Las políticas de empleo sectorial como estrategia de superación de la pobreza Flavia Marco

Transcripción

1 SÓLO PARA PARTICIPANTES Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL Proyecto gobernabilidad democrática e igualdad de género en América Latina y el Caribe Reunión de Expertos Políticas y programas de superación de la pobreza desde la perspectiva de la gobernabilidad democrática y el género Quito, Ecuador, 25 de agosto de 2004 Las políticas de empleo sectorial como estrategia de superación de la pobreza Flavia Marco Este documento fue elaborado por Flavia Marco, Experta de la unidad de la mujer y desarrollo CEPAL Las opiniones expresadas en este documento, que no ha sido sometido a revisión editorial, son de exclusiva responsabilidad de la autora y pueden no coincidir con las de la Organización.

2 Reunión de Expertos sobre políticas y programas de superación de la pobreza desde la perspectiva de la gobernabilidad democrática y el género. CEPAL/CONAMU, Quito, 25 de agosto de 2004 Las políticas de empleo sectorial como estrategia de superación de la pobreza 1 La articulación de las políticas de pobreza, género y empleo es de vital importancia para atender de manera integral las diversas dimensiones de la pobreza. En ese sentido se considera que las políticas de género deben implementar acciones tanto de transferencias monetarias como de fomento al empleo y que ambos tipos de acciones deben estar articuladas. En este contexto, la Unidad Mujer y Desarrollo de la CEPAL y el CONAMU ejecutan de manera conjunta dos proyectos en Ecuador: Gobernabilidad Democrática e igualdad de género en América Latina y el Caribe Proyecto CEPAL/GTZ "Políticas laborales con enfoque de género" Estos comentarios se basan en las experiencias del segundo, que se focaliza en el mercado de trabajo debido a que éste es un ámbito donde se visualiza con nitidez la discriminación contra las mujeres existente en nuestra sociedad y cuyas actuales regulaciones obstaculizan el ejercicio de sus derechos y ciudadanía plena, así como una distribución equitativa del ingreso. Además en las políticas laborales se percibe claramente la vinculación de aspectos económicos y sociales del desarrollo. El proyecto pretende fomentar la implementación de medidas a favor de la equidad de género en las políticas laborales, tanto a nivel nacional como local, a la vez que fortalecer la capacidad de diálogo, negociación y concertación, en esta materia, de las Oficinas de la Mujer y los Ministerios Sectoriales, así como de otros actores institucionales gubernamentales y de la sociedad civil. En una primera fase del proyecto, el que se denominó Institucionalización del enfoque de género en la CEPAL y Ministerios Sectoriales, éste estuvo dirigido a transversalizar la perspectiva de género en las políticas económico - laborales de sectores claves de la economías de países seleccionados. Estos fueron: salud en Argentina, turismo en Ecuador e industria manufacturera de exportación (maquila) en el Salvador. En esta segunda etapa, se replica la estrategia metodológica ya probada, y las actividades se orientarán a fomentar la institucionalización del principio de equidad de género a nivel local en estos países, a los cuales se suman Chile, Costa Rica y Uruguay, donde se centra el trabajo en el sector financiero. 1 Flavia Marco Navarro, Unidad Mujer y Desarrollo, CEPAL. Las opiniones expresadas en este documento, que no ha sido sometido a revisión editorial, son de la exclusiva responsabilidad de la autora y pueden no coincidir con las de la Organización. 1

3 Existe consenso sobre el vínculo del empleo con la pobreza de la población y la distribución del ingreso. No se puede dejar de ver esta relación cuando los ingresos por concepto de remuneraciones y ganancias del trabajo constituyen más del 80 % de los ingresos de los hogares en 11 países de la región para En Ecuador esta fuente de ingresos representa el 90% de los mismos (CEPAL, 2002). Sin embargo esta premisa no siempre es considerada en las políticas públicas cuando se trata de las mujeres, a pesar de que los procesos de empobrecimiento de éstas están estrechamente relacionados con el trabajo remunerado y no remunerado, ya que su mayor dedicación a éste ultimo impide que entren al mercado de trabajo en condiciones de igualdad (CEPAL, 2004b) Tal como establece el estudio Caminos hacia la equidad de género en América Latina y el Caribe al ser pobre y mujer, el factor de exclusión del mercado de trabajo resulta aun mayor (CEPAL, 2004ª) La hipótesis de esta presentación es que las políticas, programas y proyectos que fomenten el empleo sectorial de calidad, considerando la equidad de género, constituyen una estrategia sostenible para la reducción de la pobreza y posibilitan una distribución del ingreso más equitativa entre mujeres y hombres. En efecto, dadas las actuales restricciones del mercado laboral que impiden la superación de la pobreza, una política de generación de empleo o de mejora de las condiciones de trabajo es una política antipobreza. El empleo de calidad es además vía de acceso a una serie de derechos más allá de los laborales, en el ámbito de la ciudadanía social y económica. En efecto, conlleva la posibilidad de cobertura previsional, acceso al crédito, a la tecnología, vivienda. empleo de calidad autonomia económica/empoderamiento estrategia sostenible de lucha contra la pobreza Previsión social: en salud y vejez cuidadanía económica ciudadanía social Además, el fomento del empleo sectorial de calidad representa una alternativa para hacer frente a las consecuencias negativas de la masiva informalización de las trabajadoras. El sector informal es considerado reducto de pobreza y esponja del trabajo femenino. Este sector se constituye en un mecanismo de reproducción de la pobreza en tanto son pocas las actividades que se desarrollan en su interior capaces de generar excedentes, y por tanto, crecimiento económico, si se tiene en cuenta que la mayoría del empleo informal está constituido por trabajos independientes de baja productividad e ingresos (OIT,2003) 2

4 El empleo no solo es funcional a efectos de la reversión de la dimensión monetaria de la pobreza, condiciona no sólo el bienestar material sino también el bienestar psíquico de las personas, además de ser un factor clave de integración social connotado de prestigio. A pesar que estos efectos de estar inserto en el mercado laboral han perdido eficacia frente a los actuales cambios del mismo (informalidad, precarización, movilidad ocupacional), tener un empleo estable con ingresos adecuados sigue permitiendo a la gente valerse por sí sola, influye en las posibilidades de desarrollar la autoestima, la autorrealización individual y condiciona las relaciones de confianza y sociabilidad. El empleo no sólo procura ingresos sino vínculos sociales, de ahí que más allá de su importancia económica tiene un enorme significado simbólico. El trabajo remunerado constituye una fuente de seguridad para las mujeres. Según estudios empíricos realizados, trabajar remuneradamente constituye uno de los pocos factores protectores de la violencia que se ejerce en su contra en el ámbito de lo doméstico y uno de los condicionantes claves del aumento de la autonomía de las mujeres en los procesos de adopción de decisiones al interior de las familias (Rico, 2001). La realidad de la región muestra que en la mayoría de los casos las mujeres no están debidamente consideradas en las políticas nacionales de trabajo, que aun pretenden ser neutras. Además en muchos países es difícil encontrar que las diversas estrategias e instrumentos en materia de trabajo estén integradas en una política de empleo. Esta situación dificulta aun más la consideración de las desventajas que experimentan las mujeres en el trabajo remunerado. A lo expuesto hay que agregar que el empleo ha dejado de ser materia exclusiva de los Ministerios de Trabajo, en un Estado que está organizado sectorialmente. Esta organización a su vez dificulta la transversalización de la equidad de género en las políticas públicas y la atención a las diversidades de la población destinataria, entre ellas la situación de pobreza. En este contexto se considera que es necesario que las políticas y programas de trabajo se dirijan también al empleo sectorial. Por cuál sector pronunciarse o cuáles priorizar dependerá de los contextos nacionales, pero hay criterios que se pueden sugerir. En ese sentido es importante considerar el nivel de absorción de mano de obra femenina que tiene el sector o su potencialidad en ese sentido, basándose en diagnósticos que den cuenta de la evolución en esta materia. También hay que tomar en cuenta la relevancia del sector para la economía nacional y su desempeño (aporte al Producto Interno Bruto constante o creciente), como forma de garantizar que las medidas adoptadas desde las políticas públicas sean sostenibles y que se trate de sectores competitivos, que pudieran ser más proclives a ofrecer buenas condiciones de trabajo. Si bien los diagnósticos e instrumentos técnicos son necesarios para conocer la realidad a la que se aplicará toda política pública, en el caso del empleo sectorial se hace más fácil contar con evidencia empírica precisa que sirva de sustento a las políticas. Las políticas sectoriales de empleo deberían elaborarse y ejecutarse en un proceso: 3

5 Participativo.- En el entendido de que las políticas públicas no solo involucran al Estado sino también a la sociedad a la que están dirigidas. En una experiencia participativa se recogen e interpretan las necesidades y puntos de vista de las personas destinatarias, los que se pueden reflejar en una agenda con prioridades. Además la participación y el consenso garantizan en cierta medida la sostenibilidad de la política y el cumplimiento de los compromisos asumidos por los actores públicos y privados. De otra parte, el carácter participativo y el dialogo entre instancias estatales y organizaciones de la sociedad civil puede propiciar que las mujeres accedan recursos institucionales, los que constituyen una dimensión de las desigualdades de género que repercute en la pobreza de las mujeres. Intersectorial e interinstitucional.- Como forma de hacer frente a las mencionadas dificultades y desafíos que conlleva la organización sectorial del Estado. Asimismo, la intersectorialidad e interinstitucionalidad permiten integrar la política o programa de empleo sectorial con la política nacional en la materia, la de género, las políticas municipales, de reforma o descentralización del Estado y otras. La pobreza es un fenómeno multidimensional y que debe enfrentarse con políticas integrales, pero el reto principal es el de armonizar la vida laboral con la familiar por la vía de incorporar activamente a hombres y mujeres en el proceso de redistribución de los ingresos, los activos, el poder y el tiempo (CEPAL, 2004a) Las políticas sectoriales de empleo, dado el carácter más acotado de sus interlocutores, son un espacio menos difícil para la negociación de medidas que tiendan la maternidad como responsabilidad social que cuando se la aborda en contextos más amplios y con interlocutores menos definidos. No obstante, la consecución de acuerdos en el marco del empleo sectorial para que mujeres y hombres puedan conciliar el trabajo remunerado con las labores domésticas, de cuidado y crianza no resta a la responsabilidad que compete a los Estados en esta materia. La participación laboral de las mujeres ha aumentado a lo largo de la última década pero el desempleo femenino sigue siendo mayor al masculino y gran proporción de las ocupadas lo están en empleos precarios, del sector informal y de determinadas ramas y grupos ocupacionales. Las políticas de trabajo tienen entonces que atender a dos frentes: de una parte, acceso de las mujeres al empleo y diversificación del mismo; y de otra, condiciones laborales (discriminación en las remuneraciones y continuidad de las mismas, regulación de las jornadas, mecanismos de cuidado infantil con cargo al seguro social o al Estado, seguridad e higiene en el lugar de trabajo, capacitación y formación laboral). Disminución del desempleo y mejora de las condiciones laborales son generalmente declarados como objetivos de las políticas de trabajo. El punto es cómo se trasladan a las políticas sectoriales de empleo y cómo en éstas se consideran las desigualdades de género 4

6 y se plantean alternativas para revertir las dificultades de acceso de las mujeres al mercado laboral y la discriminación ocupacional y salarial que padecen. Bibliografía citada Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL (2004a) Caminos hacia la equidad de género en América Latina y el Caribe, Santiago de Chile, CEPAL. LCL.2114 (CRM.9-3) (2004b) Informe de la reunión de expertos sobre pobreza y género, Santiago de Chile, CEPAL. LC/L (2002) Panorama Social de América Latina , Santiago de Chile, CEPAL LC/G/2183-P Oficina Internacional del Trabajo, OIT (2003) Panorama Laboral América Latina y el Caribe, Lima, Oficina Regional para América Latina y el Caribe. Rico Ma. Nieves (2001) El trabajo de las mujeres, amenazas, seguridades y necesidad de políticas públicas. Notas para un debate. 5