tihurlja de los frutos grandes en forma

Transcripción

1 CWITULO XIX 31 mismn pais sctenlrional, podr iamos dccir que avanzando hacia el ecuador, sienten igualmente la necesidad de r{lposarse, despues de un movimiento muscular de 7 a 8 meses, y que conservan hajo un ctelo nuevo unas habitudes que parecen cstar intirnamentc unidas a su organizacion. Habiendo pasado la ernbocadura de los canales que comunican con el lago de Capanaparo, entramos en una region del Orinoco. donde el alveo del rio se halla com prim ida entre las montafias del Baraquan, EI paso del BarClguan ofrece un punto bastante pintoresco: las pefias gran'ticas estan cortadas perpendicularmente, forman una linea de montes dirigida del noroeste al sudestc, y como el rio corta esta linea casi en angulo recto, los picas de los montes so presentan it la manera de unos cucuruchos aislados; su elevacion no suele pasal' de 120 toesas; pero su posicion en medio de una pequena llanura, sus cuestas escarpadas y desprovistas de vegetales, les dan un caracter imponente, En mitad del estrecho de Baraguan ccharnos pie a tierra para medir su an-

2 LIBRO VIII. chura, que hall amos ser de 88g loesas: para conccbir que este paso tienc el nombre de un ostrecho I es necesario recorder que la anchura del rio desde Uruana hasta el con!luente del Meta es ordinariamenle de 1,500 a 2,500 toesas, En vauo buscamos alguna planta en las cortaduras de aquellas peiias escarpadas, que son como unas murallas y ofrecen trazas de estratif cacion, solo hallarnos un tronco viejo de auljletia tihurlja de los frutos grandes en forma tie manzanas I y una nueva especie de la fam i- lia de los apocyneos (AUamanda saticifolia). Pasamos Ia noche en la orilla oriental del Orinoco, al pie de una colina granitica, cerca del sitio d onde en otro tiempo estuvo situada la mision de SanFrancisco de Regis. Hubieramos qucrido hallar algun mnnantial cn el Baraguan ; cl agua del rio tenia un alar de cieno y un gusto adulzado muy desagradable, Tanto en el Orinoco como en el Apure ofrecen una grande diferencia Ias partes del rio en la playa mas arida, tan pronto el agua es potable, como se la encuen- Ira desagradable y como si estuviese cargada de substancias gelatinosas.

3 C~piTULO XIX. El 8 de abril pasarnos al este las emboca- <Juras de los rios Suapare o Sivapuri, y del Cari po al oeste del Sinaruco : este ultimo es el mas considerable dcspues del Arauca entre el Apure y el Meta. El Sua pare, lieno de cascadas p equeiias, es celebre entre los Indios it causa de la cantidad de miel sal"age que producen las selvas vecinas. El 9 de abril por Ia manana, Ilegamos a Ia playa de Pararuma, donde hallarnos un campamento de Indios semejantc al que habiamos visto en la Boca de La tortuqa, Hab ianse reunido para rccoger los huevos y fabricar la manteca, pero por desgracia se habian equivocado de muchos dias ; los tortuguillos habian p sa- lido de la cascara, antes que los Indios hubiesen formado su campo. Entre ellos habia algunos hombres blancos que habian vcnido de Angostura para colllprar la manteca; despues de habernos molestndo con sus quejas sobre la mala cosecha y sobre el destrozo que bahian hecho los tigres en el momento de la aovacion, nos condujeron debajo de un ajupa, donde cncontrarnos scntados en tierra, jugando it los III.

4 3t~ trnno \11. naipes y fumando en graudcs pipas, a los frailes misioneros de Cnrichana y de las cataratas. La.reuniou de Indios en Pararuma nos ofrecia de nuevo aquel interes que pone cj horn-" hre clvilizado en estudiar al hombre salvage, y en observer los progrcsos sucesivos de nuestrns Iacultadcs intelectuales. En aquella infancia de Ia sociedad, en aquclla reunion de medias impasibles, taciturnos y silenciosos, apenas se puede reconoeer el caracter priruitivo de Duestra especic. El salvage del Orinoco nos parecio tan sucio como cl del Misisipi descrito por cl viagero Iilosofo, que ha sabido mejor pintar el hombre bajo los diferentes dimas '. La,mayor parte de los misioneros del alto Y ba]o Orinoco, permiten il 103 Indios pintarse cl cuerpo; y aunque con sentimiento, tenciilos que decir que hay algunos que especulan sobre el triste estado de dcsnudez de los indigenes. Ya que no pucdcn vcnderlcs telas y \'CStidos, Itacen los Irailes cl comercio de pimiento rojo, que es muy estimado de aqucllos, Yo mismo he "isla en sus oahafias, liamadas 1 M. de Volney.

5 C,\P1TllLO XIX.,}j pam posamcnte conventos, depositos de cliica, que vcnden hasta el precio de 16 reales vcllon carla panecillo 0 torta. Este pcqueiio comercio de cbica se haee cspccialmcnte con las tribus del ba]o Orinoco, donde el pais no produce la planta que da esta preciosa materia. Los Caribes y los Otomaques se pintan can chien la cabeza y los cabellos sola mente, pcro los Sali- "as tienen abundancia de cste pirnicn to par::\ pintarsc todo el euerpo. Cuando los misioneros cnvian pol' su cuenta it 1..1 Angostura SIlS cargamentos de cacao, tabaco y chiquichiqui del Rio Negro, 110 dejan de anadir algunas tortas de diica. como un genera muy escaso, algunas personas de raza europea cmplean csta fecula dcsleida en ugua como un cxcelente diurctico. La costumbre de pintarss no cs igualmente antigua en todas las razas.dcl Orinoco, sino que se ha cxtendido desdc que la po derosa 113. cion de los Caribes ha -hecho freeucntes incursiones en aqnellos paisos. los vcncedores y los vencidos estaban igllnlrncnlc' desnudos, mas estos para agradar al vencerlor tuvierou que pintarse como el, Divcrtionos mucho en cl 3.

6 36 L1BRO 'VII. campo de Pararumn, el vcr que las mugercs mas ancianas estaban mucho mas ocupadas en su adorno que las jovenes. Especialmentc observamos una vie]a de la nacion de los Otornaqucs, que se hacia-frotar los cabellos con aceite de tortugn y pintarse las espaldas can on oto y cm'1(,fo, en euya operacion se empleaban sus dos hijas. Consistia su adorno en una especie de enrejado en linens cruzadas ncgras sabre un rondo raja, yen carla cundradito que formaba csta celosia ponian un punto negro. Era una obra do paciencin increible, y fue tal que :\. nuestra vuelta de una larga herborizacion I todavia la pintura no estaba :.i mitarl. k Aun pareee mas cxtrario este adorno, si se consklera que los rasgos y la figllra son produci.ios por los efectos de la pintura, y que esta so berra siempre.qllc los Indios se cxponcn a las grandcs [luvias. Hay naciones que solo se pintail para asistir a los festinos, otras cstan continuamenlc pintadas y entre cstas C5 mirada el usa del onolo como tan indispensable, qne tanto los hombres C0l110 las mugeres, tendri.m :)ColSO mcnos \'crsiicnza de prescntarso

7 cu-ircr.o XIX. Sill gttayuco que sin pintura. Estes guayucos del Orinoco son en parte de corteza de arbol, y en parte de tela de algodon: los de los hom- ~ bres son mas anchos que los de las mugeres,.. entre las cuales, scgu n dicen los misionero s, es menos vivo el sentimiento del pudor: una observacion semejante fue ya heclia pol' Cristobal Colomb. No siempre se contentan los Indios con pintarse de un solo color; it veees irnitan con Ia pintura la forma de los traees europeos de un modo el mas exrravagante. En Pararuma vimos algunos que se hacian pintar una chaqucta azul con hotones negros. Los rnisioneros nos han contado que los Guinaves del rio Caura tienen Ia costumbre de pintarse de rojo con el onoto, y de hacerse a 10 largo del cuerpo uhas raps transversalcs, en lrs cuales aplican paji tas de mica plateado, de modo que al verlos de lejos se diria que Ilevan vestidos galoneados. Si los pueblos piritados hubieran sido examinados con tanto atencion como los pueblos ves" lidos, sc hubiera reconocido que In mas Iccunda imnginacion y cl capricho mas voluble

8 38 LlDEO HI. han crcad 0 los usos de la pintura del 1l1lSmO modo que los de los vestidos. EI campamenlo lie Pararurna DOS ofrecio la ocasion de exarninur por la primcra vez varies animales vivos que no habiarnos visto hast a ent onces siuo cn los gabioetes de Europa. 'Estes an imalitos son un ramo de eomercio de los misioneros que eambian el tabaco, la resina mani, el pimiento de chica, los gauitos, los titis, los capucivinos y otras espccies de monos mu y buscadcs en las costas, reeibiendo en contra, telas, cla vos, hachas, anzuelos y alfileres, 1.05 gaililos 0 ballos de roca, que sc veudcn en Pararuma ell unas jaulitas de petioleos de palmcra, son mueho mas raros en las orillas del Orinoco y en todo el norte y el oeste de la Arnerica equinoccial, que en 13 Guyana frnncesa: hasta ahora solo se han hallado cerca de la rnision de la Encaramadu y en los raudalcs 6 cataratas de :\laipures. Nosotros los hem os visto a]gliilas 'l'ccs ;'1 In mafiann ap:1l'ccer en mecho de la cspuma del rio, llnmaudo,~ la hcmbra y pel cando lie! mismo modo fjue nuestros gallos de Europn, lorcicllclo In (!oblc eresla mo,ibk

9 CAPiTULO \:IX. que tiencn en [a cabezn. Para conservar en nucstras colecciones cl hermosa color de las plumas en el gahito macho y adulto, no se Ie debe exponer a la IUl. [Jorque su tintura picrde mucho mas facilmente que en otros generos de la familia de los gorriones. Los machos jovenes. tienen, asi como la mayor parte de las aves, la misnia pluma (; I ibrea de la madre. Entre los monos que los Indios habian traido it la feria de Pararuma, dislinguimos muchas variedades del sai, (Simia captw'ina), pertenecicntes al pequeiio gru po de monos Ilorones, llamados matciii en las colouias espariolas; de los marirnondas t 0 nteles de vientrc rojo, y de los titis 0 viudilas. Estas dos ultimas especies llama ron particularmento JlUeStra atencion, y las cornprarnos para enviar ln s a Europa '. 1 titi tiel Orinoco t Simia sciurea), mal figurac10 hasta ahara, aunquc m uy conocido en nuestras colccciones, se llama bi- I Sirnia bclzebuth., En Pararuma se corupro un hermoso sairmr. 0 Ilti del Onnoco {lor pesos; el misionero paga un pc's) Y media al IndIO 'pic l.a cogido y domcstic ido al mouo,

10 40 LJORO HI. titeni entre los Indios maipures, y es muy cornun en cl sud. de las cataratas. Tiene 1.\ cara blanca y una mancha pequefia negra azulada que le cubre la boea y In na riz. Los titis mas elc'gaotes de forma, y de color mas hermosa, vienen de las orillas del Casiquiure. Los. que vienen de las del Cuaviare son gran des y dificiles de do mesticar. Ningun mono hay que tenga Ja cara de un nirio como el titi ; Ia mismn. ex presion de inocencia, la misma sonr isa rnaligna, In misma prontitud en pasar de la alegria ala tristeza : sus grandes ojos se harian en lagrirnas en el mismo instante en que se YC sobrccogid 0 del ternor. Es muy goloso por los inseclos y en especial por las arafias : la sagacidad de este animalito es tal, que uno de los que llevabamos en nuestra canoa a Angostura, distinguia perfectarnente las diferentes planchas del Cuadra elemental de historia, natural. de M. Cuvier. Las laminas de csta ohra DO estan coloreadas, y sin embargo el tit i ndelan tab.i su mani ta ere) endo coger una lnngosta () una avispa cuantlo Ic presentabamo s la undccima plancha ell qu~ cstnn las pinturas

11 CAPiTULO XIX. {II de estos inseotos, y perrnanecia indiferentc cuando se Ie mostraban estampas de esqueletos 6 de cabezas mamiferas. EI titi es un anlmalito muy timido y dclicado, y dificil transportarle a las costas de Caracas 0 de Cumana. A medida que salen de 13 region de los bosques y que cntran en Ia de los llanos, se entristecen yabaten. No puede atribuirse este cambia a la Jigera diferencia de temperatura, antes parece depender de una mayor intensidad de la luz, de un menor STado de humedad y de alguna propiedad quimica del aire de las costas. El saimire /) titi del Orinoco, los ateles, los sajus y otras especies de cuadrumanos conocidos ha mucho tiempo en Europa, contrastan singularmente en su porte y sus habitudes con el macaoalvu que los misioneros Haman oiudita. Este anirnalito tiene el pelo suave, lusrroso y de Ull negro hermosa. Su cara esta cubierta de una mascara en forma cuadrada de un color blanquinoso que tira a azul, que Ie cubre los ojos, la nariz y la boca. Es uu mono ll1uy raro y delicado que se eucuentra en In

12 t.2 L1IlIl.O ' II. or ilia dcrccha del Orinoco. en las mo ntafias. graniticas dctras de In mision de Santa Barbara. tnmbicn habits las orillas del Gua,iare cerea de San Fernando de Atabapo. Uno de elias hizo cl viagc can nosotros del Casiquiatc y del Rio Negro pasando dos veces las cataratas, Desdc la misma tarde comcijz;lron a cargal' la nueva piragua que se nos destinaba, que cons istia, <lsi como todas las canons de los In-, dios, en un tronco de arbol ahuecado p()r medio del fuego y de Ia hacha. Tenia cincuenta. pies de largo sabre Ires de ancho; Ires personas no hubicran podido estar scntadas de una a otra banda. Estas piraguas son tan ligeras y exigen una carga tan iguahnentc repartida, que cuando uno so quiere Ievaritar pol' un instante, ticne que advertir a los remeros 0 bogas, para que apoyen del lado opuesto. Sin esta precnucion entrar ia ci agua par la banda inclinadu : es dificil hacersc una justa idea de las incomodirlades que se sufren en tan miserabies embarcacioncs. El lode abril {t las diez de la mafiana nos hicimos :'r la vela; tuylmos mucha pelja en aces-

13 CAPiTULO XIX. turnbrarnos a nuestra nueva piragua, que conconsiderabarnos como una nueva prision. La dclnutera del barco estaba ocuparla par los Indios remeros arm ados con sus paqaie«de Ires pies de largo en forma de cucharas. Van cnterameute desnudos I sentados de dos en dos, y reman con una cadencia extraordinaria, Intentabamos a cada in stante mejorar nuestra posicion, pero ohtcniamos pocas ventajas. l\1ientras que uno de nosotros se tnpaba la cabeza pfll:a. prcservarse de los mosquitos, otro qucmaba leila verde debajo de un tal do 0 tt'jadillo que nos hahian formado de hojas de palrnera, a. fin de cchar can el humo los insectos que se abrigab;m en ~1. El dolor en los ojos y el aumento del calor hncian ambos medios impracticables. Sin embargo los viageros soportan los males que Ies son ya hahituales, can cierta alegria de, caracter, ciertas cousidcraciones de conveniencia mutua, y can un vivo in teres por Ia natura- Ieza magestuosa de aquellos imponentes sitios. Ile entrada en estos pormenorcs para probar que. a pesar de' nuestra buena voluntad, no hcrnos padilla M. Bonpland e yo multipliear

14 4 " LIIlRO VII. nuestras obscrvaciones, tanto como 10 exlgia ei intercs tie los objetos que nos rodeaban. EI Orinoco, I1eno de islas, comienza a dividirse en muchos brazos, de los cuales cl mas horizontal qucda en seco durante los meses de cnero y febrero. La anchura total tiel rio cxcede de 2,500 it 5:000 toesas. Frentc la isla.iavauavo divisamos [II cste la boca del cafio Aujacoa. Entre este carlo y el rio Paruasi 0 Paruati, cl pais cs eada vel mas espeso. En media de un bosque de palmeras, no lejos del Orinoco, se eleva un penasco aislado y de un aspecto cl mas pintoresco. Es un pilar de granito, una masa prism.itiea cuyos Ilancos desuudos y escarpados tiencn cerea de doscientos pies de altura; su cirua, que sobresalc de los arboles mas altos de la selva, terrnina en un banco de pcfia con superficie lisa y horizontal: 011'05 arboles coro nan esta cima que los misioneros Haman cl pico t1 -moqoie de Cocusjea, Su s COil tornos mu)' bien marcados y el grupo de arboles y arbustos que lc sine de rematc se designan sohre cl azul del Lido, [I la manern de un bosque que se eleva subre otro bosque.