"El VÉrtigo De La Transferencia"

Transcripción

1 "El VÉrtigo De La Transferencia" (*)trabajo Publicado En El Libro La Intervención Del Analista En Las Psicosis. Letra Viva, Mónica Morales Hay en la psicosis un sujeto que habla, un analista, un saber, y también un objeto. No es el analista quién tiene el lugar de sujeto supuesto saber. Es el psicótico quien tiene ese saber sobre el mundo, y le dice ese saber al Otro, el analista. Los cuatro términos no están articulados en un discurso. Hay en la psicosis un sujeto que habla, un analista, un saber, y también un objeto. Y hay la transferencia. Pero con otras modalidades que en la neurosis. Es en el campo de la transferencia donde el analista interviene, produciendo efectos menos calculables aún que en la neurosis. La transferencia será en algún caso, una posible forma precaria de estabilización, que lleva en sí misma el germen disparador de un próximo desencadenamiento. Pero la transferencia es, el inevitable riesgo de dejar hablar a un sujeto, ya sea neurótico o psicótico. Entonces, si el analista está preparado para escuchar y soportar a aquél que no está alienado a la Ley del falo, tratará de dar un espacio a la singularidad del sujeto psicótico, valiéndose de la transferencia y no de la sugestión. Pero tendrá que medir en cada caso los riesgos que asume. La transferencia crece en los campos del amor. Y el amor tiene consecuencias para el psicótico. El capitán Hook y su esposa tenían dos hijas. Y también un hijo. "Las chicas", María Sol y María Elena eran muy unidas. Siempre de acuerdo. Siempre ayudándose una a la otra. Llegaron un día muy afligidas a mi consultorio, a hablarme de Nelson, su hermano menor. Se sentían muy apenadas, muy culpables; y ya que sus padres - Página 1 de 9 -

2 estaban de viaje, ellas querían hacerse cargo de él. Nelson tenía veintiocho años, y era marinero. Había vuelto de altamar, luego de estar embarcado durante treinta días. Estaba raro, confuso. Insistía que en el barco, unos marineros lo habían violado. Después se metió en la cama, y ahí se quedó "todo tapadito", muy asustado. Diez años atrás, a los dieciocho años, había tenido la primera crisis. En aquella ocasión estaba violento y muy excitado. Un día le pegó al novio de la hermana, y lo echó de la casa: "En esta casa no entran judíos..." Nelson siempre lo había querido a Jaime, pero en ese momento hablaba con palabras de su padre. Finalmente, la policía lo llevó preso por pelearse en un bar. Y de ahí fue internado en una clínica psiquiátrica durante tres meses, donde lo medicaron con antipsicóticos. Nunca le perdonó a sus padres el haberlo internado. Sufrió muchísimo, y la medicación era insoportable, y le provocaba impotencia. La medicación tiene para el psicótico, el efecto insoportable del borramiento subjetivo, y la pérdida de ese precario sostén que le da su locura. Esta vez rogó a sus hermanas que no lo internen, y les hizo prometer que eso no volverá a suceder jamás. El analista es convocado tras la crisis. Es llamado a suplir con su saber el vacío que la forclusión ha dejado(1). El analista es convocado al lugar del Otro Primordial, al Otro del Oráculo. Es convocado por el psicótico, y también por la familia. María Sol y María Elena siempre habían sido muy unidas. Esa había sido su manera de adecuarse a estos padres que eran tan unidos. Siempre estaban en absoluto acuerdo, siempre juntos, imprescindibles el uno para el otro. Se llamaban Papá y Mamá entre ellos. Eran un bloque compacto, una pared. Fue muy difícil encontrar un lugar, un huequito entre ellos donde meterse. María Sol, la mayor, se casó con un marino como su padre. Esto fue del agrado de mamá y papá. - Página 2 de 9 -

3 María Elena había sido como un varoncito: la de más carácter, la que manejaba el auto de papá desde chica, sabía de mecánica, arreglaba esas cosas que suelen arreglar los varones... Salvo que a la hora de elegir marido, había fallado. Tenía un novio judío, detestado por sus padres que constituían una familia cristiana, apreciada socialmente. Su padre, un marino de carrera; su madre, una gran madre. María Elena abandonó su casa y se fue a vivir a la casa de su novio, dispuesta a casarse. Finalmente terminaron por soportar su decisión. Para Nelson fue más difícil. Nunca pudo encontrar un lugar: "Mamá lo quiere, pero papá no lo soporta, siempre está compitiendo con él. Le resulta insoportable que sea un varón; siempre ha dicho " mis nenas, mis chicas!"... Nelson no existe." De la mano de María Sol y María Elena, llega un día Nelson a mi consultorio. Siempre es traído por una de sus hermanas, que se ponen de acuerdo en turnarse para acompañarlo. Acepta venir por un tiempo a conversar ni loco va a ir a un psiquiatra para que lo medique- insistiendo que él no es el enfermo, sino su familia. En cada ocasión entra a mi consultorio acompañado por una de sus hermanas, que no participa pero está presente. Esto le resulta tranquilizador, y hasta divertido. Pienso que es ésta, la manera que encuentra de acotar el goce del Otro, Otro que en ese momento, yo encarnaba. Y también la manera de dirigirse a sus hermanas (a) en presencia de ese Otro. Al cabo de algunas entrevistas surge la posibilidad de que venga con su padre. Esta vez, una intervención mía produce un efecto particular, El padre hablaba muy irritado: "Nelson es un vago, un aprovechador, se burla todo el tiempo de nosotros... Yo soy marino, y a él se le ocurrió ahora ser marinero. Tiene engañadas a todas las mujeres y consigue lo que quiere. Tiene de todo, vive a costa mía, nunca se ha ganado la vida..." Nelson escuchaba en silencio con cara de nada. Hasta que dice: "Mi papá dice que un hombre se tiene que romper el culo... y yo me lo rompí!" El padre enrojese de la furia: " No ve cómo se burla mí? Y de usted también se burla!" Insulta y se levanta en actitud de pegarle. Entonces suavemente le digo: "Capitán, esta vez déjeme manejar el barco a mí!" Me mira azorado, y cuando se recompone me dice: " Cómo no, el paquete es todo suyo!" Mientras cruzábamos estas palabras, Nelson me miraba sonriendo. A partir de esa entrevista, - Página 3 de 9 -

4 comienza a quedarse a solas conmigo, y poco más adelante, a concurrir solo. Esta intervención tuvo el efecto de acotar el goce del Otro, goce en el que el sujeto estaba tomado. La intervención sobre ese exceso que caía sobre su persona, le produjo alivio. A partir de ahí, la transferencia comenzó su despliegue. Venía a sus sesiones con entusiasmo, y tenía para conmigo, un trato sumamente respetuoso y amable. En poco tiempo, la crisis parecía haber quedado atrás. El lazo transferencial que se había generado había logrado cierta estabilización. Le espera al analista el lugar del perseguidor. El que sabe y goza. Ese lugar que Schreber le otorgó a Flechsig.(2) El analista evitará encarnar el Saber, y dar respuestas desde ese lugar. Será sólo un testigo, si testigo es aquél que presencia de cerca la verdad de un hecho. Aquél capaz de dejar un espacio abierto para que un sujeto coloque ahí, su testimonio.(3) Será un testigo que a veces se abstiene, y a veces marca el límite necesario para para acotar el goce. Acotar el goce, porque no hay interpretación posible del goce que no está reprimido. Su precaria "demanda" en algún momento tomó la forma de: " Porqué las personas, a veces no tienen ganas de hacer nada... se puede encontrar interés por algo?" Estas preguntas antecedidas por un : "Usted que sabe". Mi respuesta era: "No sé... pensemos... busquemos ideas..." Me abstuve de dar respuestas que me llevaran a encarnar el lugar del Otro del Saber absoluto, situación que estaba favorecida por estar en esta cura, a solas con el paciente. La sola idea de la intervención de un psiquiatra le resultaba amenazante. Freud planteó la imposibilidad de la transferencia en la psicosis, pero le dio suma importancia a la relación de Schreber con Flechsig.(4) La asociación libre produce por sí misma un efecto, a condición de que haya alguien que escuche. El fluir de los significantes, inevitablemente lleva a la suposición de que existe un saber y un sujeto que lo ordena. El que habla pronto advierte que dice más de lo que sabe, y supone que hay un sujeto que dispone de ese saber. Y ese saber es nada menos que un saber sobre el goce. Cómo no amar entonces a quién se le supone ese saber? - Página 4 de 9 -

5 En la neurosis, ese saber no es consistente, sino que está agujereado. Ahí donde tropieza la significación, ahí donde se evidencia la falta de Otro del Otro, el saber encuentra su limite. Ese límite del saber es condición del Nombre del Padre.(5) El saber se silencia en una pregunta que es punto de apoyo de la estructura. Es necesario que el saber tenga una fisura que se apoye en una pregunta cuya respuesta sea un enigma. El saber se hace pregunta: Qué vuoi? La puntuación de ese saber (A tachado) produce un efecto: la aparición de un sujeto (barrado). El analizante se sorprende por el saber que emerge de su propio decir. Cada puntuación del analista borra la suposición de saber que caía sobre él. Por eso, cada acto analítico conduce a la destitución del sujeto supuesto al saber. Cada acto analítico conduce inevitablemente al analista, a su caída como resto. Al fin de la transferencia.(6) Este acto reitera la implicación del sujeto en la lengua, el encuentro del sujeto y el Otro. Tiempos de la alineación y separación. Pero este viraje del saber supuesto al objeto, o del saber a la verdad, es posible sólo a condición de que medie una suposición. El sujeto al que se le otorga el lugar del saber, es sólo una suposición. El Nombre del Padre hace posible la suposición de un saber inconsciente. Y la suposición es el punto de referencia estable en las maniobras de la transferencia. En la psicosis hay un saber, un sujeto, y la transferencia. Pero este sujeto al saber se le aparece de entrada al psicótico, como otro absoluto encarnado. Y él es objeto de ese saber que complementa a ese Otro. Para el psicótico no hay la suposición de un saber, hay una plena certeza. El juego de palabras se hace signo, enigma congelado. Si hay alguien que sabe lo que esos signos quieren decir, es el Otro absoluto. El sujeto psicótico no es autor de las palabras que salen de su boca, sino su objeto. Él es sólo un cuerpo librado al arbitrio del Otro. Un cuerpo que transmite signos provenientes del Otro. También en el campo de la transferencia se juega la interpretación, que sólo es posible si hay fisura del saber. Si el saber es absoluto, no tiene lugar o es ineficaz. Y a veces se torna persecutoria. La interpretación relanza la transferencia y hace caer al Otro. Si esto no sucede, el otro del amor de transferencia se vuelve entonces, dueño del saber, amo del goce. Perseguidor - Página 5 de 9 -

6 implacable. Nelson trae algunos relatos donde habla alusivamente, sin involucrarse subjetivamente en lo que dice. La historia de una selva donde viven el león y la hiena: "La hiena se ríe del león que ruge... del rey... el que ríe último, ríe mejor!" Concurre a mi consultorio a lo largo de un año. Durante ese tiempo traía historias: historias de abuelos, de abuelos y su padre. Historias que podían haber bordeado alguna respuesta en torno a su falta de lugar. Se lo veía francamente mejor, tranquilo. Los padres tenían ahora, un trato amble con él. Tanto que solía decir; "Estos no son mis padres... o son unos hipócritas... prefiero los de antes..." Tan sorprendente era su cambio, y su entusiasmo con el tratamiento, que un amigo de la familia le ofrece trabajar en su negocio haciendo tareas sencillas. Él acepta con entusiasmo. Un trabajo es una escena de encuentro con otros (a), y también una demanda sobre el sujeto que lo obliga a poner en juego la operatoria del Nombre del Padre. Y en este caso, su precaria estabilización. En los últimos tiempos de su tratamiento, me contaba de las peleas con un compañero que le tenía bronca y envidia. Nelson tenía dos hijos que vivían con la madre en otra ciudad, y hacía dos años que no veía. Cuando cobra su primer sueldo decide ir a visitarlos. Este encuentro le trajo una gran desilusión. La suposición del neurótico y la certeza del psicótico trazan dos maneras del amor. Dos maneras de la transferencia. Lacan habla en el seminario Las psicosis(7) del amor del psicótico. Su manera de actuar es consecuencia de su posición frente a la estructura del lenguaje. Y lo es también el goce del cuerpo, goce que sin haber sido expulsado retorna fuera de lugar. El objeto de amor se le vuelve otro completo que lo atrapa en un éxtasis, y arrasa con su precaria subjetividad. Es la voluptuosidad de Schreber. Es un objeto cargado de certidumbre que se torna persecutorio. En ese seminario, Lacan se refiere al delirio como una perturbación de la rela ción con el otro. Y esta perturbación hace efectos en la transferencia. - Página 6 de 9 -

7 Cómo es el lazo con el otro cuando no hay mediación del falo? El otro se vuelve insensato, extraño al sentido. Así le sucede al psicótico en los fenómenos de automatismo, de lenguaje impuesto. Es entonces cuando el sujeto comienza a dar un sentido a ese Otro que se le aparece. El delirio es la introducción de un sentido a ese Otro sin sentido que se le impone al sujeto. Entonces al Otro ya no se le otorga un saber sino un Goce. Y el Goce no se detiene para hacerse pregunta, se interpreta con absoluta certeza. La ertomanía es una posible interpretación Freud enuncia la homosexualidad de Schreber. Lacan la reformula como homosexualidad delirante, luego como erotomanía divina. Una manera de interpretar el Goce del Otro(8). A veces, una estabilización posible. La ausencia del orden de la castración tiene graves consecuencias en la relación con el otro. Al no haber intermediación, el sujeto psicótico pierde la dimensión del engaño amoroso en la relación transferencial.(9) Entonces, en la transferencia con un psicótico habrá inevitablemente, en algún momento, un empuje hacia la erotomanía. Nelson comienza a pelearse con sus compañeros de trabajo. Choca un auto... Una nueva crisis se acercaba. Sin la presencia de ese otro, psiquiatra que hubiese estado entre el paciente y el analista, me encuentro frente a una encrucijada: preservar la relación transferencial, o intentar detener la crisis. Decido, si es que uno decide cuando la psicosis estalla. Entonces le sugiero intentar con alguna medicación... No, aunque le haga bien, no la va a tomar. Me transformaba en el Otro absoluto. Y la transferencia amorosa caía vertiginosamente por una pendiente sin retorno. Pasan unos días... Nelson escucha que, por la calle, le gritan cosas: " Maricón!". La crisis había estallado. Deja de venir. Veo a sus padres y hermanas. Nelson está cada vez más excitado y violento. Me llama por teléfono remarcándome su nombre completo, e insistiendo furioso que debo olvidarme de él. Me grita que no me meta en su vida, que deje de invadirlo. Más adelante su familia me relata que insiste que yo lo estoy buscando por los lugares que frecuenta, para envenenarlo. Pide que me digan que lo deje en paz, o que me atenga a las consecuencias. Mucho más adelante, me entero que se cortó el cuello con una botella, y lo internaron a la - Página 7 de 9 -

8 fuerza. Qué es lo que nos convoca a nuestro sillón de analista, cuando sabemos que lo imposible nos espera detrás de la puerta? Nelson llega a mi consultorio tras el estallido de una crisis psicótica. Un sentido posible a ese Goce del Otro que lo arrasaba, se le arma en: "Mi papá dice que un hombre se tiene que romper el culo... y yo me lo rompí". Precaria estabilización, que el lazo transferencial provisoriamente, anuda. El psicótico encuentra un lugar en el Otro. Los pequeños pasos que daba en su mejoría el trabajo, la búsqueda de sus hijos, el acercamiento de su familia- no fueron sin consecuencias. Pero quiero remarcar el virage que se produjo en el campo de la transferencia. De la tranferencia amorosa a la erotomanía, de la erotomanía a la aparición vertiginosa del perseguidor. También yo, aun en mi lugar de analista, fui para él otro, un partenaire. Otro con una subjetividad ordenada por la Ley del falo. Subjetividad que uno depone para dejar espacio a la subjetividad del analizante. No puedo perder de vista que mi llegada al psicoanálisis se debió a la psicosis. Hacia ahí apuntaba mi deseo. Y la mejoría de este paciente me resultaba conmovedora. Este resto que se filtra de la subjetividad del analista, se vuelve para el psicótico, la amenaza del Goce del Otro. NOTAS (1) Colette, Soler: Estudios sobre la psicosis. Manantial, (2) Soler, Colette: El amor del psicótico. El Analiticón. Correo paradiso, (3) Soler Colette: Estudios sobre la psicosis. Manantial, (4) Freud, Sigmund: Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente. Obras completas. Amorrortu editores, (5) Pommier, Gerard: La lógica de la psicosis. Catálogos Paraíso, (6) Idem - Página 8 de 9 -

9 (7) Lacan, Jacques: Las psicosis. Paidós, (8) Lacan, Jacques: Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible para la psicosis. Escritos 2. Siglo XXI Editores, (9) Idem 2. - Página 9 de 9 -