Woody Allen, un icono del otro cine estadunidense

Transcripción

1 Woody Allen, un icono del otro cine estadunidense Escrito por Sebastián Peñuela El cine del siglo XX tiene en este neoyorquino una leyenda viviente, un respetado ícono que le ha dado al mundo de manera prolífica muestras de su enorme talento. Su figura acompañada de las gruesas gafas y voz tímida es fácilmente reconocible en todo el mundo, incluso entre los que no son aficionados al cine. Puede ser fácil hablar de tan eminente cineasta, especialmente porque ahora más que nunca es muy posible encontrar biografías en internet, que en realidad no le hacen justicia con sus pocos párrafos a lo que es este genio del cine.

2 De hecho yo simplemente pretendo mostrar una reseña, de los aspectos más significativos del hombre que ha expuesto una nueva cara al cine estadunidense. Venido a este mundo con el nombre de Allan Stewart Königsberg el 1 de Diciembre de 1935, y criado en una familia judía ruso-austríaca de clase media en Brooklyn y Nueva York, desde temprana edad demostró un carácter solitario e introvertido que maduraría con el tiempo hasta convertirse en el neurótico que todos los cinéfilos reconocen. Su primer encuentro con el Séptimo arte ocurrió a la edad de 3 años, cuando vio Blancanieves y Los siete enanitos. Quedó tan asombrado, que no pudo hacer menos que correr hacia la pantalla para tratar de tocar los personajes. Se podría decir que desde esa época empezó a formarse muy tímidamente el carácter de Allen, que decantó en el cine su personalidad. Desde los 16 años desarrolló su sentido del humor enviando chistes a periódicos locales, pero en luego de haber probado suerte como director de entretenimiento de una cadena hotelera- adoptó el nombre artístico que lo haría famoso. Esto coincidió con la aparición de sus escritos graciosos en algunas columnas del periódico The New York Times. Asombroso para un chico judío vegetariano de 17 años y aspecto enfermizo que pasaba sus días en casa practicando trucos de magia o ensayando con su clarinete.

3 En el caso de Allen, hizo su primer semestre en la Universidad de Nueva York, donde ingresó atraído por una materia en especial: Producción Cinematográfica. En realidad, lo que le atraía no eran las clases en lo absoluto, sino las proyecciones del catálogo de películas que dicha carrera tenía. Tan mal alumno resultó en su primer semestre, que valga decirlo, sus notas fueron espantosas y decidió no regresar al siguiente periodo. No fue una mala decisión, ya que años después, tendría su primer contrato en un show llamado The Colgate Happy Hour. En el marco de este show, luego de una presentación, le ofrecieron ser guionista y actor de una película que se llamaría What s up, Pussy Cat? (1965). Allen, ni corto ni perezoso, aceptó de inmediato. Un ofrecimiento de ese calibre es raro, incluso ahora. Sin embargo, no sería sino hasta 1968, cuando Palomar Pictures le dio 2 millones de dólares para escribir y dirigir su primera película llamada Take the money and run, que gozó de un éxito moderado. Desde allí, podríamos decir que todo fue historia, ya que su carrera despegó de manera convincente. Sus películas gozan de ciertas señales características, entre ellas la inclusión de Scarlett Johansson cómo su musa para sus películas más taquilleras (Match Point, Vicky Cristina Barcelona). Otra característica es que nunca usa sonido estéreo, sino monoaural, en las filmaciones. Como actor, Woody Allen suele caracterizarse así mismo y toma como personaje el rol de escritor neoyorquino medianamente exitoso y famoso. Además, casi siempre ambienta sus obras en Nueva York

4 últimamente París-, por lo que Allen y la ciudad ya son inseparables en el imaginario cultural y la banda sonora de casi todas sus películas está compuesta de jazz. A pesar de su aspecto débil y de difícil carácter, ha tenido diferentes parejas que han dado de que hablar a lo largo de su vida. La primera fue la actriz Diane Keaton, luego fue Mia Farrow quien encontró irresistible a Allen. Y de manera inexplicable, pero como condición que lo revalida cómo un ser humano lleno de decisiones polémicas, se casó en terceras nupcias con Soon-Yi Previn (hija adoptiva de Farrow y nacida en Corea del Sur). Y si de errores se trata, Allen cometió uno que le costó la antipatía de gran parte de los estadounidenses al no asistir en 1977 a la entrega de dos de sus 4 Premios Oscar (Hannah and her sisters (1986) y Midnight in Paris (2011) fueron los dos Oscares restantes) por la película Annie Hall, su primer éxito de taquilla. El director argumentó haber olvidado la ceremonia, y esto ocasionó que el público de su tierra natal no le diera la mejor acogida. Este gran artista integral -porque para el séptimo arte, alguien que escribe, dirige y actúa y hasta toca el clarinete, no puede ser menosha cosechado a lo largo de su carrera no solo los Oscares de la Academia, sino otros importantes premios como los BAFTA británicos, Globos de Oro, Goya, César y hasta un Premio Príncipe de Asturias por su importante aporte al patrimonio cultural de la humanidad. Y todavía hay quienes creen que en Estados Unidos no habría un director que valiera la pena y no fuera un simple Michael Bay (director de la saga Transformers, demasiado comercial y demasiado hecha ) lleno de explosiones, efectos especiales y testosterona.

5 Este genio del cine se las ha arreglado para entregar una película cada año. Desde 1971 gracias al apoyo inicial de la productora United Artists, la cual le otorgó un privilegio que ni siquiera Martin Scorsese ni Francis Ford Coppola tenían en los años 70: Total control sobre la producción de sus tres primeros filmes. Y le ha resultado bastante bien, ya que las productoras con las que trabaja le sostuvieron siempre dicha prerrogativa. A pesar de ello, Allen reconoce que sus películas no producen casi ganancias, en parte porque se rehúsa a dar permiso para que sean editadas para TV, tanto así que Match Point (2005) fue la primera película que le produjo un margen de ganancias. Con todo y su agenda extremadamente ocupada (recién terminó de rodar To Rome with Love), se las arregla para escaparse al café del Hotel Carlyle en la Gran Manzana, siempre que puede a tocar el clarinete con su banda, The New Orleans Jazz Band. Este titán del cine no ha dejado de ser ese mismo que caracteriza en la pantalla grande: El tímido, inseguro y neurótico chico judío de Brooklyn que a punta de discretos codazos y una gran dosis de humor y drama, se hizo un lugar entre los más grandes guionistas y directores de la historia del cine. Sus obras son imperdibles y atemporales. Todo aquel que las vea se identificará rápidamente con la naturaleza humana, sin importar en que año fueron hechas. Esa es la huella de un genio.