Acostumbrados a las críticas occidentales generalizadas contra el

Transcripción

1 La metamorfosis del dragón David Gosset Pese a las imperfecciones de su sistema, la República Popular China vive un pluralismo y una libertad económica desconocidos hasta ahora. El próximo congreso del Partido Comunista chino abre las expectativas para la renovación política y un impulso democrático. Acostumbrados a las críticas occidentales generalizadas contra el historial de derechos humanos de China, la falta de libertad religiosa, el patrioterismo de la dinastía Han y la idea imprecisa de que el Partido Comunista de China (PCCh) es una entidad monolítica obsesionada con mantener un statu quo injusto, no estamos calibrando el grado de pluralismo social y la apertura política de la República Popular China (RPCh). De hecho, el nivel de libertad individual del que gozan hoy los ciudadanos chinos no tiene equivalente en el pasado del país. Las élites de Pekín están fraguando cambios políticos de forma paulatina, y un proceso de democratización dirigida está reforzando el resurgimiento económico de la nación y garantizará el renacimiento del mundo chino. Para comprender la dinámica sociopolítica actual, debemos recordar la prolongada y tortuosa transición posimperial y colonial, reflexionar sobre los valores tradicionales chinos y sus lazos con la modernidad y debatir algunos de los factores que determinarán la naturaleza del futuro sistema político de China. En su cuarta visita a la República Popular como presidente francés, Jacques Chirac dijo a unos estudiantes chinos de la Universidad de Pekín: Mañana, China será una de las grandes potencias, si no la mayor potencia del mundo (26 de octubre de 2006). Un miembro de la delegación presidencial, el ex primer ministro francés Jean-Pierre Raffarin, declaraba: Para nuestros hijos, la norma ya no será lo estadounidense, sino lo chino (Le Figaro, 28 David Gosset es director de la Academia Sinica Europæa de la escuela de negocios CEIBS de Shanghai. Este texto es una adaptación de una conferencia en el fórum China, organizado por la Fundación Marcelino Botín. gdavid@ceibs.edu POLÍTICA EXTERIOR, núm Julio / Agosto 2007

2 76 Política Exterior de octubre de 2006). Esa afirmación plantea una pregunta esencial: Cuál sería esta norma y el contenido exacto de sus dimensiones intelectuales, sociales, económicas y políticas? Es particularmente oportuno reflexionar sobre la dinámica política de una China en proceso de resurgimiento. Ahora que se aproxima (en la segunda mitad de 2007) el XVII Congreso del PCCh, cabe esperar numerosos debates sobre la política del país, sus principales actores y sus prioridades. El China Leadership Monitor de la Hoover Institution (Estados Unidos) publicaba la primavera de 2006 un artículo de Lyman Miller titulado The road to the 17th party congress (El camino hacia el XVII congreso del partido). Los observadores se preguntarán hasta qué punto ha consolidado su poder el presidente Hu Jintao desde el congreso de Señalará el próximo congreso el final de la influencia que les queda a Jiang Zemin y sus aliados? De ser así, qué supone eso para Shanghai, conocida como la base de poder de Jiang Zemin? Se está dando una verdadera reorientación política general en el liderazgo actual de la RPCh? Habría integrado una China menos liberal a los detractores pertenecientes a la nueva izquierda? Dará la cuarta generación de la RPCh los impulsos necesarios para garantizar una mejor distribución de la riqueza y más justicia social? Significa esto más reformas políticas? Pero, existe alguna diferencia entre la sociedad Xiaokang sociedad de la pequeña prosperidad del XVI Congreso y el hincapié más reciente en una sociedad armoniosa manifestado en el sexto pleno del XVI Comité Central del PCCh (Pekín, 8-11 de octubre de 2006)? Y la lista de preguntas sigue. Debemos ir más allá del teatro político y evitar el provincianismo periodístico a tiempo. Por tanto, pongamos la realidad sociopolítica de China en una perspectiva histórica e intelectual, aunque esta realidad suponga un desafío para el analista. Un desafío motivado por la diversidad. China es muy heterogénea; cambiando lo que proceda, es la Europa del lejano Oriente, una Europa sin Estados nacionales y con un único sistema de escritura. Con una población que cuadruplica la de Estados Unidos, una Unión Europea más una África, la demografía de China es tan numerosa que cuando hablamos de los chinos casi siempre simplificamos en exceso. De las 22 provincias de la República Popular, nueve están más pobladas que Francia. Además, como efecto del rápido crecimiento económico posmaoísta, algunas zonas costeras (Dalian, Shanghai, Xiamen o Shenzhen, y pronto Tianjin y Ningbo) están, hasta cierto punto, más próximas a Londres, Sidney o San Francisco que a buena parte del vasto interior de China. Un desafío debido a su complejidad. A mediados del siglo XVIII, Montesquieu ya intentó, con gran dificultad, comprender los elementos contradictorios de China (El espíritu de las leyes, libro VIII, cap. XXI). En el prólogo a Mi país, mi pueblo (1935), Lin Yutange escribía: China es un país demasiado

3 REUTERS/CORDONPRESS Deslumbrados. Estudiantes chinos observan el eclipse parcial de Sol en Quingdao el 19 de marzo de 2007 grande, y su vida nacional también tiene muchas facetas como para que no esté abierto a las interpretaciones más diversas y contradictorias. Las interpretaciones contradictorias a menudo reflejan acontecimientos contradictorios (por ejemplo, casos de corrupción, pero también la lucha contra la corrupción), o incluso tendencias objetivas actuales (por ejemplo, el creciente interés por la doctrina y la práctica del confucianismo, pero también indicios de occidentalización), y es otro motivo para centrarse en la dinámica a largo plazo, que tiene la ventaja de ser menos ambigua y constituye una base más sólida para predecir las orientaciones políticas futuras de China. Una difícil transición posimperial Durante más de 100 años, China ha atravesado un proceso de democratización que forma parte de una modernización general. Menos visible que la modernización económica, la modernización política también ha sido una característica clave de la historia china del siglo XX. De hecho, el actual pluralismo social y la libertad económica (el sector privado constituye el núcleo del resurgimiento chino; por ejemplo, supone un 70 por cien del valor total de producción de Zhejiang, y aporta un 60 por cien de los impuestos locales de la provincia) habrían sido imposibles sin una transformación políti-

4 78 Política Exterior ca concurrente. No es que una dimensión determine a las demás, pero mantiene una constante relación recíproca. Al menos seis grandes fases han llevado a la actual configuración sociopolítica. El paso inicial fue la Reforma de los 100 Días (conocida en chino como wuxu bianfa) de Bajo la influencia de intelectuales como Kang Yo u w e i ( ) o Liang Qichao ( ), que se inspiraron en el Movimiento Meiji japonés (literalmente periodo de gobierno ilustrado iniciado en 1868), los reformistas trataron de impedir el declive de la dinastía Qing ( ). Durante 100 días, el joven emperador Guangxu ( ) emitió numerosos decretos destinados a modernizar el Estado chino (creación de una universidad, construcción de una vía ferroviaria, etcétera). Sin embargo, la clase dirigente manchú se sintió amenazada, y la emperatriz Dowager Cixi ( ), una figura sumamente compleja y fascinante, organizó un golpe de Estado que obligó a Kang Youwei y Liang Qichao a huir a Japón. La Reforma de los 100 Días fracasó, pero señaló el camino hacia la modernización. Solo tres días después de la muerte de la conservadora Cixi, la revolución de 1911 (la revolución x i n h a i), que es mucho más conocida, abrió un nuevo capítulo de la historia de China. Sun Yatsen ( ), el padre de la nación china moderna, fue elegido presidente de la RPCh. Éste fue un momento decisivo; la China imperial se había acabado. Por un lado, la memoria colectiva china carga con 20 siglos de dominio imperial y, por otro, ni siquiera con un siglo de política posimperial. Esto ciertamente explica los reflejos o actitudes imperiales observados de vez en cuando en el mundo chino. El movimiento del 4 de mayo de 1919 es otro hito en el camino hacia la modernización política. Dos años después de la revolución bolchevique, un año después del final de la Primera Guerra mundial, y en relación directa con la Conferencia de París, que concedió a Japón algunos privilegios alemanes en el Shandong chino (El Estado de Lu de Confucio está en Shandong), estudiantes e intelectuales chinos pidieron cambios significativos en masivas y generalizadas protestas callejeras. El 4 de mayo consolidó una revolución lingüística. En la primera mitad de 1920, el ministerio de Educación ordenó que la lengua vernácula escrita sustituyera a la lengua clásica (el w e n y a n) en los libros de texto de las escuelas. Aquello señaló el fin de los mandarines chinos y generó las condiciones para que aflorase el movimiento de la Nueva Literatura (Mao Dun, Lao She o Lu Xun). El I Congreso del Partido Comunista de China, en 1921, se celebró en Shanghai dos años después del 4 de mayo. Esa fecha marcó uno de los periodos intelectualmente más ricos de la historia de China. Además de ser un momento importante de democratización, introdujo algunas ideas negativas extremas sobre la tradición de China que todavía tienen impacto en los debates intelectuales de hoy. Un erudito como Wang Yuanhua nacido en 1920 entiende que el 4 de mayo quizá fue demasiado lejos en su crítica a la tradición. No es necesario rechazar por

5 completo la tradición para ser moderno. Por el contrario, la modernización general equilibrada y sostenible nace de una reinterpretación de la tradición, y el mito revolucionario de la discontinuidad no integra esta idea. Consideremos ahora la cuarta fase de la modernización política. A finales de 1927, Chiang Kai-shek ( ) controlaba el Kuomintang, y un año después se convirtió en jefe del gobierno nacionalista de Nanjing. Este gobierno, lejos de ser perfecto y de no verse afectado por los enclaves extranjeros repartidos por el territorio chino, ayudó a estructurar la China posimperial. En 1934, Jean Monnet, padre fundador de la Comunidad Europea, ayudó indirectamente a este gobierno a instancias del entonces ministro de Economía TV Soong, cuñado de Chiang a atraer capital internacional. En sus M e m o r i a s, Monnet escribe sobre su estancia en China: La larga marcha hacia la democracia apenas había comenzado. Quinta fase: Mao Zedong (nacido en 1893, David Gosset 79 El comunismo chino hay que entenderlo como un movimiento de d e s c o l o n i z a c i ó n cinco años antes de los 100 Días de Reformas) fundaba en 1949 la República Popular. China recuperó entonces su plena soberanía. Desde las Guerras del Opio del siglo XIX, China estuvo sometida a las fuerzas imperialistas de Occidente. No se puede entender el comunismo chino si no vemos que, por encima de todo, era un movimiento contra los imperialistas japoneses y occidentales, un movimiento de descolonización. En el informe del segundo Congreso de Representantes de los trabajadores y los campesinos, el 23 de enero de 1934, Mao escribió: Las victorias de los ejércitos soviético y rojo han confirmado todavía más la creencia de las masas de todo el país de que solo esos dos ejércitos están luchando por la independencia y la libertad nacionales, y que son las únicas fuerzas para la salvación de China. En ese sentido, aunque las revoluciones francesa, rusa y china tienen algunas características comunes, en China tuvo lugar en un contexto único. Sexta fase: en 1978 exactamente 80 años después de la Reforma de los 100 Días, y dos años después del fallecimiento de Mao, Deng Xiaoping ( ) tuvo la visión y la fuerza para embarcar a su país en las reformas y la apertura. Conocida en chino como gaige kaifang, o el periodo de la reforma y la apertura, esta fase define a la China posmaoísta. Es fácil imaginar que la transición de la China imperial y colonial a la China posimperial y soberana fue extremadamente difícil y tortuosa. El intento de Yuan Shikai ( ) por restablecer la monarquía inmediatamente después de la revolución de 1911 y la Revolución Cultural, un periodo muy oscuro para la RPCh, supusieron dos grandes reveses internos. Pero a la escala francesa extremadamente reducida en comparación con China, hay que pensar en las dificultades para encontrar la estabilidad tras la

6 80 Política Exterior revolución de Francia tuvo dos regímenes imperiales antes de poder instaurar una tercera república más estable; fueron necesarios 81 años entre 1789 y 1870 para la transición. Actualmente, tras 28 años de reforma y apertura posmaoísta, se percibe un nivel de pluralismo sin precedentes en la megasociedad china. La gente viaja por el mundo chino y fuera de él, los artistas crean y los intelectuales debaten dentro y fuera de las universidades. La intensidad de los intercambios entre China y el resto del mundo no tiene equivalente en el pasado. En el curso académico , China envió a más de estudiantes al extranjero ( a EE UU). En China viven unos occidentales, que mantienen una interacción constante y libre con el pueblo chino. No hay solo una Ruta de la Seda, sino cientos de ellas. A través de Internet, millones de carreteras virtuales conectan China con Occidente. Hace falta visitar una librería como Jifeng, en Shanghai, para observar que casi todos los pensadores importantes de Occidente son traducidos al chino, entre ellos los posmodernistas europeos o estadounidenses. Dalian, Shanghai, Shenzhen y otros son distritos de la aldea global. La Gran Muralla, un símbolo de aislamiento, ahora es una mera atracción para turistas. En 1925, Lu Xun seguía preguntando: Cuándo van a dejar los chinos de llevar nuevos ladrillos a la Gran Muralla?. El proceso de modernización política iniciado hace más de 100 años va a c o n t i n u a r, y proseguirá en el futuro inmediato. Hay indicios concretos de democratización: elecciones en el ámbito local, unos comicios más abiertos para los escaños del Congreso Popular, unas funciones menos formales del Congreso Popular Nacional, su comité permanente y la Conferencia Asesora Política del Pueblo Chino, los esfuerzos reales por perfeccionar el sistema de las regiones autónomas y, por último, pero no por ello menos importante, la apertura del PCCh. Éste es el significado de la triple representatividad de Jiang Zemin. La democratización dentro del partido está abriendo el camino hacia un mayor pluralismo político. Sin embargo, el liderazgo chino buscará la verdad de los hechos y se ceñirá a un gradualismo gestionado. El presidente de China, Hu Jintao, estableció el rumbo general. En su discurso pronunciado en la Universidad de Yale (abril de 2006), declaraba: Fomentaremos enérgicamente el desarrollo social y económico, protegeremos la libertad del pueblo, la democracia y los derechos humanos de acuerdo con la ley, alcanzaremos la justicia social y permitiremos a los millones de chinos llevar una vida feliz. En el sexto pleno del XVI Comité Central del PCCh se puede leer: El pleno propone los principales objetivos y tareas para construir una sociedad socialista armoniosa en 2020, que son los siguientes: mejora adicional del sistema democrático y legal socialista; aplicación completa del principio fundamental de administrar el país de acuerdo con la ley; los derechos e intereses del pueblo gozan de un respeto y unas garantías concretos.

7 David Gosset 81 Las referencias al Estado de Derecho no son palabras vacías. La Comisión Europea está debatiendo con las autoridades de la República Popular la creación de una escuela de Derecho chino-europea que se erigirá en un fuerte símbolo de los esfuerzos del país asiático por perfeccionar su sistema legal. Tradición y democratización de China Muchos creen que, como China no es una democracia del tipo noreuropeo, es una dictadura que no tiene ciudadanos, sino súbditos oprimidos sin derecho alguno. Recuerdo una pregunta que fue planteada en privado hace unos meses por un líder político europeo tras una presentación general sobre China que se me pidió que realizara: Pero, dígame, cómo puede vivir en una dictadura comunista?. Evidentemente, mi informe y mi análisis no tuvieron demasiado efecto en los prejuicios, la falta de entendimiento y la ignorancia de esta persona. Para mucha gente, el uso mismo de la expresión la democratización de China podría resultar sorprendente. No debería. Aunque durante los últimos 100 años China ha pasado por un proceso de modernización política, también hay que ser consciente de que dicho proceso tiene ciertas raíces en la cultura china. Los valores tradicionales chinos y la modernidad no se excluyen necesariamente unos a otros. Si bien es cierto que China nunca ha experimentado la democracia cuando utilizamos este término hablamos griego, y no chino, podemos hallar en su tradición fuentes para una democratización auténtica. En Cimientos históricos para una China democrática, un texto programático escrito en 1941, Hu Shi ( ) desarrollaba ideas que son estimulantes para abrir el debate sobre el origen interno de la democratización china. Hu Shi se planteaba un interrogante esencial: Tiene la democracia china alguna base histórica?. Hu Shi menciona tres cimientos básicos. El primero es que en la tradición china, la naturaleza humana se concibe como esencialmente buena. El segundo, que la rebelión contra un gobierno tiránico está tradicionalmente justificada. El tercero, que el subordinado tiene el deber sagrado de criticar y oponerse a las malas acciones de su superior. De hecho, podemos encontrar estos elementos, por ejemplo, en el pensamiento de Mencio que enriqueció la doctrina de Confucio en los siglos IV y III a.c. Hu Shi también enumera tres cimientos históricos. Primero, si observamos la sociedad china tradicional, vemos una estructura social relativamente desprovista de clases (una diferencia muy importante con India). Segundo, un objetivo y competitivo sistema de revisión (keju) desempeñaba un papel fundamental. El keju abolido por la emperatriz Dowager Cixi en 1905 garantizaba la movilidad social y la renovación de las élites. El keju, una herramienta para la homogeneización, un instrumento para establecer una burocracia eficiente y rela-

8 82 Política Exterior tivamente obediente, también ha sido un sistema extraordinariamente justo y moderno de ascenso. Y tercero, la institución histórica del gobierno que crea su propia oposición y control censor. En el contexto de la retórica posimperial china (o posterior al 4 de mayo), lo que pertenece a la tradición a menudo se percibe de forma negativa (esto es cierto tanto en la percepción occidental como en la china), y los emperadores se presentaban como déspotas de una era oscura. Para ilustrar la idea de Hu Shi sobre el papel censor, citaremos las palabras del segundo emperador de la dinastía Qing, Kang Xi: No hay forma de que el emperador pueda conocer a todos los funcionarios del país, así que debe confiar en ellos para las evaluaciones, o en los censores para que acusen a los malvados En mis viajes, supe de las quejas del pueblo llano hablando con él, o aceptando sus peticiones. (Jonathan D. Spence, Emperor of China, selfportrait of Kang Xi, 1974). Éstos no son los comentarios de un déspota oscurantista. Kang Xi, contemporáneo de Luis XIV y Pedro el Grande (de ahí las fascinantes ideas desarrolladas por Leibniz en su Novissima Sinica, 1699, sobre las afinidades y la sinergia posibles entre Europa, Rusia y China), tuvo que garantizar la paz y la prosperidad en un imperio cuya población rondaba los 150 millones de personas. Desde otra perspectiva y abandonando la doctrina confuciana, la wu wei, o no acción, que es esencial para la tradición taoísta, una especie de laissez-faire también puede verse como una fuente potencial de liberalismo político. Es esencial recordar que la democratización también tiene algunas raíces en el humanismo tradicional chino. Para China, el proceso de democratización no debe suponer un distanciamiento, la importación de un elemento extranjero. Y precisamente, ya que la modernización política reciente no rompe de manera total con los elementos tradicionales, no se puede esperar que China adopte la democracia del norte de Europa, sino que prevea una democratización con características chinas. En otras palabras, China puede ser moderna y china; como una matriz viviente de civilización, también enriquecerá la modernidad y, sin duda, mejorará el vocabulario de los politólogos occidentales. El camino de la apertura La modernización política de China no ha sido un proceso sencillo. Cómo evolucionará la transformación política de China a comienzos del siglo XXI? Al menos cinco factores principales tres internos del mundo chino y dos externos afectarán al proceso de una futura apertura política. El primer factor guarda relación con Occidente. Lo que dijo Hu Shi en los años treinta hasta cierto punto sigue siendo relevante: El problema de China, por variopinto y complicado que pueda parecer al principio, en reali-

9 dad radica en un conflicto y una readaptación culturales (Haskell Lectures, Universidad de Chicago, 1933). De hecho, China debe adaptarse a la modernidad económica y política que se originó históricamente en la Europa del siglo XVIII, pero que en esencia no entra en contradicción con todos los valores chinos tradicionales. En referencia a Occidente, la paulatina apertura política de China se ve amenazada internamente por dos extremos. La primera amenaza es lo que puede definirse como un puro conservadurismo preocupado exclusivamente por la cuestión de la identidad, una identidad cerrada y estática que en buena medida es, como tal, un mito. Al conservadurismo chino le disgusta la idea misma de la democracia porque no quiere o no puede ver que la democratización también tiene algunas raíces en la tradición china. Siempre es posible una alianza implícita entre la nueva izquierda, a la que no le gusta demasiado Occidente su liberalismo económico y sus efectos negativos percibidos para la sociedad china y los confucionistas conservadores. El programa del conservadurismo puro es sencillo. Uno de los confucionistas conservadores puede escribir: Debemos regresar a la esencia de la cultura china y contribuir al renacimiento de nuestra nación y al progreso de la civilización universal (Mu Zhongjian, La gran senda china, en Yu a n Dao, núm. 10, 2005). En el extremo opuesto de este esencialismo cultural chinocéntrico, los occidentalistas de David Gosset 83 Aunque China no ha vivido la democracia, en su tradición política hay elementos d e m o c r á t i c o s China por emplear un término que proviene de los debates intelectuales rusos del siglo XIX entre los zapadniki, occidentalistas u occidentalizadores, y los eslavófilos también son muy activos tanto dentro como fuera de la RPCh; son bien recibidos en las universidades y los comités asesores de EE UU, ya que dicen lo que la mayoría de los estadounidenses quieren oír. A los occidentalistas de China les gustaría ver cómo se trasplantan ahora la democracia occidental y sus mecanismos al mundo chino. Es poco realista lo que quizá sería posible con la numerosa y cultivada clase media de Shanghai no tiene sentido en algunas partes del vasto interior de China y peligroso, ya que, a la larga, China solo aceptará lo que se haya desarrollado a partir de su propio contexto. La democracia no es algo que se importe como si fuese una mercancía o incluso tecnología; la democratización se desarrolla por medio de un lento proceso. En referencia a Occidente, China deberá evitar estos extremos (por un lado, una lógica pura de identidad basada en el esencialismo cultural y, por otro, una lógica de imitación), y reinterpretar su propia tradición para realizar las adaptaciones necesarias. Los políticos y analistas occidentales no deberían olvidar que los reformadores chinos han de lidiar con estos dos extremos.

10 84 Política Exterior El segundo factor está relacionado con la cuestión de la unidad, recurrente en la historia de China. Con frecuencia se cita el preludio de la gran obra épica Romance de los tres reinos: El mundo que hay bajo el cielo, tras un largo periodo de división, tiende a unirse; tras un largo periodo de unión, tiende a dividirse. El autor de la novela, Luo Guanzhong ( ), señala las diferentes fases de la historia china en las que se alternan fragmentación y unidad. La búsqueda de la unidad y la unificación no es solo un objetivo legítimo para el mundo chino, sino esencialmente un rasgo característico de la civilización china. No obstante, los intelectuales y los politólogos deben explicar que existen numerosas opciones entre la uniformidad y el caos, y que para evitar el caos el mundo chino no tiene que ser uniforme. El marco de Deng Xiaoping, un país, dos sistemas, para gestionar la devolución de Hong Kong es una ilustración de unidad sin uniformidad, y ofrece una nueva referencia que envuelve los puntos en común pero también preserva las diferencias. Dada la envergadura y la diversidad del país, la política china a menudo es geopolítica: el sistema y sus actores deben mantener el equilibrio entre las diversas macrorregiones del mundo chino. Sin embargo, aunque Europa debe salvar los escollos del nacionalismo, China ha de evitar la tentación de la uniformidad imperial. El tercer factor de la ecuación es Taiwan. La isla, de 23 millones de habitantes, que forma parte del mundo chino, es un laboratorio que está experimentando la democracia (un sistema multipartidista y un nivel alto de pluralismo mediático que refleja unos debates políticos públicos intensos). En caso de que esta experiencia fracasara o diera lugar a un resultado una nación-estado independiente en contradicción con la búsqueda de la civilización china de convergencia y unidad, tendría un impacto negativo en la modernización futura de China. El cuarto factor ajeno al mundo chino y que no depende de las opciones de sus élites tiene que ver con el entorno global. Para abrirse políticamente, China necesita un entorno pacífico. La agresión japonesa de los años treinta no generó unas condiciones propicias para que la democracia floreciera en China. Y, por último, el quinto factor, la conducta de la hiperpotencia también tendrá un impacto en el futuro de China. Cómo reaccionará EE UU al renacimiento general de China? Si Washington optara por contener y minar el resurgimiento chino, ello daría a los conservadores de China más espacio e influencia política. La democratización china solo puede intensificarse en un entorno global cooperativo. En ese sentido, Washington también es un factor en la política interna de China. Si la República Popular encuentra un término medio entre la lógica de la identidad y la de la imitación, si mantiene el equilibrio entre su búsqueda de la unidad y la riqueza de su diversidad, y si goza de un entorno exterior

11 David Gosset 85 pacífico y cooperativo, podemos esperar una verdadera intensificación del proceso de democratización. En 1885, Eugène Simon, un diplomático francés que pasó 10 años en China, publicaba La cité chinoise (La ciudad china). Unos años después, el excéntrico Gu Hongming ( ), un erudito chino que invitaba a la reflexión, decía en El espíritu del pueblo chino (1915) que Simon creó el mejor libro escrito en cualquier lengua europea sobre el espíritu de la civilización china. En efecto, su trabajo contiene algunos análisis muy interesantes basados principalmente en observaciones. Simon hacía los siguientes comentarios sobre la vida política de la China del siglo XIX: Muchos europeos creen que China es el país despótico por antonomasia ( ). Pero el pueblo chino no solo goza de libertad política, sino de todas las libertades. Evidentemente, Simon sentía mucha pasión por su tema, y podríamos expresar sólidas objeciones a tan provocativa afirmación. Por ejemplo, las mujeres que estaban sometidas a las terribles restricciones del vendaje de pies, una práctica muy antigua abolida por la República en 1911, no disfrutaban de demasiada libertad. Sin embargo, estas dos breves frases recapitulan sendas cuestiones válidas. La primera es que en los comentarios de Simon tenemos la confirmación de que la libertad no está ausente en la tradición china. La segunda es que los prejuicios occidentales China como el país despótico por antonomasia sobre el mundo chino no son un fenómeno reciente. Cabe esperar que muchos occidentales sigan centrándose exclusivamente en las diversas imperfecciones de la sociedad china y que se nieguen a ver sus mejoras, lo cual es una manera de confirmar sus prejuicios y de reafirmarse en su superioridad. Por supuesto, esto no significa que el mundo chino no esté viviendo un progreso social, económico y político sin precedentes. Y, digan lo que digan los detractores, la renovación de China ya está enriqueciendo nuestra modernidad.