TEMA 6: LA ACCIÓN HUMANA: MORAL Y ÉTICA 1. La acción humana Además de seres racionales que piensan, los seres humanos tienen una dimensión práctica porque son cuerpos situados en el mundo que tienen actuar o hacer cosas para vivir. Actuar significa que los individuos realizan ciertos movimientos que causan acontecimientos en el mundo, los cuales transforman la realidad y a sí mismos. Todo individuo realiza cada día y a lo largo de su vida múltiples acciones, aunque no todas poseen la misma trascendencia. Respirar o hacer la digestión son actos automáticos, que realizamos de modo inconsciente e involuntario; no obstante, las acciones auténticamente humanas son los actos conscientes y voluntarios, aquellos en las que ponemos en juego nuestro pensamiento y nuestra libertad y que se desarrollan en diferentes ámbitos (acciones artísticas, educativas, políticas, etc.). La característica principal que distingue a una acción de un mero acontecimiento es la intencionalidad y lo que distingue a una acción humana de una acción animal es la racionalidad y la libertad. Las características específicas de la acción humana son las siguientes: Son operaciones conscientes y voluntarias de un sujeto agente. Son generadas por deseos y motivos que mueven al sujeto a actuar. Tienen una intención y persiguen un fin para el cual son medios. Son racionales en el sentido de que actuamos por una razón y podemos explicar o justificar nuestros actos ante nosotros mismos y ante otros. Generan unas consecuencias de las que el sujeto agente es responsable. Una acción se compone de diversas fases: 1. Preferencia: conversión de deseos en fines y generación de una intención. 2. Deliberación: análisis racional de los medios disponibles más adecuados para alcanzar el fin deseado. 3. Decisión: elección de una acción concreta como medio para conseguir el fin. 4. Ejecución: producción del acto externo de la acción. A diferencia de los acontecimientos naturales, la conducta humana es impredecible porque las personas son libres y, por tanto, capaces de considerar alternativas de acción y decidir hacer algo diferente. Además, los seres humanos son capaces de cuestionar sus propios motivos y fines. Ahora bien, todo ser humano ha tenido la experiencia de recordar y reconsiderar una acción pasada, que realizó creyendo que actuaba de modo completamente libre, y darse cuenta de que había una serie de causas que determinaron su conducta de modo inconsciente. Por ello, cabe preguntarse: cuando actuamos, somos realmente nosotros quienes elegimos libremente o más bien somos determinados por causas que desconocemos? 2. El problema de la libertad La libertad es la capacidad de elegir las propias acciones entre una pluralidad de alternativas de acción posibles sin estar determinado. La libertad es, pues, la facultad de ser dueño de uno mismo. Todo el mundo, cuando toma una decisión y actúa, tiene la experiencia de que es libre, de que es él o ella quien es la causa de sus acciones y no algo externo que le determina a actuar de ese modo. No obstante, que tengamos la
creencia de que somos libres no es una prueba inmediata de que lo seamos. Uno de los problemas más debatidos en la historia de la filosofía es si el ser humano es realmente libre o si sus acciones están determinadas por causas y carece de todo control sobre su conducta. Para abordar este problema en primer lugar es preciso distinguir dos conceptos de libertad: Libertad interna (libre albedrío): la capacidad o facultad de querer, decidir y elegir las propias acciones sin estar determinado. Libertad externa: posibilidad de actuar por la ausencia de elementos externos que coaccionan (físicos, psíquicos, económicos, políticos). El problema de la libertad se refiere a la libertad interna o libre albedrío, es decir, inquiere acerca de si el ser humano en general posee una facultad interna, su voluntad, que le hace capaz de elegir espontáneamente sus acciones o si más bien sus actos siempre están causados y determinados, siendo la libertad nada más que una apariencia o ilusión. Sobre la cuestión de la existencia de la libertad existen dos posiciones filosóficas posibles: determinismo e indeterminismo. 2.1. Determinismo El determinismo es la posición filosófica que sostiene que la libertad no existe porque todo está determinado, es decir, inevitablemente causado. El mundo se rige por el principio de causalidad: todos los acontecimientos, incluido el comportamiento humano, son efectos necesarios de una causa que le precede. Aunque nos resulte difícil establecer cuál es la causa que explica nuestras decisiones y acciones, siempre hay algo que lo determina nuestra conducta, de modo que la libertad no es más que la sensación de sentirse libre y, por tanto, una mera ilusión. Existen diferentes tipos de determinismo: Determinismo físico: la realidad física, desde los átomos a los seres vivos, está determinada y regida por leyes naturales. Los seres humanos, en tanto que seres materiales, no son una excepción y siguen patrones fijos de comportamiento. Determinismo biológico/genético: el comportamiento de los seres vivos está determinado por el código genético y las estructuras biológicas que los constituyen. Cada ser humano se comporta tal y como dicta su constitución genética y fisiológica. Determinismo sociocultural: la conducta de los seres humanos viene determinada por las estructuras familiares, sociales y culturales en las que se desarrolla, cada persona se comporta como dictan los patrones socioculturales que conforman su carácter. Determinismo teológico: todo lo que ocurre en el universo está previsto y determinado por una voluntad divina, así el ser humano no es dueño de sus actos, sino una marioneta del destino elegido por la divinidad. 2.3. Indeterminismo Es la posición filosófica que defiende que la libertad existe porque el ser humano posee una capacidad de elegir sus acciones e iniciar o causar de modo espontáneo acontecimientos en el mundo. En general, la
argumentación a favor de la libertad consiste en defender que hay algo en el ser humano (su pensamiento y su voluntad), que no está sometido al determinismo de la naturaleza, aunque esté condicionado por ella. Se han propuesto múltiples teorías para defender la existencia de la libertad entre las que destacan dos: Libertad como evidencia: Descartes defendió que la libertad es algo evidente para todo sujeto y no necesita ser demostrada, es una idea innata de la que no se puede dudar. Libertad como postulado: Kant sostuvo que la libertad es una idea metafísica cuya existencia es imposible de demostrar, pero que se ha de postular o suponer para que la moral y el derecho tenga sentido: si renunciamos a la idea de libertad, entonces no se podría pedir responsabilidades por sus actos a nadie, pues todos seríamos autómatas. 3. Moral y ética Los seres humanos son capaces de realizar muchos tipos de acciones (acciones educativas, artísticas, técnicas, etc.) y entre ellas están las acciones morales. Se considera a una acción moral si sus consecuencias afectan de modo relevante a los demás y pueden ser calificadas como buenas o malas. Los términos moral y ética a menudo se confunden, pero son dos conceptos distintos: Moral: código de normas que regulan la conducta de los seres humanos prescribiendo lo que se debe y no se debe hacer. Ética: reflexión filosófica sobre la moral que trata de indagar racionalmente por qué es necesario que haya normas, cuál es su fundamento y su legitimación. La moral es posible porque los seres humanos tenemos lo que se denomina una conciencia moral, que es la capacidad del sujeto de distinguir lo bueno y lo malo, de juzgar y valorar el propio comportamiento y el de los demás y, sobre todo, de imponerse a sí mismo obligaciones. La moral se presenta pues al individuo con carácter obligatorio y toma la forma de códigos morales que son sistemas de prescripciones o normas que expresan lo que se considera bueno y justo. Los códigos morales orientan la conducta de los individuos y dan lugar a juicios morales sobre si ciertas conductas son aceptables o censurables e inmorales. Los códigos morales varían según las culturas y las épocas, así es posible hablar de la moral cristiana, moral budista, etc. 4. Teorías éticas El comportamiento moral que se da de modo espontáneo en todas las sociedades a lo largo de la historia se ha convertido en objeto de reflexión para la filosofía, en el seno de la cual ha surgido una rama específica, la ética, cuyo objetivo principal es ofrecer criterios racionales y fundamentados sobre cómo orientar la conducta moral. Pueden distinguirse dos tipos de éticas: Éticas materiales y teleológicas: tratan de definir qué es el bien y la felicidad como objetivo de la vida para saber qué se debe hacer. Éticas formales y deontológicas: tratan de ofrecer pautas para determinar qué se debe hacer, independientemente de si ello conduce a la felicidad o no.
4.1. Eudemonismo: Aristóteles Para Aristóteles, todo ser humano cuando actúa persigue muchos tipos de fines, pero el fin último o bien supremo es la felicidad (eudaimonía), pues la felicidad es aquello para lo que hacemos todo lo demás y que perseguimos por sí mismo. La felicidad se puede entender de muchas maneras, como el placer, la riqueza o el honor, pero el auténtico fin del ser humano es cultivar lo que es más propio y perfecto en la naturaleza humana, a saber, la razón. Por ello, para Aristóteles, la felicidad auténtica reside en el uso de la razón para alcanzar la vida contemplativa. No obstante, el ser humano no se puede dedicar únicamente a la contemplación porque se ve afectado por necesidades y pasiones, por ello ha de desarrollar las virtudes prácticas como la fortaleza, la templanza o la justicia que le permiten dominar las pasiones y, sobre todo, la prudencia que le permite evitar los extremos y encontrar el justo medio en cada situación. 4.2. Hedonismo Para el hedonismo el bien se identifica con el placer y la evitación del dolor: la felicidad consiste en llevar una vida placentera. Los hedonistas como Epicuro no entendían la felicidad como una búsqueda desenfrenada del placer, sino guiada por la inteligencia. Epicuro distinguió diversos tipos de placeres y propuso que el individuo realizase un cálculo de placeres que tuviera en cuenta la prioridad de los placeres para lograr una vida tranquila y una felicidad duradera. 4.3. Utilitarismo Para los utilitaristas, al igual que los hedonistas la finalidad del ser humano es la felicidad, que identifican con el placer, pero los utilitaristas trataron de corregir el individualismo y el egoísmo propios del hedonismo, pues alcanzar la felicidad es una tarea social. Así y propusieron que la felicidad es el bien común o la utilidad social, de modo que bueno es aquello que produce un beneficio a la mayoría o un máximo de felicidad. Para saber cuál es la acción correcta en una situación es necesario examinar sus consecuencias y determinar cuál produce una mayor cantidad de placer a un mayor número de personas. 4.4. Emotivismo moral: Hume Hume sometió a crítica los fundamentos del pensamiento ético a partir de su teoría del conocimiento empirista. Hume defendió que las ideas de bien y mal no se refieren a algo objetivo que exista en la realidad, porque no se corresponden con ninguna experiencia: cuando observamos un acto como una pelea solo vemos cuerpos que se mueven, no vemos el bien o el mal por ninguna parte. Por ello, para Hume la moralidad no se funda en la razón, es completamente subjetiva y depende de las emociones: lo bueno y lo malo no son más que sentimientos de agrado o de repulsión que nos causan ciertos acontecimientos y que se forman en nosotros por hábito e influencia de la cultura. 4.5. Ética formal: Kant Kant asume el desafío de Hume: todas las éticas materiales que tratan de definir el bien o el mal están avocadas al fracaso. El bien o el mal no existen como objetos externos al sujeto, es imposible definir materialmente qué es lo bueno para determinar qué fines deben perseguir todos los seres humanos. Parece entonces que la ética no puede ser objetiva y universal, sino que está condenada a ser algo subjetivo y relativo. Para Kant lo bueno o lo malo no son los objetos o los fines, sino la propia voluntad del sujeto. Para ser bueno moralmente, el sujeto tiene que superar la heteronomía y dejar de obedecer reglas impuestas
desde el exterior (la naturaleza, Dios, las leyes ) y conseguir que su voluntad se autodetermine, esto es, alcanzar la autonomía: ha de darse a sí mismo sus propias normas y decidir mediante su razón qué es el deber. Una voluntad solo puede ser buena si se obedece a sí misma y hace lo que considera por sí misma que es su deber y lo hace por puro respeto al deber y no por interés personal. Ahora bien, si no hay una definición del bien y del deber, cómo podemos conocer qué es el deber? Cómo llegar a normas universales válidas para todo ser humano? Kant sostiene que lo único que podemos hacer es dar una condición formal, no de contenido. Cada sujeto tiene que decidir qué normas seguir sometiéndolas a una prueba racional, el imperativo categórico: una norma de conducta es justa y constituye el deber si el sujeto puede querer que se convirtiera en ley universal para todos los seres humanos. En suma, haz aquello que quisieras que hiciera todo el mundo y te hicieran a ti.