1 Una propuesta pedagógica para la promoción de la participación infantil María Eugenia Linares Pontón Hacia una cultura democrática (ACUDE) La asociación civil: Hacia una cultura democrática (ACUDE) ha desarrollado una propuesta educativa orientada a la promoción de la participación comunitaria alrededor de los problemas identificados como prioritarios por los niños y niñas. Con un enfoque de investigación-acción, un grupo de profesionales de la educación definió su propio marco y los lineamientos generales de la propuesta pedagógica. Conforme se va avanzando en las acciones en campo se van revisando los principios, las estrategias y las herramientas. La experiencia se lleva a cabo en la ciudad de México, en una localidad urbana marginada de la Delegación de Tlalpan, al sur de la ciudad. Se inició en 2001 y como resultado de la sistematización se difundirá la experiencia y se ofrecerán materiales de apoyo que pueden ser útiles para otros interesados en el tema. El objetivo del proyecto es: Contribuir a la construcción de una cultura de convivencia democrática, mediante la promoción de la participación de las niñas, niños y jóvenes, en la toma de decisiones en asuntos que les afectan, y en la realización de actividades colectivas orientadas a la transformación de su entorno, involucrando en las acciones a los diversos actores sociales de la comunidad: padres de familia, grupos de la tercera edad, organizaciones civiles y autoridades locales, entre otras. 1
2 SUPUESTOS EN QUE SE FUNDA LA PROPUESTA A lo largo del proceso nos hemos ido aclarando algunos de los conceptos y principios en que se funda la propuesta y que nos han guiado en el desarrollo del trabajo en campo. A continuación mencionamos algunos: Promover la participación infantil implica un cambio cultural La participación es un elemento central de la cultura democrática. Nuestra sociedad aún no lo es, estamos en un proceso lento para la transformación del sistema político y de sus instituciones. Es necesario hacer cambios al sistema educativo y modificar nuestra manera de relacionarnos con el otro para convivir conforme a los valores de la democracia: el respeto a la persona, la participación para el bien común, el respeto a las reglas y leyes, la veracidad y la solidaridad. La tarea es grande, de largo aliento y nuestras posibilidades limitadas, pero se pueden llevar a cabo experiencias locales con un enfoque territorial, en el que se echen a andar diversas estrategias y se involucren diferentes actores: autoridades locales, instituciones responsables de la educación ciudadana, profesionales relacionados con el tema, niños y niñas, padres y maestros; de manera que se sumen fuerzas, se logren sinergias y se potencien resultados. Desarrollo humano como acomodación progresiva De acuerdo con la propuesta ecologista de Bronfenbrenner, el desarrollo se concibe como una progresiva acomodación mutua entre un ser humano activo en desarrollo y las propiedades cambiantes de los entornos inmediatos en los que él vive. El enfoque ecologista considera a la persona en desarrollo como una entidad creciente, dinámica, que se va adentrando progresivamente al medio en el que vive, a la vez que lo va transformando. A su vez se concibe el 2
3 medio ambiente como un entorno cambiante y cambiable que influye sobre la persona. Se habla entonces de un proceso de acomodación mutua, en una interacción bidireccional que se da entre el ambiente y la persona. La promoción de la participación infantil en acciones concretas que mejoran sus condiciones de vida y a las que contribuyen los adultos y las autoridades de su localidad, es una estrategia orientada a la transformación de la cultura democrática no sólo del niño sino también la de su comunidad, una cultura en la que se reconoce a los niños y niñas como sujetos sociales capaces de contribuir a la transformación de su entrono. La sociedad como un ecosistema Acorde también con el enfoque ecologista de Bronfenbrenner en el que se enfatiza la influencia de los diversos sistemas sociales en el desarrollo del niño, se considera pertinente tener presentes en la intervención educativa la diversidad de ámbitos y actores que influyen en el desarrollo del niño. Es por eso que se propone la intervención en diferentes niveles en los diversos ámbitos: los niños, la comunidad, las instituciones (familia, escuela), las organizaciones sociales, las autoridades locales y los programas y políticas publicas relativas a la infancia. A participar se aprende participando El sujeto se constituye en relación con otros sujetos, es decir, en el seno de procesos interactivos. Por ello asumimos que la persona aprende a ser individuo y a ser parte de un colectivo en su interacción cotidiana, en la familia y en la escuela, en el grupo de amigos, en el trabajo y en su comunidad. Los niños, como sujetos sociales en formación como ciudadanos, necesitan oportunidades para participar en acciones colectivas en las que puedan adquirir las competencias necesarias para involucrarse de manera activa y autónoma en procesos colectivos a favor de su comunidad. 3
4 En nuestra cultura, los ambientes más cercanos al niño: la familia y la escuela, se caracterizan por un estilo autoritario poco propicio para la promoción de la participación, la corresponsabilidad y la formación para la convivencia democrática. En estas condiciones, la mayoría de los niños tienen muy pocas oportunidades de participar en la toma de decisiones y en la organización de acciones para modificar aquellas situaciones que les afectan de manera negativa o propiciar aquellas que les gustaría tener. Es necesario crear oportunidades de participación para los niños y los jóvenes de la comunidad Para que los niños y las niñas vivan la participación como un hecho cotidiano es necesario crear, de manera afirmativa, espacios comunitarios en los que puedan reunirse para intercambiar opiniones, identificar problemas, construir propuestas y llevar a cabo acciones, que en la medida de sus posibilidades, contribuyan a mejorar su entorno. Espacios abiertos en los que de manera natural se reúnen: centros comunitarios, deportivos, canchas de juegos, parques, etcétera. La escuela de la comunidad es también un espacio privilegiado de formación para la participación, por lo que es necesario que en su vida cotidiana los niños tengan la oportunidad de expresar su opinión y de contribuir a la solución de los problemas que les afectan. Que vean a sus padres colaborar en la escuela y en la comunidad, que sepan que en su escuela existen mecanismos e instancias formales de participación que los toman en cuenta a ellos y a sus padres. 4
5 Es necesario apoyar a los adultos y a los jóvenes que se hacen cargo de los niños para que puedan promover ambientes más democráticos de participación La mayoría de los adultos que convivimos con los niños, con contadas excepciones, no tenemos mucha experiencia en participación, más allá de emitir nuestro voto (y no todos) en las elecciones periódicas nacionales y locales. Tampoco crecimos en una familia democrática, ni nos formamos en una escuela en la que se conocían y respetaban los derechos de los niños. En nuestra sociedad existe un talante de aspiración a la democracia, pero estamos lejos de tener una cultura que se base en los valores que la sustentan, más allá de la disposición que se tenga. Por ello, los adultos deberían vivir procesos de reflexión y de aprendizaje sobre las actitudes y las habilidades de la participación y la democracia, de este modo, podrían ofrecer a niños y niñas las condiciones para aprender y ejercitar su derecho a participar. La experiencia local puede generar conocimiento útil para el diseño de programas gubernamentales y políticas públicas La experiencia local tiene sentido en sí misma, pero además de los beneficios que puede tener para la comunidad, puede generar aprendizajes para compartir. El intercambio y la acción conjunta con autoridades locales, con académicos y funcionarios de las instituciones relacionadas con la educación y la infancia, es una manera natural de incidencia en los programas y una fuente de enriquecimiento de la experiencia local. Además, las experiencias concretas y exitosas de participación infantil pueden ser un aporte a los programas y políticas locales, ofreciendo metodologías probadas que se puedan incorporar al quehacer institucional. 5
6 Es con base en estas ideas que se desarrolló el proyecto Una comunidad que aprende y participa, una experiencia de promoción de la participación, con un enfoque territorial, centrada en las necesidades identificadas por niños y niñas de la comunidad de San Juan Tepeximilpa, en donde se crean espacios comunitarios de participación en los que niños y niñas, jóvenes, adultos y adultos mayores ejercitan su derecho a participar y ponen en práctica y dominan las competencias necesarias para la acción colectiva y la transformación de su entorno. El equipo de ACUDE (hacia una cultura democrática, A.C.) quiere compartir con ustedes las lecciones aprendidas. 6