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Platón (Atenas 427-347 a. C) Contextualización. Presuntamente fue Antenas la ciudad que vio nacer a Platón en el años 427 a.c y la ciudad en la que se produjo un desarrollo político singular en el mundo antiguo resultado de un proceso que comenzó a principios del siglo VI cuando Solón llevó a cabo una serie de reformas sociales y políticas que contrarrestó la influencia de la aristocracia promoviendo un orden más participativo y justo. Después de las reformas de Solón resurgieron enfrentamientos civiles que dieron origen a tiranías que utilizaban las instituciones para reforzar su poder. Tras el último gobierno oligárquico del tirano Iságoras, el pueblo de Atenas acude al arconte Clistenes que puede ser considerado el verdadero fundador de la democracia ateniense ya que sus reformas afianzan el demos y la isonomia entre los ciudadanos. La victoria de los griegos contra el imperio persa en las llamadas guerras médicas dio lugar a una Atenas fortalecida que de la mano del gran estratega Pericles consolidó su poderío naval y su influencia sobre Grecia al liderar La Liga de Delos (478). El desencuentro con Esparta y sus aliados desencadenó una serie de conflictos entre ambas ciudades. Entre el 431 y 404 tiene lugar la guerra del Peloponeso. Atenas pierde a su estratega Pericles y quienes le sustituyen, políticos de una nueva generación educados en el espíritu de las enseñanzas sofísticas, firman la paz con Esparta, en el 421. Poco después Atenas reemprendió su espíritu imperialista impulsado por Alcibíades, hijo de una prima de Pericles y amigo de Sócrates, el prototipo del político demagogo, egoísta, ambicioso e irresponsable que fracasa en su intento de conquistar Sicilia. Esta derrota marcó el comienzo del declive ateniense y la pérdida de su imperio. Se impone el gobierno de los oligarcas denominados Treinta tiranos que gobernaron bajo el régimen del terror, algunos de ellos parientes de Platón. Pero en el 403 se restaura la democracia bajo la cual se ejecuta a Sócrates. Todos estos acontecimientos los vive Platón en su juventud y nos los relata en su autobiográfica Carta VII. Antaño, cuando yo era joven, sentí lo mismo que les pasa a otros muchos. Tenía la idea de dedicarme a la política tan pronto como fuera dueño de mis actos, y las circunstancias en que se me presentaba la situación de mi país eran las siguientes: al ser acosado por muchos lados el régimen político entonces existente, se produjo una revolución me invitaron al punto a colaborar en trabajos que, según ellos, me interesaban. Lo que me ocurrió no es de extrañar, dada mi juventud: yo creí que iban a gobernar la ciudad sacándola de un régimen injusto para llevarla a un sistema justo, de modo que puse una enorme atención en ver lo que podía conseguir. En realidad, lo que vi es que en poco tiempo hicieron parecer de oro al antiguo régimen Desde luego, también en aquella situación, por tratarse de una época turbulenta, ocurrían muchas cosas indignantes... Pero la casualidad quiso que algunos de los que ocupaban el poder hicieran comparecer ante el tribunal a nuestro amigo Sócrates, ya citado, y presentaran contra él la acusación más inicua y más inmerecida... Al observar yo estas cosas y ver a los hombres que llevaban la política, así como las leyes y las costumbres, cuanto más atentamente lo estudiaba y más iba avanzando en edad, tanto más difícil me parecía administrar bien los asuntos públicos. Sin embargo, no dejaba de reflexionar sobre la posibilidad de mejorar la situación y, en consecuencia, todo el sistema político, pero sí dejé de esperar continuamente las ocasiones para actuar, y al final llegué a comprender que todos los Estados actuales están mal gobernados; pues su legislación casi no tiene remedio sin una reforma extraordinaria unida a felices circunstancias. Entonces me sentí obligado a reconocer, en alabanza de la filosofía verdadera, que sólo a partir de ella es posible distinguir lo que es justo, tanto en el terreno de la vida pública como en la privada. Por ello, no cesarán los males del género humano hasta que ocupen el poder los filósofos puros y auténticos o bien los que ejercen el poder en las ciudades lleguen a ser filósofos verdaderos, gracias a un especial favor divino. 1

En el 399 Sócrates es condenado por el Tribunal de los Quinientos a beber la cicuta. Temiendo represalias sobre los seguidores de Sócrates viaja a Megara, encontrándose con Euclides, Cirene, Egipto y después al sur de Italia, donde entra en contacto con la comunidad pitagórica que tendrá una enorme influencia en su filosofía. En este periodo de juventud (de los 28-38 años) escribe sus diálogos donde se mantiene fiel a lo enseñado por Sócrates: - Apología de Sócrates (el conocido retrato socrático del joven Platón) - Critón (Sócrates en la cárcel sobre problemas cívicos) - Laques (El valor) - Lisis (La amistad) - Cármides (La templanza) - Eutifrón (La Piedad) - Ión (La poesía como don divino) - Protágoras ( Es enseñable la virtud?) En el 388 viaja a Sicilia invitado por el tirano Dionisio I, con la intención de influir en sus ideas políticas y filosóficas, con la esperanza de poner en marcha su ideal de ciudad. Sin embargo, las susceptibilidades que despierta en Dionisio terminan por desterrarle de Siracusa. En éste período de transición (38-41 años) Platón vierte en sus diálogos algunas opiniones que no podemos considerar estrictamente socráticas, comenzando a introducir elementos de su propia cosecha, algunos de los cuales apuntan ya hacia la teoría de las Ideas. - Gorgias (Sobre retórica y política) - Crátilo (Sobre la significación de las palabras) - Hipias mayor y Menor (Sobre la belleza el primero, y sobre la verdad del segundo) - Eutidemo (Sobre la erística sofista) - Menón ( Es enseñable la virtud?) - Meneceno (parodia sobre las oraciones fúnebres) Platón vuelve a Atenas donde funda la primera gran escuela (o universidad) de la antigüedad: La Academia. Allí impartirá sus clases y se rodeará de discípulos en un periodo de madurez (41 a los 56 años) en donde la influencia de Sócrates en su obra es mínima: -Fedón (Sobre la inmortalidad del alma, el último día de Sócrates en prisión) -Banquete (Sobre el amor) - República (Sobre política y otros asuntos: metafísicos, gnoseológicos, etc. - Fedro (Sobre el amor, la belleza y el destino del alma) En el 367 muere Dionisio I y le sucede su hijo, Dionisio II, que volverá a llamar a Platón. Viaja pues, de nuevo a Sicilia e intenta de nuevo que el tirano aplique en su ciudad su ideal político de ciudad, pero las tensiones no se hacen esperar y Dionisio destierra a Platón de la ciudad. Ya en Atenas continúa su labor docente con la idea de formar nuevos gobernantes que pongan freno a esta situación de injusticia en el gobierno de la ciudad, hasta que en el año 361 acepta de nuevo la invitación Dionisio II que resulta una vez más infructuosa. Es un periodo crítico en el que hace revisión de la teoría de las ideas y de sus consecuencias: -Parménides (Crítica de la teoría de las ideas) - Teeteto (Sobre el conocimiento) - Sofista (Lenguaje, retórica y conocimientos) -Político (Sobre política y filosofía). 2

De vuelta a una Atenas que intenta reconstruirse de las consecuencias de la guerra del Peloponeso bajo la presión de Esparta y el cada vez mayor poder de Macedonia, cuyo poder verá emerger, Platón redacta sus últimas obras en un periodo de vejez (64 a los 78 años) de creciente pesimismo, entre las que se encuentra su breve autobiografía conocida como Carta VII. Otras obras son: -Filebo (El placer y el bien) - Timeo (Cosmología) - Critias (Descripción de la antigua Atenas, mito Atlántida...) -Las Leyes (La ciudad ideal, revisión pesimista de la República). Muere en el año 347 a.de C., sucediéndole en la dirección de la Academia su sobrino Espeusipo, en una Atenas en progresiva decadencia política aunque mantiene su prestigio cultural. La caída de la democracia en Atenas y la muerte de Alejandro en el año 323 a.de C. supondrá el declive de la polis y el modelo de convivencia a ella asociado, dando paso a una nueva época conocida como helenismo tras la muerte de Aristóteles. En el panorama filosófico, Platón se opone a los sofistas, a quienes ya no les interesa la investigación de la naturaleza, sino la cultura y la política, poniendo en un primer plano al hombre en sociedad y sus valores. Sus procedimientos de enseñanza son duramente criticados por Platón, que les reprocha cuidarse más de la opinión que de la verdad; les recrimina su relativismo, y una cierta inmoralidad derivada de esta actitud, puesto que buscan el éxito social y no la auténtica sabiduría. Conscientes de que la vida política la dirigían los buenos oradores, enseñaban a <<hacer más fuerte el argumento más débil>> y, escépticos ante la posibilidad de hallar la verdad absoluta, adiestraban a sus discípulos para argumentar en pro y en contra de una misma opinión. Texto nº 1: República libro IV, 427e 435c (...)Bien, ya vimos, según parece, tres cualidades de la ciudad, y en cuanto a la especie (género) que resta para que la ciudad alcance la excelencia cuál podría ser? Es evidente que la justicia.(...) Pues lo que establecimos desde el principio que debería hacerse en toda circunstancia, cuando fundamos la ciudad, es según mi opinión, la justicia o una especie (género) de esta. Pues establecimos, si recuerdas, y muchas veces ya lo repetimos, que cada uno debería ocuparse de una sola cosa de entre las que conciernen a la ciudad, precisamente aquella en la que estuviese mejor preparado por naturaleza. - En efecto, lo hemos dicho. - Y que la justicia consiste en hacer lo que es propio de uno, sin meterse en las cosas ajenas, es algo que ya oímos a otros muchos y que nos dijeron repetidamente. - En efecto, lo afirmamos frecuentemente. - En este caso amigo mío, la justicia parece que consiste en hacer cada uno lo suyo, sabes de dónde lo deduzco? - No, pero dímelo tú. -A mi parecer hemos examinado, la moderación, la valentía, y la sabiduría, lo que queda por ver en la ciudad, es lo que da a todas aquellas cualidades la capacidad de nacer y una vez nacido, les permite conservarse, mientras permanezca en ellas. Y ya hemos dicho que si encontramos las tres, la justicia seria la que queda. - Realmente es así. - No obstante, si fuese necesario discernir cuál de estas cualidades hará nuestra ciudad mejor, resultaría difícil discriminar si consiste en una coincidencia de opinión entre los gobernantes, y los gobernados, o si es la conservación de la opinión de acuerdo con la ley que hay entre los militares acerca de lo que debe ser temible o no, o la inteligencia y la vigilancia entre los gobernadores; o eso que hace mejor a la ciudad consiste, tanto en el niño como en la mujer, en el esclavo como en el hombre libre, y en el artesano, en el gobernante y no gobernante, en que cada uno se ocupe de lo suyo, sin atender a lo ajeno. - Desde luego, sería difícil. Cómo no? 3

- Entonces, según parece, en relación a la excelencia de la ciudad, la capacidad de hacer cada uno lo suyo puede rivalizar con su sabiduría, con su moderación y su valentía (...) -Pues un hombre justo no diferirá en nada de la ciudad justa en cuanto la idea de la justicia misma, si no que será parecida. - Parecida en efecto. - Pero, una ciudad parece justa cuando los tres tipos de naturaleza que existe que cada uno hace lo suyo; y nos pareció moderada, valiente y sabia la causa de algunas otras aficiones y hábitos de eses mismos tipos de naturaleza. - Es verdad. - Por consiguiente, querido amigo, estimaremos que quien tenga eses mismos tipos en su alma, la causa de las mismas afecciones que aquellos, y bien merecedor de recibir los mismos apelativos que la ciudad. Comentario de las ideas del texto: El fragmento propuesto como objeto de comentario corresponde al diálogo La República que en la producción filosófica platónica constituye su obra más importante y ambiciosa de Platón. El título griego de la obra significa "El estado o sobre la Justicia", y su tema es la naturaleza de la justicia y la injusticia, así como las consecuencias que se derivan para el ser humano justo e injusto. "Justicia" es la traducción de dikaiosýne, cuyo sentido se refiere a la virtud (areté). La "virtud en su totalidad (areté) tal y como ella afecta a nuestras relaciones con los demás". El pretexto de fundar una ciudad ideal que Platón propone en este diálogo de La República oculta un objetivo que es descubrir dónde se esconde en ella la justicia y la injusticia. Bien ya vimos, según parece, tres cualidades de ciudad, y en cuanto la especie que resta para que la ciudad alcance la excelencia cuál podría ser?. Es evidente que la justicia. A continuación actúa por división, que es el procedimiento que Sócrates/Platón utiliza en la dialéctica. Platón utiliza la dialéctica para sacar a la luz la red de implicaciones conceptuales que gobiernan nuestra experiencia (armadura conceptual que estructura nuestro decir y hacer sobre la realidad). De este modo parte de la suposición de que tal ciudad, al ser completamente buena (ciudad ideal) tiene que contener todas las virtudes, enumeradas por Sócrates que son: sabiduría, valor, autodominio (Sophrosyne) y justicia. Si podemos identificar las tres primeras, la que queda será la justicia. Así comienza por la sabiduría: una ciudad sabia, guiada por el buen juicio, tiene que tener conocimiento, no ningún conocimiento técnico ni especializado sino el conocimiento en sí mismo. Este conocimiento no es un conocimiento de los medios sino de los fines, de las Formas (Ideas) y finalmente de la suprema Forma de Bien que sólo el filósofo puede abordar dada el empeño y el sacrificio que representa. Por otro lado, una ciudad precisa del valor para mantener su independencia, la cual como valor colectivo reside fundamentalmente en los combatientes, no porque ellos sean los únicos que la posean, sino porque el valor o la cobardía de los demás no es decisiva para el carácter del Estado como un todo. Al igual que el autodominio o templanza virtud (areté) no se limita a una parte de la población, lo productores, sino que consiste en una armonía de la voluntad entre todas las clases. A lo largo del diálogo Platón, hace dialogar a Sócrates (no confundir con el personaje histórico) con Glaucón (también filósofo y hermano de Platón) para que este caiga en la cuenta de que la justicia consiste en que cada uno debería hacer su propio trabajo y no el de otro: " que cada uno debería ocuparse de una sola cosa de entre las que conciernen a la ciudad, precisamente aquella en la que estuviese mejor preparado por naturaleza". Así la justicia parece que consiste en hacer cada uno lo suyo. Se considera que solo así puede salvaguardar la ciudad pues impediría la interferencia de los miembros de una clase natural en el trabajo de la otra, que sería la injusticia (entendida como desorden o enfermedad) El paso siguiente consiste, por tanto, en determinar si estos hallazgos, la determinación de la justicia en la ciudad, son válidos para el individuo: Pues un hombre justo no diferirá en nada de la ciudad justa en cuanto la idea de la justicia misma, si no que será parecida. 4

En la base de todas estas consideraciones está la idea de que todo hombre posee en alguna medida todas las características psicológicas, el único problema es saber cuál es la dominante, de ahí la importancia que tiene la educación para reconocer en cada uno la naturaleza dominante. En la medida en que Platón considera que los individuos tienen que mostrar las mismas características que el Estado (un Estado no es sino los hombres que lo componen) tras de una serie de argumentos, Sócrates (Platón) se siente con razones para concluir que las virtudes del ciudadano individualmente son las mismas que las del Estado. Por consiguiente, querido amigo, estimaremos que quien tenga eses mismos tipos en su alma, la causa de las mismas afecciones que aquellos, y bien merecedor de recibir los mismos apelativos que la ciudad. Así, en la educación de la naturaleza del individuo, la sabiduría consiste en su facultad racional, la cual, como los Gobernantes en la ciudad, busca el bienestar del ser humano en su totalidad; y su valor (físico y moral), por supuesto, en el elemento fogoso, cuya parte específica es obedecer y ayudar a la razón. La educación asegurará su alianza. Su sophorosyne (autodominio) consiste en una aceptación voluntaria de que la razón deber tener el control y mantener los apetitos dentro de los límites. Un ser humano dotado de semejante organización de sus facultades y educado será necesariamente justo, y así se manifestará a sí mismo exteriormente en el tipo de vida que consideramos justo; es decir, no puede esperarse de él: robo, traición, perjurio, etc. Para él la justicia en la ciudad y en el individuo consisten esencialmente en lo mismo. Por esto conduce simultáneamente la discusión sobre ambos temas y propone examinar la naturaleza de la justicia en la ciudad y después estudiarla en los individuos para tratar de hallar la semejanza de los rasgos de la ciudad en los individuos. Así describe lo que son una ciudad y un individuo justos, para deducir después en qué consiste la justicia. Es una verdadera caza de la definición (Sócrates). El concepto de justicia brota en función de la existencia de multitud de partes heterogéneas, entre las cuales se trata de introducir una unidad de orden. En el individuo consiste en una virtud del alma, cuyo objeto es conseguir que reinen el orden y la armonía entre los diversos elementos que lo constituyen -racional, fogoso y apetitivo- para que cada uno realice la función que le corresponde dentro del compuesto humano. Cosa semejante sucede en la ciudad, concebida a manera de un gran organismo. La ciudad es un gran todo, integrado por individuos, familias, clases sociales, con actividades e intereses muy distintos. No sería posible una entidad social si entre sus diversas partes no reinara un orden riguroso que redujera la diversidad a unidad, asignando a cada parte el lugar y la función que le corresponden dentro de la totalidad. En un Estado ideal deben existir las cuatro virtudes: la prudencia en los gobernantes, el valor en los guardianes y la templanza en todos, pero en especial en los de la clase de los trabajadores, teniendo además la función de regular las relaciones de éstos con los elementos de las otras clases. Pero junto a estas virtudes, y por encima de ellas, debe existir la justicia, como virtud general que las comprende todas y sin la cual ni siquiera podrían existir. Su misión consiste en establecer el orden del conjunto y la armonía entre las distintas partes constitutivas de la sociedad, manteniendo a cada clase dentro de los límites y de las funciones que a cada una corresponde, regulando las relaciones entre el Estado y los ciudadanos y de éstos entre sí, conforme a la clase y méritos de cada uno. La justicia es la garantía y la salvaguardia del bien común. Relacionando con el tema a desarrollar: Por ejemplo: La concepción política de Platón. La teoría política de Platón hay que situarla, como hemos visto anteriormente, en el contexto de la crisis (y su conciencia que es Sócrates) de la ciudad, en la que su fundamento ideológico se había quebrado tras la Guerra del Peloponeso. Platón sufrió toda su vida la crisis de la ciudad (Carta VII). En ella la realidad aparece injusta, sin sentido, aunque las acciones de algunos hombres nos parezcan vislumbrar ecos de justicia (Sócrates) Cómo salvar esos vestigios de racionalidad? Cómo restaurar la justicia? Recordamos el fracaso de las verdades y la búsqueda de la justicia como valor en sí misma en el contexto sofista (anillo de Giges) Cómo restaurar el valor del lenguaje en la búsqueda de la verdad? Pues poniéndolo a prueba a través del diálogo como se intenta en este fragmento. El impulso filosófico de Platón está dominado por su pasión política, tras el desencanto producido en su ánimo tras la condena de su maestro y los sucesivos intentos fallido de convertir a un tirano a la filosofía (Siracusa, Sicilia) funda una escuela para dirigentes: La Academia (no es el primer intento- Isócrates) además de una enseñanza sólo moral y 5

política tiene una base metafísico-científica. La obra la República, representa el programa de estudios de dicha formación académica. Representaba un centro de discusión e investigación que partía del principio filosófico de que la realidad tiene una estructura inteligible cuyo conocimiento es necesaria para la acción y que esta enseñanza para ser conocimiento debe rebasar el ámbito de la experiencia (opinión), por lo tanto es necesario señalar el tipo adecuado de educación. Proyecto educativo de la República (Educación de los gobernantes) La educación en Platón tiene un sentido político, y se imparte de manera exclusiva al estamento de los guardianes, que es el único estamento propiamente político de la ciudad. El estamento productivo es inerte desde el punto de vista político, y no recibe educación. Los niños y las niñas son separados de sus madres al nacer, y reciben la tutela del Estado, que se encarga de su educación. Este estamento vive en un régimen plenamente comunista, en el que no existe la familia. El primer ciclo de su educación, cuando son niños, consiste en la educación física, basada en una gimnasia, que les prepara para la lucha, y el manejo de las armas. Todavía infantes, se les acerca al estudio de las matemáticas y a la guerra. A aquellos niños soldado, que destacan por su actitud y aptitud para las matemáticas, y por su temperamento y agilidad, se les selecciona, e introduce en un ciclo de formación matemática. En este período, aprenden aritmética, geometría, música y Astronomía. Estas ciencias matemáticas, las estudian, no para medir y contar, con un sentido económico, como hacen los comerciantes, sino con la finalidad de despertar la inteligencia del alma. Los miembros de ese grupo selecto, tras completar ese ciclo de formación matemática, se integran de nuevo en el ejército, donde sirven hasta los treinta años. Entonces, aquellos soldados del grupo selecto, que sobrevivan, y muestren prudencia y fortaleza en este servicio a la ciudad, son seleccionados de nuevo, e introducidos en la formación dialéctica. La dialéctica constituye la formación específica del sabio gobernante. Platón, sin embargo, pone buen cuidado en seleccionar los candidatos a la formación dialéctica, pues si se da formación dialéctica a un alma indispuesta para el bien y a la justicia, podría encumbrar, y poner en el poder, a un tirano. La dedicación a la formación dialéctica es intensa, a tiempo completo; además, tiene una larga duración, nada menos que cinco o seis años. En ella, se intenta elevar el alma al conocimiento de los verdaderos seres, que son las ideas, de las que participan los cuerpos físicos. El alma del sabio intenta recordar todo el entramado de ideas que componen la verdadera realidad, y que ya conoció antes de caer prisionera del cuerpo. Serán años de contemplación y ejercicio de la inteligencia del alma. Al acabar este ciclo de formación dialéctica, y cuando tienen unos treinta y cinco años, estos soldados filósofos vuelven a ser destinados a cargos militares o públicos de jóvenes, donde sirven durante un período de quince años. Llegados a la madurez, que, a juicio de Platón, se alcanza a los cincuenta años, aquellos que han sobrevivido, y que se han mantenido prudentes y fuertes, en el fiel servicio al Estado, son apartados de nuevo, para cumplir el último tramo de su formación. La formación dialéctica se completa cuando los soldados filósofos han llegado a la madurez, a los cincuenta años, y han demostrado que su alma es justa. Entonces se les enseña a conocer la idea del bien, que es la idea principal, principio del ser y de la inteligibilidad del resto de las ideas, y, a través de ellas, de todas las cosas física. En efecto, toda idea es, es buena, y es bella, porque la idea de las ideas es la idea bien-belleza. En Platón, el bien y la belleza van juntos. Cumplido el ciclo educativo, al conocer la idea soberana, la idea del bien, el sabio está obligado a gobernar. Tanto su comportamiento propio, como el gobierno del Estado, tiene que desarrollarlos a la luz de la idea del bien. No puede renunciar al gobierno, ni puede descuidar la tarea del gobierno, aunque durante este período siga dedicándose a la filosofía. Una de las tareas principales de los sabios gobernantes, consiste en formar a la siguiente generación que puedan sustituirles en el gobierno del Estado con garantías. De no lograrse la nueva generación, el gobierno quedaría en manos de militares, y degeneraría en una timocracia. Entonces, se produciría una progresiva degeneración en las formas de gobierno, que acabaría en la Tiranía que es el peor tipo de gobierno, después iría la democracia, la oligarquía, la timocracia y por último la aristocracia o monarquía al que correspondería este modelo ideal. Es fundamental, para la conservación del sistema, la formación de la generación de sabios sucesores. Los sabios gobernantes podrán retirarse de la responsabilidad del gobierno, cuando están listos sus sucesores. Entonces podrán retirarse al lugar feliz, destino propio del alma, que se ha purificado, y liberado de la cárcel del cuerpo. El Estado honrará y tratará como a seres felices y divinos a los buenos gobernantes, que lo han conservado justo y feliz. 6

Texto nº 2: República Libro VI, 509-511e - Entonces no dejes de lado ni lo más mínimo. - Me temo que voy a dejar mucho de lado; no obstante, no omitiré lo que en este momento me sea posible. - No, por favor. - Piensa entonces, como decíamos, cuáles son los dos que reinan: uno, el del género y ámbito inteligibles; otro, el del visible, y no digo `el del cielo' para que no creas que hago juego de palabras. Captas estas dos especies, la visible y la inteligible? - Las capto. - Toma ahora una línea divida en dos partes desiguales; divide nuevamente cada sección según la misma proporción, la del género de lo que se ve y otra la del que se intelige, y tendrás distinta oscuridad y claridad relativas; así tenemos primeramente, en el género de lo que se ve, una sección de imágenes. Llamo `imágenes' en primer lugar a las sombras, luego a los reflejos en el agua y en todas las cosas que, por su constitución, son densas, lisas y brillantes, y a todo lo de esa índole. Te das cuenta? - Me doy cuenta - Pon ahora la otra sección de la que ésta ofrece imágenes, a la que corresponden los animales que viven en nuestro derredor, así como todo lo que crece, y también el género íntegro de cosas fabricadas por el hombre. - Pongámoslo. - Estás dispuesto a declarar que la línea ha quedado divida, en cuanto a su verdad y no verdad, de modo tal que lo opinable es a lo cognoscible como la copia es a aquello de los que es copiado? - Estoy muy dispuesto. - Ahora examina si no hay que dividir también la sección de lo inteligible. - De qué modo? - De éste. Por un lado, en la primera parte de ella, el alma, sirviéndose de las cosas antes imitadas como si fueran imágenes, se ve forzada a indagar a partir de supuestos, marchando no hasta un principio sino hacia una conclusión. - Por otro lado, en la segunda parte, avanza hasta un principio no supuesto, partiendo de un supuesto y sin recurrir a imágenes -a diferencia del otro caso-, efectuando el camino con Ideas mismas y por medio de Ideas. - No he aprehendido suficientemente esto que dices. - Pues veamos nuevamente; será más fácil que entiendas si te digo esto antes. Creo que sabes que los que se ocupan de geometría y de cálculo suponen lo impar y lo par, las figuras y tres clases de ángulos y cosas afines, según lo investigan en cada caso. Como si las conocieran, las adoptan como supuestos, y de ahí en adelante no estiman que deban dar cuenta de ellas ni a sí mismos ni a otros, como si fueran evidentes a cualquiera; antes bien, partiendo de ellas atraviesan el resto de modo consecuente, para concluir en aquello que proponían al examen. - Sí, esto lo sé. - Sabes, por consiguiente, que se sirven de figuras visibles y hacen discursos acerca de ellas, aunque no pensando en éstas sino en aquellas cosas a las cuales éstas se parecen, discurriendo en vista al Cuadrado en sí y a la Diagonal en sí, y no en vista de la que dibujan, y así con lo demás. De las cosas mismas que configuran y dibujan hay sombras e imágenes en el agua, y de estas cosas que dibujan se sirven como imágenes, buscando divisar aquellas cosas en sí que no podrían divisar de otro modo que con el pensamiento. - Dices verdad. - A esto me refería como la especie inteligible. Pero en esta su primera sección, el alma se ve forzada a servirse de supuestos en su búsqueda, sin avanzar hacia un principio, por no poder remontarse más allá de los supuestos. Y para eso usa como imágenes a los objetos que abajo eran imitados, y que habían sido conjeturados y estimados como claros respecto de los que eran sus imitaciones. - Comprendo que te refieres a la geometría y a las artes afines. 7

- Comprende entonces la otra sección de lo inteligible, cuando afirma que en ella la razón misma aprehende, por medio de la facultad dialéctica, y hace de los supuestos no principios sino realmente supuestos, que son como peldaños y trampolines hasta el principio del todo, que es no supuesto, y tras aferrarse a él, ateniéndose a las cosas que de él dependen, desciende hasta una conclusión, sin servirse para nada de lo sensible, sino de Ideas, a través de Ideas y en dirección a Ideas hasta concluir en Ideas. - Comprendo, aunque no suficientemente, ya que creo que tienes en mente una tarea enorme: quieres distinguir lo que de lo real e inteligible es estudiado por la ciencia dialéctica, estableciendo que es más claro que lo estudiado por las llamadas `artes, para las cuales los supuestos son principios. Y los que los estudian se ven forzados a estudiarlos por medio del pensamiento discursivo, aunque no por los sentidos. Pero a raíz de no hacer el examen avanzando hacia un principio sino a partir de supuestos, te parece que no poseen inteligencia acerca de ellos, aunque sean inteligibles junto a un principio. Y creo que llamas `pensamiento discursivo' al estado mental de los geómetras y similares, pero no `inteligencia'; como si el `pensamiento discursivo' fuera algo intermedio entre la opinión y la inteligencia. - Entendiste perfectamente. Y ahora aplica a las cuatro secciones estas cuatro afecciones que se generan en el alma; inteligencia, a la suprema; pensamiento discursivo, a la segunda; a la tercera asigna la creencia y la cuarta la conjetura; y ordénalas proporcionadamente, considerando que cuanto más participen de la verdad tanto más participan de la claridad. - Entiendo, y estoy de acuerdo en ordenarlas como dices. Comentario de las ideas del texto: El texto comentado pertenece a una obra fundamental del autor, La República. En ella Platón desarrolla su pensamiento político desde el nivel teórico, en el que trata de definir la justicia, hasta el aspecto más práctico, referido al modo de llevarla a cabo mediante un modelo de estado apropiado. El filósofo se sirve con frecuencia de un lenguaje rico en imágenes y símbolos para ilustrar su pensamiento. Entre las alegorías a las que recurre se encuentra la de la línea. Otra alegoría o símil importante es la de la caverna, más conocida por ser donde Platón expone el desarrollo del proceso dialéctico que conduce hasta las ideas. En la alegoría de la línea, que comienza en el parágrafo 509d y abarca hasta el final del libro VI (511c) desarrolla el filósofo ateniense tres grandes ideas: La correspondencia entre los órdenes de la realidad y del conocimiento, los grados de conocimiento y el método dialéctico. Tras comparar la idea de Bien con el sol, luz del conocimiento, Platón a través de la figura de Sócrates realiza una clasificación del saber recurriendo a una línea dividida en dos segmentos a los que hará corresponder los órdenes de lo inteligible y lo visible, quedando divididos en cuanto a su verdad y no verdad, es decir, en ciencia (episteme) y opinión (doxa). Posteriormente vuelve a dividir cada ámbito en dos subórdenes: Toma ahora una línea dividida en dos partes desiguales; divide nuevamente cada sección según la misma proporción, la del género que se ve y otra la del que se intelige (509d). Cada orden de lo real es aprehendido por una modalidad de conocimiento. Habrá cuatro regiones delimitadas correspondientes a otros tantos modos de conocer. En el mundo de lo visible, es decir de lo sensible, distingue entre imaginación y creencia, que se corresponden ontológicamente con las imágenes y las cosas, respectivamente. En el de lo inteligible, aquello que se conoce con el intelecto o la razón, distingue entre conocimiento discursivo, es decir, aquel que procede deductivamente para llegar a conclusiones, que conduce a los objetos matemáticos, y la inteligencia o ciencia dialéctica que lleva a las ideas. La inteligencia se sirve de la Dialéctica ( la razón misma aprehende, por medio de la facultad dialéctica y hace de los supuestos no principios sino realmente supuestos, que son como peldaños y trampolines hasta el principio del todo 511b ) que también, al igual que el pensamiento discursivo, parte de hipótesis y supuestos, pero no para descender a lo concreto sino para remontarse al límite de lo inteligible, las ideas. No se sirve de imágenes, como hace la Geometría, sino de ideas, a través de ideas y en dirección a ideas hasta concluir en ideas. La ideas son para Platón imprescindible en la educación de los futuros gobernantes porque les permitirá ascender hasta las ideas en sí, la justicia en sí y el bien en sí: lugar donde los órdenes ético y político se armonizan y confunden. Algo que se realizará en el estado ideal, que supone la puesta en práctica y la realización de la idea de justicia. Aquí hallamos el vínculo con la tercera gran alegoría, la de la caverna. Ella trata de la educación y el proceso que conduce, mediante la dialéctica, a las ideas. 8

El texto, exponente de la alegoría de la línea, se vincula con el mito de la caverna. En ellos se muestra su concepción de lo real (ontología), del conocimiento (epistemología) y de la educación. El texto comentado señala la importancia del conocimiento, entendido como un proceso gradual que debe llevar a la cima, pero en esa cima se funden las ideas de Bien y Justicia, sobre las que descansa la filosofía platónica. De este modo los órdenes éticos y político, es decir, la filosofía práctica de Platón, quedan decisivamente entrelazados. Relacionando con el tema a desarrollar: Por ejemplo: Teoría y grados de conocimiento en Platón.. Platón distingue las siguientes clases de conocimiento: Opinión (doxa): es el conocimiento sensible, cuyo objeto son las cosas materiales. Ésta a su vez se subdivide en otros dos tipos de conocimiento: la imaginación y la creencia. La imaginación (eikasía) es el conocimiento de imágenes, y es el conocimiento más imperfecto. Por encima de este (pero aún dentro de la opinión) estaría la creencia (pístis), que sería el conocimiento de objetos. El mundo de la opinión es el propio de los sofistas: éstos tendrían razón al decir que no existen verdades absolutas si la única realidad existente fuera aquella a la que podemos acceder a través de la opinión. Sin embargo, como sabemos, Platón afirma la existencia de otra clase de realidad y por tanto de un tipo de conocimiento superior. Ciencia (episteme): es el conocimiento inteligible, cuyo objeto son las Ideas, el ser eterno e inmutable. La ciencia también se divide en otras dos formas de conocimiento: la inteligencia discursiva (dianoia) y el pensamiento (noesis). La inteligencia discursiva es el pensamiento propio de las matemáticas. Se trata, efectivamente de un conocimiento superior a la opinión (es más abstracto), pero requiere aún de una apoyatura sensible, sea una figura geométrica o las líneas de una demostración. La inteligencia discursiva es la que discurre de una premisa a otra, la que razona con figuras. La matemática (y todo el razonamiento lógico) necesitan apoyarse en presupuestos previos, por eso aplican un conocimiento discursivo descendente (de los presupuestos a lo deducido ). Sin embargo, el pensamiento (como resultado último de la dialéctica) prescinde de cualquier apoyatura sensible, de cualquier referencia a algo material. Su conocimiento es discursivo, sí, pero ascendente: se parte de la contemplación directa de una Idea, y a partir de ésta se va descubriendo las relaciones que hay entre las distintas Ideas (la symploké de la que hablábamos antes). El dialéctico no recurre de ningún modo a imágenes o cualquier otro material sensible. Además, la dialéctica incluye un segundo momento (particularmente importante en su aplicación práctica) que es el descenso desde la Idea Suprema al resto de Ideas, logrando así una visión conjunta de las todas las Ideas y sus relaciones. De hecho, las implicaciones prácticas de este camino de descenso aparecen en el mito de la caverna, donde Platón defiende que es necesario que el dialéctico esté dispuesto a descender al mundo sensible y enseñar a los demás a alcanzar el conocimiento de las Ideas. Cómo se llega a esta contemplación de Ideas? Platón no es del todo claro al respecto (y muchos autores posteriores negarán que exista tal conocimiento). Lo que sí está claro es que todo este esquema deja ver la valoración platónica del conocimiento abstracto. Por ello no es de extrañar, por ejemplo, que Platón pensara que las matemáticas son uno de los saberes más altos (tan sólo superado por la dialéctica) y que considerase que la matemática era un ejercicio muy adecuado para prepararse al conocimiento de las Ideas. Se dice que a la puerta de la Academia había un letrero en el que ponía: Que nadie entre sin saber geometría. En esta misma línea, la música (precisamente por ser un arte efímero, inmaterial) es también un modo de preparación para llegar al mundo de las Ideas, tan sólo accesible para el alma. 9

Texto nº 3: República Libro VII, El mito de la caverna El libro VII de la República comienza con la exposición del conocido mito de la caverna, que utiliza Platón como explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento, según la teoría explicada al final del libro VI. I - Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas. - Ya lo veo-dijo. - Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados. - Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros! - Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos? - Cómo--dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas? - Y de los objetos transportados? No habrán visto lo mismo? - Qué otra cosa van a ver? - Y si pudieran hablar los unos con los otros, no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos? - Forzosamente. - Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar? - No, por Zeus!- dijo. - Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados. - Es enteramente forzoso-dijo. - Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, qué crees que contestaría si le dijera d alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba? - Mucho más-dijo. II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra.? - Así es -dijo. - Y si se lo llevaran de allí a la fuerza--dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas? 10

- No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento. - Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio. - Cómo no? - Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que. él estaría en condiciones de mirar y contemplar. - Necesariamente -dijo. - Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían. - Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro. - Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos? - Efectivamente. - Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable? - Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida. - Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol? - Ciertamente -dijo. - Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?. - Claro que sí -dijo. III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del. sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública. Comentario de las ideas del texto: En la alegoría de la caverna la educación (paideía) es concebida más como una actitud giro del alma, torsión, reorientación de la mirada...) que como un contenido (transmisión de conocimiento) o recuerdo (anámnesis). Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. En este pasaje Platón realiza una alegoría comparando el mundo del ser y del conocimiento con dos regiones: la región exterior presidida por el sol y la subterránea presidida por el fuego. La región solar simboliza el mundo inteligible y está presidida por el sol (Bien) La región subterránea (presidida por el fuego (Sol) simboliza el mundo sensible. Aparecen cuatro etapas del hombre con respecto a la verdad: 11

I Etapa: LOS PRISIONEROS. En el mundo subterráneo hay unos prisioneros atados, en posición inmóvil, desde la que sólo pueden ver sombras que se proyectan en la pared que tienen enfrente a sí, por efecto de un fuego superior y la interposición de uno objetos entre aquel y la pared. No ven el fuego ni los objetos, sólo sus sombras, no oyen voces, sólo sus ecos. Dos rasgos caracterizan a estos prisioneros: la violencia (resistencia a ser liberados) simbolizada por el encadenamiento, y la ignorancia (unilateralidad de la mirada). Representan a los hombres que sólo conocen las apariencias sensibles. II Etapa: LIBERALIZACIÓN Y SUBIDA. Dentro aún de la caverna se produce la liberación de los prisioneros y su subida hasta ver los objetos de frente. Representan a los hombres que poseen el conocimiento perfectivo de las cosas materiales. III Etapa: SALIDA AL EXTERIOR Y VISIÓN DE LAS SOMBRAS E IMÁGENES EN EL AGUA. El paso del mundo subterráneo a la región solar produce un deslumbramiento por exceso de luminosidad, por ello al principio sólo se perciben sombras de los objetos de la región solar. En este estadio se hallan quienes conocen las ideas veladamente, sin su vinculación al Bien. IV Etapa: VISIÓN EXTERIOR. La visión del exterior con la luz solar se produce de forma graduada; primero se ven los animales y plantas, luego los astros y finalmente el sol (identificado con el Bien). Aquí se da el conocimiento de las Ideas en su vinculación al Bien. El prisionero liberado asume su destino: regresar a la caverna y volver a dominar el lenguaje de las sombras para explicar allí la idea de Bien a los prisioneros que siguen cautivo. Este prisionero liberado simboliza al filósofo-gobernante. Relacionando con el tema a desarrollar: Por ejemplo: La teoría platónica de las ideas: Mundo sensible y mundo inteligible. En un primer momento, la filosofía platónica está muy marcada por la socrática, y el objetivo central de Platón es encontrar la definición de las virtudes. Preguntas como qué es el valor? o qué es la justicia? son típicas de esta primera etapa. Se enfrentan así las tesis de Sócrates, por un lado, y de los sofistas por otro. En la etapa de madurez, representada por la República, las Ideas han pasado de ser ese algo común a los casos particulares de las distintas virtudes a ser esencias, traducción habitual de eidos. Las Ideas son ahora aquello por lo que una cosa es lo que es, es decir, la forma única de algo múltiple. Lo característico de esta etapa es que las Ideas tienen ahora una existencia propia (tan real como la de las cosas materiales), en un mundo separado. Ya no son el carácter común a muchas cosas particulares, ni tampoco conceptos o representaciones mentales sino que son entidades que poseen existencia real e independiente. Cada Idea es una sustancia (ousía), algo que existe en sí, como una realidad trascendente, lo cual ha dado lugar a muchas interpretaciones distintas. Como consecuencia de esta teoría, surge la duplicación del mundo, expresada en el conocido mito de la caverna. Por un lado estaría el mundo material (o mundo sensible), el de las cosas concretas y particulares. Es el mundo de lo plural, lo múltiple, lo cambiante, lo temporal, lo particular, lo aparente, lo imperfecto Se trata de la realidad más inmediata a nosotros, aquello que podemos conocer a través de los sentidos. De este mundo no cabe un verdadero conocimiento, pues, al menos para Platón, no es posible concebir una verdad sometida al cambio. Por otro lado estaría el mundo de las Ideas (o mundo inteligible), que sería el mundo de la verdadera realidad, donde las Ideas se caracterizan por ser únicas, eternas, universales, inmutables, perfectas, inmateriales. A estas realidades sólo se puede acceder por medio de la inteligencia o el pensamiento, y son, para Platón, la verdadera realidad. Por ello establece una relación entre ambos mundos, que el filósofo griego califica de diversos modos: participación, imitación, copia Las Ideas tienen una presencia imperfecta en las cosas materiales, son causa de ellas, en la medida en que son el modelo o la esencia a partir de la cual se puede decir que una cosa es lo que es. La realidad es sólo una ilusión, un reflejo de la verdadera realidad. Como se ve, la metafísica platónica implica una valoración positiva de la abstracción y un desprecio por lo material. Por tanto, las Ideas son el objeto propio del pensamiento. Su expresión lingüística constituye la definición que tantas veces buscara Platón en sus diálogos. Las Ideas son, en resumen, esencias en el plano metafísico, conceptos verdaderos y existentes desde un punto de vista epistemológico y definiciones en el plano lingüístico. Como consecuencia de esta concepción de la realidad, Platón establecerá también posibles puentes o enlaces entre ambos mundos: el alma será uno de ellos, y conseguirá acceder al mundo de las Ideas en la medida en que aspire siempre a lograr el mayor grado de abstracción. Además, Platón afirma la existencia de un orden dentro 12