LOS PROBLEMAS DE INDUSTRIALIZACIÓN EN LA ANDALUCÍA DEL SIGLO XIX

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1 LOS PROBLEMAS DE INDUSTRIALIZACIÓN EN LA ANDALUCÍA DEL SIGLO XIX AUTORÍA ALBERTO GUERRERO ARMAS TEMÁTICA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE ESPAÑA ETAPA ESO. BACHILLERATO Resumen. En este artículo, como su título indica, haremos un recorrido por el proceso que siguió la industrialización andaluza a lo largo del siglo XIX. Para abordar el tema, distinguimos 3 etapas naturales en su evolución, que nos ayudarán a concluir cuales fueron los éxitos y fracasos de dicha industrialización. Palabras clave. - Nuevo Régimen; - Industrialización; - Mercado colonial americano; - Banca; - Ferrocarril; - Minería. 1. INTRODUCCIÓN. La transición económica al Nuevo Régimen tuvo en los países del ámbito mediterráneo (considerando a estos como los que tenían una menor capacidad técnica) una mayor dificultad con respecto a los del centro y norte de Europa. En el caso andaluz, además de esa menor capacidad técnica, hay que sumar la excesiva dependencia de su economía a los mercados ultramarinos americanos. Fue a partir de los años 30 del siglo XIX cuando la economía andaluza comienza a abrirse camino dentro del contexto nacional y europeo, vía que se afianza con el contexto político liberal de los años 1

2 40. Sin embargo, la crisis económica internacional de los años 60, llevó a una paralización del desarrollo económico. Esta situación no mejorará en Andalucía hasta la Restauración, cuando se renuncia a un proceso propio de industrialización andaluza. 2. ETAPAS DE LA INDUSTRIALIZACIÓN ANDALUZA. En general, podemos distinguir 3 grandes etapas en la evolución del sector industrial en Andalucía: - Hasta la década de 1950, la industrialización andaluza viene marcada por unos comienzos esperanzadores; - Década de 1960, la crisis internacional frena cualquier posibilidad de despegue y la recuperación del norte tras la II Guerra Carlista contribuye a ello; - A partir de 1970, con el sistema de la Restauración, se renuncia a una modernización en toda regla de la industria andaluza (habida cuenta de la incapacidad económica y tecnológica con que llevarla a cabo) y se opta por una especialización de los sectores minero y agrícola Unos comienzos esperanzadores. Durante el primer cuarto del siglo XIX, en los núcleos portuarios de Cádiz y Sevilla, se comienzan a utilizar los beneficios obtenidos con el comercio indiano para importar las primeras máquinas de vapor en los sectores de producción tradicionales (harineras, curtidos, ). Además, en el caso de la Bahía de Cádiz, comienza a crecer una incipiente industria textil utilizando el algodón que provenía del oriente andaluz y cuya manufactura tenía mercado en América. Sin embargo, la bancarrota estatal y la independencia de las colonias americanas, llevó a un estancamiento económico general. Esta situación no vino a solucionarse hasta finales del reinado de Fernando VII, cuando se plantea una alternativa al modelo económico absolutista. Este nuevo modelo se basaba en 3 premisas: - El impulso a los mercados locales, que contribuyó a potenciar las inversiones a pequeña escala y a un crecimiento de las ciudades, en detrimento de las masificadas zonas rurales; - Una aproximación a la sociedad industrial del Norte de Europa y América, siempre necesitada de nuevas materias primas, de las que Andalucía podía ofrecer suministro; - Un nuevo sistema de relaciones con las emergentes repúblicas latinoamericanas, lo que aseguraba un comercio constante, aunque muy lejos de los niveles de épocas anteriores. En base a estos 3 puntos, nuevas perspectivas se abrieron a la economía andaluza. El dinero y las iniciativas empresariales, colocaron muy pronto a Andalucía a la cabeza del despegue económico nacional. Esto se tradujo en un impulso modernizador de la región en las décadas centrales del siglo, incidiendo especialmente en 3 sectores de la economía: a) La industria: 2

3 El mayor núcleo industrial andaluz tendría su ubicación en la ciudad de Málaga. En esta localidad se daban cita las 3 premisas anteriores en las que se basaba el nuevo modelo económico, y estas circunstancias fueron aprovechadas por empresarios de nuevo cuño como Heredia, Larios, Orozco, en las áreas siderúrgica, textil y química. a.1) La siderurgia se origina en el hierro necesario para las botas de vinos y aceites andaluces, beneficiándose el sector por la escasez de suministro del norte, cortado la producción y exportación por la II Guerra Carlista. El gran protagonista de este sector será el empresario Manuel A. Heredia y tendrá su ubicación en la ciudad de Málaga y su entorno. Este empresario abre entre los años 20 y 30 los Hornos de Fundición de La Concepción y los Altos Hornos de Hulla de Málaga. La prosperidad que cosecha animó a otros empresarios de la zona y en 1844, en Málaga ya se producía el 75 % del hierro nacional. En otras provincias, el desarrollo de la siderurgia fue menor, pero cabe mencionar los Altos Hornos de El Pedroso en Sevilla y la fundición para piezas de buques de Cádiz de Tomás Haynes. Caso aparte lo apunta la fundición de plomo de Ramón Orozco en Almería, proyecto este de corta vida por los problemas con el desagüe de las minas, y que debió retrasarse a la década de los años 60, para hierro colado y forjado con gran éxito en esta ocasión. a.2) La industria textil se desarrolla también en Málaga con gran éxito, gracias a la creación en 1846 de la Industria Malagueña de Heredia y Martín Larios, un complejo industrial grande y moderno que llegaría a convertirse en el segundo productor textil de la Península. En la década siguiente, y siempre dentro de la familia Larios, nuevas fábricas textiles serían inauguradas en Málaga. En Cádiz, la industria textil también tuvo un amplio desarrollo, con la creación en 1841 de la Empresa Gaditana de Hilados y Tejidos de Algodón al Vapor S. A.). En Sevilla, cabe mencionar varias fábricas a vapor, de vida muy efímera, a mediados de siglo. A pesar del éxito de la producción textil, en el global industrial no pesó tanto como la siderurgia. a.3) En cuando a la química, se planteó básicamente como industria auxiliar a la siderurgia, en el tratamiento de metales, y no caben ejemplos destacables. Además de estos sectores, a mediados del siglo XIX, Andalucía destacaba en las industrias alimentaria, cerámica (Fábrica de loza de La Cartuja de Sevilla, fundada en 1841 por Carlos Pickman), vidrio y cal. b) La Banca: La desvertebrada economía de subsistencia andaluza del primer tercio del siglo XIX, hacía inviable la existencia de una estructura financiera, salvo en núcleos puntuales abiertos al exterior. Tal era el caso de la Bahía de Cádiz, que contaba desde finales del siglo XVIII con una Caja de Descuentos dependiente del Banco de San Carlos. No sería hasta la década de 1840 cuando se inicie un nuevo sistema bancario, que tuvo nuevamente a Cádiz como avanzadilla. Se crearían en la ciudad 3 bancos: Banco de Cádiz, otro de mismo nombre y 3

4 el Banco Español de Cádiz. Estas entidades contarían con el respaldo de la clase productora y mercantil de la ciudad, y se encargarían de cubrir las operaciones financieras ordinarias que tenían lugar en la ciudad. La situación no varió mucho en la década siguiente, limitándose a la creación de sucursales de estos bancos en otras ciudades (Jerez, Sevilla, Málaga, Granada, ) que terminaron fracasando. Sería a partir de 1856, momento en que la ley rompe el monopolio financiero del Estado, cuando los empresarios andaluces se animen a crear tanto bancos de emisión como sociedades de crédito. Fue la época de oro de las finanzas gaditanas, que en términos globales se acercaba a las de Madrid y Barcelona. El Banco de Cádiz no sólo fortaleció su potencial emisor de billetes, sino que auspició la creación de diversas sociedades de crédito, que cubrían las operaciones económicas específicas de la provincia, básicamente las relacionadas con el comercio y el vino. En este momento de auge financiero, será cuando se creen las Montes de Piedad y las Cajas de Ahorro en Andalucía: Jerez (1835), Granada (1836), Sevilla (1842) y Cádiz (1845). c) Los ferrocarriles: Al amparo de la Ley General de Ferrocarriles de 1855, se impulsó en Andalucía la construcción del tendido ferroviario, favorecido por la supresión del monopolio del Estado y la concesión de subvenciones para su consecución. Otros dos factores que dieron el empuje definitivo a la construcción del ferrocarril andaluz fueron, por un lado, la buena situación de las arcas municipales (gracias a la desamortización) y, por otro, la inversión de capital francés. Con esta situación, en poco tiempo se pasa de la única línea existente en 1855 (Jerez - El Puerto de Santa María) a 1000 km en El inicio de las obras se llevó a cabo con dos grandes líneas: Sevilla- Jerez-Cádiz y Córdoba-Sevilla, en la zona occidental, y Málaga-Córdoba, en la oriental. En general, el trazado radial creado fue excesivamente vertical y dependiente siempre del diseño radial nacional. Había carencias de conexiones transversales que unieran las diversas comarcas, con lo que el ferrocarril, en lugar de acercar, lo que hizo fue desarticular numerosos espacios andaluces Freno como consecuencia de la crisis internacional de los años 60 y la recuperación del Norte peninsular. El auge que a mediados del siglo XIX alcanzó en líneas generales la economía andaluza, se fue al trasteen la década de los sesenta como consecuencia de la crisis de 1866, que trajo consigo el retraimiento de los inversores y la desarticulación de los mercados. Esta coyuntura marcó una reorientación de la economía nacional que duraría ya hasta la Guerra Civil, y que incidió más en la industria y la banca que en los ferrocarriles. 4

5 a) La industria: Los dos principales sectores de los que se nutría la industria nacional fueron los que más perdieron, esto es, la siderurgia y el textil. A la crisis internacional hay que sumarle, en el caso español, la nueva situación creada tras la II Guerra Carlista con respecto a las exportaciones del norte y la incapacidad de la economía peninsular de integrarse en el nuevo modelo económico. Todo ello contribuyó a hundir el tendido industrial andaluz. a.1) La siderurgia andaluza, notó el fuerte impulso industrializador de los núcleos del norte (más concentrados, más mecanizados y más especializados), que contaba con centros más modernizados y competitivos tras el fin de la guerra carlista. Además, los aranceles que habían favorecido a la hulla inglesa, dieron paso a otra política arancelaria que primó el consumo del carbón nacional, lo que subió y potenció al núcleo asturiano (carbón + siderurgia). La caída malagueña se fue verificando en el descenso productivo siderúrgico en los años 50. Los intentos de los empresarios, como Heredia, por conectar los centros de producción con las minas de carbón cordobesas (por medio del ferrocarril) y de modernizar en general las instalaciones, fueron inútiles. a.2) En cuando a la industria textil, no se vio demasiado perjudicada hasta finales de siglo. En principio, la producción malagueña mantuvo el tipo hasta los años 80, mientras seguía existiendo un mercado nacional no muy articulado que le aseguraba el abastecimiento andaluz. No obstante, a finales de siglo, los contrabandos gibraltareños, la producción catalana y la filoxera que arruinó a la población rural, acabaron con el sector. b) La banca: La prosperidad en este sector fue corta, pues sólo duró hasta mediados de la década de los 60, teniendo mayor repercusión en Cádiz y Sevilla, dónde se llevaba a cabo una política financiera más arriesgada que en otros núcleos como Málaga o Jerez. La coyuntura internacional cortó el flujo de las inversiones, y la falta de rentabilidad de determinadas líneas férreas, situó en una situación muy comprometida a inversores privados y financieros. También la escasa implicación del sector agrario privó a la banca de un movimiento económico considerable. Además, a ello habría que sumar el hecho de que existían demasiadas entidades bancarias, que se situaba por encima mismo del volumen económico, así como el del número de asociados a dichas entidades. Las operaciones de estas entidades, con una política especulativa que respaldaba operaciones muy por encima de sus propias capacidades y montantes, llegaron a sobreemitir papel por encima de sus disponibilidades financieras. Con esta situación, a los primeros compases de la crisis, las entidades financieras andaluzas no pudieron hacer frente a los requisitos y fueron quebrando en cadena. Los compromisos y obligaciones 5

6 fueron absorbidos por un Banco de España que, a partir de 1874, creó sucursales por las capitales y principales ciudades andaluzas. Así pues, quedaba Andalucía sin intermediarios financieros propios para una hipotética modernización económica. Hasta finales de siglo, el Banco de España y las Cajas de Ahorros invirtieron sus beneficios en objetivos a veces fuera del alcance de los intereses andaluces. Los mayores exponentes financieros, tanto nacionales como propios, quedaban fuera de la región. c) El ferrocarril: También este sector atravesó una etapa de crisis entre la década de los sesenta y los setenta. Desaparecieron pequeñas compañías que fueron absorbidas por las más grandes: la ya existente Compañía de los Ferrocarriles de Madrid, Zaragoza y Alicante (MZA) y la nueva Compañía de Ferrocarriles Andaluces (CFA), de capital e interés regionales. Ambas compañías controlaban casi todas las líneas, a excepción de algunas menores, en manos de capital extranjero. La MZA controlaba el corredor de Madrid hacia Andalucía, en concreto hacia Córdoba-Sevilla-Huelva. La CFA, creada en 1877 por empresarios andaluces, llevó a cabo una interesante política de de construcción y compra de líneas, llegando a controlar a finales de siglo casi toda la red ferroviaria andaluza La especialización de los sectores minero y agrícola como intento de regeneración. La ya comentada crisis de los años 60, obligó a los sectores más dinámicos y modernos de Andalucía a adaptarse a las nuevas circunstancias, que además venían marcadas por el triunfo liberal de Así las cosas, la economía andaluza debía adaptarse a la gradual internacionalización de la economía, por lo que la región hubo de renunciar definitivamente a un proceso de industrialización para el que carecía de medios (capital y tecnología). Hubo pues de especializarse en los sectores agrícola y minero. a) La agricultura: En el plano agrícola, gran parte de los esfuerzos del ramo se destinaron en el último tercio del siglo a la modernización del sector agro-alimentario, dedicado en gran parte a la exportación. Las condiciones económicas, la perspectiva social y la política proteccionista del gobierno, hicieron muy rentable la potenciación agrícola de la economía andaluza, sin apenas inversiones añadidas. Aún así, sectores como el vino, el aceite, la harina, el azúcar o las conserveras, invirtieron en la modernización, transformación y comercialización de sus productos. a.1) En el caso de el vino, el proceso de modernización arrancaba de largo. Desde mediados de siglo, las excelencias del negocio del vino encauzaron a los inversores europeos, a los españoles regresados de las ya antiguas colonias americanas y a los muchos empresarios y comerciantes gaditanos. 6

7 Entre 1823 y 1873, se cuadruplicaron las exportaciones y el vino se situó a la cabeza del comercio exterior nacional. Los problemas acaecidos con los aranceles de otros países y la filoxera, obligó a encauzar el negocio buscando otros mercados y cuidando especialmente el español. En esta dinámica destacan también las industrias alcoholeras de Larios en Málaga, que inició la potenciación de bebidas de alta graduación como el brandy. a.2) La producción del aceite y la harina también notó los visos de la modernización y de adaptación a las nuevas circunstancias. Tal es el caso de la familia Carbonell, que no sólo dispusieron de fábricas de harina y aceite en Córdoba y otras provincias andaluzas, sino que introdujeron mejoras técnicas y empresariales, así como una cuidada política de de comercialización, tanto en el mercado nacional como en el internacional. a.3) También la producción de azúcar fue importante en Andalucía. Hasta la década de los 80 se explotó el azúcar de caña en la costa oriental y, a partir de esa fecha, el azúcar remolachero centrado en Granada. A partir de este periodo, empresarios de Málaga y Granada, como el ya citado Larios, crearon un gran emporio industrial en torno al producto en sus distintas fases de producción. En cualquier caso, la adaptación de la zona y del paso de la caña a la remolacha no frenó la subida de la competencia, pues la remolacha no requería tantas exigencias climáticas, y ello fue relegando su papel de gran productor nacional a finales del siglo XIX. a.4) La industria conservera despuntó en Huelva, principalmente en el puerto de Isla Cristina, dónde se trató de modernizar los procedimientos, construyendo nuevas almadrabas y facilitando a los pescadores el acceso a préstamos con los que pudieran mantener el abastecimiento. b) La minería: Este sector también experimentó un notable proceso de modernización, en sus variantes de plomo y cobre, algo que contrastaba con la escasa rentabilidad y demanda de inicios del siglo. b.1) En el caso del plomo, la legislación favorable durante el reinado de Fernando VII permitió la explotación y exportación de minas de la provincia de Almería. El resultado fue un mineral de alta calidad, de interesantes beneficios, y que atrajo sectores secundarios, como los encargados de la formación del mismo en barras o lingotes. Tras la crisis, la reestructuración del sector vino ahora de la mano del capital inglés y francés: uso del vapor, fábricas más grandes, más modernas y con las más avanzadas tecnologías. Se explotaron otras zonas como Peñarroya (en Córdoba) o Linares (en Jaén), favorecidas además por una mejor comunicación con el ferrocarril. b.2) Muy paralela es la trayectoria del cobre, donde al final también padeció el trasvase de las minas a manos foráneas, como sucedió con las minas onubenses de Río Tinto, en búsqueda de material para las nuevas industrias eléctrica y metalúrgica. 7

8 Una total modernización y una explotación de los recursos que, si bien aumentaron los beneficios tanto para el Estado como para concesionarios, originaron un deterioro del entorno que no fue más allá de las infructuosas quejas de los ciudadanos. En general, todas las minas onubenses acabaron en manos extranjeras y los beneficios para la zona fueron muy escasos. c) La industria naval gaditana: No podemos olvidar hacer una breve reseña de este sector, con una larga tradición en las décadas e, incluso, siglos anteriores, se potenciará por una serie de acciones puntuales, como la instalación de un dique en Matagorda por la Compañía Transatlántica del Marqués de Comillas en Por otro lado, la excusa de la construcción de una nueva escuadra para la nación, impulsó la iniciativa de sociedades y particulares en Cádiz, propiciando de esta manera la construcción de los Astilleros Gaditanos, que se inició en CONCLUSIÓN. Terminamos aquí este breve repaso por lo que fue el desarrollo de la industrialización andaluza durante el siglo XIX, y que continuaría, sin apenas cambios, en la misma línea que esta última etapa de especialización marcó hasta el estallido de la Guerra Civil que cambió de manera definitiva a todos los aspectos de la vida española y andaluza. 4. BIBLIOGRAFÍA. - Almuedo Palma, J. (1996). Ciudad e industria: Sevilla ( ). Sevilla: Diputación de Sevilla. - Alvar Ezquerra, J. (2001). Diccionario de Historia de España. Madrid: Itsmo. - González Portilla, M. (1985). Estado, capitalismo y desequilibrios regionales: Andalucía y País Vasco ( ). Bilbao: Universidad del País Vasco/ Haramburu Editor. - Iglesias Rodríguez, J.J. (1995). Historia y cultura del vino en Andalucía. Sevilla: Universidad de Sevilla. - Morilla Crizt, J. (1978). Gran Capital y estancamiento económico en Andalucía. Bancas y ferrocarriles en Málaga en el siglo XIX. Córdoba: Inst. Historia de Andalucía. - Morilla Critz, J. (1996). La viticultura andaluza de mediados del siglo XIX vista por un californiano. El viaje de Agoston Harszthy por España en En Revista de Estudios Regionales, 46 (37-54). - Parejo Barranco, A. (1990). Málaga y los Larios: capitalismo industrial y atraso económico ( ). Málaga: Arguval. 8

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