1 TÍTULO DE LA PONENCIA: ACTIVIDAD FÍSICA Y SALUD: ES SUFICIENTE EL NIVEL DE ACTIVIDAD FÍSICA? AUTOR: JAVIER PARRA PATIÑO
2 ACTIVIDAD FÍSICA Y SALUD: ES SUFICIENTE EL NIVEL DE ACTIVIDAD FÍSICA? Hace unos cuantos años hablar de actividad física (AF) y salud era discutir sobre temas más bien monótonos y poco interesantes para el sector de la salud, más acostumbrado a tratar aspectos relacionados con el diagnóstico oportuno y el manejo adecuado de las múltiples enfermedades que aquejan a la humanidad y que definen los presupuestos y la inversión en Salud Pública en instituciones públicas, privadas, ministerios y aún en organizaciones gubernamentales y no gubernamentales del sector salud. Hoy día existen numerosos estudios, incluso nacionales, relacionados con la práctica de AF y sus efectos sobre la condición de salud de la población. Sin embargo, muchos asumen como elemento fundamental para la salud que se logre un nivel determinado de AF, sin profundizar acerca de si los efectos que sobre el organismo produce esa AF son suficientes para modificar morbilidad y mortalidad; es decir, no se destaca el papel de los efectos fisiológicos inducidos por el movimiento corporal regular en la condición de salud sino el nivel de movimiento que en última instancia pueda ser cuantificado por cualquiera de los métodos existentes. Otra situación que se viene presentando, ha sido la utilización del término actividad física como sinónimo de ejercicio físico (EF), generando confusión al momento de analizar los efectos que sobre la salud tienen la práctica de AF y EF, específicamente cuando se asocian con modificaciones en la aptitud o condición física, especialmente la condición aeróbica. Ya hace varios años se ha planteado discusión en torno a si los beneficios que se han reportado para la salud con la práctica regular de AF se obtienen garantizando unos niveles mínimos de movimiento o si es necesario modificar la condición física para lograr resultados en la salud.
3 En la presente ponencia se presentan algunos puntos de vista sustentados en la literatura científica acerca de esta temática y se plantea una reflexión en torno a ella. Palabras claves: actividad física, aptitud física, ejercicio físico, salud. ACTIVIDAD FÍSICA, EJERCICIO FÍSICO Y SALUD: ES SUFICIENTE EL NIVEL DE ACTIVIDAD FÍSICA? La práctica habitual de actividad física ha demostrado en múltiples estudios científicos, una relación positiva con la condición de salud tanto de individuos como de comunidades. Múltiples referencias científicas relacionan la realización habitual de actividad física (AF) con efectos protectores para diversas enfermedades crónicas no transmisibles (ENT), como hipertensión arterial, diabetes Mellitus tipo 2, obesidad, arteriosclerosis, enfermedad cerebrovascular, cáncer de Colon, así como para enfermedades mentales como la depresión, consideradas como las principales responsables de la morbilidad y mortalidad en los países industrializados así como en los países en vías de desarrollo. 1,2,3,4,5 Son los reportes de la literatura científica sobre los efectos benéficos de la AF sobre la salud los que han motivado en todas las latitudes esfuerzos colectivos por lograr aumentos significativos en los niveles de actividad física de la población. Ejemplo de ello son diferentes iniciativas de intervención que han surgido a nivel mundial (agita Sao Paulo, agita mundo), nacional (Por su salud muévase pues, Muévete Bogotá) y regional (iniciativa CARMEN). Sin embargo, para poder realizar intervenciones exitosas, se requiere un diagnóstico de la situación inicial de la actividad física en la población, lo que ha dirigido la mayor parte de los esfuerzos hacia la medición de los niveles de actividad física, tema del cual se han ocupado muy bien los epidemiólogos y expertos en salud pública. Por consiguiente, un problema de interpretación que se ha presentado debido a ello y muy frecuentemente, es que al momento de intervenir para conseguir los beneficios reportados para la salud por la práctica regular de ejercicio, se asume que lo
4 importante es garantizar niveles suficientes de actividad, tal y como se aprecia en las recomendaciones que realizan diferentes iniciativas internacionales y nacionales. 3,5,6,7,8,9.10 De acuerdo con estas propuestas, para población adulta de 18-64 años se debe garantizar la realización de al menos 30 minutos diarios de AF moderada por al menos 5 días de la semana o 75 minutos/semana de actividad física vigorosa, o una combinación de ellas. Desde una perspectiva metabólica se afirma que se debe tener un gasto energético semanal de por lo menos 1000 kilocalorías (unas 150-200 kcal/día por 5-6 días). Sin embargo, ahora se afirma también que es posible obtener beneficios adicionales para la salud si se realizan al menos 5 horas/semana de AF moderada (una hora diaria) o 2,5 horas/semana de AF vigorosa (30 minutos diarios) o una combinación de ellas. 11. Aún más, se recomienda ahora que se realicen actividades de fortalecimiento muscular al menos 2 días/semana. Para los mayores de 64 años se asumen las mismas recomendaciones pero en la medida que sus limitaciones físicas así lo permitan; la prioridad es evitar la inactividad física. Igualmente se aconseja realizar actividades de fortalecimiento y flexibilización que mejoren su balance y equilibrio de manera que disminuya el riesgo de caídas. Para los niños y adolescentes usualmente se aconseja que realicen mínimo una hora de AF diaria entre moderada y vigorosa por al menos cinco días de la semana, si no todos los días. Igualmente, se sugiere la realización de AF vigorosa y actividades de fortalecimiento muscular y de la estructura ósea, por al menos 3 días a la semana. Para los investigadores europeos este grupo etario debe realizar al menos 90 minutos diarios de AF cinco o más días de la semana, de los cuales por lo menos 30 deben ser de AF vigorosa. Al revisar estas guías se advierte que a las recomendaciones antiguas de AF se les han ido realizando ajustes en cuanto a la intensidad y el volumen total de la actividad física recomendada. Algunos autores han llegado al punto de hablar de prescripción de la actividad física como se observa en títulos de artículos científicos, ponencias en diferentes congresos u ofertas de programas de formación profesional. 12,13 Se le ha asignado así a la actividad física el estatus del ejercicio físico, situación que ha generado confusión en el medio de las ciencias del ejercicio físico, en la medida que se acepta entre los expertos en las ciencias del ejercicio, que la actividad física se recomienda, mientras que el ejercicio físico se prescribe. Esta utilización del término AF indistintamente con el de ejercicio reconoce que para prescribir actividad física como estrategia de promoción de la salud se debe conocer previamente la
5 condición de salud y obviamente la condición física, como es aceptado para la prescripción del ejercicio físico. Esto podría originar enormes dificultades para fomentar la salud a nivel poblacional mediante la práctica regular de actividad física, ya que no se podrían implementar acciones para el fomento de la AF poblacional sin antes realizar una evaluación de la condición física y diagnóstico de riesgos para la salud al momento de ejercitarse, intervenciones éstas últimas demasiado onerosas en tiempo y dinero. Al revisar las recomendaciones del Colegio americano de Medicina Deportiva (ACSM) recomienda en cuanto al ejercicio necesario para mejorar la aptitud física relacionada con salud (AFRS), se aprecia gran similitud con la tendencia moderna al recomendar AF; es decir, se toman en cuenta los criterios de prescripción como son: intensidad, duración, frecuencia, volumen y tipo de actividad. Según el ACSM, para mejorar la AFRS debe realizar ejercicio físico (EF) dinámico, aeróbico, de grandes grupos musculares, a una intensidad del 65% - 90% de la frecuencia cardíaca máxima (FCmax), por 20 a 60 minutos/sesión, en forma contínua o en intervalos de mínimo 10 minutos, durante 3 a 5 días de la semana. Además, se debe realizar EF muscular monoarticular y poliarticular a <70% 1-RM (repetición máxima) por 2-3 días de la semana, con 1 serie de 8-10 repeticiones de los principales grupos musculares. Por último deben realizarse ejercicios de estiramiento de las principales unidades miotendinosas relacionadas con las articulaciones de menor rango de movimiento, por lo menos 3 días de la semana sino diariamente, manteniendo dos a cuatro repeticiones por cada estiramiento y sosteniéndolo por 15-30 segundos. Otro elemento de reflexión se relaciona con los niveles de actividad física. Se piensa que contar con altos niveles de AF o cumplir con los niveles recomendados de AF es suficiente para obtener beneficios en salud. Sin embargo ya son cada vez más los estudios que hacen pensar que lo fundamental es lograr que la AF realizada pueda inducir modificaciones sustanciales en la condición física de quien la realiza, especialmente en la aptitud física aeróbica. Un estudio prospectivo observacional recientemente publicado de Lee et al. examinó la contribución relativa que podrían tener la actividad física de tiempo libre (evaluable mediante cuantificación de niveles de actividad física) versus la aptitud física cardiorrespiratoria (evaluable mediante la determinación de la condición física aeróbica en una prueba de esfuerzo estándar) en la mortalidad general de un grupo de sujetos de 20-82 años (31818 hombres y 10555 mujeres) seguidos durante un período promedio de14.6 años y 12.8 años para hombres y mujeres respectivamente. Se encontró mayor riesgo relativo de muerte en quienes a pesar de cumplir con los niveles recomendados de AF tenían bajos niveles de aptitud física aeróbica (AFA), con resultados similares para hombres y mujeres. A su vez, al analizar el riesgo de morir en quienes contaban con altos niveles tanto de AF como de AFA, se apreció un menor riesgo. 14
6 Otro estudio, de Ekblom-Bak et al. que examinó la interrelación existente entre diferentes niveles de AF y AFA y determinados factores de riesgo de enfermedad cardiovascular (FRCV) en una muestra de hombres y mujeres suecos de 20-65 años, encontró resultados más alentadores para el nivel de actividad física. Los factores de riesgo analizados fueron: perímetro de cintura, PA sistólica, PA diastólica y niveles de colesterol total, triglicéridos, APO A1-HDL y APO B-LDL. Los resultados sugirieron que tanto la AF como la adecuada AFA se asociaban negativamente con los factores individuales de riesgo CV; siendo no obstante, mucho más fuerte la asociación negativa entre la AFA y los factores de riesgo antes mencionados. 15 Por otra parte, el estudio de Anita Hurtig-Wennlöf et al. examinó la relación entre la aptitud física aeróbica y los niveles de AF (medidos objetivamente) con factores de riesgo CV (FRCV) en población de niños y adolescentes. Se apreció una asociación positiva más fuerte de los FRCV con la AFA, que con la AF objetivamente medida. Se consideró entonces a la AFA como una entidad más importante al momento de definir un perfil de riesgo cardiovascular favorable. 16 En conclusión puede afirmarse, que mantener insuficientes niveles de AF o tener niveles elevados de inactividad física sigue siendo un predictor importante de mortalidad general y por causas cardiovasculares. Que garantizar niveles elevados de AF moderada aún se considera factor protector para la aparición de enfermedades crónicas no transmisibles (al igual que altos niveles de aptitud física aeróbica). Sin embargo, es recomendable no sólo medir los niveles de AF habitual sino determinar además los efectos que sobre el organismo pueda estar generando el aumento en el gasto energético asociado al movimiento corporal. Lo recomendable sería incluir en los estudios de seguimiento del impacto de la AF en la población, una o más variables de la aptitud física que permitan determinar que se estén dando las modificaciones fisiológicas relacionadas con una mejoría en la condición de salud y por ende disminución en la morbilidad y mortalidad futuras.
7 BIBLIOGRAFÍA 1. HARDMAN, Adrianne; STENSEL, David. Physical Activity and Health: The Evidence Explained. Primera edición. Londres: Routledge, 2003. 2. DISHMAN, Rod; WASHBURN, Richard; HEATH, Gregory. Physical Activity Epidemiology. Primera edición. Champaign, IL: Human Kinetics, 2004. 3. BOUCHARD, Claude; BLAIR, Steven; HASKELL, William (Editores). Physical Activity and Health. Primera edición. Champaign, IL: Human Kinetics, 2006. 4. PATE, RR; PRATT, M; BLAIR, SN; et al. 1995. Physical activity and public health: a recommendation from Centers for Diseases Control and Prevention and the American College of Sports Medicine. Journal of the American Medical Association. 273(5): 402-407. 5. US: Department of Health and Human Services. Centers for Diseases Control and Prevention. National Center for Chronic Disease Prevention and Health Promotion. 1996. Physical Activity and Health: A Report of the Surgeon General. Atlanta. 6. THE PRESIDENT S COUNCIL ON FITNESS, SPORTS AND NUTRITION. De: http://www.fitness.gov/. En: Octubre de 2010. 7. MOVE FOR HEALTH - ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD. De: http://www.who.int/moveforhealth/en/. En: Octubre de 2010.
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