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Transcripción:

INT. FILOSOFIA INTRODUCCION FILOSOFIA 02. EDICIÓN ESPECIAL Int. _F Boletines Cursado Seguro 20 16 INT.F UNL FCJS INT. FILOSOFIA FILOSOFIA INTRODUCCION

Descartes y el RACIONALISM0 Los siglos XV y XVI se caracterizan fundamentalmente por el nacimiento de un pensamiento que comienza a poner en tela de juicio los presupuestos filosóficos del pasado inmediato, esto es, de la Edad Media, principalmente de lo que se denomina «escolástica». Con este nombre se conoce a la corriente teológico-filosófica que dominó la enseñanza de las escuelas y de las universidades que surgen en el escenario europeo a partir del siglo XI. El período que abarcan los siglos XV y XVI se conoce como «Renacimiento» e indica el momento en que el pensamiento occidental comienza a desprenderse de la confianza en las creencias fundamentales sobre las que se asentaba el mundo medieval. Dicho desprendimiento puede ser señalado en diversos ámbitos como el artístico, político, filosófico y científico. En términos generales, el hombre del renacimiento resta importancia al mundo trascendente de la religión y vuelca su mirada hacia las cosas de este mundo, como a las prácticas políticas y la naturaleza. Esto se advierte a partir del amplio desarrollo que desde entonces ganan las ciencias de la naturaleza como la anatomía y la astronomía. El caso de la astronomía es paradigmático puesto que a partir de los desarrollos de Nicolás Copérnico, Johannes Kepler y Galileo Galilei variará rotundamente el puesto del hombre en el cosmos. Así, de la creencia de herencia aristotélica de que la Tierra se encuentra en el centro del universo teoría conocida como geocentrismo-, el nuevo pensamiento científico demostrará que ese lugar será ocupado por el sol y que el resto de los planetas mantienen órbitas a su alrededor heliocentrismo. Si bien en este período comienza a tomar forma un nuevo paradigma de pensamiento científico, éste no adquirirá identidad hasta fundamentarse en bases sólidas y completamente nuevas, durante los dos siglos posteriores (XVII y XVIII). La nueva ciencia de la naturaleza se encuentra entonces ligada a los desarrollos teóricos de pensadores como Descartes, Bacon, Galilei y Hobbes. Estos autores sostuvieron que el problema principal a tener en cuenta para los nuevos desarrollos de la ciencia pasaba por la necesidad de establecer un nuevo método que lograra sustituir exitosamente al método de conocimiento dominante en la escolástica: el silogismo aristotélico y el principio de autoridad, en el que se admitía como válido lo establecido por ciertas autoridades como Aristóteles o la Biblia. Por esta razón el pensamiento moderno implica la voluntad del hombre de desprenderse de sus tutelas teóricas y emprender un camino autónomo. La cosmovisión moderna modificará también la relación del hombre con su entorno, puesto que la nueva ciencia tratará ahora de conocer mecánicamente la naturaleza para que el hombre pueda dominarla, mientras que los medievales y antiguos se esforzaban ante todo por contemplarla. La ciencia mecánica de la naturaleza otorgará al hombre los elementos necesarios para intervenir sobre la naturaleza por lo que la nueva relación estará marcada por el poder. Veremos a continuación un resumen de la corriente racionalista representada por Descartes. Renato Descartes (1596 1650) fue conocido no sólo como filósofo sino también como hombre de ciencia y matemático. Como filósofo lo caracteriza el carácter radical de su pensamiento porque irá hasta las raíces, hasta el último fundamento de todo conocimiento para no aceptar como tal nada que pueda prestarse a la duda. Su postura defenderá que aquello que sea considerado conocimiento debe resistir las pruebas más duras, por lo que el conocimiento debe estar fundado sobre cimientos completamente seguros y firmes. En este trayecto Descartes hará

UNL FCJS BOLETÍN CURSADO SEGURO pág. 3 de la razón a la vez, la fuente principal de todos nuestros conocimientos y el seguro criterio de validez de los mismos, esto es, aquello que permite distinguir lo verdadero de lo falso. Entonces, lo que busca Descartes es fundar el saber humano sobre bases sólidas, cuya firmeza esté más allá de toda duda. Por esta razón convertirá a la duda misma en el método para comenzar la construcción de un nuevo edificio científico desde sus cimientos porque quiere alcanzar una verdad que esté más allá de toda posible duda. De esta forma comenzará dudando de todos los conocimientos que él había adquirido hasta el momento. Dudando de todo intentará ver si existe algo que se resista a la duda misma, por ello la llevará hasta sus últimos límites. El método cartesiano consistirá entonces en primer lugar, en emplear la duda, llevada hasta sus últimas consecuencias, para ver si existe algo que permanezca exento de la misma y que sea por lo tanto absolutamente cierto. En este sentido, la duda es metódica, puesto que se emplea como el instrumento que puede permitir alcanzar una verdad. En segundo lugar, la duda es universal porque debe aplicarse a todo tipo de conocimiento (tanto sensible como racional) y porque nada debe quedar fuera de ella. En tercer lugar, es hiperbólica porque será llevada hasta el último extremo posible, al punto de su exageración. Para Descartes, todo aquello que pueda darse a la más mínima duda deberá darse por erróneo. Pero como el número de conocimientos existentes o posibles es prácticamente infinito y no existe la posibilidad de aplicar la regla del análisis o de examinarlos uno por uno, el propósito de Descartes puede lograrse, no examinando cada uno de esos conocimientos particulares, sino a los fundamentos sobre los que se sostienen. Y como todos los conocimientos provienen de la experiencia o de la razón, entonces es necesario examinar las facultades sobre las que los mismos se apoyan, es decir, los sentidos y la razón. Descartes comenzará entonces su crítica al saber sensible y continuará con su crítica al saber racional. Descartes pone en duda el saber sensible a partir de dos argumentos: el primero lo establece en las ilusiones provocadas por los sentidos y el segundo, en los sueños. En primer lugar sostiene que es necesario dudar del saber sensible porque los sentidos a veces nos engañan, y es prudente no confiar nuevamente en aquellos que nos engañan al menos una vez. Descartes sostiene no obstante que es más simple dudar por ejemplo de la percepción que tenemos al ver una figura que se acerca a lo lejos que de cuestiones sensibles más cercanas, como por ejemplo que estamos sentados frente a un escritorio redactando estas líneas. Sin embargo, si existen al menos algunas cosas sensibles que parecen dudosas, no podemos saber ciertamente cuándo los sentidos no nos están engañando. Por lo tanto, si lo que buscamos es un saber indubitable, y si hemos tomado la precaución de no tomar por cierto nada que sea al menos dudoso, entonces el saber sensible debe ser descartado como punto de partida del nuevo edificio. El segundo argumento para criticar el saber sensible es el de los sueños. Descartes sostiene que muchas veces mientras dormía se representaba en sus sueños las mismas cosas que realizaba estando despierto aunque estuviera acostado. Y mientras dormía tomaba esas cosas por la realidad, y al pensar en ello se da cuenta de que no existe ningún «indicio cierto» para distinguir cuándo estamos despiertos y cuándo dormidos. Sin embargo, aún en el sueño existen ciertas «cosas simples y universales» que son iguales en la vigilia y que por lo tanto deben ser verdaderas y existentes y de cuya mezcla están formadas todas las imágenes que residen en nuestro pensamiento. Ellas son por ejemplo la materia corporal, la extensión, figura, magnitud y número. Es decir, cosas que están relacionadas con la matemática. Por lo tanto, algo de verdad debe haber en la ciencia matemática, puesto que los enunciados de la matemática no deben su verdad a la experiencia sino que son independientes de los sentidos. Descartes considerará posteriormente en sus Reglas que la matemática y la aritmética proporcionarán el modelo de una forma de conocimiento «cierto e indudable». Ahora bien, Descartes también pone en duda el conocimiento racional que, a diferencia del sensible se apoya en ciertos principios independientes de la experiencia, como por ejemplo que «todo objeto es idéntico a sí mismo» o que «el todo es mayor que la parte» o que «de la nada, nada proviene». Estos principios se caracterizan por ser una forma de conocimiento inmediato que, como veremos posteriormente, Descartes denomina «intuición». Para dudar de ellos, este pensador supone la posibilidad de la existencia de algún genio maligno que nos pueda engañar respecto de estos principios de razón. Llegados a este punto pareciera ya que no podemos afirmarnos sobre ningún tipo de conocimiento ni que podamos pensar nada más Sin embargo, en ese momento en que la propia duda llega hasta sus límites, ésta se convierte justamente en su opuesto. En un conocimiento absolutamente cierto, o bien podríamos decir, ella misma se convierte en su propio límite, puesto que al menos, en tanto dudaba de todo y suponía que todo era falso, la duda misma debía ser algo cierto. Por lo tanto es necesario que el sujeto que duda, que piensa sea algo verdadero. Así el enunciado «yo pienso, luego soy» debe ser verdadero. Aunque exista un genio

maligno que pueda engañarnos inclusive respecto de las verdades matemáticas, no puede engañarme respecto de que en la medida en que dudo, algo soy. De esta forma Descartes encuentra una verdad absoluta e indubitable, la verdad de la afirmación cogito ergo sum (pienso, por lo tanto existo). Y esta verdad, el cogito (o digamos, el sujeto que piensa) se convertirá en el primer principio de la filosofía cartesiana a partir del cual comenzará a construir todo su pensamiento y además, será tomado también como criterio de verdad porque constituye el primer conocimiento seguro y el fundamento de cualquier otra verdad ulterior. Y el cogito es una forma de conocimiento intuitivo, es una intuición porque se presenta al espíritu de forma directa e inmediata, según dice el autor, de forma clara y distinta; por esta razón es también criterio de verdad, puesto que será considerado como verdadero todo conocimiento que se presente al espíritu con la claridad y distinción con la que se presenta la verdad del cogito, esto es o bien una intuición, o bien un saber deducido necesariamente de una intuición. Por lo tanto, un enunciado es verdadero en la medida en que se presente con claridad y distinción, las dos características que, según Descartes, corresponden a un conocimiento evidente. Teniendo entonces un principio absolutamente verdadero que funcione como punto de partida, el desafío de Descartes se encuentra ahora en establecer la forma de conducirse en el pensamiento para derivar de ese principio otros conocimientos que sean igualmente verdaderos. Por eso, la preocupación principal de nuestro pensador se encuentra ahora en establecer cuáles son las reglas del método, y para ello redacta un texto titulado Reglas para la dirección del espíritu. A continuación analizaremos las reglas, una por una. Regla 1: Dirigir el espíritu de manera que forme juicios sólidos y verdaderos de todo lo que se le presenta: tal debe ser el fin de los estudios. La primera pregunta que surge cuando atendemos a esta regla es hacia dónde es necesario dirigir el espíritu, lo que Descartes irá develando de aquí en adelante. Esta regla presupone por un lado que es necesario realizar un esfuerzo constante para dirigirse en la dirección correcta y por otra parte que la razón (limpia de prejuicios, gracias al recurso de la duda) puede desplegarse con eficacia, siendo consciente de su propia construcción. Debemos tener en cuenta que para Descartes la razón es común a todos los hombres (recordar la metáfora de la moneda en su diálogo) y si la razón es connatural a la verdad, entonces todos los hombres pueden alcanzar conocimientos verdaderos, siempre que la razón sea despojada de los elementos que la hacen caer en el error (prejuicios, opiniones) y siga el método correcto. En esta regla Descartes sostiene que las ciencias «no consisten más que en el trabajo del espíritu» y de esta forma sostiene que la razón basta para conocer, que puede hacerlo sin el concurso de la experiencia. También sostiene que «Las ciencias todas, no son más que la inteligencia humana que es siempre una y siempre la misma, por grande que sea la variedad de su objeto». Con esta afirmación Descartes defiende la idea de que existe una unidad subyacente a la diversidad de disciplinas de conocimiento o de las ciencias puesto que es la misma razón la que construye los conocimientos y además los funda como verdaderos (recordemos que el cogito funciona como criterio de verdad). Dicha unidad se expresa también en el método puesto que para conocer, en todas las ciencias debemos seguir el mismo método y que el autor explicará más tarde. Dicho método consiste en partir de un conocimiento claro y distinto, que sea absolutamente verdadero (una intuición) y de ahí remontarse deductivamente hacia conocimientos más complejos. Nunca debe perderse ese sentido de unidad que existe detrás de todo el conocimiento porque éste no es más que la totalidad de la inteligencia humana, esto es, que la razón por sí misma es capaz de conocer independientemente de la experiencia, establece cuál es el criterio de verdad y los principios fundamentales del método. La ciencia para Descartes es entonces un edificio absolutamente racional establecido sobre cimientos absolutamente verdaderos, que son principios de razón Regla 2: Debemos ocuparnos solamente de aquellos objetos que pueden ser conocidos por nuestro espíritu de un modo cierto e indubitable Mediante esta regla Descartes sostiene que debe ser rechazado todo conocimiento probable, todo conocimiento que pueda dejar lugar a la duda más pequeña. Sólo debemos aceptar conocimientos evidentes. La evidencia posee dos caracteres: la claridad y la distinción. Cuando Descartes sostiene que un conocimiento es claro se refiere a que la idea del miso se muestra directamente al espíritu.

UNL FCJS BOLETÍN CURSADO SEGURO pág. 5 Así por ejemplo, en el instante en que sufrimos un dolor, la idea del mismo se muestra directamente al espíritu, mientras que una vez que desaparece e intentamos recordarlo, la idea del mismo ya no se mostrará claramente. Un conocimiento distinto es aquel que se muestra de forma precisa y separado de todo lo demás, diferenciado de tal modo que no pueda ser confundido con ninguna otra cosa. Así, un conocimiento que se presente al espíritu con claridad y distinción, o lo que es lo mismo, con evidencia, debe necesariamente ser cierto. Ahora bien, en las ciencias, como han sido estudiadas hasta la época de Descartes existían muy pocos elementos que posean estas cualidad y hasta las cuestiones más mínimas han suscitado discusiones, sólo el estudio de las matemáticas (de la aritmética y la geometría) han producido hasta ahora conocimientos ciertos o evidentes, por lo tanto la matemática se convertirá en el modelo a seguir, en el sentido de que los conocimientos que tomemos por verdaderos deben poseer el mismo rigor que las verdades matemáticas, porque éstas son las únicas exentas de falsedad e incertidumbre. La aritmética y la geometría no llevan a error porque consisten en una cadena de razonamientos deductivos; para Descartes la ciencia es al fin y al cabo eso mismo: una cadena de razonamientos deductivos que van de los elementos simples (claros y distintos) hacia elementos más complejos. Por lo tanto por esta regla Descartes advierte que sólo hay que ocuparse de aquellos conocimientos que ofrezcan «una certeza igual de la de las demostraciones de la aritmética y de la geometría». Regla 3: Acerca de los objetos por considerar hay que buscar no las opiniones de los demás o las propias conjeturas, sino lo que se puede ver por intuición con claridad y evidencia, o deducir con certeza: porque la ciencia de ése y no de otro modo se adquiere. Mediante esta regla Descartes explica cuáles son los actos de la inteligencia a través de los cuales se puede llegar al conocimiento de las cosas sin que exista posibilidad de error. Esos actos son dos: la intuición y la deducción. Por intuición entiende «no la creencia en el variable testimonio de los sentidos o en los juicios engañosos de la imaginación, sino la concepción de un espíritu atento, tan distinta y tan fácil que ninguna duda quede sobre lo conocido; o lo que es lo mismo, la concepción firme que nace en un espíritu sano y atento por las luces naturales de la razón». Una intuición es por tanto, una actividad intelectual no ligada a la sensibilidad, es un acto directo e instantáneo por parte de lamente de aprehensión de un conocimiento. Es la forma primera y evidente de conocimiento. Una intuición es una idea clara y distinta y por tanto evidente y absolutamente cierta, una idea simple. Descartes también clasifica a las intuiciones como ideas innatas puesto que el alma ya las trae consigo, como si formaran parte de su contenido independientemente de toda percepción empírica y de cualquier idea que podamos formar a través de los sentidos. Estas ideas innatas o intuiciones son entonces cosas simples que se presentan directamente al espíritu y por su simpleza son más fáciles de conocer. Pueden ser cosas: el pensamiento, la existencia, Dios, alma, una figura; pueden ser propiedades de cosas: menos, mayor; o bien pueden ser axiomas tales como «el todo es mayor que la parte», «nada puede ser y no ser al mismo tiempo», «todo objeto es idéntico a sí mismo», «de la nada no resulta nada», «un triángulo es una figura de tres lados» o «un globo no tiene más que una superficie». La deducción por otra parte, consiste en una operación por la cual comprendemos todas las cosas que son consecuencia necesaria de otras conocidas por nosotros con toda certeza. Si un razonamiento deductivo es aquel cuya conclusión se deriva de forma necesaria de sus premisas, y si las premisas son verdaderas, entonces la conclusión también debe serlo. La deducción entonces permite enlazar intuiciones, genera una cadena que va de un conocimiento cierto a otro conocimiento cierto. De esta forma, para Descartes un conocimiento es verdadero si es una intuición o bien, si se deduce necesariamente de una intuición. La diferencia fundamental entre ambas actividades consiste en que mientras la intuición posee un carácter inmediato, la deducción implica una sucesión temporal. Los principios de la ciencia se conocen entonces por intuición y las consecuencias derivadas de los mismos a través de la deducción. Regla 4: El método es necesario para la investigación de la verdad Lo más importante de esta regla es que en ella Descartes brinda su definición de método: «Por método entiendo aquellas reglas ciertas y fáciles cuya rigurosa observación impide que se suponga verdadero lo falso y hace que el espíritu llegue al verdadero conocimiento de todas las

cosas accesibles a la inteligencia humana». El método es entonces ese conjunto de reglas que si las seguimos rigurosamente, impiden que caigamos en el error, por lo tanto indican cómo deben ser utilizadas las intuiciones y de qué forma debemos preceder con la deducción hasta las últimas consecuencias posibles sin caer en el error, es decir, sin tomar lo falso por verdadero. Ahora bien, el método no enseña cómo deben hacerse estas operaciones (intuición y deducción), sino cómo proceder en su uso porque las mismas son connaturales a la razón, porque son las primeras y más sencillas operaciones de todas. Las mismas corresponden a la forma de ser propia de la razón, por eso Descartes las denomina «la voz natura de la razón». En término generales podemos sostener que para los racionalistas el verdadero conocimiento es el conocimiento necesario y universal, aquel que se logra con la sola y exclusiva ayuda de la razón, independientemente de la experiencia. Por esta razón el modelo ideal de conocimiento está conformado por las matemáticas, la aritmética y la geometría. Así, al igual que la geometría Descartes cree que el modelo o la estructura del conocimiento científico puede partir de algunas ideas innatas o intuiciones (conocimientos claros y distintos) que, al igual que los axiomas geométricos puedan servir de base para deducir a partir de ellos conocimientos más complejos. El método cartesiano siempre va de los elementos simples hacia los complejos por medio del mecanismo de la deducción, o bien si es necesario analizar lo complejo, para ello deberá dividírselo en sus partes constitutivas hasta llegar a ideas simples, claras y distintas. Ahora bien, si el racionalismo cree que puede conocer toda la realidad únicamente con la razón o bien, deducirla de ciertos principios racionales, ello se basa en el supuesto de que la realidad misma posee una estructura racional. Se piensa que la verdadera estructura de las cosas, más allá de lo perceptible, más allá de lo que nos brinda los sentidos, es racional. Como si hubiera un trasfondo racional o inteligible que constituye el verdadero ser de las cosas. Por lo tanto, que entre la estructura racional de la realidad y nuestra razón existe un paralelismo o correspondencia. Así como el racionalismo sostenía que la razón conoce sin ayuda de la experiencia, que existen ciertos conocimientos verdaderos connaturales a la razón (ideas innatas), el empirismo sostiene exactamente lo contrario. Para esta otra corriente todos los conocimientos derivan en última instancia de la experiencia sensible: «nada hay en el intelecto que no haya pasado antes por los sentidos». Para los empiristas la experiencia (los sentidos) son la única fuente legítima de conocimiento y el espíritu, antes de todo contacto sensible no posee ningún tipo de ideas innatas ni contenido originario. Como si el intelecto fuera una tabla rasa en donde se van moldeando impresiones sensibles o una hoja en blanco vacía que sólo la experiencia va llenando. De esta forma, mientras el racionalismo encontraba su ideal de conocimientos en la matemática o buscaba producir saberes con la misma rigurosidad, para el empirismo el ideal de conocimiento se encuentra en las ciencias fácticas o en las naturales que dependen de la observación y comprobación. Para los empiristas entonces todo conocimiento proviene de la experiencia, por lo tanto se encuentra confinado a los fenómenos, todo lo que se puede conocer está dentro de las fronteras de la sensibilidad. La razón adquiere para ellos una función secundaria porque ya no constituye un principio de validez de los conocimientos, sino que se limita a ordenar o asociar lógicamente el material que proviene de los sentidos.

UNL FCJS BOLETÍN CURSADO SEGURO pág. 7 N0TAS:

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