EL NUEVO ÓVALO UN GRAN SALÓN URBANO

Transcripción

1 EL NUEVO ÓVALO UN GRAN SALÓN URBANO La idea global del proyecto presentado por el equipo compuesto por David Chipperfield y B720 Arquitectura era aprovechar la rehabilitación del Óvalo de Teruel para crear amplias zonas de esparcimiento en las que convivan la modernidad con el uso ciudadano. El Óvalo debía recuperar su vocación de gran balcón urbano y de punto de encuentro ciudadano. En este sentido, el diseño ganador apostó por la utilización de materiales autóctonos para la construcción de elementos prácticos, desde el pavimento a los bancos, pasando por la iluminación, El proyecto finalmente llevado a la práctica incluía dos grandes áreas de actuación muy específicas. Una de ellas es la comprendida entre la estación de ferrocarril y el paseo del Óvalo, con especial hincapié en la Escalinata neomudéjar que salva los 17 metros de desnivel existentes entre la ribera del Turia (876 metros sobre el nivel del mar) y la meseta sobre la que se asienta la parte antigua de la capital turolense (903 metros). Esta área abarcaba metros cuadrados. La segunda gran área está constituida por la propia explanada del Óvalo. La remodelación de la plaza ubicada frente a la entrada de la estación, atravesada en la actualidad por una calle, quedó aplazada para una actuación posterior, al igual que la ordenación de los terrenos de uso ferroviario. Este frente se verá modificado en un futuro no muy lejano, cuando se complete la nueva línea férrea entre Zaragoza y Teruel y se construya la terminal de velocidad alta. El espacio anterior a la escalera se pavimentó con materiales de calidad y de la zona, como la piedra de las canteras de Villalba y de Calatorao. Al mismo tiempo, se eliminó una serie de barreras arquitectónicas que dificultaban la comunicación entre los jardines de la Escalinata y los edificios aledaños, de tal manera que esa parte de la actuación se hizo más permeable a los peatones y también más ordenada visualmente. Asimismo, el proyecto de Chipperfield trazó un nuevo camino desde la acera situada enfrente de la estación hasta el hueco para el ascensor practicado en el muro que marca el límite entre el Óvalo y la parte baja de la ciudad. El elevador salva en segundos la diferencia de altura y deposita a quienes lo utilizan en la zona peatonal del paseo. Un edículo o templete marca la llegada a la superficie y hace las veces de puerta o entrada al ascensor. El Óvalo, a su vez, sufrió una profunda transformación. Para empezar, desapareció la pavimentación existente, sustituida por una piedra especial importada de la India. Este material desbancó a la piedra de Villalba que, inicialmente, debía utilizarse en el paseo. El duro invierno turolense, con frecuentes heladas, hizo que se valorara la mayor resistencia de la piedra india frente al agrietamiento.

2 El Óvalo fue compartimentado en tres y hasta cuatro zonas: una primera zona peatonal, cerca del muro de la cornisa; una segunda zona para el paso de vehículos, sin posibilidad de estacionamiento; una franja peatonal con bancos y otros elementos de mobiliario urbano, como una parada de autobús, y, finalmente, un tramo arbolado delante de las fachadas de los edificios. El pavimento, de tono gris, es el mismo para las cuatro zonas, lo que confiere al conjunto un aspecto uniforme y da una idea de continuidad. El proyecto básico contemplaba igualmente una tercera actuación en torno a la Glorieta, en la que estaba previsto reconstruir una gran plaza con un kiosco como el que había existido en tiempos y una zona ajardinada con árboles y parterres con flora autóctona. En esta área se instalaría una galería de pequeñas dimensiones con una oficina de turismo y una cafetería. Para más adelante quedó asimismo la construcción de un párking subterráneo en el subsuelo de la Glorieta, conectado con el situado bajo la plaza de San Juan. EL PASEO La idea que presidió todos los cambios introducidos en el Óvalo fue la de que era imprescindible que el peatón volviera a ser el protagonista del nuevo paseo, en el que, durante largas décadas, el automóvil había ido adueñándose de casi todo el espacio disponible. La calzada y las áreas de estacionamiento habían conseguido arrinconar al simple paseante, un estado de cosas incompatible con el concepto moderno de ciudad. En la regeneración del Óvalo desempeñó un papel de primer orden el comercio instalado desde tiempo inmemorial en su lado Este, en los bajos de los señoriales edificios que limitan el paseo. El diseñador tomó la decisión de eliminar los árboles plantados en esta zona, dado su mal estado y su excesiva cercanía a las fachadas. En su lugar se plantaron dos hileras de Ailanthus altisima. Entre cada nuevo ejemplar se dejó un espacio de ocho metros. Los alcorques están protegidos con piezas de fundición de 80 x 80 centímetros. Por otro lado, alternando con los árboles se instalaron unas columnas para la iluminación de 4,30 metros de altura, realizadas en acero inoxidable mate. Las edificaciones que dan al paseo se iluminaron levemente desde las cornisas para resaltar de manera sutil la fachada urbana de Teruel, pero sin entrar en competencia con el entorno rehabilitado ni con el fondo compuesto por las torres mudéjares. En la zona más próxima al centro del paseo se colocaron bancos salteados entre los árboles, a modo de frontera entre la parte comercial y un área de esparcimiento que puede utilizarse para diferentes actividades urbanas, como las fiestas de la Vaquilla, los mercadillos o las fiestas medievales. El paseo se imbrica por otro lado en las calles del casco antiguo de forma gradual, mediante badenes, aceras niveladas y superficies continuas, en función del uso de cada vía y de su relación con el Óvalo.

3 La separación de peatones y vehículos recibió una original solución mediante el uso de luminarias de balizamiento en relieve que de noche marcan sutilmente la línea divisoria del tráfico rodado, que se prevé circunstancial y restringido. El tamaño, la forma y el material de las piezas que conforman el pavimento desempeñan un destacado papel para separar visualmente los espacios dedicados a peatones y vehículos. Los adoquines miden 10 centímetros de ancho y otros 10 de grueso, pero su longitud oscila entre 10, 20 y 40 centímetros. Además, la colocación alterna de piezas de cuarcita y de caliza sirve para marcar los distintos usos de cada zona de la calzada. El mobiliario urbano que debía instalarse fue cuidadosamente estudiado. Así, los bancos están realizados en hormigón con áridos de piedra de Calatorao, que se extrae desde tiempos de los romanos de las canteras existentes en la localidad zaragozana. Con una longitud de 2,80 metros, los bancos presentan un rebaje en su base donde se esconden puntos de luz que permiten una iluminación de abajo hacia arriba. De este modo se crea un agradable aspecto de ingravidez. Las luminarias de balizamiento, por su parte, están formadas por una base troncocónica truncada y rematada por un casco semiesférico. Son de fundición de aluminio y presentan una base circular de 35 centímetros de diámetro y 7 centímetros de altura. Situadas a distancias regulares de dos metros, utilizan lámparas halógenas para la iluminación rasante del pavimento. Asimismo se instaló una nueva parada de autobús justo enfrente de la Escalinata. Los materiales empleados en su realización fueron seleccionados para que este elemento no perturbara el estilo general del paseo. Consta de una base sobreelevada con el mismo tipo de pavimento que el resto de la actuación y un banco de espera de piedra caliza negra tipo Calatorao. La cubierta y los laterales son de cristal y están sujetos con perfiles de acero inoxidable. En el antepecho del muro de contención, aprovechando los pilares de las barandillas, se empotraron varios proyectores de luz de orientación variable.

4 EL CAMINO Y LA ESCALINATA Un nuevo camino y la histórica Escalinata neomudéjar garantizan el enlace entre la estación de ferrocarril y el paseo del Óvalo. El camino, concebido como una alfombra paralela a la escalera y a la futura sede del Gobierno de Aragón, conduce hasta un hueco abierto en el muro en el que se han instalado dos ascensores, con capacidad para 13 personas cada uno de ellos. El camino salva suavemente los 11 metros de desnivel que existen entre la terminal ferroviaria y el cubículo donde se encuentran alojados los elevadores. Esta nueva vía de acceso se abre camino entre los árboles de forma discreta, para no quitar protagonismo a la Escalinata, en la que la concienzuda restauración llevada a cabo ha hecho resurgir la belleza de sus balaustradas, la grácil solidez de su estructura y los mil y un pequeños detalles que la adornan. Para que el entorno natural no sufriera menoscabo se plantaron árboles en la parte superior del camino y los taludes se aseguraron con césped. El terreno por el que discurre la cinta fue rellenado con tierra y compactado para crear una pendiente uniforme y facilitar el acceso de los peatones. La última capa del camino está cubierta de piedras de color blanco que tienen la virtud de darle una gran visibilidad incluso de noche, debido al contraste que presenta con los parterres y con el tono negro o grisáceo del resto de la pavimentación. Además, en parte del trazado se ha colocado una banda lateral de piedra caliza de color negro que protege del ligero talud sobre el que pasa la alfombra peatonal. Estas circunstancias hacen que quien se desplaza a pie vea el camino de forma clara, por lo que se ha optado por darle una discreta iluminación. Así, en el margen derecho se han colocado puntos de luz rasantes, con 2,5 metros de separación entre cada uno de ellos. Para el margen izquierdo se ha elegido un fluorescente continuo perfectamente camuflado en el pretil de piedra negra. Se han dispuesto también varios sensores que aumentan la intensidad de la luz a medida que disminuye la iluminación natural. Con el objeto de cumplir la exigente normativa en materia de supresión de barreras arquitectónicas, se trazó un recorrido alternativo adaptado a minusválidos tanto para llegar a los ascensores como para acceder a la sede de la Diputación General de Aragón. Este itinerario sigue la acera de la calle de la estación y discurre paralelo a la Escalinata, a la que se incorpora al nivel del segundo rellano.

5 LOS ASCENSORES En el espacio de muro comprendido entre la Escalinata y la sede del Gobierno aragonés se abrió un hueco en el que se alojan los dos ascensores con capacidad para trece personas cada uno que suben desde la plaza de la estación al Óvalo. La zona de acceso a los elevadores está constituida por un pasillo de 8,4 metros de longitud que se estrecha a medida que avanza y pasa de 4,50 metros de anchura y 11,50 de altura a conformar un vestíbulo de 2,50 x 2,50, respectivamente. Los ascensores se encuentran en esta ubicación, uno enfrente del otro, en un hueco vertical de unos 25 metros cuadrados de extensión y 17 metros de altura. Los elevadores suben y bajan entre paredes de hormigón. La salida al paseo del Óvalo viene marcada e individualizada por un prisma de 10,60 metros de largo, 2,50 de ancho y 3,80 de altura en la calle del Salvador y 6,30 en la de San Francisco, por lo que se integra perfectamente en el muro levantado entre ambas vías. Un lucernario de vidrio traslúcido conforma el suelo y un lateral de la zona de espera de los ascensores en su parte superior. De esta forma se presta una iluminación natural al vestíbulo inferior y se crea una sensación de desahogo. En el muro que queda en el lado Norte del prisma se excavó una escalera que permite una comunicación más directa entre la calle del Salvador y la nueva sede de la Diputación General de Aragón. Al mismo tiempo, esta escalera actúa de salida de emergencia y mantenimiento del ascensor. Como en el resto de las actuaciones, el acabado de la obra del elevador y del edículo recibió un cuidadoso tratamiento. Así, el hormigón fue recubierto con árido de piedra de Villalba y con un encofrado de tabla menuda. Por lo que se refiere a los ascensores, se trata de dos modelos eléctricos con una capacidad de carga máxima de kilos. Cuentan con tres paradas, la intermedia diseñada para la evacuación de emergencia y para las labores de mantenimiento. Las puertas de la cabina son de cristal y las de los pisos de acero inoxidable mate. El hueco de los ascensores se cerró con un plano de vidrio transparente, mientras que el lucernario se realizó en vidrio laminado dividido en cuatro grandes piezas. La construcción del edículo obligó a prolongar el muro que separaba el paseo del Óvalo y la calle de San Francisco. Para que la nueva obra se adaptara al conjunto se utilizaron sillares labrados en piedra de Villalba en el muro nuevo y peldaños del mismo material en escalera. La iluminación es indirecta, con focos disimulados en el suelo o en los paramentos interiores del vestíbulo inferior. El edículo recibe luz de cuatro luminarias empotradas en la losa superior.

6 SERVICIOS GENERALES La rehabilitación del Óvalo se aprovechó para realizar una puesta al día de los servicios generales de la ciudad afectados por las obras. Se levantó el pavimento existente y se compactó el sustrato inferior, al que se añadió un relleno de zahorras. Sobre esta base se colocó una capa de hormigón de 20 centímetros, armado con fibra de polipropileno, así como otra capa de agarre para la instalación del nuevo suelo. En el subsuelo del paseo, por su eje central, se construyó una línea de recogida de aguas que se halla conectada a la canalización de la red general, que también recibe aportes de las calles adyacentes. Las redes urbanas de agua, electricidad, teléfono, gas y telecomunicaciones se canalizaron en una única galería de hormigón, de piezas prefabricadas, que discurre bajo el lado Este del paseo del Óvalo, a unos 80 centímetros de profundidad. Esta galería tiene 1,50 metros de anchura por 2 metros de altura, unas dimensiones que facilitan las labores de inspección y reparación de las conducciones. La galería de instalaciones está provista de arquetas de registro y sumideros situados cada 25 metros. Subir