LAUDATIO UNIVERSIDAD DE ALMERIA 2013

Transcripción

1 Excmo y Magfco. Sr. Rector Dignas autoridades Doctores del Claustro Queridos colegas de diferentes universidades Señoras y Señores LAUDATIO DEL PROF. DR. D. JORDI NADAL PARA LA CONCESIÓN DEL GRADO DE DOCTOR HONORIS CAUSA POR LA UNIVERSIDAD DE ALMERIA (a cargo del Prof. Dr. D. Andrés Sánchez Picón, Catedrático de Historia e Instituciones Económicas) 7 de Junio de UNIVERSIDAD DE ALMERIA 2013 La concesión de un doctorado honoris causa supone un reconocimiento a los méritos excepcionales de la persona que los recibe. Se trata, por lo tanto, de un homenaje que intenta premiar a una persona relevante en el ámbito de la vida académica o en cualquier otro área donde se haya ejercido una benemérita actuación para la sociedad. La exposición de los méritos del doctorando que me toca hacer a continuación deberá servir de justificación de la distinción que debe otorgar el Claustro de nuestra universidad; pero permítanme, antes de que prosiga con el cometido que se me ha encomendado, señalar que actos como el que hoy nos reúne también prestigian a la institución que los patrocina. En este caso a la Universidad de Almería, que no solo concede, no solo otorga, sino que recibe y se beneficia de la realimentación positiva que aportan personalidades como las de los profesores Nadal y Broder que hoy reconocemos. Antes de continuar, y a riesgo de que resulte improcedente en un solemne acto académico, déjenme que comience confesándoles los sentimientos encontrados que me asaltan en este momento. Orgullo y satisfacción, de un lado; dolor y pesadumbre, de otro. Los dos primeros, porque el doctor Nadal va a recibir hoy su primera investidura como doctor honoris causa por una universidad andaluza. Para quien les habla, que ha hecho de la docencia y la investigación en historia económica su ocupación profesional, poder participar en el reconocimiento de uno de los grandes maestros de la especialidad como Jordi Nadal, que también ha realizado aportaciones fundamentales a la historia económica andaluza, no puede por menos que llenarme de satisfacción. Pero, 01 02

2 dolor también, porque no puedo hoy evitar recordar con emoción, que una de mis últimas conversaciones, quizás la última, que tuve con nuestro querido compañero Antonio Parejo, catedrático de la Universidad de Málaga, hace poco más de un año, unos días antes de que el zarpazo de la enfermedad lo alcanzara como preludio de esa dolorosa desaparición que hoy todos lloramos, versó sobre la propuesta, que Antonio acogió con entusiasmo, de este doble doctorado honoris causa, el de los profesores Nadal y Broder. Hoy, que nos reunimos en el reconocimiento de dos de los mejores historiadores económicos europeos, tenemos que seguir doliéndonos de la reciente y prematura pérdida del mejor de todos los que en Andalucía se han dedicado a su historia económica en los últimos tiempos; de un discípulo predilecto, además, del doctor Nadal. La normativa de nuestra universidad reserva la distinción de este doctorado a aquellas personalidades que acrediten méritos excepcionales. En el caso del profesor Nadal, un gran número de instituciones públicas y privadas ya se los han reconocido. La lista, sin pretender ser exhaustiva, es abrumadora: Chevalier de l Ordre des Palmes Académiques (Francia), Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (al mérito docente, científico e investigador otorgada por el Gobierno de España), Medalla Narcis Monturiol al mérito científico tecnológico (Generalitat de Cataluña), Premio de Investigación de la Fundació Catalana per la Recerca, Creu de San Jordi de la Generalitat de Catalunya (1997), Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Medalla de Oro al mérito científico del Ayuntamiento de Barcelona. Premio Nacional de Investigación Pascual Madoz, en Derecho y Ciencias Económicas y Sociales del Ministerio de Educación y Ciencia (2004); fundador de la Asociación Española de Historia Económica y Premio a la Trayectoria Académica de la misma (2010); doctor honoris causa por las universidades Pompeu Fabra (Barcelona), Girona y París XII. Esta sucinta relación de reconocimientos, tanto de dentro como de 03 fuera de España, ya sería más que suficiente para avalar la petición que se hace al Claustro de nuestra universidad, a la vez que facultaría a quien les lee este elogio a considerar cumplida, aunque fuera de una manera tan sumaria, su labor como padrino. Pero permítanme que amplíe la justificación de esta investidura del profesor aludiendo a las que voy a denominar virtudes nadalianas. Con ellas nos asomaremos a su trayectoria académica y, dentro de ella, a la contribución del candidato a la historia económica de Andalucía y a su vinculación con la Universidad de Almería. "LO NADALIANO" Con el sufijo -iano se ha formado un nuevo adjetivo, nadaliano; y utilizo el impersonal porque en absoluto se trata de una innovación de quien les habla. Esta capacidad generadora de neologismos que a partir de un nombre propio aparecen en publicaciones científicas o en reseñas académicas, es una cualidad reservada a un ínfimo número de personalidades. A primera vista la mención puede parecer excesiva; pero les aseguro que no hay un ápice de exageración. Afortunadamente, las herramientas de búsqueda que nos proporciona Internet nos permiten apoyar nuestro argumento sobre un soporte factual sólido. Tras afinar en la pesquisa en la red (hay que desbrozarla de las numerosísimas referencias al homónimo supercampeón tenístico), encontramos muchos textos con menciones a explicaciones nadalianas de nuestra historia económica. Algunos autores se refieren al paradigma del fracaso nadaliano, otros a la metodología" nadaliana, pero también se encuentran escritos donde se habla de una actitud, de un estilo y hasta de una marca nadaliana, referidas todas ellas a nuestro candidato. Lo nadaliano, como epítome de un verdadero carácter universitario, se ha construido, y puede ser observado, a partir de tres caras: (1) sus orígenes; (2) su producción científica; y (3) su compromiso docente. 04

3 (1) Jordi Nadal i Oller nació en Cassà de la Selva en 1929, a una docena de kilómetros de la ciudad de Girona, en el seno de una familia vinculada a la industria corcho-taponera, la que había sido la verdadera locomotora económica del territorio desde el siglo XIX. El sexto de ocho hermanos, su infancia se vio interrumpida, como le ocurriera a tantos de su generación, por la guerra civil española. No guarda, sin embargo, un mal recuerdo de aquel convulso periodo: los negocios paternos habían hecho posible disponer de una red protectora con estancias en Perpiñán y Reims, donde, "bien alimentado y cuidado", según su testimonio, el joven Nadal acudiría a la escuela francesa, "infinitamente superior a la de aquí", como rememoraba recientemente. Terminada la contienda y tras el regreso y el traslado a Barcelona, Nadal seguirá sus estudios de bachillerato en el Liceo Francés. Como hijo disciplinado, el joven Jordi Nadal seguiría las directrices de su padre, que, pragmático, orienta a su vástago a estudiar Derecho y hacerse notario. Nadal, sin olvidar la prioridad del Derecho, se matricula también en Letras. Pero cuando inicie su especialidad en Historia y se encuentre con Jaume Vicens Vives sus prioridades formativas cambiarán. "Sin las clases de Vicens Vives yo no habría sido historiador, ha confesado en más de una ocasión. En aquella universidad descabezada de finales de los años 40, la irrupción de alguien de la categoría y del estilo académico de Jaume Vicens Vives tendría que resultar a la fuerza deslumbrante. Y esa nueva luz disiparía los planes acariciados por el padre. Aunque terminaría las dos carreras, Nadal había descubierto su vocación por la historia. En 1955 seguiría a su maestro a la nueva Facultad de Ciencias Económicas. La huella de Vicens, a pesar de la temprana orfandad en que quedaron sus discípulos por su muerte en 1960, ha sido imperecedera. Algunas de las virtudes nadalianas tienen una genealogía que podemos adivinar en las palabras del maestro que recordaba nuestro doctorando en 1987: 05 "Su mensaje fue siempre el mismo: lo más importante es el estado de ánimo, no debe haber lugar para la desesperación, el esfuerzo acaba pagando siempre, la salida del túnel depende de la voluntad de superación de todos y cada uno de nosotros". El aprendizaje de esta férrea voluntad, con la que Vicens había conseguido sobrevivir en la atmósfera viciada de la universidad franquista, va a encontrar en Nadal un sustrato fértil donde desarrollarse. (2) Hace ya más de 50 años que el profesor Nadal inició su carrera académica. Más de un centenar de publicaciones dan cuenta de su ubérrima cosecha intelectual. En tan prolija producción hay algo que quiero destacar y que podemos considerar un rasgo muy nadaliano: su capacidad de reinventarse, fruto, sin duda, de su gran preparación y de su enorme curiosidad intelectual. No se me ocurre otra forma de transmitirles esta idea que realizando un repaso, a la fuerza esquemático, de las diferentes etapas de su trayectoria científica, en cada una de las cuales advertiremos siempre alguna o algunas publicaciones que han quedado como referencia en su ámbito, cosechando un éxito clamoroso entre el público académico nacional e internacional, como lo prueban sus numerosas reediciones y reimpresiones. En 1958 apareció el Manual de historia económica de España de Jaume Vicens Vives en el que Nadal colaboró. Durante más de veinte años ha sido objeto de consulta preferente por generaciones de estudiantes de las facultades de Económicas e Historia de todo el país. En 1966 se publicó una de las obras cimeras de la historiografía nadaliana: La población española (siglos XVI al XX). Obra que condensa su etapa de historiador de la demografía y que tras numerosas reediciones sigue 06

4 siendo la monografía de referencia para la comprensión de la transición demográfica en España. A pesar de tan rotundo éxito académico, por entonces Nadal iniciaba un viraje fundamental en su trayectoria científica. Josep Fontana, el otro gran discípulo de Vicens, ha otorgado "un carácter fundacional" a la obra de Nadal en torno a la industrialización española. En sus años como catedrático en la Universidad de Valencia ( ) y tras su traslado a la Universidad Autónoma de Barcelona ( ), nuestro doctorando va a decidir abordar la historia de la industrialización hispana. La historia económica contemporánea de España que se les explicaba a los estudiantes de Económicas presentaba, en opinión de Nadal, gravísimas lagunas. A colmarlas se emplearía a fondo desde entonces. En 1975 se edita en español (dos años antes una versión en inglés se había incluido en The Fontana Economic History of Europe que editaba Carlo M. Cipolla), El fracaso de la Revolución industrial en España, El subtítulo de la obra, impreso en la cubierta, daba cuenta de la intención del autor: "Análisis de las causas que mediatizaron el intento de aplicar en España el modelo clásico -a la inglesa- de desarrollo económico". Con un método característico, "a la vez erudito y analítico", resumía uno de sus discípulos, Carles Sudrià en la presentación de un compendio de trabajos sobre la industrialización española editados en 1992, Nadal construyó una síntesis de la historia económica española llamada a tener un impacto perdurable. El mismo Sudrià levantaba acta, hace veinte años, del extraordinario éxito de El fracaso: doce reimpresiones desde 1975 y más de ejemplares vendidos. Unas cifras vertiginosas para una monografía académica que desde entonces ha añadido algunas reediciones más e incrementado sus cifras de venta. No voy a poder extenderme en las tesis de El fracaso, pero los 07 historiadores económicos españoles saben que está en el origen del intenso debate académico que ha presidido desde entonces el desarrollo de la disciplina. A comienzos del siglo XXI, hace ahora diez años, se postuló de manera vigorosa una visión optimista, que trataba de ser alternativa a la del fracaso, de la historia económica española. Frente a la excepcionalidad, la normalidad. España había sido un caso más del desarrollo económico europeo. Esta nueva mirada, hija del rutilante comportamiento de la economía española desde la integración en Europa, ahora está siendo sometida a prueba ante la profundidad y la persistencia de los desequilibrios económicos que hoy nos agobian. Como toda la historia no deja de ser historia del tiempo presente, resulta significativo que hace dos meses, cuando el diario El País publicó un reportaje sobre la destrucción del tejido industrial en España, utilizó como preámbulo una reflexión del profesor Nadal. Nuestro candidato se expresaría con rotundidad: "Sin industria no hay servicios, porque estos trabajan para la industria ("Adiós a la industria", El País, 10 de marzo de 2013). En sus incursiones sobre la industrialización española, Nadal se topó con Andalucía y, por ende, con Almería. Dos años antes de la edición de El fracaso, se había publicado en 1972 en la revista Moneda y Crédito su celebérrimo artículo sobre la industrialización y desindustrialización del Sureste. En este y en sus aportaciones a la Historia de Andalucía comandada por Antonio Domínguez Ortiz y por el maestro de historiadores económicos en Andalucía Antonio Miguel Bernal, Nadal nos regalaba una visión completa de la expansión minera andaluza en el siglo XIX, a la vez que daba noticia de los abortos de industrialización que tuvieron lugar en nuestra región en la misma centuria. En esas páginas, y en otras de El fracaso, pudimos leer los almerienses por vez primera, en un soporte de tanto prestigio, alusiones a las sierras de Gádor o de Almagrera, al descubrimiento del filón Jaroso o al efímero experimento siderúrgico en Garrucha. Veinticinco años después de aquel 08

5 artículo fundacional, en esta misma universidad almeriense, una reunión de casi cincuenta especialistas daba fe de la fértil cosecha de investigaciones en historia industrial andaluza que habían sido inspiradas de uno u otro modo en los trabajos de Nadal. (El volumen que las recogía, coordinado por Antonio Parejo y quien les habla en 1999, llevó por título Economía andaluza e historia industrial. Estudios en homenaje a Jordi Nadal). Desde entonces, Nadal ha seguido reinventándose. Sus aportaciones a la historia económica regional (Cataluña, Asturias, Valencia, aparte de las referidas a Andalucía); sus contribuciones a la historia empresarial (desde los Bonaplata a la que ahora le ocupa; la de la Hispano Suiza, pasando por, entre otras, la historia de la Caixa, escrita con Sudrià); su labor como impulsor, en compañía de sus más destacados discípulos catalanes, del primer libro sobre economía española en el siglo XX (en 1987, con Carreras y Sudrià) o el de las pautas regionales de la industrialización española (coordinado con Carreras); o la mirada a los sectores no líderes de la industrialización (con Jordi Catalán en 1994), etc. Como culminación de una extraordinaria carrera académica, Nadal dirigiría en 2003 una magna obra en todos los sentidos, el Atlas de la industrialización de España, con más de 30 colaboradores de casi todas las universidades españolas. Además, bajo su impulso nacería en 1992 una de las más prestigiosas revistas españolas de historia económica: la Revista de Historia Industrial, que ha dirigido desde entonces y de la que en la actualidad es fundador y director emérito. (3) Nada más lejos de la práctica docente del profesor Nadal que aquella de la que en 1961 se hiciera eco otro gran maestro, don Ramón Carande, al 09 citar en un solemne acto académico el conocido aserto atribuido al catedrático de Historia del Derecho, don Laureano Díaz Canseco. En el mismo, los catedráticos de universidad quedaban divididos en dos grupos: los que no van a clase y los que no deberían ir. Lejos del esperpento y del sarcasmo del comentario, Nadal ha valorado siempre la dedicación docente. "La docencia es fundamental. Es la primera obligación del profesor, por cumplir con ella cobramos del presupuesto público", ha afirmado en más de una ocasión. En este ámbito es donde brillan con luz propia algunas de las virtudes nadalianas. José Luis García Delgado las enumeraba en un volumen homenaje de Para el eminente catedrático de Economía, Nadal es "ejemplo de vocación frente a la desgana, de talento frente a la mediocridad, de sapiencia frente a la ignorancia, de capacidad autocrítica frente al dogmatismo". Quienes conocen al profesor Nadal saben que la mención a esta actitud no está dentro del reino del ditirambo, ese territorio en el que es fácil adentrarse cuando se pronuncia un elogio como el que les leo. Pero tampoco hay exageración en esta alabanza. Un testimonio viene a corroborarlo. Nadal se remangó en 1981 y reconstruyó, contra viento y marea, el departamento de Historia Económica de la Universidad de Barcelona que fundara en 1956 Jaume Vicens Vives y que, tras la prematura desaparición del maestro en 1960 y la dispersión de sus discípulos, corría el riesgo de sucumbir a la medianía. La labor de regeneración no fue fácil, pero hoy ese departamento de la Universidad de Barcelona se encuentra, treinta años después, entre los mejores de Europa. No era, ni es, demasiado frecuente embarcarse en una cruzada de ese carácter contra la mediocridad. Pero Nadal lo hizo. Por todo lo expuesto debemos felicitamos por contar con el profesor Nadal en nuestro claustro de doctores. Porque tener como referencia sus virtudes y sus valores, profundamente universitarios, podrá ayudarnos a mejorar y a afrontar con mejores recursos esta difícil encrucijada que emplaza hoy a 10

6 las universidades, en medio de una situación económica pavorosa. Porque con el viento a favor o con mar arbolada en contra, ese mensaje nadaliano, recogido de sus mayores, de que el trabajo constante, riguroso y exigente siempre retribuye, seguro que nos pertrecha para una mejor singladura. Por todo ello solicito del Claustro de la Universidad de Almería la aprobación de la propuesta de investidura como doctor honoris causa para el profesor Jordi Nadal. Muchas gracias. Catedrático de Historia e Instituciones Económicas Andrés Sánchez Picón Universidad de Almería 11 12

7 ACTO DE INVESTIDURA DE DOCTOR HONORIS CAUSA POR LA UNIVERSIDAD DE ALMERÍA DEL PROF. DR. D. JORDI NADAL Magnífico y Excmo. Sr. Rector de la Universidad de Almería Dignísimas autoridades Querido y admirado profesor Albert Broder, coprotagonista del presente acto Querido Andrés Sánchez Picón, mi padrino generosísimo en el día de hoy Estimados colegas y amigos, con la ausencia lamentada e irreparable del entrañable Antonio Parejo, Catedrático de la Universidad de Málaga, que nos dejó para siempre el pasado abril. Señoras y señores DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PROF. DR. D. JORDI NADAL, UNIVERSIDAD DE ALMERÍA El doctorado honoris causa concedido por la Universidad de Almería es una distinción que valoro y agradezco desde el fondo del alma. No se trata de palabras rituales, protocolarias, obedientes a una liturgia predeterminada. No obstante el corto tiempo de su existencia, mi relación con esta Universidad ha sido intensa, fructífera y cordial en todo momento. Me ilusiona la incorporación a su claustro de doctores, sintiendo que me quedo corto en mi reconocimiento si me limito a expresarlo, aunque sea de forma efusiva. Necesito corresponder de algún modo más sustancioso al gran honor que me dispensáis. Do ut des: dar para recibir, o todos los regalos deben tener contrapartida, decían los romanos. He pensado pagaros, en el presente caso, con la exposición resumida de un pequeño capítulo inédito de una historia que llevo preparando desde hace años. El escrito se titula Luis Cerro Palomo, andaluz de Antequera, director de la S.A.F. 9( Servicio de Aviación, Fábrica 9), nacida de la requisa estatal de parte de La Hispano-Suiza, durante la guerra civil. Lo ofrezco como prenda de compromiso con mi nueva alma mater, la almeriense. Paso a exponerlo oralmente de forma abreviada. El texto completo viene en el folleto impreso que os será entregado al final del acto

8 La Hispano-Suiza, Fábrica de Automóviles, S.A., con su sede social y su factoría de cabecera en el barrio barcelonés de La Sagrera, ha sido con seguridad la empresa de trayectoria más brillante y mayor fama internacional dentro de la industria española de la automoción. Nacida en 1904 de la conjunción de intereses entre Damián Mateu Bisa, comerciante mayorista de hierros, y Marc Birkigt, genio suizo de la mecánica y los negocios, y extinguida en 1946, la compañía pasó por dos grandes etapas de duración desigual y balances antagónicos. En la primera, hasta 1936, la fecha de estallido de la guerra civil, después de haberse estrenado con la fabricación de automóviles (turismos, camiones y autocares) innovadores y de gran calidad, la empresa alcanzó la gloria con sus motores de avión, fabricados en París (sucursal de Bois-Colombes, abierta en 1911), protagonistas destacados de la victoria aliada durante la Primera Guerra Mundial, y factores de enriquecimiento insospechado, cargado de consecuencias trascendentales para la compañía: intento, por parte del Fisco francés, de aplicarle la ley de beneficios extraordinarios de guerra implantada en 1916; oposición de la matriz, alegando su condición de extranjera en Francia; pleito entre las dos partes, zanjado, tras múltiples vicisitudes, mediante el laudo a favor de la española, de un árbitro suizo, en junio de 1922; represalias del lado francés, en forma de dificultades a la continuación de la actividad de la sucursal; segregación final de esta última, respecto de su matriz, para constituir la Société Française Hispano-Suiza... con mayoría de capital español (72 por ciento de las acciones emitidas, a cambio de los activos cedidos en Bois-Colombes; el 28 por ciento restante, suscrito por inversores franceses) El último hecho abrió una fase nueva dentro de la primera gran etapa que estamos considerando, caracterizada por la superioridad de La H-S francesa sobre La H-S española, incapaz, en adelante, de competir con su homónima. Favorecida por la plena dedicación de Birkigt, que en los años 1920 le regaló 15 unos turismos de superlujo, superiores incluso a los Rolls-Royce, y una serie de motores aéreos cada vez más potentes y perfectos, especialmente para usos comerciales, la compañía francesa renovó, de 1924 a 1939, los laureles y los dineros conseguidos de 1916 a 1919 bajo soberanía española. Incapaz de competir con ella, la fábrica,de La Sagrera hubo de contentarse con unos resultados económicos sólo discretos, paliados, eso sí, por el flujo de los dividendos transferidos regularmente desde Bois-Colombes. El panorama descrito sufrió un cambio radical los días 18 y 19 de julio de Abortado el alzamiento militar contra la República, las milicias populares vencedoras instauraron en Barcelona un poder de base revolucionario, al margen de la Generalitat y el Estado, inspirado por el afán de abolir el sistema capitalista, contrario, por injusto, al interés general. La propiedad privada debía ceder el puesto a la propiedad colectiva de los medios de producción. Obreros y campesinos se consideraban legitimados para asumir directamente la gestión de los talleres, fábricas y tierras a que venían aplicando su labor. Sobraban los amos y señores tradicionales. La idea era subversiva. La violencia y toda clase de desmanes fueron su corolario. Numerosos propietarios y empresarios ( y religiosos) fueron asesinados; otros consiguieron esconderse o escapar a territorio rebelde o extranjero. El primer día, la deserción de los dirigentes de La Hispano-Suiza fue prácticamente completa. En el siguiente, quedó constituida en La Sagrera un Comité de Control Obrero, sustituyendo al antiguo Consejo de Administración. La fábrica fue incautada por sus servidores. Transcurrida una semana, el 25 de julio, el establecimiento reanudó su marcha con aparente normalidad. Retorno a los asientos contables, aunque en libros distintos a los de antes, mismo afán por dejar puntual constancia de las actividades y resultados fabriles. Extremando la nota, el saldo inicial de los nuevos libros reproduce el saldo final de los extinguidos. Externamente, el traumatismo de la ruptura debía disimularse con 16

9 la apariencia de continuidad. Lo que no pudo mantenerse fue el nombre de la compañía, que fue rebautizada como La Hispano-Suiza, Empresa Colectivizada. Sus objetivos también cambiaron. El conflicto armado abierto por el alzamiento militar impuso a la colectivizada una atención preferente a la producción de pertrechos de guerra sobre los de paz. Por encima de todo, a partir de finales de julio de 1936, la fábrica de La Sagrera, como otras muchas colectivizadas o requisadas, hubo de emplearse en proporcionar los medios materiales demandados por las milicias populares en lucha contra el ejército rebelde. En La Sagrera, la gestión obrera operó con más entusiasmo que racionalidad productiva. La factoría estaba especialmente equipada para construir camiones y motores aéreos. A pesar de ello, careciendo de mandos competentes y presionada por la exaltación obrera, la factoría puso más empeño en satisfacer las necesidades más aparentes de la guerra (desde bombas de diversas clases y fusiles mauser hasta mochilas, tiendas de campaña, colchonetas y otros muchos artículos en los que no tenía ninguna ventaja productiva), que en las de fondo (como eran los medios de transporte terrestres y aéreos). De esta forma, el equipamiento más sofisticado y exclusivo de la factoría fue infrautilizado, cuando no mal empleado. Desde Madrid, primero, y desde Valencia, más tarde, el gobierno republicano se mostró soliviantado por la pasividad de la Generalitat ante el desorden de la gestión anarquista. En junio de 1937, Indalecio Prieto, Ministro de la Defensa Nacional, decidió apelar a la autoridad suprema de la República para intervenir personalmente. Un decreto suyo de alcance nacional decidió la requisa de las principales fábricas y talleres especialmente aptos para la producción de maquinaria de guerra, con vistas a encauzar el sector. La orden se hizo efectiva en La Sagrera con fecha 14 de agosto. La persona designada para ejecutarla fue el ingeniero aeronáutico Luis Cerro Palomo, promovido al grado de capitán del Ejército del Aire. 17 Nacido en Antequera en 1905, Cerro había cursado sucesivamente en Madrid, en donde se habían trasladado sus padres, los estudios de Mecánico de Aviación (en el aeródromo de Cuatro Vientos) y de Ingeniero Aeronáutico entre los años 1925 y 1935, para terminar mediante un período de prácticas en La Hispano-Suiza de Barcelona, una estancia rica de experiencias para él. Una vez completados sus estudios y en premio a la aplicación y aprovechamiento académico demostrados, Luis Cerro fue designado miembro de la Comisión especial encargada por el Ministerio del Aire de conocer in situ los progresos de la automoción en Francia y Alemania. La noticia del golpe militar en España sorprendió a los comisionados en Berlín. Ninguno de ellos quiso demorarse en su periplo. Los tres de mayor rango se trasladaron directamente a la España rebelde, cuya ideología compartían. Cerro y el restante, más jóvenes, optaron por la España legítima. Entrado por Irún, el andaluz fue a parar a Bilbao, en donde de agosto de 1936 a febrero de 1937 estuvo empleado en los servicios administrativos del aeropuerto. Dos meses más tarde, cuando las cosas se pusieron feas en el País Vasco, una orden telegráfica del 24 de abril requirió su presencia en la ciudad de Valencia, con el fin de informar verazmente de la situación en el citado País. Ya en la capital levantina, la entrevista de Cerro con el ministro Prieto y los principales jefes de la Aviación republicana (Camacho, Hidalgo de Cisneros, Pastor y Gudín) parece haber sido tempestuosa. De una parte, el pesimismo del informador: el Ejército del Norte carecía de mandos idóneos, organización y disciplina; era inminente la caída de Bilbao y esta Zona Norte; caído el Norte, caería el resto de la zona roja; a su juicio, compartido por personas apolíticas, la guerra estaba perdida e iba tomando cuerpo la idea de un pacto y rendición a Franco. De otra, el disgusto de los informados: Prieto, malhumorado, dijo que no podía haber pactos ni arreglos, disolviéndose acto seguido la reunión; el jefe de la Fuerza Aérea Hidalgo de Cisneros, colérico, quería entregarme a un consejo de guerra por 18

10 alta traición y derrotismo. Todo por el delito de haber hablado en voz alta y pensando en español. Con Cerro al mando, la requisa de La Sagrera no fue completa. La ley aplicada, procedente del tiempo de la Monarquía, decía taxativamente que sólo podían ser objeto de secuestro los medios de producción y trabajos en curso, pero nunca los productos terminados. Esta cláusula supuso la división de La Hispano-Suiza en dos: una colectivizada, continuación de la anterior, regida por el Consejo Obrero, bajo la tutela de la Generalitat, y otra nueva designada como fábrica número 9 de las requisadas por el Servicio de Aviación republicano. La primera se quedó con las instalaciones más sencillas y el personal menos especializado; la segunda, encomendada a Cerro, con las instalaciones más complejas y el personal de mayor formación,. A partir de la requisa, la S.A.F.9 se desentendió del material bélico no específicamente automotor para consagrarse a los motores de aviación y camiones. La convivencia de dos empresas diferentes, por más que nacidas de un tronco común, dentro de un mismo recinto fabril, no fue cómoda ni fácil. Muy impuesto de la responsabilidad de su cargo y en aras de una productividad mejorada, el director de la S.A.F.9 se aplicó cuanto pudo en elevar su actuación por encima de ideologías y militancias: Creía que al hacerme cargo de la Fábrica, debía guardar en lo más íntimo mis convicciones políticas, y aparecer como neutral en la contienda sindical y política que existía y aún existe en estado potencial, dándoles a todos los trabajadores la impresión de ecuanimidad y justicia en mis decisiones, base de toda autoridad moral. Desgraciadamente, no participaban de esta impresión todos los sectores sindicales y políticos de la Fábrica. Alguno de ellos hubiese preferido un Director político, militante de acción, que como primera medida hubiese clavado su carnet político en la puerta de su despacho, a modo de reto y advertencia al personal de la casa. No ignora quien escribe 19 este informe que ello es realizable, pero tampoco desconoce que hubiese traído consigo una guerra civil sorda e implacable entre los obreros de la fábrica, con anulación total de la producción ya menguada. Esta norma política de conducta me ha valido algunos ataques, a los cuales no he replicado, por deberme a una disciplina militar, y los cuales perdono ya que creo inspirados por un exceso de celo político, pero nunca por la mala fe. No se atribuya a tibieza en ideales la no adscripción pública y ostensible, ya que el que informa se incorporó a la zona leal por decisión personal e iniciativa propia, circunstancias posibles por encontrarme en el extranjero en comisión del Servicio en los días de la sublevación. Disidencias aparte, cuáles fueron los resultados tangibles alcanzados durante su corta existencia por la S.A.F. 9? Las actas del Consejo de guerra a que fue sometido por un tribunal militar el director de la misma, el día 6 de febrero de 1940, nos proporcionan dos respuestas contradictorias. En su defensa, Cerro alegó que, gracias a la complicidad de algunos obreros y empleados y a pesar de estar vigiladísimo, por ser políticamente dudoso, había conseguido, mediante diversas maniobras dilatorias, que no se construyera, en La Sagrera, ni un solo motor de avión. En el extremo opuesto, la sentencia del Tribunal aduce como uno de los argumentos condenatorios, que, desde la dirección técnica de la fábrica Hispano-Suiza puesta al servicio de la aviación enemiga [la roja], el reo había desarrollado una labor eficacísima de apoyo a la rebelión desatada (es conocido el empeño de los alzados en julio de 1936, en confundir a la opinión mediante el procedimiento de invertir los papeles: ellos, los militares levantados en armas contra la República pasaron a ser los representantes de la legalidad; los legales republicanos de pro, los traidores). En qué quedamos? La S.A.F. 9 cumplió, o no, la misión que el gobierno legítimo le había encomendado? Un informe enviado, el 13 de diciembre de 1937, al Subsecretario de Aviación (Antonio Camacho) por el 20