La Historia de la Filosofía en sus textos PLATÓN. Departamento de Filosofía 1

Documentos relacionados
El Mito de la Caverna

El mito de la caverna (República, VII) Leer y analizar a partir de las preguntas.

- Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!

Nombre y apellidos: FICHA 1: CUESTIONES SOBRE LA PELICULA EL SHOW DE TRUMAN

El mito de la caverna (República, VII)

INSTITUCIÓN EDUCATIVA HÉCTOR ABAD GÓMEZ

Fedón. 74 a-83d. Diálogo perteneciente al periodo de madurez de Platón (s.iv a.c), el tema principal es LA INMORTALIDAD DEL ALMA (ANTROPOLOGÍA)

COMENTARIOS DE PLATÓN

-ARÍSTOCLES: PLATÓN (ANCHO DE FRENTE O DE HOMBROS), ATENIENSE. ( A.C.)

PLATÓN ES CONSIDERADO EL PRIMER GRAN FILÓSOFO POR INTEGRAR: UNA TEORÍA DEL HOMBRE (ANTROPOLOGÍA)

FEDÓN Platón SOBRE EL ALMA

3.1. EL DUALISMO METAFÍSICO DE PLATÓN

PLATON: República VI: El símil de la línea (Rep., 510a-511e)

-Frases y símbolos del mito de la caverna y su equivalente filosófico. -

El Mito de la Caverna Platón

Platón. Textos y Actividades

PENSAMIENTO DE PLATÓN ( a. C.)

Platón II. Teoría del conocimiento. 1. Antecedentes: la búsqueda de lo permanente y la unidad en el nacimiento del pensamiento racional.

Lo decimos, por Zeus! dijo Simmias, y de manera rotunda.

Señala la celda en la que coincide las mismas palabras

Por frecuencia Por orden alfabético

5.1 PLATÓN: República, Libro VI, 508e1-511e; Libro VII 514a-517c (Trad. C.Eggers Lan). Ed. Gredos. Madrid

2.- Tipos de conocimiento en Platón. Con qué mundo se relaciona cada uno de ellos?

Platón ( a.c.)

El mito de la caverna, que presenta Platón en uno de los diálogos

CadaEstudiante.com explorar cuestiones de la vida universitaria y Dios

La Historia de la Filosofía en sus textos LOS SOFISTAS. Departamento de Filosofía

No, no sería capaz dijo, al menos por el momento. Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba.

Dios hizo los cielos y la tierra literalmente de la nada. Sólo Dios pudo hacer esto!

Por qué tiene que haber Ideas? RAZONES PARA CREER

PROBLEMA DE LA REALIDAD

Cátedra de Filosofía C.P.E.M Nº 18

La explicación metafísica de la realidad

Meditaciones metafísicas: René Descartes

El Bhagávad Gita. La Canción Divina de Dios

CAMINOS DE SABIDURÍA ORIENTE- OCCIDENTE: FUNDACIÓN WILLIGIS JÄGER SHIN JIN MEI. Poema de la fe en el Espíritu

la importancia de La Palabra de Dios DISCUSION 4

' Monica Fuste. «He aquí mi secreto dijo el zorro, es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

3.- Justificación del texto desde la posición filosófica del autor.

TEMA 2º. PLATÓN ( a. de C)

" #!$ % & ' # #! ( * ' +$ ! ',! ( -! )!.,!, / !' 7! 8 * 9( * '! ' $ 8 $ #

MENÓN Menón. Texto: páginas Conceptos virtud sofistas (Gorgias) Preguntas 1. Cuál es el problema que se plantea inicialmente?

Dios lo Hizo Todo. capítulo uno

En el vacío de la taza de té

METAFÍSICA MUNDO IDEAS MUNDO SENSIBLE. inmutables indivisibles universales eternas perfectas inteligibles jerarquizadas

Las niñas no deberían jugar al fútbol

Capítulo 5. Creación y Caída del Hombre

1ª [Contexto: tras conocer las acusaciones de que es objeto Sócrates, Lisias,

Los orígenes del análisis. Jesús Ruiz Felipe. Profesor de Física y Química.

UNIDAD 3: LA FILOSOFÍA ARISTOTÉLICO-TOMISTA: LA NATURALEZA

COMENTARIOS DESCARTES

EL SOL, LA LÍNEA Y LA CAVERNA ( FRAGMENTOS )

CRITICA LA TEORÍA DE LAS IDEAS DE PLATÓN: 1. AHORA HAY QUE EXPLICAR DOS MUNDOS. LA DIFICULTAD SE DUPLICA.

Semana 2: De lo simple a lo complejo: desde la célula hasta el animal pensante. El perro sabe, pero no sabe que sabe. Pierre Teilhard de Chardin

Resumen. Prólogo. Es posible estar enamorado de la misma persona toda la vida? Observemos las relaciones amorosas tal y como son

La verdad no es el invento del pensamiento de ningún hombre.

Repartido 1 - Platón 1

Districte Universitari de Catalunya

Tª REALIDAD (ONTOLOGÍA-METAFÍSICA)

Carácter y atributos de Dios.

TAREA 9.1. ANALIZAMOS IMÁGENES Y DOCUMENTOS SOBRE EL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA ILUSTRACIÓN.

10 Preguntas que te Ayudarán a Verlo y Obtenerlo. La pregunta de la Posesión: Es este sueño realmente mi sueño?

SERIE: DIOS La Existencia de Dios

PLATÓN. PLATÓN, texto 1 República, Libro IV, 432b-435c

LOS VERSOS DE ORO PITÁGORAS. Pitágoras. Página 1 de 6 Cortesía de Nueva Acrópolis

"Entonces, lo que aporta la verdad a las cosas cognoscibles y otorga al que conoce el poder de conocer, puedes decir que es la Idea del Bien. Y por se

Mente y Cuerpo. Teorías que explican el problema Mente - cuerpo.

POR QUÉ NO SOY CREYENTE* Norberto Bobbio. Norberto Bobbio

3. SÓCRATES ( a. de C.)

La Iglesia no es lo que parece

3. EL PROBLEMA FILOSÓFICO DE LA VERDAD

CANTARES FILOSÓFICO MORALES. Ramón de Campoamor y Campoosorio ( )

Cómo santificamos el nombre de Dios?

AHORA... SÍ LO ENTIENDO TODO, PAPÁ!

IMMANUEL KANT. Claudia Gangutia Martínez Maria Rosselló Seguí

ESENCIA DE LA ENSEÑANZA DIVINA

HUME. Contenidos de mi mente. Impresiones: Son las percepciones que nos suministran nuestros sentidos, por lo que son más vivas que nuestras ideas.

TEMA 8: LA REFORMA TOMISTA DE LA METAFÍSICA DE ARISTÓTELES Y LA CONCEPCIÓN DE LA TEOLOGÍA COMO ÁMBITO MÁS ELEVADO DEL SABER

PLATÓN EJERCICIOS - CUESTIONES

1.- Qué tema trata Platón en este texto? Por qué dice "... teniendo esta tarea no tanto por honrosa como por ineludible"?

Resumen. - Prólogo. - Observe cómo ha evolucionado su relación. - Es usted un ser humano o un hacer humano?

KANT Y LA ILUSTRACION

Una visita en el cuarto de baño

Parábola de la libertad cristiana Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

UNIVERSIDADES DE ANDALUCÍA PRUEBA DE ACCESO A LA UNIVERSIDAD

Resumen. - El sentimiento es la motivación oculta, su verdad que impulsa su imaginación

La Sabiduría del Silencio Interno. - Texto Taoísta -

LENGUAJE. Noveno Grado INDICACIONES. Ministerio de Educación El Salvador. Nombre del estudiante. Nombre de la institución

Eshet Jail. Tzevet Natzratim - OZ VE'HADAR

«Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me ha enviado» (Jn 7,

LA SANTIDAD ORDENADA. Introducción

Capítulo XXII. tratado de la pintura

PROBLEMA DE LA REALIDAD

Forjadas por la mente, a partir de la experiencia externa, de los sentidos: "extrañas y venidas de fuera".

CANTARES AMOROSOS. Ramón de Campoamor y Campoosorio ( )

TEXTOS DE DESCARTES (8-14)

10 SECRETOS PARA TRATAR DE VIVIR MEJOR...

Transcripción:

PLATÓN Departamento de Filosofía 1

FILOSOFÍA ANTIGUA LA ACADEMIA DE PLATONSIGLO V a.c. (República, VII) EL MITO DE LA CAVERNA El libro VII de la República comienza con la exposición del conocido mito de la caverna, que utiliza Platón como explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento, según la teoría explicada al final del libro VI. I - Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver b la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas. -Ya lo veo-dijo. -Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura c sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados. - Qué extraña escena describes-dijo-y qué extraños prisioneros! -Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos? - Cómo--dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas? - Y de los objetos transportados? No habrán visto lo mismo? - Qué otra cosa van a ver? -Y si pudieran hablar los unos con los otros, no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos? -Forzosamente. - Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar? -No, por Zeus!- dijo. -Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados. -Es enteramente forzoso-dijo. -Examina, pues--dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, qué crees que contestaría si le dijera d alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba? -Mucho más-dijo. II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra.? Departamento de Filosofía 2

-Así es -dijo. -Y si se lo llevaran de allí a la fuerza--dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas? -No, no sería capaz-dijo-, al menos por el momento. -Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio. - Cómo no? -Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que. él estaría en condiciones de mirar y contemplar. -Necesariamente--dijo. -Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían. -Es evidente--dijo-que después de aquello vendría a pensar en eso otro. - Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos? -Efectivamente. -Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo-de Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable? -Eso es lo que creo yo-dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida. -Ahora fíjate en esto-dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol? -Ciertamente-dijo. -Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?. -Claro que sí-dijo. III. -Pues bien- dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del. sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la. región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública. -También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo. Resume brevemente todo el mito y explica los distintos grados de conocimiento humano en relación con la realidad y la función del filósofo en la sociedad. Departamento de Filosofía 3

LA INMORTALIDAD DEL ALMA EN EL "FEDÓN" El "Fedón" relata la conversación que mantuvo Sócrates en la prisión con sus amigos, el día de su muerte, sobre la inmortalidad del alma y el significado de la filosofía y la vida del filósofo. Dos de los argumentos utilizados para demostrar la inmortalidad del alma, el de la reminiscencia y el de la simplicidad, se basan en la teoría de las Ideas. Los otros dos, el de los contrarios y el del principio vital, en creencias propias de la época. 1) La prueba de los contrarios 3) La prueba de la simplicidad 2) La prueba de la reminiscencia 4) La prueba del principio vital Prueba de los contrarios -En cuanto a la vida-prosiguió Sócrates-, No tiene también su contrario, como el sueño y la vigilia? -Sin duda-admitió Cebes. - Y cuál es el contrario de la vida? -La muerte. -Y estas dos cosas, No nacen una de otra al ser contrarias? No existen entre ellas dos generaciones? -Naturalmente. -Hablaré ahora - prosiguió Sócrates - de los dos contrarios que acabo de citar, y tú me hablarás de la otra combinación. Digo, pues, que del sueño nace la vigilia, y de la vigilia nace el sueño; y que la generación de ésta a aquél, es el sopor, y de aquél a ésta, es el despertar. Lo comprendes? -Sí. -Háblanos ahora tú de la combinación de la vida y la muerte. No dijiste que el vivir es contrario al morir? -Sí, lo dije. - Y que nacen uno de otro? -Así es. - Qué nace, pues de la vida? -La muerte -respondió Cebes. - Y qué nace de la muerte?-insistió Sócrates. -Es necesario admitir que de ella nace la vida. -Así pues, Cebes, La vida y los seres vivientes se engendran de los muertos? -Así parece-contestó Cebes. - Nuestras almas están, pues, en el Hades? -Cierto. - Y una de las dos generaciones, en este caso, no es sensible? Sabemos o no qué es el morir? -Lo sabemos. - Qué haremos pues?-prosiguió Sócrates-, No hemos de admitir en ella la generación contraria, porque si no la Naturaleza sería deficiente? No es necesario admitir que la muerte tiene su generación contraria? -Efectivamente-afirmó Cebes. - Y cuál es ese contrario? -Renacer. -Por mi parte -continuó Sócrates-, al mito el renacer, si existe una generación de la muerte a la vida. Estamos, pues, de acuerdo también en este punto: que los vivos proceden de los muertos, del mismo modo que éstos proceden de aquéllos. Siendo así, me parece irrefutable la necesidad de que las almas de los muertos están en alguna parte, de donde renacen de nuevo. -Piensa, querido Sócrates, que ésta es una consecuencia necesaria de todo lo que llevamos dicho. -Creo, pues, Cebes, que no nos hemos engañado. En efecto: si todos los contrarios no naciesen recíprocamente, en círculo, y lo hicieran en línea recta, sin girar de uno al otro, todas las cosas tendrían la misma figura, y finalmente acabarían. -No te comprendo, Sócrates. -Lo comprenderás inmediatamente. Sí tan sólo existiera el sueño y no el despertar, su natural consecuencia, todas las cosas nos representaría la fábula de Endimión. Si todo estuviera mezclado, llegaríamos a las enseñanzas de Anaxágoras: "todas las cosas se hallan confundidas". De igual modo, Cebes, si todo cuanto vive tiene que morir, y una vez muerto no retorna a la vida, No estaría todo muerto, sin que nada viviese? Porque si de lo muerto no se origina lo vivo, y lo vivo desaparece en lo muerto, Cómo podría evitarse que el mundo entero quedara absorbido por la muerte? -Creo que no podría evitarse, Sócrates, y que tienes toda la razón. Departamento de Filosofía 4

-Yo también creo que haces bien, Cebes, en admitirlo, pues es cierto que hay un retorno a la vida; es cierto que los vivos nacen de los muertos; que las almas de los muertos existen, y que la suerte de las almas buenas es mejor que la de las almas peores. Prueba de la reminiscencia -Todo cuanto dices, Sócrates, es consecuencia de otro de tus principios: que nuestra ciencia no es más que reminiscencia. Si esto es cierto, hemos tenido que aprender en algún tiempo anterior aquello de lo que nos acordamos ahora. Y esto no sería posible si nuestra alma no hubiera existido en alguna parte, antes de tomar esta forma humana. De ahí puede deducirse que nuestra alma es inmortal. -Pero Cebes - interrumpió Simmias -, Cómo lo de muestras? Dímelo, porque no lo recuerdo ahora. -Existe un argumento bellísimo -continuó Cebes-. Todos los hombres, al ser interrogados correctamente, lo dicen todo tal como es. Y, ciertamente, no serían capaces de hacerlo sin tener un juicio razonable. Además, cuando se les sitúa ante un diagrama o algo por el estilo, entonces la prueba resultante revela con toda claridad que esto es así. -Si no te convence nuestro argumento, Simmias -admitió Sócrates-, atiende ahora: Te es difícil creer que nuestro saber sea una reminiscencia, verdad? -Precisamente de sería comprenderlo -replicó Simmias-. Cebes ha reavivado mis recuerdos, pero ahora escucharía gustoso las pruebas que quisieras exponerme. -Veamos -prosiguió Sócrates-, Estamos de acuerdo en que para recordar es preciso haberlo sabido antes? -De acuerdo. - Y que cuando la ciencia llega de este modo es una reminiscencia? He aquí mi convicción: cuando un hombre al ver u oír alguna cosa, o percibir algo por los demás sentidos, no solamente conoce este algo, sino que piensa que procede de un conocimiento distinto, No diremos que este hombre recuerda algo que ya ha pensado? - Cómo dices?-preguntó Simmias. -Atiende a este ejemplo: es distinto conocer a un hombre que conocer una lira, Verdad? -Cierto-contestó Simmias. - Sabes -prosiguió Sócrates- qué les ocurre a los amantes, cuando ven una lira, un traje o cualquiera de las cosas de que tiene costumbre de servirse? Al ver la lira, piensan en quien la usa. Esto es, pues, la reminiscencia. Como sucede cuando al ver a Simmias, te acuerdas de Cebes, y miles de ejemplos como éste. -Infinitos-admitió Simmias. -La reminiscencia se pone más de relieve cuando se trata de hechos olvidados por el transcurso del tiempo o por falta de atención. -Cierto. - Acaso al ver un caballo o una lira pintados-prosiguió Sócrates-no despierta en nosotros el recuerdo de un hombre? Y al ver un retrato de Simmias, no recordamos inmediatamente a Cebes? -Evidentemente. -Y con más razón, al contemplar el propio retrato de Simmias, le recordamos a él mismo. -Es natural. -De esto se deduce que la reminiscencia se origina tanto entre cosas distintas, como semejantes. -Claro. -Y cuando alguna cosa se asemeja a otra, No nos damos cuenta enseguida si carece de algún rasgo o no? -Es cierto. -Atiende, pues, a lo que voy a decirte: estamos de acuerdo en que existe lo igual. No me refiero ahora a la semejanza de un árbol con otro, ni de una y otra piedra, ni de cosas por el estilo: sino de la Igualdad en sí misma. Admitimos que existe, o no? -Si existe, Por Zeus! - Y podemos definir tal Igualdad? -Sí, podemos. - De dónde hemos obtenido tal conocimiento? Acaso no surge de las cosas que hemos citado? Al haber visto los árboles, las piedras y otras cosas iguales, no hemos pensado en una Igualdad que no es árbol, ni piedra, sino algo completamente distinto? Atiende: las mismas piedras y árboles, no nos parecen unas veces iguales y otras no? -Ciertamente. -Y la Igualdad, Te ha parecido alguna a vez desigualdad? -Nunca, Sócrates. -En tal caso, la Igualdad y lo igual, no son lo mismo? -De ningún modo. -Fíjate que de esas cosas iguales, distintas de la Igualdad, es de dónde has obtenido tal idea. -Así es. -Y esto, tanto si semejante a ellos como desemejante. -Comprendo. -Cuando la vista de algo te hace pensar en una cosa igual o desigual, es obligado que se produzca una reminiscencia. Departamento de Filosofía 5

-Naturalmente. -Pero Qué sucede-siguió Sócrates-cuando vemos árboles iguales u otras cosas iguales? Nos parecen iguales como la Igualdad en sí, cuales son inferiores en algo? -Son inferiores, sin duda-contestó Simmias. -Estamos de acuerdo en que, cuando alguien ve una cosa, y piensa que es igual a otra, es necesario que haya conocido antes la otra. -Totalmente necesario. - Una cosa nos recuerda pues las cosas iguales cuando intentamos compararlas? -Es muy posible, Sócrates. -Es preciso que hayamos tenido un conocimiento anterior de la Igualdad para que podamos decir, al ver dos cosas iguales por primera vez: todas estas cosas se asemejan a la Igualdad, pero con cierta imperfección. -Sigue. -Estamos también de acuerdo en que hemos obtenido esta idea gracias a alguno de nuestros sentidos, porque todos son capaces de ello. -Según nuestra discusión, todos se equivalen, Sócrates. -Obtenemos, pues, de los sentidos tal conocimiento; todas las cosas iguales que impresionan nuestros sentidos tienden a la Igualdad en sí, pero sin conseguirlo enteramente, Verdad? -En efecto. -Por tanto, Simmias, antes de haber empezado a hacer uso de nuestros sentidos es preciso haber tenido conciencia de esta Igualdad en sí, para relacionar con ella las igualdades y comprobar que todas tienden a ella, aun siéndole inferiores. -Consecuencia necesaria de lo que llevamos dicho, Sócrates. - Y acaso desde nuestro nacimiento no hemos empezado abusar de nuestros sentidos? -Cierto. -Pero antes debemos haber obtenido conocimiento de la Igualdad. -Sí. -Y esto debe haber ocurrido antes de nuestro nacimiento. -Evidentemente. -En consecuencia, desde antes de nacer, conocemos no sólo la Igualdad, lo Grande y lo Pequeño, sino todas las cosas de índole semejante. Pues lo que afirmamos no es sólo aplicable a la Igualdad, sino a la Belleza, Bondad, Justicia, Santidad y lo restante de nuestra existencia. Es, pues, del todo preciso que hemos tenido conocimiento de todo ello antes de nacer. -Así es. -Y si después de haber adquirido tales conocimientos, no los olvidásemos, los conservaríamos toda la vida. Pues el saber no es más que conservar la ciencia que se ha recibido. Y olvidar, no es perder lo que antes se había sabido? -De acuerdo, Sócrates. -Estamos de acuerdo en que lo que se ha percibido por la vista, el oído u otro sentido lleva a pensar en otra cosa olvidada, que guarda con aquélla cierta relación, bien pareciéndosele o no. Es, pues, necesario que nazcamos ya con tales conocimientos y los conservemos a lo largo de nuestra vida, o bien que los que aprenden no hagan más que recordar y la ciencia no sea sino una reminiscencia. -Hablas con justeza, Sócrates. - Qué opinión sigue, pues, Simmias? Nacemos ya con los conocimientos o recordamos después de haber olvidado lo aprendido? -No sé por cual debo optar. - Crees que un hombre que sabe algo puede razonar lo que sabe? -Creo que puede. - Y piensas que todos los hombres sabrían dar razón de lo que estamos discutiendo? -Así lo desearía-continuó Simmias, pero veo muy difícil encontrar a un hombre capaz de hacerlo. - Te parece, pues, Simmias, que todos los hombres poseen tales conocimientos? -De ningún modo. - Entonces, no hacen sino recordar lo aprendido anteriormente? -Eso es. - Y cuándo han adquirido nuestras almas tales conocimientos? No será después de haber nacido. -De ningún modo. - Con anterioridad, pues? -Naturalmente. -En tal caso, pues, Simmias, nuestras almas existían ya antes de tener forma humana y poseían capacidad de pensar. -Podríamos también suponer, Sócrates que reciben tales conocimientos en el momento de nacer. -Podría admitirse, amigo Simmias; pero, en tal caso, En qué momento los hemos perdido? Porque acabamos de reconocer que no nacemos con ellos. No te parece? Reconozco que dicho una necedad. Departamento de Filosofía 6

-Entonces-prosiguió Sócrates-, debemos admitir que si existen lo Bello, lo Justo y las demás esencias de tal naturaleza, y si referimos todo lo percibido por nuestros sentidos a estas Ideas primarias que existen ya en nosotros, es preciso que nuestra alma haya existido antes de nacer, ya que en caso contrario nuestro conocimiento caería por su base. No es así? No es preciso que, si estas cosas existen, nuestras almas hayan existido antes que nosotros y que, si aquéllas no existen, tampoco existe nuestra alma? -Me maravillo, Sócrates, ante la exactitud de tu juicio. Queda, pues, claro que antes de nacer nosotros existe ya nuestra alma y todas las esencias de las que hablamos. -Comprendo con toda claridad que existe lo Bello, lo Bueno y lo Justo, según tú me lo has demostrado. - Y Cebes estará también convencido de ello? -Creo que lo admitirá-dijo Simmias-, aunque es de los hombres más difíciles de convencer; pero, por el momento, está persuadido de que nuestra alma existía ya antes de nuestro nacimiento. Aunque todavía queda en duda si sobrevive después de la muerte, porque la opinión del pueblo, admitida por Cebes, tiene mucha fuerza. El vulgo cree que cuando el hombre muere el alma desaparece y deja de existir. En efecto: Qué obstáculo hay para que el alma nazca, que exista en alguna parte distinta antes de entrar en el cuerpo y que, cuando le abandone, no perezca con él? -Dices muy bien, Simmias-replicó Cebes-; pero es evidente que se ha llegado a la mitad de lo que se trata de demostrar: que nuestra alma existe antes de nacer nosotros. Ahora convendría demostrar que, después de nuestra muerte, el alma puede seguir existiendo, y así la demostración sería completa. -Sócrates continuó: -Se ha demostrado ya, amigos Simmias y Cebes, y si queréis ahora unir en un solo ambos argumentos, según lo anteriormente acordado, comprenderéis que todo lo vivo nace de lo muerto. Así pues, si nuestra alma existe desde antes, es necesario que, al venir a la vida y nacer, no proceda de ninguna otra parte más que de la muerte, del estar muerto. Cómo no va a ser necesario que sobreviva aun después de muerta, ya que es preciso que nazca de nuevo? Con este razonamiento se demuestra lo preguntado. Sin embargo, me parece que ambos deseáis profundizar más en ello, porque tenéis la preocupación infantil que cuando el alma sale del cuerpo y el viento puede diluirla. -Al oír esto, Cebes se echó a reír y argumentó: -Supongo, Sócrates, que tengamos este temor y que tú intentes quitárnoslo o que hubiera entre nosotros un niño que sintiera este miedo. Trata de convencerle de que abandone el temor de la muerte, a la que presiente como un fantasma. Prueba de la simplicidad - Admitimos, pues, dos especies de seres: los visibles y los invisibles? -Podemos admitirlos-afirmó Cebes. - Y que lo invisible se mantiene siempre idéntico, mientras lo visible cambia continuamente? Bien-continuó Sócrates-, No estamos formados únicamente de alma y cuerpo? -Únicamente-respondió Cebes. - A cuál de las dos especies diremos que nuestro cuerpo se parece más? -Evidentemente a la especie visible. -Y el alma, Es visible o invisible? -Es invisible para los hombres-confirmó Cebes. -Pero cuando hablamos de cosas visibles e invisibles, Nos referimos a la naturaleza de los hombres o a otra? -Nos referimos a la naturaleza de los hombres. - Qué diremos, pues, acerca del alma? Es visible o invisible? -Invisible. - Acaso es inmaterial? -Lo es. -Así pues, el alma se asemeja más a lo inmaterial y el cuerpo lo material. -Totalmente cierto-afirmó Cebes. - Acaso no decimos desde antiguo que el alma, cuando se sirve del cuerpo para observar algo por medio de la vista, el oído o algún otro sentido-ya que es función del cuerpo observar por medio de los sentidos-, se arrastra hacia las cosas que nunca se mantienen igual y se extravía, se altera y vacila, como si estuviera bebida, para acercarse a cosas de tal naturaleza? -Cierto. -Pero cuando actúa por sí misma, se inclina entonces a lo puro, inmortal e inmutable y, siendo de la misma naturaleza, persiste en ello cuando le es permitido y permanece junto a aquellos seres que son siempre los mismos, y se mantiene invariable porque está en contacto con cosas de su misma especie. Este estado del alma se llama sabiduría. Estoy de acuerdo contigo, Sócrates; te expresas con verdad y belleza. - A cuál de estas dos clases te parece que el alma se parece más, según lo que llevamos dicho? -Me parece, Sócrates, que, después de tal razonamiento, no hay hombre tan estúpido, en todo y por todo, que no comprenda que el alma es más semejante a lo inmutable que a lo variable. - Y acerca del cuerpo? -Es más semejante a lo segundo. Departamento de Filosofía 7

-Atiende a esto: cuando el alma y el cuerpo están juntos, la naturaleza ordena a uno ser esclavo y obedecer, y a la otra, mandar y dominar. De los dos, Cuál te parece más semejante a lo mortal y cuál a lo inmortal? No crees que a lo divino le pertenece el mandar y dirigir, y a lo mortal, el obedecer y ser esclavo? -Sí; me lo parece. - A cuál de los dos se parece el alma? -Es evidente, Sócrates, que el alma se parece a lo divino, y el cuerpo, a lo mortal. -Observa, pues, Cebes, si de todo cuanto acabamos de exponer no se deduce que el alma es muy semejante a lo divino, inmortal, inteligible, simple, indisoluble, siempre invariable y parecido a sí mismo, y el cuerpo se asemeja más a lo humano, mortal, sensible, compuesto, soluble y nunca inmutable. Podemos oponer a éste otro argumento, amigo Cebes, para demostrar que es así? -No podemos. - Y pues? Siendo esto así, no se comprende que el cuerpo se desmorone con rapidez, y el alma se mantenga totalmente indisoluble, o de un modo muy semejante. Por qué no? -Observa que cuando el hombre muere, su parte visible, es decir, su cuerpo, toma un aspecto al que llamamos cadáver, que está destinado disgregarse disolverse, aun cuando se conserve íntegro bastante tiempo y, sobre todo, si ha muerto la juventud. Y los cuerpos que embalsamaban en Egipto persisten durante un número incalculable de años, y aun cuando se corrompen, hay ciertas partes como los huesos, nervios y otras del mismo género, que permanecen inmortales. No es verdad? -Sí lo es, Sócrates. -El alma es, pues, un ser invisible que se dirige a un lugar noble, puro, llamado Hades, junto a un dios bueno y sabio, al que muy pronto me dirigiré yo. Crees que un alma provista de tales cualidades puede disolverse y aniquilarse al abandonar el cuerpo, como asegura la mayoría de los hombres? Debéis conocer exactamente lo que sucede, queridos Simmias y Cebes: si, al dejar el cuerpo, el alma se mantiene pura como si no hubiera tenido ninguna comunicación con él, sino meditando siempre y recogida en sí misma, sin oponerse a la muerte, no es ésta una preparación para el buen morir? -Exacto-replicó Cebes. -Si el alma, pues, se mantiene de este modo, se dirige hacia un lugar semejante a ella, un lugar divino, inmortal y lleno de sabiduría, donde vive feliz y libre de todo error, lejos de ignorancias y temores, de amores tiránicos y otros males comunes a la humanidad. Allí pasa con los dioses el resto de su existencia. Estáis de acuerdo conmigo, Cebes? -Totalmente de acuerdo, Por Zeus! -Pero si se aleja del cuerpo manchada e impura, pues ha estado siempre gozando de él, poseída por él, gozando únicamente de lo material: comida, bebida y todos los placeres del amor; si ha vivido llena de temor y de odio, evitando todo cuanto es oscuro, invisible y únicamente captable por la filosofía, Crees que al separarse así del cuerpo puede hacerlo pura y libremente? Prueba del principio vital -Dime-siguió Sócrates-, Qué debe existir en el cuerpo para que esté vivo? -El alma-contestó Cebes. - Siempre sucede así? -Siempre-declaró Cebes. - Luego el alma siempre trae con ella la vida? -Ciertamente. - Existe algo contrario a la vida? -Algo existe. - Qué es? -La muerte. -El alma nunca recibirá lo contrario de lo que lleva en sí misma, tal es la deducción de nuestros principios. -Dices bien -afirmó Cebes.... -Lo mismo debe decirse de lo inmortal. Si lo inmortal es imperecedero, cuando la muerte se acerque al alma, es imposible que esta muera, porque según lo dicho, el alma no recibirá jamás a la muerte y no morirá jamás. Como decíamos... Haz un esquema de las principales pruebas que demuestran la inmortalidad del alma Departamento de Filosofía 8

MENON (79 a 7-82 b 2) La Historia de la Filosofía en sus textos LA TEORÍA DE LA REMINISCENCIA En este conocido fragmento del "Menón" expone Sócrates la teoría de la reminiscencia, (en la que se apoyará para demostrar la inmortalidad del alma), como el único modo de superar el llamado "argumento polémico" que le presenta Menón sobre la posibilidad del conocimiento. MEN.- Y de qué manera vas a investigar, Sócrates, lo que no sabes en absoluto qué es? Porque qué es lo que, de entre cosas que no sabes, vas a proponerte como tema de investigación? 0, aun en el caso favorable de que lo descubras, cómo vas a saber que es precisamente lo que tú no sabías? Sóc.- Ya entiendo lo que quieres decir, Menón. Te das cuenta del argumento polémico que nos traes, a saber, que no es posible para el hombre investigar ni lo que sabe ni lo que no sabe? Pues ni sería capaz de investigar lo que sabe, puesto que lo sabe, y ninguna necesidad tiene un hombre así de investigación, ni lo que no sabe, puesto que ni siquiera sabe qué es lo que va a investigar. MEN.- No te parece que es un espléndido argumento, Sócrates? Sóc.- No. MEN. - Podrías decir por qué? Sóc.- Sí; porque se lo he oído a hombres y mujeres sabios en las cosas divinas. MEN.- Y qué es lo que dicen? Sóc.- La verdad, a mi parecer, y bien dicha. MEN.- Qué es, y quiénes la dicen? Sóc.- Los que la dicen son cuantos sacerdotes y sacerdotisas se preocupan de ser capaces de dar explicación del objeto de su ministerio. Pero también lo dice Píndaro y otros muchos de entre los poetas, cuantos son divinos. En cuanto a lo que dicen, es lo siguiente: y fíjate en si te parece que dicen la verdad. Pues afirman que el alma del hombre es inmortal, y que unas veces termina de vivir (a lo que llaman morir), y otras vuelve a existir, pero que jamás perece; y que por eso es necesario vivir con la máxima santidad toda la vida; "porque aquellos que a Prosérpina hayan pagado el precio de su antiguo pecado, al sol de arriba a los nueve años devuelve de nuevo las almas de ellos, de las que reyes ilustres y desbordantes de fuerza y en sabiduría los más grandes hombres saldrán; y para el tiempo restante héroes santos los llaman los hombres". Y ocurre así que, siendo el alma inmortal, y habiendo nacido muchas veces y habiendo visto tanto lo de aquí como lo del Hades y todas las cosas, no hay nada que no tenga aprendido; con lo que no es de extrañar que también sobre la virtud y sobre las demás cosas sea capaz ella de recordar lo que desde luego ya antes sabía. Pues siendo, en efecto, la naturaleza entera homogénea, y habiéndolo aprendido todo el alma, nada impide que quien recuerda una sola cosa (y a esto llaman aprendizaje los hombres), descubra él mismo todas las demás, si es hombre valeroso y no se cansa de investigar. Porque el investigar y el aprender, por consiguiente, no son en absoluto otra cosa que reminiscencia. De ningún modo, por tanto, hay que aceptar el argumento polémico ese; porque mientras ése nos haría pasivos y es para los hombres blandos para quien es agradable de escuchar, este otro en cambio nos hace activos y amantes de la investigación; y es porque confío en que es verdadero por lo que deseo investigar contigo qué es la virtud. MEN.- Sí, Sócrates; pero qué quieres decir con eso de que no aprendemos sino que lo que llamamos aprendizaje es reminiscencia? Podrías enseñarme que eso es así? Sóc.- Ya antes te dije, Menón, que eres astuto, y ahora me preguntas si puedo enseñarte yo, que afirmo que no hay enseñanza, sino recuerdo, para que inmediatamente me ponga yo en manifiesta contradicción conmigo mismo. MEN.- No, por Zeus, Sócrates, no lo he dicho con esa intención, sino por hábito; ahora bien, si de algún modo puedes mostrarme que es como dices, muéstramelo. Resume brévemente esta teoría del conocimiento propuesta por Platón Departamento de Filosofía 9

La alegoría de la línea REPÚBLICA", VI ( )No, no lo hagas-dijo. -Pues bien -dije-, observa que, como decíamos, son dos, y que reinan, el uno en el género y región inteligibles (el Bien), y el otro, en cambio, en la visible (el sol); y no digo que en el cielo para que no creas que juego con el vocablo. Sea como sea, tienes ante tí esas dos especies, la visible y la inteligible? -Las tengo. -Toma, pues, una línea que esté cortada en dos segmentos desiguales y vuelve a cortar cada uno de los segmentos, el del género visible y el del inteligible, siguiendo la misma proporción. Entonces tendrás, clasificados según la mayor claridad u oscuridad de cada uno: en el mundo visible, un primer segmento, el de las imágenes. Llamo imágenes ante todo a las sombras, y en segundo lugar, a las figuras que se forman en el agua y en todo lo que es compacto, pulido y brillante, y a otras cosas semejantes, si es que me entiendes. -Sí que te entiendo. -En el segundo pon aquello de lo cual esto es imagen: los animales que nos rodean, todas las plantas y el género entero de las cosas fabricadas. -Lo pongo-dijo. - Accederías acaso -dije yo- a reconocer que lo visible se divide, en proporción a la verdad o a la carencia de ella, de modo que la imagen se halle, con respecto a aquello que imita, en la misma relación en que lo opinado con respecto a lo conocido? Desde luego que accedo- dijo, -Considera, pues, ahora, de qué modo hay que dividir el segmento de lo Inteligible. - Cómo? - De modo que el alma se vea obligada a buscar la una de las partes sirviéndose, como de imágenes, de aquellas cosas que antes eran imitadas, partiendo de hipótesis y encaminándose así, no hacia el principio, sino hacia la conclusión; y la segunda, partiendo también de una hipótesis, pero para llegar a un principio no hipotético y llevando a cabo su investigación con la sola ayuda de las ideas tomadas en sí mismas y sin valerse de las imágenes a que en la búsqueda de aquello recurría. -No he comprendido de modo, suficiente -dijo-eso, de que hablas. -Pues lo diré otra vez - contesté-. Y lo entenderás mejor después del siguiente preámbulo. Creo que sabes que quienes se ocupan de geometría, aritmética y otros estudios similares, dan por supuestos los números impares y pares, las figuras, tres clases de ángulos y otras cosas emparentadas con éstas y distintas en cada caso; las adoptan como hipótesis, procediendo igual que si las conocieran, y no se creen ya en el deber de dar ninguna explicación ni a sí mismos ni a los demás con respecto a lo que consideran como evidente para todos, y de ahí es de donde parten las sucesivas y consecuentes deducciones que les llevan finalmente a aquello cuya investigación se proponían. -Sé perfectamente todo eso- dijo. - Y no sabes también que se sirven de figuras visibles acerca de las cuales discurren, pero no pensando en ellas mismas, sino en aquello a que ellas se parecen, discurriendo, por ejemplo, acerca del cuadrado en sí y de su diagonal, pero no acerca del que ellos dibujan, e igualmente en los demás casos; y que así, las cosas modeladas y trazadas por ellos, de que son imágenes las sombras y reflejos producidos en el agua, las emplean, de modo que sean a su vez imágenes, en su deseo de ver aquellas cosas en sí que no pueden ser vistas de otra manera sino por medio del pensamiento? -Tienes razón-dijo. XXI. -Y así, de esta clase de objetos decía yo que era inteligible, pero que en su investigación se ve el alma obligada a servirse de hipótesis y, como no puede remontarse por encima de éstas, no se encamina al principio, sino que usa como imágenes aquellos mismos objetos, imitados a su vez por los de abajo, que, por comparación con éstos, son también ellos estimados y honrados como cosas palpables. -Ya comprendo -dijo-; te refieres a lo que se hace en geometría y en las ciencias afines a ella. -Pues bien, aprende ahora que sitúo en el segundo segmento de la región inteligible aquello a que alcanza por sí misma la razón valiéndose del poder dialéctico y considerando las hipótesis no como principios, sino como verdaderas hipótesis, es decir, peldaños y trampolines que la eleven hasta lo no hipotético, hasta el principio de todo; y una vez haya llegado a éste, irá pasando de una a otra de las deducciones que de él dependen hasta que, de ese modo, descienda a la conclusión sin recurrir en absoluto a nada sensible, antes bien, usando solamente de las ideas tomadas en sí mismas, pasando de una a otra y terminando en las ideas. Ya me doy cuenta -dijo-, aunque no perfectamente pues me parece muy grande la empresa a que te refieres, de que lo que intentas es dejar sentado que es más clara la visión del ser y de lo inteligible que proporciona la ciencia dialéctica que la que proporcionan las llamadas artes, a las cuales sirven de principios las hipótesis; pues aunque quienes las estudian se ven obligados a contemplar los objetos por medio del pensamiento y no de los sentidos, sin embargo, como no investigan remontándose al principio, sino partiendo de hipótesis, por eso te parece a ti que no adquieren conocimiento de esos objetos que son, empero, Departamento de Filosofía 10

inteligibles cuando están en relación con un principio. Y creo también que a la operación de los geómetras y demás la llamas pensamiento, pero no conocimiento, porque el pensamiento es algo que está entre la simple creencia y el conocimiento. - Lo has entendido -dije- con toda perfección. Ahora aplícame a los cuatro segmentos estas cuatro operaciones que realiza el alma: la inteligencia (nóesis), al más elevado; el pensamiento (diánoia), al segundo; al tercero dale la creencia (pístis) y al último la imaginación (eikasía); y ponlos en orden, considerando que cada uno de ellos participa tanto más de la claridad cuanto más participen de la verdad los objetos a que se aplica. -Ya lo comprendo-dijo-; estoy de acuerdo y los ordeno como dices. Departamento de Filosofía 11

FEDRO El mito del carro alado "Sobre su inmortalidad, pues, basta con lo dicho. Acerca de su idea debe decirse lo siguiente: descubrir cómo es el alma sería cosa de una investigación en todos los sentidos y totalmente divina, además de larga; pero decir a qué es semejante puede ser el objeto de una investigación humana y más breve; procedamos, por consiguiente, así. Es, pues, semejante el alma a cierta fuerza natural que mantiene unidos un carro y su auriga, sostenidos por alas. Los caballos y aurigas de los dioses son todos ellos buenos y constituidos de buenos elementos; los de los demás están mezclados. En primer lugar, tratándose de nosotros, el conductor guía una pareja de caballos; después, de los caballos, el uno es hermoso, bueno y constituido de elementos de la misma índole; el otro está constituido de elementos contrarios y es él mismo contrario. En consecuencia, en nosotros resulta necesariamente dura y difícil la conducción. Hemos de intentar ahora decir cómo el ser viviente ha venido a llamarse "mortal" e "inmortal". Toda alma está al cuidado de lo que es inanimado, y recorre todo el cielo, revistiendo unas veces una forma y otras otra. Y así, cuando es perfecta y alada, vuela por las alturas y administra todo el mundo; en cambio, la que ha perdido las alas es arrastrada hasta que se apodera de algo sólido donde se establece tomando un cuerpo terrestre que parece moverse a sí mismo a causa de la fuerza de aquella, y este todo, alma y cuerpo unidos, se llama ser viviente y tiene el sobrenombre de mortal. En cuanto al inmortal, no hay ningún razonamiento que nos permita explicarlo racionalmente; pero, no habiéndola visto ni comprendido de un modo suficiente, nos forjamos de la divinidad una idea representándonosla como un ser viviente inmortal, con alma y cuerpo naturalmente unidos por toda la eternidad. Esto, sin embargo, que sea y se exponga como agrade a la divinidad. Consideremos la causa de la pérdida de las alas, y por la que se le desprenden al alma. Es algo así como lo que sigue. La fuerza del ala consiste, naturalmente, en llevar hacia arriba lo pesado, elevándose por donde habita la raza de los dioses, y así es, en cierto modo, de todo lo relacionado con el cuerpo, lo que en más grado participa de lo divino. Ahora bien: lo divino es hermoso, sabio, bueno, y todo lo que es de esta índole; esto es, pues, lo que más alimenta y hace crecer las alas; en cambio, lo vergonzoso, lo malo, y todas las demás cosas contrarias a aquellas, las consume y las hace perecer. Pues bien: el gran jefe del cielo, Zeus, dirigiendo su carro alado, marcha el primero, ordenándolo todo y cuidándolo. Le sigue un ejército de dioses y demonios ordenado en once divisiones pues Hestia queda en la casa de los dioses, sola. Todos los demás clasificados en el número de los doce y considerados como dioses directores van al frente de la fila que a cada uno ha sido asignada. Son muchos en verdad, y beatíficos, los espectáculos que ofrecen las rutas del interior del cielo que la raza de los bienaventurados recorre llevando a cabo cada uno su propia misión, y los sigue el que persevera en el querer y en el poder, pues la Envidia está fuera del coro de los dioses. Ahora bien, siempre que van al banquete y al festín, marchan hacia las regiones escarpadas que conducen a la cima de la bóveda del cielo. Por allí, los carros de los dioses, bien equilibrados y dóciles a las riendas, marchan fácilmente, pero los otros con dificultad, pues el caballo que tiene mala constitución es pesado e inclina hacia la tierra y fatiga al auriga que no lo ha alimentado convenientemente. Allí se encuentra el alma con su dura y fatigosa prueba. Pues las que se llaman inmortales, cuando han alcanzado la cima, saliéndose fuera, se alzan sobre la espalda del cielo, y al alzarse se las lleva el movimiento circular en su órbita, y contemplan lo que está al otro lado del cielo. A este lugar supraceleste, no lo ha cantado poeta alguno de los de aquí abajo, ni lo cantará jamás como merece, pero es algo como esto -ya que se ha de tener el coraje de decir la verdad, y sobre todo cuando es de ella de la que se habla-: porque, incolora, informe, intangible esa esencia cuyo ser es realmente ser, vista sólo por el entendimiento, piloto del alma, y alrededor de la que crece el verdadero saber, ocupa, precisamente, tal lugar. Como la mente de lo divino se alimenta de un entender y saber incontaminado, lo mismo que toda alma que tenga empeño en recibir lo que le conviene, viendo, al cabo del tiempo, el ser, se llena de contento, y en la contemplación de la verdad, encuentra su alimento y bienestar, hasta que el movimiento, en su ronda, la vuelva a su sitio. En esta giro, tiene ante su vista a la misma justicia, tiene antes su vista a la sensatez, tiene ante su vista a la ciencia, y no aquella a la que le es propio la génesis, ni la que, de algún modo, es otra al ser en otro -en eso otro que nosotros llamamos entes-, sino esa ciencia que es de lo que verdaderamente es ser. Y habiendo visto, de la misma manera, todos los otros seres que de verdad son, y nutrida de ellos, se hunde de nuevo en el interior del cielo, y vuelve a su casa. Una vez que ha llegado, el auriga detiene los caballos ante el pesebre, le echa pienso y ambrosía, y los abreva con néctar. Tal es pues la vida de los dioses. De las otras almas, la que mejor ha seguido al dios y más se le parece, levanta Departamento de Filosofía 12

la cabeza del auriga hacia el lugar exterior, siguiendo, en su giro, el movimiento celeste, pero, soliviantada por los caballos, apenas si alcanza a ver los seres. Hay alguna que, a ratos, se alza, a ratos se hunde y, forzada por los caballos, ve unas cosas sí y otras no. Las hay que, deseosas todas de las alturas, siguen adelante, pero no lo consiguen y acaban sumergiéndose en ese movimiento que las arrastra, pateándose y amontonándose, al intentar ser unas más que otras. Confusión, pues, y porfías y supremas fatigas donde, por torpeza de los aurigas, se quedan muchas renqueantes, y a otras muchas se les parten muchas alas. Todas, en fin, después de tantas penas, tiene que irse sin haber podido alcanzar la visión del ser; y, una vez que se han ido, les queda sólo la opinión por alimento. El porqué de todo este empeño por divisar dónde está la llanura de la Verdad, se debe a que el pasto adecuado para la mejor parte del alma es el que viene del prado que allí hay, y el que la naturaleza del ala, que hace ligera al alma, de él se nutre. Así es, pues, el precepto de Adrastea. Cualquier alma, que, en el séquito de lo divino, haya vislumbrado algo de lo verdadero, estará indemne hasta el próximo giro y, siempre que haga lo mismo, estará libre de daño. Pero cuando, por no haber podido seguirlo, no lo ha visto, y por cualquier azaroso suceso se va gravitando llena de olvido y dejadez, debido a este lastre, pierde las alas y cae a tierra" Resume brevemente todo el mito y explica los distintos tipos del alma y sus características. Departamento de Filosofía 13

EL BANQUETE, 211b-c El conocimiento como Eros Pues ésta es justamente la manera correcta de acercarse a las cosas del amor o de ser conducido por otro: empezando por las cosas bellas de aquí y sirviéndose de ellas como de peldaños ir ascendiendo continuamente, en base a aquella belleza, de uno solo a dos y de dos a todos los cuerpos bellos y de los cuerpos bellos a las bellas normas de conducta, y de las normas de conducta a los bellos conocimientos, y partiendo de éstos terminar en aquel conocimiento que es conocimiento no de otra cosa sino de aquella belleza absoluta, para que conozca al fin lo que es la belleza en sí LA REPÚBLICA El concepto de Justicia Y la justicia era en realidad, según parece, algo de esa índole, mas no respecto del quehacer exterior de lo suyo, sino respecto del quehacer interno, que es el que verdaderamente concierne a sí mismo y a lo suyo, al no permitir a las especies que hay dentro del alma hacer lo ajeno ni interferir una en las tareas de la otra. Tal hombre ha de disponer bien lo que es suyo propio, en sentido estricto, y se autogobernará, poniéndose en orden a sí mismo con amor y armonizando sus tres especies simplemente como los tres términos de la escala musical: el más bajo, el más alto y el medio. Y si llega a haber otros términos intermedios, los unirá a todos; y se generará así, a partir de la multiplicidad, la unidad absoluta, moderada y armónica. Quien obre en tales condiciones, ya sea en la adquisición de riqueza o en el cuidado del cuerpo, ya en los asuntos del Estado o en las transacciones privadas, en todos estos casos tendrá por justa y bella -y así la denominará- la acción que preserve este estado de alma y coadyuve a su producción, y por sabia la ciencia que supervise dicha acción. Por el contrario, considerará injusta la acción que disuelva dicho estado anímico y llamará 'ignorante' a la opinión que la haya presidido LA REPÚBLICA Los filósofos reyes A menos que los filósofos reinen en los Estados, o los que ahora son llamados reyes y gobernantes filosofen de modo genuino y adecuado, y que coincidan en una misma persona el poder político y la filosofía, y que se prohíba rigurosamente que marchen separadamente por cada uno de estos dos caminos las múltiples naturalezas que actualmente hacen así, no habrá, querido Glaucón, fin de los males para los Estados ni tampoco, creo, para el género humano; tampoco antes de eso se producirá, en la medida de lo posible, ni verá la luz del sol, la organización política que ahora acabamos de describir verbalmente. EL TIMEO Cosmología Acerca del universo -o cosmos o si en alguna ocasión se le hubiera dado otro nombre más apropiado, usémoslodebemos indagar primero, lo que se supone que hay que considerar en primer lugar en toda ocasión: si siempre ha sido, sin comienzo de la generación, o si se generó y tuvo algún inicio. Es generado, pues es visible y tangible y tiene un cuerpo y tales cosas son todas sensibles y lo sensible, captado por la opinión unida a la sensación, se mostró generado y engendrado. Decíamos, además, que lo generado debe serlo necesariamente por alguna causa. Descubrir al hacedor y padre de este universo es difícil, pero, una vez descubierto, comunicárselo a todos es imposible. Por otra parte, hay que observar acerca de él lo siguiente: qué modelo contempló su artífice al hacerlo, el que es inmutable y permanente o el generado. Bien, si este mundo es bello y su creador bueno, es evidente que miró el modelo eterno. Pero si es lo que ni siquiera está permitido pronunciar a nadie, el generado. A todos les es absolutamente evidente que contempló el eterno, ya que este universo es el más bello de los seres generados y aquél la mejor de las causas. Por ello, engendrado de esta manera, fue fabricado según lo que se capta por el razonamiento y la inteligencia y es inmutable. Si esto es así, es de total necesidad que este mundo sea una imagen de algo (...). Lo que el ser es a la generación, es la verdad a la creencia Departamento de Filosofía 14