VI.3. MOTIVACIÓN: P ara desarrollar una enseñanza motivadora necesitamos conseguir que lo que se enseña, el modo de enseñar, las circunstancias en que se enseña o las consecuencias de lo que se aprende, queden conectadas con las necesidades de los que aprenden. Esto es muy sencillo de explicar: si el alumnado tiene deseos de aprender alguna cosa, entonces lo hará, movido por sus propias expectativas al respecto. Sin embargo, qué podemos hacer los maestros cuando tales intereses o expectativas no están presentes en nuestro alumnado? Tarea complicada la de volcar en otro ser humano todo aquello que quisiéramos que pueda sentir o necesitar en determinado momento. He ahí el reto. La motivación es el factor que inicia y mantiene toda conducta. Está relacionado con el deseo de aprender (motivación intrínseca) o con los premios y castigos (motivación extrínseca), mucho menos efectiva que el deseo de aprender. La primera se refiere a la satisfacción personal que representa enfrentar con éxito la tarea misma. La segunda depende de lo que digan o hagan los demás acerca de la actuación del alumno, o de lo que él obtenga de su aprendizaje. Estas dos se mezclan continuamente y, a veces, resulta imposible separarlas, ya que la autoestima juega un papel muy importante. Pero el hecho de comprender los tipos de motivación que existen, no soluciona su ausencia. Qué podemos hacer los maestros/as, en nuestro trabajo concreto dentro del aula, para que nuestros alumnos y alumnas sientan verdaderos deseos de aprender? la motivación debe darse antes, durante y al final de la construcción del aprendizaje. Así, primero sentirá que su desempeño en el aula no está supeditado a la simpatía que despierta (o no) en la persona del docente; se enfocará en la materia por el hecho de aprenderla, sin preocupaciones de tinte personal; tendrá la satisfacción de haberlo hecho por sus propias habilidades, con la ayuda pertinente de su profesora o profesor. Pero la interrogante inicial se mantiene en pie: cómo lograrlo? los consejos a seguir resultan de muy posible aplicación: Página1
La motivación es tanto una causa como un efecto del aprendizaje. Mantener un ambiente de respeto dentro y fuera del aula. Diagnosticar los conocimientos previos de cada alumno y alumna, antes de empezar el estudio de un tema. Esto evitará frustraciones posteriores. Evitar, a toda costa, la improvisación. Los maestros siempre debemos planificar nuestras clases, de modo que los contenidos sean interesantes, vengan acompañados de actividades prácticas y los alumnos y alumnas sientan confianza en el trabajo de su profesora o profesor. Plantear conflictos cognitivos dentro del aula. En otras palabras, debemos captar el interés del alumnado mediante el planteamiento de situaciones aplicables a su vida, pero relacionadas al conocimiento que se pretende impartir, de modo que alumnos y alumnas sean capaces de relacionar los contenidos de la materia con sus propias vivencias y/o posibilidades. Sólo así, será posible motivar la investigación y la lectura de un determinado tema. Generar interés en la tarea misma, por encima del resultado final (sea éste una calificación, un premio o una meta específica). Para ello, es preciso que la sesión de clase tenga ciertas características imprescindibles: dinamismo, actividades prácticas, en combinación con el conocimiento teórico, participación del alumnado. Evitar la presentación de contenidos demasiado difíciles para el nivel cognitivo del grupo. Esto solamente despertará desinterés por la materia (de ahí la importancia de una evaluación inicial para determinar el nivel de conocimiento del alumnado). En cuanto al manejo de la motivación durante el proceso de enseñanza aprendizaje seguiremos los siguientes pasos: Emplear un lenguaje familiar al exponer un tema frente a los/as alumnos/as. Asimismo, recurrir a ejemplos de la vida cotidiana, de modo que el aprendizaje significativo pueda realizarse. Vincular la enseñanza con el contexto de procedencia del alumnado. Crear un clima de confianza con situaciones de distensión y de buen humor. Distribuir el aula (mesas y sillas) de manera que estimule la interacción entre el alumnado y de éste con el profesorado. Página2
Proponer actividades variadas, de modo que el alumnado no se canse debido a la, repetición de las mismas actividades, una y otra vez. De vez en cuando, organizar actividades que requieran del trabajo grupal: debates, exposiciones, etc. Así, todos podrán exponer sus opiniones sobre un tema, se sentirán escuchados por el resto de la clase y tendrán una responsabilidad específica dentro del equipo. Sin embargo, esta clase de actividad deberá estar sumamente bien planificada por el docente, pues de lo contrario podría convertirse en un pretexto para la dispersión. Cada persona tendrá clara su tarea en el contexto del trabajo y cada grupo planteará sus objetivos. Cuando propongamos la realización de estas tareas debemos tener presente: 1. Hacer siempre explícito el objetivo de la tareas; el alumnado estará más motivado si tiene claro lo que tiene que hacer, el por qué y el para qué. 2. Recurrir siempre a los intereses y motivaciones ya existentes en el alumnado, pero sin dejarse limitar por éstos. Hay que presentar situaciones nuevas y temas desconocidos que amplíe sus intereses. 3. Despertar la curiosidad intelectual elevando el impulso cognoscitivo, usando materiales que atraigan su atención. En este sentido, el uso de preguntas abiertas ( cómo?, porqué?, dónde?, etc.) ayudan a mantener alto el interés por la investigación. 4. Diseñar y plantear tareas apropiadas al nivel de capacidad del alumnado. Una tarea muy difícil desmotiva tanto como una demasiado fácil. En este caso hay que tener en cuenta que la capacidad del alumnado no siempre se corresponde con el nivel escolar en el que se encuentra. Algunos están por encima y se aburren y otros pueden estar muy por debajo y se frustran. 5. Ayudar al alumnado a ponerse metas posibles de alcanzar y que evalúen sus progresos proponiéndoles tareas que pongan al límite sus capacidades y proporcionándole continuamente información acerca de cómo va llevando el proceso. 6. Tener en cuenta los cambios motivacionales debido al desarrollo personal y a las diferencias individuales; no se motiva lo mismo al alumnado de infantil que a los de primaria 7. Utilizar de forma prudente y adecuada la motivación extrínseca y en todo caso, hacerlo siempre de forma positiva. Página3
Considerar y animar a los líderes, siempre con un ambiente de sinceridad y sin preferencias para que se desarrollen actitudes positivas hacia la materia y el aprendizaje. Tener en cuenta a los/as alumnos/as que se sientan más desplazados o rechazados y alentarlos para integrarlos en el grupo. Desarrollar expectativas positivas en el grupo respecto de la clase y valorar adecuadamente sus actuaciones Para terminar, la motivación que debe generarse al final de un proceso de aprendizaje está íntimamente ligada, con la evaluación. Para ello, sugerimos: No reducir la evaluación a una nota, sino permitir que el alumnado sepa el porqué de su éxito o de su fracaso en determinada actividad. Esto, por supuesto, motivará la corrección de cualquier falla y promoverá la continuidad de aquellas prácticas que hayan acarreado buenos resultados. Jamás exponer los resultados de las evaluaciones en público, pues podrían surgir conflictos entre los estudiantes: baja autoestima de quienes no hayan tenido el resultado deseado, actitud arrogante de quienes hayan logrado una buena calificación, etc. Animar al grupo para seguir adelante, de modo que su deseo de aprender no se vea reducido por una situación específica. Para ello, valga la repetición, el énfasis siempre debe ir enfocado al proceso del aprendizaje. En cuanto a la motivación para la solución de tareas: Dar frecuentes, anticipadas y positivas respuestas que apoyen a los alumnos a creer que pueden hacerlo bien. Asegurarse de dar oportunidades para que el alumnado tenga éxito, asignando tareas que ni sean demasiado fáciles, ni demasiado difíciles. Ayudar al alumnado a encontrar un significado personal y un valor en la materia objeto de estudio. Crear una atmosfera que sea abierta y positiva. Ayudar al alumnado a sentirse como miembros valorados de una comunidad de aprendizaje. Buenas prácticas diarias de enseñanza hacen más para combatir la apatía estudiantil que esfuerzos extraordinarios para combatir la falta de motivación. Página4
La mayoría de los alumnos/as responden positivamente a un curso bien organizado enseñado por un profesor entusiasta que siente interés por sus estudiantes y su progreso en los estudios. Las actividades que desarrolladas para promocionar la formación también fomentarán la motivación del alumnado. Conocer los valores y habilidades de cada alumno/a y potenciarlos. Hacer a los alumnos protagonistas de su aprendizaje. Uso de juegos didácticos. Ejercicios activos. Dar oportunidad para mostrar producciones propias y opiniones. Clima de aula positivo. Mostrar los objetivos como alcanzables. Mostrar un interés personalizado por los alumnos. Enseñar estrategias, no sólo conceptos. Importancia de la motivación instrumental (se trata de cuando se realiza una conducta determinada para obtener algo externo). Ejercicios voluntarios. Corregir errores de carácter general. Proporcionar feedback positivo: relajación del juicio crítico y empleo de la alabanza. Estimular la creatividad: planteamientos divergentes, actividades perfectivas y técnicas creativas. En la autoevaluación debemos reflexionar y realizar un análisis exhaustivo del currículo para comprobar si los contenidos responden verdaderamente a las necesidades sociales y a la motivación de nuestro/as alumnos/as. Página5