8. OTRAS SENTENCIAS DEL TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS SOBRE EL RUIDO: EL CASO «HEATHROW» 242

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Víctor Bustamante Torres
hace 8 años
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3 Luis Martínez Vázquez de Castro demandante en frase del Juez Cooley a ser dejado en paz. Sin pretensiones de dar una definición exacta, esos cuatro ilícitos pueden ser descritos como sigue: Intrusión en el retiro o soledad del demandante, o en sus asuntos privados. Revelación pública de hechos privados embarazosos para el demandante. Publicidad que coloca al demandante bajo una falsa luz ante la opinión pública (tergiversación de los hechos que falsea la imagen pública de una persona). Apropiación, en beneficio del demandado, del nombre o imagen del demandante.». Como en el caso anterior, solamente haciendo un esfuerzo de imaginación, el ruido pudiera ser considerado «intrusión», en el sentido de consistir en la invasión física en la esfera privada de una persona. En consecuencia, veo algún problema en que pueda ser entendido como una inmisión en la intimidad, y, además, sin encajar exactamente en alguno de los supuestos de la LO 1/ OTRAS SENTENCIAS DEL TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS SOBRE EL RUIDO: EL CASO «HEATHROW» 242 En el caso británico, en realidad hay dos sentencias que podrían ser calificadas el caso «Heathrow». La primera es la STEDH de 21 de febrero de 1990, asunto «Powell y Rayner contra el Reino Unido» 243, que tenía por objeto una reclamación promovida por los propietarios de dos viviendas situadas en las proximidades del aeropuerto de Heathrow, afectados por los elevados niveles de ruido generados por el tránsito y las operaciones de despegue y aterrizaje de las aeronaves. El TEDH admite que «el ruido del aeropuerto de Heathrow ha disminuido la calidad de vida privada y el disfrute del hogar de los dos demandantes», lo cual vulnera el art. 8 del Convenio Europeo. Hechas 242 Seguimos a MARÍN CASTÁN, F., en la exposición de las dos sentencias. («Problemas generales y aspectos constitucionales de la tutela judicial frente al ruido», La tutela judicial frente al ruido, Cuadernos de Derecho Judicial, X-2002, p. 111 ss.) 243 Podríamos denominarla Heathrow

Revelación pública de hechos privados embarazosos para el demandante.

4 Daños medioambientales y derecho al silencio estas afirmaciones, finalmente la sentencia desestima el recurso porque las autoridades competentes del Reino Unido habían tomado medidas razonables y adecuadas para proteger los derechos de los demandantes. El TEDH tiene en consideración el justo equilibrio que debe existir entre los intereses concurrentes del individuo y del conjunto de la sociedad, y en todo caso, el Estado goza de un margen de apreciación para determinar las disposiciones que deben tomarse con el fin de asegurar el cumplimiento del Convenio. Los grandes aeropuertos internacionales «se han hecho indudablemente necesarios para el bienestar económico del país» y no es posible suprimir totalmente las repercusiones desfavorables en su entorno. El TEDH considera que el Gobierno británico ha tomado las medidas suficientes para controlar el ruido de los aviones y para minimizar o reparar los daños que causa 244, y considera que no ha sobrepasado su margen de apreciación o alterado el justo equilibrio que exige el art. 8 del Convenio. La sentencia del TEDH de 2 de octubre de 2001 («Asunto Hatton y otros contra el Reino Unido, Heathrow» 245 ), ocho ciudadanos que vivían en las inmediaciones del aeropuerto londinense de Heathrow y habían sufrido trastornos del sueño a raíz del aumento de los vuelos nocturnos autorizados por el Gobierno, acudieron al citado Tribunal. En general los recurrentes se despertaban de madrugada y luego ya no eran capaces de volver a dormirse, y la mayoría de ellos acabó cambiando de lugar de residencia. El plan de «cupos de ruidos» se elaboró por el Gobierno, tras una larga serie de informes, sopesando las molestias que podrían causar los vuelos nocturnos y la necesidad de mantener la competitividad del aeropuerto, el de mayor tráfico de Europa y el más ocupado del mundo. En este sentido, las compañías de vuelos chárter presionaban para poder operar de noche por razones competitivas. La ley interna aplicable, reguladora de la aviación civil y vigente desde el año 1982, denegaba cualquier acción por intromisión o molestia 244 Concretamente, homologación fónica de las aeronaves, restricciones de los vuelos nocturnos de los aviones a reacción, vigilancia del ruido, introducción de itinerarios preferentes de ruido, uso alternativo de las pistas, derechos de aterrizaje calculados en función del ruido, revocación de la línea de helicópteros que unía Gatwick y Heathrow, programas de subvenciones para aislamiento sónico y adquisición de fincas afectadas por el mismo cerca del aeropuerto. 245 La podemos denominar Heathrow

El TEDH tiene en consideración el justo equilibrio que debe existir entre los intereses concurrentes del individuo y del conjunto de la sociedad, y en todo caso, el Estado goza de un margen de

5 Luis Martínez Vázquez de Castro derivadas del vuelo de un avión sobre una propiedad privada siempre que la altura, teniendo en cuenta todas las circunstancias, fuera razonable. Y aunque el plan de cupos de ruido de 1993 fue objeto de impugnación por las autoridades locales de las zonas próximas a los tres principales aeropuertos de Londres, el Gobierno decidió mantenerlo y los órganos judiciales declararon conforme a derecho esta decisión. El TEDH examina en primer lugar la posible violación del art. 8 del Convenio. Tras una exposición muy pormenorizada de las alegaciones de los recurrentes, del Gobierno y de la British Airways, el Tribunal comienza por destacar las diferencias del presente caso con otras quejas anteriores contra ruidos de los aviones: en primer lugar, porque en este recurso la queja se centra en los ruidos nocturnos; y en segundo lugar, porque los ruidos denunciados son posteriores a las modificaciones del plan de El problema lo encuadra el Tribunal en el ámbito de las obligaciones positivas del Estado para garantizar los derechos del art. 8.1 del Convenio, por más que ni el aeropuerto ni los aviones que lo utilizaban fueran propiedad del Gobierno. Como elemento de juicio fundamental se vuelve a insistir en el «equilibrio equitativo entre los intereses en conflicto de las personas y de la comunidad en su conjunto, reconociendo al Estado un cierto margen de apreciación». Pero sobre este punto el Tribunal añade dos consideraciones de capital importancia: primera, que «en un campo tan sensible como el de la protección medioambiental, la mera referencia al bienestar económico del país no es suficiente para imponerse sobre los derechos de los demás»; y segunda, que «debe exigirse a los Estados que minimicen, hasta donde sea posible, la injerencia en estos derechos, intentando encontrar soluciones alternativas y buscando, en general, alcanzar los fines de la forma menos gravosa para los derechos humanos». Desde tales premisas el Tribunal analiza las actuaciones del Gobierno previas y posteriores al plan de 1993, y llega a las dos conclusiones siguientes: en primer lugar, que «aunque los vuelos nocturnos puedan contribuir a una mejora de la economía nacional en su conjunto, la importancia de tal contribución nunca había sido valorada de forma objetiva, ni por el Gobierno directamente ni por una investigación independiente hecha por encargo del mismo»; y, en segundo lugar, que «el Tribunal no puede aceptar que los modestos pasos dados para mejorar el problema del ruido nocturno sean capaces de constituir las medidas necesarias para proteger los derechos de los recurrentes». 156

los órganos judiciales declararon conforme a derecho esta decisión. El TEDH examina en primer lugar la posible violación del art. 8 del Convenio.

6 Daños medioambientales y derecho al silencio Con base en todo ello el TEDH declara que al implantar el plan de 1993 «el Estado demandado no había encontrado el justo equilibrio entre el bienestar económico del Reino Unido y el disfrute efectivo del derecho de los recurrentes al respeto de sus domicilios y de sus vidas privadas y familiares». 157

equilibrio entre el bienestar económico del Reino Unido y el disfrute efectivo del

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