Tirso de Molina y América

Transcripción

1 Tirso de Molina y América Luis Vázquez Orden Mercedaria (Madrid) 1. TIRSO VIVE EN AMÉRICA Un célebre pasajero a Indias: 10 de abril de 1616 El dramaturgo fray Gabriel Téllez (Madrid, 1579-Almazán, 1648) vive un par de años en la isla de Santo Domingo, cuyo convento mercedario existía desde Los mercedarios de las Antillas quedaron unidos a Castilla. Más tarde, el General de la Orden encargaría su gobierno a un Vicario siempre de Castilla o de Andalucía, hasta que en 1604 el General Monroy erige la provincia de Santo Domingo, con las casas de la isla, y luego de la Habana y Puerto Príncipe. En el Capítulo General de 1606, en Madrid, bajo el mismo Monroy, vuelve a confirmarse dicha Provincia. Pero diez años más tarde tendrá que ser reforzada con personal cualificado de la Provincia de Castilla. Uno de los frailes de ese envío fue precisamente Tirso de Molina. En Madrid, el dice ser de edad de cincuenta y siete años, aproximándose (pensemos que entonces declaran «poco más o menos») a la Partida de bautismo por mí publicada en Tenía, en realidad, 55 años bien cumplidos, puesto que había sido bautizado el 29 de marzo 2. Y debió de nacer el día del arcángel Gabriel, según la antigua Liturgia, el 24 del mismo mes y año. Tirso en su Historia, nos habla de «el referido y otros cinco». A ellos se debe la restauración rápida, eficaz, de la vida cultural y cultual del monasterio de la Merced de Santo Domingo. El domingo, pues, 10 de abril de 1616 Tirso se embarca, para la Española, con otros cuatro compañeros «todos buenos estudiantes», bajo la Vicaría de fray Juan Gómez, 1 L. Vázquez, «Gabriel Téllez nació en Nuevos hallazgos documentales», Revista Estudios, 1981, pp Y L. Vázquez, «Apuntes para una nueva biografía de Tirso de Molina», en Actas del I Simposio Internacional sobre Tirso, Washington, 1985, pp Libro 2 o de Bautismo, Parroquia de San Sebastián de Madrid, f. 14. Studia Áurea. Actas del III Congreso de la AISO, II, Toulouse-Paraplona, 1996

2 406 L. VÁZQUEZ recién salido de las aulas salmantinas 3. Con ellos iban dos criados: uno de ellos familiar de un fraile, que tiene que declarar su «pureza de sangre» no ser descendiente de mala raza de moros ni de judíos, ni haber estado en calabozos de la Inquisición, y en su documentación aparece un detalle de interés: tampoco podían ser descendientes ni de Pizarros ni de Colones. Así trataron los Austrias a nuestros héroes, al final de sus epopeyas, después de haberles ganado todo un Continente para la Corona de España! En contraposición a Cervantes, Tirso estuvo en el Nuevo Mundo Subsiste en Tirso el ideal humanístico renacentista, amante de la aceptación de lo ajeno, diverso y diversificado. Para ser persona integral, es preciso salir de sí mismo, del ensimismamiento, y recorrer otras tierras, conocer a otras personas otro paisaje y otro paisanaje y redescubrir «otro mundo». Ya en Cigarrales de Toledo ( ) proclama su filosofía existencial 5 : No se puede negar que los árboles, para ser de más utilidad, han de ser transplantados [...] Y, en fin, los hombres, mientras se contentan con la avara herencia de sus patrias viven tan pobres de experiencias, que apenas merecen el nombre de tales. Por lo demás, la variedad es un principio de belleza, llevada de lo natural al mundo del arte. En Deleytar aprovechando (1635) dirá: «No fuera tan hermosa / la máquina del Orbe prodigiosa / si criaturas contrarias / no la adornaran más, cuanto más varias: / ni la Naturaleza / lograra, a no ser varia, su belleza» 6. Y se pregunta, en una de sus espléndidas comedias: «Cómo tengo de querer / lo que no he llegado a ver?» 7. Pues bien, bajo otra óptica más crematística, Miguel de Cervantes Saavedra intentó lo indecible para embarcarse a América, sin tener fortuna en el empeño: «Esta que llaman Fortuna, de quien yo he oído hablar algunas veces, de la cual se dice que quita y da los bienes cuando, como, y a quien quiere, sin duda debe ser ciega y antojadiza»*. El que sería luego autor del inmortal Don Quijote anheló vivamente salir de su España hacia el Nuevo Mundo, para probar fortuna en tierras nuevas y vírgenes donde el oro y la plata eran fruto corriente en manos hábiles, deseando un cargo importante del Consejo de Indias: a los 42 años, cansado de haber recorrido Italia, de luchar sin 3 Fray Gabriel Téllez (Tirso de Molina), Historia general de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, Vol. II, ed. de Manuel Penedo, Madrid, 1975; y AGÍ, Sevilla, Indiferente General, En documentos de la misma época, en el AGÍ, aparecen los criados, con las exigencias dichas y sus informes jurados. 5 Tirso de Molina, Cigarrales de Toledo, Madrid, 1624, Cig. III, Lib Tirso de Molina, Deleytar aprovechando, Madrid, 1635, f Véase también L. Vázquez, Tirso de Molina: Diálogos teológicos y otros versos diseminados, Kassel, Reichenberger, 1988, p Tirso de Molina, El Vergonzoso en Palacio, estudio y notas de Enrique Rull, Madrid, Alhambra, 1986, p Miguel de Cervantes Saavedra, Persiles y Sigismundo, Madrid, 1617, L. III, cap. IV, f. 131.

3 TIRSO DE MOLINA Y AMÉRICA 407 éxito en Lepanto, donde le hicieron «manco», cautivo en Argel en Los mercedarios redimieron a su hermano Rodrigo 9. Miguel, más tarde, ya liberado, pero prisionero de su «oficio de cobrador de impuestos o alcabalas», presenta un Memorial a su Majestad, en causa propia, haciendo valer sus méritos al Consejo de Indias: Sevilla, 21 de mayo de Dicho informe y petición pasa a manos del Secretario del rey, Juan de Ledesma, nada amigo de la familia Cervantes, y le da carpetazo. Se limitó a entregarlo al Presidente, don Hernando de la Vega y de Fonseca, que no tomó interés alguno en el asunto. La burocracia de la época era no menos real que la de nuestro tiempo 10. El sueño cervantino se desmoronó como una visión de un personaje quijotesco. Fue tan sólo un intento fallido, un trámite desatendido, un desencanto más en su vida, tan llena de ellos AMÉRICA VIVE EN LA OBRA DE TERSO Su estancia, apenas de un par de años, dejó huellas profundas, en la obra tirsiana. Ha sido destacado este aspecto por varios críticos En Cigarrales (1624), en su teatro, y en la Historia de la Merced, América está creadoramente presente Ya en su primera obra miscelánea aparece en varias ocasiones el mundo fascinante de América. En una noche oscura toledana, las estrellas se le transforman en «Virreinas del Sol», a quien sustituyen en su ausencia, como los Virreyes de América a su Majestad. Incluso la fingida dormida, a quien su amante contempla y describe, al dejar entrever sus pechos, son para él «cerros del Potosí de la hermosura». Hay dos personajes novelados, Alejo e Irene, que tramitan sus bodas. Confían en que vendrá de América el remedio. Por eso se hubieran casado ya, «a no aguardar un tío 9 Sobre la familia de Cervantes, puede consultarse, en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, P 2514; Archivo General de Simancas, Leg. 326; A. H. P. M., P 5046, ff Ver asimismo mi trabajo, «Cervantes y la Merced (Documentos)», Boletín de la provincia de Castilla, 1986, 83, pp ; la obra de Vicente Correas, Miguel de Cervantes Saavedra y Fray Juan Gil en Argel, Madrid, Artes Gráficas Villena; Luis Astrana Marín, Miguel de Cervantes Saavedra. Vida ejemplar y heroica, vol. IV, Madrid, Reus, 1952, pp Sobre la solicitud de Cervantes para el pasaje a las Indias ver AGÍ, Sevilla, cit. por A. Marín, op. cit., pp La vida de Cervantes, económicamente, se desarrolla en la mediocridad. Gracias al Conde de Lemos, y otros mecenas, pudo publicar y salir adelante, airoso, en su humilde condición. 11 América fue, pues, para Cervantes, sólo un sueño. Le faltaron apoyos oficiales. El caso de Tirso es muy distinto: él iba con una misión «espiritual», misionera y cultural, que le supuso una experiencia gratificante. 12 Puede consultarse a Ángela B. Dellepiane, Presencia de América en la obra de Tirso de Molina, Estudios, 1965; Alfonso Urtiaga, El Indiano en la dramática de Tirso de Molina, Estudios, 1965; Otis Howard Green, «Notes on the Pizarro Trilogy of Tirso de Molina», Hispanic Review, IV, Philadelphia, University of Pensylvania Press, 1966, pp

4 408 L. VÁZQUEZ suyo, hermano de su padre, y gobernador loable de una de las más ricas provincias del Perú». Don Alejo se va a Sevilla «a disponer, con su contratación, el buen despacho de la plata, por dilatar menos su cobranza, cuando llegasen los galeones». Tirso sabe bien cuándo llegan los galeones. Por eso continúa el relato: «por la mitad de mayo llegó uno que, habiendo surgido en San Lúcar un navio de aviso (despachado por el Consejo de Indias, trae noticias de allá), le tuvo don Alejo y su padre de lo qué importaba su presencia en Sevilla, para el recibo de papeles de consideración, que venían de él, y de quienes dependían el breve avío de la hacienda, que afirmaba traer aquella flota». Pero después de este rasgo de realismo surge el Tirso poeta, que nos ofrece una original imagen del amanecer: «Cuatro horas había que el mayor de los planetas cargaba en las indias del oro que desperdicia, pródigo, con nosotros cada día...». Mas no creamos que Tirso se dejó enredar en el afán de lucro, ni en el «mayor de los metales». Veamos un texto significativo: «Desdicha de nuestro avaro siglo, que no estima la calidad de la nobleza sin la cuantidad del oro, igualando merecimientos del alma a la codicia de un metal que, por indigno de salir a luz, le sepultó Naturaleza en las entrañas bárbaras de los groseros montes de las Indias!». Si hiciéramos un brevísimo recorrido, a vuelo de pájaro, sobre su teatro, veríamos cómo la presencia de América, como realidad, como ensueño, como creadora del personaje del «Indiano», como poseedora de la riqueza de sus gentes y de sus lenguas, etc., aparece aquí y allá en multitud de pasajes, y en labios de sus personajes de ficción. De los cuatro hermanos conquistadores Francisco, el Marqués, Gonzalo, Juan y Hernando sólo este último sobrevivirá, aunque tiene que sufrir largos años de prisión en España: primero en el Alcázar de Madrid, y luego en el Castilla de la Mota, en Medina del Campo 13. Hernando se casará con su sobrina mestiza hija de Francisco y de la familia real incaica, después de asesinado el Marqués y Gonzalo tenido como «independentista» de la Corona española, y muerto, por los nativos, Juan. Se llevaban muchos años, pero fueron felices, con cinco hijos, de los que tres sobrevivieron. Cuando Tirso está de Comendador de Trujillo un nieto de Francisco, homónimo, era Alférez mayor, mientras un primo suyo solicitaba el título de «Marqués de la Conquista», y no se lo otorgaban. La familia había quedado desprestigiada! Tirso, con sus tres comedias, colabora eficazmente, con toda probabilidad, a la recuperación y ennoblecimiento de la familia: de hecho en 1632 se le otorga el título deseado a don Juan Pizarro. Pero la amistad con los Pizarro venía ya del Perú: la Merced ayudó a los Pizarro, y recibió bienes de ellos. Cuando murió el Marqués, asesinado por los almagristas, Inés Muñoz, cuñada de Pizarro, acababa de poner en seguro a los hijos de Pizarro (entonces 13 Sobre los Pizarro, ver L. Vázquez, Los Pizarro, la Merced, el convento de Trujillo (Cáceres) y Tirso, Madrid, 1984; Luis Fernández Martín, Hernando Pizarro en el Castillo de la Mota, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1991; María Rostworowski de Diez Canseco, Doña Francisca Pizarro: Una ilustre mestiza ( ), Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1989; José Antonio Ramos Rubio, El Palacio del Marqués de la Conquista en Trujillo, Trujillo, 1992.

5 TIRSO DE MOLINA Y AMÉRICA 409 vivía aún Gonzalito) en compañía de la animosa trujillana Isabel Rodríguez, escondiéndolos en el Convento de la Merced 14. También los mercedarios ayudaron al mestizo Túpac Amara I, a quien los españoles proclamaron Inca hacia Lucha por su independencia, pero apresado por Martín García de Loyola y enviado al Virrey Toledo, éste lo manda recluir en la prisión de Sacsahuamán, «bajo la alcaidía de Luis de Toledo, su tío». Y pronto se le procesa «por la muerte del agustino Ruiz Ortiz, Atiliano de Anaya y el mestizo Pando». Su condena es ser degollado. «Dos o tres días después catequizado y bautizado ya por los Mercedarios fray Gabriel Álvarez de la Carrera y fray Melchor Fernández Túpac Amara fue sacado de la fortaleza. Lo acompañaban los mercedarios dichos» 15. Por su parte, los Almagro recibieron la misericordia mercedaria: en el convento de la Merced de El Cuzco están enterrados, juntos, Gonzalo Pizarro y Almagro el viejo! En la Quarta parte de sus Comedias, Tirso recoge Todo es dar en una cosa, La lealtad contra la envidia y Amazonas en las Indias: es lo que dio en llamarse «Trilogía de los Pizarro». Sin duda una de las más significativas de su captación del espíritu del Perú es la última. Las fres forman una unidad, en la que aparece el héroe «tripersonal» que sale de su tierra en busca de aventuras conquistadoras; pasa por enormes pruebas y dificultades y triunfa: Hernando sobrevive y regresa, lleno de honores. Él también, incluso al regresar, pasa por pruebas duras; pero sale vencedor y la gloria familiar queda sin mancha, al final. Tirso tuvo acceso, sin duda, a documentos de la familia, a las historias de su tiempo; y para Amazonas en las Indias utiliza la obra de Zarate. El yo y el universo polarizan las fuerzas del hombre español, que se crece ante las dificultades. El héroe no soporta, sin embargo, la cotidianidad. Tirso sabía que en la conquista americana hubo luces y sombras, grandezas y torpezas, generosidades y crueldades, pero todo ello ayuda a la creación del héroe. Por eso le fascinó el tema. El conquistador se conquista a sí mismo antes de hacerlo con amplias zonas del Nuevo Mundo. Francisco Pizarro aparece en su realidad ideal en Amazonas en las Indias. Otro aspecto que aparece en el teatro restante de Tirso, respecto a la influencia americana, son los vocablos indígenas. Tirso, además de comediógrafo su mayor gloria y calidad creadora, tiene una vocación poética y es uno de los iniciadores de la novela «por sus causas concertadas» (Cigarrales de Toledo, 1624 y Deleytar aprovechando, 1632), no como «procesión de disciplinantes». Y, finalmente, por mandato de todo un Capítulo General al fallecer Remón se le encomienda acabar la Historia de la Orden de la Merced, y es nombrado «Cronista General» por la Provincia de Castilla. Esta obra inédita, cuyo original se conserva en la Academia de la Historia de Madrid, la ha dado a luz Penedo Rey en : dos gruesos volúmenes, precedidos de una Introducción, en la que hay que matizar bastantes afirmaciones y desmentir otras (ejemplo, el famoso «Acto de contrición», allí publicado, no es el de Tirso, como he probado, sino de Ginés de Sepúlveda, 1572, antes 14 José Antonio del Busto Duthurburu, Historia general del Perú: Descubrimiento y conquista, Lima, Librería Studium, Ibidem.

6 410 L.VÁZQUEZ de que Tirso naciera. Otro tanto habría que decir de la fecha de nacimiento, el viaje a Santo Domingo, etc) Su Historia tiene aportaciones de informes de América Precisa el que Colón llevó consigo, en su segundo viaje, de Capellán a un mercedario, lo que es exacto (y no el primero, como dicen otros autores: hoy sabemos que en 1492 no iban ni clérigos ni mujeres). El texto definitivo es el de Mártir de Anglería, que no puede, de ningún modo, anularse por las Cartas-Relaciones de Colón, o Libro del copiador, recientemente descubiertas, copia del siglo XVI, en las que en vez de «un fraile de la Orden de santa María de la Merced» se habla de un «Trinitario» (confusión muy frecuente entre ambas órdenes: a causa de la fonética mercedario / trinitario, por el hábito blanco, y, sobre todo, por la similar finalidad de redimir cautivos del norte de África 17. Sólo un par de veces aparece el nombre de América (1,464 y II, 8). Tirso pone de relieve al P. Bartolomé de Olmedo, capellán de Cortés, al P. Francisco de Bobadilla, Vicario Provincial y pacificador entre Pizarro y Almagro; y a tantos frailes que, desde las Antillas, fueron hacia el núcleo peruano y el centroamericano y mexicano. Y la larga lista de mercedarios que sobresalieron por su entrega y el conocimiento de la lengua de los nativos: tal, fray Diego de Reynoso, que escribió una Gramática y vocabulario de la Lengua Mame (edición ignorada, que he tenido la suerte de localizar, y cuya reedición salió a la luz en el Instituto Histórico de la Merced en Roma). Habla, autobiográficamente, de su viaje, su estancia, y la labor que realizaron en Santo Domingo, él y sus compañeros. De vuelta, firma en defensa de la Inmaculada CONCLUSIÓN: ENTRE TODOS LOS CLÁSICOS DEL SIGLO DE ORO, TIRSO SOBRESALE POR SU «EMPATÍA» CON AMÉRICA Y ESPECIALMENTE CON EL PERÚ Y SANTO DOMINGO Si América está presente en multitud de autores 19, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Tirso supo asimilar lo positivo del Nuevo Mundo como nadie, y que en su obra creadora tendrá un relieve único, como quien quedó «transformado interiormente» por su experiencia dominicana, y tuvo la salutífera curiosidad de interesarse, desde el meollo, de Tierra Firme, zonas amplísimas que otros compañeros suyos recorrieron, y en las que entregaron su vida, y cuyos ecos él supo recoger y 16 L. Vázquez, «El "Apostrofe" de "Artícela" (1698) no es el "Acto de contrición" de Tirso, sino estrofas tomadas, y deformadas, de un "Arrepentimiento" compuesto por Ginés de Sandoval en 1572», Estudios, 170,1990, pp Pedro Mártir de Anglería, Décadas del Nuevo Mundo, Madrid, Polifemo, 1989, p. 36. (Década primera, cap. III). Ver asimismo Antonio Rumeu de Armas, Siete Cartas-Relaciones de los viajes y dos misivas de carácter íntimo, o "Libro Copiador" de Cristóbal Colón, Documento III, Madrid, Tabula Americae, 1989, p Ver BNM, Ms Winston A. Reynolds, Hernán Cortés en la Literatura del Siglo de Oro, Madrid, Centro Iberoamericano de cooperación / Editora Nacional, 1948.

7 TIRSO DE MOLINA Y AMÉRICA 411 amplificar. Su «teoría» la llevó a la «práctica»: como árbol transplantado, dio frutos ubérrimos. Tirso debe a América parte de su experiencia vital. América debe a Tirso el haberla inmortalizado en sus obras teatrales, con la palabra ardiente y ungida, con el acercamiento cordial a sus mismas raíces vigorosas. Quiero finalizar con el juicio de un hijo de América. Dice de él Miró Quesada 20 : Tirso toma partido [...] Esto es lo que acontece con Tirso de Molina y lo que no suele suceder con los demás dramaturgos y poetas de la magnífica Edad de Oro de la literatura castellana. Ni Cervantes, ni Lope de Vega, ni el mexicano Ruiz de Alarcón, ni Vélez de Guevara, ni Montalbán, ni Calderón, ni Moreto, ni Góngora, llegaron jamás a proponerse una opinión tan rotunda y tan firme.[...] En cambio Tirso, genial creador de caracteres, puede decirse que introduce en el teatro español de la Edad de Oro, no un motivo episódico, sino un personaje concreto: el Perú. [...] El Perú como cuerpo vivo, el Perú como problema hondo, el Perú con trascendente y esperanzado quehacer. Esta larga cita viene a hacer justicia a Tirso, ante quienes afirman, sin suficiente conocimiento de su obra creadora, que es asimilable a cualquier dramaturgo de la época. Perú cobra relieve en la pluma tirsiana, a pesar de no haber pisado su tierra ni ver sus cumbres y montañas sagradas. La Española le deslumhró, con su color tropical y la belleza de su paisaje; la autenticidad de todo un pueblo, ya mestizo, con mezcla de sangre y religión, de lengua y cultura; e incluso los pocos «indios» que en su tiempo debía de haber. Él, mercedario, de espíritu redentor, no podía menos de sentirse solidario de los más débiles. 20 Aurelio Miró Quesada, Cervantes, Tirso y el Perú, Lima, Huascarón, 1948.