Acerca de la depresión narcisista

Transcripción

1 Salomón Resnik o El presente artículo está' dedicado a 'Ía: descrtpcléñ de un estado particular que tuve la oportunidad de estudiar a lo largo del tratamiento psicoanalítico de pacientes pslcótlcos. Port'depreslón narcisista" entiendo un estado que ocurre en el transcurso' de urr tratamiento. y en el cual el paciente tiene el sentimiento de lapérdlda de la parte más importante de sí mismo: "su mundo dellrante".': Se siente désposeído no solamente de un objeto y de una potencia idealizados, sino de' la parte más preciosa de su personalidad. Freud, en 'su célebreenaayo de titulado "Introducción del narcisismo". subrayaba que la.actltud ' natclslstapatolóqica está acompañada por una tendencia expanslorilsta hacia la apropiación del espacio y de las cosas del-mundo circundante. El yo egocéntrico "piensa" que es el centro del mundo. y el' único sujeto' real. La estructura egocéntrica delirante transforma la naturaleza 'de' todos' los: elementos 'implicados en su movimiento de expansión. Los procesos 'de la 'comunicación y de la transferencia se vuelven muy dlflcultósos, 'en'la medldaen que "el otro" no es reconocido en calidad de sujeto. Quien dice intersubjetividad' dice relación entre dos sujetos. tal es la -base misma' de todo diálogo. Lo contrario de la tendencia a la expansiónmegalomaníaca es' la introversión patológica. Por esta última expresión entiendo lo, que' Bleuler llama la defensa autista contra el peligro. El yo tiende, a investir el espacio'. a desplegarse en él de manera de poder controlarlo'. o. por elcontrárlo, a replegarse sobre sí mismo y a sustraerse de la realidad. En el ensayo mencionado anteriormente. Freud 'habla-del mecanismo de la, idealización y.del primer ideal' del- yo (el predecesor del Superyó). Pero la comprensión del-yo ideal es indispensable para la comprensión del proceso de idealización de una parte del Self (ideal del yo): Una y otra instancias.se inducen mutuamente. como en una suerte de experiencia especular. El ideal del yo encuentra en el ycidealel modelo de su propia imagen suprema. y el ideal del yo alimenta por su lado el yo ideal con su narcisismo patológico. Según mis observaciones. si el fenómeno de idealización patológica y de la relación de objeto narcisista no está ana- Dirección: 66 Rue Cardinal Lemolne, Parla V. Franela. 145

2 Salomón Resnik lizado completamente, la transferencla 'se transforma en un sistema cerrado. Un movimiento rotatorio autónomo sin ninguna apertura real. Por el contrario, la relación intersubjetiva supone la apertura del yo hacia el otro, el, reconocimiento de' su. alteridad, en cuanto sujeto, y no' sólo en cuanto objeto de la voluntad, o del deseo del Self, o como personaje de su mundo. En el paciente delirante, el ideal del yo, indiferenciado del yo ideal, está investido de potencia, y a menudo de inteligencia e imaginación. Si interpretamos la transferencia psicótica únicamente en términos de mecanismos y de función "del yo, sin precisar el significado del universo delirante, nuestra apreciación resultará incompleta e ineficaz. El paciente puede, en efecto, "comprender" o aprehender lo que el analista, o los demás, dicen acerca de él, sin cambiar por ello sus concepciones. Puede aceptar opiniones o puntos de vista divergentes, siempre y cuando su concepción del mundo no.esté en peligro, es decir que la estructuración de su universo interno y que su potencia no estén amenazados de destrucción. A partir del momento en' que el,paciente es llevado a hacer frente a un mundo diferente y a volver, a cuestionar su propia visión, vive una experiencia muy angustiosa. la parte más preciosa de su personalidad, la que él alimentaba y construía con sus.dellrlos y con su imaginación, se halla cuestionada. El modo de pensamiento narcisista se funda en certezas y aftrmacíones unívocas: la personalidad narcisista no tolera ni las dudas ni la ambigüedad. No puede hacer frente a la desilusión. El Self idealista o "grandioso", para retomar el término de Kohut, se infla y habitualmente da prueba de una gran "avidez espacio-temporal". El hecho de tomar conciencia de su yo delirante al punto de volver a cuestionarlo, sumerge al paciente en un estado de -profunda angustia depresiva. Cambiar su visión del mundo es experimentado por él como una pérdida de "capital", de la parte de su personalidad que más ama y admira. El se "desinfla" entonces; y el. mundo se vuelve para él gris y sin esperanza. Una situación tan catastrófica le parece' insuperable; en la medida en que los 146 elementos más valorizados de su personalidad p~rtenecían precisamente

3 a su mundo delirante, y en la medida en.quela instauración de un nuevo equilibrio implica una penosa confrontación con' su valor real. -u'egar a admitir que se ha equivocado acerca de sí mismo y'a tncorporaria Iluslón en la parte preservada no psicótica de su personalidad, constltuye para él una verdadera prueba. Trataré ahora de ilustrar algunos de estos puntos con 'la ayuda de materiales clínicos, antes de volver sobre algunas de mis formulaciones precedentes para precisarlas.. " : Lucien es un joven de 23 años, estudiante unlyersltarlo, afectado de esquizofrenia. Vive en la Ciudad Untversltarta de' París. Poco a poco, sus compañeros se fueron inquietando P9r s~ conducta: Lucien se volvía muy encerrado en sí mismo, quería estar solo y evitaba los contactos con otros estudiantes. Un día se encerró en su pieza, y Se negó ~ salir. Sus amigos, alarmados, insistieron para que les abriera' y se dejara llevar al consultorio de un psiquiatra. Cuando lo vi porptlmeravez, parecía' rígido, no. hablaba y daba la impresión de estar aislado' del 'mundo' circundante. Se quedó mucho rato en la misma posición; después de -un largo silencio, dijo: "~I mar", y luego agregó: "el Océano Pacífico". Primero no entendí lo que quería decir, hasta que explicó, que estaba solo, sobre una balsa, en medio del Océano Pacífico. Le dije que era un gran cambio el dejar sus paredes protectoras, su pieza (defensa autista) para salir afuera. El respondió: "Pero tengo la balsa y unas latas de conserva.", Parecía atormentado y le pregunté si no esperaba el paso de un gran barco, ya que su alimento en latas no iba a durar. Pareció asentir; lo que yo interpreté como un reconocimiento tácito de su necesidad 'de, ayuda. Luego cambió de expresión y, después de mirar por la ventana del consultorio -era un día de sol-, declaró: "Pero tengo el sol conmigo." Estaba en una especie de estado extático, mostrando que todo su cuerpo estaba irradiado y nutrido por el sol. Esto me hacía recordar la experiencia cósmica de Schreber. Lucien era a la vez sujeto y objeto de sus propias necesidades hasta el momento en que, hundido en estado de desesperacíón.: descubrió el' yo Ideal,.el sol, 'en cuanto instancia diferenciada de su ideal del yo. Había 147

4 Salomón Resnik investido asu yo-ideal de las mejores' cualidades y.de toda la potencia de su Self Ideallzado. Admltlr-Ia necesidad. de una ayudaextertor era, en cierto modo, volver.acuestlonar la omnipotencia manifestada por su autosuficiencia y por su "independencia". El hecho -de aceptar al otro constituía una expresión de la parte no psicótica de su personalidad, de su yo infantil que reclamaba ayuda., Laque é,l;reclamaba era un sostén narcisista poderoso, subrayando de ese modo su dependencia con respecto a un objeto idealizado. "De noche hace frío en el desierto; no hay sol, ni calor, nada para envolverme. El deslerto es terrible de noche." Expresaba así el sentimiento de vacío, de falta 'de calor'; de desposelmlento de algo impar, ;_,-, l. '.. ". 4 -, 4. tanteo Como consecuencia de la proyección del ideal del yo en el yo ideal, era como si le faltara no sólo el, aspecto más valorizado de su persona- '. '> \ _;," I lidad, sino también la.imagen del objeto interlorlzado que personificaba a fa madre idealiz~d~ que'yo mantenía. en calor.y al abrigo. ', 'U~ ~ía s~.~~rn9.muy'~e1primidoy'd~ciaró.con ~e~i~ismo: "Estoy' muy trlste... Vi ún accidente, Dios. ha muerto. Un gran camión atropelló a Dios en la calle. ;Era a,1.:laoodel hospital. ' Me siento muy mal, casi muerto." Comprendí que.la..parte Idealízada de sí mismo era Dios, y que "el otro" jdeal era igualm~n~~.dios,y Dios estaba. perdido. La 'imagen suprema (Dios) de su yo grandi,oso, la.expreslén de, omnipotencia, estaba muerta, destruida, aplastada por la realidad: la realidad inoportuna (el camión) había hecho irrupción vlolentamenteen.su mundo, destruyendo la parte más valiosa de éste. Lucren veía 'ahora su concepción del mundo trastrocada, agredida por la realidad; por: un sistema de.valores y de pensamientos diferente de las r-eglas y 'de las.ieyes de su.."cosmología" personal. Si no había muerto por completo, si quedaba algo vivo en él, ahora tenía que hacer frente a la desilusión ya la :depresión consecuente a la pérdida del aspecto más valorizado de su personalldad. Durante cierto tiempo creyó que nunca podría superar ese estado 'depresivo pslcótlco: luego, progresivamente, el análisis de. perrnltló salvar de su yo delirante ciertas cualidades e incorporarlas a su persohalldad no psicótica.su nuevo universo 148 era un viejo/nuevo-mundo en vías de restauraclón. El mecanismo de repa-

5 ración ligado a las agresiones contra el objeto arcaico admirado (materno o paterno) volvió progresivamente a funcionar. El paciente descubrió que en la proto-historia de su 8elf idealizado, habían existido en otro tiempo una buena madre y un buen padre idealizados, quienes, por agresiones de envidia, se habían encontrado privados de su propia identidad. El yo narcisista no acepta la existencia de identidades diferentes a la suya, tiene tendencia a englobarlas y a olvidarlas en cuanto tales: "el envidioso tiene mala memoria." En este artículo, he buscado poner en evidencia y describir un momento específico en el tratamiento del paciente psicótico delirante, momento ligado al sentimiento de la pérdida de la parte más poderosa de su personalidad. Ese momento yo lo llamo depresión narcisista, es decir el estado en que se encuentra sumergido el paciente cuando se ve desposeído de sus convicciones y de sus cualidades más valorizadas y confrontado con la parte sana de su personalidad como con una instancia que ha sido degradada por el yo narcisista. La necesidad de potencia está inscripta en la naturaleza del hombre. Pero la investidura omnipotente del yo o de objetos y la relación con el mundo exterior son incompatibles. El yo delirante busca -rernodelar el mundo en vez de reconocer y tolerar los modelos y los valores propios de ese mundo. 149