Pautas de tratamiento en bronquiolitis y neumonía en niños.

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Pautas de tratamiento en bronquiolitis y neumonía en niños. Por: Daniel Arango Soto, pediatra, diciembre 2014 Introducción La incidencia esperada de neumonía en niños Latinoamericanos se estima en 0,2 episodios por niño por año. Ésta incidencia disminuye con la edad. La neumonía ocasiona el 19% de las muertes infantiles en todo el mundo. La incidencia disminuye con la edad y con el desarrollo económico de las comunidades. En los países industrializados la mortalidad infantil por neumonía se reduce al 2%. Constituye la causa mundial principal de muertes infantiles, razón por la cual todo esfuerzo para reducir la mortalidad infantil, debe convertir en una prioridad reducir el impacto de la neumonía. En esencia los niños con neumonía fallecen por insuficiencia respiratoria o por choque séptico. Las medidas más importantes para la prevención primaria de la neumonía en niños son: lactancia materna, lavado de manos, reducir la exposición a humo y contaminación ambiental evitar el tabaquismo pasivo, vacunación contra Neumococo, Haemophilus, Tuberculosis, Influenza, Sarampión, Tosferina, prevenir la transmisión vertical del VIH y una alimentación complementaria adecuada. Adicionalmente, para reducir la exposición al Virus Respiratorio Sincitial, se aconseja mantener los ambientes bien ventilados y evitar el contacto con personas resfriadas. Ante un episodio de neumonía el diagnóstico y tratamiento oportuno son las medidas de prevención secundaria más importantes. Ello exige habilidad de los padres para reconocer que el niño está enfermo y llevar el niño a tiempo al servicio de salud a tiempo. Todos los menores de 2 meses requieren manejo hospitalario. Es importante explicar a los padres los signos de peligro generales que recomienda AIEPI: no puede comer o beber, letárgico o inconsciente, vomita todo lo que come, convulsiones. Específicamente los padres deben conocer los principales signos de peligro de neumonía: taquipnea y tiraje. Se define como taquipnea la respiración 60/minuto en menores de 2 meses, 50/minuto entre los 2 y 11 meses y 40/minuto entre los 12 meses y 5 años de edad. La taquipnea es el signo clínico más sensible para el diagnóstico de neumonía. Todo paciente con tiraje, Spo2 <92% o cianosis debe ser hospitalizado. En los análisis retrospectivos de muertes por neumonía es común descubrir omisiones en el registro de la frecuencia respiratoria, presencia o ausencia de tiraje y Spo2 en la historia clínica. Como estrategia de salud pública, para reducir la mortalidad infantil por neumonía AIEPI ha preconizado el inicio de Amoxicilina a todo paciente con taquipnea. Si el paciente además tiene tiraje debe ser hospitalizado para administrar oxigenoterapia y antibióticos parenterales. El pronóstico depende de la oportunidad para el inicio de los antibióticos y oxígeno. Paradójicamente, se calcula que sólo 1 de cada 5 cuidadores de los niños fallecidos por neumonía sabe reconocer los 2 principales signos de alarma: respiración rápida y tiraje. Sólo el 21% de los padres reconocen que el niño tiene tiraje y sólo el 17% reconoce que el niño tiene taquipnea, sólo la mitad reciben adecuado cuidado médico y menos del 20% reciben antibióticos oportunos. Por las razones expuestas, la educación a los cuidadores y la implementación del AIEPI comunitario constituyen una prioridad. La OMS calcula que hasta el 54% de las muertes infantes tienen asociado algún grado de desnutrición. De ahí la importancia de verificar el peso y talla del menor. La desnutrición aumenta el riesgo de neumonía, porque deteriora la función inmunológica y debilita los músculos respiratorios. A su vez, la neumonía deteriora el estado nutricional de los niños. A continuación se resume las recomendaciones de AIEPI 2012 y la Guía de Práctica Clínica para la evaluación del riesgo y manejo inicial de la neumonía en niños y niñas menores de 5 años y bronquiolitis en niños y niñas menores de 2 años, publicada por el ministerio de la Salud y protección social en 2014. Bronquiolitis

Se define como bronquiolitis el primer episodio sibilante en un menor de 2 años precedido de 2 a 3 días de síntomas gripales. Es la primera causa de ingreso hospitalario por problemas respiratorios en los niños menores de un año de edad. Se ha documentado aumento en el riesgo de bronquiolitis en las épocas lluviosas. El pico de presentación es entre los 2 a 6 meses de edad. El 2% al 5% de los niños menores de 12 meses con bronquiolitis requiere hospitalización y entre el 50% al 70%, presentarán episodios de sibilancias recurrentes en los meses o años posteriores. El Virus Respiratorio Sincitial (VRS) es el responsable del 75%-80% de los casos pero otros virus también pueden estar implicados, como parainflueza, adenovirus, rinovirus, virus de la influenza, metapneumovirus, enterovirus, sarampión y varicela. La bronquiolitis es un diagnóstico eminentemente clínico. Se presenta en niños menores de 2 años de edad, inicialmente con signos de infección de las vías respiratorias superiores (resfriado) que a los dos a tres días se hace más ruidoso con síntomas como fiebre que usualmente es menor de 39 C, coriza, tos, respiración ruidosa, sibilancias o crépitos finos y dificultad respiratoria. Los casos graves pueden presentar cianosis, mientras que en los lactantes pequeños y los neonatos puede debutar con episodios de apnea como primera manifestación. La práctica rutinaria de hemograma, PCR y VSG no tiene utilidad en la evaluación inicial y no se recomienda. Los factores de riesgo para bronquiolitis grave son: menor de 3 meses, prematuros con menos de 6 meses de edad, enfermedades congénitas cardiovasculares y repercusión clínica, displasia broncopulmonar, fibrosis quística, trastornos congénitos de las vías respiratorias inferiores, inmunodeficiencias, trasplantados, enfermedades congénitas con compromiso pulmonar o cardiovascular, enfermedad neurológica moderada a grave, síndrome de Down, presencia de apneas y desnutrición aguda grave. La oximetría de pulso en pediatría se ha constituido como el quinto signo vital y permite identificar rápidamente los pacientes que cursan con hipoxemia pues sus cifras, dentro de ciertos rangos, se correlacionan apropiadamente con la presión arterial de oxigeno de los gases arteriales, la introducción de la oximetría permite discriminar mejor y más rápido aquellos pacientes que requieren oxigenoterapia. Se recomienda practicar la oximetría de pulso a todo menor de 5 años con neumonía y a todos los menores de 2 años de edad con bronquiolitis. Todo menor con diagnóstico de bronquiolitis o neumonía con saturación de oxígeno 94% (de 0 a 1500 msnm) debe hospitalizarse o remitirse para hospitalizar. La cifra de SaO2 podrá variar de acuerdo a la altitud sobre el nivel del mar en la que se atiende al menor, en sitios 1501-2000 msnm considerar hipoxemia un cifra de SaO2 92%, de 2001-2500 msnm 90%, 2501-3000 mnsm 88%, 3000-3500 msnm 85%, 3500-4000 msnm 83. Se sugiere practicar la oximetría de pulso con los respectivos sensores adecuados para cada grupo de edad (neonatos, escolares y adultos), en estado alerta y la extremidad bien perfundida. Se considera bronquiolitis grave los casos con factores de riesgo o presencia de alguno de los siguientes signos de peligro: tiraje subcostal, respiración rápida, apnea y desaturación. Para el tratamiento de los niños con bronquiolitis no son efectivos, ni se recomienda usar: antibióticos, broncodilatadores beta2-adrenérgicos de acción corta, adrenalina inhalada sola o en combinación, ni esteroides sistémicos o inhalados. La solución salina hipertónica utiliza concentraciones mayores al 3% y se administra por vía nebulizada para aumentar la cantidad de líquido que hay en las secreciones presentes en la vía aérea de los pacientes facilitando su movilización, también se cree que ayuda en la disminución del edema presente en la misma vía aérea. Esta intervención no sirve para disminuir el riesgo de hospitalización, pero si ha mostrado reducción en la estancia de aquellos que requieren hospitalización. Se desaconseja el uso de descongestionantes y antitusivos. Se sugiere el aislamiento del menor en casa durante el tiempo de enfermedad por bronquiolitis. Todos los niños con bronquiolitis grave ameritan hospitalización. La piedra angular del tratamiento es la oxigenoterapia y mantener la hidratación. Si el niño puede beber se aconseja aumentar la ingesta de líquidos y leche materna. Si no hay factores de riesgo o signos de peligro, lo apropiado son lavados nasales con suero fisiológico cada 3 a 4 horas, aumentar la

ingesta de líquidos y leche materna, enseñar los cuidados en casa y signos de peligro para regresar de inmediato. Todos los pacientes con bronquiolitis leve ameritan revisión médica 2 días después. No existen pruebas clínicas o paraclínicas que permitan diferenciar la bronquiolitis de un primer episodio de asma. Ante la duda se puede realizar una única prueba terapéutica con broncodilatadores beta2- adrenérgicos de acción corta inhalado (no nebulizado, con espaciador), en una dosis de 200 mcgs cada 10 minutos y una evaluación clínica máximo en 60 minutos, observando como desenlace los cambios en la frecuencia respiratoria y la SaO2. Si hay respuesta positiva o si hay información de episodios previos o recurrentes se recomienda agregar esteroide al tratamiento y considerar el diagnóstico de asma. La posibilidad de asma se incrementa significativamente en aquellos niños con un índice predictor de asma positivo: tres o más episodios de sibilancias de más de un día de duración en el último año con alteración del sueño, más, al menos, un criterio mayor o dos criterios menores: Criterios mayores Tener uno de los padres con asma Tener dermatitis atópica Criterios menores Diagnóstico médico de rinitis alérgica Sibilancias no relacionadas a infecciones virales Eosinofilia periférica igual o mayor de 4 % Neumonía en menores de 5 años La infección respiratoria aguda en los niños suele iniciar con síntomas y signos de un resfriado común y puede progresar a compromiso importante de la función respiratoria que conlleve a alteración de la fisiología del intercambio gaseoso con la consecuente hipoxemia o hipercarbia, a compromiso local mayor del parénquima pulmonar, o en el caso de la neumonía puede extenderse a la cavidad pleural o puede llegar a producir diseminación hematógena con septicemia y afección multisistémica. Para evaluar la gravedad se utilizan la identificación de los factores de riesgo en la historia y herramientas clínicas como la capacidad para recibir alimentación oral, presencia de taquipnea, aleteo nasal, retracciones intercostales, historia de apneas, letargia y cianosis. La definición más aceptada de neumonía es la propuesta por la OMS que la define como la presencia de síntomas y signos respiratorios menores de 15 días de evolución, acompañados de taquipnea según del grupo de edad, con o sin fiebre y presencia de infiltrados pulmonares en la radiografía de tórax cuando hay posibilidad para practicarla; se confiere gravedad cuando presenta tiraje subcostal independientemente de la frecuencia respiratoria. En un estudio observacional realizado con 136 niños en Estados Unidos, la taquipnea y las retracciones identificaron mejor la presencia de una consolidación por neumonía en la radiografía simple del tórax que los crépitos en la auscultación del tórax, como estándar de referencia se usó la radiografía simple del tórax que reporto una consolidación en 19% de la muestra. Posteriormente estos hallazgos fueron usados para definir la necesidad de usar antibióticos en un estudio de caso control con 200 niños de Papua Nueva Guinea con difícil acceso a personal médico entrenado o tecnología de radiología allí se reportó que una frecuencia respiratoria mayor a 50/minuto se relacionaba con una evolución desfavorable asociada a la presencia de una neumonía de base y el tiraje intercostal con la necesidad de tratamiento en un hospital; sin usar como estándar de referencia para el diagnóstico de neumonía, la radiografía simple del tórax. Estos dos reportes sirvieron para proponer que la taquipnea y la retracción eran las herramientas básicas de diagnóstico en la estrategia de manejo de caso y tratamiento temprano y empírico con antibióticos propuesta por la OMS,

dirigida a países con recursos limitados y tasas de mortalidad infantil superiores a 40 por 1.000 nacidos vivos, con el objetivo de impactar las muertes por neumonía en menores de 5 años. Después de 20 años de aplicación, no hay duda de la eficacia de la estrategia de manejo de casos en el tratamiento de los niños con IRA para disminuir la mortalidad por neumonía, en países de bajos ingresos, pero a la hora de evaluar la eficacia de la radiografía simple del tórax encontramos evidencia de dos escenarios diferentes: uno en países de mediano y alto ingreso económico en donde un niño tiene acceso una radiografía de tórax como parte de la evaluación habitual y, otro en países con poco desarrollo económico en donde un niño no tiene acceso a estos servicios. Mientras en un primer escenario de países de alto ingreso, el estándar de referencia para el diagnóstico de neumonía es la radiografía de tórax, en los países de bajos ingresos predomina como estándar de referencia la definición de caso de la OMS/ AIEPI. Los estudios de eficacia de vacunación contra neumococo y hemofilus tipo b motivaron el desarrollo de una nueva definición de neumonía en la cual se incluye la evidencia de consolidación en los rayos X de tórax. Al comparar la definición clínica de la OMS/AIEPI, con la nueva definición los estudios encuentran que, solo se confirma el hallazgo de una consolidación neumónica en valores que iban de un 8 a un 19% de los casos que cumplen criterios clínicos. Esto plantea un cuestionamiento a la eficacia de la definición de caso en la evaluación inicial de un niño menor de 5 años con neumonía no grave, porque significa que entre un 81% y un 92% de estos pacientes posiblemente recibieron un tratamiento empírico con antibiótico que no necesitaban, sobre todos en aquellas zonas del mundo en donde la tasa de mortalidad infantil y de mortalidad especifica por neumonía ha sido intervenida y reducida hasta en dos terceras partes con la estrategia AIEPI y la vacunación masiva. Para la morbimortalidad restante surge el reto de las nuevas etiologías, incluyendo agentes virales para los cuales seria entre otras cosas, ineficaz la estrategia de antibiótico. En el caso de Colombia, existe una mezcla de los dos escenarios comentados anteriormente, por un lado sitios del país de predominio rural y aéreas urbanas marginales en donde se concentra la mortalidad por neumonía asociada a las dificultades de acceso a la atención y otros factores de riesgo, y por el otro lado sitios en donde los niños tienen fácil acceso a la atención médica. La guía del ministerio incluye una evaluación de la costoefectividad de la realización de radiografía de tórax para el diagnóstico de neumonía en menores de 5 años. El estudio concluye que el uso de radiografía de tórax anteroposterior en pacientes con neumonía no grave genera ahorros para el sistema de salud, en la medida en que permite evitar un porcentaje significativo de tratamientos antibióticos innecesarios. Se recomienda su realización para esta población específica, en los centros de salud en los que se tenga a disposición servicios de radiología. En los lugares del país en lo que no se tenga a disposición estos servicios el diagnóstico y conducta de tratamiento debe seguir realizándose mediante la definición de caso propuesta por la OMS, ya que se debe evitar la posibilidad de que un paciente con neumonía no reciba un tratamiento oportuno a la espera de ser llevado a un servicio de radiología distante. Se recomienda entonces practicar una radiografía anteroposterior de tórax, en la evaluación inicial de menores de 5 años de edad con neumonía, en lugares del país donde es posible el fácil acceso a una radiografía de tórax y en todos los casos de menores de 5 años de edad con neumonía grave, para definir el uso de un antibiótico empírico. Se recomienda realizar una radiografía simple del tórax en proyección anteroposterior, para el control o seguimiento de menores de 5 años de edad con neumonía si a la 72 horas persiste la fiebre y la respiración rápida, tenga una consolidación previa o no. Se considera fácil acceso a la radiografía, la posibilidad de disponer del resultado en las siguientes 6 horas a la realización de la consulta. En pacientes con neumonía el desempeño diagnóstico de la PCR, VSG y el recuento de leucocitos tienen un valor limitado en la diferenciación de neumonía viral o bacteriana y por lo tanto no están indicados en la evaluación inicial. Todo menor con clasificaciones graves, con signos de peligro, con problemas respiratorios o cuadros de choque o enfermedades clasificadas como enfermedad muy grave y todos los que requirieron alguna maniobra de reanimación deben ser referidos con oxígeno suplementario.

No existe un método ideal para suministrar oxígeno, ni existe un método que sea mejor que otro. La forma de administrar el oxígeno depende de la disponibilidad de equipo, la adaptación del menor con el método y la concentración requerida de oxígeno. Para el tratamiento ambulatorio de la neumonía no grave, se recomienda amoxicilina oral en dosis de 90 mg/kg/día durante 5 días. Según la nueva guía de práctica clínica basada en la evidencia del Ministerio de la Salud, en caso de contar con acceso a una radiografía simple del tórax, sólo requieren antibióticos los niños con evidencia radiológica de consolidación. Si no se cuenta con fácil acceso a radiografía de tórax se recomienda administrar amoxicilina oral 90 mg/kg/día durante 5 días, a todo menor con diagnóstico de neumonía. En los niños con neumonía no grave, AIEPI recomienda tratar la fiebre, aliviar los síntomas de obstrucción nasal con lavados y la tos con bebidas endulzadas. Enseñe a la madre medidas preventivas, cuidados del niño en casa y los signos de alarma para volver de inmediato. Todos los niños con neumonía ameritan revisión médica de control 2 días después. Si hay neumonías a repetición descarte VIH. Se considera caso de neumonía grave a todo menor con tiraje, baja saturación arterial de oxígeno o cualquier signo general de peligro: no puede comer o beber, letárgico o inconsciente, vomita todo lo que come, convulsiones. Todos los niños con neumonía grave deben ser hospitalizados con oxigenoterapia. Si debe referir el paciente, administre antes una primera dosis de antibiótico y trate la fiebre. El tratamiento antibiótico de elección es la penicilina cristalina, a dosis de 250.000 u/kg/día, repartido en 6 dosis durante 7 días, pero si al paciente le faltan por lo menos dos dosis aplicadas de vacuna contra Haemophilus influenzae tipo b, se administra ampicilina, 200 mg/kg/día, repartido en 4 dosis durante 7 días. Si durante el traslado al hospital el niño tolera la vía oral y no requiere un acceso vascular, se administra amoxicilina a 90 mg/kg/día, durante el tiempo que dure su traslado. En caso de deterioro durante el tratamiento con amoxicilina, por aparición de signos de peligro, tiraje, cianosis o estridor en las siguientes 72 horas de inicio del tratamiento, se debe reclasificar como neumonía grave, remitirlo a un lugar de mayor complejidad y usar amoxicilina con ácido clavulánico a dosis altas (90 mg / kg al día amoxicilina) por 5 días. En todos los pacientes con neumonía grave que requiera UCI debe descartarse VIH. No se recomienda el uso de tratamientos sintomáticos (antihistamínicos, antitusígenos, descongestionantes, mucolíticos) en menores de 2 años con bronquiolitis y en menores de 5 años de con neumonía. Referencias: AIEPI 2012 UNICEF/WHO, Pneumonia: The forgotten killer of children, 2006 Ministerio de la Salud y Protección Social. Guía de Práctica Clínica para la evaluación del riesgo y manejo inicial de la neumonía en niños y niñas menores de 5 años y bronquiolitis en niños y niñas menores de 2 años. 2014. Disponible en: http://gpc.minsalud.gov.co/guias/documents/neumonia%20ni%c3%b1os/gu%c3%ad a%20neumon%c3%ada%20y%20bronquilitis%20profesionales.pdf