ARTÍCULO WWW.SANCYD.COM OBESIDAD INFANTO-JUVENIL. PROBLEMA DEL SALUD PÚBLICA DEL SIGLO XXI Dr. Francisco Rivas García. Unidad Municipal de Salud y Consumo. Ayuntamiento de Guadix (Granada). La obesidad es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, que suele iniciarse en la infancia y la adolescencia. En numerosas ocasiones tiene su origen en una interacción genética y ambiental, siendo más importante la parte ambiental o conductual, que se establece por un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético. Se caracteriza por una excesiva acumulación de grasa corporal que se manifiesta por un exceso de peso y volumen corporal (1). No obstante, existen circunstancias que se permite justificar la obesidad con el consumo excesivo y la ausencia de actividad física. Los cambios demográficos y culturales, junto con el incremento de familias monoparentales y/o la reducción del número de hermanos, han afectado el comportamiento de los niños y niñas en múltiples aspectos, incluidos sus hábitos de alimentación y la actividad física. Por ello, se hace necesario conocer las influencias de los factores demográficos como herramienta fundamental para desarrollar estrategias preventivas efectivas y sostenibles en el tiempo. Actualmente se disponen de diversos métodos para valorar la obesidad infanto-juvenil, pero los más utilizados tanto en clínica como en epidemiología se centran en el estudio de la relación existente entre edad, sexo, peso, talla e índice de masa corporal. También son útiles las medidas de los pliegues cutáneos, en especial el tricipital, y otros métodos en determinadas circunstancias tales como la bioimpedancia eléctrica, absorción dual de rayos X y resonancia magnética (2-4).
La obesidad infanto-juvenil es un potente indicador del estado de salud, de ahí las importantes consecuencias sociales, económicas y sanitarias. Todo ello hace que la obesidad en la infancia se conciba como un importante problema de salud pública en los países desarrollados y los que se encuentran en vías de desarrollo. Concretamente la obesidad infantil en los países desarrollados suele ser más frecuente en los niveles socioeconómicos más desfavorecidos, con peor nivel nutricional y formativo, que consideran todavía la obesidad infantil como un indicador de salud y posición social. Por el contrario, en los países en vías de desarrollo los niveles socioeconómicos más altos son los que suelen tener este erróneo concepto de la obesidad infantil (5). En las sociedades desarrolladas la obesidad, junto con la caries dental, es el trastorno nutricional más frecuente durante la infancia y la adolescencia. Su prevalencia ha aumentado progresivamente en el curso de las últimas décadas, tal como han descrito Moreno et al (6-7) en Zaragoza y Martínez Vizcaíno et al en Cuenca (8). Los datos existentes, referidos a población adulta revelan una elevada variabilidad en la prevalencia de obesidad en España según las regiones, influenciada por variables socioeconómicas y culturales (9-10) y una tendencia en alza de la obesidad (según datos de peso y talla autorreferidos) en adultos también variable de una región a otra (11). Actualmente el exceso de peso corporal es uno de los desafíos globales para la salud pública más preocupantes del siglo XXI, especialmente para la zona europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), puesto que la prevalencia de la obesidad se ha triplicado en las últimas dos décadas. Este alarmante incremento ha llevado a la OMS a calificar el fenómeno de la obesidad como epidemia global (12). La tasa anual de incremento de la obesidad en la infancia ha crecido de forma sostenida en esta parte del mundo. Según la International Obesity Task Force (IOTF), la prevalencia en Europa de sobrepeso de los niños de 7 a 11 años oscila entre el 10 y el 35% y en adolescentes entre el 9 y 23%. Aunque no se tienen datos precisos, se considera que en el año 2010 habrá 150 millones de adultos y 15 millones de niños obesos en Europa, con la tasa infantil más elevada (40%) en los países ribereños del
Mediterráneo. Esa prevalencia de sobrepeso y obesidad para España se sitúa entre las más elevadas de nuestro continente. El estudio Enkid, llevado a cabo en 1998-2000, reveló que la prevalencia de obesidad infantil en España era del 6,3% y la de sobrepeso del 18,1% (13). De entre las comunidades autónomas españolas, Andalucía y Canarias presentan los mayores valores de prevalencia de obesidad, tanto en el adulto, como en el niño. De acuerdo con el referido estudio, el 8,1% de los participantes andaluces del estudio eran obesos, mientras que el 27,3% presentaban sobrepeso. En niños y niñas las consecuencias de la obesidad infantil se han asociado con factores de riesgo para enfermedades, como las cardiovasculares, la diabetes, los problemas ortopédicos y ciertos desórdenes mentales. Un alto Índice de Masa Corporal (IMC) en la adolescencia puede predecir una elevada mortalidad en la edad adulta, así como altas tasas de enfermedades cardiovasculares, incluso si se pierde el exceso de peso (14). Numerosas patologías relacionadas con la obesidad de la edad adulta, se pueden apreciar ahora en los niños, como, por ejemplo, el síndrome metabólico (15). La hipertrigliceridemia atribuible al incremento de lipoproteínas ricas en triglicéridos (TRL) es la alteración metabólica más invariable en la obesidad (16). El sobrepeso y la obesidad son difícilmente reversibles después de haberse establecido por largo tiempo. El ambiente que suele propiciar un potencial riesgo para desarrollo de obesidad (abundancia y precio de los alimentos, tamaño de las porciones, presión social para el consumo, marketing de alimentos y reducido espacio para el ejercicio físico, entre otros) está frecuente y directamente ligados con la población infantil y adolescente, lo que dificulta una elección más saludable. Las dietas poco saludables y el sedentarismo son los mayores contribuyentes al exceso de peso y a la obesidad infantil, por lo que las estrategias de tratamiento deben orientarse hacia una adecuada formación en alimentación y salud, así como a la práctica de ejercicio físico. El estudio Enkid cuantificó que el 8,2% de la población infantil y juvenil no desayuna adecuadamente y, entre quienes si lo hacen, predominan los productos lácteos, los cereales y la bollería (17).
La obesidad es un trastorno metabólico que conduce a una excesiva acumulación de energía en forma de grasa corporal en relación con el valor esperado según el sexo, talla y edad (18). En población infantil obesa la definición de obesidad puede no ser siempre precisa, debido a que muchas veces se observa también en ellos un aumento de la masa libre de grasa. El criterio más exacto para el diagnóstico de obesidad es la determinación del porcentaje de grasa que contiene el organismo. Para ello, se pueden utilizar diversas técnicas de medición que estiman el contenido de grasa del organismo, como son: la antropometría, la pletismografía por desplazamiento de aire, la absorciometría dual de rayos X y la impedanciometría, entre otras (19). En la práctica clínica actual, el índice más utilizado para el diagnóstico de obesidad es el índice de masa corporal (IMC). No obstante, la principal limitación del IMC es la ausencia de distinción entre la masa grasa y la masa libre de grasa. Por ello, la medición del pliegue subcutáneo tricipital por encima del percentil 95 también se ha utilizado como definición de obesidad, debido a que la grasa subcutánea constituye el 50% de la masa grasa corporal total, pero tiene también sus limitaciones para cuantificar con precisión la masa grasa. Por tanto, no sólo es importante la cuantificación de la grasa corporal sino también conocer su patrón de distribución corporal, ya que se correlaciona con las anomalías metabólicas presentes en la obesidad, más que con el grado de adiposidad (21). Este patrón de distribución corporal de la grasa se observa, no sólo en la vida adulta, sino que está presente desde la adolescencia (22). Fuentes: 1. Ballabriga A, Carrascosa A. Obesidad en la infancia y adolescencia. En: Ballabriga A, Carrascosa A, editores. Nutrición en la infancia y adolescencia. 2. a ed. Madrid: Ergon S.A., 2001; p. 559-82. 2. Valtueña Martínez S, Arija Val V, Salas-Salvadó J. Estado actual de los métodos de evaluación de la composición corporal: descripción, reproducibilidad, precisión, ámbitos de aplicación, seguridad, coste y perspectivas de futuro. Med Clin (Barc) 1996; 106:624-35. 3. Caballero B. Obesidad. En: Tojo R, editor. Tratado de nutrición pediátrica. Barcelona: Ediciones Doyma S.L., 2001; p. 547-57.
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