La alimentación saludable, fuente de energía y vida Escuchar con amor los mensajes del cuerpo es ofrecer los alimentos que realmente necesita! A lo largo de la historia de la humanidad la alimentación, en tanto necesidad primaria, ha tenido diferentes propósitos: contribuir a la supervivencia, adaptación y al mejoramiento de la calidad de vida. La consecución de los alimentos ha implicado para el hombre esfuerzo y construcción de estrategias para su recolección, protección y almacenamiento. Con el desarrollo de las civilizaciones las técnicas agroindustriales y los vertiginosos ritmos modernos, la alimentación ha cobrado nuevos significados, se ha transformado en su naturaleza y por ende ha generado consecuencias importantes para el organismo humano.
La alimentación está relacionada directamente con el equilibrio o desequilibrio de la salud, en tanto son los alimentos los proveedores de nutrientes y energía para la vida. Alimentarse no significa sólo comer y saciar una necesidad, significa seleccionar los grupos de alimentos adecuados para los requerimientos del organismo. Es por ello que la alimentación es un proceso voluntario, consciente y modificable. En muchas de las actividades del hombre está presente la alimentación: celebraciones, descanso, compartir, familia, ocio, pareja, intimidad, etc., al igual que está asociada a muchas emociones y encuentros afectivos importantes. El progreso global ha hecho de estos acontecimientos un contexto propicio para el desarrollo de una alimentación desequilibrada y poco proveedora de salud. Sumado a ello, el consumismo, el ritmo acelerado, la productividad y las posibilidades de acceso fácil, han contribuido a que la relación del hombre y la alimentación este caracterizada por extremos que muchas veces lindan con la enfermedad, ya sea por excesos (obesidad) o por insuficiencias (anorexias, bulimias, etc.).
Las emociones se encuentran estrechamente vinculadas al comportamiento alimentario, en tanto es, en sí mismo, un acto social, cultural, psicológico y económico. Se come por angustia, por felicidad, por antojo, por acompañar, por que toca, por placer, o simplemente no se come. Cada una de estas formas de expresión de la alimentación está vinculada a un estado emocional. Tener consciencia de ello, favorece la forma como los seres humanos se relacionan con los alimentos. El tiempo dedicado para consumirlos, el reconocimiento de lo aceptado y tolerado por el organismo, y el nivel de impacto en el bienestar, son algunos de los aspectos que se deben tener presentes al intentar re-aprender o construir hábitos saludables. Lo anterior, refleja la necesidad de adoptar nuevas maneras de relacionarse con los alimentos, con el fin de que puedan ser proveedores de calidad de vida, equilibrio y satisfacción de emociones, gustos y preferencias. Algunas recomendaciones saludables aquí descritas podrán ser el comienzo del cambio. La invitación es reflexionar sobre ellas y tenerlas en cuenta.
Recomendaciones para una alimentación saludable: Come con moderación y disfrutaras de una larga vida. Procura tener tres comidas principales, con meriendas pequeñas (maní, frutas, queso, jamón)que te provean de la energía requerida durante el día. Mastica bien los alimentos antes de ingerirlos. Si te sientes alterado, enojado o de mal humor evita consumir alimentos. Evita alimentos o bebidas cuya temperatura sea extremadamente fría o caliente. Evita remojar o deglutir los alimentos sólidos con líquidos. Cualquier bebida que se ingiera en grandes cantidades junto con la comida solida diluye los jugos gástricos y dificulta la digestión. Consume harinas integrales, grandes cantidades de vegetales y de frutas, evitando combinar las frutas acidas con las dulces.
Controla el consumo de azucares refinados y grasas saturadas (fritos). Procura consumir miel de abejas pura, cítricos sin mezclar ni endulzar, abundante agua y vegetales. Evita el consumo de leche y aumenta los productos derivados de la leche: queso, yogurt, kumis. Evita el consumo de preservativos, enlatados, gaseosas, azucares refinados, harinas blancas y grasas. Procura realizar un ayuno de un día cada dos meses. Esto te ayudará a eliminar toxinas. Consume abundante agua, te de frutas, plantas o flores. Existen recetas de las abuelas muy refrescantes. De lo que tú comas, bebas, pienses, sientas, ejercites y respires dependerá tu salud para el resto de tu vida. Anímate a tener un estilo de vida saludable.