Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile 3



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APOYO INSTITUCIONAL DIRIGIDO AL TRABAJADOR-CUIDADOR FAMILIAR Luz María Herrera, Claudia Alcayaga, Claudia Bustamante, Giselle Riquelme Hernández, Solange Campos, Ilta Lange 1 Marisa Torres 2 Regina Funk 3 luzma@uc.cl Resumen La realidad que vive la persona que trabaja y además cuida a un familiar, puede generarle problemas en el ámbito personal y laboral como estrés, angustia, agobio, insomnio, sentimientos de culpa, falta de concentración y ausentismo laboral. Además, presentan menor compromiso con su cuidado, lo que fundamenta un programa de apoyo. Una de las intervenciones más eficaces en este grupo de personas, es mejorar su percepción de apoyo social, previniendo el síndrome de Burnout y la institucionalización del familiar. En nuestra universidad se crea un programa de apoyo a trabajadores cuidadores familiares con el propósito de promover su salud. Se busca fortalecer sus habilidades de cuidado y el desarrollo de políticas institucionales que faciliten el cumplimiento de ambos roles en forma eficiente y saludable. Los principales componentes del programa son capacitación, acompañamiento, asesoría profesional y comunidad d pares, los que han sido bien evaluados por los participantes. 1 Profesoras de la Escuela de Enfermería de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile 2 Profesora de los Departamentos de Salud Pública y Laboratorios Clínicos la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile 3 Profesora de la Escuela de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile. 1

Introducción El doble rol de trabajador-cuidador emerge en nuestra sociedad como un problema relevante de alcance personal, laboral, familiar y social que no ha sido considerado en las políticas institucionales en Chile y que se está agudizando con el envejecimiento de la población y el incremento de la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo (1). La evidencia científica señala que los familiares cuidadores que tienen un trabajo formal, presentan más problemas de salud física y mental que aquellos que no son parte de la fuerza laboral. Estos son gatillados por el estrés, la angustia, agobio, insomnio y sentimientos de culpa que surgen al verse enfrentados a cumplir este doble rol que implica sobre exigencias y muchas veces incompatibilidad de funciones. La resultante de este período de alta demanda física y sicológica son las licencias médicas frecuentes, atrasos, la renuncia al trabajo o la jubilación prematura (2). En los países de América latina y el Caribe se observa un envejecimiento poblacional acelerado, que ha llevado a un aumento de adultos mayores con alta prevalencia de enfermedades crónicas que producen diversos grados de discapacidad, haciéndoles dependientes de cuidados de otros (3). La dependencia ha sido definida por el Comité de Ministros del Consejo de Europa (4), como un estado en el que las personas, debido a una pérdida de autonomía física, psíquica o intelectual, necesitan asistencia o ayuda significativa para manejarse en la vida diaria. Los adultos mayores y/o personas con alguna condición que limita su autovalencia, históricamente han estado al cuidado de familiares cercanos. Estos asumen la tarea del cuidado como red de apoyo primaria y son las mujeres de la familia quienes, en su mayoría, otorgan el llamado cuidado informal (5). Sumado a ello, durante las últimas décadas, ha aumentado significativamente la participación de la mujer en la fuerza laboral con la consiguiente sobrecarga de trabajo tanto doméstico como extra doméstico, atribuida a su condición de género en la cultura latinoamericana (6). Asimismo, otros autores reportan que los miembros de las familias otorgan entre el 60 a 80% del cuidado de las personas con enfermedades crónicas, siendo la mayoría de ellos, mujeres (7). La posibilidad de contar con un familiar cuidador es a menudo el factor que determina si el enfermo o anciano continúa el cuidado en su casa o es institucionalizado. 2

Esta realidad no solo atañe a las familias en particular sino a la sociedad en su conjunto, especialmente en este siglo, en que todos los países están haciendo un gran esfuerzo para aumentar la participación de las mujeres en la fuerza laboral, siendo éstas quienes simultáneamente se hacen cargo del cuidado de sus parientes ancianos y enfermos (8). En una universidad chilena el año 2008, un grupo de profesionales se propuso explorar cuál es la situación que viven sus funcionarios para diseñar un proyecto piloto de autocuidado dirigido a aquellos que son cuidadores familiares, con el fin de ofrecerles orientación y guía en su desempeño como cuidadores y ayudarlos a vivir más saludablemente su doble rol de trabajador y cuidador familiar. En este artículo se describe un programa de apoyo institucional de la universidad, a trabajadores que son cuidadores-familiares. Se ha definido al trabajador cuidador-familiar de la universidad, como aquella persona que tiene un vínculo contractual con la Universidad, cuya vida laboral y personal se ve afectada porque simultáneamente junto con trabajar cuida a un familiar con limitaciones en su autovalencia, ya sea en su propio hogar o fuera de éste, pero que no se encuentra institucionalizado. La carga del cuidador familiar La condición de cuidador familiar constituye una situación de vida que la mayor parte de las veces no es buscada por las personas, generando un sinnúmero de cambios en la vida, asumiendo este nuevo rol sin estar preparadas(os) para ello. A pesar que para la sociedad el cuidado otorgado por un familiar constituye un recurso valioso porque puede afectar positivamente el bienestar físico y psicológico de la persona cuidada, esta actividad, calculada entre cuatro y cinco horas diarias durante los siete días de la semana, deteriora la salud física, mental y social-familiar del cuidador presentando con mayor frecuencia estrés, depresión, aislamiento social, empeoramiento de la situación económica (9,10). Los efectos negativos referidos, no impactan de igual forma a todos los familiares cuidadores. Se han descrito algunos factores asociados con la mayor sobrecarga del cuidador y con el mayor riesgo para la salud, como son estar en etapa de adultez tardía y el bajo nivel económico y de estudios (11). 3

Asimismo, se ha observado que la ausencia de apoyo social impacta negativamente en la salud de los familiares cuidadores (12). De acuerdo con George y Gwyter, citado en Molina, Iáñez e Iáñez (13) el concepto de carga del cuidador se refiere al conjunto de problemas de orden físico, psíquico, emocional, social o económico que pueden experimentar los cuidadores por el hecho de desempañar este rol. Por su parte, contar con apoyo social reduce el estrés que viven los cuidadores y se asocia con una mejor salud física (14,15) y con menor riesgo de experimentar sobrecarga, depresión y angustia (16,17). Se describen dos tipos de cuidadores según quién(es) otorga(n) el cuidado: el cuidador informal y el cuidador formal. En el primero, quienes cumplen el rol son familiares, vecinos, amigos u organizaciones comunitarias de voluntarios, y en el segundo son profesionales de la salud (5,13). El cuidado informal puede incluir diferentes tipos de asistencia ya sea física, emocional y/o económica (5). Debe considerarse que la entrega de cuidado puede intervenir en el proceso de estrés que viven los cuidadores. En este sentido, recibir un menor apoyo social se asocia con un mayor riesgo de experimentar sobrecarga en la familia (16,17). Bergam-Evans, citado en Roig, Abengozar y Serra (11) observó que el cuidador principal percibía una menor sobrecarga cuando recibía apoyo social de parte de familiares o vecinos en comparación con aquellos que no lo recibían, quienes presentan mayor riesgo de depresión y angustia. Hoy en día, se reconoce como una necesidad creciente capacitar a los cuidadores informales, puesto que, además de lo anteriormente planteado, se ha evidenciado que se comprometen menos con sus conductas preventivas de salud y con su autocuidado postergándose y priorizando los problemas de su familiar dependiente (18-20), lo que les puede generar un mayor riesgo de mortalidad (21). Experiencias de apoyo social Transferir la responsabilidad del cuidado a cuidadores familiares sin preparación adecuada y sin considerar sus habilidades, puede generar un ambiente inseguro y estresante, tanto para el cuidador como para la persona a su cuidado (22). Las experiencias de apoyo a los cuidadores informales se relacionan con la prevención del Síndrome de Burnout caracterizado por agotamiento emocional, tendencia a la despersonalización y sensación 4

de reducido logro personal, y con la disminución de la probabilidad de institucionalización de su familiar (23). Entre las estrategias que han resultado exitosas, se encuentran programas educativos y de entrenamiento que pueden ayudar a las familias con consejos prácticos respecto de la rutina diaria, como también grupos de apoyo de pares y de psico-educación que enfatizan las habilidades y estrategias específicas de afrontamiento (21). Otras experiencias de apoyo se relacionan con la necesidad de asistencia, información y consejería de los familiares cuidadores, respecto de los servicios disponibles en la comunidad y los medios de cómo acceder a ellos (24). Las estrategias de consejería buscan ayudar a las personas a resolver problemas y a enfrentar temas psicosociales relacionados con el cuidado de personas con discapacidad (25). Por último, se reporta los llamados servicios de respiro que responden a la necesidad de contar con un periodo de descanso para reducir el cansancio del cuidador (26). Este tipo de servicio puede aliviar la carga del cuidador y permitir a las familias continuar ejerciendo su función de cuidado previniendo la institucionalización (27). La carga del trabajador-cuidador familiar El aumento de trabajadores que asumen la tarea de cuidadores familiares, es una realidad que afecta a todos los niveles socioeconómicos, pero con mayor fuerza a los niveles socioeconómicos medios y bajos. De acuerdo al US Department of Health and Human Services (2), en Estados Unidos, la mitad de los cuidadores son empleados; entre el 20 y 50% de los trabajadores tiene que enfrentar, en algún momento la situación de cuidar a otros. Tanto los hombres como las mujeres cuidadoras reportan la necesidad de tener que modificar sus horarios de trabajo, e incluso haber perdido algún trabajo debido a su condición de cuidadores. Estos tienen más enfermedades relacionadas con el estrés y utilizan más los servicios de salud. El impacto en el empleo se traduce en una disminución de la productividad, aumento del ausentismo y de los índices de rotación, pérdida de entre cinco a doce días de trabajo anual, y un 73% de retrasos o retiro del lugar de trabajo antes del término de la jornada. Por otro lado, los empleados, una vez que se inician como familiares cuidadores, pierden oportunidades de hacer carrera y como consecuencia reducen su ingreso. Tampoco es infrecuente que los familiares cuidadores reduzcan su jornada laboral o renuncien a sus trabajos. La jornada de 5

trabajo restringe la cantidad de horas dedicadas al cuidado del familiar y la parcialidad de jornada restringe la capacidad económica de cuidador. Esta situación es una pérdida para la institución, para el empleado y para su familia. La mayoría de las mujeres que se transforman en cuidadoras principales no dejan de trabajar, pero sí reducen su jornada de trabajo; sin embargo, esta decisión depende de factores culturales (28). Otro factor de importancia que afecta al trabajador es la percepción que éste tiene de la demanda que le significa cuidar a su familiar. Se han descrito dos tipos de costos que asume el cuidador familiar, los costos objetivos y los subjetivos. Los primeros son económicos y de cuidados requeridos, y los segundos se relacionan con la percepción de las exigencias económicas y de cuidado. El costo subjetivo incluye la satisfacción laboral, la importancia de las actividades fuera del trabajo como fuente de sentido personal (28). La realidad es que los trabajadores-cuidadores familiares deben compatibilizar el tiempo que dedican a su trabajo con las demandas de su familiar dependiente de su cuidado. Si bien existen muchos argumentos a favor de apoyar a los cuidadores familiares, el más importante es que el cuidador aumenta su riesgo de deterioro en su salud física y mental. Probablemente llegará a ser un enfermo, que a su vez necesita ser cuidado, utilizando con ello los limitados recursos de salud, situación que se puede prevenir (9). Esta situación, hace necesario ampliar y difundir servicios y programas accesibles, abordables e innovadores para apoyar a los familiares cuidadores en su tarea. Ofrecer apoyo a los empleados que son familiares cuidadores puede ayudar a que mantengan su trabajo. Esto permitiría ayudaría a reducir el estrés del empleado, de sus colegas y también de la organización (29). Es importante reconocer que la estabilidad laboral es esencial para que los trabajadores que son familiares cuidadores puedan continuar otorgando cuidado. Familiares cuidadores en Chile Chile, es uno de los países de la Región de las Américas que vive el envejecimiento poblacional acelerado en un contexto de inequidad social, evidenciado por su índice de Gini (0,55) (30). Es así 6

que cuidar a un familiar adulto mayor se ha convertido actualmente en una forma de vida de las familias. La esperanza de vida es de 81 años para las mujeres y 75 años para los hombres y el 11% de la población tiene más de 60 años (31), uno de los porcentajes más altos de Latinoamérica. Muchos adultos mayores son autosuficientes, sin embargo, los que requieren cuidado van en aumento. En el año 2009, la dependencia de las personas mayores de 60 años alcanzó al 24,1%, llegando a más del 30% a partir de los 80 años. Los cuidadores de los adultos mayores dependientes son mayoritariamente mujeres, hijas o esposas, dos tercios de las cuales no han tomado vacaciones hace más de 5 años, cuidan a su familiar más de 12 horas diarias, y se sienten solas, sobrecargadas y sobrepasadas por su situación (32). A menudo, con gran sacrificio, las familias chilenas, al igual que las de otros países de América Latina, se esfuerzan para mantener a sus familiares ancianos o discapacitados en casa y evitan la institucionalización. Se señala que estas familias podrían reducir sus esfuerzos si los servicios de cuidado de larga estadía fueran accesibles y financiados por el estado. Pero existe poca evidencia de que esto sería lo mejor para Latinoamérica, dónde los vínculos familiares son aún muy fuertes y donde se considera que el adulto mayor tiene mejor calidad de vida si es cuidado por su familia. Las dos razones más importantes para desarrollar sistemas de apoyo para los familiares cuidadores en Chile son, el deseo de los ancianos de mantenerse en sus hogares, en sus comunidades y con sus familias el mayor tiempo posible, y reducir los costos de los servicios de salud para la familia. Un estudio realizado con familiares cuidadores de ancianos de bajos ingresos, en comunas urbanas y rurales de Chile (33), mostró que alrededor del 50% de los familiares cuidadores tienen entre 40 a 65 años de edad, 84.6% eran mujeres en sus roles de esposas e hijas, 54% estaban casadas, 8% tenían un trabajo a tiempo completo y el 28% trabajaban medio tiempo. Con relación a su salud, el 77% tenía problemas de salud tales como hipertensión, osteoporosis y depresión. El 72% no tenía experiencia como cuidador y el 92% nunca había recibido entrenamiento o apoyo para afrontar esta responsabilidad. 7

En Chile no existen estudios sobre los familiares cuidadores de clase media baja o clase media, las que tienen características especiales como bajos ingresos, sus miembros tienen alta esperanza de vida y no son elegibles por el Estado o por instituciones filantrópicas para otorgarles apoyo. Programa cuidadores-trabajadores familiares: experiencia pioloto En el año 2000, la universidad inició un proceso tendiente a convertirse en una universidad saludable. Derivado de ello se han implementado cambios políticos a nivel institucional para promover conductas de autocuidado y ambientes de trabajo saludable (34,35). Como parte de esta iniciativa, surge en el año 2008 el programa innovador de apoyo a los trabajadores cuidadores familiares, liderado por académicos en alianza con el Departamento de Beneficios del Personal de la Universidad. Se trata de un programa interdisciplinario con la participación de académicos de diversas escuelas. Desde sus inicios ha sido apoyado por las máximas autoridades de la Universidad, aspecto central para lograr que iniciativas de esta índole sean exitosas y se mantengan en el tiempo. El Programa tiene como propósito generar un modelo de intervención en el lugar de trabajo, para promover la salud de los trabajadores que son familiares cuidadores de personas con enfermedades crónicas o con discapacidades. Se desea fortalecer sus habilidades de cuidado y el desarrollo de políticas institucionales que faciliten el cumplimiento de ambos roles en forma eficiente y saludable. La problemática de estos trabajadores se caracteriza por la sobrecarga crónica, frustración, alteraciones del sueño, fatiga y problemas económicos, mayor número de licencias médicas, ausentismo y reducción de jornada laboral. Su objetivo general es crear la comunidad de trabajadores-cuidadores familiares, y entre sus objetivos específicos se encuentran: 1) Apoyar la formación de vínculos cooperativos dentro de la red social, 2) Reforzar habilidades de cuidado y autocuidado de los participantes de la red, y 3) Implementar medios de comunicación fluidos para la utilización de la red. En su creación, los componentes del Programa surgieron de un diagnóstico participativo realizado con el primer grupo de participantes, y éstos se ajustan, anualmente, considerando las necesidades de 8

cada nuevo grupo y la retroalimentación de sus egresados. Se ha ofrecido, en primera instancia, a los trabajadores más vulnerables que constituyen la planta administrativa. De este modo, el Programa tiene cuatro componentes: capacitación, acompañamiento, comunidad o red de egresados y asesoría profesional, los que se describen a continuación:1) Curso-taller: para cada cohorte que se incorpora al Programa se ofrece un curso-taller de 18 sesiones presenciales, desarrolladas semana por medio, en horario protegido de 1½ hora de duración a medio día. Su objetivo es fortalecer a los participantes en dos grandes áreas del cuidado: a) en estrategias personales que les ayuden a compatibilizar saludablemente el rol de cuidador con el rol de trabajador, alimentación saludable, higiene del sueño, comunicación asertiva, administración del tiempo, proceso de toma de decisiones, negociación, levantamiento de redes familiares y sociales, manejo de la ansiedad y estrés de la vida diaria y b) en el desarrollo de habilidades para el cuidado de su familiar, cambios fisiológicos, psicológicos y de comportamiento que se producen en la vejez, problemas de salud más frecuentes en la tercera edad, principios básicos de la administración de medicamentos, técnicas básicas de cuidados de una persona postrada, signos vitales, urgencias más frecuentes en la tercera edad y sus primeros auxilios, recursos en salud disponibles. 2) Acompañamiento: se brinda orientación y guía frente a solicitud de los participantes respecto de los cuidados de su familiar y/o del propio. Se cuenta con una plataforma WEB, que permite mantener la comunicación y motivación, y publicar el material educativo que apoya el aprendizaje. Asimismo, los participantes tienen acceso a apoyo psicológico frente al duelo para superar el dolor ante a la pérdida de su ser querido. 3) Comunidad de Familiares Cuidadores, formada por los egresados del programa con el propósito de constituir una red social, donde los trabajadores cuidadores encuentren apoyo emocional e instrumental, a través de la vinculación entre los pares y acompañamiento de la universidad. La temática que articula esta red es la vivencia del doble rol de las personas que la conforman, cuidador familiar y trabajador de la universidad. Se favorece el encuentro de pares entre los participantes nuevos y los egresados. Para los egresados también se programan actividades de capacitación de acuerdo a sus intereses de profundizar en las áreas del conocimiento teórico/práctico que el grupo determina cada año. 9

4) Asesoría profesional: se organiza una red virtual de profesionales de la universidad que colaboran prestando asesoría técnica en problemas relacionados al binomio trabajador cuidador-familiar dependiente, legal, médica, cuidados de salud, entre otros. Desde el punto de vista organizacional, un equipo de profesionales académicos y participantes se reúne periódicamente y según necesidad, para coordinar y evaluar el proceso. Se planifica cada curso- taller según resultados del diagnóstico participativo de cada cohorte que se incorpora y se inicia con un acto de apertura anual, donde están presentes los jefes directos de cada trabajador participante. Al término del programa de capacitación, los participantes reciben un reconocimiento por su esfuerzo y un certificado de participación en una ceremonia solemne con participación de familiares, académicos y autoridades de la universidad. La figura nº1 da cuenta del proceso en que el grupo que ejecuta el programa, junto a los beneficiarios de éste trabajan en conjunto. Figura nº1: Esquema del desarrollo cooperativo del Programa Familiares Cuidadores 10

Fortalezas y debilidades del programa desde la perspectiva de los trabajadores En un encuentro de trabajadores cuidadores familiares de los dos primeros años de funcionamiento se reflexionó sobre las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas del programa. Entre las fortalezas identificadas, los trabajadores destacan el apoyo de la Universidad a través del Departamento de Bienestar y de las escuelas involucradas; el reconocimiento y preocupación por parte de la universidad al grupo de trabajadores que cumplen este doble rol; la entrega de conocimientos de alta calidad; el aprendizaje vivencial en relación a tópicos como: paciencia, amor, dedicación, ponerse en el lugar del otro, disfrutar la vida, compartir con otros, reconocer necesidades y ser capaz de pedir ayuda. Entre las oportunidades reconocidas, destacan la capacitación obtenida, el identificar y adquirir estrategias para fortalecer las redes de apoyo, tener la oportunidad de crecer como persona, poder difundir conocimiento en la familia, generar vínculos y formar redes de apoyo familiar, institucional, etc., aprender a levantar la mano para pedir ayuda, reconocer la realidad de la sobrecarga. Como debilidades, manifestaron la necesidad de contar con mayor apoyo psicológico en el proceso de duelo, necesidad de compartir con otros trabajadores que viven su misma problemática, necesidad de profundizar en el desarrollo de habilidades acorde a los problemas específicos de sus seres queridos y falta de recursos económicos para contratar cuidadores de apoyo. Además, manifiestan el interés de aumentar el horario de capacitación que ofrece este proyecto. Por último describen como amenazas que esta iniciativa no se institucionalice como un programa permanente, el perder el contacto con pares del programa, no practicar lo aprendido, miedo a enfermar, sentirse vulnerables, incapacidad económica, entre otras. Los dos primeros años de implementación del Programa han contribuido a desarrollar una cierta cultura institucional, y durante el tercer año, se tiene la información que los nuevos participantes han sido recomendados por los previos, quienes les han transmitido su experiencia. En sus tres años de desarrollo han participado 71 trabajadores-familiares cuidadores. Con cada cohorte de participante se mide, con instrumentos estandarizados, al inicio y al término del cursotaller, el impacto del programa en las siguientes tres dimensiones: apoyo social percibido, satisfacción con dicho apoyo social, y costos que tiene para cada participante cuidar a su familiar (carga del 11

cuidador). Los participantes reportan que el apoyo social percibido es mayor y mejor, como asimismo que la carga relacionada con su rol de cuidador disminuye, una vez concluida la capacitación. Conclusiones/proyecciones Se describe un Programa interdisciplinario e innovador que aborda un problema laboral relevante para las instituciones y las familias en la sociedad, problema que aún no ha sido considerado en las políticas institucionales ni públicas; y que se está agudizando con el envejecimiento de la población y el incremento de mujeres en la fuerza de trabajo. El equipo docente y coordinador del programa ha valorado la experiencia como un proceso de desarrollo colectivo e institucional de gran envergadura, que debe continuar y fortalecerse. Los autores de esta experiencia creen que los pilares fundamentales que han contribuido al éxito de este programa son: La alianza académico administrativa entre académicos y el Departamento de Beneficios del Personal de la Universidad. La participación de un equipo interdisciplinario de académicos en el rol de asesoría y/o de docencia. El apoyo de las autoridades, directores y subdirectores administrativos. La confianza depositada por los propios cuidadores familiares en la labor que desempeñan los profesionales que ejecutan el programa, su generosidad de compartir sus vivencias y aportar al cuidado de los pares. Frente al aumento de trabajadores cuidadores familiares, la sociedad debe responder en forma oportuna con estrategias de contención y capacitación adecuadas. Sin duda visibilizar el problema, sin estigmatizarlo sino valorando y reconociendo la nobleza de quienes asumen el cuidado de familiares, es fundamental para ir desarrollando los valores pro-sociales de la comunidad universitaria. Entre los nuevos conceptos operacionales que han emergido se destaca el de binomio trabajadorcuidador, foco de este programa. Conocer a la persona que trabaja en la universidad en esta nueva realidad permite dimensionarlo y valorarlo desde nuevas facetas. Lo que se puede aportar al 12

trabajador cuidador llegará potenciado en el tiempo al familiar cuidado y a él mismo como futuro adulto mayor, más aún cuando se reconoce que las necesidades de las personas mayores aumentan a medida que la edad avanza. Entre las externalidades positivas de esta iniciativa se encuentran: su aporte a la protección del capital humano y a la prevención de la pobreza, ya que es bien conocido que los familiares cuidadores postergan su desarrollo o incluso dejan sus trabajos para asumir el rol de cuidador. Esto se ve reflejado en la disminución del nivel de ingresos familiar cuando el trabajador se ve obligado a reducir su jornada o renunciar a su trabajo. Por otro lado, si bien el programa ha atendido a hombres y mujeres cuidadores, sin duda el mayor porcentaje han sido mujeres, lo que es coherente con la situación familiar chilena ya que es la mujer la que mayoritariamente se hace cargo del cuidado de las personas mayores de sus familias, por lo cual este programa además focaliza su acción en la protección de un grupo vulnerable, la mujer, aliviando su carga como cuidadora. Esta iniciativa aporta a un cambio sistémico en la institución, y promueve dejar de mirar al trabajador cuidador como un problema, valorándolo y ofreciéndole la posibilidad de sentirse cuidado por la institución donde trabaja. Este cambio de paradigma aporta a generar nuevos valores dentro de una cultura organizacional que desea ser cada vez más sana. La experiencia presentada ha sido un gran aporte para las personas que han participando en ella y para la institución. Se espera que este programa, pueda replicarse en otras universidades y empresas, de Chile y de otros países de la Región. 13

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