Hilda Naessens, La concepción del hombre en José Gaos y Francisco Romero, Toluca, uaemex, 2011, 371 págs.

Transcripción

1 Hilda Naessens, La concepción del hombre en José Gaos y Francisco Romero, Toluca, uaemex, 2011, 371 págs. Resultado de una ardua investigación realizada por Hilda Naessens, especialista en filosofía latinoamericana, el libro aquí reseñado nos lleva por tópicos poco analizados en la obra filosófíca de José Gaos y Francisco Romero. Asimismo encontramos una amplia perspectiva del quehacer hermenéutico y una variante que ya figura entre las propuestas clásicas del filosofar, a saber: la hermenéutica analógica propuesta por Mauricio Beuchot Puente. El aporte de este libro radica en la profundidad con que su autora trata el tema de la concepción del hombre, término que alude al género humano. Cabe destacar que Naessens no hace referencia alguna sobre esa concepción, por lo que en la presente reseña nos ceñimos a su acepción. Esta investigación se enmarca en la línea temática llamada historia intelectual, la cual se encarga de hacer una revisión minuciosa del lenguaje, el contexto y el texto estudiado. Para reforzar esa metodología y dar seguimiento a la construcción del pensamiento filosófico propuesto, la autora echa mano del instrumental que proporciona la hermenéutica analógica y lo aplica a la historia intelectual. A nuestro juicio ésa es una aportación que vale la pena rescatar de la obra de Naessens. Es importante mencionar estos factores ya que son parte fundamental en la construcción de una forma de filosofar resultado de una reflexión situada. La autora explica los elementos que serán interconectados en su abordaje metodológico y que se relacionan con su quehacer interpretativo e historiográfico al rastrear el concepto de hombre a través de algunos textos filosóficos. Dicha metodología ha sido puesta en práctica al remitirnos a un breve pero detallado recorrido acerca del desarrollo de la hermenéutica, paso histórico que la autora ha creído conveniente proporcionar para la cabal comprensión de su obra. Si bien quedan algunos puntos oscuros como la especificación de la proporción, de la mano de Naessens nos adentramos en la evolución de la hermenéutica, implicada en la propuesta de Beuchot Puente y que constituye su aporte filosófico. Por otra parte, con respecto al contenido de la obra, digamos que el punto de partida fue el concepto de hombre en las obras de José Gaos y Francisco Romero, renombradas figuras en el campo filosófico latinoamericano, quienes a pesar de ser originarios de España consideraron suyos los suelos americanos. Hecho de sumo interés porque ambos filósofos llegaron a tierras americanas durante la primera mitad del siglo xx, escapando de la dictadura franquista. Para comprender sus respectivos proyectos filosóficos es fundamental conocer el influjo de las tradiciones con las que convivieron, así como las diferentes disciplinas en las que incursionaron, puesto que ellas dan la directriz de sus aportaciones intelectuales. Serán esos elementos los que permitirán un quehacer especulativo de coyuntura. El núcleo problematizador del texto es la constante preocupación por sistematizar el tópico en común tratado por Gaos y Romero, y que consiste en

2 exponer los puntos más sobresalientes de la idea de hombre. La realización de esta compleja labor se realizó circunscribiendo propuestas metodológicas de gran envergadura como referentes necesarios de las consecuencias de la realidad americana. Naessens señala las fuentes en las que abrevó la tradición filosófica de finales del siglo xix y principios del xx y plantea una clasificación de los distintos grupos representativos del pensamiento latinoamericano conjuntados con la tradición europea lo que le permite señalar que nuestro contexto filosófico no es uno, sino diverso. De tal manera, la historia de nuestra filosofía se ve reflejada en el texto como producto de un filosofar en situación. Por otra parte, cada uno de los capítulos está elaborado de manera rigurosa y sistemática, y la obra en su conjunto nos muestra la amplia multiplicidad del quehacer intelectual de América Latina y Europa. De tal forma es posible construir puentes comunicantes entre las diversas áreas de la filosofía y su relación con la historia. Para esclarecer esta aseveración mencionemos algunas áreas de estudio tales como la fenomenología, la antropología filosófica, la ética y la epistemología, por nombrar sólo las más sobresalientes. Los filosofemas abordados son variados y van desde las relaciones analógicas entre las formas del filosofar hasta la búsqueda de interpretaciones que contribuyan a una mejor comprensión del comportamiento humano, además de pasajes historiográficos críticos y algunos postulados en relación con la sociología del conocimiento. Gracias a la investigación de Naessens es posible vislumbrar los componentes tópicos fundamentales para comprender nuestra circunstancia; el minucioso recorrido por las formas de filosofar a través del tiempo nos permite comprender qué influyó en los filósofos estudiados para llevarlos a postular la idea de hombre que proponen. En el capítulo primero, Naessens hace una exposición de la antropología científica y la antropología filosófica, así como de las grandes corrientes antropofilosóficas de la primera mitad del siglo xx, que cobran un lugar preponderante en la explicación debido a que fueron base fundamental en los proyectos filosóficos de Gaos y Romero, por lo que el lector encontrará un ejercicio expositivo y descriptivo de lo que es la antropología y sus variantes, pues en dicha disciplina se afinca la propuesta de la concepción de hombre que ambos filósofos manejan. Asimismo, la autora nos sumerge en las influencias intelectuales que éstos tuvieron por vía directa: el historicismo propuesto por el filósofo español José Ortega y Gasset; la ontología del alemán Nicolai Hartmann; y la fenomenología del erudito checoslovaco Edmund Husserl. El último aspecto tratado en este capítulo se refiere al contexto filosófico en México y Argentina, áreas geográficas en las que se ubica el filosofar cotidiano de ambos autores. El capítulo dos se enfoca en aclarar el proyecto de José Gaos, haciendo énfasis en su concepción de hombre expuesta en Del hombre (1970). Aunque no presenta una exposición exhaustiva del tema, la autora hace un gran esfuerzo por sistematizar la postura del filósofo trasterrado en Del hombre porque allí 202 Cuadernos Americanos 149 (México, 2014/3), pp

3 afirma está presente una antropología filosófica explícita más que en otras de sus obras como en De la filosofía (1962) por ejemplo. Cabe mencionar que el enfoque dado se restringe al escrito aludido de Gaos, aunque es importante señalar que la idea de hombre debió ser rastreada en la obra total del filósofo. Así pues, la labor que realizó Naessens responde a un quehacer interpretativo arduo que puede ser el comienzo de un estudio necesario en la obra gaosiana, lo cual sugiere una invitación a continuar con esa tarea analítica y reflexiva. La investigación de Hilda Naessens muestra y torna evidente la vía antropológica que se oculta entre las palabras gaosianas expuestas en libros anteriores; en esa vía del filosofar encontraremos la intencionalidad de la búsqueda de las ideas humanas a través del tiempo, elemento este último que la autora no señala a profundidad. Sin embargo, lo que sí señala es la importancia de este proceder filosófico procedente en primera instancia de la fenomenología y la hermenéutica, puntos en los que radica el estudio y análisis de las expresiones verbales que permiten comprender el desarrollo racional humano. Es necesario recordar la fuerte influencia que invade al filósofo trasterrado, la cual es representada por la fenomenología hermenéutica de Martin Heidegger. La autora pone el énfasis en el enfoque de Gaos que privilegia la razón como elemento fundamental del ser humano, manifiesto a través del pensamiento y que da como consecuencia el lenguaje que permite llevar a cabo la objetivación. La autora señala la concepción de hombre que realmente le interesa a Gaos: Con ello, podemos advertir que para Gaos el hombre es radicalmente un animal emocional y mocional, moral, finito, sujeto de amor y odio, de bien y mal, porque es un hecho último, en el sentido que de él ya no se encuentra otra razón que dar, y porque se constituye en la raíz, en el motivo, en la razón de ser de los conceptos mismos, en que el hombre sea el animal racional que es (p. 234). Naessens propone que nos planteemos la multiplicidad de sentidos que contienen las palabras a través de sus funciones en el lenguaje, que es donde se muestra el logos, o sea, la razón. De tal manera comprenderemos la transformación de la palabra en concepto, cuyo proceso está mediado a partir de la objetivación, el pensamiento se compone de conceptos que son los elementos del sentido y conforman los juicios y los raciocinios. Los conceptos, según Gaos, son los objetos que hacen de los sonidos articulados de la voz humana expresiones verbales, en cuanto notificados por tales sonidos (p. 245). Un concepto es propiamente un fenómeno cuya manifestación es un cuestionamiento constante realizado exclusivamente por el ser humano. Por esa razón Naessens hace explícito ese atributo y nos remite nuevamente a las influencias que Gaos posee en materia filósofica, y lo hace desde una perspectiva dialéctica en la que percibimos la constante presencia del elemento analógico. Así pues, Gaos afirma que al recurrir al pasado debemos tener en cuenta la labor receptiva entre un sujeto y un destinatario. Según la óptica de Naessens, la historia de la filosofía es una historia de filosofías personales. Esto implica Cuadernos Americanos 149 (México, 2014/3), pp

4 que ninguna filosofía puede ser comprendida en su totalidad por otro sujeto que no sea su autor, pues ningún otro sujeto puede pensar de igual manera que él, concebir a lo existente de la forma como él lo concibe (p. 227). Los factores rescatados, como la dialéctica de Gaos, deben ser altamente valorados puesto que no se habían estudiado y analizado con esta relevancia, lo cual hace que el trabajo de Naessens sea una aportación a los estudios filosóficos. En el capítulo tres se expone la idea de hombre que Francisco Romero propone en Teoría del hombre (1952). El horizonte con el que se trabaja es eminentemente fenomenológico, línea de estudio a partir de la cual se analizó el desarrollo de la conciencia bajo el presupuesto de que es posible construir la explicación de la realidad misma. Para definir al ser humano se toma en cuenta la trascendencia, pues ésta tiene elementos inmanentes que se desenvuelven en el espíritu. La definición que se propone es la siguiente: el hombre es una conciencia intencional, sin la cual no sería hombre. Esta conciencia tiene como característica esencial ser un haz de intenciones o actos proyectados hacia objetos, en funciones de aprehensión cognoscitiva, de emoción o de voluntad (p. 262), nos dice Romero en Teoría del hombre. En el campo axiomático agreguemos que ha sido el hombre quien a través del tiempo se ha desenvuelto y ha creado formas de ser. Entendida desde la perspectiva de Romero, dice Naessens, la concepción de ser humano es propuesta desde dos vías: la natural y la espiritual. Esto nos muestra un puente comunicante entre la metafísica y la axiología presentes en el proyecto romeriano. Se trata, pues, de una doble visión, lo que da pie a que se hable de un método dialéctico implícito en el filosofar de Romero. En este sentido, la visión del mundo también puede ser entendida bajo dos perspectivas en un mismo y claro sentido: el natural y el espiritual. Esta dualidad es sumamente importante para comprender la propuesta romeriana sobre el hombre. Por otra parte, para obtener el salto teórico previo se requirió trazar las diferencias que existen entre el hombre natural y el hombre espiritual, factor tópico que sintetiza bastante bien Naessens. Entendamos, pues, que hombre natural es aquel que desempeña su proyecto existencial productor de cultura en un entorno social, razón por la cual este campo será perteneciente a las reflexiones éticas debido al desenvolvimiento que posee el sujeto frente a la comunidad y dentro de ella. De tal modo que el hombre espiritual es aquel que se guía por su espíritu hacia el camino de la trascendencia, pues ése es su punto de llegada y debe preparar la vía desde la ruta natural. Naessens se vale del uso del quehacer hermenéutico analógico para concretar esta idea de hombre en Romero, cuya definición es, en el hombre real, definido por la dualidad, hay momentos en los que prevalece lo meramente intencional sobre lo espiritual y viceversa, y eso se refleja en sus acciones individuales o colectivas (p. 312). En síntesis, la autora hace un recorrido historiográfico por los planteamientos de Romero para comprender su proyecto axiológico en relación con el carácter trascendente y ético que posee el ser humano. Sin duda alguna vale la 204 Cuadernos Americanos 149 (México, 2014/3), pp

5 pena seguir estudiando el planteamiento que nos propone Naessens, dado que son escasos los análisis en torno a Romero y su filosofía. Para finalizar, agregaré que La concepción del hombre en José Gaos y Francisco Romero advierte a los lectores acerca de las diferentes ocupaciones que tiene la filosofía, en tanto herramienta de una reflexión que se lleva a cabo en un lugar determinado y bajo circunstancias específicas porque es resultado de una necesidad vital del ser humano que busca explicarse lo que sucede en el tiempo y el espacio que le son correspondientes. Igualmente importante en toda investigación es el horizonte que permite reflexionar sobre dicho resultado. Por ende, todo proyecto debe tener la característica de ser flexible y abierto para que las distintas áreas de la filosofía puedan converger en la realización de nuestros cometidos, lo que Naessens maneja de manera adecuada en su obra. Abordar al hombre como tema de estudio requiere una perspectiva situada que lleve a cabo un quehacer imaginativo que incluya el análisis y la consideración de la realidad, así como la utilidad de la axiología para la vida en beneficio del ser humano. Para recapitular, dos son los elementos en común que Naessens encuentra en las obras estudiadas de Gaos y Romero: el primero, la idea de hombre que ambos filósofos proponen es obtenida a partir de distintas vías de estudio, sin embargo, coinciden en precisar un horizonte axiológico; y el segundo, la historicidad del sujeto es sumamente importante para comprender la concepción de hombre. Por tal razón su propuesta filosófica se torna un producto del filosofar nuestroamericano, pues la autora deja en claro que lo hacen desde una realidad situada, o sea, la perspectiva americana. Las conclusiones a las que llega esta investigación apuntan hacia una concepción más amplia y comprensible del filosofar, no excluyente de otras, que permita mirar las diversas formas en que se ha filosofado desde nuestra América y cómo se ha concebido al mundo a través del tiempo. Tenemos la firme convicción de que La concepción del hombre en José Gaos y Francisco Romero es tan sólo punto de partida para el desarrollo de nuevas tareas del filosofar nuestroamericano. Ana Claudia Orozco Reséndiz Cuadernos Americanos 149 (México, 2014/3), pp