SECCIÓN EDUCACIÓN INFANTIL TRANSMISIÓN DE VALORES A TRAVÉS DE LA LITERATURA INFANTIL TRADICIONAL. AUTORA: Silvia Sánchez Marcos DNI: 7977235-F ESPECILIDAD: EDUCACIÓN INFANTIL Desde el momento del nacimiento ofrecemos a los niños de manera casi intuitiva estímulos literarios (nanas, retahílas, canciones, cuentos...), con el fin de proporcionarles bienestar, de transmitirles seguridad y afecto y de ampliarles la imaginación. De entre estos recursos, el cuento se convertirá en una de las actividades más motivadoras para los niños, demandados a padres, hermanos, abuelos que narran al niño cuentos para calmarle, para entretenerle, para divertirle, etc. Tal es su importancia que cuando los niños se integran en el mundo escolar los maestros y maestras seguimos narrándoles cuentos, aunque ya no sólo con ese afán lúdico o afectivo que predomina en la familia, sino aprovechando, además, todo el valor educativo del que se impregnan. Podemos definir el cuento como un relato breve de hechos imaginarios, de carácter sencillo, con finalidad moral o recreativa, que estimula la imaginación y despierta la curiosidad (R.A.E.). Diversos autores, como B. Bettelheim, S. Bryant, han otorgado al cuento una gran importancia e influencia en el desarrollo del niño, especialmente en lo que concierne a los aspectos afectivo, emocional y social, además de ser considerado como un instrumento transmisor de cultura y, por consiguiente, de valores. Por ello el cuento ha sido y es utilizado como medio educativo y explicativo acerca del mundo que rodea y en el que está inmerso el niño. 6
Pero, aunque actualmente la literatura infantil está en auge, son los cuentos clásicos los que especialmente ayudan al desarrollo integral del niño, y por ello abundan en nuestras aulas de Educación Infantil. Estos cuentos, aunque la gran mayoría no fueron dirigidos en un primer momento al público infantil, han sido transmitidos oralmente de generación en generación, adaptándolos a las características de los niños, en tiempos pasados no consideradas. CARACTERÍSTICAS DE LOS CUENTOS TRADICIONALES Pero, cuáles son las características de los cuentos tradicionales para que los niños se impliquen tan profundamente en ellos? Podríamos concretar cuatro atributos fundamentales: En un primer momento podríamos señalar que en dichos cuentos el niño encuentra sus mayores temores: necesita que tomen cuerpo sus miedos, sus angustias, así como sus ilusiones y esperanzas. Y los cuentos le ofrecen la posibilidad de enfrentarse a ellos (miedo a ser abandonados, la valentía, la lealtad, el miedo a no ser amado, el miedo a la muerte, el compañerismo, la astucia...) pudiendo confrontar sus propios conflictos sin tener que enfrentarse directamente a ellos, implicándose totalmente en la historia del cuento y viviendo las emociones y sentimientos como si fueran propios. Relacionado estrechamente con ésto, los cuentos le ayudan a identificar y concretar sus miedos: es preferible tener miedo de algún animal en particular (por ejemplo, el lobo, representado en los cuentos tradicionales como el malo ) que tener miedo a algo que el niño no es capaz de identificar o localizar. Asimismo, es destacable que en los cuentos tradicionales se presenta un mundo bipolar, no hay ambigüedad: los personajes son buenos o malos, generosos o avaros... Y, generalmente, el personaje que representa las características o valores positivos o favorables es el que sale victorioso ( el bueno vence al malo ), lo que da tranquilidad al niño, pues suele ser el personaje con el que se identifica. Esta trama muestra al niño el equilibrio entre las fuerzas del bien y del mal, triunfando finalmente las primeras. 7
Y, por último, cabe subrayar el final feliz de los cuentos. Es la representación máxima de la esperanza: los cuentos incitan al niño a pensar que se verá liberado de sus miedos, sus angustias... Le ofrece soluciones para sus problemas, le permite visualizar la superación de sus conflictos, y comprobar que el malo será castigado. VALORES QUE TRANSMITEN LOS CUENTOS Considerando estas características, podemos entender la importancia de trabajar los cuentos, especialmente los tradicionales, en nuestras aulas, pues son un relevante elemento transmisor de valores, tanto culturales, como de desarrollo personal y didácticos. A nivel cultural porque los cuentos proporcionan un acercamiento a la cultura, sobretodo los cuentos tradicionales. Forman parte del bagaje cultural de cada sociedad. A nivel de desarrollo personal tendríamos que diferenciar diferentes ámbitos: con respecto al plano cognitivo-afectivo, los cuentos satisfacen las necesidades cognitivo-afectivas de los niños (conectan con el pensamiento animista del niño y tratan problemas trascendentales para él), el deseo de saber a través de una enseñanza concreta, atractiva y accesible, favorecen el desarrollo de la imaginación y de la fantasía y estimulan la memoria. En lo referente al plano lingüístico, hemos de considerar que los cuentos ponen en contacto al niño con un lenguaje más culto y elaborado y favorecen el desarrollo del lenguaje, el pensamiento simbólico, potencia habilidades paralingüísticas, actividades para expresar a través de la entonación, del ritmo, de las pausas, del tono de la voz, facilita la estructuración de frases con producciones complejas y ordenadas. En el plano social destaca que los cuentos ayudan al niño a prepararse para la vida a través de ideas y sentimientos que trasladan a su vida cotidiana, incorporan valores, normas sociales, desarrollan la empatía o capacidad de ponerse en lugar del otro, de aceptarlo o rechazarlo según sus características... A nivel didáctico, hemos de considerar que los cuentos estimulan la interpretación de imágenes, además de ser un importante recurso globalizador, 8
ya que con el cuento podemos trabajar todo tipo de contenidos: la autoimagen del niño, los sentimientos, diversos aspectos de la realidad que rodea al niño, conceptos espaciales y temporales, mantener una escucha atenta, representar el cuento a nivel gráfico, dramático... FACTORES PREVIOS A CONSIDERAR No obstante, a la hora de seleccionar los cuentos que queremos trabajar en nuestra aula hemos de tener siempre presente la edad de los alumnos a los que se dirige. Así, si dirigimos nuestra intervención educativa a niños de hasta dos años hemos de tener en cuenta que al niño en estas edades le gusta oír y repetir pequeños estribillos, acompañados de gestos y movimiento. Su temática versará sobre su vida cotidiana y no han de producir miedo o temor. A partir de los dos años, además de referirse al niño y su entorno, empezaremos a incluir a otros protagonistas y lugares. Han de tener sencillez de ideas y de lenguaje, manteniendo la acción de forma lineal (introducción, nudo y desenlace), y con abundantes onomatopeyas y reiteraciones que llamen su atención. Es a los tres años, en plena edad de los por qué, cuando preguntan incesantemente, la edad perfecta para empezar a ampliar el repertorio de cuentos para ampliar el conocimiento del mundo que les rodea. Hay que tener en cuenta que en esta edad se encuentran en un período animista, es decir, asignan a los objeto y a los animales comportamientos específicamente humanos. Cuentos como La ratita presumida o Los tres cerditos serán muy apropiados. Entre los 4 y 5 años los niños tienen una fantasía desbordante, por lo que los cuentos más apropiados serán en los que aparezcan seres fantásticos y objetos extraños. Por ejemplo, El gato con botas o Blancanieves. Al final de la etapa de Educación Infantil, en torno a los 6 años, los niños muestran menos interés por la fantasía y prefieren los cuentos con 9
personajes y situaciones reales, pues se sienten partícipes del mundo y pueden identificarse con los personajes que aparecen en los relatos. Podemos introducir ya valores morales, aumentar la duración e incluir personajes secundarios. Por ejemplo, La lechera, Pinocho, El patito feo, La cigarra y la hormiga... Además de los cuentos, le fascinará escuchar nuestra versión sobre alguna historia real protagonizada por él mismo o alguna persona conocida. CUENTOS TRADICIONALES Y VALORES QUE TRANSMITEN En función de estos criterios estaríamos en disposición de elegir qué cuentos trabajar con nuestros alumnos de Educación Infantil. A continuación se recoge, a modo de ejemplo, qué cuentos tradicionales seleccionar en función de los valores que queramos trabajar: El patito feo: autoaceptación, fortaleza, respeto de las diferencias. Los tres cerditos: esfuerzo, ingenio, prudencia, generosidad. Hansel y Gretel o La casita de chocolate: valentía, unidad, superación. Blancanieves y los siete enanitos: humildad, generosidad, gratitud. Cenicienta: bondad, esperanza, humildad, paciencia. Caperucita roja: obediencia, prudencia, ayuda. Pinocho: sinceridad, amor, obediencia, responsabilidad. El soldadito de plomo: amor, fortaleza, fuerza de voluntad. 10
El gato con botas: confianza, humildad, ingenio, valentía, paciencia. La bella y la bestia: bondad, no juzgar por apariencia, sacrificio. La liebre y la tortuga: perseverancia, respeto de las diferencias. Pulgarcito: esfuerzo, valentía, amor. El gigante egoísta: generosidad. Pedro y el lobo: sinceridad, colaboración. Esto es sólo un pequeño ejemplo de los cuentos tradicionales que podemos trabajar en nuestras aulas para fomentar la educación en valores entre nuestros alumnos y contribuir al pleno desarrollo de su personalidad, pues, una vez interiorizados, los valores se convertirán en guías y pautas que indicarán a nuestros alumnos el camino a seguir. BIBLIOGRAFÍA BETTELHEIM, B. (1999): Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Barcelona: Ed. Crítica. BRASEY, E.; DEBAILLEUL, J. P. (1999). Vivir la magia de los cuentos. Madrid: EDAF. BRYANT, S. C. (1983): El arte de contar cuentos. Barcelona: Hogar del libro. COLOMER, T. (1998): Siete llaves para valorar las historias infantiles. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez. PELEGRÍN, A. (1982): La aventura de oír. Cuentos y memorias de tradición oral. Bogotá. Cincel Kapelusz. ROWSHAN, A. (2001). Cómo contar cuentos. Barcelona: RBA Libros. 11