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Pardela cenicienta Calonectris diomedea Cory s Shearwater Pardela, pardelo, llantina, guañaguaña, papagayo Pardela cenicienta (Fotografía: Domingo Trujillo) Es una especie pelágica, que está presente en las aguas del archipiélago canario en el período reproductor, entre mediados de febrero y finales de octubre, si bien en los meses invernales que restan hay citas ocasionales (Martín et al., 1987; Lanzadera, 1994; Martín & Lorenzo, 2001). Las colonias de cría se ubican en islotes, roques y acantilados costeros, así como en paredes y escarpes del interior de las islas, aprovechando barrancos y montañas, e incluso en malpaíses o campos de lava reciente. Las poblaciones atlánticas migran de forma mayoritaria a las costas de Sudamérica (Mougin et al., 1988), conociéndose algunos casos de aves anilladas en Canarias que han sido recuperadas en los mares de Brasil (Martín & Lorenzo, 2001). 103

Atlas de las aves nidificantes en el archipiélago canario (1997-2003) Distribución de la pardela cenicienta en el archipiélago canario durante el período de estudio (1997-2003) según las categorías de nidificación (cuadrículas UTM de 5 x 5 km). DISTRIBUCIÓN Mundial. Se reparte por las costas y aguas del Mediterráneo y el Atlántico (Snow & Perrins, 1998). La subespecie típica (C. d. diomedea) está presente en el Mediterráneo, mientras que en los archipiélagos atlánticos de Azores, Madeira, Salvajes y Canarias se encuentra C. d. borealis. Esta última nidifica también en las Berlengas (Portugal) y penetra en aguas mediterráneas hasta Almería (Gómez-Díaz et al., 2006). Las poblaciones de Cabo Verde han sido tratadas habitualmente como una forma independiente, C. d. edwardsii (Cramp & Simmons, 1977; Del Hoyo et al., 1992), que actualmente ha sido elevada a rango de especie, C. edwardsii (Hazevoet, 1995; Snow & Perrins, 1998). Estudios más recientes han propuesto incluso la separación específica de las tres formas (Sangster et al., 1998; AERC-TAC, 2003). España. Presente como nidificante sobre todo en el archipiélago balear y las islas Chafarinas, y en menor número en las islas de Alborán y Columbretes, así como en las de Palomas (Murcia) y Terreros (Almería), existiendo igualmente indicios de su nidificación en ciertos puntos del litoral continental, en concreto en la zona del Cabo Tiñoso en Murcia (Carboneras, 2004). A ello hay que unir los efectivos nidificantes en el archipiélago canario (Martín & Lorenzo, 2001). Canarias. Ocupa la totalidad de las islas y prácticamente todos los islotes, incluso aquellos más pequeños y de pequeña entidad, siendo sin duda el ave marina más abundante del archipiélago (Martín & Lorenzo, 2001). A pesar de ello, hay que señalar el comportamiento nocturno de esta especie al llegar a tierra firme, junto al carácter inaccesible de sus colonias de cría y las características de los nidos ( huras ), ya que son factores importantes que dificultan su estudio. Roque del Este. Población reducida, estimada en unas 50 parejas a mediados de la década de 1980 (Martín et al., 1987), cifra que se mantiene en fechas recientes (Martín et al., 2002; Rodríguez et al., 2003). 104

PARDELA CENICIENTA CALONECTRIS DIOMEDEA Alegranza. Repartida prácticamente por todo el islote, incluyendo los llanos interiores más alejados de la costa, si bien es más abundante en el litoral comprendido entre El Veril y punta Trabuco y entre El Bermejo y El Jablito (Martín & Lorenzo, 2001). Cuenta con la mayor colonia de pardelas del archipiélago, estimada en nada menos que 8.000-10.000 parejas reproductoras (Martín et al., 1987 y 1991). Estudios más recientes han permitido estimar dicha población en 10.000-12.000 parejas, incluyendo el recuento de 6.308 huras aparentemente ocupadas por efectivos de esta especie, y señalándose la existencia de algunas en las que entran hasta 37 ejemplares en una misma noche (Martín et al., 2002; Rodríguez et al., 2003). Roque del Oeste. Aquí se mantienen unas 25 parejas (Martín & Lorenzo, 2001; Martín et al., 2002). Montaña Clara. Hay más de un millar de parejas concentradas en la costa de la mitad meridional y en el interior de La Caldera, si bien es posible encontrar otras tantas distribuidas por todo el islote (Martín & Lorenzo, 2001). Recuentos más recientes han permitido ampliar esta cifra a 1.000-1.500 parejas a partir del hallazgo de 915 huras ocupadas (Martín et al., 2002; Rodríguez et al., 2003). De acuerdo con los resultados de estos autores, en alguna de estas cavidades se constató la entrada de hasta 53 individuos. La Graciosa. Se encuentra en las principales montañas: Amarilla, del Mojón, las Agujas y Bermeja, así como en sectores costeros como el de morros Negros, Los Entraderos y ciertos enclaves del litoral suroeste (Martín & Lorenzo, 2001; Martín et al., 2002). Se estima en fechas recientes una población de unas 300 parejas, amenazada por la caza ilegal (Rodríguez et al., 2003). No obstante, en el pasado debió ser mucho más abundante, señalándose un importante retroceso poblacional atendiendo a los datos más antiguos, sobre todo si se tienen en cuenta las crónicas de finales del siglo XVI, cuando se capturaban en gran número (véase Martín & Lorenzo, 2001 y referencias allí dadas al respecto). Lanzarote. La principal colonia es la de El Mojón, zona en parte incluida en el límite meridional del Parque Nacional de Timanfaya, estimada en unas 1.000 parejas a mediados de la década de 1980 (Martín et al., 1987), pero que parece haber disminuido en los años siguientes a raíz de los resultados obtenidos por Concepción (1992), relativos a estimas anuales de 750-840 parejas en 1988 y de 650-750 en 1991. Aparte de este núcleo reproductor, también está presente en otros sectores costeros, y en menor número en el interior. Por ejemplo, no es rara en la costa de Los Ajaches y de Famara, así como en el litoral de Tinajo. También se escucha en localidades como Tenegüime, Nazaret, caldera Blanca, etc., donde ha sido mencionada previamente por Martín & Lorenzo (2001). Lobos. Cuenta con una importante colonia localizada en La Caldera, aunque también existen efectivos dispersos por otras zonas del islote, sobre todo en los morretes del interior, pequeños acantilados, etc. (Martín & Lorenzo, 2001). Su población rondaría los 1.000-1.200 parejas (Martín et al., 1987), aunque no se conocen estimas recientes. Fuerteventura. De amplia distribución pero de forma fragmentada, concentrándose el grueso de la población a lo largo de la franja costera y en especial en los sectores más agrestes, como Jandía, la costa entre Gran Tarajal y Pozo Negro, y las inmediaciones de montaña Roja (Corralejo), pero sobre todo en la vertiente occidental, habiéndose localizado huras y efectivos en Ajuy, en el tramo entre la playa del Valle, puerto de Los Molinos y en Esquinzo, donde ya es citada previamente por Martín et al. (1987). Además, también ocupa enclaves en el interior (Martín & Lorenzo, 2001), pudiendo detectarse en barrancos y montañas con cuevas y grietas, como Bayuyo, Tindaya, Esquinzo, Betancuria, etc. La estima poblacional conocida es orientativa y ronda las 3.000-4.000 parejas (Martín et al., 1987). Gran Canaria. El grueso de la población nidificante se localiza en el cuadrante occidental, y en concreto en el suroeste, entre el litoral de la zona de Tiritaña, y sobre todo desde el puerto de Mogán, y La Aldea de San Nicolás, donde se han obtenido las principales evidencias de reproducción. También cría en los acantilados de algunos sectores apropiados de la costa oeste y norte, como Agaete, Sardina, Gáldar, Guía y Arucas, y de forma más puntual en La Isleta, así como en la punta de Gando. En dichas localidades es mencionada por Martín & Lorenzo (2001), quienes añaden información de su probable presencia en la punta de Jinámar, junto 105

Atlas de las aves nidificantes en el archipiélago canario (1997-2003) con datos de barrancos y zonas escarpadas del interior, recopilando información de Inagua (Á. Moreno, com. pers.) y Tamadaba (M. Nogales, com. pers.), así como de la caldera de Bandama y barranco Hondo de Abajo en Juncalillo del Sur (D. Trujillo y R. Barone in Martín & Lorenzo, 2001). Aparte de estas dos últimas localidades, también hay detecciones recientes en el barranco de Fataga. En cuanto al tamaño de su población, Martín et al. (1987) la estiman de forma orientativa en unas 2.000 parejas. No obstante, teniendo en cuenta la magnitud de las principales colonias ubicadas entre Mogán y La Aldea, donde se han obtenido las cifras más altas de individuos concentrados al atardecer en balsas frente a las zonas de cría, es muy posible que realmente supere dicha cantidad. Tenerife. Sus efectivos en la actualidad se localizan en la franja costera más acantilada, donde aprovechan para criar los derrubios bajo acantilados, repisas, cuevas, etc. Aunque se ha podido constatar su nidificación en buena parte de los retículos costeros de la isla, se ha confirmado la desaparición de algunas colonias, sobre todo de aquellas situadas en los lugares más accesibles y en la mitad meridional, debiéndose destacar casos concretos en el litoral de Güímar, El Médano, Las Galletas y Rasca. En este último lugar aún sobreviven pequeñas colonias (Lorenzo et al., 2002). A pesar de ello, parece ser más abundante en la mitad septentrional de la isla, habiéndose constatado su presencia prácticamente continua en todos aquellos lugares adecuados existentes entre los macizos de Anaga y Teno, si bien en éstos es más abundante. Además, tal como señalan Martín & Lorenzo (2001), ocupa enclaves en el interior, pudiendo detectarse en barrancos de Adeje, Teno, Los Silos, Anaga y Güímar. En general, su distribución no ha debido variar de manera significativa en las últimas décadas, y a pesar de que el porcentaje de retículos supera al obtenido por Martín (1987): 46,8% y 27,2%, es muy posible que dichas diferencias se deban a cuestiones metodológicas. No en vano, si se tienen en cuenta los retículos en los que dicho autor sospechó la existencia de esta pardela, el porcentaje en cuestión asciende al 36,8% del conjunto de cuadrículas. En cuanto al tamaño de su población, ha sido estimada de forma tentativa en más de 2.000 parejas (Martín et al., 1987). En fechas posteriores, teniendo en cuenta dicha cifra, así como la magnitud de las principales colonias ubicadas en la costa norte, donde se han obtenido los recuentos más altos de balsas, se ha señalado en torno a 2.000-3.000 parejas. No obstante, estas cifras deben tomarse como meramente indicativas, puesto que se requieren recuentos más específicos para poder determinar con mayor precisión el tamaño real de su población. Ocupa también ambos roques de Anaga, el de Tierra y el de Fuera, pero sobre todo este último, cifrándose la población en unas 200 parejas (Martín & Lorenzo, 2001), aunque no hay estimas recientes pero se conoce que continúa nidificando en ellos. Por último, se mantiene una pequeña colonia (10-20 parejas) en el roque de Garachico (Martín & Lorenzo, 2001), y a pesar de que en visitas más recientes no ha sido cuantificada, se ha constatado el mantenimiento de los efectivos reproductores. La Gomera. Puede considerarse el ave marina más común, ya que cría en una importante proporción de su perímetro costero, sobre todo en los acantilados y los grandes barrancos (Martín & Lorenzo, 2001). Aunque se reproduce en buena parte de la vertiente septentrional, la mayor parte de las aves se hallan en la mitad sur, pudiéndose citar colonias destacables en las cercanías de Valle Gran Rey y el barranco de Argaga, La Dama, La Rajita, La Jarrita, Las Pardeleras, La Trinchera, playa de Suárez, playa del Guincho, El Cabrito y la punta de Juan Daza (Martín & Lorenzo, 2001). Tal y como detallan estos autores, igualmente se reproduce en zonas del interior, como es el caso del roque Cano (Vallehermoso), el barranco de Majona, Enchereda (Hermigua), el barranco de Benchijigua (Playa Santiago), etc. El Hierro. Es muy abundante, y cuenta con colonias en buena parte de los acantilados costeros y en los roques y las bajas más apropiadas que circundan la isla, destacando sobre todo el núcleo existente en los roques de Salmor (Martín & Hernández, 1985). Aparte hay que mencionar los enclaves de cría ubicados en el roque de las Gaviotas, risco de los Negros (El Verodal) y en los cantiles próximos al faro de Orchilla, junto con puntos de la costa norte del sector comprendido entre Guarazoca, Pozo de las Calcosas y Echedo, así como en el litoral de Taibique (Martín & Lorenzo, 2001). También cuenta con colonias en los malpaíses, como los del Tamaduste y zona baja de Echedo (Martín & Lorenzo, 2001), y en el Borque del Barbudo. A todo ello 106

PARDELA CENICIENTA CALONECTRIS DIOMEDEA hay que añadir la información más reciente aportada por J. L. Silva (in litt.) sobre la colonia del roque Grande de Salmor, donde encontró un bajo número de individuos en el período abril-noviembre de 2003, tanto en las zonas bajas (máximo de 15 aves en una noche de abril) como en la cima del mismo, donde detectó 4 ejemplares, 5 parejas y un pollo en el mes de julio de dicho año. Debe indicarse que dicho observador no prospectó la totalidad de la superficie del roque, debido a la inaccesibilidad de buena parte del mismo. La Palma. El grueso de la población nidificante se localiza en la franja costera, aunque también ocupa enclaves en el interior, de forma que puede detectarse en barrancos como el de las Angustias y llega a penetrar en el Parque Nacional de La Caldera de Taburiente (Martín & Lorenzo, 2001; Lorenzo et al., 2006). Se ha podido constatar su cría en la mayor parte de los retículos costeros de la isla, aunque parece ser más abundante en la mitad septentrional de la misma. Así, su presencia es prácticamente continua en todos aquellos lugares adecuados existentes desde el norte de Santa Cruz de La Palma hasta las inmediaciones de Tazacorte. También está presente en los roques más importantes, destacando los del cuadrante noroccidental, y en concreto los de Garafía. En cuanto al tamaño de su población, Martín et al. (1987) la estimaron de forma orientativa en unas 4.000 parejas. Posteriormente se han propuesto magnitudes similares, en función también de las cifras obtenidas en los recuentos de las balsas frente a las zonas de cría, sobre todo de sus principales colonias en la costa norte, estimándose en conjunto entre 3.000-4.000 parejas. POBLACIÓN Para el conjunto del archipiélago canario se ha estimado en unas 30.000 parejas a partir de las investigaciones efectuadas a mediados de la década de 1980 (Martín et al., 1987). Dichos valores aparecen en BirdLife International (2004), puesto que no se han efectuado censos posteriores abarcando el conjunto de la geografía insular. A ello hay que unir la dificultad de su estudio ya señalada en los párrafos iniciales. Con todo, se Pardela cenicienta (Fotografía: Beneharo Rodríguez) 107

Atlas de las aves nidificantes en el archipiélago canario (1997-2003) reparte desigualmente como ha podido verse en la información referida a cada isla, destacando sobre todo la agrupación de una tercera parte de la misma presente en el islote de Alegranza (con una estima reciente de 10.000-12.000 parejas), que constituye la mayor colonia del archipiélago (Martín et al., 1991; Martín et al., 2002; Rodríguez et al., 2003). Esta importancia numérica queda reflejada al considerar la amplia red de colonias existentes a lo largo y ancho de su distribución mundial, puesto que la de Salvaje Grande (Salvajes), con unas 18.000 parejas (Mougin et al., 1996), y la de Alegranza aglutinan un importante porcentaje numérico de esta subespecie, estimada de forma conjunta en su rango de distribución atlántico en unas 234.500-243.000 parejas (BirdLife International, 2004). De forma comparativa, los efectivos de la forma mediterránea ascienden a unas 50.000-63.000 parejas, repartidas por más de un centenar de áreas de cría (Paterson, 1997), mientras que en las islas de Cabo Verde se han cifrado en unas 10.000 (Hazevoet, 1995; Snow & Perrins, 1998), si bien con posterioridad se ha indicado que esta cifra parece supravalorar los efectivos reales (Hazevoet et al., 1996). Aunque se trata de una especie aún abundante en el archipiélago, atendiendo a las crónicas y a las referencias existentes referidas a los últimos siglos, es evidente un descenso de efectivos, sobre todo en las islas principales (véase Martín & Lorenzo, 2001 y referencias allí dadas). En ellas, y en especial en las últimas décadas, se ha constatado la desaparición de colonias, principalmente aquellas ubicadas en los lugares más accesibles y cercanos a urbanizaciones costeras, tal y como señala Martín (1987) para ciertas localidades del sur de Tenerife, junto a varias de las que existían en otros puntos, como es el caso de La Graciosa, atendiendo a las indicaciones de Bannerman (1922) y la comparación con los estudios más recientes de Martín et al. (1987) y Martín et al. (2002). Aunque a raíz de las investigaciones de estos autores no es descartable la recuperación o el mantenimiento de los efectivos en alguno de los islotes estudiados, es posible que los aumentos numéricos se deban a prospecciones más exhaustivas y a un mejor conocimiento de la especie. AMENAZAS Y CONSERVACIÓN Los problemas más importantes que afectan a esta especie son la depredación en el nido ( huras ) por mamíferos introducidos, sobre todo por gatos y ratas, y la caza ilegal, cada vez menos frecuente en comparación con el pasado, de acuerdo con la información recopilada por Martín & Lorenzo (2001). Esta actividad se ha desarrollado de forma tradicional en todas las islas, si bien con mayor notoriedad en los islotes orientales (Castroviejo, 1965; Lovegrove, 1971; Hernández Quintero, 1974; Martín & Lorenzo, 2001). Hay que señalar que la especie fue consumida por los aborígenes (Rando & Perera, 1994; Rando et al., 1996 y 1997), aunque las mayores capturas debieron producirse a finales del siglo XIX (Martín & Lorenzo, 2001). También se ve perjudicada por deslumbramientos por motivo del exceso de iluminación en áreas costeras, que afecta sobre todo a los jóvenes durante sus primeros vuelos. A ello hay que unir casos concretos de mortalidad por colisión con tendidos eléctricos (Lorenzo & Ginovés, 2007) y atropellos en carreteras, junto a la incidencia producida por la actividad pesquera, que es baja en las aguas canarias pero que parece ser alta en otros mares visitados por esta especie migratoria, por ejemplo en las costas de Sudamérica, zona en la que se usa frecuentemente el palangre. A ello hay que unir estudios recientes que constatan importantes desplazamientos de pocos días de duración por parte de las aves nidificantes en el archipiélago canario, las cuales visitan aguas de la costa noroccidental africana (Arcos et al., 2007). Otras muertes se producen por consumo de desperdicios flotantes (plásticos, etc.) y por enredos con restos de artes de pesca, aunque se trata de factores de amenaza cuya magnitud real se desconoce. Juan Antonio Lorenzo y Rubén Barone 108