Alimentos Probióticos, prebióticos y simbióticos

Transcripción

1 Alimentos Probióticos, prebióticos y simbióticos ÍNDICE PROBIÓTICOS LOS PREBIÓTICOS LOS SIMBIÓTICOS CONCLUSIONES Desde luego, no cabe clasificar a estos productos bajo el epígrafe de nuevos alimentos ya que se vienen utilizando desde siglos atrás como leches fermentadas. Sin embargo, no es hasta los trabajos de Metchnikov, hacia 1900, que estos alimentos se empiezan a convertir en productos industriales de gran consumo dado el interés que entre el público producen sus investigaciones sobre sus propiedades higiénicas y terapéuticas. Tal vez lo más llamativo al respecto, es que el éxito de las leches fermentadas (y especialmente del yogur) se debiera ya a principios del siglo XX no a su valor nutricional (con ser destacado) sino a otros efectos sobre la salud, que casi encajarían en la definición actual de alimento funcional. A medida que los probióticos se han ido conociendo mejor, la posibilidad de actuar sobre el conjunto de la flora intestinal mediante el uso de prebióticos ha sido objeto de un gran interés en los últimos años. Probióticos, prebióticos y simbióticos, como supuestos mejoradores de la salud intestinal, representan el segmento más destacado del mercado de alimentos funcionales en Europa, Japón y Australia. Como veremos más adelante, el caso de los nuevos prebióticos es similar: los hemos ingerido siempre sin valorar, como ahora hacemos, sus propiedades y posibles virtudes. Probióticos Dado que sus características nutritivas y sus posibles efectos sobre la salud han sido motivo de numerosos trabajos y publicaciones, resumiremos las más destacadas en las páginas siguientes. La definición más habitualmente aceptada de probiótico es la de ingrediente microbiológico vivo presente en alimentos cuyo consumo implica un beneficio para la salud de quien lo ingiere. El intestino es el hábitat natural de una gran variedad de bacterias aún no bien estudiadas. Los efectos de esta flora bacteriana sobre la fisiología del hospedador y su papel en ciertas patologías están ampliamente documentados en numerosos estudios llevados a cabo en las últimas décadas. Entre estos efectos relacionados con la salud, destacaremos acciones metabólicas como la intervención sobre la disponibilidad de ciertos nutrientes así como efectos tróficos sobre el epitelio intestinal y la actividad inmune. Las bacterias presentes en los alimentos que denominamos probióticos protegen al organismo de la colonización o presencia de bacterias patógenas y podrían también ejercer un papel protector ante la aparición de ciertas patologías como el cáncer de colon, la enfermedad inflamatoria intestinal, etc. Funciones fisiológicas Se han descrito por diferentes autores los distintos efectos fisiológicos que se resumen a continuación: 1. Sobre la inmunomodulación (interacción con los tejidos del intestino incluyendo la producción de determinadas substancias biológicamente activas). En relación con el posible efecto estimulador de la inmunidad por parte de los probióticos, es conveniente recordar que el 70% del sistema inmune se localiza en el tracto gastrointestinal. La saliva así como el resto de las secreciones gastrointestinales son importantes, además de la flora existente o aportada (probióticos) y de la fibra alimentaria (prebióticos) para su óptimo funcionamiento. El efecto estimulador de la inmunidad adjudicado a los probióticos puede verse explicado en algunos de los numerosos trabajos que citamos: Se ha descrito la estimulación de la inmunidad para L. rhamnosus con voluntarios humanos en trabajos en los que se señala la modulación de la producción de citoquinas con el consiguiente efecto sobre la ecología de la mucosa además de su efecto global sobre la respuesta inmune. Alguno de estos estudios incide, asimismo, sobre la posibilidad aumentada, en los más mayores, de combatir la inmunosenescencia y, por consiguiente, de mejorar la inmunidad celular. Los estudios destacan el papel preventivo ante la aparición de infecciones, incluyendo las digestivas de origen quirúrgico y otras.

2 En el caso de las infecciones intestinales, L. plantarum se ha revelado en algunos estudios como muy eficaz para disminuir su incidencia, incluso tras la presencia de Escherichia coli enteropatógeno, aunque siempre con un papel más preventivo que curativo, tal vez por el papel que L. plantarum ejerce sobre la inmunocompetencia además de su probable efecto sobre la propia mucosa intestinal. Al respecto, podemos encontrar en la bibliografía como L. plantarum puede llegar a mejorar el estado nutritivo y favorecer el crecimiento de pacientes infantiles expuestos al virus del VIH. Otro lactobacilo, Lactobacillus casei, se ha revelado como capaz de estimular las defensas incluyendo la capacidad NK (natural killer) de las células mononucleares sanguíneas y de los esplenocitos, observándose en ratones alimentados con estos alimentos probióticos un importante incremento de interleukinas IL-10 y IL-4 en una relación dependiente de la dosis ingerida, lo que indica una inducción de diferentes tipos de citoquinas de la mucosa con, a su vez, distintas capacidades agregantes. Esta estimulación de la capacidad NK se mantiene en el tiempo y parece particularmente alta en aquellos individuos con una capacidad NK más baja en origen. Este efecto se da incluso tras un proceso previo de malnutrición que es reversible tras la administración de L. casei. La administración oral de L. casei parece, en efecto, activar no únicamente la inmunidad sistémica celular, sino también la inmunidad local. Por último, las bifidobacterias se han señalado también como probióticos capaces de modificar el conjunto de la flora intestinal reduciendo la inflamación de tipo alérgico y modificando la producción de citoquinas. 2. Aparato digestivo. Como consecuencia de los estudios a los que nos referíamos, actualmente disponemos de datos que, en efecto, avalan el carácter beneficioso de los probióticos en ciertas patologías intestinales y no intestinales. En el primer caso, la evidencia es grande en lo que se refiere a su acción sobre la intolerancia a la lactosa y sobre los desórdenes gastrointestinales y las gastroenteritis ligadas al consumo de antibióticos. Conocemos como ciertas cepas de probióticos disminuyen la duración de diarreas producidas por rotavirus, aliviando los síntomas de mala digestión y favoreciendo los efectos beneficiosos de la inmunomodulación. La actividad y eficacia de los probióticos varía según las especies, pudiendo no darse los mismos resultados con todas las especies utilizadas. En teoría, la elevada colonización por probióticos podría inducir una barrera intestinal contra la mayoría de los patógenos. El mecanismo puede deberse a la excreción de ácidos (lactato, acetato), su competición por los nutrientes disponibles y por los receptores intestinales, inmunomodulación y la producción de agentes antimicrobianos específicos. De este modo, ciertas personas especialmente sensibles a las diarreas infecciosas podrían beneficiarse de su consumo. En este aspecto, actualmente también se investiga el posible efecto protector de los probióticos ante la colonización por parte de patógenos como Cl. difficile y H. pylori. Como ejemplo, encontramos que las bifidobacterias se relacionan con esta disminución del riesgo de colonización por parte de bacterias patógenas, contribuyendo además a la reducción de los niveles de amonio sanguíneo y produciendo adicionalmente enzimas digestivas y vitaminas. La reducción de la intensidad de los procesos diarreicos es uno de los efectos más estudiados de la ingestión de probióticos, especialmente en el caso de pacientes infantiles y tras la administración de diferentes bacterias probióticas y por causas diferentes como la presencia de Clostridium difficile. Así, por ejemplo, se relata en la literatura la reducción del tiempo de duración de las diarreas tras la ingestión de L. rhamnosus, sólo o junto con L. reuteri. Efecto similar, con inhibición de la migración transepitelial de neutrófilos consecuencia de la infección por E. coli enteropatógeno, tiene la presencia de L. plantarum en el tejido intestinal. Literatura adicional puede localizarse para L. casei. Se ha sugerido, asímismo que los probióticos tendrían capacidad para neutralizar las enzimas responsables de la formación de genotoxinas. El mejor conocimiento de esta modulación de la flora intestinal podría tener mucha importancia para aquellos pacientes aquejados de enfermedades agudas o crónicas del intestino. De este modo, se describen beneficios derivados de su consumo en la mejora de las condiciones del tracto gastrointestinal en el síndrome de intestino irritable. La evidencia científica no es tan fuerte (aunque cada vez disponemos de más datos al respecto) en el caso de la enfermedad inflamatoria intestinal y un probable papel preventivo. Encontramos publicaciones referidas al posible efecto beneficioso sobre los pacientes afectados de esta patología tras ingerir bifidobacterias con un reflejo sobre la producción de citoquinas. Algunos autores asimismo, encuentran que para mejorar la enfermedad inflamatoria intestinal podrían tener utilidad otros probióticos como Nissle 1917 y Clostridium butiricum. Ciertos probióticos, según algunos autores, podrían ayudar a mantener la remisión de los estados inflamatorios, de la colitis ulcerosa y de la bursitis, aunque en el caso de la enfermedad de Crohn existen datos contradictorios: desde luego no puede afirmarse que los probióticos hayan revelado su eficacia mejorando o aliviando sus síntomas. Así, en un estudio

3 reciente llevado a cabo con 45 pacientes a los cuales se les administró L. rhamnosus no se encontraron cambios ni en las endoscopias ni en la clínica. Los simbióticos no han sido aún estudiados al respecto, pero su uso parece prometedor. 3. Estreñimiento. Se ha hallado cierta relación con el consumo de probióticos conteniendo L. rhamnosus y L. freudenreichii sin que la barrera mucosa resulte alterada. 4. Gastritis (pervivencia del Helicobacter pylori) Las afecciones por Helicobacter pylori podrían beneficiarse de la ingestión de probióticos que contienen Lactobacilus jhonsonii, lo que también ocurre en el caso de los pacientes aquejados de gastritis. Asimismo, la ingestión de L. casei parece adecuada para inhibir el crecimiento del Helicobacter pylori. Otros gérmenes probióticos podrían actuar en el mismo sentido, como ocurre de hecho en el caso de Bifidobacterium, el cual suministrado en forma de yogur favorece la erradicación H. pylori. 5. Síndrome de vesícula irritable. En este caso, L. plantarum disminuye la sensación de hinchazón y la flatulencia en pacientes afectados. 6. En urología y ginecología. Efectos extradigestivos derivados del consumo de probióticos serían la prevención y mejora de la candidiasis así como de otras patologías del aparato genitourinario femenino. La aplicación de L. rhamnosus en forma de supositorios vaginales disminuye la presencia de bacterias urogenitales patógenas modificando la flora vaginal e inhibiendo el crecimiento de los patógenos y de las levaduras. Al respecto, parece haber una sólida evidencia de que los lactobacilos ingeridos podrían ser liberados por vía vaginal de forma efectiva. En este apartado, es interesante conocer el papel de Bifidobacterium breve con una reconocida capacidad de degradación del oxalato intestinal 7. Dermatitis; eczema atópico. La administración perinatal de L. rhamnosus disminuye la incidencia de eczema atópico en pacientes pediátricos de riesgo durante los primeros dos años de vida, pudiendo tal vez extenderse este efecto más allá de la infancia como han señalado trabajos con pacientes cuyos niveles de IgE estaban aumentados en administración conjunta con L. reuteri. Asimismo, se ha observado como la administración de Bifidobacterium junto con leche de soja favorece la producción de ácido hialurónico en cultivos de piel humana, tanto en dermis como en epidermis, según parece debido a la presencia de genisteína liberada de su glicósido durante la fermentación. En este caso, Bifidobacterium podría colaborar en la reducción de la pérdida de ácido hialurónico en la piel ocurrida durante el proceso de envejecimiento. 8. Caries dental. Es conocido desde hace tiempo el carácter preventivo, frente a la aparición de caries dental, del consumo de queso. La ingestión de lácteos conteniendo L. rhamnosus también se ha revelado como eficaz al disminuir el nivel de Streptococus mutans, pese a no conocerse aún el mecanismo exacto por el que esto se produce. 9. Enfermedades cardiovasculares. Uno de los hallazgos más destacados de la posible relación entre probióticos y salud es la moderada reducción del colesterol sanguíneo como consecuencia de la ingestión de lácteos fermentados con cepas adecuadas de lactobacilos y bifidobacterias. El origen de esta acción podría ser la producción de ácidos grasos de cadena corta, los cuales inhiben la síntesis hepática de colesterol y/o redistribuyen colesterol desde el plasma hasta el hígado. Algunas bacterias, además, pueden interferir sobre la absorción del colesterol disponible en el intestino a partir de las sales biliares (y por consiguiente, afectando al metabolismo total del colesterol) o bien del directamente asimilable. Tampoco existen datos numerosos ni concluyentes, pero si algunos estudios en los que a sujetos de investigación se les redujo el colesterol sanguíneo LDL, tras la administración de probióticos, junto con una evidente inmunoestimulación. Asímismo, la administración de L. plantarum a pacientes hiercolesterolémicos produjo una significativa reducción de la presión sistólica arterial, de la leptina y del fibrinógeno junto con disminuciones en los niveles de F(2)-isoprostanos y de interleukina 6. Por otra parte, los monocitos de los sujetos destacaban por su menor capacidad de adhesión, lo cual cabe considerar como un efecto, en su conjunto, de reducción del riesgo cardiovascular. Otras bacterias de tipo probiótico, las bifidobacterias, podrían, a tenor de últimas investigaciones, reducir la colesterolemia en pacientes hipercolesterolémicos, disminuir el LDL colesterol y los triglicéridos sin modificar las concentraciones de HDL, bien es cierto que para otros autores el consumo diario de 300 g de yogur enriquecido con Bifidobacterium longum podría incrementar la concentración sérica de HDL colesterol. 10. Pancreatitis. En recientes estudios, se destaca como ciertos probióticos, como L. plantarum, pueden prevenir la infección de páncreas, tan frecuente en los casos de pancreatitis que contribuye al aumento de la mortalidad por esta causa.

4 11. Producción de ácido linoleico conjugado. Se ha destacado el papel de ciertas bacterias probióticas que, estando presentes en algunos alimentos, producen ácido linoleico conjugado (por ejemplo, Lactobacillus casei y Lactobacillus acidophilus) con un destacado papel nutricional y aporte de beneficios para la salud. También Bifidobacterium breve y B. dentium producen ácido linoleico conjugado en cantidades apreciables. 12. Acción antitumoral. No hay hasta el momento evidencias suficientes sobre el posible efecto anticancerígeno en el hombre tras el consumo de lácteos fermentados, aunque sí hay ciertos datos positivos surgidos de trabajos de laboratorio. A este respecto, los datos actuales señalan que la flora, sobre todo tras administrar almidón resistente, induce la producción de la enzima glutation transferasa en colon, un reconocido preventivo frente al cáncer de origen químico. Asímismo, el butirato producido se asocia a un menor riesgo, disminuyendo incluso el efecto cancerígeno de las nitrosaminas y del peróxido de hidrógeno en colon. Por otro lado, la ingestión de probióticos conlleva la producción de una orina con bajas concentraciones de componentes que son genotóxicos para las células del colon y altas concentraciones de componentes que inducen la formación de bases oxidadas de ADN. L. casei se ha propuesto como efectivo en la prevención del cáncer de vejiga. Esta posible acción antitumoral se ha descrito, asimismo, para otros probióticos de un modo más genérico incluyendo la potenciación de la inmunidad y de los linfocitos T. En lo que respecta a trabajos in vivo, la evidencia actualmente se ciñe a dietas ricas en vegetales, tanto para cáncer como para otras enfermedades crónicas. Más de una docena de substancias (fitoquímicos) se han identificado como potencialmente útiles en su prevención. 13. Alergias. La administración de L. casei podría ser beneficiosa en el tratamiento de las alergias y anafilaxias al comprobarse cómo reducen las inmunoglobulinas E y G1 en suero así como las reacciones sistémicas en un modelo de alergia alimentaria, lo cual abre las puertas a su posible utilización en este sentido. 14. Gripe-influenza. Se ha hallado como la administración intranasal de L. casei refuerza la inmunidad celular en el tracto respiratorio y de este modo podría proteger frente a la infección por virus de la gripe. El mismo efecto se localiza tras la ingestión de Bifidobacterium breve con la consiguiente activación del sistema de inmunidad humoral e incremento de inmunoglobulinas IgG e IgA. Recientes trabajos insisten en la disminución de la colonización por parte de patógenos de las fosas nasales (Staphylococcus aureus, Streptococcus pneumoniae) y el conjunto del tracto respiratorio tras la ingestión de probióticos, señalando la más que probable interrelación entre este aparato y el tejido linfoide intestinal. Efectos adversos Por otro lado, es conveniente recordar que se han descrito distintas (aunque ciertamente minoritarias) contraindicaciones en el uso y administración de algunas de las bacterias de efecto probiótico. Así, se ha relatado en la bibliografía científica como tras la ingestión de L. rhamnosus se han producido septicemias en pacientes que ingirieron por un tiempo dilatado antibióticos tras padecer infecciones por Cl. difficile. Otros casos se han citado de crecimiento de L. rhamnosus en cultivos sanguíneos de pacientes inmunocomprometidos e, incluso, de endocarditis y de artritis séptica tras la ingestión de elevadas cantidades de un alimento prebiótico. En otros casos, la septicemia se produce en pacientes que padecen colitis ulcerosa comportándose los lactobacilos como gérmenes oportunistas, especialmente tras alteraciones de la funcionalidad intestinal. Otros microorganismos de interés En cualquier caso, es adecuado señalar que existen otros microorganismos que podrían ser muy interesantes por su posible efecto probiótico: - Oxalobacter formigenes. Actualmente en estudio por su posible utilidad en la prevención de la litiasis renal por oxalato gracias a su degradación en el intestino tras la acción de la bacteria. Curiosamente, las mujeres pueden llegar a tener en su intestino un 15% menos de este tipo de bacterias de forma natural. - Lactobacillus fermentum. Útil posiblemente en la prevención de infecciones vaginales - Lactobacillus reuterii. Se ha utilizado en ciertos alimentos como quesos. Su uso podría estimular la función inmune y mejorar ciertas dermatitis y los síntomas alérgicos - Bifidobacterium breve. Activaría la inmunidad humoral

5 - Saccharomyces boulardii. Es una levadura de origen no humano que, sin embargo, se está estudiando dado su posible uso como probiótico. En efecto, S. boulardii administrado junto con otras bacterias (Lactibacillus) se ha manifestado como un eficaz elemento capaz de disminuir la duración y la severidad de las diarreas y de los vómitos en caso de diarreas infantiles persistentes, tanto las debidas a la acción de rotavirus como las de origen bacteriano. Asimismo, los síntomas y la duración de las amebiasis se reducen. La acción de Saccharomyces boulardii se ampliaría al posible tratamiento de la colitis ulcerosa, a la prevención de infecciones por Escherichia coli enterohemorrágica y al estímulo de la respuesta inmune intestinal (producción de inmunoglobulina A ante toxinas de Clostridium difficile). Por último, llama la atención el posible papel coadyuvante de la levadura en el tratamiento de mantenimiento en la enfermedad de Crohn. En cualquier caso, es menester no olvidar los casos (poco frecuentes, eso sí) en que las levaduras han producido, en pacientes inmunocomprometidos, fungemia. Por último, es necesario seguir insistiendo en la necesidad de realizar nuevas y más profundas investigaciones, especialmente sobre estos supuestos efectos saludables de los probióticos, con el objetivo de concretarlos más y centrar el ámbito específico de investigación. Tal vez, la conclusión a la que llegaba J. Marchand en un trabajo publicado en 2000 en Eur J Gastroenterol Hepatol., sea suficientemente explícita al respecto: las ventajas teóricas de la administración de microorganismos, en cuanto a los posibles beneficios para el hospedador, son extremadamente interesantes y prometedoras. Sin embargo, los resultados de los ensayos clínicos son aún descorazonadores. LOS PREBIÓTICOS Se trata de substancias de origen vegetal que incorporadas a la dieta llegan al intestino y pueden servir de substrato, y por lo tanto como promotores del crecimiento, a las bacterias allí presentes. Modificar los recursos nutritivos, en un sentido u otro, de que dispone la flora intestinal puede ser un mecanismo para favorecer o perjudicar a ciertas especies. En este caso, las bacterias que denominamos probióticas ven claramente favorecido su desarrollo y crecimiento con la presencia de ciertos hidratos de carbono y de otras substancias como la lactosa que hemos llamado prebióticos. En efecto, la relación entre dieta, metabolismo de colon y salud está aún lejos de ser clara, pero la administración de prebióticos parece prometedora en relación con su capacidad de modular la composición de la flora intestinal, motivo por el cual los prebióticos podrían beneficiar el metabolismo del colon. El que estos cambios además puedan afectar a la salud está por confirmar en la mayoría de los casos. Como recurso nutritivo (prebióticos) más adecuado para los probióticos, la mayor parte de los estudios se decantan por los fructooligosacáridos (FOS), seguidos de la oligofructosa y la maltodextrina. En general, los productos que generan menos gas, presentan una fermentación más selectiva siendo, por el contrario, los que más gas producen los que realizan una fermentación menos específica. También poseen propiedades fisiológicas el almidón resistente y la polidextrosa. Todos estos carbohidratos se encuentran naturalmente presentes en alimentos como trigo, cebollas, plátanos, miel, ajo, asimismo, se extraen de la achicoria o se puede sintetizar enzimáticamente desde la sucrosa. Su fermentación conlleva el aumento de bifidobacterias en colon, aumento de la absorción de calcio, aumento del peso de las heces, acortamiento del tiempo de tránsito intestinal y posiblemente una disminución del nivel de lípidos sanguíneos. - Acciones fisiológicas. 1. Intestino. Los efectos sobre la fisiología intestinal de los prebióticos se han descrito en numerosos trabajos en los que se señala la mejora de los hábitos intestinales (tanto en frecuencia como en peso de las heces), la posible prevención de los agentes infecciosos y, por lo tanto, de la diarrea y un más que probable efecto protector ante los síntomas de la enfermedad inflamatoria intestinal. A este respecto, podemos citar trabajos donde se comprueba como la cebada germinada es usada eficientemente por Bifidobacterium, Lactobacillus y Eubacterium, produciendo butirato, lactato y acetato, ácidos que preservan la integridad del intestino. Esta cebada atenúa la inflamación intestinal en pacientes con colitis ulcerosa y reduce significativamente la inflamación del colon con un aumento de los niveles de butirato en ciego. 2. Lípidos sanguíneos. La administración de fructooligosacáridos, a falta aún de estudios concluyentes, puede contribuir a la disminución de los lípidos sanguíneos, concretamente los fructanos que parecen disminuir a nivel sérico o hepático el colesterol y los triglicéridos, tal vez a causa de la modulación de la insulina y la glicemia mediadas por las incretinas intestinales. Sobre el colesterol, al menos en animales, el efecto parece claro pero a dosis elevadas que hacen poco viable

6 por ahora su recomendación en personas. 3. Osteoporosis. Los prebióticos pueden alcanzar una gran importancia en el manejo de la osteoporosis y en el alivio de sus síntomas por su contribución a la mejor absorción del calcio que llega a la luz del intestino. De hecho, es conocido desde hace tiempo el aumento de la disponibilidad de minerales como el calcio, el zinc, el magnesio y el hierro cuando se ingieren oligosacáridos no digeribles. El efecto parece ser específico para cada tipo de carbohidrato, y tiene relación con su tasa de fermentación por parte de la flora intestinal y con la dosis ingerida. El efecto de estos oligosacáridos depende, entonces, de la dosis, del tiempo de administración, del contenido en calcio de la dieta, de la fracción del esqueleto investigado y, por supuesto, de la edad de los sujetos en estudio. 4. Inmunidad. Es un efecto que no se ha estudiado a fondo pero, en un principio, no se ha confirmado la relación entre el consumo de prebióticos y la mejora de la inmunidad aunque ciertos autores aporten datos positivos al respecto. 5. Cáncer. Los estudios que relacionan la ingestión de fibra y la prevención de ciertos tipos de cáncer son bastante antiguos. En el caso de los prebióticos, hay indicios que apuntan también a este efecto. Así, la provocación de cáncer en ratas al administrarles azoximetano se ve reducida tras la incorporación a su dieta de prebióticos. Hay otros estudios similares en los que se relaciona la disminución del efecto cancerígeno de algunas substancias tras la incorporación de fibra, efecto que tal vez pueda deberse a la estimulación del sistema inmune. La comparación entre los índices de apoptosis de diferentes dietas que contienen oligosacáridos no señalan diferencias, aunque el mayor índice se da en los animales alimentados con inulina. En consecuencia, los fructanos de la achicoria podrían tener un efecto preventivo ante el cáncer. LOS SIMBIÓTICOS La posibilidad de administrar conjuntamente prebióticos y probióticos, en productos que denominaríamos simbióticos, parece un recurso atractivo para contribuir a mejorar la salud. Incluso parece probable que el crecimiento de los probióticos se vería favorecido cuando se diera la administración conjunta de fructanos. CONCLUSIONES No cabe duda de que los alimentos funcionales, y entre ellos los probióticos y los que contienen prebióticos, pueden ser de gran interés en la dieta de muchas personas. Este interés puede y debe extenderse al ámbito de la investigación sanitaria con el fin de aclarar sus propiedades y probables virtudes, lo cual hará que en los años venideros este sector de la alimentación sea muy dinámico y disponga y produzca numerosos recursos. Pero Cuál es el papel que mientras tanto la sociedad pide a los profesionales? Tal vez la respuesta adecuada la respondiera Halsted: debe de ser una buena práctica seguir aconsejando a los pacientes sobre los beneficios que en la prevención de ciertas patologías ofrecen las dietas consideradas saludables. Es en ese contexto de una alimentación variada y equilibrada (basada en la dieta mediterránea) donde los alimentos funcionales deben de ocupar su lugar.