FEMINISMO y CAMBIO EN AMERICA LATINA Y EL CARIBE Transcurridos ya 10 años del Siglo XXI, las luchas por la igualdad, la libertad y la justicia tienen en América Latina y el Caribe un espacio diverso y vibrante de prácticas, resistencias, luchas, reflexiones y propuestas contra hegemónicas y anti neoliberales, con variadas situaciones de transformación radical, construcción de alternativas, pero también importantes y fundamentales regresiones en curso y renovados peligros. En diferentes etapas, las sociedades en la región están mirando hacia sus condiciones históricas, sus capacidades y la viabilidad de construcción de sociedades más justas. En todo este contexto de luchas y transformaciones regionales y globales, estamos frente a la gestación de nuevos marcos de sentido, porque también «está en gestación una diversidad de espacios transformadores» (De Sousa Santos, 2006), múltiples voces de sujetas y sujetos emergentes dialogan y alimentan las nuevas formas de interrogar la realidad, de aportar saberes y opciones, de mostrar lo antes invisible, y de construir una igualdad más profunda y abarcante. Entre ellos el feminismo como teoría y proyecto éticopolítico que reivindica la diferencia y la igualdad de la mitad de la humanidad, ha venido pensando desde una periferia cotidiana, común y naturalizada, y ha venido aportando análisis develadores de la habitual discriminación y opresión sexual, potencia subversiva, utopías radicales y propuestas emancipatorias. Boaventura de Sousa Santos (2006) afirma que en el contexto del pensamiento anti hegemónico la mejor teoría crítica ha sido la generada por el feminismo, porque si los rostros de la dominación son múltiples, también deben ser diversas las formas y los agentes de resistencia a ellos. Vamos más allá, cuando sostenemos que la histórica discriminación/opresión/explotación de las mujeres como conjunto subalterno, cruza de manera transversalmente vivida como natural, a todas las formas de dominación. Por esto la opresión de género es naturalizada incluso dentro de movimientos y pensamientos emancipatorios. Mientras que los discursos de legitimación de la desigualdad de clase o de raza suelen ser rápidamente detectados y neutralizados por la crítica, los discursos de legitimación de la desigualdad entre los sexos pasan todavía, por lo común, desapercibidos y continúan, por lo tanto, activos. (Alicia Puleo, 2000) El feminismo es pensamiento contra hegemónico y contracultural, que se plantea desmontar la opresión y explotación patriarcal, fundada en el contrato sexual que da base al contrato social. La sociedad organizada a partir del contrato social, se articula en dos esferas, pero sólo la esfera pública -a diferencia de la esfera doméstica- es señalada como históricamente relevante. El oculto contrato sexual define las relaciones entre mujeres y hombres, legitima la diferencia como desigualdad en el ejercicio cotidiano de derechos y deberes, establece la pertenencia de las mujeres al espacio doméstico despreciándolo e instaurando la plusvalía sexual, es decir, el patriarcado. El feminismo se define como pensamiento situado, en primer lugar en la corporeidad y sus determinaciones y consecuencias socioculturales. A partir del
desvelamiento de la construcción social de las identidades sexuadas, el feminismo elabora una teoría de las relaciones de poder entre los sexos y con una voluntad ética y política de denuncia de las deformaciones conceptuales de un discurso hegemónico basado en la exclusión e inferiorización de la mitad de la especie humana. Pero también, y cada vez más, el feminismo contemporáneo, profundiza la reflexión desde lo concreto, y desde la específica subordinación de mujeres latinoamericanas, como categoría política que articula historias y siglos de subordinación y también de luchas y propuestas. Los feminismos del siglo XXI van mostrando que las mujeres no son un grupo homogéneo, por el contrario, van apareciendo testimonios y movimientos de mujeres que parten de la pertenencia étnica, de la pertenencia de clase, geográfica, etc. y que implican el reconocimiento de la complejidad del sujeto colectivo feminista que aporta visiones nuevas y contrarias al simple marco liberal de derechos. La clase, la raza, la sexualidad, el origen geográfico son fundamentales para entrecruzar las condiciones materiales, los contextos y las experiencias de las mujeres, y a partir de estas multidiversidad feminista generar las propuestas alternativas. Pensar feministamente desde América Latina y el Caribe implica hacerlo desde la marginalidad explotada, donde la violencia se naturaliza teniendo como base la violación colonial. El colonialismo europeo patriarcal, racista y discriminador ha marcado a las mujeres latinoamericanas y las ha simbolizado como cuerpos preferentemente erotizados, convertidos en instrumento para la sujeción y la reproducción del colonizador. Nuestros países son vistos desde otros continentes como lugares para el placer, lugares donde todavía consiguen mujeres que se exportan como migrantes indocumentadas para los mercados del sexo o de los cuidados. Nacer mujer implica un futuro prefijado, pero nacer mujer latinoamericana implica un futuro prefijado con determinaciones específicas más estrechas y más amplias a la vez. La gran transformación neoliberal acaecida durante más de treinta años, construyó una transición vertiginosa donde las mujeres pasaron rápidamente al mercado laboral y a la vida pública para subsanar y mejorar en algunos casos la rentabilidad económica. Las relaciones de inequidad adquirieron un rostro femenino con la enorme presencia del trabajo femenino en la llamada economía formal, en la economía informal y en la economía del cuidado en los hogares. La incorporación femenina en todas las tareas cobró fuerza en las últimas décadas, en América Latina y el Caribe obligada e impulsada por el aumento de la pobreza y las consiguientes fracturaciones familiares. En América Latina, 1/3 hogares tiene jefatura femenina, y durante la década de los noventa en algunos países estos hogares aumentaron hasta un 50%. Y en el proceso de la crisis las desigualdades entre hombres y mujeres, agudizadas por el modelo neoliberal, han aflorado con mayor intensidad. El desplazamiento de los puestos del trabajo en aras de un supuesto ahorro económico han intensificado el desempleo y acordado la demanda y aumentando aceleradamente la pobreza. Con ello, las mujeres intensifican aún más su trabajo, con una mayor jornada laboral tanto en la economía del cuidado como en la economía formal e informal. Esta crisis que por su origen y por sus características ha sido calificada como la crisis de la civilización no
encuentra soluciones alternativas donde las mujeres puedan cruzar con equidad hacia una salida de la crisis ambiental, la crisis de los alimentos y la crisis financiera. Antes de este momento de agudización, el feminismo como pensamiento ético, político, social y económico había venido haciendo importantes contribuciones a la crítica de este modelo. Especialmente explicando las consecuencias de la elevada concentración e inequidad presente en éste, además ha venido debatiendo y proponiendo ideas para la construcción de un nuevo paradigma social, ideas que ahora se suman a los esfuerzos para la construcción de las salidas a la crisis y de la recesión que en muchos lados amenaza con convertirse en depresión. En América Latina, no solamente hay crítica y luchas, hay también un cambio histórico en curso. Como sucede en épocas de cambios paradigmáticos, generalmente la práctica se adelanta a la teoría. Hay nuevas dinámicas de participación política que las mujeres están impulsando, desde ellas mismas, junto con otro/as actores, en confluencia y en disputa por alimentar una perspectiva de emancipación. Los feminismos latinoamericanos en los últimos 25 ó 30 años han venido actuando con una peculiar combinación de lucha política, movilización callejera, subversiones culturales, negociación y presión hacia los poderes oficiales, diálogos interculturales, junto con una reflexión permanente sobre los avances y las contradicciones de sus prácticas. Las profundas transformaciones sociales y políticas en América Latina han ido de la mano del pensamiento feminista que se han forjado a través de las luchas sociales y de las grandes desigualdades entre hombres y mujeres. Si la igualdad comienza a ser un horizonte posible en América Latina y el Caribe, es porque cuenta con la presencia de sujetos colectivos con capacidad de resistencia y autonomía para definir sus prioridades y proyectos emancipatorios. Las voces de todas las mujeres, indígenas, negras, blancas, rurales, urbanas, trabajadoras domésticas, discapacitadas, jóvenes, viejas, migrantes, lesbianas, transexuales han sido imprescindibles para repensar y demandar la igualdad, la justicia social y la democracia. El feminismo en América Latina y el Caribe se piensa y repiensa a sí mismo junto con la necesidad de construir una práctica política que tenga en cuenta, la imbricación de los sistemas de dominación como el sexismo, racismo, heterosexismo y el capitalismo, en diálogo con prácticas anti sistémicas, y en corresponsabilidad por la prefiguración de alternativas más justas. Las opresiones percibidas y nombradas por el feminismo latinoamericano son materia prima para propuestas audaces que enriquezcan miradas y subviertan la fragmentación social, la mercantilización, la desintegración de la vida y el patrimonialismo heredado del neoliberalismo que pervive incluso en el interior de las dinámicas y procesos de cambio. Una ética feminista de la convivencia busca superar el modelo procesal y jurídico de las relaciones humanas, porque carece de la solidaridad y de la profundidad necesaria para humanizar la sociedad. Esta línea ética lleva a posiciones políticas que conducen a transformaciones reales de la cotidianeidad. La teoría feminista latinoamericana plantea un imperativo ético para construir una opción por un modo de poder sin dominación y una convivencia basada en solidaridad y cuidado humano para la reproducción de la vida. Las diversas manifestaciones de
dominación, tales como la esclavitud, la servidumbre, la explotación, la alienación y la colonización, han sido posibles porque hay un modelo que subyace a todas: el de la dominación de un sexo sobre otro. Si no desaparece la inferiorización de la mujer es posible que sigan cambiando las formas de explotación, pero no desaparecerán, porque la dominación continúa instalada en la subjetividad. Los feminismos son un vehículo de transformación sustancial en el momento histórico actual, por tener una gran potencialidad para crear nuevos horizontes, interpretaciones y prácticas de vida, así como de la política. El presente Proyecto de Grupo de Trabajo, que continúa y potencia el trabajo ya desarrollado en el período 2007-2009 por el GT Género, Globalización y Desarrollo, consiste en pensar el feminismo en relación con los cambios en América Latina y el Caribe, a través de la complejidad y entrecruzamiento de las múltiples y diversas dominaciones y propuestas emancipatorias en relación con la coyuntura de la región. Se trata de hacer análisis y reflexiones sobre realidades y procesos en curso, sobre avances y retrocesos en justicia, equidad e igualdad, pero también y sobre todo realizar aportes propositivos y de políticas públicas desde las mujeres y sus visiones desde abajo, para el avance y construcción de las lógicas y estructuras alternativas al capitalismo. Para esta tarea se asume un enfoque interdisciplinario y transdisciplinario, que se articulado con organizaciones académicas, y dentro de filosofía de investigación-acción, que implica el diálogo y acopia la participación de las investigadoras en las redes de activismo feminista. La hipótesis básica que aglutina las diferentes líneas de investigación que se proponen es que el feminismo cuanto pensamiento crítico, utopía ético-política y movimiento social ofrece importantes contribuciones a los procesos de cambio en América Latina y el Caribe y a la generación de propuestas y alternativas emancipadoras. Algunas preguntas orientadoras del trabajo a realizar son: Qué tipo de poder propone y busca el feminismo en América Latina y el Caribe? Qué tipo de relaciones políticas se promueven?, Qué tipo de sociedades emancipadas queremos? Cómo se articula el feminismo con las emancipaciones y las democracias? Cómo se articula y dialoga con las revoluciones y las transformaciones sociales que se están dando en el siglo XXI en Latinoamérica?, Cuáles son los aportes del Feminismo a la globalización alternativa de cara al siglo XXI?, Cuáles son los principales impactos en las mujeres de los retrocesos sociales y económicos, las hegemonías comunicacionales, las crisis y depredación ambiental y de los conflictos armados y violencias, en América Latina y el Caribe? Cuáles son las diversidades que reconoce y refleja el Feminismo Latinoamericano?, Cuál es la interacción entre el Feminismo, el Socialismo y el Buen Vivir como proyectos ético-políticos en el Siglo XXI en Latinoamérica? Cuáles son las principales propuestas de políticas públicas desde el feminismo y los movimientos de mujeres? 3. Líneas de investigación 1. Feminismo y cambio social 2. Género, etnia y clase 3. Feminismo y descolonización 4. Prefiguraciones ético-políticas feministas
. 5. Propuestas feministas de políticas públicas para la transformación 6. Propuestas feministas y transformación del estado 7. Feminismo y reorganización socio-productiva 8. Feminismo e integración en América Latina y el Caribe 9. Derechos Humanos de las mujeres 10. Crisis, mujeres y feminismo 11. Análisis feministas de la migración y el desplazamiento 12. Análisis feminista de las brechas entre mujeres y hombres en América Latina y el Caribe 13. Feminización de la pobreza 14. Sexualidades, reproducción y soberanía del cuerpo 15. Economía feminista y alternativas económicas 16. Feminismo y redes sociales 17. Feminismo, patriarcado y capitalismo 18. Feminismo y socialismo 19. Feminismo y buen vivir 20. Feminismo y participación política de las mujeres 21. Militarización y violencias contra las mujeres