Arturo Silva Rodríguez

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Silva Rodríguez Fundamentos Filosóficos de la Psicología Arturo Silva Rodríguez

EL LIBRO MUERE CUANDO LO FOTOCOPIA AMIGO LECTOR: EL LIBR O MUERE CU ANDO LO FO TOCOPI A La AMIGO obra que LECT usted OR: tiene en sus manos posee un gran valor. En ella, su autor ha vertido conocimientos, experiencia y mucho trabajo. El editor ha La procurado obraqueustedtieneensusmanosposeeungranvalor. una presentación digna de su contenido y está poniendo todo su empeño y recursos para que sea ampliamente difundida, a través de su red de comer- En ella, su autorha vertidoconocimientos,experiencia y muchotrabajo.el editor haprocuradounapresentacióndignadesucontenidoy está poniendotodosuempeñoy recursosparaqueseaampliamente difundida,a travésdesureddecomercialicializaciónzación. Al fotocopiar este libro, el autor y el editor dejan de percibir lo que corresponde a la Al inversión fotocopiarestelibro, que ha realizado el autory y se el desalienta editordejandepercibir la creación de loquecorrespondea nuevas obras. Rechace la cualquier inversiónejemplar que han pirata realizado o fotocopia y se desalienta ilegal la de creación este libro, denuevas pues lo obras.rechace contrario estará cualquier contribuyendo ejemplar pirata o al lucro de quienes fotocopiailegal se aprovechan de este ilegítimamente libro, puesde del loesfuerzo contrario del autor estará contribuyendoal y del editor. lucro dequienesse aprovechanilegítimamentedel esfuerzo delautory deleditor. La reproducción no autorizada de obras protegidas por el derecho de autor no sólo La reproducciónnoautorizadadeobrasprotegidasporel derechodeautornosólo es un delito, sino que atenta contra la creatividad y la difusión de la cultura. esundelito,sinoqueatentacontrala creatividady la difusión dela cultura. Para Paramayorinformacióncomuníqueseconnosotros: mayor información comuníquese con nosotros:

Dr. Arturo Silva Rodríguez Facultad de Estudios Superiores Iztacala Universidad Nacional Autónoma de México Editor Responsable: Lic. Santiago Viveros Fuentes Editorial El Manual Moderno

Nos interesa su opinión, comuníquese con nosotros: Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V., Av. Sonora núm. 206, Col. Hipódromo Deleg. Cuauhtémoc 06100 México, D.F. (52-55)52-65-11-00 info@manualmoderno.com quejas@manualmoderno.com Fundamentos filosóficos de la Psicología D.R. 2011 por Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V. ISBN: 978-607-448-101-3 978-607-448-164-8 Versión Electrónica Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39 Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en sistema alguno o transmitida por otro medio electrónico, mecánico, fotocopiador, etcétera sin permiso previo por escrito de la Editorial. Silva Rodríguez, Arturo Fundamentos filosóficos de la psicología / Arturo Silva Rodríguez. -- México : Editorial El Manual Moderno, 2011. x, 182 p. : il. ; 23 cm. ISBN 978-607-448-101-3 978-607-448-164-8 Versión Electrónica 1. Psicología Filosofía. I. t. 150.1-scdd21 Biblioteca Nacional de México Director editorial: Dr. Marco Antonio Tovar Sosa Editora asociada: LCC Tania Uriza Gómez Diseño de portada: LCS Adriana Durán Arce

CONTENIDO Prólogo....................................................... vi Primera parte una mirada fugaz desde la ciencia a la psicología................................ 1 Capítulo 1. Explicar o comprender las acciones humanas? Un dilema permanente en psicología........................................ 1 Dos grandes linajes del pensamiento....................................... 2 Albores de la ciencia moderna............................................. 5 Panorama actual en la ciencia............................................ 11 Referencias.......................................................... 16 Capítulo 2. Otros escenarios de controversia en psicología.................... 18 Disputa entre nomotético e ideográfico..................................... 18 Disputa entre lo cualitativo y lo cuantitativo................................ 25 Primer acercamiento a la disputa entre explicación y comprensión.............. 29 Referencias........................................................... 38 Segunda parte Fundamentos de los sistemas teóricos de la psicología........................... 40 Capítulo 3. Principales elementos de las teorías en psicología.................. 40 Capítulo 4. Enunciados psicológicos y su organización en sistemas teóricos....... 56 Sistemas metateóricos.................................................56 Sistemas analíticos...................................................61 Sistemas proposicionales...............................................69 Sistemas de modelamiento.............................................84 Niveles de abstracción y alcance de las teoría en psicología...................99 Referencias......................................................... 103 Tercera parte Noción de explicación de las acciones racionales en psicología.................... 105 Capítulo 5. Papel de las acciones racionales de los individuos en las teorías psicológicas................................................. 105 Modalidades de la acción humana...................................... 105 Motivación y su relación con las modalidades de la acción humana.................108 Racionalidad del comportamiento humano............................... 112 Referencias......................................................... 122 Capítulo 6. Papel del carácter disposicional del agente racional............... 123 Explicación disposicional de un objeto físico.............................. 123 Explicación disposicional de las acciones humanas......................... 126 Aspectos generales del carácter disposicional del agente racional...................130 Papel del agente racional consciente e inconsciente........................ 132 Referencias......................................................... 134 Cuarta parte Legado de la intencionalidad en psicología.................................... 135 Capítulo 7. Reino de la intencionalidad en la comprensión de la acción humana.... 135 Aspectos teleológicos de las acciones humanas............................ 137 Elementos de la acción humana........................................ 139 Percepción como una acción humana intencional.......................... 144 Referencias......................................................... 151 Capítulo 8. Papel del silogismo práctico en la comprensión de la acción humana.... 152 Dilema sobre la independencia de la causa y el efecto en la comprensión.................152 Antecedentes del silogismo práctico..................................... 155 Silogismo práctico actual.............................................. 160 Silogismo práctico de acontecimientos históricos individuales y colectivos..................169 Referencias......................................................... 178

Fundamentos filosóficos de la psicología Prólogo Esta colección es un tributo al racionalismo por contribuir a la explicación y comprensión de los bosques y valles, y también a la metafísica por aportar su correspondiente cuota de mosquitos que motivan al espíritu humano a despertar del sueño, manteniendo así a toda la humanidad en permanente incertidumbre. Es común que los tratados y cursos de filosofía de la psicología se dediquen a presentar contenidos temáticos relacionados con la filosofía de la ciencia, o bien, a presentar la evolución histórica del pensamiento psicológico en función de las teorías que más huella han dejado en la investigación y en el ejercicio profesional de la psicología, pero nunca a examinar o analizar los fundamentos filosóficos que hay atrás de ese pensamiento, relacionados con problemas no menos interesantes de contrastabilidad. Cuando esos esfuerzos se materializan en un libro, se convierten en sendos tratados de historia de las doctrinas psicológicas, y en los cursos se hacen meras revisiones de las principales ideas de las diferentes teorías que han impactado a la psicología. Esos tratados y cursos se centran en el carácter y los criterios del conocimiento psicológico y, en ocasiones, presentan su propia propuesta de un sistema teórico de algún campo de la psicología. Una vez delimitada la dimensión de análisis del sistema teórico, se ocupan de argumentar en favor de su valor y sus bondades en comparación con otros sistemas teóricos que abordan el mismo campo de estudio. Esto justifica abordar distintos sistemas teóricos que se han construido para explicar o comprender los variados fenómenos psicológicos, como las teorías de aprendizaje, motivación, personalidad, etc. Esta perspectiva de presentar la historia del pensamiento psicológico o de la filosofía de la ciencia como sinónimo de la filosofía de la psicología representa un extravío, puesto que esta última no se ocupa de lo sustancial de un sistema teórico, ni tampoco de cuál es el mejor sistema teórico para explicar o comprender algún campo de la psicología, sino de la lógica de su construcción y justificación. A los teóricos de la psicología les interesa la aceptabilidad de sus sistemas explicativos o comprensivos de tal o cual campo de la psicología, mientras que los filósofos de la psicología dirigen su atención hacia la contrastabilidad científica de dichos sistemas: su interés es de naturaleza metodológica. Precisamente, este libro se enfoca en examinar las principales ideas a las que ha recurrido la psicología para construir su cuerpo teórico, alejándose del atrayente y controversial campo de la aceptabilidad de tal o cual teoría. Por lo tanto, la obra incursiona en un área de interés filosófico denominada contexto de justificación o contexto de validación, y sólo cuando sea estrictamente necesario echará una mirada al área de la investigación empírica denominada contexto de descubrimiento, en donde predomina el interés por la aceptabilidad de las teorías. El hilo vi

Prólogo conductor se extiende a lo largo del contexto de validación, de justificación, de explicación o de predicción de los conocimientos psicológicos, puesto que, al margen de lo que afirman o niegan y de las diferencias en las técnicas de observación o experimentación, a todos los conocimientos que se generan en la psicología es posible aplicarles el método científico a pesar de que se nutran de una visión de las ciencias naturales, o bien, de las ciencias sociales y humanas. En el contexto de justificación se han dado las principales controversias en la psicología. Uno de los tópicos de mayor relevancia es, sin duda, el relacionado con la noción de explicación y compresión que debe adoptar la psicología para construir conocimientos de su objeto de estudio; es en este ambiente científico donde se desenvuelve esta serie de obras 1. Para ello, siendo fiel a las anteriores premisas, se intenta hacer una integración muy estrecha entre las nociones de explicación causal y de comprensión utilizadas para entender la realidad de los acontecimientos psicológicos, lo que en nuestro medio ha despertado escaso interés, salvo contadas excepciones. Esta serie de obras sobre los fundamentos filosóficos de las ciencias sociales y del comportamiento, entre las que se encuentra la psicología, se desarrolla a lo largo de una colección de tres libros que tiene como marco de referencia las nociones de explicación y comprensión. El primero de ellos, llamado Fundamentos filosóficos de la psicología, se aboca a presentar un panorama general de la encrucijada en que se encuentra la psicología, esto es, seguir el camino de la explicación o el de la comprensión. Este libro está dividido en cuatro partes, cada una de las cuales está compuesta por dos capítulos. En la primera, se echa una mirada fugaz a la psicología desde la ciencia. En la segunda, se presentan los fundamentos principales de los sistemas teóricos de la psicología. En la tercera, se examina la noción de explicación de las acciones racionales haciendo hincapié principalmente en el papel que tienen las teorías psicológicas. Por último, en la cuarta parte se aborda el legado de la intencionalidad en las teorías psicológicas. El primer capítulo aborda los dos grandes linajes del pensamiento que nutren tanto a la noción de explicación como a la de comprensión, representados por la tradición galileana y la aristotélica, respectivamente. Posteriormente, se hace un breve bosquejo sobre los albores de la ciencia moderna, para lo cual se retoma el pensamiento de Galileo, Descartes y Newton; y finaliza con el panorama actual de la psicología como ciencia. El segundo capítulo se aboca a presentar otros escenarios de controversia en la psicología, como las disputas entre lo nomotético y lo ideográfico, o lo cualitativo y lo cuantitativo; termina con un primer acercamiento 1 Que han sido posibles gracias a la DGAPA de la UNAM y al CONACYT mediante los proyectos DO-500993, IN-301794, IN315205-3 y 4514H, de los cuales fungí como investigador responsable. vii

Fundamentos filosóficos de la psicología a la disputa entre la explicación y la comprensión. Estos dos capítulos de la primera parte de la obra proporcionan un panorama general de las disputas; los detalles se abordan a lo largo de esta serie de tres obras. En el tercer capítulo se presenta la estructura lógica que han utilizado algunos sistemas teóricos para organizar sus argumentos en esquemas teóricos explicativos; se abordan las formas de conocer el universo psicológico por medio de los conceptos, las variables y los enunciados, y la manera en que éstos conforman sistemas teóricos. En el cuarto capítulo se examina la forma de organizar los sistemas teóricos; se comienza con los sistemas metateóricos y sus derivaciones en la actualidad; en seguida, se abordan los sistemas analíticos, proposicionales y los de modelamiento; para concluir, se discute sobre los niveles de abstracción y el alcance de las teorías en ciencias sociales y del comportamiento. Después, en el capítulo cinco se analiza el papel de las acciones racionales de los individuos en la noción teleológica de la comprensión: en primer lugar, se abordan las modalidades de la acción humana y su relación con la motivación, y en segundo lugar, se presentan los elementos involucrados en la explicación racional y algunos aspectos cuantitativos que se han aplicado en este enfoque de la explicación. En el capítulo seis, se aborda el carácter disposicional del agente racional tomando en consideración objetos físicos, acciones humanas y factores tales como los estados conscientes e inconscientes que se utilizan en la psicología para describir o explicar las acciones humanas; se establece que un agente posee ciertas capacidades, tendencias o inclinaciones, o que está sujeto a ciertas propensiones, lo cual significa que es capaz de hacer ciertas cosas cuando es necesario o que es propenso a hacer o sentir ciertas cosas en determinadas clases de situaciones. El capítulo siete, con el que se inicia la cuarta parte de esta obra, está dedicado a mostrar cómo se ha aplicado la noción de comprensión de la acción humana sobre la base de la intencionalidad. Primero, se presentan los aspectos teleológicos de las acciones humanas y los elementos de éstas, luego, se analiza la percepción como ejemplo de una acción humana intencional, interpretada con base en su intención y extensión, en donde se toma a la intención humana como un caso particular de la intensión lógica. En el capítulo ocho, se presentan los antecedentes y el papel que tienen hoy en día en la comprensión de la acción humana, así como también el dilema que hay sobre la independencia de la causa y el efecto en la comprensión; para finalizar con su uso en la comprensión de acontecimientos históricos y colectivos. En la segunda obra, titulada El Legado de la causalidad y la comprensión teleológica en las ciencias sociales y del comportamiento, se abordan los enfoques que se inclinan por el uso de la noción de explicación causal para entender los fenómenos sociales y del comportamiento, así como aquellos que adoptan la noción teleológica de la comprensión. viii

Prólogo Esta serie termina con la obra denominada El legado de la comprensión hermenéutica en las ciencias sociales y del comportamiento, dedicada a presentar las nociones de comprensión relacionadas con su búsqueda empática en la sociedad, así como la fenomenológica; se aborda también la manera en que la noción de comprensión se transforma en una interpretación hermenéutica y crítica de los significados presentes en la acción humana comunicativa. En ella también se presenta la famosa querella entre la teoría crítica y el racionalismo crítico, conocida como el problema de los métodos. En la parte final se presentan, a manera de conclusión de esta colección de tres obras, algunas ideas de cómo el binomio explicación-comprensión ha influido en la forma de abordar el estudio propio de las ciencias sociales y del comportamiento. Esta serie de obras sobre la explicación y comprensión en las ciencias sociales y del comportamiento es un atrevimiento que realizo como investigador a pesar de que en algunos espacios científicos consideran que estoy incursionando en un área que apunta a una dimensión diferente de la mostrada en mis antecedentes académicos, ya que de formación soy psicólogo, de especialidad matemático, de maestría nuevamente psicólogo y de doctorado sociólogo. Sin embargo, considero que ninguna persona debe ser condenada de por vida con un estigma que nunca podrá revertir por su osadía a incursionar en áreas del conocimiento que no puede acreditar mediante estudios formales. Tener por un atrevimiento esta colección de tres obras es una apreciación por demás improvisada que sólo refleja la creencia que aún persiste en algunos círculos científicos de que la profundización o consolidación en el conocimiento científico de la naturaleza del hombre es sinónimo de especialización y no de apertura hacia otros horizontes. Los científicos que todavía se aferran a esa creencia han olvidado que en el inicio de los tiempos, y todavía hasta el siglo xvii, el conocimiento no se fragmentaba en uno relacionado con la naturaleza y otro con la actividad humana. Como resultado de esta universalidad del conocimiento, los científicos del siglo xvii lograron establecer una concepción más completa del dominio de la ciencia que hoy se ha perdido casi por completo. En la actualidad, lo único que demuestra este extravío es la existencia, en determinados círculos científicos, de una especie de parroquialismo que induce a defender a ultranza las fronteras volátiles que ha fijado el hombre sobre el conocimiento de su propio ser. En esta serie de obras, se asume que construir conocimiento histórico no es una facultad exclusiva del historiador, ni hacer filosofía, del filósofo, ni que construir conocimiento psicológico es una responsabilidad privativa del psicólogo o sociólogo, sino una obligación de todos los científicos sociales y del comportamiento. Más aún, se parte también del supuesto de que tampoco es absolutamente seguro que los historiadores profesionales sepan más sobre las explicaciones históricas, ni que los filósofos sepan más sobre los asuntos filosóficos, ni los psicólogos ix

Fundamentos filosóficos de la psicología sepan más sobre los problemas psicológicos que cualquier otro científico, debido a que no existen monopolios de sabiduría ni zonas del conocimiento reservadas a las personas con determinado título universitario. Una deuda especial tengo con las personas cuyas contribuciones y comentarios me han aclarado los problemas de este campo. Mención especial merece el Dr. Ambrosio Velasco Gómez, que, en su espacio académico del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, invirtió generosamente su tiempo en brindarme asesorías para afinar los detalles de los manuscritos preliminares. Igualmente agradezco al Dr. Liberio Victorino Ramírez de la Universidad Autónoma de Chapingo por sus atinados comentarios. La finalidad de esta mención no es hacerlos responsables por lo que yo haya hecho de sus enseñanzas, sugerencias y comentarios, sino agradecerles y brindarles un reconocimiento por haberme compartido sus conocimientos desinteresadamente y en un ambiente cordial. A nivel personal, mi primera obra la dedicaba a mis raíces, ahora la dedico a mi huella, a Laura, compañera en la creación, por todo el tiempo que pasaste junto a mí y por la oportunidad que me diste de ser padre, así como también por los esfuerzos que dedicaste a leer los manuscritos originales y a comentar tus apreciaciones; igualmente, la dedico a Aura, mi hija, por la forma en que me hace ver la vida. Arturo Silva Rodríguez UNAM, FES-Iztacala Agosto, 2011 x

P RIMERA PART E Una mirada fugaz desde la ciencia a la psicología Capítulo 1 Explicar o comprender las acciones humanas? Un dilema permanente en psicología En el inicio de los tiempos y hasta el siglo xvii, los hombres que construían el conocimiento del universo no se asumían como cultivadores de un área del saber relacionada con la naturaleza, o bien, con la actividad humana, puesto que, a pesar de la variedad de campos de conocimiento que ya existían, la ciencia poseía una unidad fundamental que se apoyaba en una base triple: las personas, las ideas y las aplicaciones (Bernal, 1981). El científico era capaz de abarcar gran variedad de campos del conocimiento y de producir obras originales en cada uno de ellos; por ejemplo, el trabajo de Newton no sólo se desarrolló en el área de las matemáticas, astronomía, óptica y mecánica, sino también se ocupó durante varios años de la química. Como resultado de esta universalidad del conocimiento, los científicos del siglo xvii lograron establecer una concepción más completa del dominio de la ciencia que en la actualidad se ha perdido casi por completo. No fue sino hasta el siglo xviii cuando los científicos comenzaron a considerarse partidarios de una de dos esferas del conocimiento: una interesada en los fenómenos de la naturaleza y otra, en el estudio de los asuntos humanos. Esta distinción fue desfavorable para aquellos que se dedicaron al estudio de los asuntos humanos, puesto que cuando el trabajo experimental y empírico cobró mayor importancia en la visión de la ciencia, sobre todo a partir de lo que se llamó la revolución copernicana, los científicos que no cultivaban ese tipo de conocimiento fueron acusados de hacer afirmaciones a priori de verdades imposibles de poner a prueba. Ese fue el inicio de una disputa que ha perjudicado a la psicología, no sólo por la distinción entre el conocimiento de la naturaleza y de los asuntos sociales y del comportamiento, sino porque en el seno de la comunidad científica, especialmente en aquellos dedicados al estudio de la naturaleza, la distinción de las áreas de conocimiento ha dejado de ser una delimitación entre pares para convertirse en una clasificación jerárquica cuya cima es ocupada por los conocimientos derivados del estudio de la naturaleza. La situación anterior originó que la ciencia natural haya adquirido una legitimidad tanto social como intelectual desligada por completo, e incluso en gran cantidad de casos en franca contraposición, de cualquier tipo de conocimiento derivado del estudio de los asuntos sociales y del comportamiento. En ocasiones, la distinción en la jerarquía se ha visto tan grande que se ha llegado a declarar que a las ciencias sociales y del comportamiento, entre ellas la psicología, se les aplica el término de ciencia sólo por cortesía, debido a que de manera imperceptible se encaminan hacia las formas no científicas de la religión, la literatura y las artes, esto es, 1

Fundamentos filosóficos de la psicología hacia las actividades humanas conectadas con la comunicación de ideas, imágenes y sentimientos (Bernal, 1995). Es aún más sorprendente que esa opinión la han compartido investigadores dedicados a las ciencias sociales y del comportamiento tan destacados como Lévi- Strauss, cuando señaló que, a pesar de haber consagrado la vida entera a la práctica de las ciencias sociales y del comportamiento, no le molestaba en lo absoluto reconocer que entre éstas y las ciencias exactas y naturales sería imposible fingir una verdadera paridad, debido a que las unas son ciencias y las otras no, y que, si a pesar de todo se emplea el mismo término, es en virtud de una ficción semántica y de una esperanza filosófica carente aún de confirmación (Lévi-Strauss, 1981). A partir de esta desafortunada distinción, la psicología como parte de la controversia ha transitado un camino plagado de turbulencias que se han materializado tanto en disputas en contra de la visión oficial de la ciencia, como en controversias entre distintas visiones en el seno mismo de dicha ciencia. Éste es el panorama general del origen de los debates sobre la dirección que debería tomar el estudio de la psicología. Para cumplir con el objetivo de ofrecer un panorama general de las principales controversias que se han tejido alrededor de la disyuntiva explicación-comprensión, a continuación se presentarán los dos principales linajes que han servido de refugio a la humanidad para la construcción de conocimiento; después, se abordará el ambiente social que existía en los albores de la ciencia y, en seguida, se presentará muy brevemente el ambiente científico que se vive hoy en psicología, debido a que a lo largo de esta obra se hará referencia a las polémicas actuales. Dos grandes linajes del pensamiento En el siglo xix, cuando la ciencia natural ya había sentado sus bases intelectuales, algunos de los estudiosos de los asuntos del hombre, en especial aquellos que se inclinaban por una visión positivista del mundo humano, dirigieron su mirada hacia las ciencias naturales con la pretensión de alcanzar el criterio de cientificidad en boga en esos tiempos. Este hecho dio como resultado que se revivieran las principales cuestiones teóricas metodológicas de la filosofía de la ciencia relacionadas con los asuntos naturales y humanos del universo. Este nuevo clima en los círculos científicos derivó en una controversia, que hoy en día aún se mantiene, entre dos tradiciones del pensamiento, cuyos orígenes se pueden encontrar, a decir de Von Wright (1987), en el pensamiento de los griegos. Una de estas tradiciones es conocida como aristotélica, debido a que sus exponentes se basan en la lectura del pensamiento de Aristóteles; la otra ha sido identificada como galileana. La primera centra su atención principalmente en comprender las acciones humanas de modo teleológico o finalista; la segunda adopta una perspectiva mecanicista y se esfuerza por desarrollar conocimientos que permitan explicarlas y predecirlas. El representante por excelencia de la visión galileana en las ciencias sociales y del comportamiento es Augusto Comte, quien fue el principal exponente del positivismo. Una de las características más sobresalientes del positivismo es el 2

Explicar o comprender las acciones humanas? Un dilema permanente en psicología monismo metodológico, que sustenta la idea de unidad del método científico, es decir, no importa la diversidad de los objetos temáticos que la ciencia estudie, todos pueden ser examinados de una sola manera conforme al método desarrollado por las ciencias naturales, puesto que no hay diferencias lógicas fundamentales entre los fenómenos naturales y los asuntos humanos. Esto sustenta la creencia de que las ciencias naturales son el parámetro metodológico ideal de comparación para evaluar el grado de desarrollo y perfección de las demás ciencias. El otro principio, y el más importante para el tema que nos ocupa en este capítulo, dice que todas las explicaciones científicas deben ser causalistas, es decir, responder a las cuestiones acerca de las causas de los hechos sometiendo los casos individuales a leyes generales hipotéticas. Desde esta perspectiva, dar razón de los hechos sociales y del comportamiento por medio de intenciones, fines o propósitos debe rechazarse por ser acientífico, o bien, en caso de persistir en ellos, deben depurarse para eliminar los restos de animismo o vitalismo, para que una vez purificados se transformen en explicaciones causales. La otra tradición, identificada a menudo como aristotélica, fue una reacción principalmente en contra del positivismo, que había desterrado de la ciencia la interpretación de los fenómenos, debido a que consideraba que el objetivo de la ciencia era la formulación de leyes o sistemas de leyes. En consecuencia, los partidarios de la tradición galileana, y en especial del positivismo, consideraban que la psicología no era interpretativa, incluso en eventos relacionados con procesos interpretativos del campo de la cultura y la comunicación, como ya se apuntó en líneas anteriores. Aunque más diversificada y heterogénea, la tradición aristotélica, según von Wright, se distingue por rechazar el monismo metodológico y por negarse a considerar a las ciencias naturales como el ideal regulador único y supremo de la comprensión racional de la realidad (Von Wright, 1987). Los orígenes de esta tradición se remontan a los griegos, como Heráclito, Parménides, Diógenes, Anaxágoras, Platón y, en especial Aristóteles de donde se toma el nombre para identificar esta orientación. Aristóteles menciona en su Metafísica que no todos los métodos son adecuados para estudiar cualquier tema, puesto que hay hombres que no admiten más demostraciones que las de las matemáticas, otros que no quieren más que ejemplos, algunos que no encuentran mal que se invoque el testimonio de los poetas. Por último, hay quienes exigen que todo sea rigurosamente demostrado; mientras que otros encuentran este rigor insoportable, sea porque no pueden seguir la serie encadenada de las demostraciones o porque piensan que es perderse en futilidades en clara alusión a Aristófanes, quien le atribuye a los filósofos dedicarse a trivialidades cuando dice: Ahí tenéis a Sócrates y a Cherephon, que saben cuál es la extensión del salto de una pulga. Es preciso, por lo tanto, que sepamos ante todo qué suerte de demostración conviene a cada objeto particular; porque sería un absurdo confundir y mezclar la indagación de la ciencia y la del método. No debe exigirse rigor matemático en todo, sino tan sólo cuando se trate de objetos inmateriales (Aristóteles, 1992). Las argumentaciones para rechazar el monismo metodológico y la supremacía de las ciencias naturales se han centrado principalmente en poner de manifiesto 3

Fundamentos filosóficos de la psicología que a diferencia de la física, la química o la fisiología la psicología no aspira a establecer generalizaciones sobre fenómenos predecibles y reproducibles, al contrario, su propósito es comprender las características individuales y únicas de sus objetos de estudio; esto es, las ciencias sociales y del comportamiento no se interesan en los conceptos nomotéticos, sino en los ideográficos, pues buscan describir lo individual de las acciones humanas. Detrás de esta posición ideográfica está la idea de que no existe cosa o fenómeno en el universo que no fluya. Por consiguiente, ninguna generalización que se pretenda aplicar a dos o más fenómenos es verdadera; a lo más que se puede llegar es a comprender una secuencia de acontecimientos (Wallerstein, 1991). Del mismo modo que rechazan el monismo metodológico, los exponentes de la tradición aristotélica se oponen al enfoque positivista de la explicación, ya que consideran que el propósito principal de la psicología no es explicar los fenómenos, sino comprenderlos recreando en la mente del científico la atmósfera espiritual, pensamientos, sentimientos y motivos de su objeto de estudio, así como establecer vínculos entre las acciones humanas y la intencionalidad, pues como afirma Habermas, el problema de la comprensión ha cobrado importancia metodológica merced sobre todo a que el científico social y del comportamiento no puede acceder a esa realidad simbólicamente ya estructurada sólo por medio de la observación y a que, desde un punto de vista metodológico, la comprensión no es susceptible del mismo tipo de control que la observación en los experimentos (Habermas, 1989). Una vez que se despojó del carácter psicológico, la dimensión semántica de la comprensión adquirió un papel relevante en las discusiones teórico-metodológicas de las ciencias sociales y del comportamiento. En la actualidad, su importancia crece constantemente debido a que se encuentra en todas las cuestiones relativas a la interpretación de significados. Actualmente, la dimensión semántica de la comprensión ha rebasado el plano intencional subjetivo que considera que las intenciones de los agentes constituyen el sentido de las acciones 1 y se ha enriquecido al incursionar en el ámbito de las convenciones y reglas sociales, en las tradiciones y culturas y en la interpretación de las instituciones sociales. En el fondo de la disputa sobre la explicación y la comprensión en la psicología, cobijada por las dos grandes tradiciones aristotélica y galileana, está presente una polémica mayor y más antigua, profunda y abarcadora: qué es ciencia? Desde la antigüedad, el hombre ha reflexionado sobre lo que pasa en el universo, las fuerzas espirituales y las estructuras sociales que ha creado. Gran parte de esta sabiduría es presentada como conocimiento revelado, o bien, resultado de deducciones racionales de ciertas verdades inherentes y eternas. La psicología actual es heredera directa de ese tipo de sabiduría que cultivaron nuestros ancestros, a pesar de que, como señala Wallerstein, en estos tiempos a menudo no se reconoce ni se agradece este hecho, debido fundamentalmente a que las ciencias sociales y del comportamiento se definieron 1 Característica que permeaba en los primeros intentos por incluir a la comprensión en el estudio de los asuntos humanos, cuyo principal exponente es Dilthey. 4

Explicar o comprender las acciones humanas? Un dilema permanente en psicología como la búsqueda de verdades que trascendieran las fronteras de la sabiduría recibida o deducida (Wallerstein, 1996). Con la finalidad de contextualizar la disputa explicación-comprensión dentro de la psicología, a continuación se hará una semblanza del origen de dicho quehacer humano y la forma en que se ha transformado. Albores de la ciencia moderna Si bien el término ciencia significa simplemente conocimiento, en sus orígenes se usó para diferenciar el conocimiento obtenido de la indagación del cultivado por la teología y la metafísica. Uno de los antecedentes más remotos y probablemente el de mayor impacto en la distinción del conocimiento científico y el conocimiento teológico es la disputa astronómica respecto de si la Tierra o el Sol formaban el centro de lo que ahora llamamos sistema solar. La teoría en boga en esa época estaba íntimamente ligada con el conocimiento teológico del universo: Ptolomeo afirmaba que el centro del universo es la Tierra en reposo y alrededor de ella giran el sol, la luna, los planetas y los sistemas de estrellas fijas. Por el contrario, para la teoría antagónica, representada por Copérnico (1473-1543), la Tierra, lejos de estar en reposo, realiza un doble movimiento consistente en rotar en su propio eje una vez al día, y en girar alrededor del sol una vez al año (Russell, 1994). Ha sido tal el impacto de la visión heliocéntrica en la elaboración de conocimiento científico que en nuestra época se le conoce como la revolución copernicana. Eppur, si mouve Después de esta revolución, e inspirado en el pensamiento de Copérnico, Galileo (1564-1642) inició el conocimiento de las leyes que gobiernan el movimiento de los cuerpos. Partió de la idea de que se debe considerar la influencia de circunstancias externas para explicar no el movimiento de un cuerpo, sino el cambio de movimiento, ya sea la dirección, la velocidad o ambas. Galileo aplicó este principio para explicar los resultados obtenidos con la caída de los cuerpos. El pensamiento aristotélico, que en ese momento se enseñaba, establecía que la velocidad con que un cuerpo cae es proporcional a su peso; esto es, si un cuerpo con el doble de peso que otro cae de una misma altura, el cuerpo más pesado caerá dos veces más rápido que el más liviano. Para demostrar lo errado del pensamiento de Aristóteles, Galileo acostumbraba a arrojar trozos grandes y pequeños de metal desde la torre inclinada de Pisa cuando alumnos aristotélicos asistían a sus clases. El resultado de este sencillo experimento era que tanto el pedazo grande como el pequeño llegaban casi al mismo tiempo a la tierra. Si bien los hallazgos de Galileo, en el plano netamente explicativo, refutaron el pensamiento de Aristóteles, provocaron, en el plano social, que se ahondaran las diferencias y se incrementaran, a decir de Russell (1994), los odios de los que creían que la verdad debe buscarse en los libros más bien que en los experimentos (p. 26). Éste es uno de los antecedentes remotos de la disputa entre la explicación y la comprensión hermenéutica de los textos. 5

Fundamentos filosóficos de la psicología Aunque el experimento de la caída de los cuerpos contradecía el pensamiento de Aristóteles mantenido por más de 2000 años, a los partidarios de la visión aristotélica sólo les provocó molestia. Sin embargo, la situación no fue tan grave como para que Galileo fuera condenado por la Inquisición. Lo que realmente originó una condena enérgica por parte de la Iglesia cristiana, y en particular de los teólogos, fueron sus descubrimientos astronómicos, en especial el de la existencia de satélites en Júpiter, pues, por ser una copia en miniatura del modelo de sistema solar propuesto por Copérnico, apoyaba la teoría de éste. Fue tal el rechazo de este descubrimiento, que los aristotélicos se negaban a mirar por el telescopio y sostenían obstinadamente que las lunas de Júpiter eran sólo una ilusión; incluso llegaron a decir que para ver los satélites de Júpiter los hombres tienen que hacer un instrumento que puede haberlos creado (Russell, 1994). Como consecuencia del descubrimiento de Galileo y de la publicación de su obra Diálogo sobre los dos mayores sistemas del mundo, ptolemaico y copernicano (Enciclopedia Hispánica 1995), en la cual presentaba la visión de Ptolomeo y la de Copérnico, inclinándose a favor de este último, la Inquisición la emprendió contra la astronomía; llegó por deducciones basadas en textos de la Escritura a dos verdades importantes: a) que la afirmación de que el Sol es el centro y no se mueve alrededor de la Tierra es necia, absurda y falsa en teología, y herética, por la sencilla razón de que es contraria a las enseñanzas de la Sagrada Escritura; y, por consiguiente, (b) la afirmación de que la tierra no es el centro, sino que se mueve alrededor del Sol, también es absurda, falsa en filosofía y, desde el punto de vista teológico al menos, opuesta a la verdad de la fe. Así, Galileo fue acusado por la Inquisición de que sus enseñanzas eran contrarias a las de la Sagrada Escritura, y amenazado por el Santo Oficio de que, si no se retractaba, sería condenado a formal prisión por herejía. Ante tal situación, Galileo, de rodillas y en público, dijo que... abjuraba, maldecía y detestaba dicha herejía y que, además, juraba que nunca más en el futuro diría o afirmaría, ni verbal ni por escrito, algo que pudiera dar nacimiento a una semejante sospecha en él (Russell, 1994, p. 31). De esta forma fue como renunció a sus opiniones científicas y declaró su adhesión a la ortodoxia teológica imperante en su época. Sin embargo, cuenta la leyenda que, al concluir su abjuración, Galileo, refiriéndose al desplazamiento de la Tierra, murmuró: Eppur, si muove, que en buen castellano significa y, a pesar de todo, se mueve. Someter a Galileo a juicio ante el Santo Oficio, más que evitar la proliferación de sus ideas sobre el universo, fue un acontecimiento que hizo época, ya que fue una clara manifestación del conflicto entre la ciencia y el dogma religioso; afortunadamente, sus efectos produjeron la reacción contraria a la esperada por sus adversarios. El veredicto del Santo Oficio fue recibido con disgusto por la mayoría de las personas cultas, hasta en los países católicos, y produjo como reacción un aumento del prestigio de la nueva ciencia revolucionara y experimental, sobre todo en los países que se habían independizado de la autoridad de Roma. La obra de Galileo fue la culminación del ataque a la antigua cosmología que, a partir de ese momento, se derrumbó lenta y silenciosamente (Bernal, 1981). 6

Explicar o comprender las acciones humanas? Un dilema permanente en psicología Je pense, donc je suis (Cogito ergo sum) Los teólogos protestantes fueron, al igual que los católicos, intolerantes con las nuevas teorías, pero sus herramientas fueron menos eficaces, debido a que no tenían un cuerpo represor tan tenebroso e inhumano como la Santa Inquisición de los católicos; además, por el hecho de haberse diversificado en una multiplicidad de sectas, se dificultaba la persecución efectiva. No obstante, Descartes (1596-1650) fue muy prudente y valeroso en su ataque contra la vieja filosofía. No tuvo deseo alguno de entrar en conflicto con la religión organizada, ya que sabía que esa clase de conflictos había llevado a Bruno en la Roma católica y a Servet en la Ginebra calvinista a ser condenados y quemados vivos. Cuando Descartes se enteró de la condena a Galileo, quedó tan aterrado que huyó a refugiarse a Holanda. Sin embargo, esto no fue obstáculo para que a Descartes se le considere con toda justicia el padre de la filosofía moderna, ya que fue uno de los primeros que rompió con el aparato conceptual de la escolástica medieval para edificar un sistema sobre bases nuevas. Descartes fue uno de los que formuló, de manera más precisa que cualquiera de sus antecesores, la división del universo en una parte física y en una moral o revelada, que se mantiene en algunos sectores científicos. Si bien otros filósofos, como Roger y Francis Bacon, ya habían declarado que los conocimientos que se obtienen por medio de la fe o la revelación se deben tomar con mucha reserva, para Descartes esta distinción fue parte medular y racional de la filosofía, al reconocer la existencia de tres propiedades que permitían delimitar los objetos en el universo. La primera propiedad correspondía a lo que Galileo identificó como la extensión y el movimiento; las llamó primeras por ser las únicas realidades físicas. Identificó la segunda propiedad con la existencia de los colores, los sabores y los olores. Más allá de éstas, consideró una región que por sus características era menos accesible a la física y que comprendía las pasiones, la voluntad, el amor y la fe. De estas tres propiedades, en opinión de Descartes, la ciencia se debía ocupar principalmente de la primera, el de las propiedades mesurables y, en menor medida, de las cualidades secundarias, pero de las que nunca se debía ocupar eran de las del tercer conjunto por ser propiedades que constituyen el dominio de la revelación (Bernal, 1981). Producto del desencanto de las enseñanzas que había recibido 2 y convencido de que la realidad entera respondía a un orden racional, deseaba construir un método que hiciera posible alcanzar en todo ámbito del conocimiento la certidumbre de toda afirmación sobre la naturaleza. Para lograr sus fines, Descartes estructuró su método en cuatro reglas, descritas en su obra Discurso del Método, que establecen: 2 En su época, la Iglesia estaba decidida a mantener vigente el sistema aristotélicotomista para conservar los dogmas de la fe, aun a costa de enviar a prisión o hasta a la muerte a los pensadores más notables del momento, como sucedió con Galileo. Era claro que existía una intolerancia hacia toda persona que pusiera en duda los dogmas de la fe, ya que la Iglesia no estaba dispuesta a tolerar ningún otro sistema que cuestionara los conocimientos que difundía. 7

Fundamentos filosóficos de la psicología I. No aceptar como verdadero nada de lo que no se tenga absoluta certeza de que lo es; II. Descomponer cada problema en sus partes mínimas; III. Ir de lo más comprensible a lo más complejo; y IV. Revisar el proceso para tener la seguridad de que no existe ninguna omisión. El punto fundamental de estas cuatro reglas es la manera de alcanzar la certeza; la respuesta que Descartes dio a este problema fue que se utilizara la duda metódica. De acuerdo con este principio, se debe de poner en duda todos los conocimientos, incluido el de la propia existencia. Ahora bien, en toda duda hay algo de lo que no podemos dudar, la duda misma; esto es, no se puede dudar que se está dudando y, como la duda sigue siendo un pensamiento, el pensamiento de quien está dudando, no se puede dudar sin existir. Por lo tanto, de algo se puede estar firmemente seguro: Je pense, donc je suis, que en castellano quiere decir: Pienso, luego existo. Yo soy, en fin una sustancia pensante, espiritual. A Descartes también se le debe la distinción radical entre cuerpo y alma o materia y espíritu; por ejemplo, en esta distinción identifica a los animales con máquinas. Sin embargo, con el hombre hace una excepción y considera que está formado de cuerpo y alma y que a pesar de ser el cuerpo por definición material y extenso, y el alma espiritual y pensante, por lo que debería haber entre ellos una total incomunicación en el hombre se da una absoluta comunicación entre el alma y el cuerpo por medio de la glándula pineal, situada en el encéfalo. Sin ser la obra de Descartes tan desestabilizadora de los cánones imperantes en su tiempo como la de Galileo, su pensamiento gozó de gran atractivo por basarse en una mezcla de conclusiones obtenidas por medio de la realización de experimentos con otras deducidas de los primeros principios de su célebre método. Otro logro de Descartes fue la división entre la religión y la ciencia, ya que permitió a los científicos efectuar su trabajo libre de interferencias religiosas teniendo cuidado de no invadir la esfera de la religión. Esto propició que apareciera una clase de científico puro que evitaba incursionar en dominios del conocimiento donde se exponía a verse involucrado en controversias de carácter teológico y político; de hecho, Descartes fue uno de los primeros científicos de este tipo cuando se vio obligado a no publicar una de sus obras al conocer la noticia del proceso de Galileo. La manzana regresa para cambiar el derrotero de la humanidad La Biblia relata en el libro del Génesis del Viejo Testamento que Adán y Eva vivían en el paraíso, alejados de toda preocupación mundana, y que Dios les había ordenado no comer del fruto prohibido; no obstante, Adán comió la manzana orillado por las constantes invitaciones de Eva en compañía de una serpiente. Como consecuencia de ese acto, Dios decretó que la serpiente debería arrastrarse por todos los tiempos; para Adán y Eva, la condena sería convertirse en mortales hasta la posteridad y, después de la muerte, sufrir un castigo eterno en el infierno. 8

Explicar o comprender las acciones humanas? Un dilema permanente en psicología Este castigo alcanzaría a toda su descendencia, con ciertas excepciones, como llevar una vida ejemplar. Desde el momento del pecado de Adán, los animales empezaron a hacerse presas unos de otros y la tierra fue maldita, de manera que el hombre ya no podría obtener directamente el sustento de ella, excepto por una labor penosa que implicaba el sudor de su frente. En el siglo xvii, la manzana regresa a jugar un papel fundamental en el derrotero de la humanidad, puesto que, como cuentan las crónicas de la época, Newton (1642-1727) dedujo, al observar la caída de una manzana, la ley de la gravitación universal. Esta ley establece que toda partícula de materia del universo atrae a cualquier otra partícula con una fuerza directamente proporcional al producto de las masas de ambas partículas e inversamente proporcional al cuadrado de las distancias que las separan (Sears y Zemansky, 1971). Aunque no parece por su complejidad que Newton haya establecido la ley de la gravitación universal a partir del suceso de la manzana sino más bien de la idea de que el movimiento de los planetas implica la existencia de una fuerza que equilibra la fuerza centrífuga con la fuerza centrípeta, tal y como lo ejerce la honda sobre la piedra, no deja de ser asombroso que la interpretación de estos dos eventos que han cambiado significativamente el rumbo de la humanidad se vean relacionados por un objeto en común. El establecimiento de la ley de la gravitación universal ha sido uno de los principales triunfos científicos de la humanidad, debido a que permitió la elaboración de un sistema general de la mecánica, capaz de explicar el movimiento de las estrellas en función del comportamiento observable de la materia en la tierra. El impacto de la visión mecanicista del mundo fue tan grande en las ideas de los enciclopedistas franceses, que llevó a afirmar que ésta no dejaba lugar para la existencia de Dios. En Newton, la teoría de la gravedad de Descartes que establecía que los cuerpos pesados eran succionados hacia sus centros de atracción por algún secreto principio de insociabilidad de los éteres de sus vórtices fue sustituida por la consideración de un mecanismo que funcionaba en consonancia con una ley natural, sin la necesidad de la aplicación continua de una fuerza, ya que lo único que se requirió fue la intervención divina para su creación y para su puesta en movimiento. Es evidente que la afirmación de que el pensamiento de Newton no deja lugar para la existencia de Dios es una opinión desmesurada, puesto que Newton era un hombre profundamente religioso y creyente en la inspiración literal de la Biblia; en su visión, Dios aparece como un legislador que creó el mundo y después hizo reglas que determinaron todos los acaeceres posteriores sin ninguna necesidad de su intervención. Lo que en verdad es incuestionable es que la teoría newtoniana de la gravitación contribuyó en gran medida a sentar las bases de la etapa final de la transformación de la concepción aristotélica del mundo, que iniciara Copérnico, hacia una visión mecanicista del universo. Otro de los máximos logros de Newton fue la formulación de sus leyes del movimiento que sustituyeron la concepción estática del universo por una concepción dinámica, las cuales establecen que: 9