ENCLAVES ISRAELÍES EN PALESTINA: LA VIVIENDA COMO CONSTRUCCIÓN DE COMUNIDAD O HERRAMIENTA POLÍTICA? Por Verónica S. Souto (*)

Transcripción

1 ENCLAVES ISRAELÍES EN PALESTINA: LA VIVIENDA COMO CONSTRUCCIÓN DE COMUNIDAD O HERRAMIENTA POLÍTICA? Por Verónica S. Souto (*) para Revista Vivienda Al aceptar el desafío de abordar un conflicto que despierta tantas emociones como el palestino-israelí, debemos partir de dos presupuestos: no confundir a los pueblos con sus gobiernos y asumir que todas las partes del conflicto sostienen demandas legítimas a la luz de sus propios proyectos. Cuando se afectan derechos básicos e inalienables tanto individuales como colectivos, debemos ampliar nuestra mirada de la realidad en la mayor medida posible para evitar respuestas inacabadas y superficialmente reaccionarias. Este análisis no busca decir quién tiene razón sino generar debates que aporten soluciones innovadoras y políticamente realizables. Un concepto clave para comenzar el análisis es el de territorio. El territorio de un estado puede entenderse desde varias perspectivas: como un espacio con límites fijos y precisos dentro del cual el estado ejerce competencias, como elemento constitutivo del estado y como ámbito del ejercicio de la soberanía. Su demarcación para el ejercicio de potestades sobre el mismo ha existido desde que el hombre dejó el nomadismo y decidió establecerse en comunidades. Allí nacieron relaciones de cooperación y de enfrentamiento entre pueblos en la lucha por procurarse recursos, riquezas y poder. Vale decir, en el juego interno de la condición humana, la necesidad y la ambición de poder se retroalimentaron en la procuración del espacio. Desde la perspectiva del territorio, hay dos títulos generales para reclamar derechos de soberanía: el de sucesión de los estados por el cual un

2 estado hereda las posesiones del antiguo dominio (reivindicación histórica) y la ocupación efectiva y sostenida del territorio. La doctrina vigente establece que para adquirir un territorio deben combinarse dos elementos: uno material (ocupación efectiva del territorio) y otro psicológico (el ánimo de poseer dicho territorio y de ser su soberano). A pesar de esto, la ausencia de un poder coercitivo universal hace que prime el poder real más allá de su justicia. Esta realidad se ve reforzada por la adopción de visiones basadas en el realismo político donde soberanía es la capacidad de imponer las reglas y el soberano es aquel que decide sobre el estado de excepción. En 1945, tras dos guerras mundiales, el horror de la shoah y el uso de dos bombas atómicas, los estados vieron la necesidad de establecer ciertas reglas y principios inalienables para la convivencia entre las naciones. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), nacida ese mismo año, es la institución encargada de sostener dichos principios. Esto no implica que no persistan los conflictos, que todos los estados sean iguales ni que las medidas adoptadas sean las más justas, pero sí constituyen un mínimo acuerdo frente a la ausencia arriba mencionada de un soberano universal. Los principios destacados para nuestro análisis son: el principio de soberanía (independencia política), la igualdad jurídica de los estados, el respeto por la integridad territorial, el cumplimiento de buena fe las obligaciones internacionales contraídas, la prohibición del uso ilegítimo de la fuerza y el arreglo pacífico de controversias. En 1947, en el marco de la ONU, el territorio de Palestina antiguo mandato británico fue partido en dos para formar un estado árabe y uno judío, quedando la ciudad de Jerusalén bajo administración internacional. Los países árabes no reconocieron al nuevo estado de Israel dada su oposición al proceso de partición y a la creación de un estado judío en lo que consideraban su territorio. Esta negativa dio lugar a un conflicto sostenido con varias escaladas bélicas en 1948 (Guerra Árabe-Israelí), 1956 (Crisis del Canal de Suez), 1967 (Guerra de los Seis Días) y 1973 (Guerra de Yom Kippur o Ramadán) y 1982 (Guerra del Líbano).

3 Entre los mencionados conflictos, la Guerra de los Seis Días fue una bisagra dado que cambió totalmente la ecuación político-territorial de la región y dio origen a la política que estamos analizando en este artículo: el establecimiento de asentamientos israelíes en territorios en disputa (para Israel) u ocupados (para Siria, Palestina y la ONU). En esa fugaz guerra Israel toma control de una gran masa de territorio que incluía todas las posesiones árabes de Palestina (Franja de Gaza y la Ribera Occidental o Cisjordania), las Alturas del Golán (Siria) y la Península de Sinaí (Egipto). Estos territorios estaban poblados en su mayoría por árabes, aunque previo a la existencia de Israel se habían establecido allí algunas poblaciones judías. Eventualmente, Israel devolvió el Sinaí a Egipto tras los Acuerdos de Paz de Camp David (1979) y evacuó todos los asentamientos instalados en la zona. En cuanto a las Alturas del Golán, para Siria y la ONU son territorio en disputa y para Israel, que controla el 70% del Golán, es parte de su territorio. De hecho, los colonos israelíes instalados en la zona ya casi se equiparan a la cantidad de árabes. Esta nueva situación territorial provocó que los palestinos de la Franja de Gaza y la Ribera Occidental quedaran bajo control Israelí y, por lo tanto, el centro del conflicto naturalmente comenzó a dirigirse hacia el corazón de Palestina. Muchas comunidades palestinas quedaron aisladas entre sí y cientos de miles de personas huyeron de sus hogares convirtiéndose en personas internamente desplazadas (dentro de su territorio) mientras que otros se asentaron en campos de refugiados en países vecinos. Para asegurar los territorios anexados, Israel comenzó una política de asentamientos principalmente en zonas aisladas y separadas de los asentamientos árabes. Con la llegada del partido Likud (nacionalista) al poder en Israel, esta política se expandió sobre toda la región incluyendo zonas palestinas pobladas y se construyeron diversos caminos para unir dichos enclaves con Israel. Con el tiempo nuevos asentamientos aseguraron la frontera oriental de Jerusalén así que la provisión de agua proveniente de la Ribera Occidental hacia Israel. En cuanto a la propiedad de la tierra en cuestión, muchas habían pertenecido a judíos antes de la creación de Israel y otras pasaron a manos israelíes por

4 medio de un acta de reempadronamiento que impidió a muchos palestinos retener sus títulos de propiedad. Asimismo, el Likud mismo reforzó esta estrategia de ocupación territorial con reivindicaciones históricas de la tierra prometida de la gran Israel llamando Samaria y Judea nombres bíblicos a zonas de la Ribera Occidental. En 1987, la Primera Intifada (que significa levantamiento, agitación en árabe) fue una serie de manifestaciones y protestas populares por parte de palestinos que se revelaron contra el status quo imperante y que tuvo distintas escaladas de violencia provocadas por ambos bandos. Esto definitivamente reenfocó el conflicto en torno a palestinos e israelíes. Como consecuencia de los acuerdos de Oslo, Israel se retiró de Gaza y partes de la Ribera Occidental, permitiendo que los palestinos retomaran el control del territorio. No obstante, quedó una división en tres zonas, una zona controlada por Palestina, una por Israel y una zona de la que Israel no se había retirado. Las medidas tomadas por Israel para conectar dichos asentamientos con su territorio implicaron el paso por pueblos palestinos y la utilización de superficie cultivable explotadas por comunidades palestinas. Tras la Segunda Intifada (2000), que fue más violenta y que incluyó numerosos atentados terroristas contra civiles israelíes, los controles de seguridad establecidos en las zonas palestinas se endurecieron, provocando que muchas comunidades quedaran aún más aisladas. Si bien no hubo nuevos asentamientos, se implementó la instalación de puestos de avanzada que consistían en algunos remolques y que con el tiempo se convirtieron en pueblos. Este somero racconto histórico resulta necesario para ubicarnos en el contexto del conflicto palestino-israelí y para entender las motivaciones detrás de la política de asentamientos. Desde la perspectiva del territorio, el mismo fue poblado desde tiempos remotos por pueblos ascendientes de ambas partes en conflicto con lo cual la discusión sobre quién estuvo primero carece de sentido. Por otra parte, la población original es solo un elemento inicial, la ocupación debe ser sostenida y debe haber ánimo de ejercer la soberanía. Esto no fue posible debido a visicitudes históricas y sucesivos movimientos migratorios que ya no permiten dividir la tierra en clave étnica como hace 2000 años. El debate de la herencia histórica, por otro lado, no aporta soluciones al

5 tema y solo es explotado como elemento de enardecimiento político e ideológico. La aplicación de los conceptos mencionados anteriormente (soberanía, igualdad jurídica de los estados, integridad territorial, principio de buena fe, la prohibición del uso ilegítimo de la fuerza) al conflicto palestion-israelí arrojará luz sobre algunas cuestiones. En cuanto al principio de soberanía, desde lo jurídico Palestina es soberano sobre los territorios donde están los asentamientos (Ribera Occidental en particular) por una resolución internacional. No obstante, como resultado de un conflicto armado, Israel mantiene ocupación efectiva del territorio con sus fuerzas y con asentamientos. Asimismo, tiene ánimo de ejercer sobre él como soberano. Cuál prevalece? Por el momento, se impone la realidad de la ocupación hasta tanto no haya un acuerdo integral de paz que determine fronteras y la forma de evacuación del territorio. La vertiente internacional permanece congelada dada la imposibilidad de actuación del Consejo de Seguridad de la ONU, órgano encargado de mantener la paz y seguridad internacionales, debido a la alineación de sus miembros permanentes con cada una de las partes en conflicto. El respeto por la integridad territorial en este caso está íntimamente ligado con el uso ilegítimo de la fuerza, el cual fue y es violado sistemáticamente por ambas partes, ya sea por medio de las incursiones y ataques palestinos contra la población israelí, o por la ocupación efectiva israelí (puestos de control, asentamientos, puestos de avanzada, uso de superficie cultivable, etc.). El principio de cumplimiento de obligaciones internacionales y el arreglo pacífico de controversias tampoco han podido ser plenamente cumplimentados por desaveniencias entre las partes y al interior de las mismas. Israel desconoce las resoluciones de Naciones Unidas y Palestina no es está unida internamente para tener una única voz de negociación y de cumplimiento de las obligaciones negociadas. Hemos visto cómo todos los principios están entrelazados y cómo la realidad de la ocupación avasalla títulos jurídicos y reconocimientos internacionales. Como dijimos, la ausencia de un poder universal con

6 capacidad de decidir sobre el estado de excepción hace que los hechos prevalezcan, al menos por el momento, sobre el derecho. Frente a esto nos preguntamos, cuál es la razón de ser de los asentamientos? Qué busca Israel con ellos? Más allá de posiciones nacionalistas extremistas que las hay en todos los estados y para todos los gustos Israel ha dado pruebas de que los asentamientos son una carta de negociación para un potencial acuerdo de paz, para la determinación de una nueva frontera y para asegurar su seguridad interior a través de la fórmula paz por territorios. Prueba de esto fueron la evacuación de los asentamientos en el Sinaí (aunque allí primaron elementos políticos, geoestratégicos y sociales totalmente distintos) y el desmantelamientos unilateral de los asentamientos en la Franja de Gaza en No obstante, dos hechos van en la dirección contraria: el muro de Palestina y la política de asentamientos de Netanyahu. La construcción del muro incursionando en territorio palestino parece poner en duda esa idea de retirada y va en la dirección de establecer nuevas fronteras. Es más, la política de nuevos asentamientos por parte del gobierno de Netanyahu sin duda pronuncia el incumplimiento de las obligaciones asumidas y jaquea nuevamente la nueva ronda de contactos para reactivar el proceso de paz. Avanzando hacia el microanálisis llegamos a los asentamientos y a las casas que conforman los diversos complejos. Qué determina la línea divisoria entre la visión militar-geoestratégica de estado-territorio y la visión sociológica de estado-patria o estado-nación? El objetivo estratégico y político desvirtúa en algún punto la razón de ser de esas comunidades? Qué son los asentamientos: conjuntos de hogares o conjuntos de casas? Hay comunidad fruto de la conveniencia política o de la voluntad de vida en común? Todas estas preguntas tienen respuestas inciertas porque en política y en todo lo humano no hay respuestas universales. En primer lugar, en cuanto a la noción de estado-territorio y estadonación, América Latina es ejemplo de naciones construidas a partir del territorio, es decir, pueblos de un sustrato histórico-sociológico común resultan divididos por fronteras que con el tiempo generan entidades particulares y

7 nacionales únicas. En segundo lugar, no puede ponerse en duda la existencia de comunidad en estos asentamientos en tanto que no son los primeros ni serán los últimos creados con fines políticos y militares que luego maduran y llegar a ser grandes ciudades (en nuestra región abundan los ejemplos, Buenos Aires, Colonia del Sacramento, Montevideo, Río de Janeiro, etc.). No obstante, actualmente casi todo el territorio está ocupado, no hay res nullius (tierra de nadie) y las restricciones en cuanto a ocupación de tierras son mayores, por lo que esos asentamientos podrían llegar a desmantelarse como consecuencia de un acuerdo integral. La pregunta sobre si los asentamientos son conjuntos de viviendas o de hogares depende de qué se entienda por vivienda y qué por hogar. Si consideramos a la vivienda como una estructura de material habitada de forma estable por un grupo de personas desde ya que la respuesta es sí. Ahora si vivienda es una unidad con elementos psicológicos, sociales, individuales y familiares que conforman un hogar y que solo se comprenden por su inclusión en una comunidad, la duda persiste. En última instancia, esa respuesta solo vendrá con el tiempo porque una comunidad se define por sus fines colectivos y no en virtud de su perduración sobre el territorio ni la cantidad de establecimientos asentados sobre el mismo. A pesar de los conceptos vertidos en torno a la vivienda, disputar la legitimidad o conveniencia de los asentamientos en la Ribera Occidental a la luz del derecho a la vivienda es inadmisible. En primera instancia, el derecho a la vivienda no puede ser la justificación de una política colonizadora y, en segunda instancia, el derecho a la vivienda de unos no puede sobreponerse al derecho a la vivienda y de soberanía de otros. Utilizar la casa como símbolo de declaración política o como carta de negociación más allá de su legalidad, trae consigo consecuencias políticas que generan un estado de cosas irreversible. Dicho de otro modo, retrotraer esa política dejará cicatrices, lo que podría resultar más costoso que las ventajas visualizadas al momento de su implementación. La decisión política de establecer asentamientos tuvo ramificaciones en términos de una concepción de estado y territorio que cambió la historia de Israel y sea cual fuere el resultado de las negociaciones habrá un

8 gran debate hacia el interior de la sociedad israelí sobre el uso de un derecho esencial con fines políticos. La política de asentamientos es, a todas luces, un arma de doble filo porque no solo afecta los derechos de las personas desplazadas de sus tierras por las razones expuestas, sino también a los colonos de esos asentamientos. Si bien no se puede negar que el fundamentalismo y los repetidos atentados terroristas entre otros motivos llevaron a Israel a endurecer su política en territorio palestino, la ocupación efectiva del territorio se torna cuando menos controversial a la luz de la situación del pueblo palestino. A las dificultades del terreno, los escasos recursos naturales, el limitado o casi nulo acceso a la infraestructura construida por Israel así como a tierras cultivables y la privación de la propiedad de parte de su tierra, se le suma el hecho de sufrir la violencia emocional de no poder circular libremente por su propio territorio. Muchos de ellos han salido de su país, otros permanecen internamente desplazados y todos son controlados constantemente por ser considerados sospechosos de terrorismo hasta que se demuestre lo contrario. Los colonos israelíes, por su parte, llegan a estos lugares inhóspitos con la idea de que están haciendo patria y con el anhelo de construir de la nada una comunidad y un futuro seguro para sus hijos. Más allá de la retórica nacionalista, la potencial retirada israelí unilateral o negociada implicaría no solo un nuevo desarraigo para estos colonos sino también una traición en términos políticos y sociales. En definitiva, la variable de ajuste terminarían siendo los pueblos de ambos estados. En conclusión, el desafío más difícil en estos casos es aprender a ver la realidad, trabajar dentro de ella y ayudar a que el cambio nazca de su propio seno. Los cambios verdaderos surgen como expresión natural de las fuerzas del presente. La llave del conflicto no es sola ni principalmente la evacuación de los asentamientos, sino un acuerdo integral basado en la solución de dos estados como es afirmado por grupos palestinos e israelíes y apoyado por la comunidad internacional. Esta meta es muy compleja y tardará en llegar pero es la única alternativa que permitirá una convivencia sostenible en el largo plazo.

9 Pensar y animarse a discutir estos temas fuera del ámbito ascéptico de la academia conlleva riesgos pero es la mejor forma de abrir el juego para que todos aportemos desde nuestro lugar, con prudencia e inteligencia, sin dejarnos llevar por consignas vacías de contenido. Analizar no es echar culpas ni tomar partido sino generar espacios para replantear el hoy en base al ayer mirando al mañana. Queda en nosotros desarrollar esa capacidad de ponernos al servicio de la verdad a costa de nuestras propias concepciones prefiriendo, como dijera Alberdi, la espiga de la paz a los laureles de la victoria. (*) Licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica Argentina; Certificate-of-Training in United Nations Peace Support Operations por el Peace Operations Training Institute y el Austrian Study Center For Peace and Conflict Resolution. Realizó estudios relacionados con Justicia de Transición, procesos de Reconciliación y Misiones de Paz. vsoutoolmedo@yahoo.com