Small, healthy and productive: an OSH strategy for Europe s SME s Emilio Castejón Vilella Centro Nacional de Condiciones de Trabajo. INSHT Barcelona El problema Existe un amplio consenso acerca de que una gran parte de la siniestralidad laboral se concentra en las pequeñas y medianas empresas (PYMES) (1). En España, por ejemplo, más del 40% de los accidentes de trabajo se producen en empresas de menos de 50 trabajadores. Aunque una lectura apresurada de estos datos puede sugerir que las empresas más pequeñas son las más peligrosas, las informaciones disponibles no parecen apuntar, al menos en todos los casos, en esa dirección. Así, en España, los mayores índices de siniestralidad (accidentes por cada 1000 trabajadores empleados) se dan en el tramo de 25 a 100 trabajadores, según un estudio reciente (2). El problema de la concentración de accidentes en las PYMES parece ser atribuible, principalmente, a que la población ocupada en las mismas es muy elevada (y además creciente), más que a su peligrosidad intrínseca. Así, en el Reino Unido, por ejemplo, más del 60 por ciento de la población ocupada trabaja en empresas de menos de 50 trabajadores (3), proporción similar a la de España, donde es del 56% (4). Cualquier afirmación sobre la accidentalidad de las PYMES debería ser pues matizada y, a nuestro juicio, ir precedida de un análisis detallado que tenga en cuenta no sólo el tamaño de las empresas, sino también su actividad. Tampoco parece haber muchas dudas acerca de que la prevención no forma parte de las actividades que las PYMES practican regularmente. Muy al contrario, parecen considerar la cuestión con amplia indiferencia (3). Consecuencia de ello es que la prevención a menudo no está muy organizada, planificada, orientada (5). Existen muchas explicaciones para este hecho (6):?? En las PYMES, los directivos, muy a menudo el dueño, suelen pensar que la situación ya es correcta y, que si se demostrara que no lo es, ya cambiarían lo que hubiera que cambiar.?? En las PYMES la organización es muy a menudo patriarcal, con la mayor parte de la responsabilidad recayendo en el dueño, cuya falta de tiempo le obliga a centrarse en los problemas que requieren una atención inmediata. Y la prevención no forma parte de este grupo de problemas, salvo cuando ya ha ocurrido un accidente y existe una presión definida por parte de los trabajadores o de la Admninistración.?? En general los recursos financieros de las PYMES son escasos, lo que hace que se dediquen a finalidades directa e inmediatamente rentables, entre las que no está la prevención. Aunque esta lista podría hacerse mucho más larga, a nuestro juicio la causa última que explica el desinterés de las PYMES por la prevención es la contradicción existente entre el universo empresarial de la PYME, centrado en la acción práctica a corto plazo, y el
universo de la prevención, en el que las actividades no tienen sentido si no se contemplan desde una perspectiva de largo plazo (5). No parece fácil que se produzca un cambio importante y generalizado del comportamiento de las PYMES en esta cuestión como consecuencia únicamente de las modificaciones normativas y de las presiones para cumplir con ellas. Y por dos razones principales. Por un lado, las raíces de las formas habituales de actuación son demasiado profundas y se enmarcan en lo que se ha llamado la prevención natural (5), una forma de razonamiento que aplica al problema esquemas de una escasa racionalidad: por ejemplo, recurriendo a la fatalidad o a los comportamientos imprudentes como factores explicativos básicos de los accidentes. Por otra parte, las posibilidades de reforzar las actividades coercitivas son forzosamente limitadas; incluso en un país tan puntero como Suecia, los inspectores de trabajo visitan una empresa cada ocho-diez años por término medio (1). Estrategias para el cambio Una de las posibilidades prometedoras, al menos en el plano teórico, es la de buscar formas de que sea el mercado el que presione sobre las empresas para que éstas mejoren la calidad de sus acciones preventivas. La implantación de los sistemas de gestión de la calidad basados en las normas ISO 9000 es un buen ejemplo de este tipo de estrategia (3): la presión del mercado, capitaneado por las grandes empresas (que pretenden reducir los costes de control de sus proveedores y al mismo tiempo influyen decisivamente en la redacción de las normas) y por los certificadores (que persiguen, lógicamente, su beneficio) ha conseguido que miles de PYMES obtengan su certificación y paguen por ella, naturalmente. De esta forma, las grandes empresas consiguen reducir sus costes de control de calidad y contribuyen a que sus proveedores reduzcan sus propios costes, lo cual les permite conseguir mejores precios de compra. Decididamente, la calidad es un buen negocio para algunos. Pero en el campo de la prevención una normalización de los sistemas de gestión similar a la existente para la calidad y el medio ambiente está, por ahora, descartada, como todos Vds. conocen perfectamente. Y en consecuencia, es difícil que el mercado empuje por ese lado. Quedan, sin embargo, otros caminos. El primero de ellos es el que ofrece el crecimiento de la cadena de contratación y subcontratación, que abre la posibilidad de que las grandes empresas valoren a sus contratistas teniendo no sólo en cuenta los parámetros tradicionales de gestión, sino considerando también su eficacia preventiva. Se trata de una opción atractiva que algunas empresas ya ponen en práctica por su propio interés, ya que consideran que los resultados en prevención son un buen indicador de la capacidad de gestión de la empresa candidata a contratista, precisamente porque es un tema que a menudo se deja de lado (7). En una publicación reciente (8) el Health and Safety Executive del Reino Unido ha incluido una interesante recopilación de buenas prácticas de gestión de las contratas en relación con la prevención de riesgos laborales. Si estas prácticas se generalizaran, ello
podría contribuir a mejorar la actuación preventiva en el creciente universo de PYMES que forman parte de la cadena de suministros de las grandes empresas. En esta línea caben pocas dudas de que las Administraciones públicas deberían predicar con el ejemplo, no sólo en su calidad de empresarios respecto de sus propios trabajadores, sino en cuanto en todos los países son uno de los principales participantes en la cadena de contratas y subcontratas. Un buen ejemplo de esta actitud lo tenemos en España, donde la Ley de Prevención de Riesgos Laborales establece, en su artículo 54, limitaciones a la facultad de contratar con la administración para las empresas condenadas por la comisión de delitos o infracciones administrativas muy graves en materia de seguridad y salud en el trabajo; la aplicabilidad de este artículo es, sin embargo, problemática y su utilización, muy poco frecuente. Un segundo camino es el de facilitar la aparición de la figura de los pequeños consultores privados de prevención, en el marco de las reglamentaciones que regulan la intervención de los servicios de prevención externos en la empresa, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 7.3 de la directiva marco. Aunque vender consultoría de preve n- ción es difícil (9) porque se trata de un producto que los pequeños empresarios no están naturalmente inclinados a comprar, una legislación apropiada puede estimular el mercado y facilitar la venta. Así, por ejemplo, en España el actual Reglamento de los Servicios de Prevención restringe mucho las posibilidades de actividad de los pequeños consultores de prevención, favoreciendo en cambio la creación de asesorías relativamente grandes. Ello es consecuencia de unas exigencias bastante estrictas para la autorización de sus actividades. Un reciente informe (2) elaborado por encargo del Presidente del gobierno español, propone algunos cambios normativos que faciliten la entrada en el mercado de los pequeños consultores, con el objetivo, justamente, de facilitar el acceso de las pequeñas y medianas empresas a la prevención, que hasta el presente es relativamente escaso. Desde los poderes públicos es posible también potenciar la utilización de los recursos de las grandes empresas mediante esquemas de buena vecindad como el Good Neighbour Scheme nacido en Irlanda en 1996 y más tarde adoptado por el Health and Safety Executive británico. En estos programas se invita a participar a las empresas que desean compartir su experiencia en prevención de riesgos laborales con sus proveedores y contratistas, sus empresas vecinas y las escuelas locales. Las fórmulas de participación pueden ser diversas y, en ciertos casos contar con el apoyo directo del Health and Safety Executive. Una vía completamente distinta pero, al parecer bastante fructífera al menos en ciertos países, es la de potenciar la participación de los trabajadores mediante los delegados de prevención regionales o de zona, tal como funciona en Suecia desde 1974. La legislación sueca define para los delegados regionales tres cometidos:?? Inspeccionar e investigar las condiciones de trabajo en las pequeñas empresas.?? Fomentar la participación de los trabajadores en esta esfera, e?? Impulsar las acciones locales de prevención de riesgos.
Los estudios realizados hasta ahora sobre la efectividad del sistema (1) indican que aporta una ayuda considerable a las pequeñas empresas, presenta un balance mucho mejor que el de los inspectores de trabajo y ofrece también muchas ventajas frente a los servicios externos de seguridad. Aunque el sistema no está exento de problemas (la financiación, la formación de los delegados y, en ciertos casos, las críticas de los empleadores a la actuación de aquellos), parece que el balance es claramente positivo y la experiencia ha sido de algún modo imitada en otros países, como Noruega (en la construcción) y el Reino Unido (en la agricultura). En España la vigente Ley de Prevención deja la puerta abierta a la posibilidad de crear una figura similar siempre que haya acuerdo entre sindicatos y empresarios. En la Comunidad Autónoma de Asturias ha empezado a funcionar recientemente una experiencia de delegados de prevención de zona en el sector de la construcción. Asimismo, el Informe sobre Riesgos Laborales y su Prevención elaborado por el Presidente del consejo Económico y Social a petición del Presidente del Gobierno, hecho público recientemente, recomienda que los delegados de prevención de zona se implanten con carácter general en el sector de la construcción. Debemos señalar finalmente que la introducción de la prevención en las PYMES exige que la legislación tenga realmente en cuenta sus especiales características y, por eje m- plo, los requerimientos documentales no sean los mismos independientemente del tamaño de la empresa. Si ello no se tiene en cuenta es perfectamente posible que, forzadas por presión de la legislación, las PYMES desarrollen una actividad preventiva exclus i- vamente formal que tenga poca o ninguna repercusión sobre las condiciones reales de trabajo. Es lo que en España llamamos la documentalización de la prevención.
Bibliografía (1) Frick, K., Walters, D. Representación de seguridad y salud en las pequeñas empresas. El sistema sueco y sus enseñanzas. Revista Internacional del Trabajo, 117 (1998), núm. 3, 391-415. (2) Durán, F. Informe sobre riesgos laborales y su prevención. 2001. (En prensa). (3) Marriot, R. Safely Managed Enterprises. Can SMEs be encouraged to buy into safety? The Safety&Health Practitioner. October 1999. 27-29 (4) Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales Encuesta de Coyuntura Laboral. 4º trimestre. 2000 MTAS, Madrid. 2001. (5) Favaro, M. La prise en charge de la sécurité dans les PME. Quelques réflexions préalables à la conception des actions de prévention. Cahiers de notes documentaires. ND 2096-174-99. 174, 1999, 36-45. (6) Falk, Roger Work and health in small companies. Workshop summary No. 39. National Institute for Working Life. Stockholm. 2000 (7) Borley, J. Why big is still beautiful The Safety&Health Practitioner. April 1998. 26-28. (8) HSE Managing Risk Adding Value HMSO, London, 1998. (9) Tait, R., Walker, D. Marketing health and safety management expertise to small enterprises. Safety science 36 (2000) 95-110.