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ORTEGA Y GASSET Filósofo español del siglo XX. Nació en Madrid, en el seno de una familia de periodistas. Estudió en Málaga y Deusto (Bilbao) con los jesuitas, y la carrera de Filosofía y Letras en Madrid. En 1905, siendo ya doctor, marchó a estudiar a Alemania. En 1911 se incorpora como catedrático a la Universidad de Madrid, donde trabajará veinticinco años. Sostenía que la necesaria regeneración de España, el ponerse a la altura de los tiempos, pasaba por la ciencia y la europeización de nuestro país. Fundó en 1923 la prestigiosa Revista de Occidente. EL CONOCIMIENTO El conocimiento es una actividad del hombre que se da dentro de su vida. El ser humano no es primariamente un ser cognoscente, conocer es una de las cosas que hace al hacer su vida. La razón por la que el hombre se esfuerza en la tarea del conocimiento es que la vida es problemática y tiene cierto aire de naufragio. La vida es inseguridad y necesitamos saber a qué atenernos para poder vivir. El conocimiento es, pues, lo que el hombre hace para superar la incertidumbre y poder orientarse. Los seres humanos tenemos certidumbres parciales sobre ciertos asuntos, muchas veces contradictorias, pero lo que buscamos y necesitamos es una certidumbre radical, absoluta, en la que se fundamenten las demás, y nos permita saber a qué atenernos, una seguridad indubitable sobre qué es realmente la realidad. A este quehacer se dedica la Filosofía, que Ortega considera como un saber autónomo, de la totalidad, y teórico (sin utilidad técnica, pero con utilidad existencial y orientadora). La Filosofía pregunta por la realidad, por toda la realidad y por lo que es verdaderamente la realidad, esto es, por la realidad radical, la base de toda otra realidad. Desde sus inicios ha buscado la respuesta a esta pregunta. La primera respuesta que dio, en sus orígenes, ya en la Grecia clásica y se mantuvo durante toda la Edad Media, es la que da el REALISMO, y dice que la realidad o el ser consiste en las cosas y su conjunto que llamamos mundo. Cosa es lo que está ahí ya, sin que yo lo busque y antes de que yo lo busque. El conjunto de las cosas es el mundo. Este mundo está ahí y yo estoy en él, soy un trozo de él, una cosa del mundo. Lo que verdaderamente ES, es el mundo, las cosas. Los ATRIBUTOS DE ESE MODO DE SER son los siguientes: 1) Es un ser sustancial, es por sí, con independencia de mí. 2) Es un ser concluso, fijado, quieto, estático: UNA ESENCIA FIJA Pero esta visión de la realidad se pone en duda en la Filosofía moderna, inicialmente con la filosofía de Descartes, y la tesis realista se sustituye por la IDEALISTA. Descartes descubre que las cosas no son seguras, que existen el sueño y la alucinación en los que tengo por verdaderas realidades que no lo son. Lo único cierto e indudable soy yo. El mundo se torna problemático. Si yo me quito del mundo queda mundo?... Por lo menos es dudoso. La realidad del mundo sólo resulta indudable cuando además de él estoy yo viéndolo, tocándolo y pensando en él, yo no sé nada del mundo sino en cuanto soy testigo de él. 1

Las cosas, por lo pronto, son para mí o en mí, son ideas mías. La realidad radical y primaria es el yo, las cosas tienen un ser derivado y dependiente, fundado en el del yo. La seguridad de su realidad depende de mi realidad. Pero entonces, el mundo no es real por sí y en sí, sino en mí y por mí. Es real en tanto que un pensamiento lo piensa como real Del mundo no ha quedado como real más que una cosa: El pensamiento. Adiós cosas, mundo, amigos! Todo eso no es más que un enjambre de ideas mías. Sin embargo, según Ortega, también esta posición es errónea, y su fallo es, en el fondo, el fallo del realismo. Considerar que puesto que no puedo afirmar que existe un ser fuera de mi pensamiento, la realidad es el pensamiento, un yo, un sujeto algo en sí, con una esencia fija, cuya naturaleza es pensar: res cogitans. Ambas posiciones son erróneas. La realidad radical no es algo fijo, no es un ser cerrado y en sí. El dato radical del universo no es ni el mundo sin sujeto, ni el sujeto sin mundo, existen a la vez el sujeto (yo) que piensa el mundo, y el mundo que es pensado, sin posible separación. (Como los dioses disjuntos de la antigüedad) Y ni yo, como sujeto, soy un ser sustancial, ni el mundo tampoco es una realidad en sí, sino que ambos somos en activa correlación: yo soy para el mundo y el mundo es para mí. Si no hay cosas que ver, pensar e imaginar, yo no vería, pensaría o imaginaría, es decir, yo no sería. He aquí la superación del realismo y del idealismo. La realidad es que existo yo con mi mundo, y yo consisto en ocuparme con ese mi mundo: en verlo, imaginarlo, pensarlo, amarlo, estar triste o alegre por él, transformarlo y sufrirlo... En Qué es filosofía? dice Ortega: La realidad es la existencia conjunta de un yo o subjetividad y su mundo. No hay el uno sin el otro [ ]. Yo no pienso si no pienso cosas por tanto, al hallarme a mí hallo siempre frente a mí un mundo Por tanto, el dato radical e indudable no es mi existencia, no es yo existo sino que es mi coexistencia con el mundo ( ) Pero qué es esto?... Eso, ese hecho radical de alguien que ve y odia y quiere un mundo, y en él se mueve y por él sufre, y en él se esfuerza, es lo que desde siempre se llama, en el más humilde y universal vocabulario, MI VIDA ( Qué es filosofía?, IX) Luego la realidad primordial, el hecho de todos los hechos, lo que me es dado, es mi vida, hallarme yo en el mundo. Y como desde el principio la filosofía tuvo como papel definir la realidad radical, el papel de la filosofía será definir lo que es nuestra vida. (Ortega pretende reflexionar sobre la vida como realidad radical, hacer ontología de la vida) Por qué a lo largo de tantos siglos de filosofía no se ha logrado comprender que la realidad radical era la vida? POR LA FE EN LA RAZÓN FÍSICA O NATURAL. Cada pueblo tiene unas creencias o convicciones básicas que constituyen el suelo sobre el que construyen el mundo para ellos, de modo que se consideran la realidad misma. CUÁL ES LA CREENCIA BÁSICA EN LA QUE HA ESTADO EL HOMBRE EUROPEO DESDE EL ORIGEN DE LA FILOSOFÍA? La creencia en la razón física, en la razón natural, que llega a identificarse en el s. XVI con la razón matemática. Pero la realidad que es la vida es un proceso, algo que no es fijo, que no está concluido sino que está sin hacer y se va haciendo al ser Luego no puede ser captada por este tipo de razón natural. 2

Perspectivismo Una de las características básicas de esa realidad es que se muestra y ofrece en perspectivas. Por lo mismo, el conocimiento siempre es el mirar desde una perspectiva. El hombre, a través de su conocimiento, sólo reflejará de la realidad lo que se pueda ver de ella desde un punto de vista determinado y desde una distancia concreta, o lo que es lo mismo, desde una perspectiva. Y, como toda vida y, por lo mismo, todo pensamiento, es necesariamente perspectiva, el hombre no tiene otro remedio que contentarse con esa parte de la verdad que le es accesible desde donde se encuentra. El punto de vista cambiante de la vida presenta a los ojos del hombre cada vez una nueva selección y una nueva figura de la verdad única e inmutable. La perspectiva individual es el único modo de apresar la realidad. Dos puntos de vista sobre la misma realidad no pueden coincidir en ningún caso pero pueden complementarse. Por tanto, lo que debe hacer cada individuo es procurar reproducir fielmente su punto de vista. La Sierra de Guadarrama, por ejemplo, se muestra y es contemplada desde perspectivas diferentes al verse desde Madrid o desde Segovia. Una realidad mostrada y vivida desde ninguna perspectiva es un concepto absurdo. Todas las perspectivas son verdaderas si describen con autenticidad lo que hay en ellas. Siendo verdaderas, sin embargo, son siempre parciales o selectivas, y no pueden ser de otro modo. Tanto el individuo como los pueblos o culturas, se hallan en una perspectiva que depende del psiquismo, de la historia, de las creencias, etc., y que les hace captar ciertos aspectos e ignorar otros. Esto es inevitable. La única perspectiva falsa, dice Ortega, es la que pretende ser única y excluyente. Esto permite, por otra parte, contemplar la posibilidad de lograr una verdad más completa yuxtaponiendo o complementando las diversas perspectivas. 3 Fundamentación ontológica del perspectivismo El perspectivismo de Ortega no es meramente subjetivo, no depende única ni fundamentalmente de cómo aborda el sujeto la realidad, ni se apoya exclusivamente en la forma de ser del hombre, sino en la estructura misma de la realidad: su fundamentación más profunda es ontológica. La primera vez que Ortega utiliza el término perspectivismo lo hace en su obra Meditaciones del Quijote, en un contexto claramente ontológico. Dice en esta obra, escrita en 1914: «Cuándo nos abriremos a la convicción de que el ser definitivo del mundo no es materia, ni es alma, no es cosa alguna determinada, sino una perspectiva?».el conocimiento implica siempre una perspectiva, porque la realidad se da en perspectiva, no sólo porque el sujeto que la conoce así. Puesto que la realidad tiene una estructura propia que consiste precisamente en ser perspectiva, es necesario que el conocimiento se atenga a esa estructura si quiere conocerla. La falsedad consiste en eludir la perspectiva, en serle infiel haciendo absoluto un punto de vista. La realidad cósmica es tal que sólo puede ser vista bajo una determinada perspectiva. La perspectiva es uno de los componentes de la realidad. Lejos de ser su deformación, es su organización. Una realidad que, vista desde cualquier punto, resultase siempre idéntica es un concepto absurdo.(verdad y perspectiva)

Superación del absolutismo racionalista y del relativismo Con este perspectivismo Ortega supera dos teorías epistemológicas contrapuestas: el racionalismo, al que también cabe llamar dogmatismo, absolutismo, radicalismo u objetivismo (Platón, Descartes, etc.), y el relativismo escéptico (sofistas, Nietzsche, etc.): El racionalismo o radicalismo cree en la visión objetiva, la verdad es una, inmutable y abstracta. Para salvar la verdad, renuncia a la vida, todo lo subjetivo desparece para que el conocimiento sea fiel representación de las cosas. El relativismo o escepticismo, declara que, como es inevitable lo subjetivo en el conocimiento, todo conocimiento es falso. Para salvar lo subjetivo, renuncia a la verdad. El perspectivismo supera ambas posturas, pues no renuncia a la verdad, a reflejar la realidad tal como es, que es una función esencial y vital de nuestro pensamiento, pero la verdad no es abstracta, ni objetiva ni completa, sino una perspectiva. 4 El Raciovitalismo En el mundo occidental, desde Grecia, el conocimiento se ha entendido solamente como el resultado de la actividad del pensamiento cuando se orienta a conocer la naturaleza de las cosas, naturaleza que permanece invariable a través de la variabilidad de los fenómenos. Esta forma de funcionar el pensamiento, ocupándose del conocimiento de la naturaleza de las sustancias, de las cosas, es producto de la razón pura o física, que es la que se ha utilizado en la filosofía hasta el presente. Pero la vida no puede ser conocida con la razón pura, matemática, a- histórica y atemporal del racionalismo, acostumbrada a tratar con éxito cosas y sustancias. Se precisa un nuevo concepto de razón, la razón vital, para dar cuenta de ese nuevo modo de ser que es la vida, sobre su estructura, sobre su modo de ser que es ininterrumpida improvisación e invención. No basta, pues, la razón pura, que se enfrenta al conocimiento de lo abstracto, sino una razón creadora. La razón vital es también razón histórica, pues la vida no es una cosa, ni sustancia, ni naturaleza fija e inmutable, es historia, quehacer, proyecto, temporalidad, cambio. Y frente a la razón física que ofrece explicaciones de su objeto, de las cosas, la razón vital e histórica ha de entender, comprender, saber captar el sentido de lo humano, y por tanto, saber poner en relación los hechos vitales con las creencias, los valores, los proyectos, etc., de los individuos y las culturas. Por esto utiliza otras técnicas como la narración: la vida hay que contarla. A esta posición se la denomina Raciovitalismo. Con el Raciovitalismo Ortega se separa de dos posiciones contrapuestas: 1. Se aparta por un lado del vitalismo irracionalista, por ejemplo de Nietzsche. Considera que carece de sentido rechazar la racionalidad humana, pues es una dimensión básica e irrenunciable incardinada en la vida humana y ser uno de sus instrumentos fundamentales. El apetito de verdad y de objetividad forma parte de las inclinaciones más profundas del ser humano, así como intentar alcanzarla mediante la razón; además, con la razón

construimos interpretaciones de la realidad hacen inteligible la realidad, nos orientan y nos permiten enfrentarnos al naufragio que invariablemente es la existencia. 2. Pero también se separa del Racionalismo, que separa la razón de la vida y busca una verdad descarnada, abstracta, vacía. En definitiva, lo que propone el Raciovitalismo propone que para conocer la nueva realidad radical, hay que utilizar de una forma nueva la razón que se adapte a la peculiaridad de lo que quiere conocer: si la vida es un proceso, una historia, para entender cualquier vida se necesita una razón vital, histórica, narrativa, sólo ante ésta la vida de un hombre o un pueblo- se vuelve un poco transparente. EL HOMBRE El ser del hombre es su vida La pregunta fundamental de la Filosofía es por la realidad radical, la que sustenta toda otra realidad. Según Ortega la realidad radical no es el mundo, las cosas separadas del sujeto, ni tampoco el sujeto como ser sustancial con una esencia fija. La realidad es que existo yo con mi mundo, y yo consisto en ocuparme con ese mi mundo: en verlo, imaginarlo, pensarlo, amarlo, estar triste o alegre por él, transformarlo y sufrirlo... En Qué es filosofía? dice Ortega: Pero qué es esto?... Eso, ese hecho radical de alguien que ve y odia y quiere un mundo, y en él se mueve y por él sufre, y en él se esfuerza, es lo que desde siempre se llama, en el más humilde y universal vocabulario, MI VIDA El ser del hombre es, pues, su vida, no un sujeto cognoscente o un alma, sino tener que habérselas con un mundo para crear su propio ser. Esto es la vida, la realidad primordial, el hecho de todos los hechos, mi vida, hallarme yo en el mundo. Y puesto que desde sus inicios la filosofía tuvo como tarea ocuparse de la realidad radical, el papel de la filosofía será definir lo que es la vida. Por qué la vida es la realidad radical? Es la realidad radical en dos sentidos: o Epistemológico, es la primera verdad que se me da como indudable. o Ontológico, es la realidad en que aparecen todas las demás. Al llamarla «realidad radical» no significo que sea la única, ni siquiera que sea la más elevada, respetable, o sublime, o suprema, sino simplemente que es la raíz de todas las demás de aquí, radical en el sentido de que éstas, sean las que fueren, tienen, para sernos realidad, que hacerse de algún modo presentes en nuestra propia vida (El hombre y la gente) Y la vida a la que se refiere Ortega no es una realidad abstracta ni general, sino la vida concreta e individual de cada cual, la que cada uno llama mi vida. Siempre que digo «vida humana», sea lo que fuere, a no ser que haga yo alguna especial salvedad, ha de evitarse pensar en la vida de otro, y cada cual debe referirse a la suya propia Vida humana como realidad radical es sólo la de cada cual, es sólo mi vida Lo que llamamos «vida de los otros», la del amigo, la de la amada, es ya algo que aparece en el escenario que es mi vida y, por tanto, supone ésta. La vida de otro, aun del que nos sea más próximo e íntimo, es ya para mí mero espectáculo, como el árbol, la roca, la nube viajera. La veo pero no la soy, es decir, no la vivo. Si al otro le duelen las muelas me es patente su fisonomía, la figura de sus músculos contraídos, 5

es espectáculo, en suma, de alguien aquejado por el dolor, pero su dolor de muelas no me duele a mí y, por tanto, lo que de él tengo no se parece nada a lo que tengo cuando me duelen a mí. (El hombre y la gente) La vida es un quehacer, dentro de una circunstancia Esta vida humana individual está por hacer, es un quehacer, dentro del marco o circunstancia de la que uno ha de hacerse cargo. Es la convivencia del yo con las circunstancias, es decir, con todo lo que el yo se encuentra: su cuerpo, su temperamento, la sociedad, los demás, las creencias, las cosas. De ahí la frase de Ortega yo soy yo y mi circunstancia La realidad radical es ese quehacer del yo con las cosas, que llamamos la vida. Lo que el hombre hace con las cosas es vivir. Ese hacer es la realidad con que originariamente nos encontramos, la cual no es ahora ninguna cosa material o espiritual ( ) sino actividad, algo que propiamente no es, sino que se hace Y la vida es lo que hacemos y lo que nos pasa. Vivir es tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él. Por tanto, no hay prioridad de las cosas como creía el realismo, ni tampoco prioridad del yo sobre las cosas, como opinó el idealismo. La realidad primaria y radical, de la que el yo y las cosas solo son momentos abstractos, es el dinámico quehacer que llamamos nuestra vida. (Julián Marías, Ortega y su filosofía de la razón vital, pag 435) 6 CATEGORÍAS O ATRIBUTOS DE LA VIDA Para saber qué es esta nueva realidad necesitamos conceptos nuevos, no nos sirven los antiguos, ya que el concepto de ser, de realidad, ha cambiado: antes era un ser estático, intemporal, ahora es un ser activo, esencialmente temporal y en íntima dependencia con lo otro para ser lo que es. Ortega pretende reflexionar sobre esta nueva realidad, la vida, por lo que va a hacer ontología de la vida, y para ello va a exponer los atributos o categorías que la caracterizan, que son los siguientes: 1.- La vida es saberse, es evidencial: Nada de lo que hacemos sería nuestra vida si no nos diésemos cuenta de ello. Vivir es esa realidad extraña, única, que tiene el privilegio de existir para sí misma. Todo vivir es vivirse, saberse existiendo. Toda otra realidad es, para sí misma, ciega. Sólo es. Vivir es ser y saber que se es, tenerse uno presente a sí mismo. Es el descubrimiento incesante que hacemos de nosotros mismos y del mundo. Este tenerse presente uno a sí mismo es lo que le permite decir que la vida es suya, y adquiere pleno sentido decir mi vida. 2.- Vivir es encontrarse en un mundo Vivir no es encontrarse como cuerpo entre otros cuerpos. Lo importante no es que las cosas sean o no cuerpos, sino que nos afectan, nos interesan, nos amenazan y nos atormentan... Mundo es, sensu stricto, lo que nos afecta. Y vivir es hallarse cada cual a sí mismo en un ámbito de temas, de asuntos que le afectan. Vivir es hallarse frente al mundo, con el mundo, dentro del mundo. El mundo es un elemento fundamental de la vida, no algo exterior a ella, y junto con el yo forma los dos ingredientes inseparables de la vida. Por ello todo vivir es vivir con lo otro que uno: es tener una CIRCUNSTANCIA. (Yo soy yo y mi circunstancia) 3.- La vida nos es dada (Dimensión de fatalidad de la vida) No nos la hemos dado nosotros, sino que nos la encontramos precisamente cuando nos

encontramos a nosotros mismos. Tampoco hemos elegido el mundo, la circunstancia concreta que nos ha tocado vivir: siglo, lugar, familia... El vivir, el ser hombre, no tolera preparación ni ensayo previo. Nuestra vida empieza por ser la perpetua sorpresa de existir. 4.- La vida no nos es dada hecha, sino vacía Cada cual ha de hacerse su propia vida. La vida es un problema no resuelto que cada uno ha de resolver. Nuestro ser no está prefijado, ni ninguna de nuestras acciones. Cada una de ellas es una posibilidad entre muchas. Y, por tanto, ante cada acción nos vemos forzados a elegir. Por eso tiene un carácter problemático, tengo el compromiso de hacer mi propia vida, he de hacerme cargo de ella es una carga que yo he de soportar-. 5.- Vida es libertad (dimensión de libertad de la vida) La circunstancia, el aquí y el ahora en que estamos inscritos, no nos impone nunca una única acción, sino varias posibles, y nos deja cruelmente entregados a nuestra iniciativa e inspiración. Nos vemos continuamente forzados a elegir. Estamos condenados a ser libres. Vida es, pues, libertad en la fatalidad y fatalidad en la libertad. Porque lo más extraño y azorante de esa circunstancia o mundo en que tenemos que vivir consiste en que nos presenta siempre, dentro de su círculo y horizonte inexorable, una variedad de posibilidades para nuestra acción, variedad ante la cual no tenemos más remedio que elegir y, por tanto, ejercitar nuestra libertad. La circunstancia repito, el aquí y ahora dentro de los cuales estamos inexorablemente inscritos y prisioneros, no nos impone en cada instante una única acción o hacer, sino varios posibles y nos deja cruelmente entregados a nuestra iniciativa e inspiración; por tanto, a nuestra responsabilidad. Dentro de un rato, cuando salgan a la calle, se verán obligados a decidir qué dirección tomarán, qué ruta. y si esto acontece en esta trivial ocasión, mucho más pasa en esos momentos solemnes, decisivos de la vida en que lo que hay que elegir es nada menos, por ejemplo, que una profesión, una carrera y carrera significa camino y dirección del caminar. ( ) Vida, en el sentido de vida humana, por tanto, en sentido biográfico y no biológico, vida es encontrarse alguien que llamamos hombre ( ), teniendo que ser en la circunstancia o mundo. Pero nuestro ser en cuanto «ser en la circunstancia» no es quieto y meramente pasivo. Para ser, esto es, para seguir siendo tiene que estar siempre haciendo algo, pero eso que ha de hacer no le es impuesto ni prefijado, sino que ha de elegirlo y decidirlo él, intransferiblemente, por sí y ante sí, bajo su exclusiva responsabilidad. Nadie puede sustituirle en este decidir lo que va a hacer, pues incluso el entregarse a la voluntad de otro tiene que decidirlo él. Esta forzosidad de tener que elegir y, por tanto, estar condenado, quiera o no, a ser libre, a ser por su propia cuenta y riesgo, proviene de que la circunstancia no es nunca unilateral, tiene siempre varios y a veces muchos lados. Es decir, nos invita a diferentes posibilidades de hacer, de ser. Por eso nos pasamos la vida diciéndonos: «Por un lado», yo haría, pensaría, sentiría, querría, decidiría esto, pero, «por otro lado»... La vida es multilateral. Cada instante y cada sitio abre ante nosotros diversos caminos. Como dice el viejísimo libro indio: «Dondequiera que el hombre pone la planta, pisa siempre cien senderos.» De aquí que la vida sea permanente encrucijada y constante perplejidad. ( ) De toda circunstancia, aun la extrema, cabe evasión. De lo que no cabe evasión es de tener que hacer algo y, sobre todo, de tener que hacer lo que, a la postre, es más penoso: elegir, preferir. Cuántas veces no se ha dicho uno que preferiría no preferir? De donde resulta que lo que me es dado 7

cuando me es dada la vida no es sino quehacer. La vida, bien lo sabemos todos, la vida da mucho que hacer. Y lo más grave es conseguir que el hacer elegido en cada caso sea no uno cualquiera, sino lo que hay que hacer aquí y ahora, que sea nuestra verdadera vocación, nuestro auténtico quehacer. (El hombre y la gente) 6.- Vivir es elegir el propio ser. Vivir es, constantemente, decidir lo que vamos a ser. Esta es la gran paradoja del ser humano, un ser que consiste, más que en lo que es, en lo que va a ser, por tanto, en lo que aún no es, lo que le falta. Esta esencial paradoja es nuestra vida. Por tanto, la vida es más el futuro que el presente o el pasado. La vida es FUTURICIÓN, proyecto. 7.-Es temporal e histórica: Para Ortega, el ser humano no tiene naturaleza. El ser humano no es cosa alguna, es un drama: su vida es puro y universal acontecimiento. El ser humano es historia, entendida como sistema de experiencias que forman una cadena inexorable y única que se da en el tiempo. La vida humana es un hacerse temporal. 8 8.- La vida es intransferible, y por tanto soledad. Cada cual ha de vivirse la suya, nadie puede sustituirnos en la faena de vivir. Nadie puede decidir por uno lo que va a hacer y, por tanto, lo que va a ser. Eso tiene que hacerlo uno solo y, por ello, la vida es soledad, radical soledad. Pero desde esta soledad emergemos en un ansia de compañía y por ello somos también seres sociales, nuestro ser necesita a los otros. 9.- Desde ese fondo de soledad radical que es, sin remedio, nuestra vida, emergemos constantemente en un ansia, no menos radical, de compañía. Quisiéramos hallar aquel cuya vida se fundiese íntegramente, se interpenetrase con la nuestra. Para ello hacemos los más varios intentos. Uno es la amistad. Pero el supremo entre ellos es lo que llamamos amor. Nuestro proyecto es nuestra responsabilidad Dado que nuestra vida y nuestro ser, dentro de nuestra circunstancia, hemos de elegirlos nosotros, pesa sobre nuestros hombros un ineludible imperativo de autenticidad. Cada uno ha de ser fiel a sí mismo, tiene la exigencia de acertar con su destino, de comprometerse con el ser que tiene que ser, en construir su auténtico yo. En esto consiste cumplir con su vocación. De ese yo, de ese destino y vocación, somos responsables, de elegirlo y de cumplirlo, frente a todo tipo de obstáculos que lo hacen difícil.