no las salvo a ellas no me salvo a mí.

Transcripción

1 1 1 TEMA 11. ORTEGA y GASSET ( ) 1. CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO Ortega y Gasset se sitúa en la primera mitad del siglo XX, por lo que será testigo de acontecimientos históricos de gran calibre en este siglo: la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial, hechos tan relevantes que marcaron el destino de Europa en este momento y el de su propia vida, lo cual se ajusta plenamente a una de sus célebres sentencias: Yo soy yo y mis circunstancias, y si no las salvo a ellas no me salvo a mí. En lo que respecta a España, podemos señalar muy brevemente algunos datos biográficos de Ortega y Gasset, en relación con el contexto histórico de este momento. Ortega nace en Madrid, en el seno de una familia burguesa, liberal e ilustrada que era propietaria del periódico madrileño El Imparcial. Es la época de la Restauración de la monarquía (Alfonso XII; regencia de María Cristina). Estudia filosofía en la Universidad de Madrid. Entre 1905 y 1908 pasa por las universidades alemanas de Leipzig, Berlín y Marburgo. En 1910 gana la cátedra de Metafísica de Madrid. En 1917 funda el diario El Sol. Interviene en política. Se opone a la dictadura de Primo de Rivera y al gobierno Berenguer. Es diputado por León en la Segunda República. En 1936, cuando se produce el alzamiento militar contra la 2ª República, se exilia de España (París, Holanda, Argentina, Portugal). Regresa a España en Actividad pública bastante reducida, pero frecuentes viajes al extranjero (donde pasa gran parte de sus últimos años). En 1951 y 1953 realiza dos encuentros con Heidegger. Muere en Madrid en En el ámbito artístico cabe destacar el auge de las vanguardias artísticas en Europa (impresionismo, surrealismo, expresionismo, cubismo, dadaísmo futurismo), que con sus innovadores manifiestos estéticos, convirtieron el ámbito artístico en un amplio campo de experimentación. El mismo Ortega tiene un ensayo sobre las vanguardias históricas, que publica en 1925 denominada La deshumanización del arte.

2 2 Paralelamente, con el incremento del poder económico de la población y el desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación en la primera mitad del siglo XX, se desarrolla lo que se conoce como el fenómeno de la cultura de masas. El mismo Ortega tiene una obra, La rebelión de las masas, en la que se refleja diversos fenómenos sociales como la llegada de las masas al pleno poder social, las aglomeraciones y a partir de estos hechos, analiza y describe la idea de lo que llama hombre-masa En el campo de la ciencia, destaca el desarrollo de la lógica formal contemporánea, los trabajos realizados para determinar la naturaleza de la luz, la teoría de la Relatividad de Einstein, el nacimiento de la mecánica cuántica y el desarrollo del principio de incertidumbre de Heisenberg. La Psicología comienza a estructurarse como una ciencia en la que distintas corrientes compiten entre sí por presentar una correcta explicación del ser humano (Escuela de la Forma, Conductismo, Psicoanálisis). Desde el punto de vista filosófico, el pensamiento de Ortega se inserta dentro del Vitalismo, corriente filosófica europea en la que se incluyen a Dilthey, Nietzsche y Bergson aunque planteado desde perspectivas diferentes, pero considerando la vida como el punto de partida radical. Desde esta perspectiva toda interpretación de la realidad debe hacerse a partir de las circunstancias históricas y vitales de sí mismo. Además, a lo largo de su obra encontramos el intento de pensar las categorías de la modernidad desde una óptica constituida por los problemas de la España de su tiempo Entre sus muchas obras podemos citar Meditaciones del Quijote, Qué es Filosofía?, Historia como sistema, Ideas y creencias, El tema de nuestro tiempo, etc. Durante el siglo XX, la figura más importante de la filosofía española es Ortega y Gasset, siendo probablemente el filósofo español contemporáneo más influyente hasta los años setenta u ochenta de este siglo, pues tanto su pensamiento como su estilo literario marcaron decisivamente la filosofía española de la posguerra. Además, Ortega es también reconocido a nivel internacional, pues muchas de sus obras han sido traducido a distintos idiomas. Al igual que otros intelectuales españoles, Ortega pretende europeizar España, que se había quedado aislada de las grandes corrientes intelectuales europeas. El panorama intelectual español estaba representado por las siguientes corrientes:

3 3 a) El regeneracionismo. Considera que España es una sociedad enferma, enfermedad agudizada por el desastre del 98, proponiendo como remedio la introducción de una mentalidad científica, el cultivo de la ciencia. b) La generación del 98. Integrada por Azorín, Pío Baroja, Ganivet, Machado, Maeztu, Unamuno y Valle-Inclán. Impactados por la crisis del 98, en un primer momento, adoptan una actitud radical y revolucionaria, influidos por el regeneracionismo y la filosofía de Nietzsche. Posteriormente dan un giro y vuelven la mirada hacia la búsqueda del alma española, centrándose en el estudio de la historia, el paisaje y las costumbres del pueblo español, pero con una visión pesimista. c) La generación del 14. Pertenecen a ella Ortega, Marañón y Besteiro. Proponen un europeísmo que enfrentará a Unamuno (hay que españolizar Europa, de aquí la célebre frase de Unamuno. Qué inventen ellos!) y Ortega (Hay que europeizar España), una vuelta al mundo de la ciencia y el republicanismo como modelo de estado avanzado. d) Escuela de Madrid, que surge en torno a la figura de Ortega y a ella pertenecen Julián Marías, Xavier Zubiri y María Zambrano. En 1923 fundó y dirigió la prestigiosa «Revista de Occidente», que se convierte en una prestigiosa editorial por la que entraron en España las modernas corrientes de la filosofía alemana. En 1929 dimitió durante unos meses de su cátedra como protesta por la dictadura de Primo de Rivera. En 1930 fue cofundador con Marañón y otros, de la Agrupación al Servicio de la República. No obstante, en 1931, publicó un polémico manifiesto titulado Rectificación de la República y abandonó la política activa como diputado en las Cortes. A pesar de sus recelos con los gobiernos republicanos, fue contrario a la sublevación franquista, razón por la que se exilió en 1936, aunque posteriormente regresó a España. En 1952 fundó, junto con Julián Marías, el Instituto de Humanidades.

4 4 3. LA EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO DE ORTEGA El pensamiento de Ortega se desarrolla en tres etapas sucesivas: a) Objetivismo ( ) En todo este período, que incluye su estancia en Alemania, Ortega publica únicamente algunos artículos. Le preocupa el tremendo desfase de España respecto a Europa, el cual solo podrá ser superado si se elimina el subjetivismo y el personalismo dominantes. "Salvémonos en las cosas!» es su consigna. Hace falta, pues, disciplina, método, critica, racionalidad; objetividad, en suma. «Lo subjetivo es el error», llega a escribir. Las cosas parecen ser más importantes que los hombres; o, por amor a la objetividad, hay que tratar a los hombres como "cosas». Se trata de un antihumanismo y objetivismo del que más tarde se retractará. b) Perspectivismo ( ) En esta etapa publica obras como Meditaciones del Quijote (1914), El Espectador (1916), España invertebrada (1921). En 1913 tienen lugar dos acontecimientos filosóficos importantes para Ortega: E. Husserl (creador de una de las corrientes filosóficas más importantes del siglo XX, denominada La Fenomenología) publica su obra fundamental, Ideas; M. de Unamuno publica uno de sus ensayos filosóficos más importantes, Del sentimiento trágico. Ortega se distanciará, entonces, de ambos y buscará su propio camino, igualmente alejado del idealismo de Husserl y del irracionalismo de Unamuno. Los dos grandes temas que llenan este período son los de la circunstancia y la "perspectiva. El sentido del concepto de "circunstancia es aclarar que no existe un "yo aislado del mundo real. Con el concepto de perspectiva, Ortega, quiere superar al escepticismo y el racionalismo, como actitudes ilegítimas y contrapuestas. c) Raciovitalismo ( ) Es la etapa de madurez, que comienza con obras como El tema de nuestro tiempo (1923), La rebelión de las masas (1930), Ideas y creencias (1940), Historia como sistema (1941). Algunas obras clave fueron publicadas después de su muerte: La idea de principio en Leibniz (1958), Sobre la razón histórica (1979). El raciovitalismo pretende reconocer el valor de la razón, pero también sus raíces irracionales (la intuición) y la pone al servicio de la vida. En esta misma línea de pensamiento, Ortega, afirmará que la vida es la realidad

5 5 radical. Igualmente, afirma que «el hombre no es naturaleza, sino historia», puesto que la vida, en la que consistimos, es «lo que hacemos y lo que nos pasa». Al margen de esta clasificación de su pensamiento en tres etapas, su postura filosófica no es sistemática, ni tiene voluntad de sistema, aunque se puede calificar como raciovitalismo, lo que permite situar su pensamiento dentro de las coordenadas generales del llamado «vitalismo» europeo, en el que se incluiría a Dilthey y a Nietzsche. Para entender su postura definitiva, el raciovitalismo, debemos considerar el desarrollo conceptual que se produce entre la segunda y la tercera etapa, las cuales expresan una continuidad filosófica, en la que lo único que cambia son los temas o centros de interés. 3.1 NI REALISMO NI IDEALISMO Ortega, durante su estancia en Alemania, se formó filosóficamente en el neokantismo, es decir, en la afirmación del yo como fundamento de toda objetividad, pero pronto abandonó el neokantismo de su formación para pasar a posiciones propias. Al mismo tiempo, realiza un análisis crítico de las dos posturas filosóficas, que se han dado en la Historia de la Filosofía: realismo e idealismo. La tesis del realismo consiste en afirmar que, la verdadera realidad, son las cosas independientes del sujeto, que tienen realidad por sí mismas. El idealismo es la reacción contra el realismo, la verdadera realidad es el Yo, es decir, la realidad primaria, cierta e indudable es el Yo. Las cosas son en cuanto están presentes en el YO, en cuanto éste las piensa, en cuanto son ideas suyas. El Yo es la sustancia fundamental, que puede existir sin las cosas, sin el mundo. Criticando al idealismo y al realismo, Ortega, afirma que no se puede hablar de cosas sin el Yo, pero tampoco del Yo sin cosas. La verdadera realidad primaria, la realidad radical es la del yo con las cosas. Ese quehacer del yo con las cosas, lo llamamos vida. Ortega quiere superar la Antigüedad (realismo) y la Modernidad (idealismo), pero conservándolas; si nuestro pensamiento no repensase el de Descartes y Descartes no repensase el de Aristóteles, nuestro pensamiento sería primitivo y tendríamos que volver a empezar. Por eso, necesitamos conceptos nuevos con los que pensar nuestro tiempo. Nos dice Ortega, para los antiguos, realidad, ser, significaba «cosa»; para los modernos, ser significaba «intimidad, subjetividad»; para nosotros, ser significa «vivir». Por tanto, intimidad consigo y con las cosas.

6 LA VIDA HUMANA El primer problema de la filosofía no es averiguar qué realidad es la más importante, sino qué realidad es la más indudable, la más segura. Y lo que encontramos es que esa realidad radical es la vida. Pero no la vida en general, sino nuestra vida, la vida de cada uno de nosotros, y por ello, se trata del dato más indudable y primario, ya que ni siquiera el pensar es anterior a la vida, porque solo es un trozo o una parte de ella. Ahora bien, la vida se caracteriza por una serie de rasgos: vivir es coexistir con las cosas, vivir es encontrarse en el mundo, vivir es lo que hacemos y nos pasa en el mundo que nos ha tocado vivir, vivir es tomar decisiones, y aquí se aprecia la dimensión de la libertad de la vida. La vida es esa realidad extraña, única, que tiene el privilegio de existir para sí misma y que se sabe existiendo, no como la piedra que es absolutamente ciega para sí misma. Para Ortega, la realidad radical es la vida, pero radical no significa única, sino en la que las demás cosas radican o arraigan, a ella tenemos que referir todas las demás. La realidad sólo resulta inteligible desde mi vida: sólo dentro de ella se puede comprender en su sentido último el término Real, aunque esto no quita que lo real pueda ser anterior, superior o trascendente a mi vida, e incluso origen y fundamento de ella LAS CATEGORIAS DE LA VIDA La realidad radical es mi vida. Ella es el fundamento de todo, pues cualquier otra realidad aparece en nuestra vida, la descubrimos en la misma. Las categorías fundamentales de esta realidad radical son: Sentirse vivir, saberse viviendo, darse cuenta de que se está viviendo, esa sorprendente presencia que su vida tiene para cada cual. Encontrarse en el mundo, es decir, entre cosas y acontecimientos que nos afectan de una u otra manera. Carácter de imprevisión. La vida nos la encontramos dada, así como la circunstancia en la que se va a desarrollar. Es algo imprevisto que no hemos elegido.

7 7 Decisión y quehacer. La vida nos es dada, pero no hecha, sino por hacer, como una tarea que tenemos que decidir y realizar. La vida es elección y decisión constantes; lo que hay que hacer está condicionado por la circunstancia, pero no determinado por ella. Para vivir no hay más remedio que elegir libremente entre las posibilidades que se me ofrecen en mi mundo. Futurición. La vida está abierta al futuro. Decidimos y elegimos lo que vamos a ser, lo que va a ser nuestra vida. Estas categorías definen, a gandes rasgos, en que consiste esa realidad radical que es la vida de cada uno de nosotros VIDA Y CIRCUNSTANCIA La vida es lo que hacemos y lo que nos pasa. La vida me es dada, pero no hecha, es quehacer. Las cosas son interpretadas como circunstancias, como lo que está alrededor del yo, referidas a él. Las cosas están, como yo, en el mundo; pero ese mundo es mi mundo, es decir, mi circunstancia. Circunstancia es, pues, todo lo que no soy yo, todo aquello con que me encuentro, incluso mi cuerpo y mi psiqué; también comprende la sociedad, es decir, los demás hombres, los usos sociales, todo el repertorio de ideas, creencias y opiniones que encuentro en mi tiempo; es, pues, también la circunstancia histórica. Por ello, dice Ortega: Yo soy yo y mi circunstancia, y si no las salvo a ella no me salvo a mi. Como la vida no está hecha, sino que hay que hacerla, el hombre tiene que determinar previamente lo que va a ser. Yo soy un programa vital, un proyecto o esquema que pretendo realizar, y que he tenido que imaginar en vista de las circunstancias. Solo lo puedo vivir eligiendo entre las posibilidades y urgencias que encuentro ante mí; esas posibilidades son finitas, pero son siempre varias, y aparecen como tales, al proyectar yo mi proyecto vital, sobre las circunstancias. En este sentido el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene historia: es lo que le ha pasado, lo que ha hecho.

8 8 3.5 VIDA Y LIBERTAD La libertad consiste en esa forzosa elección entre posibilidades que es mi vida. Como la vida no está hecha, debemos estar tomando continuamente decisiones, no puede dejar de ser libre. Y necesito justificarme por qué hago una cosa y no otra: la vida es responsabilidad. Cuando la vida se hace desde el propio yo es vida auténtica, e inauténtica cuando no ocurre así, cuando es infiel a su proyecto. Si la vida es elegir lo que queremos ser, cada uno está comprometido en la realización de sí mismo, sin posible sustitución por otro. A esta situación la llama Ortega vocación, que, como la circunstancia, no se elige, pero sí se puede ser fiel o infiel a ella, haciendo que la vida sea auténtica o no lo sea, o que sea sea moral o inmoral. Además, el mundo en el que, al vivir nos encontramos, se compone de cosas que nos afectan, y por ello, todo vivir es convivir con una determinada circunstancia. Ahora bien, no somos libres para estar o no en este mundo; cabe renunciar a la vida, pero si se vive no cabe elegir el mundo en que se vive, lo cual da a nuestra existencia un gesto terriblemente dramático. La vida nos es dada, y en este sentido, somos arrojados a ella y llega a ser un problema que tenemos que resolver nosotros, es decir, que tenemos que decidir constantemente lo que vamos a ser; por eso la vida es una actividad que se ejecuta hacia delante, hacia el futuro. 3.6 VIDA Y RAZÓN De este manera, es preciso partir de una realidad realmente radical, la vida, ya que tanto la misma Naturaleza como el intelecto son relativos a ella. Pero la razón capaz de pensar esta realidad radical, que es la vida, no puede ser la razón pura ni la razón físico-matemática, sino que ha de ser la razón vital, que es el quehacer intelectual del hombre, el cual no es algo a lo que nos dedicamos como si fuese un aspecto exterior a la vida, sino que es algo constitutivo de la propia vida. No se trata de que el hombre vive y luego se dedica a pensar y a explicarse racionalmente el mundo en el que se desenvuelve su vida, sino que vivir es ya encontrarse forzado a interpretar nuestra vida. Esta posición, viene a sostener que ningún saber concierne directamente a las cosas mismas, sino a nuestra actitud hacia ellas y, por tanto, Ortega rechaza la creencia en un ser en sí de las cosas independientemente de nosotros. De esta manera, afirma que el ser de las cosas debe entenderse a partir de su relación con nosotros. Esta reivindicación de la vida no debe

9 9 entenderse a la manera irracionalista que aboga por unos oscuros instintos o impulsos, sino que la vida debe entenderse como realidad radical, y desde la razón, es decir, desde la teoría raciovitalista. 3.7 VIDA Y PERSPECTIVA Mi vida, como realidad radical, crea también el perspectivismo, que viene a significar que el ser del mundo no está dado de una forma objetiva e igual para todos, sino que es siempre perspectiva. Dice Ortega: Desde distintos puntos de vista, dos hombres miran el mismo paisaje. Sin embargo, no ven lo mismo. La distinta situación hace que el paisaje se organice ante ambos de distinta manera...cada vida es un punto de vista sobre el universo. En rigor, lo que ella ve no lo puede ver otra. Cada individuo -persona, pueblo, época- es un órgano insustituible para la conquista de la verdad.. (El tema de nuestro tiempo). La perspectiva aparece así como una condición epistemológica (conocimiento) para captar la auténtica realidad: «donde está mi pupila no hay ninguna otra». El Yo y el mundo forman una totalidad concreta e indivisa, cuyo núcleo es la vida del hombre. La vida humana no es cosa, ni materia, ni esencia, ni es algo dado; el hombre no es una res cogitans, sino una res dramatica; un «drama», una unidad dramática de yo y mundo, es decir, del Yo y su circunstancia: «Yo soy yo y mi circunstancia». El Yo no existe porque piensa, sino que piensa porque existe. De esta manera se invierte el punto de partida cartesiano, y el centro de gravedad de la reflexión filosófica debe hallarse en lo pre-reflexivo que es la vida misma: «vivir es no tener más remedio que razonar ante la inexorable circunstancia». 4. LA VIDA HUMANA y su DIMENSIÓN HISTÓRICA y SOCIAL. Pero, aunque el ser del mundo es perspectiva y el yo es circunstancial, ello no aboca en absoluto al mero relativismo. Para evitar tal posibilidad, Ortega, intentará conciliar la multiplicidad de perspectivas en la unidad de la verdad, lo que le conduce a la reflexión sobre la Historia. Por ello, la razón vital es fundamentalmente razón histórica, ya que la circunstancia es siempre circunstancia histórica concreta, y el yo es siempre un ser que se encuentra en el mundo, que se caracteriza por su naturaleza temporal. Un yo que es proyecto

10 10 vital de sí mismo en su circunstancia concreta. De esta manera, la trayectoria filosófica final de Ortega, es decir, el raciovitalismo se vincula con la razón histórica (término que había sido creado por Dilthey) en la que predominó la interpretación de la Historia y de la Sociedad. El hombre no tiene naturaleza, tiene Historia, y esta dimensión histórica es el órgano por el que el hombre se puede conocer a sí mismo. Esta tesis son formuladas por Ortega en obras como En torno a Galileo, (1933) Historia como sistema (1941). De esta época procede la famosa teoría orteguiana de las generaciones, que es la teoría de la que se vale Ortega para explicar los cambios históricos, el cambio en la Historia. En su obra, En torno a Galileo, Ortega nos dice: «El hecho más elemental de la vida humana es que unos hombres mueren y otros nacen, que las vidas se suceden». En efecto, se trata de una realidad biológica indiscutible. Pero este hecho exclusivamente biológico adquiere en manos de Ortega una significación particular; sobre él intenta edificar toda una interpretación del desarrollo histórico basado en el método de las generaciones. Un generación es un conjunto de personas (que tienen la misma edad) que no sólo son contemporáneas, sino que son propiamente coetáneas y que comparten entre sí una serie de valores, experiencias, formas de vida y, en general, un «aire de familia», de forma que sus afinidades son superiores a sus posibles discrepancias. En cada época histórica coexisten tres generaciones: los jóvenes, los hombres maduros y los ancianos. Se trata de tres tiempos vitales distintos parece un tiempo único, pero en este año vive un joven, un hombre maduro y un anciano. Todos somos contemporáneos, vivimos en el mismo tiempo y atmósfera, pero contribuimos a formarlo de forma diferente. La convivencia de las tres generaciones es lo que Ortega denomina como el anacronismo esencial de la Historia. Ahora bien, ocurre que cada generación se encuentra con las formas que han dado a la existencia las generaciones anteriores. Unas veces, la nueva generación se adapta a dichas formas y las prolonga; vivimos entonces lo que Ortega llama «épocas cumulativas». Otras, la nueva generación no se adapta, más aún, se opone a las formas preexistentes; vivimos «épocas eliminatorias y polémicas». En las primeras, los nuevos jóvenes, solidarizados con los viejos, se supeditan a ellos; en la política, en la ciencia, en las artes siguen dirigiendo los ancianos. Son tiempos de viejos. En las segundas, como no se trata de conservar y acumular,

11 11 sino de arrumbar y sustituir, los viejos quedan barridos por los jóvenes. Son tiempos de jóvenes, «edades de iniciación y beligerancia constructiva». Merced a este desequilibrio interior se mueve, cambia, rueda, fluye el tiempo de la Historia. La articulación de las tres generaciones produce el cambio de los tiempos. Y ello es debido a que no comparten ni las mismas ideas ni las mismas creencias, que es lo que produce el cambio en la Historia. 4.1 IDEAS Y CREENCIAS Una de las formas de manifestarse el pensamiento son las ideas. Por idea debemos entender, según el filósofo, aquellas estructuras mentales explicativas en las que pensamos. Ortega, por otro lado, va a diferenciar entre el concepto de idea y creencia. Mientras que las ideas las pensamos, somos las creencias. Quiere decir Ortega que las creencias forman parte íntima de nosotros, hasta tal punto que no son objeto de nuestro pensamiento consciente, todo lo contrario, son cosas que damos por hechas sin más. Ortega pone el ejemplo de un hombre que sale a la calle, si analizamos esa decisión tan sencilla, parte de un supuesto, de una creencia : la existencia de la calle como realidad extramental, estática y objetiva. Si salimos a la calle y no hay calle qué pasaría? Sufriríamos un natural estupor, es un estupor que rara vez sentimos ante el fallo de nuestras ideas, ya que las creencias, al contrario que las ideas, son el a priori de nuestro pensamiento. Una diferencia entre ideas y creencias es la diferencia entre vida y razón. Las creencias son nuestra vida, lo dado, la realidad en la que estamos inmersos y de la que partimos. Por su parte, las ideas son equiparables a la razón, con la cual pensamos la realidad radical, que es la vida. Las ideas son aquellos pensamientos que construimos y de los que somos conscientes; esto es, las ideas las tenemos y las discutimos porque no nos sentimos totalmente inmersos en ellas. Las creencias, por su parte, son una clase especial de ideas tan asumidas que no tenemos ni siquiera necesidad de defenderlas, porque en las creencias vivimos inmersos, son nuestra realidad y, como tal realidad, las tomamos sin hacernos habitualmente cuestión de

12 12 ellas. Las creencias son la realidad intelectual en la que vivimos; contamos con ellas y no sentimos la necesidad de formularlas explícitamente ni defenderlas. En contraste con las ideas, que nosotros poseemos, las creencias nos poseen a nosotros, porque nos rodean al modo como lo hace el aire que respiramos. Hasta tal punto estamos impregnados de nuestras creencias, que la carencia de ellas paralizaría nuestra acción, sería nuestra muerte en cuanto hombres como sería nuestra muerte biológica nuestra carencia de aire. Es también una nota característica de las creencias la de haber sido recibidas, la de estar ya ahí antes que nosotros. Precisamente por ser recibidas, por precedernos a los hombres que estamos en ellas, son compartidas por los miembros de la comunidad humana, sin que nadie o muy pocos se lleguen a hacer cuestión de ellas. La única forma de poner en cuestión las creencias es la duda. La duda surge cuando se ha perdido la fe en las creencias, dado que ya no podemos vivir instalados en determinadas creencias. Por ello, la duda, es la primera actitud reflexiva de hombre que ha dejado de hacer pie en la realidad de una creencia y tiene que buscar la solidez de un nuevo asentimiento sobre el que vivir. Las ideas son pensamientos y, como todo pensamiento es reflexivo y crítico, esto es, no nos permite vivir en él confortablemente establecidos, sino que está en un continuo hacerse y deshacerse, somos capaces de morir por ellas, pero no de vivir de ellas. 4.2 EL GOBIERNO DE LAS ÉLITES En cuanto a la vida social y política del hombre podemos decir que ésta es una actividad comunitaria, que debería estar regida por el liderazgo intelectual de los mejores, en una concepción aristocrático-intelectual, que da un papel relevante a las minorías intelectuales selectas, no a las masas, cuya rebelión sin dirección comporta la quiebra de la sociedad. El gran peligro para la Historia es que las élites intelectuales no sepan ejercer su liderazgo, y que las masas no tengan el ejemplo adecuado a seguir. Esta concepción, no obstante, no debe entenderse de manera trivial. Para Ortega, la minoría selecta, no se confunde con las clases burguesas dominantes, ni la masa equivale a la clase trabajadora. Hay hombres masa en todos los estratos sociales, y puede haber minoría capaz de liderazgo también en todos ellos. Se

13 13 trata más bien de una minoría de liderazgo moral e intelectual, capaz de poner en entredicho las creencias para sustituirlas por ideas. La obra de Ortega, además de la gran influencia que ha ejercido sobre la filosofía española, y que ya hemos destacado, también ejerció un notable influjo en la filosofía alemana, y se anticipa también a determinados planteamientos existencialistas, por ejemplo, en su concepción de la autenticidad y de la inautenticidad: la vida auténtica implica conocer y asumir su «circunstancia», de forma que el yo pueda coincidir consigo mismo; mientras que la inautenticidad es provocada al caer en el marasmo de las sensaciones y se manifiesta en la «masa» impersonal.