FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO

Transcripción

1 FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO Pedro Santos MARTÍNEZ. Política de España en Europa. Conflictos con Portugal y América. Nueva Historia de la Nación Argentina, A. N. H., Buenos Aires, tomo 2, pp Los conflictos suscitados en los dominios españoles del Atlántico Sudamericano en relación con Inglaterra y Portugal durante el siglo XVIII y su repercusión en el área rioplatense se comprenden si se los inserta en el desenvolvimiento de la política internacional europea. Este siglo es del segundo reparto de Europa territorial e ideológico después de la época de los descubrimientos y conquistas del siglo XVI. Los avances portugueses y el Río de la Plata Durante la dominación española sobre Portugal ( ), este país perdió casi todas sus colonias asiáticas y africanas. Restaurada su independencia en 1640, Portugal insistió en las aspiraciones que siempre alentó sobre la margen oriental del Río de la Plata. Contribuyeron diversas circunstancias: la debilidad del último Austria (Carlos II), la decadencia del reino español, la ambición de Inglaterra, que para abrir una brecha en el monopolio comercial español prometió ayuda a Portugal en sus pretensiones rioplatenses. El rey portugués Juan VI de Braganza inició las hostilidades en el Río de la Plata. Mientras España se debatía en las pérdidas continuas que tenía en Europa, los lusitanos reanudaban la cuestión de límites con exigencias que no tenían fundamento, pero estaban dispuestos a llevarlas adelante en función de los descalabros militares de España en el viejo continente. Esta divergencia arrancaba del mismo tratado de Tordesillas y duró mucho tiempo sin que se conviniera una definición ni llegara a someterse al arbitraje pontificio. Las tierras situadas al oriente de aquella demarcación se habían adjudicado a Portugal, pero ésta insistía en que la línea divisoria debía trazarse más al oeste y, por consiguiente, reclamaba las tierras septentrionales que bañaban al Río de la Plata. Vaquerías y bandeirantes Sin embargo, más urgente era el dominio de la costa norte del Río de la Plata porque incluía los territorios de la Banda Oriental, que aun no estaban colonizadas por España. Eran regiones con millones de cabezas de ganado, que atraían las célebres vaquerías o matanza de vacunos de los que se obtenían gran cantidad de cueros. A ello se agregaban las actividades de aventureros y piratas en la costa atlántica y del Plata. Durante el tiempo en que Portugal continental estuvo bajo el dominio español, en Brasil, los bandeirantes desarrollaron una desbordante penetración desde San

2 Pablo en busca de nuevas tierras y esclavos. Las bandeiras eran partidas dedicadas a capturar y esclavizar indios El nombre proviene de la costumbre de levantar una bandera en señal de guerra. Sus correrías generalmente se concentraban en las ciudades y reducciones paraguayas del Guayrá e Itatín. Si al principio atrapaban indios salvajes, después aprisionaron a los indios cristianizados que ya habían aprendido algunos oficios y por ese motivo la mayoría de las víctimas provenían de las misiones jesuíticas (...) Los testimonios de época reflejan el horror producido por las crueldades que cometían los bandeirantes. Destruyeron en pocos años todas las señales de ocupación española. Los bandeirantes sirvieron eficazmente los objetivos del gobierno portugués al ocasionar el masivo retroceso de las posesiones paraguayas en la región. En 1673, los portugueses habían comenzado la invasión de la Banda Oriental. Al mismo tiempo, desembarcaron en el paraje llamado de Montevideo para grabar en el cerro el escudo de Portugal. Un famoso bandeirante saqueo y destruyo en Paraguay la Villarica del Espíritu Santo (1675), a pesar de haberse convenido la paz hacia casi ocho años. Para complicar esta situación, el monarca portugués obtuvo del Papa Inocencio XI la creación del obispado de Río de Janeiro, al que se le asignó una jurisdicción hasta el Río de la Plata. Fundación de Colonia del Sacramento. Desalojo y devolución a los portugueses Mientras España estaba en guerra con la Francia de Luis XIV, el rey Pedro II de Portugal nombró gobernador de Río de Janeiro a Manuel Lobo (1673), a quien se le ordeno fundar una población en la margen oriental del Plata y levantar una fortaleza para afirmar la dominación lusitana. En un paraje frente a la isla de San Gabriel fundó Nova Colonia de Sacramento (21 de enero de 1680). Al tener conocimiento de esa fundación, el gobernador Garro protestó, pero Lobo le respondió que estaba en tierras de su monarca. Garro comunico la novedad al rey de España y al virrey de Perú. Como Lobo rechazo el desalojo que le había intimado Garro, este organizo una expedición para expulsarlo, la cual contó con la colaboración de soldados de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba e indios de las misiones, se apodero de Colonia y en el combate los lusitanos tuvieron muchos muertos. Los españoles tomaron prisioneros a los sobrevivientes con sus equipos, incluyendo a Lobo, quien salvado de que los indios lo ultimaran, fue trasladado a Buenos Aires donde murió (7 de agosto de 1680). Este episodio fue el punto de partida de futuros conflictos armados que, con algunas treguas, los dos reinos mantendrán durante casi un siglo ( ). El problema ocurría en tiempos en que España atravesaba un mal momento diplomático, pues por la paz de Nimega (1678) debió ceder a Francia el Franco Condado. Pero como debía participar de la coalición europea contra Luis XIV y le era necesaria la neutralidad de Lisboa, se iniciaron negociaciones diplomáticas en las cuales, como siempre, Portugal supo ganar los combates que perdía en las guerras. Todo concluyó con el tratado del 7 de mayo de 1681, por el cual Carlos II desautorizo a Garro, se comprometió a devolver Colonia a los portugueses y

3 reconstruir las fortificaciones destruidas. Este acuerdo era provisional y salvaba los derechos de España sobre las tierras usurpadas. Los portugueses prisionero serian liberados, regresarían y se les devolverían las armas. Portugal no podría edificar fortalezas ni molestar a los indios de las misiones y castigaría las agresiones cometidas por sus súbditos en los territorios de España, comprometiéndose a devolver indios, ganados y cuanto hubieren arrebatado. A su vez, el soberano español obligaría al gobernador de Buenos Aires a castigar los excesos cometidos por sus soldados en aquella operación. El gobernador Garro fue revelado de Buenos Aires y paso a ejercer las mismas funciones en Chile. Todo lo convenido fue letra muerta. Los vencidos empezaron a construir fortalezas y las pequeñas embarcaciones portuguesas burlaban la poca vigilancia existente, introduciendo de contrabando mercaderías europeas en Buenos Aires. Al ver tantas mercaderías europeas en Buenos Aires. Al ver tantas posibilidades en esta área, los pobladores de Colonia y Río de Janeiro sugirieron a su rey que se introdujera en el Paraguay para acercarse al Perú pero también poblara Montevideo (o Maldonado), al tiempo que desde Colonia se clausuró el río Uruguay para hostilizar a los que habitaban en torno al Paraná (...). Recuperación española de Colonia. Los tratados de Utrech y Rastadt Como ya se ha expuesto, para conseguir la alianza o neutralidad lusitana Felipe V reconoció a Portugal la soberanía sobre Colonia (Tratado de Alfonza, 1701). Pero la situación cambió totalmente cuando Pero II se apartó de los Borbones y apoyó al archiduque Carlos como sucesor en España para apoderarse del Río de la Plata; Colonia constituía una fuerte amenaza contra Buenos Aires por ser un activo foco de contrabando, y los portugueses la habían fortificado con un ejército numeroso y algunas edificaciones. Por estos motivos, el monarca español ordenó a Valdés Inclán, gobernador del Río e la Plata, atacar Colonia. Al cabo de cinco meses de sitio, los portugueses la abandonaron y fue ocupada por tropas españolas (marzo de 1705). Este triunfo le mereció a Buenos Aires el título de muy noble y leal. Extenuaos todos los combatientes, se avienen a negociar la paz. Pero como las potencias europeas coaligadas querían ver doblemente a España y Francia, hicieron pesar su propios intereses para dejarlos establecidos en los Tratados de Utrech (11 de abril de 1713) y de Rastadt (6 de marzo de 1714), cuyas estipulaciones influirán en la política internacional durante el resto el siglo XVIII. España resultó la más sacrificada, pues la Guerra de Sucesión que terminaba fue el saqueo del fabuloso botín de sus posesiones. Sus dominios en Europa (Bélgica, Luxemburgo, Milán, Cerdeña y Nápoles) pasaron a anos de Austria. Al duque de Saboya se lo reconoció como rey de Sicilia. Quedaron en poder de los ingleses los vitales enclaves de Menorca y Gibraltar, que le permitían el dominio del Mediterráneo. A ello se les agregaban las posesiones francesas: isla de San Cristóbal en las Antillas y territorios e la Bahía de Hudson, Acadia y Terranova. Además, Inglaterra logró imponer la incompatibilidad de las Coronas española y francesa en una misma persona. Como compensación de los acuerdos de paz, Portugal solicitó la entrega de Colonia.

4 Inglaterra en Gibraltar y Portugal en Colonia eran los dos cabos del cordel con que Inglaterra estrangulaba las marinas de España y de Francia y aseguraba su tráfico comercial. España pasó a ser una potencia de segundo orden y perdió la unidad del Mediterráneo que había forjado desde finales del siglo XV. Quedó reducida a la Península y aunque apartada de las grandes cuestiones centroeuropeas continuaba dueña de las Indias. Francia, además de colocar a un Borbón en el trono español, conservaba la línea del Rin y sus fronteras continentales. En Utrech triunfa la idea inglesa del equilibrio con la triple finalidad de abatir a Francia (mediante barreras y zonas de influencia), acelerar la decadencia política (al aceptar el reparto del imperio español) y evitar la unión franco-española. Es decir, asegurarse de que no hubieran potencias predominantes y ella ser árbitro en los conflictos. En definitiva, los tratados convenidos consagraron a Inglaterra como gran potencia y aunque ponían fin a la guerra de sucesión española, las diferencias recién fueron arregladas definitivamente en 1725 por el Tratado de Viena. El asiento de negros y el navío de permiso Por otra parte, quedaron consagrados dos privilegios comerciales en América a favor de Inglaterra. Ellos fueron el Asiento de Negros y el Navío de Permiso. Ese comercio de negros pactado fue el de mayor envergadura en el Río de la Plata, pues el asiento permitía la introducción de negros, de ambos sexos y de todas las edades durante el plazo de treinta años a razón de anuales. De esta cantidad, se destinarían a Buenos Aires en donde se venderían 800 de ellos y el resto en el interior y Chile (26 de marzo). Para depósito y mantenimiento de aquellos esclavos se le concedía a la Compañía un terreno en Buenos Aires destinado a refrescar y guardar con seguridad las piezas, al igual que para el personal y navíos de la Compañía (27 de marzo). El asiento se instaló definitivamente en Buenos Aires en el lugar que durante el siglo XVIII se llamó Retiro de los ingleses, donde se establecieron el depósito de esclavos, su mercado e instalaciones. Este beneficio fue usufructuado por la compañía inglesa del mar del sur (en pago de una importante deuda que la Corona británica tenía con ella). En verdad, constituyó un poderoso foco de contrabando en Buenos Aires. Pudo fortalecerse porque Inglaterra se afianzó comercialmente en la otra orilla del Río de la Plata cuando Portugal abandonó la amistad con España y se unió a la alianza europea contra Luis XIV y Felipe V. Aprovechado esta concesión, los buques negreros practicaron ampliamente el contrabando, introdujeron en Buenos Aires mercaderías y diversos productos de fabricación extranjera con el pretexto de renovar el ajuar de los esclavos, quienes en realidad no recibían ninguna prenda. La amplitud alcanzada por esta concesión se afianzó en la otra orilla del Río de la Plata porque los portugueses reclamaron participación en los beneficios por su adhesión a la alianza contra los Borbones. Con motivo del tratado de Methuen, los ingleses respaldaron a Portugal en sus reclamaciones sobre Colonia del Sacramento.

5 El Navío de Permiso consistía en el envío de un buque de 5000 toneladas de mercaderías de la Compañía inglesa para vender en puertos españoles de América del Sur, tanto del Atlántico como del Pacífico. Esta concesión implicó también el acrecentamiento del comercio ilegal (...). * * *