Material de ayuda al profesor de Filosofía Evaluación interna: ejemplo D

Transcripción

1 Título: Hasta dónde descansa la moral en nuestra capacidad de elección? Parte del programa con la que se relaciona: Tema opcional 2 Teorías y problemas de la ética Palabras: Material de estímulo: Una Naranja Mecánica, adaptación de Stanley Kubrick del libro de Anthony Burgess Descripción de la escena seleccionada: Una escena a partir de la cual podemos identificar la cuestión a analizar es cuando Alex luego de ser encarcelado para condonar su presidio decide atravesar un tratamiento de rehabilitación. Una Naranja Mecánica es una inquietante película. Trata la historia de Alex y sus tres jóvenes amigos, todos ellos aficionados a la ultra violencia y al sexo (que para ellos va de la mano con la violación a mujeres indefensas). La historia se sitúa en un futuro cercano, o bien en una realidad paralela, y deslumbró a la crítica en su momento tanto por la estética kitsch y sicodélica del filme, como por el tratamiento desenfadado de los temas, lo cual se puede apreciar en explícitas escenas de violencia y sexo. La trama se complica cuando el joven Alex es abandonado por sus amigos, quienes le tienden una trampa-luego de que este hubiera cometido un asesinato-, tras lo cual la policía lo encuentra y es condenado a catorce años de cárcel. Transcurridos dos años, surge la posibilidad de reformar al joven criminal mediante un novedoso método de condicionamiento llamado experimento Ludovico. Este consiste en un tratamiento con drogas especiales que producen una sensación de muerte súbita y mareos en el paciente, pero sólo cuando este es expuesto a ultra violencia y sexo. Al final, Alex es curado, pero sólo para volver a una sociedad que lo repudia, y que irónicamente, es tan violenta como solía ser él. De victimario, Alex pasa a ser una víctima. El tratamiento resulta ser un duro ejercicio de condicionamiento conductual. Tras éste Alexander es incapaz de todo tipo de violencia (incluso en defensa propia) y de acto sexual, como tampoco puede disfrutar de su pieza musical favorita, como un indeseado efecto secundario. He aquí el problema. Por un lado, el tratamiento lo inhibe de realizar acciones reprochables, pero al mismo tiempo su capacidad de escoger y decidir por sí mismo fue anulada. Su bondad es tan artificial como la naranja mecánica del título. La cuestión a analizar es entonces, hásta dónde descansa la moral en nuestra capacidad de elección? La capacidad de decidir puede ser identificada para comenzar de una manera muy simple, p. e. cuando llega el momento del postre uno puede hallarse entre tomar una fruta o una porción de rica torta 1. La decisión entre una y otra cosa puede tomarse por distintos motivos p. e. se podría decidir por razones de salud o estéticas. Pero la cuestión aquí es la dimensión moral de la elección, el interrogante a plantearse es si la conducta de Alex puede ser catalogada como moral. Para responder a este 1 Tal como lo propone y analiza T. Nagel: Qué significa todo esto?, cap. 6 Libre arbitrio.

2 interrogante analizaré condiciones del obrar moral según distintas teorías, como la moral heterónoma y la concepción de la moral de Kant. Primero, tachar a Alex de inmoral no parece posible, ya que ello significaría que el muchacho estaría entonces obrando en contra del condicionamiento resultado del tratamiento. Por un lado, reconocemos entonces en el actuar de Alex una condición que es inherente de toda acción moral: su obligatoriedad. Toda norma moral establece obligaciones, las que deben ser cumplidas si deseamos que nuestro comportamiento sea correcto. El conflicto empieza en el momento de analizar qué determina la fuerza obligatoria de las normas que rigen al muchacho. Indudablemente, su comportamiento no se rige según su propia voluntad. Su conducta no se apegaba a la norma moral imperante; la de la sociedad. Al no seguir las normas establecidas por ella, ésta misma se ve forzada a obligarlas por el condicionamiento que sufre el personaje. Si bien, se puede argumentar que es su propio cuerpo el que rechaza todo acto incorrecto; esta acción refleja fue producto de un tratamiento ajeno cuyas consecuencias no puede controlar. Definimos su comportamiento entonces como heterónomo, es decir éste se halla basado en una ley o regulación exterior a él mismo. Pero no toda actitud basada en una moral heterónoma supone privación de libertad. Esta ley ajena no es una fuerza que obligue, sino la obligación misma. El sujeto se ve forzado por ella, pero su voluntad le indica si seguir la norma o no. He aquí la gran diferencia del condicionamiento de Alex con la moral propiamente tal; ambas obligan, pero la libertad de elección es la que determina la naturaleza de una acción. Entonces, las acciones de Alex no son morales, al carecer de libertad para escogerlas. En el fondo, la libertad es el intermediario entre la obligación moral y la realización del acto moral; es el componente voluntario. Sin embargo, tampoco podemos cegarnos al cambio radical que ello supone al medio social en dónde se desenvuelve; indudablemente su comportamiento tras el condicionamiento no transgredía normas morales, mientras que aquel que tenía cuando era libre violaba toda ley. Quizás el verdadero problema no es Alex mismo, quién deja de ser un sujeto moral al perder su capacidad de elección, sino es la naturaleza de sus acciones y el impacto que tienen en su sociedad. Surge así un problema. Se puede independizar el sujeto moral de su comportamiento? En otras palabras, pueden ser las acciones de Alex morales si él no lo es? De ser así, sostenemos que el fin es lo que define una acción moralmente correcta, más que los motivos o circunstancias que lo envuelven. Da igual los verdaderos motivos de Alex, su actuar es el apropiado para esta extraña ley, y por tanto, es moral. Un claro ejemplo de teoría teleológica de la obligación moral. Si analizamos las acciones mismas del muchacho desde la perspectiva teleológica su comportamiento no requiere justificación en sus verdaderas intenciones. No importa si el muchacho realmente desea azotar a un pobre mendigo indefenso, lo significativo es que este condicionamiento evita que lo haga, y por tanto, lo obliga a 2

3 comportarse según la moral. Su estado es benéfico para la mayoría y las obras que él detiene son justamente las que amenazan el bienestar general. Ahora, como mencioné en el principio, este tratamiento causó que nuestro personaje ya no pueda autodefenderse, llevar a cabo una vida sexual normal o incluso escuchar su partitura favorita de Beethoven. Indudablemente, este cambio que se supone tan bueno para el resto, causa malestar en él. La condición de interés en el otro a costa del uno propio se conoce como altruismo. Esto inmediatamente supone el deseo de conllevar un mal para el beneficio de terceros. La palabra clave es deseo. Para que una acción sea verdaderamente altruista debe el sujeto conocer los resultados de su acción, sabiendo que ésta le causará malestar y en contra de su sentido común decidir seguir adelante. Por tanto, supone un acto de voluntad. Alex, cómo dijimos, no puede hacerlo. Su tratamiento frena todo acto de maldad sin su consentimiento. Además, le acarrea pesares que él simplemente preferiría no sufrir. En otras palabras, de poder revertir su condición y caer nuevamente en la degeneración moral, lo haría. Tal no es el comportamiento altruista que mencionaba. Ahora, una acción es buena en la medida que genere placer y felicidad en un número mayor a los que genera molestias o infelicidad. Creo que tal afirmación puede rechazarse con los mismos fundamentos que la anterior. Toda acción bondadosa nace, nuevamente, del deseo de actuar de tal manera. Precisamente, el utilitarismo demuestra que el bien se puede lograr en desmedro de las reglas establecidas por la sociedad; en otras palabras, en desmedro de la moral imperante. Por tanto, la acción misma tiene que ser voluntaria, al no existir norma que obligue. Nuevamente nos encontramos en presencia del factor decisión personal, del que Alex carece. Observamos así que independiente del fin que persiga una acción, siempre es necesario el elemento voluntario del sujeto moral: aquel que involucra la participación del elemento humano en el cumplimiento de la moral. La libertad es la conditio sine qua non de la moral; justamente porque sólo los actos responsables, esto es, libres y concientes caen en el dominio moral. El tratamiento de Alex nulifica esta característica privativa del hombre a decidir su comportamiento, eximiéndolo de toda responsabilidad. Esto último ha sido subrayado en la concepción de la moral de Kant. Para esta concepción el elemento voluntario del sujeto moral es totalmente necesario. Este elemento voluntario es representado por la idea de una voluntad pura o de la buena voluntad. Según este planteo la moral examina los principios de una posible voluntad pura, la voluntad buena, la cual es tomada como un ideal de la acción humana. Por ello se diferencia de la psicología, que analiza los motivos de las acciones concretas y no de las acciones y condiciones del querer humano en general 2. Aparece entonces una nueva posibilidad de considerar esto desde una concepción de la moral que se refiere a los elementos centrales que vimos, por ejemplo el deseo del sujeto en la acción y la necesidad de la obligatoriedad. Pero, además, esta concepción subraya claramente el factor de decisión personal que no aparece en las acciones de Alex luego del 2 Así lo sostiene Kant: Fundamentación de la metafísica de las costumbres, p. 21.

4 tratamiento. Deseo del sujeto, obligatoriedad de la acción y decisión personal se sintetizan en la acción moral basada en la voluntad buena. Pero en el caso de Alex, al no querer lo que hace, sino solamente evitar hacer acciones dañinas, éstas no llegan a tener un valor moral. Siguiendo la concepción de Kant se distingue entre máxima y ley. La máxima es la regla que guía la acción del sujeto y para que pueda tener un valor moral debería poder llegar a ser una ley universal: yo no debo obrar nunca más que de modo que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley universal. 3. Aquí, entonces, la voluntad buena y la ley universal tienden a identificarse, y sin esto no hay acción moral. Pero ello es justo lo que no puede hacer Alex como resultado de su tratamiento. Sus acciones luego de éste no son morales porque no pueden ser universalizadas. No puede obrarse moralmente sin tratar de alcanzar la voluntad buena, pero justamente es el querer hacer la acción lo que le falta a él. Su actuar individual (no realizar más acciones dañinas) no se puede proponer como ley universal, ya que ello llevaría a la anulación de la vida moral. Ello nos lleva a ver que la obligación moral y la realización del acto no pueden ser llevadas a cabo sin suponer una activa participación del sujeto moral a través de la ponderación de los fines posibles y los caminos a cada uno de ellos. Así, sujeto moral y acción no se pueden separar; la realización del primero es en función de las características del segundo, siempre y cuando se encuentren en plena conciencia y libertad. El hecho que las leyes morales se hagan evidentes a la sociedad misma (a través de costumbres, leyes, tradiciones o religiones) es un claro ejemplo que es necesario transmitirlas y crear organismos capaces de esforzarlas, pues el hombre posee la capacidad de no hacerlo a gusto. Esta libertad, tan simple a plena vista, es el pilar que fundamenta no sólo las normas morales, sino el proceder humano; todo comportamiento que no se fundamente en función a este simple código no sólo es amoral, como nuestro desafortunado Alexander de Large, sino atenta directamente contra la identidad humana del individuo. Una vez más, la palabra clave es libertad. Hemos llegado, al parecer, a la médula del asunto. La ética se basa en el precepto de que todos los hombres son libres para poder elegir, o decidir sobre sus acciones, y esta libertad es total o no es libertad. El hombre no puede hacer otra cosa que asumir su libertad, también debe hacerse responsable por sus acciones, ya que todas estas tienen una repercusión en la sociedad, y por lo tanto, sobre sí mismo. Incluso la Biblia nos habla de esta libertad irrevocable del hombre, supuestamente entregada por Dios a través de lo que se denomina como libre albedrío. El mensaje que se nos quiere entregar a través de esta obra es claro: al arrebatar a un hombre de su libertad, se le está quitando su condición humana. Su corolario es: no se puede arrebatar a un hombre de su libertad, porque en ella radica la esencia del actuar ético. 3 M. Kant: Fundamentación de la metafísica de las costumbres, p. 41.

5 Bibliografía Escobar, G. Ética. Editorial McGraw-Hill. México D.F., México; 1992 Kant, M. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Espasa-Calpe. Madrid, España; 1967 Nagel, T. Qué significa todo esto? Editorial Fondo de Cultura Económica. México D.F., México; 1995