SEMINARIO LATINOAMERICANO CIEA 2005

Transcripción

1 ANEXO CONFERENCIAS Nº4 SEMINARIO LATINOAMERICANO CIEA 2005 Conferencia Características y requerimientos del currículo agrícola para una educación eficaz. Los principios orientadores del diseño curricular en las escuelas agropecuarias Lic. Beatriz Uralde Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) Argentina Frutillar, 19 al 28 de octubre de 2005 CHILE

2 2 CURSO TALLER LATINOAMERICANO CIEA/2005 Características y requerimientos del currículo agrícola para una educación eficaz. Los principios orientadores del diseño curricular en las escuelas agropecuarias Dar cuenta de las características de la propuesta curricular en las instituciones que ofertan educación agropecuaria, implica necesariamente referirse a sus fases de diseño e implementación. En esta primera ponencia nos centraremos en el diseño curricular. Nos parece importante iniciar esta presentación señalando algunos aspectos distintivos de la educación agropecuaria y que son los le otorgan su particular identidad. Se desarrolla en establecimientos ubicados en el medio rural 1, con todas las características socioculturales y económicas que impregnan a las instituciones que se desarrollan en un contexto de ruralidad. Está destinada a alumnos que provienen mayoritariamente de la población rural y de un alto porcentaje de familias dedicadas a la actividad agropecuaria. En los lugares más alejados y pequeños, muchas veces la escuela agropecuaria se convierte en la única o en parte de las pocas ofertas formativas que existen, no sólo en la localidad en que están asentadas sino en su entorno. Su estrecha vinculación con la comunidad de la que forman parte. La presencia en la escuela s de sectores o áreas destinados a la producción agropecuaria y que forman parte constitutiva de su oferta formativa. Las características físicas de la institución, que muchas veces alcanzan grandes dimensiones, y que conjugan la presencia de campo con edificios escolares, de instalaciones destinadas a la producción y de maquinaria, equipo, implementos y herramientas agropecuarias. Generalmente tienen una larga jornada escolar y, en algunos casos, cuentan con albergue para alumnos y docentes. Los aspectos normativos que rigen al nivel educativo al que pertenecen, que muchas veces no contemplan los requerimientos particulares de este tipo de formación. La diferencia entre los ciclos educativos y los ciclos productivos. A ello habría que agregar la coexistencia de distintos perfiles profesionales de su equipo docente: los egresados de Ciencias de la Educación, Profesorados y carreras afines o de carreras sociales o económico/administrativas, cuya formación de base no contempla aspectos vinculados con la realidad socioeconómica rural y la producción agropecuaria; profesionales, como Médicos Veterinarios o Ingenieros Agrónomos, cuya formación de base no contempla los aspectos pedagógico/didácticos para el desempeño como docentes; 1 No podemos desconocer la existencia de algunas escuelas que ofertan formación agropecuaria y que no necesariamente están ubicadas en el medio rural. De cualquier manera estas escuelas obviamente también están vinculadas con el medio rural.

3 3 técnicos agropecuarios o agrónomos de nivel medio que comparten características formativas similares al grupo anterior, aunque de menor nivel de calificación, pero que se han formado en escuelas que tienen sectores didáctico-productivos; los idóneos que formalmente no son considerados como docentes, pero que tienen un papel muy importante en los sectores institucionales donde se desarrollan procesos productivos. Las implicancias de todas las situaciones enumeradas que hacen que los procesos de organización y gestión institucional que se dan en las escuelas agropecuarias sean particulares. Estos rasgos específicos de las escuelas agropecuarias permiten, por una parte, diferenciarlas de otras instituciones educativas y, por otra parte, son precisamente los que posibilitan identificar los aspectos clave que deben orientar el diseño de su propuesta curricular. Cualquier diseño curricular parte necesariamente de una determinada concepción sobre la educación y, en nuestro caso, de una particular definición de los objetivos formativos que la educación agropecuaria debe perseguir. Para ello es necesario realizar y sustentar una identificación de los ejes que deben orientar este diseño. Aquí solamente nos detendremos en desarrollar algunos de los ejes que, desde nuestro punto de vista, son centrales. Primer eje : Las distintas finalidades formativas de la educación agropecuaria y su necesaria integración. Las escuelas agropecuarias deben proponerse una formación integral de los alumnos. Ello implica: 1. Garantizar una sólida formación general en los alumnos. Sólo esta formación es la que les posibilitará desempeñarse personal, social y laboralmente. 2. Proporcionar formación para el ejercicio informado, ético y responsable de la ciudadanía y el quehacer profesional. La responsabilidad de la escuela es la de integrar el sujeto del conocimiento con el sujeto de la participación social. 3. Cumplir los objetivos formativos específicos del nivel educativo al que corresponde. La escuela agropecuaria tiene una fuerte impronta dada por la presencia en la estructura curricular de una formación orientada a la actividad agropecuaria y por el desarrollo de sectores productivos dentro del establecimiento educativo. Las demandas de estas situaciones en el cotidiano escolar hace que, muchas veces, se pierda de vista que, además de los objetivos específicos de la formación orientada, están los que hacen al nivel educativo al que corresponde una oferta educativa. Por otra parte, no podemos perder de vista que cualquier oferta educativa debe preparar a sus alumnos para que tengan la posibilidad de acceder a niveles superiores de formación.

4 4 4. Ofrecer una formación profesional amplia y significativa. Cada vez cobra mayor fuerza la discusión, por cierto no nueva, que la preparación para el trabajo es una dimensión formativa central y que es parte de la formación integral de los alumnos. Por ello la escuela agropecuaria se plantea entre sus finalidades que el alumno adquiera capacidades que le permita desarrollarse competentemente en situaciones reales de trabajo, pero también en capacidades que le permitan analizar y dar cuenta que su vida cotidiana se desenvuelve en un contexto signado por las organizaciones, el funcionamiento y las relaciones del mundo del trabajo. Las escuelas agropecuarias tienen dentro de sus objetivos ofrecer una formación necesariamente vinculada con una actividad económica importante y en desarrollo, como es la agropecuaria. Ahora bien, es importante recordar que esta actividad es sumamente diversificada y que se realiza en: a) Distintos ámbitos ocupacionales (la explotación agropecuaria, la agroindustria, los servicios agropecuarios, los organismos estatales y ONG s vinculadas con el medio rural, entre otras). b) Contextos agroproductivos diversificados a nivel local, regional y naciona l. c) Organizaciones con distinto nivel de complejidad en cuanto a su finalidad productiva, tipo de organización y relaciones de trabajo (desde la gran empresa hasta las pequeñas explotaciones familiares). Considerando lo anterior, la propuesta curricular de las escuelas agropecuarias deberá organizar formaciones lo más amplias posibles que permitan el desempeño de los futuros egresados en distintos contextos y situaciones. Por ello creemos importante evitar la especialización extrema (por ejemplo en un determinado tipo o forma de producción) o una formación vinculada a una ocupación o puesto de trabajo específico (por ejemplo un técnico agropecuario puede trabajar en distintos puestos de trabajo dentro de una explotación de acuerdo a la naturaleza de la misma e, inclusive, desarrollar paralelamente otra actividad). A esto nos referimos con la necesidad de que la formación profesional sea amplia, sobre la necesidad de que sea significativa volveremos más adelante. Estos cuatro componentes son parte constitutiva y articulada de cualquier propuesta formativa para una escuela agropecuaria y la exigencia de su integralidad en los procesos educativos constituye uno de los criterios orientadores centrales para el diseño y desarrollo curricular. En este sentido, habrá que trabajar en los necesarios equilibrios curriculares que permitan que los alumnos adquieran tanto una sólida formación general como aquella que les posibilite adquirir capacidades que les posibiliten mejores condiciones para ingresar y/o desempeñarse en el mundo laboral. Segundo eje : Los desafíos de la educación agropecuaria ante las demandas actuales y prospectivas del sector agropecuario. No podemos dejar de mencionar, aunque sea sólo enumerándolos, los procesos actuales que impregnan el desarrollo del sector agropecuario y a las actividades que dentro de el se realizan: El fuerte impacto en el sector agropecuario de los procesos de globalización y la internacionalización e integración de los mercados y el consecuente proceso de reconversión productiva.

5 5 La tendencia a la terciarización de las economías nacionales. Nuevas formas de interrelación de los distintos sectores económicos y productivos. Cambios fundamentales en las relaciones sociales y culturales en un marco de procesos de exclusión social, precarización laboral e informalidad del mercado de trabajo. Contextos de creciente incertidumbre y fuertemente competitivos Profundas transformaciones socioproductivas a partir de la incorporación de nuevas tecnologías y la innovación científico-tecnológica en los procesos de producción de bienes y servicios. Altos porcentajes de migración de la población rural Emergencia de nuevas formas de organización del trabajo y de las relaciones de trabajo. Aparición de nuevos conocimientos y habilidades Necesidad de adaptación a formas diferentes de organización y gestión productiva y sociolaboral. Nuevos requerimientos de formación para integrarse a una estructura cambiante del empleo y de las ocupaciones. Proceso de creación de nuevos perfiles profesiona les, resignificación de los existentes y obsolescencia de otros. Este escenario enfrenta todas las instituciones sociales, y por ende a las escuelas agropecuarias, ante situaciones emergentes que las desafían a repensar su accionar y la forma de organizar y desarrollar sus procesos formativos, así como a identificar los elementos formativos que se deberían poner en juego en el desempeño de una persona en un contexto que se modifica permanentemente. La rapidez con que se desenvuelven los avances del desarrollo científico tecnológico y la emergencia de novedosas formas en la organización productiva y sociolaboral, hacen prácticamente imposible abarcar desde los procesos formativos un conocimiento total y acabado de los mismos. Cuando se está formando a una generación de educandos se lo hace en una realidad y situaciones coyunturales particulares y, muy probablemente, el egresado se enfrentará a contextos distintos cuando se inserte en la actividad productiva o sociolaboral. Por otra parte, las innovaciones producidas por el desarrollo científico tecnológico y los cambios constantes en las organizaciones y relaciones sociales y productivas son múltiples y variados. Ello hace casi imposible pensar en una preparación en los diferentes terrenos que plantea la heterogeneidad y fragmentación de las actividades socioproductivas y la incorporación a un mercado laboral altamente diferenciado y segmentado, en donde las condiciones de flexibilización hacen que convivan en un mismo espacio requerimientos de una formación polivalente con los de una alta especialización. Es por ello que lo central en los procesos formativos es brindar una preparación en el modo o formas de acceder a una base de conocimientos en permanente expansión y a procesos productivos y laborale s en permanente transformación. De ahí el protagonismo que ha adquirido en los últimos tiempos la educación basada en competencias, amén de los múltiples debates que se han generado respecto a su carácter y alcance y a las discusiones que aún se deben realizar en torno a las experiencias formativas llevadas a cabo en los distintos países. No obstante estos debates, encontramos una riqueza en aquellas concepciones de la educación que se sustentan en criterios basados en la adquisición de las capacidades que se ponen en juego en el desempeño de situaciones reales de trabajo y de interacción social.

6 6 La articulación de la educación agropecuaria con el contexto socioproductivo es una exigencia social, ya que no puede perderse de vista la preparación de egresados que puedan desempeñarse idóneamente en el ámbito laboral. Ya planteamos que este es uno de los ejes de la formación integral de un alumno. Es, entonces, en sus implicancias pedagógicas en donde radica la importancia de su integración formal al curríc ulo de la educación agropecuaria. Desde nuestro punto de vista esta integración debe establecerse a través de una clara identificación del perfil profesional. Este perfil es una referencia clave porque, por un lado, permite identificar las competencias que se esperan que manifieste un egresado en situaciones concretas en una actividad profesional. Por otro lado porque posibilita identificar las capacidades de distinto tipo que están en la base de un desempeño competente y por ende en las que se debe formar a un alumno. La importancia de ello radica en que las capacidades: a) articulan saberes de distinto tipo: acceso y uso del conocimiento y la información, dominio de procedimientos y aplicación de criterios de responsabilidad social; b) movilizan saberes, actitudes y destrezas en relación con problemas específicos de un campo profesional c) son transferibles a situaciones y contextos distintos de aquellos en que se adquirieron. Por ello es importante destacar que el perfil profesional es un importante referente para la organización de los procesos formativos, pero que las decisiones que el sistema educativo tiene que tomar para el desarrollo de sus ofertas vinculadas con el mundo del trabajo son de índole pedagógico. Justamente muchas de las críticas de la educación basada en competencias se desprenden de que algunas de las propuestas que se sustentan en esta concepción realizan una trascripción casi automática del perfil profesional para organizar los procesos formativos. Por ello es importante distinguir un perfil profesional de un perfil del egresado. Es central diferenciar la competencia profesional (que se define desde lo que un profesional debe ser capaz de hacer y la forma en que deberá hacerlo desde la mirada del mundo productivo) y la formación de capacidades (cómo las decisiones formativas de las instituciones educativas sobre los resultados a alcanzar en los procesos formativos). Tercer eje : El medio socioproductivo local y regional como texto y contexto de la formación agropecuaria Toda oferta curricular, para ser relevante y significativa, debe estar contextualizada histórica y geográficamente en la comunidad y en el entorno socioproductivo en el que se desarrollan los procesos formativos. La especificidad y diversidad de los contextos concretos en los que se lleva a cabo la formación debe ser contenido y orientación de la propuesta educativa. En las escuelas agropecuarias el contexto es un referente privilegiado y generador para la puesta en marcha de propuestas de gestión y organización institucional y de desarrollo curricular que vinculen el ámbito escolar con la realidad sociocultural y productiva en que están insertas.

7 7 La adquisición de capacidades válidas para desempeñarse en la vida sociolaboral y ciudadana sólo es posible si se generan en los procesos educativos, actividades formativas de acción y reflexión sobre situaciones significativas y reales del entorno en el que está ubicada la escuela. Las prácticas educativas deben tener la mayor aproximación posible a situaciones reales de trabajo, ya que en ellas se conjuga todo un entramado de relaciones no sólo económico-productivas sino también socioculturales. Estas relaciones se constituyen en una fuente principal de conocimiento. La relación entre escuela y el contexto, particularmente con la comunidad que lo conforma, no pasa sólo por discutir sobre su articulación en términos generales, sino básicamente en determinar con base a que criterios, fines y valores se llevará a cabo dicha articulación. Hasta aquí hemos señalado tres ejes sustantivos para el diseño curricular de una escuela agropecuaria. Sabemos que no son todos y que sobre cada uno de ellos podríamos decir muchas cosas más. Pero lo que nos parece importante destacar nuevamente es que remiten a principios sobre lo que consideramos debe ser la educación agropecuaria. A partir de ello es posible identificar que pueden existir (y pensamos debieran existir) variadas formas de organización institucional y estrategias de implementación curricular, que se habrán de definir considerando su pertinencia en función del contexto en el que se desarrolla la formación, los objetivos formativos específicos que persigue y el tipo de la población al que está dirigida.