EL ESPACIO URBANO Y EL ESPACIO RURAL INTRODUCCION El crecimiento acelerado de la población ha causado que las ciudades se expandan de una forma rápida y drástica, lo cual conlleva a un cambio en el espacio geográfico. De allí el interés primario por estudiar de manera especial los cambios ocasionados por el crecimiento de las áreas urbanizadas de las ciudades Los procesos de urbanización y ocupación del espacio, se encuentran íntimamente relacionados. Ambos son procesos geográficos de cambios espaciales. El proceso de urbanización es tan amplio y complejo que implica cambios profundos en el seno de la población (cambios económicos, sociales y culturales) e incluso cambio espacial generando así nuevas unidades espaciales: "Ciudades". La urbanización es un proceso geográfico, ya que conduce a complejos cambios espaciales. En primer orden, impone una unidad espacial, la ciudad, totalmente opuesta al campo. Es considerada una forma de ocupación concentrada y densa que aprovecha y agota el suelo urbano, y que a su vez, obliga la expansión física hacia la periferia. En segundo orden, la urbanización implica una mejora en las condiciones de vida, al menos teóricamente, lo que ha exhortado a la población rural a emigrar hacia las concentraciones urbanas, en busca de oportunidades de empleo y optimización de servicios. Este hecho ha producido el crecimiento de la población urbana, lo que conjuntamente con el crecimiento natural de la población, introduce exigencias de espacio físico (Maldonado, 2003). 1.- Características e importancia del espacio urbano. Las características del espacio urbano. El espacio (del latín: spatĭum) es la extensión que contiene la materia existente, la parte que ocupa un objeto sensible y la capacidad de un terreno. El término, de todas formas, tiene muchas otras acepciones. Urbano, por su parte, refiere a aquello perteneciente o relativo a la ciudad (el área de alta densidad poblacional cuyos habitantes no suelen dedicarse a tareas agrícolas). Pese a que no hay una única definición, suele considerarse que la ciudad es una
aglomeración de más de 5.000 habitantes, con menos del 25% de los habitantes dedicados a la agricultura. El espacio urbano, por lo tanto, es el centro poblacional y el paisaje propio de las ciudades. La noción suele utilizarse como sinónimo de medio urbano o área urbana. Al igual que ocurre con la definición de ciudad, no existe un significado preciso y unívoco de espacio urbano. Por lo general se siguen ciertos criterios numéricos (por ejemplo, el espacio urbano puede ser el área donde viven más de 10.000 habitantes), aunque también es posible que la distinción se realice según criterios funcionales (la mayor parte de la población dedica a tareas no-agrícolas). Puede decirse, por lo tanto, que las características propias del espacio urbano son el elevado número de habitantes con alta densidad poblacional, la presencia de una gran variedad de infraestructuras y el desarrollo de los sectores económicos secundario y terciario. El crecimiento de las ciudades, de todas maneras, hace que muchas veces sea difícil establecer un límite geográfico o una división entre el espacio urbano y el espacio rural, ya que la periferia urbana suele expandirse cada vez más.
2. Reconociendo el espacio rural Espacio rural o paisaje rural son conceptos que identifican al espacio geográfico calificado como rural, es decir, como opuesto a lo urbano (al pueblo por oposición a la ciudad). Es estudiado por la geografía rural. Es equivalente a los usos habituales de los términos "campo" y "agro". No debe confundirse lo agrario con lo agrícola, pues mientras lo primero incluye la totalidad de lo rural, lo segundo se limita a la agricultura (sin incluir la ganadería u otras actividades rurales). A veces se utiliza el término "agropecuario". Las propiedades y contrastes del espacio rural en tanto espacio geográfico.. El paisaje rural incluye también las zonas dedicadas a otros usos (residenciales, industriales, de transporte o de servicios) en los municipios clasificados previamente como rurales (atendiendo a criterios numéricos de población en España núcleos de menos de 10.000 habitantes, en otros países más o menos o funcionales que el sector económico predominante sea el primario ). Suele entonces distinguirse, frente al de paisaje rural (más inclusivo) el concepto de paisaje agrario (limitado a los usos propiamente agropecuarios, agroindustriales, extractivos, de silvicultura y de conservación ambiental), aunque también se suele incluir como elemento del paisaje agrario el hábitat rural tradicional, sobre todo cuando es disperso. El paisaje rural presenta una gran diversidad, que parte de sus muy diferentes aspectos físicas (geomorfología, clima) y de su ocupación humana (factores históricos, jurídicos, económicos, etc.) Elementos característicos del paisaje rural son el ganado y los cultivos, así como las distintas instalaciones y equipamientos utilizados en cada forma de cultivo(secano o regadío, ganadería y agricultura intensiva o extensiva, de subsistencia o de mercado, monocultivo o policultivo); y especialmente las parcelas, que se clasifican por su tamaño (no necesariamente coincidente con los términos latifundio y minifundio, indicadores de la concentración de la propiedad), forma y características (campos abiertos - - y campos cerrados - etc.) Otras definiciones y características Al hablar del paisaje rural, destaca el hecho de que éste no sea uniforme, distinguiendo tradicionalmente en Europa, campos cerrados y campos abiertos, con variantes intermedias, fruto de condicionamientos no sólo naturales sino, sobre todo, jurídicos e históricos.
Aunque tradicionalmente estas áreas hayan sido primariamente utilizadas para la agricultura o ganadería, actualmente grandes superficies pueden estar protegidas como un área de conservación del medio ambiente (flora, fauna u otros recursos naturales), tierras indígenas, reservas extractivitas y tener otra importancia económica, por ejemplo, a través del turismo rural o ecoturismo. 3.- Relaciones bióticas, abióticas y antrópicas en los espacios urbano y rural. Una clasificación, mayoritariamente aceptada, de los elementos que constituyen un paisaje, es la que hace referencia a su naturaleza abiótica, biótica o antrópica. Los elementos abióticos: son los relacionados con la geología y clima, tales como ríos, barrancos, bahías o montañas, paisajes nevados o erosionados. Los elementos bióticos: se entiende los relacionados con la vida, es decir la flora y la fauna, dando lugar a las diferentes comunidades naturales. Los elementos antrópicos son los relacionados con el hombre, bancales (Zona de terreno horizontal y llana que hay en un terreno inclinado, hecha por el ser humano o natural, que se aprovecha para el cultivo), caminos, puentes o edificaciones. Algunos de los elementos del paisaje pueden considerarse simultáneamente biótico-antrópico, como por ejemplo un pastizal, o abiótico-antrópico, como sería el caso de un núcleo urbano adaptado a una ladera o una bahía.
A su vez en un mismo paisaje aparecen estos elementos combinados en mayor o menor medida, permitiendo su clasificación. Así podemos hablar de paisaje natural si los elementos dominantes son el abiótico y el biótico, es decir si no ha sido modificado por la acción del hombre. En el lado opuesto pensemos en un paisaje urbano, definido principalmente por la acción del hombre, pero en el que los elementos abióticos (la orografía o el curso de un río) han determinado su estructura, y en el que lo biótico (parques, arbolado de calles, ) no deben estar ausentes. Otro tipo de paisaje, que en nuestro entorno adquiere un especial interés, es el paisaje humanizado. Se trata de un paisaje que por familiar puede llevarnos a creer que es el natural, pero a poco que aprendamos a entenderlo, descubriremos las huellas que han dado lugar a su transformación. Considerado el entorno natural como fuente de recursos, hemos sustituido, a lo largo de la historia, bosques por pastizales o cultivos, hemos conducido el agua transformando yermos parajes en fértiles huertas, abancalando laderas, construido asentamientos urbanos cercanos a nuestros recursos. Desde un punto de vista etnográfico, nuestro paisaje humanizado representa la estructura sobre la que se asienta el modo de vida rural. Representan igualmente un sabio equilibrio entre hombre y naturaleza, un equilibrio sostenible que garantiza la utilización de sus recursos en tanto no se sobrepasen ciertos límites, un equilibrio en suma, que permite el desarrollo humano con la coexistencia de nuestra biodiversidad. Como experiencia estética, y también ética, la confluencia de los elementos abióticos, bióticos y antrópicos enriquecen nuestros paisajes.