CIHAC. CM-E COSTA RICA NUÑEZ MELENDEZ, ESTEBAN

Transcripción

1 CIHAC. CM-E COSTA RICA NUÑEZ MELENDEZ, ESTEBAN Plantas medicinales de Costa Rica y su folclore. San José: Universidad de Costa Rica, p.

2 U NIVERSIDAD DE COSTA RICA PLANTAS MEDICINALES DE COSTA RICA Y SU FOLCLORE ESTEBAN NUÑEZ MELENDEZ, ph. D. Profesor Visitante " Ciudad Universitaria "Rodrigo Facial' 1975

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4 Dedico esta obra a la clase médico- farmacéutica de Costa Rica, en reconocimiento a sus servicios en el mejoramiento de la salud pública, y a la que en forma similar contribuyeron los antepasados con las plantas medicinales.

5 BIBLIOTECA CARLOS MELf.NDf.Z tlnmllsioad tl[ COSTA RICA C.\.Il.A.C.

6 UNAS PALABRAS El Dr. Esteban Núñez Meléndez, catedrático de la Universidad de Puerto Rico, ha permanecido como Profesor Visitante en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Costa Rica, desde setiembre de 1973 hasta agosto de 1974, gracias a una merecida licencia sabática que aquélla le otorgó. Durante ese lapso, él ha podido dedicarse de lleno al estudio botánico- farmacéutico de la flora nacional, lo que constituye un privilegio para nuestra patria y un honor para la Universidad que lo ha albergado. El señor Núñez, doctorado en Farmacognosia por la Universidad del Estado de Florida, Estados Unidos, no ha sido sólo un magnífico educador, sino también un notable investigador que no se ha conformado con permanecer dentro de los límites de su laboratorio. Aunque ha realizado investigaciones de gran relevancia científica, tal como el descubrimiento de la Portorricina - alcaloide obtenido de una planta endémica de su país y de reconocido uso como estimulante de la respiración-, su espíritu inquieto lo ha llevado a publicar, además de los resultados de sus trabajos fitoquímicos, libros de texto y obras serias de divulgación sobre plantas medicinales. Este destacado catedrático puertorriqueño ha producido un nuevo fruto durante su permanencia en nuestra nación: el libro intitulado "Plantas Medicinales de Costa Rica y su Folclore". Para producir la obra ha efectuado trabajos de observación en los campos costarricenses; pero se ha basado, fundamentalmente, en una acuciosa investigación bibliográfica sobre la rica flora medicinal de este país, sus usos por parte del pueblo y otros aspectos interesantes que abarcan lo histórico, geográfico y geológico de su habitat. Además de las proyecciones y del significado que este

7 trabajo tiene para Costa Rica, constituye un valioso aporte a la literatura latinoamericana de su género - muy escasa por cierto en esta rama de la Historia Natural-, razones por las que hemos visto con complacencia que la Universidad de Costa Rica publique su primera edición. Osear A. Ramlrez Decano Facultad de Farmacia Universidad de Costa Rica Ciudad Universitaria "Rodrigo Facio" San Pedro, Costa Rica Agosto de 1974

8 INTRODUCCION Durante los muchos años de mi docencia universitaria en Puerto Rico, he estado dedicado al estudio de la medicación de origen natural, mayonnente de los reinos vegetal y animal, es decir al estudio de la farmacognosia. Recientemente me ha interesado el estudio del folclore de las plantas medicinales de mi país y de las demás islas del Caribe, y presenté unas anotaciones sobre este tema. Noté que la antropología de Puerto Rico está íntimamente relacionada con la de los países de la Cuenca del Caribe y por ello nació en mí la urgencia de dirigirme a uno de los países de Centro América a estudiar las intimidades del folclore y establecer las relaciones de éste con el de mi país. El clima, la estabilidad políticá, las facilidades para efectuar el estudio y las excelentes relaciones de los líderes de mi país 'con los de esta democracia centroamericana, fueron entre otros, los factores que me impulsaron a realizar el estudio en Costa Rica. No dejo de admitir, sin embargo, que motivaciones más bien personales también influyeron en mi decisión final, pues si no algunas de las anteriores razones, otras posiblemente de mayor peso, me hubiesen dirigido para hacerlo en otra de estas hermanas repúblicas, que admiro como pueblos hispánicos, por sus grandes características de uno u otro género. Solicité pues, las facilidades para hacerlo a la Facultad de Farmacia, que tan dignamente dirige el Dr. Oscar Ramírez en esta Universidad de Costa Rica, y gestioné la concesión de licencia sabática de parte de la Universidad de Puerto Rico. El señor decano costarricense aceptó el plan que le propusiera y en gesto que he agradecido profundamente, tuvo a bien incorporarme a su Facultad como Profesor Visitante. El diccionario de la Real Academia Española, en su última edición, dice sobre el término "folclore" (cito)... "(voz inglesa) ciencia que estudia las manifestaciones colectivas producidas entre el pueblo, las esferas de las artes, costumbres y creencias..." Desde los tiempos más primitivos, el hombre, por 7

9 impulso natural y comprensible, ha recurrido a la naturaleza para conseguir el alivio, la curación, o la prevención de los malestares que han afectado su organismo. En su contínuo afán por lograr sus objetivos ha usado, no solamente las plantas y sus productos, sino también los obtenidos de animales de todas las categorías y también un extenso número de minerales, y otras sustancias de diversa índole. A través de los tiempos, y por su natural experimentación, obtuvo numerosos conocimientos, muchos con fundamentos científicos de actualidad. Pero la falta de experimentación científica, el lento progreso de la civilización, los preceptos religiosos imperantes, las costumbres, y las características sociales y geográficas condicionaron el uso y las preferencias de las sustancias disponibles, optándose en el curso de los años, por utilizar algunos medicamentos de dudoso beneficio, al mismo tiempo que otras sustancias, cuyo valor medicinal ha sido comprobado científicamente. Para el logro de los propósitos de la presente obra, he utilizado los libros, publicaciones, entrevistas, y otros recursos que obviamente proveen la mayor cantidad de información confiable, que refleje legítimamente el folclore y el uso racional de la medicación de origen natural. El cambio de impresiones con numerosas personas de todas las esferas sociales, incluyendo desde luego a curanderos, fue sumamente provechoso. Otras personas, más especializadas en la botánica y ciencias afines, han contribuido notablemente al logro de esta obra. De todos estoy muy agradecido. No desperdicié tiempo alguno, e interpreto que lo aproveché al máximo con el fin de recoger la mayor información bibliográfica sobre esta materia. He visitado numerosos sitios de esta república, tanto para el cambio de impresiones, como para la observación del cultivo de plantas medicinales. Resta a otros estudiosos completar lo aquí comenzado. He creído prudente incluir capítulos de generalidades sobre esta república, y ligeras anotaciones sobre los aborígenes, de modo que también personas del extranjero, puedan apreciar más fielmente la labor folclórica de la obra. 8

10 Las plantas medicinales las he presentado por orden alfabético, clasificadas por familias. Cada planta lleva como título su nombre científico, seguido de sus nombres vulgares o corrientes. He creído conveniente hacerlo en esta forma, ya que así no hay lugar a equivocaciones. En muchos casos el nombre vulgar se le asigna a varias plantas distintas y esto ocasiona confusiones. En cambio, el nombre científico es único. He creído conveniente incluir un glosario de los términos científicos incluidos en la obra, como una ayuda para aquellos que deseen ampliar sus conocimientos. La obra contiene un índice detallado que ayuda a referirse a cualquier planta que se desee, ya sea por un nombre vulgar o por el nombre científico. Conviene advertir la precaución que debe t.enerse al usar plantas medicinales. Es cierto que en algunos casos la acción de una droga puede ser beneficiosa sin producir efectos secundarios peligrosos, pero hay otros casos en que la misma droga podría afectar a distintas personas en diferentes formas. Por lo tanto, nuestra recomendación es que en casos de enfermedad siempre debe consultarse al facultativo. La intención de esta obra es informativa, y no debe considerarse como un sustituto de la opinión médica. Repito, esta humilde contribución representa un esfuerzo por recopilar la mayor cantidad posible de la información sobre el folclore y el uso racional de la flora medicinal de Costa Rica. Conlleva frutos de mi humilde preparación y experiencia de los muchos años que he dedicado al estudio, a la investigación científica, y a la enseñanza de la materia médica de origen natural. Si mi esfuerzo es de alguna utilidad a los amantes de la medicación que se obtiene de la naturaleza, ello constituiría un motivo de gran satisfacción y orgullo. Por ello le estoy muy agradecido a todos los que me dieron su eficaz cooperación. El autor. 9

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12 Expresiones de Agradecimiento Ante la imposibilidad de hacer una lista de todos los nombres de las personas de distintos lugares de Costa Rica que nos ofrecieron su efectiva cooperación en nuestro esfuerzo por recopilar la información sobre el folclore de las plantas medicinales del país, tendremos que optar por mencionar solamente aquellos, cuyo aporte fue de especial significado. A los demás colaboradores les rogamos que nos perdonen la omisión, pues ésta no es debida a ausencia de agradecimiento de nuestra parte. Debemos destacar en primer término, la ayuda que recibimos del Decano de la Facultad de Farmacia, Dr. Oscar A. Ramírez. Fue él quien hizo posible la realización de esta obra folclórica, al aceptar nuestro pedido para trasladarnos a su Facultad mediante una licencia sabática que nos fuera concedida por la Universidad de Puerto Rico. Las atenciones del decano, las de su secretario, el Dr. Fulvio Donato, su Facultad y sus estudiantes, fueron estimuladoras en todo momento. En segundo lugar, hemos de hacer mención del personal de la Biblioteca de la Universidad de Costa Rica, cuya pericia profesional, dotes de tolerancia, dedicación y hasta sacrificio, estuvieron a nuestra disposición cuantas veces acudimos a ellos. En forma similar, hacemos constar nuestro agradecimiento al personal de la Biblioteca Nacional, al de los Archivos Nacionales, al de la Biblioteca de la Asamblea Legislativa y al de la Biblioteca del Banco Central. Es con orgullo que nos referimos de manera especial a la cooperación recibida del prestigioso farmacéutico y botánico, Dr. Otón Jiménez L., quien compartió con nosotros sus extensos conocimientos sobre la flora de Costa Rica, y en quien reconocemos su gran dedicación y amor a las ciencias naturales. El es, sin duda, uno de los más destacados valores costarricenses. Agradecemos también la cooperación de Don Salvador Jiménez, director de la Biblioteca de la Asamblea Legislativa, quien posee extensa información folclórica sobre numerosas 11

13 plantas medicinales, y quien además, nos ayudó en la revisión de la obra, y del Dr. Enrique Malavassi V., profesor de geología de la Universidad de Costa Rica. El Dr. Malavassi nos proveyó amplia información sobre la geología de Costa Rica y revisó el capítulo de la obra referente a esta materia. Vayan también las expresiones de nuestro agradecimiento al Director del Museo Nacional, Don Luis Diego Gómez P. por habernos suministrado descripciones de varias plantas medicinales, y al Dr. Carlos H. Aguilar P., subdirector del Departamento de Ciencias del Hombre, de la Facultad de Ciencias y Letras de la Universidad de Costa Rica. A todos los que nos brindaron su apoyo y cooperación efectiva, en una u otra forma, gracias, muchas gracias. El Autor 12

14 GENERALIDADES SOBRE COSTA RICA Situada en la América Central, entre Panamá y Nicaragua, entre los 8 y ' latitud norte y los ' Y ' longitud oeste, se encuentra Costa Rica (1). Forma, junto con Panamá, la parte más estrecha del Continente, en ventajosa situación por esta circunstancia como centro del tráfico y tránsito internacionales y por su altura y diversidad de climas agradables, lleva el privilegio entre las repúblicas que le rodean. Situación, límites, superficie y población total: La separa de Nicaragua una línea que, partiendo del mar Caribe, comienza en la extremidad de Punta de Castilla, en la desembocadura del río de San Juan, en Nicaragua y sigue por la margen derecha de este río hasta tres millas inglesas del Castillo Viejo. De aquí sigue una curva, cuyo centro son las fortificaciones de dicho castillo, distante tres millas más,,;p toda su progresión y que termina en un punto a dos millas de distancia de la ribera del río, aguas arriba del Castillo. Continúa la línea divisoria hacia el oeste en dirección al río Sapoá, tributario del lago de Nicaragua y sigue un curso que dista siempre dos millas de la margen derecha del río San Juan hasta su origen en el lago, y de la margen derecha del lago, siempre a dos millas de distancia del río Sapoá, en donde termina esta línea paralela a dicha margen. Al intersectar esta línea con el Sapoá, continúa por una recta astronómica hasta el punto céntrico de la bahía de Salinas en el oceáno Pacífico. Al este colinda con el mar Caribe, al oeste con el Océano Pacífico y al sureste con la República de Panamá. Puede estimarse que la línea divisoria con este país, comienza en la boca del río Sixaola, en el mar Caribe y sigue, casi en línea recta hasta la Punta Burica en el Pacífico. Las costas miden aproximadamente 212 Km. sobre el oceáno Atlántico, y 1,018 sobre el Pacífico. La primera es baja y arenosa en línea recta con pequeños cabos o 13

15 penínsulas que no le privan su aspecto uniforme. La del Océano Pacífico, por el contrario, es muy sinuosa, con extensas bahías y numerosas radas o fondeaderos que le ofrecen protección a las embarcaciones. La población total de Costa Rica, de acuerdo con el censo de 1972 (2), fue de 1,811,290 dividida en siguiente forma: La provincia de San José, 647,317; Alajuela, 326, 047; Cartago, 209,034; Heredia, 111,084; Guanacaste, 200,044; Puntarenas, 223,886, y la de Limón, 93,878. Se notará que casi toda la población está concentrada en el interior, principalmente en el Valle Central. Cartografía Posiblemente el primero en trabajar en la cartografía de Costa Rica, fue Fernando de Oviedo y Valdés, quien organizó un mapa cartográfico del Golfo de Nicoya. Alejandro von Frantzius (3) hizo un estudio muy interesante sobre la cartografía del país. Informó que sólo después de 1560, cuando ya había sido conquistada la provincia de Nicaragua, salieron de esta república y de la Guatemala varias expediciones con el objeto de penetrar en el interior de Costa Rica y "afianzar el dominio de España". Según von Frantzius, la primera carta geográfica que se ejecutó con arreglo a algunas medidas, fue la publicada en 1794 con la obra de don Felipe Bauzá basada en los -dibujos y observaciones de Malaspina (3). En 1836 apareció el mapa de Costa Rica diseñado por Galindo, quien sin hacer uso del de Bauzá, marcó las poblaciones del interior. Constituyó un gran adelanto en la geografía de la república la orden del Almirantazgo inglés para que se trazara la carta hidrográfica de todo el istmo centroamericano. Se publicaron entonces varios estudios importantes y salieron a la luz pública las primeras informaciones sobre la costa del Darién, de J.A. Lloyd, en 1829; en 1839 aparecieron las de la costa noroeste de Centroamérica, hechas por el Capitán E. Barnett, y en 1838, las de la costa suroeste hechas por E. Balcher. Según von Frantzius, el mapa de Baily difiere muy poco 14

16 del que publicó don Felipe Molina. Tanto éste como el de Baily tienen la ventaja de estar libre de los errores del de Galindo. Desde entonces transcurrió mucho tiempo antes de que apareciera un nuevo mapa de Costa Rica. Se publicaron numerosos folletos sobre las ventajas que ofrecía la república al colono y la fertilidad de su suelo, describiéndola como un paraíso a los inmigrantes. Llamó la atención de los hombres de ciencias y comenzó a ser conocida por varias personas ilustradas. La mayor parte de las publicaciones sin embargo, copiaban los mapas de BaBy y de Molina. Von Frantzius cita un gran número de científicos que contribuyeron a la cartografía de Costa Rica y de los demás países de Centroamérica. En la actualidad, el Instituto de Geografía de Costa Rica ha editado el mapa básico completo de Costa Rica a una escala de 1 en SO.OOO. Geología En su bibliografía sobre la geología de Costa Rica, Gabriel Dengo (4) informa que William M. Gabb puede considerarse como el primer geólogo que inició el estudio sistemático de una parte de Costa Rica. Sus actividades se desarrollaron principalmente en la región de Talamanca durante los años 1873 a Es interesante notar que muchos de sus conceptos sobre la geología de esta región, expresados hace más de tres cuartos de siglo, aún son válidos. En sus apuntes históricos sobre la geología de este país, Enrique Malavassi (S) cita una serie de conceptos formulados por diversos investigadores. Alejandro Humboldt considera el sistema cordillero americano circunpacífico como una sola unidad geológica; Eduardo Suess considera parte de América Central integrando el gran Oceáno Antillano; Cad Sapper expuso su teoría de la doble estructura geológica de América Central; Robert T. Hill considera a Centroamérica en el llamado Sistema Antillano; Pedro Sánchez considera la individualidad geológica de Centroamérica; Cad Troll divide a Centroamérica en el Sistema Montañoso del Norte y el del Sur que abarca a Costa Rica. Charles S~huchert hizo una 15

17 descripción de la evolución geológica de Costa Riéa, y A.A. Olsen considera que Panamá y parte de Costa Rica pertenecen a un antiguo bloque de rocas que se extendían por el oeste dentro del Pacífico hasta una distancia ahora desconocida, pero que llegaba hasta el archipiélago de los Galápagos. En Costa Rica hay dos cordilleras volcánicas, la Cordillera Volcánica Central y la Cordillera Volcánica de Guanacaste. En la primera se incluyen las siguientes estructuras volcánicas: los volcanes Platanar, Porvenir, el Cerro, Volcán Viejo, Volcán Poás, la Laguna del Poás, Volcán Barba, Cerro Gongolona, Cerro Cacho Negro, cráteres parásitos, Cerros Chompipe, Delicias, Tibás, Turru, y Turquí, Volcán lrazú, Cerro Pasquí, cráteres parásitos, Volcán Turrialba, cerros sin nombre y Cerro Negro. La segunda cordillera incluye: el Volcán Orosi, Cerro Cacao, Volcán Rincón de la Vieja, Santa María y varios cráteres viejos, cerros Cañas Dulces, Fortuna, San Roque, Gorgona, y M. Vicente, Volcán Miravalles, el Tenorio, el Cerro Montezuma, los cerros Anunciación, Tilarán, Jilguero, el Volcán Arenal, Cerro Chato y el Volcán los Perdidos. Malavassi Vargas y Sáenz Ruiz (6) han publicado interesantes principios de geología sobre Costa Rica, acompa-' ñados con ilustraciones. En cuanto a los volcanes Las Lomas y Tortuguero, éstos pertenecen a un vulcanismo de escudo, independiente, ubicado al norte de la Cordillera Volcánica Central. Orografía Caracteriza a Costa Rica un alto Valle Central rodeado de montañas, cuya mayor extensión corresponde a los 10 0 de latitud norte. De este valle surge una cordillera hacia el noroeste que llega hasta Nicaragua en el istmo de Brito y otra cordillera con rumbo opuesto hacia Panamá hasta confundirse con las sierras de Chirriquí. La altura media de este valle es de Km. y 40 Km. de ancho. Entre la cadena volcánica del norte y los cerros de Candelaria, está dividida en dos por el collado de Ochomogo. Desciende gradualmente hacia el 16

18 Atlántico por el valle del río Reventazón, y hacia el Pacífico por el Río Grande de Tárcoles. Ambos ríos nacen en las faldas del Irazú, y del Ochomogo respectivamente, no muy distantes una de otra. El sistema montañoso de Costa Rica está formado por tres grandes cordilleras: la Cordillera Central, la Cordillera de Guanacaste y la Cordillera de Talamanca. Las montañas de esta última cordillera constituyen la sección más elevada, cuyos puntos sobresalientes, Chirripó y Pico Blanco, alcanzan la considerable altura de m., y m., respectivamente. El conjunto de estas cordilleras constituyen la continuación de los Andes. La Cordillera de Talamanca proyecta hacia el este varias poderosas ramificaciones. Comienza al sur de San José con el Nudo de San Cristóbal, sube hasta el grupo del Chirripó Grande y termina con el Cerro Pando, separado del Volcán Chiriquí por la depresión existente entre las cuencas del Chiriquí Viejo del Changuena. Se extiende una llanura sin interrupción alguna en la parte norte de esta cadena ístmica que llega por una parte al lago de Nicaragua y se reduce contínuamente en su ancho hacia el sureste. Puede considerarse constituida en dos partes principales, la llanura del río San Juan al noroeste hasta el curso: inferior del Río Amarillo (Caño Chirripó), y a la llanura Atlántica entre este río y la Bahía de Almirante. Este conjunto constituye aproximadamente la tercera parte del territorio de Costa Rica. Los accidentes de la costa en el suroeste forman las tres penínsulas, caracteriza a cada una un macizo montañoso. En el sur se encuentra además, una cadena costera y entre ambas se extiende la dilatada cuenca fluvial del Diquis poco más elevada de la del Río Grande. Costa Rica posee cuatro penínsulas de gran extensión territorial, la de Santa Elena en el linde con Nicaragua, que divide en dos partes el golfo del Papagayo, llamadas bahía el linde con Nicaragua, que divide en dos partes el golfo del Papagayo, llamadas Bahía Salinas, al norte y Bahía Santa Elena, al sur. Esta península es irregular con golfos y en su extremidad. La tercera es la gran península de Nicoya, comprendida entre el golfo de en su extremidad. La tercera es 17

19 la gran Península de Nicoya, comprendida entre el Golfo de Nicoya y el mar, extensa y en forma de paralelogramo inclinado de noroeste a sureste, que cubre el profundo Golfo de Nicoya, 90 Km., internado en el continente y de 12 Km. de ancho. Finalmente, al límite con Panamá, se encuentra el Golfo Dulce, comprendido entre las Penínsulas de Osa y Burica, extensas y montañosas. Cadenas Montañosas de Costa Rica Se extiende una cadena al sur entre los 10 0 Y 11 0 de latitud con vertientes suaves y dispuestas en terrazas; la parte norte desciende suavemente al lago de Nicaragua constituida por terrazas extensas. En la extremidad este se encuentra el Volcán de Turrialba (3.342 m.). Los desfiladeros de La Palma (1.554 m.), Desengaño (1.864 m.), Tapesco (1.556 m.), y las Cañas (780 m.) dividen la cadena volcánica en cinco grupos de sureste a noroeste: el macizo del Irazú, el de Barba, Poas, el Cerro de los Guatusos y los Cerros de Miravalles. El macizo del Irazú se levanta abruptamente al norte, este y sur sobre el río Sucio, la llanura de Santa Clara y el valle del Reventazón. En la parte oeste hacia las cuencas de Cartago y San José, se encuentran las pendientes y las terrazas que caracterizan la cadena volcánica. Una depresión que corresponde a las cuencas de los ríos Amarillo y Turrialba, divide el macizo en dos grupos, el de Turrialba y del Irazú. El grupo de Turrialba u oriental tiene su cumbre más alta en el volcán que lleva su nombre. Su parte más nueva descansa sobre un zócalo de m., que se considera como el límite superior de la región de los bosques con solamente una vegetación raquítica más arriba. La misma disposición es común a todos los volcanes del país. La cumbre del volcán forma una serie de cráteres en dirección este noreste a oeste suroeste. Los más próximos al Irazú son los más modernos. El grupo del frazú visto desde San José se presenta como aplanado, levantándose desde el paso de Ochomogo (1.566 m.) hasta la altura absoluta de m. Las vertientes que dominan Cartago ofrecen una disposición de terrazas muy 18

20 aparentes. En la cresta y a 500 mt. al oeste de la cima, se ven a una profundidad vertiginosa las fuentes del río Sucio. Las vertientes están cubiertas de una vegetación raquítica, interrumpida por rocas y piedrecillas, denotando las últimas, la proximidad de solfataras y manantiales calientes. La parte superior del Irazú contiene numerosos cráteres apagados; el más oriental cubrió las faldas del monte con las corrientes de lava. El otro cráter, llamado Reventado ha promovido muchas discusiones entre los geólogos. La cima propiamente dicha del Irazú es una cadena andesítica en dirección este a oeste, de la que proceden varias ramificaciones con una vegetación pobre de ericáceas y vaccíneas en los llamados arenales o playones de Chicoá. La cresta oeste del grupo del Irazú se divide al llegar a Cerro Pelón al oeste del Reventado. Una de sus ramas se dirige al sur hacia la silla de Ochomogo. Las vertientes meridionales del macizo montañoso del Barba descienden suavemente hacia la cuenca del Río Grande, mientras que en la parte norte y hacia la llanura de Sarapiquí corren varios pilares de estribación. Este macizo parece enteramente formado de rocas traquíticas. Puede considerarse dividido en dos grupos separados por la depresión del rancho Flores que hace comunicar las partes centrales de Costa Rica con los valles pluviales del San José y el Patrio. El grupo del Barba, propiamente dicho se distingue de los anteriores por su forma redondeada. Desde San José se ven tres cúpulas formando un triángulo equilátero. La del sur es propiamente el volcán y al sureste se encuentra un pequeño lago de cráter con agua clara y fresca a un nivel de m. El suelo en la parte más alta de la montaña y hasta m. de altitud se halla cubierto de pequeñas rocas volcánicas que aparecen tanto en el lecho de los ríos como en las vertientes desnudas por la lluvia. Estas piedras desprendidas, lo mismo que en el Irazú y en el Turrialba se dirigen hacia al suroeste, siguiendo la línea montañosa del Guararí. El macizo montañoso del Poás se parece al anterior, del cual está separado por la depresión del Desengaño, pero es más bajo. Su constitución geológica difiere de la del Barba por el predominio de basalto. Al igual que los anteriores, el 19

21 Poás es un conjunto de cráteres. El punto culminante del volcán está a m. de altura. Desde San José se ve este volcán como una cúpula achatada señalando un cono truncado el sitio del antiguo cráter. Al suroeste del cráter se encuentran cenizas y piedras pequeñas que cubren los valles intermedios. Según las investigaciones de Seebach, los cerros de los Guatusos consisten en su base a lo largo del golfo de Nicoya, de rocas calizas, sedimentarias y fosilíferas y en arenisca, pertenecientes ambas a la formación terciaria. Los cerros de Miravalles y Orosi constituyen la parte más septentrional de la cadena volcánica y pueden señalarse por su origen y evolución dos o tres grupos bien definidos. Una depresión profunda recorrida por uno de los afluentes del lago de Nicaragua separa los volcanes Miravalles y Tenorio del Rincón de la Vieja, que por su parte está separado de la cadena de Orosi por una serie de lomas redondeadas que dan de lejos la impresión de una sierra ondulada finamente. La forma primitiva del Volcán Tenorio ha sido alterada por las erosiones atmosféricas y su cima ofrece el aspecto de una cúpula hundida sin vestigios siquiera de cráter. El Volcán Miravalles forma el extremo noroeste de un brazo accesorio de la cadena principal que va del sureste al noroeste. Sus vertientes son abruptas y cubiertas de antiguas corrientes de lava. En el extremo noroeste de la cadena volcánica se levanta un último grupo de cimas entre las cuales sobresalen, el Góngora (1.499 m.) y el Orosi (973 m.). Como conclusión de la cadena se puede citar el cerro de la Hacha, al noroeste del cual surge una ramificación hasta el cerro de la Cruz. La Cordillera de Talamanca constituye la divisoria de aguas entre ambas cuencas oceánicas y constituye un alto muro de 160 Km. con orgullosos picos que se extienden desde el Valle Central hasta el cerro Pando. La Cordillera comienza en las colinas de Candelaria, al sur del Valle Central con los dos núcleos del Escazú y Dragón, compuesto de rocas eruptivas que emergen de terrenos modernos, sedimentarios en parte y volcánicos. Los depósitos basálticos de lava procedentes del Poás caen al pie del Escazú, mientras que las 20

22 fuentes calientes de San Antonio, Santa Ana, Orosi, Candelaria, y Dota revelan la parte que los volcanes han tomado en la formación de los terrenos. En esta zona además, se encuentran fajas sedimentarias, de las cuales las más antiguas se creen de procedencia cretácea que reúnen al parecer ambas zonas costeras. Las tres cadenas que recorren la región de Candelaria y Dota van juntas en el cerro de Las Vueltas, donde comienza propiamente la Cordillera. Más allá y separada por la depresión de Ojo de Agua comienzan las crestas de Bellavista, que alcanzan su mayor elevación en el Cerro de la Muerte. En Chirripó Grande comienza la Cordillera a revelar su carácter alpino. La cresta principal corre al principio del Cuerizí al sureste y sube después rápidamente; luego se divide y al fin se pierde en una confusión de cimas. Este es el llamado propiamente Chirripó Grande o Monte Walker, cuya elevación se calcula entre y m. La masa principal del grupo, que al mismo tiempo es la más alta de Costa Rica, se divisa muy bien desde el oeste, pero muy poco desde la parte Atlántica. En dirección este decae la altura de la montaña y más allá de las atractivas pirámides de Duriká, se llega a un desfiladero que conduce de Buenos Aires a Cabécar. La Cordillera de Talamanca proyecta ramificaciones al norte, principalmente las que proceden del Chirripó Grande. Hay un terreno árido entre Cahuita y Río Blanco y en muchos puntos de la costa y en sus pantanos hay rocas coralinas de origen moderno. En cuanto a las llanuras de Costa Rica, en el grupo de las llamadas llanuras del norte pueden considerarse tres diferentes territorios: las llamadas costeras del lago de Nicaragua, las llanuras del San Juan y las llanuras atlánticas. Las llanuras de la región de los lagos de Nicaragua tienen numerosos pantanos y lagunas. Las del San Juan ofrecen restos de grupos volcánicos y de considerables cadenas, que han sido víctimas de la acción erosiva de los ríos. Se encuentran muchas lagunas y el terrirotio está cubierto de espesos bosques. Las llanuras atlánticas forman una faja en la cual aparecen algunas colinas entre el mar Caribe y los montes del interior. 21