Filgrid, el mago de los caminos. Luciano Saracino

Transcripción

1 Filgrid, el mago de los caminos

2 Filgrid, el mago de los caminos Ilustraciones de Carlos Pinto

3 Filgrid, el mago de los caminos Editora de la colección: Karina Echevarría Corrector: Mariano Sanz Coordinadora de Arte: Natalia Otranto Diagramación: Laura Barrios Ilustraciones de reloj: Pablo Gamba Ilustraciones de tapa e interior: Carlos Pinto Fotos: Latinstock Gerente de Preprensa y Producción Editorial: Carlos Rodríguez Ilustraciones de Carlos Pinto Saracino, Luciano Filgrid, el mago de los caminos / ; ilustrado por Carlos Pinto. - 2a ed. - Boulogne : Cántaro, p. : il. ; 20x14 cm. - (Hora de Lectura ; 18) ISBN Narrativa Argentina. 2. Novela. I. Carlos Pinto, ilus. II. Título CDD A863 Editorial Puerto de Palos S. A., 2015 Editorial Puerto de Palos S. A. forma parte del Grupo Macmillan Avda. Blanco Encalada 104, San Isidro, provincia de Buenos Aires, Argentina Internet: Queda hecho el depósito que dispone la Ley Impreso en la Argentina / Printed in Argentina ISBN No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización y otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes y

4 A Luis; por haber jugado conmigo. A papá y a mamá; por haberme dejado jugar hasta tarde. Capítulo I Filgrid A Laura, Abril y Pino; por obligarme a jugar ahora. A Sofía y More; por mostrarme que todavía se puede. Y a Filgrid, por supuesto; ya que sin la caja que me reservó nada sería posible. A Maite Alvarado, que me enseñó algunos de los múltiples caminos que llevan a los cuentos. Fil grid era vie jo. Tan vie jo co mo el Tiem po (aunque al gu nos di gan que era más vie jo aun). Su ca be llo era blan co co mo la nie ve que cu bre las regiones del sur y en su mi ra da po dían dis tin guir se mu chas mi ra das. Co mo si hu bie se vi vi do más que la mayoría; lo cual, naturalmente, era verdad. Ves tía una ca pa lar ga y raí da que nun ca se qui taba y que cuan do el vien to so pla ba se po nía a bai lar de un la do a otro, co mo si fue ra un par de alas en la es pal da del vie jo. A él le di ver tía mu cho cuan do el vien to ju ga ba de esa ma ne ra con su que ri da ca pa. Al viento también. Fil grid no te nía ca ba llo, pe ro sí un ga to. Le gusta ba ca mi nar por los sen de ros atra ve san do bos ques,

5 6 arro yos y mon ta ñas. De al dea a cas ti llo. De cas ti llo a pan ta no y así. Cuan do se can sa ba (co sa que no pa saba con demasiada frecuencia), Filgrid agrandaba a su ga to y mon ta ba so bre él. Quie nes los veían por los caminos tenían que pellizcarse para comprobar si estaban so ñan do, y aun así no po dían creer lo que veían. Fil grid ven día su mer can cía a to do aquel que qui siera comprarla y estuviera dispuesto a pagar el precio. Cajas. Eso era lo que Fil grid ven día. Ca jas ro jas, azu les o ama ri llas. Ca jas do ra das co mo el oro o ne gras co mo el fon do de los po zos. Ca jas de cris tal, de ma de ra o de car tón. To das ca bían en la pal ma de la ma no, y la ver dad es que eran lin das ca jas. Pero casi me olvido de lo más importante: aquellas cajas no estaban vacías. Aquellas cajas tenían historias. Aunque no debemos adelantarnos tanto aún. Hay un camino muy largo todavía por recorrer. Dé jen me con tar les lo que pa só aque lla no che en que Filgrid llegó a Ludmilia. Capítulo II La ne na de las tren zas de oro El vien to en tró co mo un ani mal asus ta do en aquella ta ber na. Los hom bres ta pa ron sus va sos pa ra que no en tra ra en ellos el pol vo, que vo la ba por to dos lados. Las ve las es tu vie ron a pun to de apa gar se, pe ro no lo hi cie ron por que las lla mas per ma ne cie ron aferra das con to das sus fuer zas al pa bi lo en el que esta ban en cen di das. Las som bras de las co sas y de la gen te se mo vían al com pás del bai le de las ve las y el viento, hasta que alguien dijo: Va a ser me jor que cie rre la puer ta, se ñor. A no ser que quie ra que el In vier no se sien te con no so tros a comer algunos pasteles. En ton ces, Fil grid y el ga to en tra ron. La puer ta se ce rró tras ellos y otra vez to do vol vió a ser co mo

6 8 Filgrid, el mago de los caminos 9 siem pre en la ta ber na (o sea, el pol vo en el pi so y las sombras casi quietas gracias al movimiento leve y cáli do de las ve las). To me asien to, an cia no di jo el due ño de la taber na, un hom bre con ba rri ga y con una hi ja de trenzas de oro que al ver al ga to se ha bía pues to muy con ten ta. Se gu ra men te es ta rá muy can sa do después de tan lar go via je. Filgrid se sentó. Es ver dad que he re co rri do un lar go tra yec to di jo. Pe ro po dría se guir ca mi nan do días y días. No hay na da que me gus te más. To das las per so nas que es ta ban esa no che en la taberna giraron la cabeza y miraron al viejo. Me va a de cir que no le mo les ta ca mi nar con es te frío por los bos ques? pre gun tó un se ñor con som bre ro gran de y bi go tes blan cos que ju ga ba a las car tas con otros tres en una me sa vie ja y des ven cijada. Pues cla ro que no res pon dió Fil grid. El Invier no es un vie jo ami go. Nos co no ce mos tan to que ya no nos mo les ta mos. Has ta dis fru ta mos mu tuamen te de nues tra com pa ñía en las no ches os cu ras como esta.

7 Índice Libros para leer en buena hora Filgrid, el mago de los caminos Capítulo I: Filgrid Capítulo II: La nena de las trenzas de oro Capítulo III: Ludmilia Capítulo IV: Tania Capítulo V: Jeremías Capítulo VI: Los Shadows del bosque y una lucha desigual Capítulo VII: Jeremías y el hada más hermosa de la Tierra Capítulo VIII: Un cierre de lo más feliz para esta historia Apunten juego! Para trabajar en la carpeta Aquí me pongo a contar Entrevista a Las mil y una hojas Con g de gato Con l de Luna Con m de mago