ARISTÓTELES. METAFÍSICA Índice de clases El texto aristotélico parece simple. Sin embargo, atraviesa la discusión filosófica hasta nuestros días. Un modo de aproximarse a él es analizando su sentido en el contexto griego. Otro, rescatándolo del olvido y en conexión con la historia de Occidente. Esta historia se puede contar de muchos modos. Lo importante radica en percatarse de la densidad del texto aristotélico y, por tanto, de su «potencia efectual» (Gadamer), es decir, de su valor constituyente efectivo de lo que somos. He aquí una de esas posibles reconstrucciones históricas. El profesor no pide una comprensión completa de esta historia (él no la posee tampoco). Pide sólo que sea tenida en cuenta y que se medite sobre ella (el resto del curso académico). El alumno, en cualquier caso, debería aprender a usar con soltura los conceptos que aparecen entre comillas. CAPÍTULO PRIMERO. LA CIENCIA DE LO QUE ES EN TANTO QUE ALGO QUE ES Proyecto de una ciencia, la más universal: metafísica (llamada más tarde ontología). Se refiere a todo lo real, no desde sus «accidentes», sino esencialmente y de modo radical, es decir, «en tanto que es». El proyecto mismo ha sido puesto en cuestión. Modos fundamentales: a) Giro copernicano moderno. Kant: No podemos conocer lo que es, en tanto que es («noúmeno»), sino sólo su modo de aparecer ante el sujeto («fenómeno»). Las tres críticas kantianas (de la razón pura teórica, de la razón pura práctica y del juicio) desplazan la metafísica al estudio de la razón como una perspectiva, aunque coherente, con lo «que es», cuyo ámbito «trascendental» es, en el ser humano, «universal» y «necesario» («condiciones de posibilidad» del conocer ciencia-, de la praxis moral y del «gusto» -estético-). b) En la última de sus «críticas», la constitución (trascendental) del objeto estético (lo bello y, de modo más problemático, lo sublime) arroja un nuevo problema. Lo sublime es la experiencia en virtud de la cual lo sensible (referido al «fenómeno») desborda todo concepto del «entendimiento» (como capacidad de los conceptos) y apunta a la Ideas de la 1
razón (infinitas), que coinciden (sólo idealmente) con el noúmeno (lo que es, «en tanto que es»). c) Sin embargo, tenemos «experiencia» «completamente racional» de lo sublime y la naturaleza (lo sensible) tiene que contener una dimensión «constituyente» de ello. En tal caso, la naturaleza «misma» («fenoménica») debe estar «atravesada» por lo «nouménico» (lo que es, en tanto que es). Vuelta a los presocráticos: la naturaleza como Physis. Kant duda. Se mantiene en una indecisión: al afirmar esto, hablamos «como si» fuese así. La segunda parte de la Crítica del Juicio («Crítica del juicio teleológico» contiene las reflexiones al respecto). d) Romanticismo. Continuando a Kant, y en confrontación con él, concluye que, efectivamente, en la naturaleza nos encontramos ante lo sublime mismo (lo nouménico, lo que es «en tanto que es»). Pero lo que es, en tanto que es, sólo es accesible excediendo la pura razón: mediante el «símbolo» en el arte. e) Idealismo absoluto. Hegel. Culminación de la metafísica «moderna». Kant lleva razón: lo que es, es fenómeno («para sí»). El romanticismo acierta también: lo que es, en tanto que es, es nouménico («en sí»). Todo lo real es, entonces «en sí y para sí»: es lo Absoluto (en sí) que se piensa o sabe históricamente a sí mismo (para sí). Sin embargo, «Dios ha muerto» (esta afirmación es de Hegel). Esta afirmación (cuyo sentido es constitutivo de la última problematicidad hegeliana) coincide con otra, en la que culmina la Filosofía del derecho: lo Absoluto se expresa en el Estado, que es, «inmediatamente», la «eticidad»). Aristóteles retorna: la metafísica es ahora el «proyecto de la realidad completa, temporalmente distendida»; los fundamentos de la ética también lo atestiguan: la polis debe representar al (ser representación real, es decir, Darstellung, del) hombre «en tanto que tal», es decir, debe ajustarse al hombre en su más inmediata praxis: la eticidad. Como supuesto, se yergue ahora esta tesis: la razón es lo real (y lo real lo racional). f) Finales del siglo XIX. Filosofía de la sospecha. Nietzsche. Dios ha muerto (esta vez sí), es decir, todo lo racional es sólo un espejismo (no de lo irracional, sino de lo pre-racional). Lo que es, en tanto que es, es un constructo, una ilusión. Lo real es sólo «voluntad de poder» (nada más y nada menos: la vida, como voluntad de poder, es voluntad de autosuperación sin fin. Vuelta del romanticismo?). Marx: lo pre-racional es la realación material con la naturaleza, el trabajo. Freud: lo pre-racional es lo irracional (ahora sí). 2
g) Siglo XX. Nietzsche inicia el mundo contemporáneo. Estamos en una época «postmetafísica». El término se hace controvertido. Hay, al menos, dos tendencias: 1. La Re-ilustración (Habermas, Apel, en confrontación con la Escuela de Francfort, anterior). Lo pre-racional puede ser «recuperado» en el «discurso argumentativo», pero infinitamente (sólo se lograría en una situación «contra-fáctica»: la de un discurso argumentativo «libre de coerciones». El «consenso» ideal de tal situación constituiría lo nouménico (vuelta de Kant) y servirá a la humanidad como «Idea Regulativa (que sustituye a las Ideas Regulativas kantinanas: Yo, Mundo, Dios». Sólo ahí coincidirían «metafísica» y «saber». 2) Lo pre-racional no puede ser recuperado. Es precísamente lo último constituyente. Nietzsche tenía razón. Heidegger y Wittgenstein van a la par, pero caminan por senderos que se bifurcan. Wittgenstein (contra sus seguidores, el Círculo de Viena): la verdad no está en la ciencia, es lo místico, el Todo-Uno, lo que es, en tanto que es («A mí los hechos no me importan nada», Conferencia sobre ética). Pero «de lo que no se puede hablar, mejor es callarse». Heidegger: se puede hablar sobre lo místico, que pasa a ser «existencia». Lo preracional, es, contra Nietzsche, el ser, en tanto que tal (el ser no es una ficción). Posible retorno de Aristóteles, pero al modo «post-metafísico». La facultad de la «imaginación» (responsable, según Kant, del juicio sobre lo bello y lo sublime) arraiga en la existencia ( retorno del romanticismo?). Ahora bien, el ser, en tanto que tal, es «diferencia» (frente a Aristóteles: no es Uno, es decir, Idéntico (idéntico a sí mismo), sino que es «acontecimiento» que se «hace pres-ente» y que, en el mismo acto (y dado que no puede ser un «ente» concreto) se «sustrae»: el ser es diferencia óntico-ontológica (diferencia entre ser como acontecimiento y ser como acontecido, «ente»). El post-estructuralismo intenta radicalizar a Heidegger. Foucault: la dimensión «óntica» de la diferencia es el conjunto de las «fuerzas que constituyen históricamente a eso que llamamos ser humano» (el poder); la dimensión ontológica (el acontecimiento del ser) es el «intersticio» entre las fuerzas (es decir, el «entre» de lo óntico, no algo previo aunque inmanente respecto a lo óntico, como en Heidegger). Derrida: Tiene razón la Re-ilustración (Habermas y Apel), todo es discurso argumentativo, todo es texto. Ahora bien, mientras que la Re-ilustración se apoya en Aristóteles, hay que ir «con Aristóteles contra Aristóteles» ( Qué quería decir 3
Aristóteles cuando sentenció «Oh, amigos, no hay amigos!»? Hace su aparición, una vez más, y con especial brío, CAPÍTULOS TERCERO Y CUARTO. METAFÍSICA (ARISTÓTELES) Principio de no contradicción: A es igual a A. La Re-ilustración persiste en el Principio de No Contradicción. La verdad (que sólo se daría en la situación de un discurso argumentativo ideal, como hemos dicho) es lo Mismo (idéntica a sí misma). Se puede refutar al que afirma lo contrario (en el mismo acto) y, si desprecia al discurso argumentativo, es «una planta» (Aristóteles). La contradicción en la que incurre el oponente se denomina ahora «contradicción performativa» (quizás Aristóteles quiso decir eso; contradicción entre la dimensión «proposicional» de un «acto de habla», a saber, lo que se dice y la dimensión «performativa» del acto: una «pretensión universal de validez». Derrida. Todo lo que se argumenta, todo lo que se dice, remite a un contexto significativo distinto (lo que digo es infinitamente interpretable). El «sentido» no «es, en tanto que tal», en ningún contexto particular, sino en el diferir mismo de un contexto a otro. Y esto implica contradecir a Aristóteles. A (el sentido) no es igual a A: A es A (el sentido) y no A (cualquier otro contexto, que es, desde este, el no sentido o, dicho de otro modo, el diferir mismo, que no es ningún contexto significativo). Vuelta de Hegel. Importante ahora la ética aristotélica. La justicia. La justicia no es idéntica a sí misma (Aristóteles). Realizar un «acto de justicia» es «realizar un acto de injusticia»: para ser «justo» hay que atenerse a reglas de derecho, pero si sólo se hace eso, se sojuzga lo completamente «singular: este caso» a una regla; debe ser aplicado, pero la aplicación no tiene regla. Aquí se inicia un problema que conmueve los fundamentos del derecho. Más allá de Heidegger, pues: lo que es, en tanto que es, es diferencia (una aporía, en este caso, A y no A), pero, como pensaba Foucault, ésta sólo es en lo óntico, es el «intersticio». La dimensión ontológica (el acontecimiento) es una «promesa infinita». Deleuze. El último «metafísico». Vuelve al CAPÍTULO SEGUNDO. LIBRO IV. METAFÍSICA (ARISTÓTELES) «La expresión algo que es se dice en muchos sentidos, pero en relación a una sola naturaleza y no por homonimia» 4
Deleuze (antes, habían aceptado esto, al menos, Spinoza y Hegel): el ser es «unívoco» (es uno, es decir, idéntico a sí mismo, pero sólo «en sus expresiones». Ahora bien, radicalizando a Spinoza, hay que refutar a Hegel: no ocurre que lo «en sí» sea y que se aprehenda «para sí». Si lo «en sí» no es más que en sus modos de decirse (Aristóteles), entonces (más allá de Aristóteles también), es únicamente en la medida en que efectivamente, es (en sus modos). «En sí» significa «Nada» («algo» que no quiere Aristóteles). Ese «algo» es «repetición de la diferencia». Vuelve Nietzsche (el «eterno retorno» no significa, como le reprocha Heidegger, que todo vuelve «una y otra vez sobre lo Mismo, el ser», sino que «lo que retorna es la diferencia, infinitamente auto-creadora». «Auto-creadora»: ni Kaos, ni Kosmos, Caosmos. La regla de un Caosmos se mantiene «in status nascendi» (tal y como había asegurado H. Arendt respecto a la comunidad humana y como una parte importante de la física teórica actual, contra Einstein, supone). Siglo XXI. No hay (al menos, el profesor no lo encuentra) nada interesante más allá de esto. Nietzsche, tal vez, acierta: «Soy intempestivo. Hablo para los hombres del ad-venir, más exactamente para los dos siglos venideros: el desierto crece» (es decir, esa Nada que Aristóteles deseaba extraer del ser, en tanto que es). Esto es refutable. Continúe. 5