12. CONFLICTOS SOCIALES EN EL CAMPO. CAMBIOS EN LA DIRECCION DE UTECO Y CAJA RURAL La crisis de las cooperativas de segundo grado coincidió con otro tipo de dificultades de UTECO. La Caja Rural iba cobrando cada vez mayor volumen de negocios y esto creó problemas con la Caja de Ahorros de Navarra. Desde la fundación de la CAN, la Federación primero y UTECO después habían estado representadas en el Consejo de Administración de la misma. Francisco Uranga, jefe de UTECO, era su representante en 1969. Este recibió en septiembre de ese año una carta en la que se le agradecía la dimisión en el cargo por parte del presidente del Consejo, que era el vicepresidente de la Diputación, Félix Huarte. La respuesta no se hizo esperar y Francisco Uranga precisó que él no había dimitido sino que se le ponía en la tesitura de elegir entre el Consejo de la Caja de Ahorros de Navarra o el de la Caja Rural, y ante la disyuntiva él se quedaba en el de la Rural. Todo esto lo explicaba censurando, ade- 369
más, la forma en que se le había planteado el cese en la CAN (1). La crisis de las cooperativas había sobrepasado el ámbito de las mismas y era de dominio público. Desde las páginas de la revista se quejaban del excesivo eco que encontraban sus problemas financieros, mientras que para casi nadie es noticia la quiebra de una sociedad anónima. Hacían un llamamiento a los asociados para que se preocuparan más por el buen funcionamiento de las cooperativas, ya que dependían siempre de sus decisiones, por lo que debían esforzarse en que esas decisiones fueran las más adecuadas, pasando por encima de intereses particulares. Los roces con la Obra de Cooperación tampoco habían acabado. En marzo de 1971, después de aprobado el cambio de algunos artículos de los Estatutos en la primavera anterior, la Obra de Cooperación recordaba que las Uniones estaban gobernadas por unajunta de cinco miembros (2). Esta consideración estaba relacionada con el cambio introducido en los Estatutos para dar mayores poderes al gerente (en diciembre de 1971 dimitiría Bienvenido Cilveti, en la Federación desde los años veinte, y sería nombrado Angel Gárriz), y con la ambigúedad de la terminología de UTECO que hablaba de Asamblea o de Junta General en otras ocasiones. La Obra de Cooperación, celosa defensora de la legalidad, recordaba también la normativa que había de regir la elección de la Junta Rectora, según la cual ésta debía cesar dos meses antes de elegirse la nueva. Como consecuencia de esto, al elegir la nueva Junta en 1971 decidieron aplazar la convocatoria de la Junta General, que se celebró para no interrumpir la tradición, aunque con carácter informativo. La Obra de Cooperación insistió en que las Uniones estaban gobernadas por una Junta de cinco miembros, por lo que no autorizaba la constitución de una (1) LASN, 25-10-1969. (2) Act. Junt. Rect. UTECO, 28-5-1971. 370
Junta General, cuyos acuerdos, en cualquier caso, no serían vinculantes. Estas cortapisas, que dan pie a pensar que se quería limitar el tímido proceso de participación iniciado años antes, no fueron eficaces. Hasta mitad de los años sesenta las Juntas Generales duraban muy poco tiempo y apenas intervenían los asociados; se daba lectura a la Memoria anual, se aprobaban las conclusiones por aclamación iy a comer! Ahora las Juntas duraban más tiempo, se hablaba más y sobre problemas concretos, y se pedían explicaciones por su actuación a la Junta Rectora. El proceso democratizador y de participación que se abría camino en todos los ámbitos sociales, se dejaba sentir también en la UTECO. El 22 de diciembre de 1970, el presidente dio cuenta a la Junta Rectora de las motivaciones que le habían llevado a cursar un telegrama de adhesión al Generalísimo por las injerencias de países extranjeros en los asuntos de España. El telegrama iba firmado en nombre del cooperativismo navarro (3). Con ello hacía referencia a las manifestaciones que se habían producido, especialmente en Europa, protestando contra el ^Juicio de Burgos», en el que se juzgaba a dieciséis militantes de ETA. El tribunal militar condenó a seis de los procesados a nueve penas de muerte, que posteriormente les fueron conmutadas. La condena del terrorismo, atribuido genéricamente a los anarquistas, fue permanente, lo mismo que la adhesión al régimen de Franco hasta su muerte. En el mes de diciembre desde La Acción Social Navarra se insistió sobre el terrorismo y el proceso de Burgos, condenando las injerencias extranjeras. Nada se decía, sin embargo, de las manifestaciones, escritos de representantes de diversos sectores sociales, encierros u otras formas de protesta que se produjeron en toda España, y en Navarra también, contra las penas de muerte que, una vez más, se temía no fueran conmutadas por el régimen de Franco (4). (3) Act. Junt. Rect. UTECO, 9-1-1971. (4) LASN, 12-12-1970, 19-12-1970 y 2Cr12-1970. 371
Idéntica actitud adoptó la revista, quincenal desde 1974, en septiembre-octubre de 1975 con motivo de las condenas a muerte, este vez sí ejecutadas, contra dos militantes de ETA y tres del FRAP. El terrorismo era debido a «los anarquistas que se esconden tras las siglas de la ETA o del FIiAP», y asolaba a todo el mundo civilizado, «aunque éste esté vestido con el ropaje democrático», incluida España. Ejecutada la sentencia, bajo el título «La histeria de ciertos países europeos», uno de los colaboradores fijos arremetió contra las condenas y manifestaciones de repulsa en Europa, que se habían saldado con la retirada de nueve embajadores. Después de recordar que en Francia miles de colaboracionistas con los nazis fueron asesinados, que el Tribunal de Núremberg sacrificó a muchos soldados vencidos que obedecían órdenes de sus gobiernos, que en los países del Este muchas personas habían muerto intentando pasar el muro, o que en Inglaterra había una corriente muy poderosa para restablecer la pena de muerte, defendió que las manifestaciones y atentados contra la decisión oficial estaban alentados «por la masonería, el socialismo y todas las fuerzas subversivas que no pueden tolerar la independencia de España des^iués de la victoria definitiva sobre el comunismo y sus aliados». Glorificó las grandes manifestaciones de adhesión al régimen y a las fuerzas armadas que se habían celebrado en Madrid y otras capitales, y señaló, sin embargo, una excepción lamentable, Navarra, «una 1ri-ovincia en la que parece que todos estamos con la ETA o con el FRAP», para acabar diciendo que «España, que se encuentra mejor aislada que mediatizada por el comunismo internacional, saldrá de esta batalla con la victoria que merecemos. Y frente a ese mundo putrefacto de Euro^ia, venceremos si sabemos retornar a los cauces espirituales que España siguió en los buenos tiempos de los Reyes Católicos y de los primeros decenios ^iosteriores a la Cruzada» (5). El panegírico del primer franquismo estaba redivivo (5) LASN, 410-1975 y 11-10-1975. 372
en las cabezas pensantes de La Acción Social Navarra treinta y seis años después de su implantación violenta. Se publicaron también la adhesión de la Diputación Foral frente a la campaña internacional antiespañola y los telegramas enviados al efecto por la corporación provincial, en los que mostraba su adhesión al Gobierno y a Franco «para mantener la dignidad nacional y la independencia patria salvada heroicamente en 1936». De las huelgas y manifestaciones habidas en Navarra y en toda España contra las penas de muerte no publicaron nada, pese a la importante incidencia social y laboral que tuvieron. Semanas después, la muerte del dictador fue recogida como noticia de última hora, ya que el número correspondiente estaba en la imprenta y compuestas todas las páginas. En él se elogiaba su figura señalando, en nota firmada por la Dirección de la revista, que toda su trayectoria política y gubernamental había tenido un «objetivo: PAT. para todos los españoles» ( 6). Ya no volvió a hablarse más de su muerte. Meses antes, en enero, se había dado cuenta con amplitud de la decisión tomada por la Diputación Foral de nombrar a Franco hijo adoptivo de Navarra, «por la predilección que siempre ha demostrado a nuestra provincia en todos los asuntos que hayan surgido». Los cambios que habían apuntado al final de la década de los sesenta se aceleraron en los setenta en el seno de las estructuras de UTECO, en cierta manera reflejo de los que se habían producido en el conjunto de la sociedad, y se dejaron sentir de forma paulatina tanto en las Juntas como en su órgano de expresión. La entrada en la dirección del cooperativismo navarro de una nueva generación de dirigentes se estaba produciendo, como hemos señalado, desde finales de los sesenta. El punto que marcó el relevo definitivo fue la (6) LASN, 22-11-1975 y 29-11-1975. ^ 373 ^
Asamblea General del once de octubre de 1975 en la que fue elegido como presidente de UTECO José María Lander. 12.1. La importante Asamblea de 1975 La Asamblea General Extraordinaria de UTECO de Navarra que se celebró el 11 de octubre de 1975 tuvo un gran interés por los temas a tratar, tales como la renovación de cargos en la Unión Territorial y una gran información sobre COVINA. A este suscitado interés respondieron los delegados de las Cooperativas Agrícolas asistiendo y participando masivamente. Tras conocer el escrutinio de los votos emitidos, pueden analizarse las nuevas corrientes que fluían dentro del cooperativismo navarro. En primer lugar destaca la elección para presidente de UTECO de José M.a Lander Azcona, tras muchos años ininterrumpidos de Francisco Uranga Galdiano como presidente. Para secretario fue elegido Castor Sánchez de Muniáin Solano. En los críticos momentos políticos que se vivían en España, y más en concreto en las estructuras del sindicalismo vertical, este cambio suponía una renovación de los elementos adictos al régimen franquista posibilitando la entrada de personas sin tradición falangista y de talante democrático. Los resultados demostraron que fue una operación bien montada para realizar este recambio de personas al frente de UTECO, e incluso las palabras de Francisco Uranga corroboran este extremo. Francisco Uranga acató la elección efectuada, aunque matizó diciendo que «conmigo se ha obrado un poco deslealmente», ya que en todas las reuniones de merindades se le había propuesto como candidato único, excepto en Estella. Poco antes de comenzar la Asamblea, el secretario José M.a Lander le informó de que había otra candidatura, que a la postre resultó vencedora. De esta forma, Francisco Uranga se despedía de la gestión directiva de UTECO tras 48 años de haberla ejercido en uno u otro puesto. Como colo- ^ 374