción, acompañada de un breve aparato textual; en segundo lugar, comenta el texto, considerando las aportaciones contenidas en las notas de la Nueva Biblia de Jerusalén (1998). C. Bibliografía. La bibliografía referente al libro de Isaías y concretamente a 1-39 es inmensa. Presentamos, después del comentario, un breve elenco bibliográfico básico, para que el lector pueda ahondar en la comprensión del mensaje de 1-39, en el conjunto del libro de Isaías. 12

8 INTRODUCCIÓN 1. ISAÍAS Y SU TIEMPO: HISTORIA Y PROFECÍA El libro de Isaías es el resultado de un largo proceso de redacción, pero nace del ministerio y la vivencia del profeta Isaías, que predicó en Jerusalén durante el siglo VIII a.c. Con la intención de comprender el mensaje del profeta en el ambiente social de su tiempo, vamos a desarrollar dos puntos. En primer lugar, expondremos los acontecimientos históricos a los que Isaías se enfrentó durante su vida; en segundo término, esbozaremos, a partir de los datos bíblicos, una semblanza del profeta Isaías del siglo VIII a.c.. Sin embargo, debemos tener en cuenta un aspecto clave: la Escritura no pretende exponer la biografía del profeta, sino que el texto bíblico constituye una lectura teológica de los acontecimientos LA ÉPOCA DE ISAÍAS: LOS AVATARES DEL SIGLO VIII A.C. La predicación de Isaías tuvo lugar en el entramado de acontecimientos sociales y políticos que tuvieron lugar en el siglo VIII a.c. Veamos sucintamente la situación histórica del siglo VIII a.c. en el ámbito internacional y en los reinos de Judá e Israel. A lo largo del siglo VIII a.c., Egipto presentaba un aspecto confuso. La unidad del país estaba rota, y el poder era inestable. En la parte oriental del Delta, la dinastía libia se debatía en luchas internas entre faraones y sacerdotes. Al sur, los nubios habían reorganizado su imperio. Al Oeste, el faraón Tefnakht instauró la XXIV dinastía y se vio continuamente involucrado en luchas contra los árabes. Pero el país del 13

9 ISAÍAS 1-39 Nilo ejercía una gran influencia sobre los reinos de Siria-Palestina. Ante la pujanza del poder asirio, los pequeños estados de Siria- Pales tina, entre ellos Judá e Israel, dirigían su mirada hacia Egipto para implorar socorro. El imperio neo-asirio se consolidó en el siglo VIII a.c. Adad-Nirari III había emprendido una serie de campañas hacia el Oeste, consiguiendo que algunos reinos, entre ellos Damasco, le pagaran tributo. En el año 745 a.c. subió al trono Teglatfalasar III, dando inicio al imperio asirio. Durante el siglo VIII a.c., la situación de Judá e Israel estuvo condicionada por el desarrollo de los acontecimientos políticos en Egipto y Asiria, pues estas dos grandes potencias se disputaban el control de la región siro-palestina. La misión de Isaías estuvo ligada a los avatares históricos del reino de Judá condicionados por la política egipcia y asiria. Sin embargo, la actividad del profeta quedó marcada por su militancia política y la plena confianza en Dios en dos momentos críticos: la guerra siro-efrainita y la invasión de Judá por el rey asirio Senaquerib. Veamos ambos acontecimientos LA GUERRA SIRO-EFRAINITA Los pequeños estados de Oriente Medio (Judá, Israel, Siria, etc.) pagaban tributo al emperador asirio para conservar su independencia. Los pequeños estados, decididos a rebelarse contra Asiria, formaron una coalición, en la que el monarca judaíta, Ajaz ( a.c.), se negó a participar. Entonces los reyes de Israel, Pécaj ( a.c.), y de Siria, Rasín ( a.c.), atacaron al rey de Judá para obligarle a integrarse en la alianza contra Asiria. Esta guerra emprendida por Siria e Israel contra Judá se denomina guerra siro-efrainita. El rey de Judá, aterrorizado ante la embestida de los dos reyes vecinos, pidió ayuda al emperador asirio Teglatfalasar III ( a.c.), que protegió a Ajaz de los ataques de Siria e Israel. Conquistó Siria y ejecutó a Rasín, su rey, en el año 732 a.c. También atacó a Israel: se anexionó la mejor parte del territorio, impuso a Pécaj un tributo insoportable y deportó un contingente de población a su imperio (2 R 15,29-30). Los sucesores de Teglatfalasar III, Salmanasar V ( a.c.) y su hijo Sargón II ( a.c.), siguieron hostigando el reino de Israel hasta que la capital, Samaría, fue conquistada, y el reino anexionado al imperio asirio (2 R 17,5-6). Corría el año 722 a.c. 14

10 INTRODUCCIÓN El auxilio asirio salvó a Judá del desastre, pero la ayuda no fue en modo alguno gratuita (2 R 16,8.18). El emperador asirio sometió a Ajaz al pago de un tributo tan fuerte que, a la larga, propició la destrucción del pequeño reino de Judá. La actividad política de Isaías en las circunstancias que rodearon a la guerra siro-efrainita fue notable. El profeta, acompañado de su hijo Sear Yasub, se entrevistó con el rey Ajaz. Pécaj y Rasín estaban a las puertas de Judá, cuando Isaías dijo a Ajaz en nombre de Dios: «Alerta, pero ten calma! No temas, ni desmaye tu corazón por ese par de cabos de tizones humeantes, puesto que Aram, Efraín y el hijo de Romelías han maquinado tu ruina» (7,4). Tras los gentilicios Aram y Efraín se esconde la mención de Siria e Israel que atacan Judá; y la referencia al hijo de Romelías alude a Pécaj, rey de Israel. Isaías era consciente del peligro que acechaba, pues revela a Ajaz las amenazas de los reyes de Siria e Israel, cuando dicen: «Subamos contra Judá y desmembrémoslo, abramos brecha en él y pongamos allí por rey al hijo de Tabal» (7,6). Los reyes de Siria e Israel pretendían acabar con la dinastía de David para imponer en Jerusalén un monarca títere, Tabal. Pero Isaías, en nombre de Yahvé, dijo a Ajaz:: «Así ha dicho el Señor Yahvé: No se mantendrá, ni será así; porque la capital de Aram es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rasín; pues bien: dentro de sesenta y cinco años, Efraín dejará de ser pueblo» (7,7). En definitiva, Isaías confirma que el ataque de Rasín y Pécaj fracasará. El profeta no se conforma con anunciar el revés del enemigo, sino que exige a Ajaz que deposite toda su confianza en el Señor. La exigencia del profeta se concreta en una sentencia: «Si no os afirmáis en mí no seréis firmes» (7,9b). Mediante esas palabras el profeta advierte al rey y al pueblo acerca de la necesidad de confiar plenamente en Yahvé, sin trabar alianzas con los pueblos extranjeros, concretamente con Asiria. El pueblo debe confiar en el auxilio de Yahvé, sin buscar el falso apoyo asirio para derrotar a Rasín y Pécaj. Isaías confiaba plenamente en el Señor, que había puesto su morada en Jerusalén y asentado la dinastía de David. Sin embargo, el rey Ajaz puso en duda la eficacia salvadora de Yahvé y solicitó la ayuda de Asiria. El ejército asirio derrotó a las tropas de Rasín y Pécaj y, de ese modo, liberó a Jerusalén del apoyo extranjero. Pero el socorro asirio le salió muy caro a Judá. Los asirios sometieron el país a un tributo altísimo que ahogó el desarrollo económico y social del reino (2 R 16,8-9). 15

11 ISAÍAS 1-39 El profeta, contrariado por la conducta de Ajaz, anunció al rey y al pueblo el nacimiento de un hijo que gobernaría el país con los criterios de Dios: «He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel... Yahvé atraerá sobre ti y sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales no los hubo desde aquel en que se apartó Efraín de Judá» (7,13-17). La interpretación histórica percibe en el hijo anunciado por Isaías el advenimiento de Ezequías, el sucesor de Ajaz; en cambio, la lectura teológica realizada por el NT descubre, tras el nacimiento de ese niño, el preludio de la llegada del futuro Mesías LA INVASIÓN DE JUDÁ POR PARTE DE SENAQUERIB. El rey Ezequías ( a.c.) sucedió a Ajaz en el trono de Judá. Ezequías se rebeló contra el rey de Asiria y dejó de ser su vasallo (2 R 18,7). En represalia, Senaquerib ( a.c.), rey de Asiria, atacó y conquistó todas las ciudades fortificadas de Judá (2 R 18,13). Ezequías, para evitar el desastre, envió un mensaje al monarca asirio: «He cometido un error; retírate de mí y soportaré cuanto me impongas» (2 R 18,14a). Senaquerib exigió al rey de Judá diez mil kilos de plata y mil de oro, y Ezequías entregó toda la plata que había en el Templo del Señor y en el Palacio Real (2 R 18,14b-16). Pero los asirios no se contentaron con las riquezas obtenidas. El jefe de la casa real asiria y el copero mayor, acompañados de un nutrido ejército, asediaron Jerusalén, y exigieron en nombre de Senaquerib la rendición de la ciudad, diciendo al pueblo: «Así hable el rey: No os engañe Ezequías, que no podrá libraros de mi mano. Que Ezequías no os haga confiar en Yahvé diciendo: Yahvé nos librará; esta ciudad no caerá jamás en manos del rey de Asiria... No hagáis caso a Ezequías, que os engaña diciendo: Yahvé nos librará» (2 R 18,17-37). Ezequías, atenazado por el pánico, dudaba entre rendirse ante Senaquerib o resistirle militarmente. El rey consultó a Isaías. El profeta, en nombre de Dios, le dio esta respuesta: «Esto dice Yahvé: No tengas miedo por las palabras que has oído y con las que los criados del rey de Asiria me han insultado. Infundiré en él un espíritu por el que oirá ciertos rumores, y entonces se volverá a su tierra. Haré que (el rey de Asiria) caiga a espada en su país» (2 R 19,6-7). El rey Ezequías creyó en la palabra de Dios trasmitida por Isaías y no entregó Jerusalén. La palabra de Dios, según cuenta la Biblia, se 16

12 INTRODUCCIÓN cumplió rápidamente: «Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento y regresó a Nínive, quedándose allí... Mientras estaba celebrando el culto en el templo de su dios,... sus hijos lo mataron a espada» (2 R 19,36). Los historiadores atribuyen la retirada de Senaquerib a la peste que diezmó su ejército, o a un intento de golpe de estado en Nínive. Pero la Escritura realiza una lectura teológica de los acontecimientos: percibe tras la debacle asiria y la salvación de Jerusalén la intervención de Yahvé en favor de su pueblo. La guerra siro-efrainita y la invasión de Senaquerib enmarcan la misión de Isaías. Pero notemos, en ese aspecto, que la actividad del profeta no se limitó a la denuncia verbal contra la opresión. Al contrario, confiando plenamente en Dios, comprometió políticamente su vida para salvar a su pueblo en momentos adversos. El compromiso de Isaías aparece a través de la facilidad que demuestra para intervenir en los avatares del templo (6,1-13) y del palacio (7,1-9). 2. SEMBLANZA DEL PROFETA ISAÍAS (SIGLO VIII A.C.) La Sagrada Escritura transmite pocos datos acerca de la vida íntima de Isaías. A tenor de los datos bíblicos, deducimos que debió de nacer hacia el año 760 a.c., durante el reinado de Ozías ( a.c.). Su padre se llamaba Amós (1,1; 2,1). La terminología precisa de su lenguaje permite suponer el bagaje propio de una cultura elevada, y una relación profunda con los ambientes cultuales y aristocráticos de Jerusalén. Tres elementos teológicos principales entretejen el mensaje del profeta: la elección divina de Jerusalén, la elección de la dinastía de David, y la exigencia de la conversión LA ELECCIÓN DE JERUSALÉN El rey David hizo transportar el arca de la alianza a la ciudad que había conquistado y que consideraba como propiedad particular: Jerusalén (2 S 6). David percibió que, mientras él vivía en un palacio, el arca del Señor moraba en una tienda. Entonces intuyó la necesidad de construir un templo al Señor (2 S 7,2). Sin embargo, Yahvé, por medio del profeta Natán, disuadió a David de la construcción del templo; por eso, la tarea de la edificación del santuario quedó en manos del sucesor de David, Salomón. 17