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Transcripción

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2 - Definitivamente, está muerto. Esas fueron las palabras de Jairo poco después de llegar a la esquina de la calle Isusko Alzate con la avenida Miguel Hernández. En todos los años que llevaba ejerciendo de policía (varias decenas ya), éste había sido el asesinato más brutal que había visto; al cadáver semi-sumergido en un charco de agua y sangre se le apreciaban varias costillas rotas, pero lo más impactante era la fractura del cráneo: el lado derecho se asemejaba a un rompecabezas, con varias piezas de éste en el suelo. Estaba tendido boca abajo, con las manos extendidas y la cabeza mirando hacia la derecha, mostrando el enorme golpe. - Varón, unos cuarenta años, de etnia india, aproximadamente 1 80 de altura. Fractura múltiple en el parietal derecho -dijo con un botón de la grabadora pulsado-. Hicieron falta unos buenos músculos para derribarlo. Has identificado ya a la víctima? - preguntó a la agente que se encontraba a su lado. - Víctima? No deberías sacar conclusiones precipitadas, no te parece? -replicó Selene. - Su segunda boca nos está mirando. No creo que se haya pegado un golpe contra el suelo para después cambiar de lado la cabeza. Además, el impacto ha sido muy fuerte, no parece ni un accidente ni un suicidio. Repito: has identificado a la víctima? - Sí, llevaba su cartera consigo. El cuerpo es de Sharif Jiménez, un español de ascendencia india que, por la ropa que gasta, no le debe de ir mal en la vida. - Eso parece... Pruebas? - Las hemos enviado ya al laboratorio. Estamos trabajando en conseguir las filmaciones de la cámara de ese garaje, puede que nos sirva. El forense estaba esperando a que vieras esto antes de llevárselo. Ya puedes empezar si quieres con tus jueguecitos de detective. No, no congeniaban. Nunca lo habían hecho. Lo suyo fue odio a primera vista, un odio quizá irracional, pero fuerte como el que le tiene un preso a su carcelero. Ambos eran muy independientes, no necesitaban a nadie que les ayudara en nada, y si en alguna ocasión lo necesitaban, obviamente no lo mostraban. 2

3 Jairo analizó el terreno y mandó fotografiar el cadáver. No se observaban huellas de violencia, ni había en el terreno nada capaz de realizar la fractura de Sharif. Las calles de Pamplona a las 3 de la mañana están desiertas, por lo que pudo analizar con toda tranquilidad también los alrededores, por si los novatos habían dejado algo atrás. No encontró nada, pero vio algo: un camino de tierra cercano a la esquina en la que se apreciaban pisadas. Llamó a dos agentes, les señaló el camino y se fue a casa. Era viernes y tenía un par de días para evadirse. El lunes, el llegar a la Jefatura (que estaba cerca de la escena del crimen), encontró su mesa bajo una montaña de informes. Es lo bueno de esta comisaría -pensó-, están llenos de entusiasmo y trabajan rápido. Empezó a leer el del forense. Se saltó los datos preliminares, edad, fecha de nacimiento, enfermedades congénitas... Sólo se fijó en la estatura: 1 90, y en la hora de la muerte: según la Ley de Enfriamiento de Newton, las 23:00. Ya tumbado parecía un hombre muy grande, pero no se esperaba tanto. La fractura en el cráneo había sido producida por un objeto de metal, liso, simple, que al final parecía estar redondeado. Este había impactado con la parte más cercana a la cara del lateral de la cabeza, de forma paralela al maxilar inferior, lo que provocó una muerte instantánea; no obstante el asesino, no contento con eso, le destrozó las costillas antes de marcharse. Un escalofrío recorrió la espalda de Jairo. Pasó al segundo informe, del laboratorio, el que afirmaba no haber encontrado nada fuera de lo normal entre las pruebas analizadas: sangre y saliva de la víctima y polvo, nada más. Ni huellas, ni cabellos ni sangre de otra persona... nada. El último montón de folios era un informe de la brigada de búsqueda. Habían encontrado, a un kilómetro de la escena del crimen, por el camino de tierra, dos objetos relacionados, a ciencia cierta, con el homicida. Lo primero era una palanca de acero, de 42 centímetros de longitud y 3 de grosor, manchada de sangre de Sharif y con restos de látex. Le acompañaba una camiseta blanca y de talla XXL, manchada de barro y sangre, también de Sharif. Ni una huella dactilar. Las pisadas que había visto Jairo parecían de unas botas de campo, un gran pie, probablemente un 45 o 46, que no se detenían hasta la salida del camino otra vez a la ciudad, en la avenida de Guipuzcoa. 3

4 - Leyre! -llamó a su secretaria-. Convoca a Javier, Selene y Mikel a las 12 en punto, en la sala de reuniones! Voy a salir un rato. La Jefatura Superior de Policía de Iruña podía ser como un edificio cualquiera en su interior, pero a escasos 100 metros se encontraba la ciudadela Gaztelugibel, alrededor de la cual había un parque al que Jairo iba siempre que sentía la necesidad de pensar. Las ardillas corriendo y los pájaros cantando era lo único que le evadía del estrés de la ciudad, aunque no siempre era paz todo lo que encontraba allí. Mientras miraba los cañones de la ciudadela, empezó a sonarle el móvil. - Qué quieres Selene? -respondió, hastiado porque la llamada fuera suya. - La comunidad del edificio frente al crimen nos ha mandado las imágenes de por la noche, hemos decidido verlas ya. Adelantamos la reunión a las 11, vale? - Esperadme! -casi gritó Jairo. Se relajó un poco y dijo-. En 5 minutos estoy allí. Echó a correr hasta la Jefatura, tanto que no tardó ni tres minutos en estar allí. Cogió los informes y fue a la sala de reuniones. En ella se encontraban Selene, Javier y Mikel, con sus propias copias de los informes. Jairo maldijo y entró en ella: - Empecemos por la grabación, señores. Selene pulso el play y avanzó hasta las 22:56, momento en el que se veía aparecer a un primer hombre y, a los pocos segundos, otra persona, por el otro lado de la calle. Se les veía hablar (o algo así, la calidad del vídeo era pésima) y, de repente, el segundo hombre sacó un utensilio y golpeó al primero. Después de esto, le aporreó las costillas y salió a correr. Selene detuvo el vídeo. - Bueno, podemos deducir que el asesino era zurdo, no? -inquirió Mikel, un tipo pequeño pero corpulento-. Tiene la brecha en el lado derecho de la cabeza.. Es una pena que el video sea tan malo. - Claro, y también que era un tipo más alto que Sharif. Si un hombre más pequeño le hubiera dado el golpe, habría un angulo agudo entre la línea del golpe y la mandíbula -aportó Selene. - De acuerdo, así que tenemos a un hombre, zurdo y de más de 1 90, creo que podemos descartar a las mujeres, en el informe leí que había sido un golpe tremendamente fuerte, difícil de alcanzar hasta para un hombre medio. 4

5 - Por tanto también es corpulento -puntuó Javier-. Qué hay del camino de tierra? Podemos sacar algo de ahí? - El tipo sudaba mucho, por lo que la camiseta estaba llena de barro. Creo que podemos decir también que le costaba correr, no? -dijo Jairo-. Veamos, de la esquina del cadáver a la esquina de la avenida Miguel Hernández con la Reyes Católicos hay 2'4 kilómetros, según este mapa -dedujo señalando un gran plano de la ciudad-, y de esta esquina a la salida del camino de tierra hay un kilómetro. Estas tres vías forman un triángulo rectángulo casi perfecto cuya hipotenusa es el camino, creo que podemos echar cálculos, no? 2 4 al cuadrado más 1 al cuadrado es igual a 6'76, cuya raíz cuadrada es 2'6. El tío tuvo que correr más de dos kilómetros y medio con todo lo que le costaba, pues en el informe dice que el ritmo de marcha no cambia en todo el camino. Cómo está la media de velocidad en adultos? - En la maratón de diciembre, los que llevaban algo de sobrepeso hacían los 5 primeros kilómetros en 22 minutos -dijo Mikel-. Si en 5 kilómetros los corrían en 22 minutos, 2'6 los corren en...11'44 minutos, pongamos 12 minutos porque nuestro sujeto estaba bien fuerte. Habrá que averiguar si alguien vio algo de las once y diez a y cuarto. Qué nos dicen las estadísticas Selene? Me dijeron que haces muy buen trabajo con ellas. - No es tanto Mikel -respondió Selene, un poco sonrojada-. Bueno, el último censo data de 2009 y según él, en Pamplona ahora mismo viven personas. Los zurdos constituyen un 11 % de la población española, nos dan Se estima que sólo el 5 % de la población mide más de 1'90, así que nos quedan 1091 pamploneses. Las huellas en el barro indican un peso de 140 a 150 kilos... no me extraña que le costara correr, creo que podemos situar la llegada a la avenida Reyes Católicos a las 11:20... bueno, a lo que íbamos, viendo la estatura, estimo que sólo un 1 o 2 por ciento de la población que queda aún va a pesar lo que nuestro asesino. Nos quedan con esto pamploneses. No creo que sean muy difíciles de encontrar, tendrá problemas del corazón, ya mando yo preguntar a los médicos cardiovasculares y... Jairo, te está sonando el móvil -dijo enfadada. - Es verdad, disculpadme -dijo mientras se lo sacaba del bolsillo-. Jairo, quién habla? 5

6 - Jairo, somos de la brigada de búsqueda -oyó que contestaban, jadeando muy fuerte-. Estamos en el camino de tierra, un tío se ha presentado en coche y ha bajado donde estaban las pruebas, cuando se ha dado cuenta de que estábamos allí ha vuelto al coche y ahora mismo estamos corriendo tras él, que va marcha atrás. Irá a unos 20 por hora en un Altea rojo y saldrá por la avenida Reyes Católicos, paradle ahí, Dios! No aguantaremos mucho más corriendo! -y colgaron. - Mikel, Javier,... Selene! Qué estás haciendo? - Estoy echando cálculos... -y antes de que Jairo le gritara siguió, a toda prisa-. Os he oído y quiero deciros que no nos dará tiempo a llegar hasta el camino, le quedan unos 2 kilómetros que a 20 por hora, llega en 6 minutos, lo que nos hacen falta si estuviéramos en la calle y echáramos a correr -parecía que se iba a ahogar, pero respiró-. Sin embargo, podemos esperarle un poco más cerca de aquí y cortarle el paso, pues tiene que pasar a la fuerza por este punto -añadió, señalando una esquina del mapa-. Le quedan 7 minutos para llegar, a nosotros sólo 5. Ahora sí, corramos! Y empezaron a correr, como no lo habían hecho en su vida. El pecho les ardía al poco de salir de la Jefatura, al igual que los gemelos, era insoportable. Casi no podían respirar, más de un transeúnte cayó al suelo arrollado por Javier, pero no frenaban. A los 4 minutos y medio llegaron a la esquina señalada por Selene. Se detuvieron y observaron, tensos. La calle estaba serena, sin muchos viandantes... De repente, un coche rojo apareció a unos 20 metros, rodando hacia ellos a toda velocidad. Selene vio que no se detenía, así que sacó la pistola y disparó varias veces. Tenía una puntería excelente, tanto que reventó dos neumáticos y varias balas quedaron alojadas en el motor. El coche se detuvo poco después y, cuando abrieron la puerta, se encontraron a un tipo muy gordo y alto atrapado entre el airbag y el sillón. Lo sacaron, esposaron y mandaron a la Jefatura. - Bueno, parece que ya ha terminado todo, sólo queda el juicio -dijo Selene, con visible alivio. - Sí, pero eso no nos corresponde a nosotros -dijo, sonriendo, Jairo-. Oye, gracias por hacer los cálculos Selene, nos has ayudado mucho. Oye... te puedo invitar a una hamburguesa? Selene se rió y lo abrazó. Empezaba a gustarle Jairo. Jairo sonrió. Estaba completamente colado por ella. 6