Agulló, Mª. J., Boixeda, L., Piñól, Mª. J., Tomás, J. Introducción:

Transcripción

1 Conducta antisocial y delincuencia. Estudio comparativo de una muestra de la población general y de los datos oficiales del Departamento de Justicia de la Generalitat Agulló, Mª. J., Boixeda, L., Piñól, Mª. J., Tomás, J. Introducción: Las clasificaciones más aceptadas como el DSM-IV y el CIE-10 definen el Trastorno de Conducta como una alteración del comportamiento aparecida en los últimos seis meses, que se manifiesta por la violación de las normas de convivencia y sociales con atentado específico a los derechos de otros. Para que se pueda aplicar este diagnóstico al niño o adolescente, debe presentar un mínimo de tres conductas de un grupo de alteraciones resumidas en las tablas 1 y 2 (criterios DSM-IV y CIE-10 respectivamente) en forma severa; es decir, la conducta catalogada ha de valorarse en función del daño moral o físico que implique. 1

2 Tabla (1) Trast. Conducta DSM-IV 1. Robo sin enfrentamiento con la víctima 2. Fuga del hogar de más de un día cuando se vive en casa 3. Provocar Incendios con intención de hacer daño 4. Absentismo escolar 5. Forzar la entrada en la casa, edificio o coche ajeno. 6. Destrucción deliberada de la propiedad ajena 7. Conducta cruel con los animales 8. Conducta cruel con las personas 9. Utilizar un arma en más de una ocasión 10. Iniciar peleas con personas no familiares 11. Robar enfrentándose a la victima 12. Violación sexual 13. Consumo de alcohol, y otras sustancias antes de los 13 años, o consumo reiterado en los últimos seis meses 14. Mantener relaciones sexuales a cambio de dinero, objetos o drogas El trastorno de conducta implica una situación clínica caracterizada por un cuadro persistente de conducta antisocial, agresiva o desafiante, cuyo diagnóstico debe hacerse evitando subestimar la presencia de un cuadro psicopatológico más definido. En este sentido, los estudios de seguimiento de Rutter, demuestran que los trastornos de conducta en la infancia y adolescencia se siguen de una amplia gama de alteraciones psicopatológicas, tanto emocionales como sociales o afectivo-relacionales. Estudios de seguimiento realizados en otros países indican que los Tabla (2) Trast. Conducta CIE Grado excesivo de peleas o intimidaciones 2. Actos de crueldad hacia personas o animales 3. Destrucción grave de la propiedad ajena 4. Mentiras frecuentes 5. Hacer novillos y escapar de casa 6. Rabietas muy frecuentes y graves en intensidad. 7. Conducta provocativa y desafiante 8. Desobediencia grave y persistente adolescentes que presentan repetidas manifestaciones de conducta violenta y destructiva o altos niveles de impulsividad asociados a destructividad, muestran a su vez severas alteraciones psicopatológicas que precisan tratamiento, y cuya posterior evolución puede modificarse si se diagnostican con suficiente precocidad. Un estudio realizado en el departamento de paidopsiquiatría del hospital Valle de Hebrón (Tomás y col.) sobre una muestra de adolescentes que habían sido atendidos por los servicios de Justicia Juvenil de la Generalitat, refiere la existencia de un posible patrón de problemas psicopatológicos 2

3 en este tipo de población. Tanto los trastornos depresivos como las ideas e intentos suicidas, el consumo de drogas y alcohol, alteraciones neurológicas de tipo "light", y ciertos problemas de aprendizaje han sido relacionados con pacientes afectos de trastornos de conducta. A nivel etiológico, las teorías que abogan por una comprensión fundamentada sólo en bases ambientales (medio socioeconómico precario), han sido cuestionadas por el efecto positivo que el uso de antipsicóticos y antidepresivos ha aportado en el tratamiento de un grupo considerable de pacientes con trastorno de conducta. En la última década, diversos estudios han sugerido la posibilidad de una relación entre el descenso del nivel de serotonina en el SNC y la conducta agresiva en el ser humano. Por otro lado, es generalmente aceptado que las actitudes paternas y la presencia de conducta maladaptada en la familia ejercen una acción negativa sobre la conducta del niño. Así, se ha relacionado la delincuencia juvenil con la existencia de alcoholismo, malos tratos, abuso sexual, mala adaptación matrimonial, y otros trastornos en el ambiente parental. A modo de conclusión, el trastorno de conducta debe entenderse como el producto de factores diversos que interactúan sobre el desarrollo de un individuo, incidiendo sobre algún tipo de vulnerabilidad y en conjunción con múltiples estresores ambientales. Es difícil conocer la prevalencia de los trastornos de conducta ya que varían según el estadio evolutivo y en dependencia del autor. En U.S. en 1987 el 5% del total de arrestos de la policía se practicó a menores de 15 años, aumentando al 16% si se contabilizaba por debajo de los 18 años. En un estudio realizado en Filadelfia sobre niños se apreciaba que un 35% había sido atendido en alguna ocasión por las autoridades de asistencia juvenil, siendo tan solo el 18% los que repetían los trastornos de conducta y sólo un poco más de la mitad de estos se convertían en delincuentes juveniles (10%). Este último grupo presentaba alteraciones socioculturales y socioeconómicas graves junto a malos resultados escolares. También existe una diferencia significativa en cuanto a la prevalencia e incidencia de comportamientos que atentan contra la ley, entre las cifras oficiales de los servicios de justicia de países desarrollados (2/4 %) y los datos que reflejan encuestas practicadas a grupos de adolescentes (en las que la prevalencia puede llegar hasta el 70/80 %). La delincuencia juvenil hace referencia a la conducta desviada o antisocial, punible por la ley de los menores de 16 años. Se requieren al menos tres condiciones para poder considerar a un joven como delincuente juvenil: a) Un nivel de madurez suficiente como para que se pueda aceptar que el 3

4 adolescente es responsable de los actos antisociales que ha cometido. b) Que no esté bajo el control y atención familiar. c) Que sea necesario que se someta a un control, ayuda reeducativa y atención por parte de la sociedad. Para Gold y Petronio un "acto delictivo será aquella conducta de un Figura 1 adolescente, que constituye un acto deliberado de violación de la ley, conociendo su autor que se producirán complicaciones policiales, legales y judiciales si el acto en cuestión es denunciado a un agente de la ley". De esta definición, puede deducirse, la necesidad de que el acto delictivo sea denunciado para que exista como tal ante las instancias judiciales, aunque se de de hecho una conducta antisocial Material y Métodos: Se estudiaron 100 sujetos con edades comprendidas entre 12 y 16 años, entre los que 46 eran niños y 54 niñas, pertenecientes a diferentes escuelas de Barcelona situadas en barrios con niveles socioeconómicos diferentes. Se les administró un cuestionario de conductas asociales confeccionado en base a los criterios diagnósticos del DSM-IV (cuya amplitud englobaría los del ICD-10), cuyos ítems objetivaban conductas puntuales definidas en estos criterios (ANEXO). En este trabajo nos propusimos establecer una comparación entre los datos oficiales del Departamento de Justicia de la Generalitat (1994) referentes a delincuencia de los menores de edad penal, con los datos de nuestra muestra. Intentamos demostrar la existencia de un porcentaje de sujetos con conductas delictivas mayor al que ofrece Justicia. Se seleccionaron aquellos sujetos de la muestra cuyas respuestas al cuestionario cumplían tres o más criterios de conductas asociales, tal como requiere el DSM-IV para el diagnóstico de trastorno de conducta. Además, para poder establecer una comparación más precisa con la tipificación que nos ofrecía el Departamento de Justicia de la Generalitat, sólo tuvimos en cuenta aquellos criterios que reflejaban directamente conducta antisocial delictiva. El resto de ítems los agrupamos en dos subgrupos: a) conductas no delictivas; y b) conductas susceptibles de ser delictivas. Conductas Delictivas -Robo (ítem 5) -Destrucción de propiedad (ítem 6) -Utilización de armas (ítem 10) -Violación (ítem 12) 4

5 Conductas no Delictivas -Ausencia escolar (ítem 1) -Fugas (ítem 2) -Consumo de alcohol (ítem 3) -Consumo de drogas (ítem 4) -Prostitución (ítem 11) Conductas Susceptibles de ser Delito -Peleas (ítem 7) -Intimidación o chantage (ítem 8) -Crueldad (ítem 9) -Reacciones violentas (ítem 13) -Provocación (ítem 14) -Desobediencia (ítem 15) Resultados: de conductas delictivas en el sexo masculino (23,16%-11,56%). 2. No se da diferencia significativa en conductas no delictivas al comparar niños y niñas (25,26%-21,09%). 3. Existe una diferencia ligeramente significativa en conductas susceptibles de ser delitos, algo mayor en las niñas (67,34%- 51,57%). Estos resultados parecen corroborar estudios anteriores que hablan de una predominancia en el sexo masculino de la expresividad sintomatológica externalizada, más visible y perturbadora del ambiente familiar y Teniendo en cuenta la clasificación anterior, nuestros resultados coinciden con la bibliografía existente en la presencia de un número mayor de conductas asociales en niños que en niñas. Otros trazos diferenciales que observamos fueron los siguientes: Figura 2 escolar que la internalizada característica del sexo masculino. Si consideramos la muestra de sujetos susceptibles de ser diagnosticados en su totalidad, observamos: 1. Predominancia de conductas susceptibles de ser delito (58,46%). Figura 3 1. Predominancia netamente superior 2. Menor frecuencia del grupo de conducta delictiva (18,1%), entre los tres tipos de conducta asocial. Finalmente, comparando nuestros 5

6 resultados con los datos estadísticos de los que dispone el Departamento de Justicia de la Generalidad, encontramos una diferencia significativa respecto a los sujetos que cometen conductas delictivas. Es decir, potencialmente se da más conducta delictiva en nuestra muestra que en la población que propone la Generalitat (37%-6,1%). Conclusiones: La superioridad del porcentaje de sujetos con conductas delictivas de nuestra muestra frente al que detectan las instancias de Justicia Juvenil, concuerda con los resultados de encuestas practicadas a adolescentes que también detectan una prevalencia superior a la que aparece según cifras oficiales. Creemos que la información básica sobre los menores y jóvenes atendidos por la Dirección General de Justicia Juvenil y los programas que lleva a término, no detecta a todos los sujetos que presentan conducta delictiva, con lo que queda privada de atención una parte importante de población adolescente. presentan trastornos de conducta a los que se unen alteraciones psiquiátricas o de personalidad más graves, que deberían ser tratadas por los profesionales adecuados. Además, creemos que debería de incrementarse la participación de los agentes sociales para reconocer a Figura 4 aquellos sujetos que presentan conducta delictiva y no llegan a ser denunciados. Quizá sería conveniente y más eficaz disponer de medidas para detectar todas aquellas conductas susceptibles de ser delitos, como las designamos en nuestro trabajo, con el objetivo de poder realizar una tarea preventiva y no acabar con una tasa tan elevada de conductas delictivas. En este sentido, presuponemos que el paso de la conducta susceptible de ser delito a la delictiva, implicaría un mayor grado de psicopatología en el sujeto. De esta forma, parece lógico suponer que las instancias judiciales sólo detectan aquellos adolescentes que 6