Acoso u hostigamiento entre niños, niñas y adolescentes: el Bullying. Qué es el bullying? El bullying es la forma de nombrar a una manera específica de violencia entre los niños. Si bien existen distintas definiciones del concepto, podemos encontrar en ellas claros elementos comunes. En primer lugar, las acciones bullying son conductas agresivas que efectúan niños, niñas o adolescentes con el fin de intimidar a otros niños, niñas o adolescentes en el ámbito escolar. Se trata, por tanto, de conductas de acoso entre pares que, en general, suceden en el marco de la institución educativa. En segundo lugar, podemos hablar que una conducta violenta constituye bullying, cuando la misma se reitera en el tiempo. Las situaciones de violencia aislada sin que algún niño, niña o adolescente sufra una persecución sistemática de acoso no son acciones bullying. Es importante tener en cuenta que, a veces, la tensión dentro del grupo escolar se manifiesta de una forma en la que circunstancialmente los niños despliegan roles de acosadores y acosados. Si estos roles son momentáneos o solamente se trata de un hecho aislado, el niño, la niña o adolescente víctima de esa violencia, no es un niño víctima de bullying. El bullying es un tipo específico de maltrato, en el que la intimidación se produce por medio de distintos tipos combinados de violencia: la física, la verbal, la simbólica y, en particular, la violencia emocional. Quiénes participan en una acción bullying? Una acción bullying se produce en el seno de una relación interpersonal caracterizada por el desequilibrio de poder. El acosador utiliza en forma abusiva y sistemática su poder sobre el acosado, quien queda colocado en un lugar de víctima, del que difícilmente pueda salir por sus propios medios. Se va estableciendo un círculo de victimización, por medio del cual el acosador adquiere cada vez más poder y el acosado se siente progresivamente más desamparado. Esta asimetría en el poder entre acosador/a y acosado/a puede relacionarse a una mayor fuerza física, a una diferencia de edad, al uso discriminatorio de diferencias entre los niños como su género, su etnia, su religión o su estatus social o el de su familia, etc. Además de estas dos posiciones clave (acosador-acosado), dentro de la dinámica bullying juegan un papel importante los observadores o testigos. Los observadores pueden ser otros niños, niñas o adolescentes, pero también profesores, autoridades de la institución, padres, entre otros. Ellos son parte de la dinámica, siendo determinantes en el curso de los hechos por medio de sus actitudes y reacciones. Los testigos pueden reforzar la actitud agresiva, reconociendo y aceptando la asimetría de poder y la violencia. También pueden eludir o evitar la situación sin incriminarse en la conflictiva. Por último, también podrían ser capaces de abandonar el papel de meros observadores y enfrentar al acosador.
Si los testigos u observadores son adultos y, más aún, si son adultos al cuidado de los niños, la opción de no involucrarse en estas situaciones violentas, es una clara negligencia a su deber de protección integral. No se trata de una diferenciación basada en el cumplimiento de la mayoría de edad solamente, sino también en el significado que para los otros protagonistas de la acción bullying tiene este tipo de reacción. Si el adulto que tiene la responsabilidad de garantizar el ejercicio de derechos a los niños, no lo hace, está legitimando la impunidad del agresor y reforzando la vulnerabilidad de la víctima. Qué sucede cuando los testigos u observadores son otros niños, niñas o adolescentes? El grupo de pares también tiene un rol decisivo en una acción bullying. En primer lugar, porque parte importante de la violencia emocional que reciben las víctimas es la vergüenza frente a sus compañeros de clase, de equipo, etc. En segundo lugar, porque funciona como una caja de resonancia en la que los otros reconocen la asimetría de poder entre acosador y acosado y la aceptan. Este mecanismo puede ser tan perverso que incluso motive al acosador, pudiendo reforzar su rol de líder por medio del maltrato hacia otro. Cabría preguntarse qué tan fortalecidos se encuentran esos niños testigos en el ejercicio de sus propios derechos. En la dinámica bullying todos los actores se someten de alguna manera: la víctima directa del hostigamiento, el testigo que por miedo a las represalias o afán de pertenecer al grupo de los líderes evita o se suma al acoso, y el victimario. Los niños o adolescentes acosadores se someten a cumplir el rol de matón, un rol que les hace daño en su desarrollo integral. Dónde se producen las acciones bullying? El bullying tiene lugar principalmente en el ámbito escolar. En el Informe del experto independiente para el estudio de la violencia contra los niños (2006), se organiza la información en función de cinco ámbitos en los que se produce la violencia; a saber: en el hogar y en la familia; en escuelas y entornos educativos; en entidades asistenciales y judiciales; en el lugar de trabajo; y en la comunidad. Dentro de la violencia que sufren los niños, niñas y adolescentes en las escuelas y entornos educativos, se señala expresamente que la violencia en las escuelas también se produce en forma de peleas y acoso entre estudiantes. En algunas sociedades el comportamiento agresivo, incluidas las peleas, se percibe como un problema menor de disciplina. El acoso entre compañeros a menudo está ligado a la discriminación contra los estudiantes de familias pobres o de grupos marginados por su etnia, o que tienen características personales especiales. La naturalización de la violencia desde el mundo adulto se convierte en el camino aprendido a través del cual se puede resolver los conflictos de todo tipo, se puede lograr el propio liderazgo, se puede incluso pasar a pertenecer a un grupo (por ejemplo todos los rituales de iniciación cuando llega un niño nuevo). Breve análisis de las implicancias Las implicaciones que tienen las relaciones sociales en el contexto escolar para la adaptación de los niños, las niñas y los adolescentes son tan importantes como las que se derivan del
contexto familiar. En la interacción con los otros, los niños y niñas construyen su mundo interno; es decir, las representaciones acerca del mundo físico y social. Las relaciones interpersonales entre los grupos de iguales son trascendentes en su desarrollo porque allí se conforma la red y el estatus de cada uno de sus miembros. El bullying es, entonces, un fenómeno grupal, cuya repercusión trasciende la situación concreta y llega a modelar la percepción de la conducta incluso de los no implicados. Si un niño, niña o adolescente recibe agresiones en forma sistemática, no solo está siendo hostigado por el acosador, sino por todo el entorno social en el que vive. Si bien el acoso puede darse por diversas razones, es importante destacar el componente discriminatorio que tiene el fenómeno. En este sentido, cabe recordar que los Estados ratificantes de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) se han comprometido, por medio de su artículo 2, a asegurar su aplicación a cada niño sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna, independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica, los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus padres o de sus representantes legales. Este principio de la CDN interesa especialmente, dado que en las situaciones concretas de bullying, muchas veces los adultos (docentes, cuidadores, entrenadores, etc.) participan de la discriminación sin advertir la violencia que puede estar sufriendo alguno de los niños, niñas o adolescentes a su cargo. Las consecuencias de la violencia en la salud y en el bienestar los niños son devastadoras. Los efectos del bullying a mediano y largo plazo son múltiples, tanto para el acosador como para el acosado. Según Cerezo (2008) se presentan en un continuo que va desde la pérdida de la capacidad de establecer relaciones de amistad estables hasta llegar a altos grados de depresión incluso al suicidio - o de deseo de venganza como fórmula de escape ante la violencia sufrida. Asimismo el acosador sufre las consecuencias en relación directa con su proceso de desadaptación escolar, extendiendo su conducta antisocial a otras esferas de su vida. Cuando una acción bullying se establece en el centro educativo, no es suficiente hablar del fenómeno y caracterizar al niño o adolescente como bully, sino que se requiere descubrir a qué circunstancias responde, cómo se gesta y por qué aparece en ese momento. Sin un buen análisis desde la institución educativa en coordinación con las familias, es difícil que no se reiteren estas situaciones. En ocasiones resulta menos problemático tratar a un niño, niña o adolescente como la causa del problema y, por ejemplo, indicarle un tratamiento psiquiátrico que logra aliviar a padres y maestros, pero que no necesariamente resuelve la situación de la persona menor de edad. Es necesario que se profundice sobre las diversas vinculaciones entre el bullying y la violencia social, institucional y familiar. Finalmente, cabe recordar que son los propios niños, las niñas y los y las adolescentes quienes en múltiples estudios y consultas, han planteado el abordaje de la violencia como una de sus necesidades más acuciantes.
Bibliografía Cerezo, R. (2008) Acoso escolar. Efectos del bullying. Boletín de la Sociedad de Pediatría de Austria, Cantabria, Castilla y León. Lecannelier, A. (2008) Bullying, violencia escolar: Qué es y cómo intervenir? Universidad del Desarrollo, Chile. Moreno, M., Vaca, C., Roa, J. (2006) Victimización escolar y clima socio-familiar. En Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653) N.º 40/6 15 de diciembre de 2006. Disponible en: http://www.rieoei.org/investigacion27.htm Naciones Unidas (1989): Convención sobre los Derechos del Niño. Naciones Unidas (2006). Informe del experto independiente para el estudio de la violencia contra los niños, de las Naciones Unidas. A/61/299. Olweus, D. (1993) Acoso Escolar, Bullying. En las escuelas: Hechos e Intervenciones. Centro de Investigación para la Promoción de la Salud, Universidad de Bergen, Noruega. Osorio, F. (2009). Bullying. Acoso y maltrato entre niños y adolescentes. En: Revista Relaciones Nº 303, Agosto 2009, Montevideo, Uruguay. Ramirez, S, Justicia, F. (2006) El maltrato entre escolares y otras conductas-problemas para la convivencia. Revista electrónica de Investigación Psicoeducativa. Nº 9 Vol. 4 (2). Yuste, J. (2007) El termino bullying y su definición. Disponible en http://conflictoescolar.wordpress.com/2007/09/09/eltermino%e2%80%9cbullying%e2%80%9d-y-su-definicion Links de interés International Journal on Violence and Schools Argentina Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas Brasil Observatório de Violências nas Escolas Brasil Canadá Canadian Observatory on School Violence Prevention Bullying.org Chile Prevención de la violencia escolar
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