78 H I S T O R I A por Francisco García Fitz FOTO: UNIVERSIDAD DE NAVARRA EL 16 de julio de 1212 Uno de los más grandes hechos que han acontecido desde que el mundo fue creado hasta entonces, fue la batalla que llaman de Úbeda [Las Navas]. Alfonso X, Primera Crónica General La batalla de fue la salvación de España ante la invasión islámica las Navas de Tolosa Arriba, la reliquia más preciada: el Pendón de las Navas de Tolosa, que se conserva, restaurado y modificado, en el Monasterio de las Huelgas, en las cercanías de Burgos. Contiene diversas proclamaciones de la fe islámica y aleyas del Corán. E l 16 de julio de 1212, un ejército cruzado, liderado por el rey Alfonso VIII de Castilla, venció en campo abierto a un contingente musulmán encabezado por el califa almohade Muhammad al-nasir. Aquel choque acabaría siendo conocido como la batalla de Las Navas de Tolosa y no tardó en convertirse en un hito principal en la historia de las relaciones bélicas entre cristianos y musulmanes en la Península Ibérica. Las circunstancias que habían llevado a aquellos dos grandes ejércitos a encararse en uno de los pasos de Sierra Morena habían comenzado a gestarse varias décadas atrás: desde mediados del siglo XII, el Imperio Almohade se había hecho con el control de al-andalus y sus tropas venían interviniendo sistemáticamente en las fronteras de los reinos cristianos, especialmente en las portuguesas, las leonesas, las castellanas y las aragonesas. Casi todos estos reinos sufrieron derrotas a manos de los norteafricanos y algunos de ellos padecieron pérdidas territoriales muy importantes. La experiencia de Castilla había sido especialmente traumática: en 1195 el ejército de Alfonso VIII fue completamente desarbolado en la batalla de Alarcos. Durante los dos años siguientes, Castilla tuvo que hacer frente a sendas expedi-
Número 38 Atenea 00 79 INFOGRAFÍA: JUNIÁN DE VELASCO ciones almohades, que contaron además con el apoyo de los reyes de León y de Navarra, como consecuencia de las cuales se derrumbó toda su frontera al sur del Tajo. Un buen número de fortalezas pasaron a manos islámicas. CRUZADA CONTRA LOS ALMOHADES En 1210 Alfonso VIII de Castilla y Pedro II de Aragón intentaron retomar la iniciativa, pero la reacción militar almohade fue, de nuevo, contundente: en 1211 conquistaron el castillo de Salvatierra, en Ciudad Real, sede central de la orden militar de Calatrava y una de las posiciones más avanzadas de Castilla frente al Islam peninsular. En junio de 1211, respondiendo a las agresiones cristianas, el ejército almohade puso cerco a Salvatierra. Tras tres meses de asedio, la guarnición acabó rindiéndose y los cristianos sintieron esta pérdida como una auténtica tragedia: Oh, cuánto llanto de hombres, gritos de mujeres gimiendo todas a una y golpeando sus pechos por la pérdida de Salvatierra!, señalaba un contemporáneo. Fue este hecho la causa directa de la organización de la campaña que culminaría en Las Navas de Tolosa. Fue la pérdida de esta fortaleza la que animó al monarca castellano a organizar una respuesta militar para resarcirse de los desastres padecidos durante los últimos años: a finales de 1211 Con el pastor por delante, el monumento a la victoria erigido en La Carolina (Jaén). FOTO: suspiro del moro
80 H I S T O R I A Aunque realizadas algunos años después de la batalla, las Cantigas de Santa María nos ilustran sobre aquellas tropas africanas a la izquierda, y las cristianas a la derecha. La clave de la ruptura inicial de la formación enemiga era la carga de los caballeros armados con lanzas. En el extremo drecho, la enseña enemiga abatida. FOTO: armas y armaduras en españa EL PASTOR, FUNDAMENTAL El pastor que se presentó ante Alfonso VIII tuvo un papel fundamental. Gracias a sus indicaciones, los cruzados pudieron atravesar los pasos de Sierra Morena y evitar un desastre. Los testimonios más cercanos a los acontecimientos son muy prudentes sobre su identificación, limitándose a describirlo como un pastor o un rústico de la zona, pero las fuentes tardías vieron en él a un ángel, a San Isidoro, o lo identificaron con un personaje concreto, Martín Halaja. comenzaron los preparativos bélicos y el reclutamiento de un gran ejército en Castilla, al que acabarían uniéndose contingentes procedentes de Aragón y de Navarra, liderados por sus respectivos monarcas, Pedro II y Sancho VII. El apoyo del papa Inocencio III se tradujo en la predicación de una cruzada que tuvo un importante eco en las tierras del sur de Francia, desde donde acudieron miles de cruzados ultramontanos. Todos tenían claro el objetivo: vencer a los almohades en una batalla campal. La cita era en Toledo, el 20 de mayo de 1212. Un mes después comenzó la marcha hacia el sur, que resultó un completo éxito: en veinte días conquistaron los castillos de Malagón, Calatrava, Alarcos, Caracuel, Benavente y Piedrabuena. Pero La batalla de las Navas de Tolosa en la pintura del catalán Francisco de Paula van Halen realizada en 1864. Sus grandes dimensiones, 2,00 por 2,82 metros, le permitieron descender a numerosos detalles. A la izquierda, diversos tipos de puntas de flecha halladas en las excavaciones. para entonces se había producido un importante incidente: por razones no suficientemente aclaradas, la mayor parte de los cruzados abandonaron la expedición y volvieron a sus tierras. Los expedicionarios llegaron a las estribaciones de Sierra Morena, sólo para encontrarse con que los musulmanes controlaban los pasos especialmente el llamado Paso de Losa- y les impedían avanzar hasta las posiciones donde se encontraba el ejército califal, cerca de la actual población de Santa Elena, en la actual provincia de Jaén. Fue este uno de los momentos más angustiosos de la expedición, puesto que una retirada en aquellas circunstancias, que era lo que buscaba el califa, hubiera supuesto el desorden y el caos en las filas cristianas. FOTO: PALACIO DEL SENADO. MADRID
Número 38 Atenea 00 81 Se produjo entonces un hecho que fue tomado como providencial: un pastor que conocía bien el terreno se presentó en la tienda de Alfonso VIII en la tarde del 13 de julio para indicarle un camino por el que podría acercarse a los almohades sin que estos pudieran impedirlo. La información proporcionada por el pastor era correcta y el ejército cruzado, ante la sorpresa de sus enemigos, consiguió atravesar la sierra y colocar su campamento frente al musulmán. El choque no fue inmediato: durante los días 14 y 15 de julio, los cristianos se limitaron a descansar y, sobre todo, a evaluar las posiciones y la fuerza de sus adversarios. la batalla Fue el lunes, 16 de julio, cuando se tomó la decisión de encarar al adversario. En aquel día iban a enfrentarse dos tradiciones armamentísticas y tácticas diferentes. Por una parte, en el ejército cristiano la caballería pesada integrada por caballeros cubiertos con cota de malla, casco y escudo, portadores de espada y de una larga lanza- tenía un papel predominante. Estos caballeros estuvieron acompañados de peones, aunque las fuentes suelen ignorar la aportación de estos últimos. El movimiento táctico más característico de la caballería pesada era la carga contra un enemigo inmóvil o contra otra tropa de caballeros. De otra parte, el ejército musulmán solía combinar las formaciones cerradas de peones con la movilidad de la caballería ligera y con el choque de la carga de la caballería pesada. Habitualmente, al menos en la Península Ibérica, los movimientos tácticos de la caballería ligera musulmana retiradas fingidas, acción de los arqueros montados, flanqueo de las alas del enemigo, ataques por la retaguardia- fueron la clave de su éxito, como demuestra el caso de los almorávides en Zalaca o el de los almohades en Alarcos. Para articular estas fuerzas, el ejército cruzado en Las Navas se dividió en tres cuerpos: uno central, mandado por Alfonso VIII, uno situado a su izquierda y liderado por Pedro II, y otro a su derecha, encabezado por Sancho VII. A su vez, cada uno de ellos se ordenó en tres líneas: vanguardia, centro y retaguardia, donde se situaron los monarcas. Por su parte, los almohades pusieron en su retaguardia la tienda del califa, fuertemente protegida por la guardia negra y fortificada con diversos obstáculos. Por delante se dispuso un cuerpo central formado por la caballería almohade y andalusí, mientras que en la vanguardia, y formando dos alas, se colocó la caballe- SÓLO LOS HISPANOS Desde el principio, la actuación de los cruzados llegados del norte de los Pirineos fue cuestionable: en Toledo intentaron asesinar a los judíos y causaron todo tipo de estragos. Tuvieron éxito en el asalto de Malagón pero, tras la capitulación de Calatrava, abandonaron la empresa. Las fuentes no son demasiado explícitas sobre esta deserción masiva: el calor, la frustración porque se les impidiera pasar a cuchillo a la guarnición musulmana, desconfianza en los líderes, problemas de abastecimiento, Lo cierto es que este abandono le permitiría decir a un testigo que sólo los hispanos fueron los protagonistas de la victoria.
82 H I S T O R I A EL PALENQUE Uno de los elementos del ejército almohade que más ha llamado la atención fue el palenque donde se situó la tienda del califa: un campamento reforzado por una barrera de obstáculos y protegido por una guardia de esclavos negros que, según algún testigo, tenían las piernas atadas para evitar que huyesen. Era el último reducto norteafricano en el campo de batalla y su asalto final por los cristianos puso término a la batalla. Nada sabemos sobre los protagonistas de este asalto, pero las fuentes tardías lo atribuyeron a Diego López de Haro o a Sancho VII, entre otros. La identificación de las cadenas del escudo de Navarra con las cadenas del palenque, supuestamente rotas por Sancho VII, da una idea del poder de la batalla como creador del imaginario colectivo español. ría ligera especializada en la arquería montada y en el desarrollo de ataques y retiradas fingidas. Al contrario que en experiencias anteriores, las cargas de la caballería pesada cristiana fueron lanzadas con eficacia y disciplina, mientras que la caballería ligera islámica no encontró el terreno adecuado para desplegar sus característicos ataques de flanqueo. Su derrota fue total: tras aniquilar a la vanguardia y al cuerpo central de los musulmanes, los cristianos se lanzaron al asalto del campamento califal, que pronto fue sobrepasado. Para entonces, el califa había huido: los cruzados habían alcanzado un éxito resonante. una NUEVAÉPOCA En los días siguientes, los expedicionarios continuaron su marcha hacia el sur, tomando los castillos de Vilches, Ferral, Baños y Tolosa, destruyendo Baeza y saqueando Úbeda tras someterla a un asedio. El esfuerzo realizado a lo largo de un mes y la aparición de enfermedades en el campamento cristiano, hicieron aconsejable dar por finalizada la campaña y volver a Toledo. El escudo de Navarra recuerda, con las cadenas del palenque y la esmeralda, la gran victoria de 1212. Desde el primer momento, tanto los testigos de la batalla como otros autores que escribieron décadas más tarde, no dudaron en magnificar las consecuencias de la victoria cristiana. Para algunos, la derrota de Las Navas habría sido la causa directa de la descomposición del imperio almohade, cuando no el principio del fin de al-andalus o el comienzo de la ruina del Magreb; para otros, el éxito de los cruzados habría supuesto la definitiva victoria del proyecto reconquistador cristiano y la salvación de España, o incluso de toda Europa, de la hasta entonces angustiosa amenaza islámica. Impactados por aquel suceso extraordinario, los contemporáneos exageraron las verdaderas dimensiones del hecho: seguramente el destino del imperio almohade y la suerte de al-andalus no hubieran variado sustancialmente si el signo de la batalla hubiera sido diferente, porque todo ello dependía de factores más complejos. Pero esta constatación no empequeñece la magnitud de sus resultados; gracias a su victoria en Las Navas los cristianos consiguieron controlar definitivamente no sólo el territorio situado entre el Tajo y Sierra Morena, un espacio por el que llevaban combatiendo casi siglo y medio, sino también los pasos de Sierra Morena. Quedaban así establecidas las bases estratégicas de una nueva época: la de las grandes conquistas del siglo XIII. FOTO: lancastermerrin88 El sepulcro del rey Alfonso VIII de Castilla, junto al de su esposa, Leonor de Plantagenet, en el Monasterio de Las Huelgas, en Burgos.