ESTRATEGIA DE REORIENTACION DE SERVICIOS EN LAS REFORMAS DE SALUD MENTAL EN LA REGION DE LAS AMERICAS



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Transcripción:

1 ESTRATEGIA DE REORIENTACION DE SERVICIOS EN LAS REFORMAS DE SALUD MENTAL EN LA REGION DE LAS AMERICAS 1. ANTECEDENTES Dr. Alberto Minoletti y T.O Ana María Calderón Los países en vías de desarrollo viven en la actualidad procesos de modernización, generándose cambios en muchos aspectos de la vida que están llegando a ser condiciones que desestabilizan el desarrollo y la salud mental de la población. Al debilitamiento del rol de la familia y de las redes de apoyo social, se agregan mayores exigencias del medio social, económico y ambiental, y una mayor accesibilidad a drogas ilícitas, manteniéndose los problemas psicosociales asociados a la pobreza, alcoholismo, violencia y a la discriminación negativa de la mujer en muchos sectores poblacionales (Desjarlais, 1995). Los cambios demográficos y epidemiológicos que están experimentando la mayoría de las regiones del mundo, el deterioro del medio ambiente, y las condiciones de vida moderna, especialmente en las grandes ciudades, son algunos de los factores asociados al hecho de que las enfermedades mentales hayan llegado a ser junto a los accidentes y las enfermedades no transmisibles uno de los grandes desafíos sanitarios para el siglo XXI. Es así como en la Región de las Américas se estima que más del 25% de los individuos padecen uno o más trastornos mentales o del comportamiento a lo largo de su vida y que el número de personas que sufren estos trastornos aumentará a 176 millones en el año 2010. Los problemas de salud mental generan una inmensa carga para la sociedad, no sólo por su prevalencia sino porque son responsables de una parte importante del sufrimiento, discapacidad y deterioro de la calidad de vida (Minoletti 1999). De acuerdo a los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD), el conjunto de trastornos neuropsiquiátricos significó la pérdida del 24 % del total de años de la carga de morbilidad en la Región de las Américas durante el año 2000 (OMS, 2001). Si se considera solamente la discapacidad, estos trastornos representan el 43% del total de años de vida perdidos (APD). En la población infantil también se ha encontrado una alta prevalencia de problemas de salud mental, en particular en los estratos socioeconómicos bajos. Se estima que más del 20% de los niños que ingresan al primer grado de la escuela en sectores urbanos presentan trastornos psiquiátricos; el 40% de ellos presentan conductas desadaptativas y cerca de un 25% sufren algún grado de maltrato (De la Barra 1995 y De la Barra 1998). La prevalencia global de trastornos mentales y conductuales en la población infantil varía de acuerdo a los diferentes estudios entre un 10 y 20% (OMS, 2001 a). Los avances científicos tecnológicos en el campo de la biología, la psiquiatría y las ciencias sociales, en general, permiten hoy disponer de intervenciones efectivas para la promoción, prevención, tratamiento y

2 rehabilitación en salud mental, similares a la efectividad de tratamientos para enfermedades físicas. Utilizar los avances científicos y la evidencia para la orientación técnica y evaluación sistemáticas de las acciones permiten la más adecuada utilización de los recursos en beneficio de las personas que los necesitan. En la tabla 1 se dan algunos ejemplos de intervenciones efectivas en este campo. TABLA 1. EJEMPLOS DE INTERVENCIONES DE SALUD MENTAL EFECTIVAS Promoción y Prevención Retardo Mental Depresión Suicidio Esquizofrenia Abuso y Dependencia de Alcohol y Drogas Desarrollo de lazo afectivo madre-lactante en comunidades pobres (Driscoll, 1998; Freeman, 2000) Prevención inespecífica en SM: intervenciones multisectoriales en comunidades pobres para aumentar habilidades y disminuir marginación (Tansella, 2000) Promoción de SM en escuelas (Freeman, 2000) Desarrollo de habilidades para la vida y buenas relaciones con los pares en escolares (Driscoll, 1998) Uso de yodo en futuras madres en áreas de riesgo (yodo en la sal o agua potable, aceite yodado o solución de Lugol) (WHO, 1998; WHO, 2001). Screening para problemas de alcohol en mujeres embarazadas, educación y tratamiento temprano (WHO, 1998; WHO 2001a). Screening de fenilquetonuria en todos los recién nacidos y tratamiento con dieta baja en fenilalanina (WHO, 1998; WHO 2001a). Tratamiento ambulatorio de Depresión en atención primaria (WHO, 1999 & WHO, 2001a) Detección temprana y tratamiento de personas con Depresión (WHO, 1998 & WHO, 2001a). Control de armas de fuego, bajar la toxicidad del gas, control de sustancias tóxicas, barreras físicas para impedir saltos desde edificios altos (WHO, 1998; WHO, 2001a). Atención comunitaria: tratamiento ambulatorio, centros de día, empleo protegido, apoyo a las familias, hogares protegidos, equipo de salud mental comunitario (Lesage, 1993; Knapp, 1997; WHO, 1999, WHO 2001a). Hospital de día como alternativa a la hospitalización para la mayoría de los pacientes (UK, 1996; Horvitz-Lennon, 2001a). Prescripción de antipsicóticos atípicos, tal como clozapina, es una forma efectiva de reducir costos en hospitalización (UK, 1996) Intervenciones breves realizadas por profesionales de atención primaria para personas con problemas incipientes de alcohol (WHO, 2001a).

3 2. ASPECTOS CONCEPTUALES. 2.1. La Estrategia de Reorientación de Servicios Sanitarios En la Primera Conferencia Internacional sobre la Promoción de la Salud reunida en Ottawa (OPS/OMS, 1986) se señaló que la promoción de la salud consiste en proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma. Para alcanzar un estado adecuado de bienestar físico, mental y social un individuo o grupo debe ser capaz de identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades y de cambiar o adaptarse al medio ambiente. El sector sanitario no puede por sí mismo proporcionar las condiciones previas ni asegurar las perspectivas favorables para salud, siendo necesario para la promoción de ella la acción coordinada de todos los actores implicados: los gobiernos, los sectores de salud, educación, trabajo, bienestar social y economía, las autoridades locales, los medios de comunicación, las organizaciones no gubernamentales y benéficas, la industria, las organizaciones sociales y comunitarias. Al sector sanitario le corresponde especialmente asumir la responsabilidad de actuar como mediador entre los intereses antagónicos y a favor de la salud. Las principales estrategias definidas en la Carta de Ottawa (OPS/OMS, 1986), para que el sector sanitario implemente en conjunto con los otros sectores, se refieren a la elaboración de una política pública saludable, la creación de ambientes favorables, el reforzamiento de la acción comunitaria y el desarrollo de las aptitudes personales. Una quinta estrategia, más propia del sector sanitario, tiene que ver con la reorientación de los servicios, de modo de favorecer las actividades de promoción de la salud dentro del sector y el compartir el poder con otros sectores, otras disciplinas y, lo que es aún más importante con la población general. La reorientación de los servicios sanitarios contribuye a que el sector juegue un papel cada vez mayor en la promoción de la salud, de modo tal que trascienda la exclusiva responsabilidad de proporcionar servicios curativos. Al mismo tiempo, la reorientación debe desarrollar un nuevo enfoque sensible y respetuoso de las necesidades culturales de las personas, favoreciendo la aspiración de las comunidades a una vida más sana y creando vías de comunicación entre el sector sanitario y los sectores sociales, políticos y económicos. La reorientación de los servicios sanitarios exige igualmente que se preste mayor atención a la investigación en sanitaria, así como a los cambios en la educación y la formación profesional. Esto necesariamente ha de producir un cambio de actitud y de organización de los servicios sanitarios de modo que giren en torno a las necesidades del individuo como un todo (OPS/OMS, 1986).

4 2.2. Las Reformas de los Servicios de Salud Mental El modelo tradicional, basado primero en Hospitales Psiquiátricos y posteriormente en Servicios de Psiquiatría de Hospitales Generales, no ha sido capaz de responder adecuadamente a las necesidades de salud mental de la población, ni en términos de accesibilidad y calidad, ni en términos de oportunidad, interviniendo tardíamente en el curso de las enfermedades, sin acciones de promoción ni prevención, con mayor desarrollo de complicaciones y discapacidad psicosocial, y sin considerar el derecho de las personas a atenderse en el medio menos restrictivo posible de su libertad. Consecuentemente, el Informe sobre la Salud en el Mundo 2001 de la Organización Mundial de Salud (OMS, 2001) señala que para proteger y mejorar la salud mental de la población se requiere transformar en forma progresiva la atención dispensada en los grandes hospitales psiquiátricos. Este proceso, que se conoce como Reforma Psiquiátrica o Reforma de la Salud Mental, ha sido realizado en forma exitosa en varios países. En ellos se ha mejorado la accesibilidad y la satisfacción usuaria con los servicios, manteniendo altos niveles de efectividad clínica y aumentado la integración social y la reinserción laboral. El informe de la OMS propone 3 líneas principales en la implementación del nuevo modelo de atención: 1. Desarrollo de servicios comunitarios de salud mental: Estos servicios deben ofrecer tratamiento y atención integrales a nivel local, con fácil accesibilidad, e incluyendo una gama de programas para atender las diversas necesidades de salud mental de la población. El ideal es que consideren atención ambulatoria, internación en hospitales generales, centros comunitarios, residencias, apoyo a familiares y cuidadores, apoyo ocupacional, de rehabilitación y de necesidades básicas (ej. nutrición, vivienda, ropa, etc.). 2. Integración de la atención de salud mental en los servicios de salud generales: Esta integración, particularmente en el nivel de atención primaria y en hospitales generales, tiene numerosas ventajas, tales como: menor estigmatización de los pacientes, mejores tasas de detección de enfermedades mentales, mejor tratamiento de los problemas orgánicos en personas con enfermedades mentales y viceversa, y menor costo al compartir la misma infraestructura. 3. Creación de vínculos intersectoriales: Muchas enfermedades mentales exigen soluciones psicosociales, lo cual obliga a establecer vínculos entre los servicios de salud mental y diversos organismos comunitarios en el nivel local, a fin de conseguir apoyo suficiente en materia de vivienda, ingresos, subsidios por discapacidad, empleo y otras prestaciones sociales, así como para poder ejecutar con más eficacia las estrategias de prevención y rehabilitación.

5 2.3. Aspectos Comunes entre la Reorientación de Servicios y la Reforma de Salud Mental. Si bien los conceptos de reorientación de servicios y reforma de salud mental se originan en contextos histórico-sociales y prácticas sanitarias diferentes, ambos comparten muchos aspectos comunes. Entre ellos se pueden mencionar los siguientes: Reconocimiento y refuerzo de las competencias y potencialidades de los individuos y comunidades, favoreciendo el desarrollo personal y social. Foco en el fomento del bienestar y en la calidad de vida en vez de la enfermedad. Incorporación de actividades de promoción y prevención a la práctica clínica terapéutica. Ampliación del modelo biomédico a una visión integral biopsicosocial. Orientación hacia acciones sobre los determinantes de la salud, tales como ingreso, educación y vivienda, más bien que limitarse a factores y condiciones de riesgo. Inclusión de un amplio rango de estrategias, tales como comunicación, educación, cambio organizacional, intersectorialidad, desarrollo comunitario y actividades locales. Las principales diferencias entre los conceptos de reorientación de servicios y reforma de salud mental surgen principalmente de la especificidad del campo de la última. Es así como los servicios de salud mental tienen que responder a las necesidades de personas con enfermedades crónicas y discapacitantes, para los cuales no existe aún suficiente evidencia sobre la efectividad de las intervenciones promocionales y preventivas. 3. LA REORIENTACION DE SERVICIOS EN LA REFORMA DEL SECTOR SALUD. Durante el siglo 20, tres generaciones de reformas de salud se han desarrollado en forma sobrepuesta (WHO, 2000). Estas reformas han sido impulsadas no solamente por los problemas de salud existentes sino también por una búsqueda de mayor eficiencia, equidad y respuesta a las expectativas de la población. 3.1. Primera Generación de Reformas de Salud. Las primeras reformas permitieron el establecimiento de los sistemas nacionales de atención en salud y el desarrollo de los seguros sociales, primero en países de ingresos altos en los años cuarenta y cincuenta y posteriormente en países de bajos ingresos. Estas reformas favorecieron la construcción y funcionamiento de hospitales y centros de atención ambulatorios en numerosos países, principalmente en las ciudades con las mayores concentraciones poblacionales. En el área de la salud mental, esto implicó fundamentalmente la

6 implementación de nuevos hospitales psiquiátricos en países y regiones donde su desarrollo había sido escaso en el pasado. Esta primera generación de reformas de salud experimentó una serie de crisis desde fines de la década de los sesenta debido a los costos crecientes de la atención, especialmente en los hospitales, y a la inequidad en la entrega de servicios a las poblaciones pobres, particularmente en zonas rurales. El principal aporte de estas reformas consistió en aumentar los recursos estatales de salud, posibilitando la aplicación de las estrategias de reorientación de servicios sanitarios y las reformas de los servicios de salud mental. 3.2. Segunda Generación de Reformas de Salud. La segunda generación de reformas de salud planteó la necesidad de transformar los sistemas de salud, de modo de hacerlos más costo-eficientes, equitativos y accesibles. Para ello se planteó el desarrollo de la atención primaria como la estrategia para alcanzar cobertura universal, junto con la implementación de intervenciones preventivas con un enfoque de salud pública, la provisión de medicamentos esenciales y la educación de la población a cargo de agentes comunitarios de salud. Este modelo de servicios de salud fue consagrado en la Conferencia sobre Atención Primaria de Salud de Alma Ata en 1978, donde se formuló la meta de Salud para Todos. La Carta de Ottawa para la Promoción de la Salud de 1986, que incluye la reorganización de servicios sanitarios como una de sus cinco estrategias, tomó como punto de partida el modelo de atención primaria de la Declaración de Alma Ata y la desarrolló con mayor profundidad en el área de la promoción. Por su parte las reformas de los servicios de salud mental, en distintas regiones del mundo, han incorporado componentes de salud mental en la atención primaria con diversos grados de éxito. Esto último ha facilitado la transformación de los hospitales psiquiátricos y la descentralización de la atención de salud mental al nivel primario. Estas reformas de salud han alcanzado mejores logros en países desarrollados, donde además de contar con mayores recursos se han integrado más plenamente al sistema general de salud. En estos países la atención primaria se ha desarrollado en base a médicos generales o de familia, trabajando en equipo con enfermeras y otros profesionales de salud. Estos equipos han podido integrar con facilidad actividades promocionales y preventivas junto con las curativas, incluyendo en todas ellas acciones de salud mental y psiquiatría. El trabajo articulado entre profesionales de salud general y profesionales especializados en salud mental ha sido un factor crítico para el éxito de estos modelos. Desafortunadamente, en los países en desarrollo estas reformas han tenido un impacto menor, no disponiéndose de recursos suficientes en la atención

7 primaria, entregándose prestaciones de salud de baja calidad y operando con sistemas inadecuados de referencia a especialistas. 3.3. Tercera Generación de Reformas de Salud. La tercera generación de reformas de salud, actualmente en curso en una gran cantidad de países, se ha centrado preferentemente en las demandas de salud de la población y en la entrega de prestaciones esenciales, de alta calidad y costo-efectivas, para toda la población. Las prestaciones a entregar son priorizadas de acuerdo a la magnitud de la carga de enfermedad que representan los problemas de salud a los cuales están destinadas y según la costo-efectividad de sus resultados. Estas reformas han significado también un cambio en las funciones del Estado en salud, asumiendo un mayor énfasis como garantizador y regulador de los servicios y aspectos financieros y no necesariamente como proveedor directo de ellos. Esta tercera generación de reformas reflejan, en parte, los profundos cambios políticos y económicos que han ocurrido en el mundo a partir de la década de los 80. La intervención masiva del Estado en la economía ha caído en descrédito en la mayoría de los países del mundo, llevando al traspaso de empresas públicas al sector privado, reducción del control y regulación ejercido por el Gobierno, incentivos para una mayor competitividad y, en general, una mayor confianza en los mecanismos del libre mercado. Las reformas actualmente en curso han significado una oportunidad para la incorporación de intervenciones de salud mental dentro de las prestaciones priorizadas en un país como básicas o esenciales. La alta carga de enfermedad (AVAD) de los trastornos mentales y la efectividad cada vez mayor de las intervenciones disponibles, tal como se señaló en la primera sección de antecedentes de este documento, permiten que ellas sean consideradas dentro de las priorizaciones y que puedan ser entregadas en forma universal. De manera similar, estas reformas pueden ser una oportunidad para la transformación de los hospitales psiquiátricos en servicios descentralizados, focalizados en las demandas de la población, con tratamientos más oportunos, y con una mayor universalidad y costo-efectividad de las prestaciones entregadas a las personas. No obstante lo anterior, las reformas de tercera generación también pueden representar amenazas para el desarrollo de servicios de salud mental. Así por ejemplo, un excesivo énfasis en los aspectos financieros y en la contención de costos ha llevado a disminuir servicios de salud mental en algunos lugares. La menor participación del Estado, por otra parte, puede contribuir a fragmentar las redes de servicios y a dejar desprotegidas a personas con enfermedades mentales de mayor gravedad y discapacidad. Otro riesgo posible es que las prestaciones esenciales que se prioricen en un determinado plan de salud pueden tender a focalizarse preferentemente en aspectos curativos, dejando en segundo plano los enfoques promocionales y preventivos y las estrategias poblacionales de salud pública y de intersectorialidad.

8 4. OBJETIVOS Y ASPECTOS HISTORICOS DE LA REFORMA DE SALUD MENTAL EN LAS AMERICAS 4.1. La Declaración de Caracas. La Declaración de Caracas ha sido, sin lugar a dudas, el hito histórico más importante en el desarrollo de la reforma de salud mental en las Américas. Esta Declaración fue adoptada por aclamación en Noviembre de 1990, respaldada por 200 representantes de 11 países Latinoamericanos que se reunieron en la capital de Venezuela, convocados por la Oficina Panamericana de la Salud (OPS). La Declaración de Caracas definió los principios y objetivos de la reforma de salud mental para la década de los noventa en la región. Los principios postulados en ella se refieren a la necesidad de desarrollar la atención psiquiátrica en estrecha articulación con la atención primaria de salud y dentro del marco de los sistemas locales de salud (Levav, 1994). Esta estrategia tiene una doble implicancia; por una parte, el hospital psiquiátrico deja de ser el componente más importante de la atención en salud mental y, por otro lado, se establece que los servicios comunitarios son el medio principal para alcanzar una atención en salud mental accesible, descentralizada, integral, participativa, continua y preventiva. La Declaración también aboga por la necesidad de modernizar la legislación pertinente, con el fin de consolidar en una estructura legal la reestructuración de los servicios y para asegurar el adecuado respeto de los derechos humanos y civiles de las personas con enfermedades mentales. La implementación de los principios y objetivos señalados en la Declaración de Caracas fue favorecida por una activa cooperación técnica de OPS con las Divisiones de Salud Mental de los Ministerios de Salud de la región de las Américas. El énfasis se orientó al mejoramiento de la atención psiquiátrica, con un aumento de la calidad y humanización de los servicios, el desarrollo de servicios psiquiátricos en hospitales generales y de servicios de salud mental en centros de salud y centros comunitarios de salud mental,, viviendas protegidas para personas con discapacidad psiquiátrica, y una progresiva disminución de las camas en los hospitales psiquiátricos. Además se favoreció la adecuación de los programas de formación de personal de salud mental, incluyendo cambios curriculares y desarrollo de competencias en rehabilitación psicosocial. Finalmente, se promovió el involucramiento creciente de los usuarios y sus familias, a través de asociaciones, y la movilización de la comunidad en temas de salud mental, incluyendo también a las asociaciones de profesionales (por ejemplo, eventos públicos en el día mundial de salud mental, celebración del año de la salud mental, etc.) El impacto de esta Declaración en los países de la región ha sido importante, observándose 11 años después que el 64,5% de los países disponía de una política nacional de salud mental, el 80,6% de un programa nacional de salud mental, el 67,9% de legislación para proteger los derechos de las personas

9 con enfermedad mental, el 92,6% con un presupuesto específico para salud mental, y el 96,8% con actividades preventivas y curativas de salud mental en atención primaria (WHO, 2001b). 4.2. Ejemplos de Reorientación de Servicios de Salud Mental en las Américas. Brasil: Durante la década del 60, bajo una dictadura militar y con un proceso de industrialización acelerado, el Ministerio de Salud implementó una política de contratos con hospitales psiquiátricos privados, aumentando estos a 313 con un total superior a 85.000 camas. Desde el año 1982, con el retorno a la democracia, se iniciaron denuncias de violaciones a los derechos humanos de los usuarios en estos hospitales y algunas experiencias locales de cuidados comunitarios y de participación de agrupaciones de usuarios y familiares. A partir del año 1991, el Ministerio de Salud aplicó nuevas estrategias nacionales, entre las cuales destacan nuevos mecanismos financieros para la salud mental para homologarla con el Sistema de Salud Unificado, la constitución de un Consejo de Coordinadores de Salud Mental de los Estados con la misión de implementar un nuevo modelo de servicios, fomento a la participación de agentes comunitarios a través de conferencias locales y nacionales, y trabajo conjunto con el Parlamento para modificar la legislación de salud mental. Estas estrategias han permitido disminuir el número de camas en los hospitales psiquiátricos en un 30% en 10 años (a un total de poco más de 52.000 en el 2001), instalar 295 centros de tratamiento psicosocial comunitarios, desarrollar camas de psiquiatría en hospitales generales, casas de medio camino y diferentes tipos de programas de rehabilitación psicosocial, incluyendo algunas empresas sociales. Una nueva ley nacional de salud mental fue finalmente aprobada el 2002, después de un proceso de discusiones en el Parlamento de 12 años de duración (Alves, 2002). Cuba: representa un buen ejemplo de reorganización de servicios con diferentes modelos implementados durante los últimos 50 años: 1. Modelo Asilar: Antes de la revolución (1959) los servicios de salud mental eran escasos (1 psiquiatra por 150,000 habitantes), centralizados en la capital y principalmente en grandes hospitales psiquiátricos (1 cama por 2,200 habitantes). 2. Modelo Hospitalario (1960-1986): Los servicios de salud mental fueron integrados dentro del Sistema Nacional de Salud y los recursos fueron aumentados y descentralizados a todo el país para mejorar acceso, cobertura y calidad. Los servicios psiquiátricos en hospitales psiquiátricos y generales fueron humanizados y transformados en comunidades terapéuticas. Se formaron recursos humanos especializados en salud

10 mental, incluyendo psiquiatras, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, enfermeras psiquiátricas y psicólogos (el número de años de capacitación fue menor que en países desarrollados). El número de camas psiquiátricas aumentó, con la implementación de 11 hospitales psiquiátricos, 15 servicios de psiquiatría en hospitales generales y 4 servicios psiquiátricos en hospitales de pediatría. 3. Modelo Ambulatorio y de Atención Primaria (1987-1995): De acuerdo con las políticas de la OMS de Salud para Todos algunos servicios de salud mental fueron incorporados a la atención primaria y se crearon 20 unidades de intervención en crisis. Al mismo tiempo, se pusieron en marcha 30 hospitales de día y se aumentó a 23 el número de servicios de psiquiatría en hospitales generales y a 10 en hospitales pediátricos. Las camas psiquiátricas duplicaron en este periodo el número de 1959 (1 por 1,100 habitantes) y los psiquiatras aumentaron a 1 por 9,000. 4. Modelo de Psiquiatría Comunitaria (desde 1996): Los dos modelos previos fueron evaluados negativamente debido a que no produjeron un impacto epidemiológico, la razón de costos y beneficios fue negativa, y los usuarios no se sintieron satisfechos con los servicios. Una nueva política fue formulada poniendo a los centros comunitarios de salud mental como el elemento central de los servicios. Estos centros tienen un equipo multidisciplinario y utilizan cualquier infraestructura que esté disponible en el nivel local. Existe una buena articulación entre estos centros y los equipos de atención primaria y con los representantes de otros sectores. 111 centros comunitarios de salud mental se encontraban acreditados a fines de 1999 (Barrientos, 2000). Chile: Favorecido por el retorno a la democracia, se inicia en el año 1990 la formulación e implementación de la primera Política y Plan Nacional de Salud Mental. Esto permitió el desarrollo de un soporte organizacional de salud pública consistente en equipos multidisciplinarios a cargo de la salud mental en el Ministerio de Salud y en cada uno de las 28 áreas de salud del país. Las principales estrategias desarrolladas fueron la integración de componentes de salud mental a la atención primaria, programas de rehabilitación psicosocial para personas con discapacidad psiquiátrica, prevención y tratamiento del abuso y dependencia de alcohol y drogas, tratamiento para las víctimas de violencia intrafamiliar y para víctimas de tortura y otras violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar, y reestructuración de la atención psiquiátrica. En el año 1999 se formuló un nuevo Plan Nacional, en el cual se definieron principios y valores, las actividades intersectoriales, los problemas de salud mental prioritarios, la configuración y articulación de la red de servicios, el rol de los usuarios y familiares, las formas de financiamiento y los procesos de regulación de la calidad.

11 En un período de 12 años, se han observado las siguientes transformaciones principales: la mayoría de los consultorios urbanos de atención primaria desarrollan acciones de salud mental y cuentan con psicólogos, el número de psiquiatras trabajando en el sector público se ha duplicado, el número de camas de larga estadía se ha reducido a un tercio (de 2.516 a 781), y se han implementado diversos dispositivos comunitarios (40 hospitales de día, 41 equipos de salud mental y psiquiatría comunitarios, 85 hogares protegidos, y 52 clubes sociales). Adicionalmente, más de 60 agrupaciones de usuarios y familiares han iniciado su funcionamiento en diversos lugares del país. En el año 2001 entró en vigencia el nuevo Reglamento de Internación Psiquiátrica que protege los derechos de las personas durante su hospitalización (Ministerio de Salud de Chile, 2002). 5. CONTRIBUCIONES DE LA REORIENTACIÓN DE SERVICIOS DE SALUD MENTAL 5.1. Contribuciones a la Atención de Salud Mental Descentralización y accesibilidad: El 96,8% de los países de la región han incorporado componentes preventivos y curativos de salud mental a la atención primaria (WHO, 2001b), lo cual ha permitido que numerosas personas puedan acceder con mayor facilidad a estos servicios. A su vez, la atención especializada en salud mental se ha desplazado en algunos lugares desde los hospitales psiquiátricos hacia centros más cercanos a los hogares de las personas, y el 71% de los países han desarrollado alguna forma de cuidados comunitarios (WHO, 2001b). Calidad y humanización: Ha aumentado la preocupación por mejorar la calidad de la atención psiquiátrica y se han respetado mejor los derechos humanos de las personas con enfermedades mentales. La mayoría de los países han elaborado normas y protocolos de atención para algunos de los problemas prioritarios de salud mental y el 67,9% de los países dispone en la actualidad de legislación en salud mental (WHO, 2001b).. Rehabilitación psicosocial e inserción social: La reorientación de servicios ha permitido el desarrollo de programas de rehabilitación psicosocial en muchos lugares de la región, permitiendo que personas con enfermedades mentales severas y discapacitantes puedan vivir con sus familias o en hogares de transición, convivir con sus vecinos y realizar algunas actividades remuneradas. La principal limitante ha sido la escasa cobertura que estos programas tienen aún en la actualidad. Participación comunitaria y agrupaciones de usuarios y familiares: Diversas organizaciones de autoayuda para problemas de salud mental y de familiares de personas con enfermedades mentales se han creado en los países de la región. Sin embargo, los grupos de usuarios defendiendo directamente sus derechos son aún escasos.

12 Involucramiento de otros sectores: Casi todos los países de la región han logrado que otros sectores fuera de salud se involucren con algunos servicios relacionados con la salud mental. Así por ejemplo, el 87,1% de los países dispone de beneficios para las personas con discapacidad producida por enfermedades mentales (WHO, 2001b). Incorporación de estrategias de prevención: La reorientación de servicios ha facilitado la implementación de intervenciones preventivas en algunos temas, principalmente a nivel de la atención primaria (Espejo, 1999), destacando en la región los programas orientados a la prevención de la violencia doméstica (Granados, 1997) y al abuso de alcohol y drogas (Baldivieso, 1993). 5.2. Contribuciones a la Promoción de Salud Mental Desarrollo de experiencias en comunicación social y aprendizaje social: Se han desarrollado campañas comunicacionales en la región tanto a nivel nacional utilizando los medios masivos, como televisión, radio y prensa escrita como a nivel local, a través de radios vecinales, diarios murales, boletines, afiches y volantes. Sin embargo, su impacto no ha sido suficientemente evaluado. La OPS también ha contribuido con un documento técnico que ayuda a implementar este tipo de estrategias (OPS/OMS, 1999). Entornos saludables: Varios países de la región han realizado experiencias de entornos saludables en escuelas, lugares de trabajo, comunas, barrios y espacios locales de recreación. La mayoría de estas experiencias ha incluido componentes de salud mental. En los programas escolares se ha logrado una mayor sistematización y evaluación de la efectividad (Baldivieso, 1993 y López, 1997), pero la cobertura ha sido insuficiente aún.. Intersectorialidad: Se ha logrado en algunos países de la región la concertación de voluntades políticas y técnicas de diversos sectores sociales para implementar propuestas integrales destinadas a mejorar la situación de salud mental de la población (Secretaría Nacional de la Familia de El Salvador, 2001). Han sido especialmente relevantes para la salud mental los siguientes sectores: vivienda, educación, trabajo, justicia, policía, iglesias, legislación, y ONGs (Ministerio de Salud de Chile, 2001). Participación social y redes de apoyo: Se han desarrollado diversas iniciativas de participación social en salud mental en la región. Estas iniciativas van desde instancias formales de participación de ciudadanos en la toma de decisiones (ej. comités comunales intersectoriales de salud mental) hasta la movilización social para defender derechos. Existen también numerosos ejemplos de intervenciones en redes sociales a partir de los servicios clínicos de salud mental, a través de la formación de agrupaciones de autoayuda, usuarios y familiares (Health Canada, 1998).

13 6. PROPUESTA DE REORIENTACIÓN DE SERVICIOS DE SALUD MENTAL: MODELO DE RED DE ATENCIÓN Se propone un Modelo de Red de Atención en Salud Mental basado en la evidencia acumulada en la región de las Américas, las orientaciones de la OMS (WHO, 2003; WHO, 2005), e integrando la estrategia de reorientación de servicios de la promoción de salud. El desarrollo del Modelo de Red Atención permite que el conjunto de recursos asistenciales disponibles, públicos y privados, aborde en forma coordinada e integrada el desarrollo de la salud mental y la atención de las enfermedades mentales de la población existente en un área geográfica determinada, privilegiando las estrategias comunitarias, intersectoriales y participativas, y considerando las realidades y necesidades diferenciadas por género y grupo sociocultural. El Modelo pone el énfasis en la promoción de la salud mental y la prevención de las enfermedades mentales, y en el momento en que éstas aparezcan, se valora la atención de la persona afectada, respondiendo a las necesidades derivadas de las manifestaciones clínicas en forma oportuna, mediante actividades costo eficiente, velando por la equidad y el fácil acceso. En el caso de las personas con enfermedades de larga evolución y discapacitantes se incluyen actividades de rehabilitación que faciliten la mayor integración social posible. Las principales características del Nuevo Modelo son: 6.1. Alta Resolutividad de Salud Mental y Psiquiatría en Atención Primaria Los equipos de atención primaria realizan las siguientes actividades: Promoción de salud mental: reforzando factores protectores de personas, familias y grupos sociales. Prevención de enfermedades mentales: efectuando intervenciones con personas, familias y grupos sociales para disminuir factores de riesgo. Detección temprana de enfermedades mentales: a través de entrevistas individuales o familiares y aplicando instrumentos de screening. Tratamiento protocolizado de enfermedades mentales de baja y mediana severidad: a través de intervenciones individuales, familiares y grupales. Rehabilitación de discapacidad psicosocial: a través de intervenciones individuales, familiares y grupales. Derivación según protocolo de personas con enfermedades mentales de mayor severidad a equipos de salud mental comunitaria. El aumento de la resolutividad de salud mental y psiquiatría en APS requiere de las siguientes acciones:

14 Designación de un Encargado de Salud Mental en cada establecimiento de atención primaria, con el fin de planificar, coordinar y evaluar las actividades. Capacitación en salud mental y psiquiatría para todos los equipos de atención primaria. Sistema de Consultorías en Salud Mental, mediante visitas periódicas de profesionales del equipo de salud mental comunitaria con el objeto de ayudar a los profesionales de atención primaria a resolver los casos de mayor severidad. Realización de intervenciones domiciliarias de prevención, detección, tratamiento y rehabilitación, con el fin de abordar la salud y la enfermedad mental de las personas y familias en el contexto de los múltiples factores que operan en el medio familiar. 6.2. Equipos de Salud Mental Comunitaria Estos equipos representan el nivel secundario de resolución, descentralizados en cada comuna y sectorizados con un área territorial y con una determinada población beneficiaria. Pueden estar conformados por distintos profesionales y técnicos, según la realidad de cada país. Algunos de los tipos de profesión a considerar son: psiquiatra, psicólogo, trabajador social, enfermera, terapeuta ocupacional, técnico paramédico y técnico en rehabilitación psicosocial. Los equipos de salud mental comunitaria efectúan las siguientes actividades: Apoyo a los equipos de atención primaria en la promoción de salud mental y prevención de enfermedades mentales. Consultoría de salud mental a los equipos de atención primaria para aumentar la capacidad resolutiva de ellos. Interconsulta de psiquiatría: evaluación diagnóstica de personas referidas por equipos de atención primaria y de otras especialidades. Tratamiento y rehabilitación psicosocial para enfermedades mentales de mediana y alta complejidad, tanto para adultos como niños, e incluyendo intervenciones domiciliarias y comunitarias. Coordinación y supervisión de los programas psicosociales de apoyo comunitario de su territorio. Derivación de personas con enfermedades mentales a equipos de subespecialidad psiquiátrica. Los equipos de salud mental comunitaria se ubican de preferencia en Centros de Salud Mental Comunitarios, pero de acuerdo a los recursos disponibles en cada país pueden funcionar en distintos establecimientos de salud. 6.3. Participación Comunitaria

15 El tratamiento de personas con enfermedades mentales severas y la rehabilitación de sus discapacidades psicosociales en el medio natural donde viven (ej. hogar, barrio, lugar de trabajo o estudio, etc.), propendientes a una plena integración social, requiere de una serie de dispositivos y servicios que los ayuden a funcionar apropiadamente. Entre ellos, se pueden destacar los siguientes: Agrupaciones de familiares: contribuyen a aliviar la carga psicológica de su rol de cuidadores de personas con enfermedades mentales, a través de la entrega mutua de apoyo emocional, información y ayuda en el aprendizaje de habilidades. En algunos países también contribuyen a entregar servicios de salud mental, tales como clubes sociales, hogares de medio camino, y programas de rehabilitación laboral. Agrupaciones de usuarios: se orientan tanto a la ayuda mutua entre sus miembros (ej. entrega de apoyo emocional, información y ayuda en el aprendizaje de habilidades), contribuyendo a aliviar síntomas y mejorar funcionamiento, como a la defensa de sus derechos de salud y humanos, favoreciendo accesibilidad y calidad de servicios y reduciendo el estigma y discriminación asociados a las enfermedades mentales. Clubes de integración social: espacios de encuentro de personas con y sin discapacidad psicosocial, con los objetivos de fomentar el uso sano y la estructuración del tiempo libre, aumentar y enriquecer las redes sociales de apoyo, y aprender a utilizar los recursos comunitarios existentes, favoreciendo la autonomía y la inserción social. Programas de rehabilitación y reinserción laboral: se requieren talleres laborales para la evaluación y rehabilitación de aspectos vocacionales y destrezas laborales, y talleres protegidos y empresas sociales donde las personas con discapacidad psicosocial puedan efectuar un trabajo remunerado con menor presión emocional que en una ocupación competitiva del mercado habitual. Hogares de medio camino: son alternativas transitorias de residencia, con apoyo de cuidadores, para personas con discapacidad psicosocial, en períodos en los que no disponen de un soporte familiar adecuado ni de habilidades para funcionar en forma independiente. 6.4. Psiquiatría en Hospital General La atención psiquiátrica y psicológica se integra plenamente en los hospitales generales. En los establecimientos más pequeños se efectúa, al menos, hospitalización diurna y enlace con otros servicios clínicos. En los hospitales de mayor complejidad existen además servicios de internación de corta estadía y programas de mediana estadía para personas con enfermedades mentales que requieren una mayor intensidad terapéutica y de rehabilitación.

16 El Hospital de Día es la alternativa preferencial para el tratamiento de personas con enfermedades mentales severas que presenten un episodio agudo de descompensación sintomática y que cuenten con una red social de apoyo. Este dispositivo recibe los pacientes derivados desde el equipo de salud mental comunitaria que no puedan ser manejados en forma ambulatoria, evitando la hospitalización total, y desde el Servicio de Psiquiatría de Corta Estadía para acortar el tiempo de internación. 6.5. Atención Psiquiátrica en la Red de Servicios de Urgencia de Salud Los equipos de los distintos dispositivos de la Red de Urgencia de Salud se capacitan en la atención de las urgencias psiquiátricas de mayor prevalencia (ej. crisis suicidas, episodios psicóticos agudos, intoxicación y abstinencia de alcohol y drogas, ataques de pánico, descontrol de impulsos violentos, etc.). Entre las nuevas competencias de estos equipos se incluye el manejo farmacológico agudo, la intervención en crisis y la derivación asistida. Los Servicios de Urgencia de los Hospitales de mayor complejidad requieren de algunas horas de psiquiatra, psicólogo y enfermera especializada en salud mental. Estos profesionales atienden a las personas con cuadros agudos derivados de la Red de Urgencia, y además efectúan Consultoría de Salud Mental con todos los equipos profesionales de dicha Red con el fin de aumentar su capacidad de resolución. 6.6. Servicios de Sub Especialidad de Salud Mental y Psiquiatría Las siguientes subespecialidades clínicas requieren desarrollo en los países de la región, las cuales reciben referencias desde los equipos de salud mental y psiquiatría comunitaria y efectúan Consultoría de Subespecialidad con ellos: Psiquiatría Infantil y de Adolescentes: La mayoría de los problemas y enfermedades mentales de niños y adolescentes se resuelven en el nivel primario y por los equipos de salud mental comunitaria. Se requiere al menos un equipo de psiquiatría de niños y adolescentes al cual se derivan los casos más severos, resistentes al tratamiento o con comorbilidad. Se requieren unas pocas plazas de hospital de día y de hospitalización de corta estadía para niños y adolescentes con enfermedades de mayor gravedad. Dependencia a Alcohol y Drogas: Las personas con abuso o dependencia a alcohol y/o drogas son tratadas por los equipos de atención primaria y de salud mental comunitaria, trabajando en red con los grupos de autoayuda y las comunidades terapéuticas. Los pacientes con adicciones severas y comorbilidad psiquiátrica (patología dual) resistentes al tratamiento requieren de programas especiales, en los que puede necesitar un período inicial de hospitalización breve (2 a 4 semanas) y un programa ambulatorio intensivo (4 a 8 horas diarias) por varios meses.

17 Psiquiatría Forense: Se requiere un equipo multidisciplinario a cargo de los peritajes derivados desde los Juzgados y de la atención de las personas sobreseídas a causa de una enfermedad mental. Las Unidades de Psiquiatría Forense son instancias de referencia nacional, para la hospitalización de personas con delitos graves y enfermedades mentales severas. REFERENCIAS: 1. Alvarez MC (2001). Clínica del Estrés. La Habana, Cuba: Ministerio de Salud. 2. Alves DN, Valentini W (2002). Mental health policy in Brazil. Comunicación Personal. 3. Baldivieso L y Perotto P (1993). Manual de Prevención contra las Drogas: Quiero Llegar a Ser Alguien. La Paz, Bolivia: Centro Educativo sobre Estupefacientes (CESE). 4. Barrientos G (2000). Política Nacional de Salud Mental en Cuba. Comunicación Personal. 5. De la Barra, López C y col. Perfiles conductuales de escolares de primero básico del área occidente de Santiago. Revista de Psiquiatría XII/2: 67-73, 1995. 6. De la Barra, López C y col. Maltrato infantil en una comuna de Santiago. Parte I: estimación de la prevalencia. Revista Chilena de Pediatría 69(3): 126-131, 1998. 7. Desjarlais R, Eisenberg L, Good B & Kleinman A (1995). World Mental Health: Problems and Priorities in Low-Income Countries. New York: Oxford University Press. 8. Driscoll L (1998). Mental Health Promotion, a Policy Framework. Ottawa: Policy: Research International Inc. 9. Espejo F y Fuentes R (1999). Promoción de salud desde la perspectiva de la nueva salud pública. Cuad. Méd Soc XL, 1, 25. 10. Freeman M (2000). Using all opportunities for improving mental health examples from South Africa. Bulletin of the World Health Organisation, 78 (4), 508-510. 11. Granados M (1997). Redes de atención para la violencia doméstica: el caso de Monterrey, México. Washington: Banco Inter-Americano de Desarrollo.

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