SEÑORA MINISTRA MARGARITA BEATRIZ LUNA RAMOS SEÑOR MINISTRO EN RETIRO DON ARTURO SERRANO ROBLES

Transcripción

1 PALABRAS DE AGRADECIMIENTO DE LA SEÑORA MINISTRA OLGA SÁNCHEZ CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS, CON MOTIVO DE LA ENTREGA DE LA PRESEA ARTURO SERRANO ROBLES QUE LE OTORGA LA ASOCIACIÓN NACIONAL DE MAGISTRADOS Y JUECES DE DISTRITO DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN, ASOCIACIÓN CIVIL, TERCERA REGIÓN. EL 27 DE NOVIEMBRE DE 2014, EN EL AUDITORIO DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL. SEÑORA MINISTRA MARGARITA BEATRIZ LUNA RAMOS SEÑOR MINISTRO EN RETIRO DON ARTURO SERRANO ROBLES DISTINGUIDOS MIEMBROS DEL PRESIDIUM Y DE LA ASOCIACIÓN NACIONAL DE MAGISTRADOS Y JUECES DE DISTRITO DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN, ASOCIACIÓN CIVIL, TERCERA REGIÓN. SEÑORAS Y SEÑORES MAGISTRADOS Y JUECES DE DISTRITO SEÑORAS Y SEÑORES SECRETARIOS Y ACTUARIOS DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN DAMAS Y CABALLEROS 1

2 Esta intervención no tendrá más objeto que ser un agradecimiento. Primero, para quienes han determinado otorgarnos a las ministras de la Corte esta distinción. Al director de este Instituto, que tan amablemente nos recibe para ese efecto. Para ustedes que atestiguan esto. Y, last, but not least, para quien le da nombre a la presea que hoy se nos confiere, al Señor Ministro Don Arturo Serrano Robles. Y no he encontrado mejor manera de iniciar este agradecimiento que citando las palabras que ha utilizado en alguna ocasión Don Arturo Serrano para referirse a la función jurisdiccional, cito: Ser Juzgador (juez, Magistrado o Ministro y aún Secretario) es, quizá, la más trascendental tarea que puede realizar el ser humano puesto que, de su determinación, dependen la tranquilidad, certeza y seguridad 2

3 en el disfrute de sus derechos y hasta la vida misma de los demás. De allí precisamente la necesidad de que el juez tenga siempre presente que no hay casos importantes ni trascendentes pues es posible que, en cualquiera de ellos, se esconda una angustia y palpite una esperanza Servir a la Justicia es un apostolado donde la determinación de los servidores no puede ser otra que la de hacer efectivos los imperativos norma y cuando la norma sea fría e incolora, debe ser la apreciación y aplicación del juzgador lo que la vivifique y le dé la razón de su ser Estas palabras me mueven a agradecer públicamente la oportunidad de desempeñar esta trascendental tarea al servicio de México. Y la agradezco públicamente, primero, porque me ha permitido servir a la justicia, en los términos que acabo de citar. Porque me ha permitido defender, a veces contra inercias muy fuertes, los derechos de las personas. Porque me ha permitido ser una juez constitucional, con todo lo ello 3

4 significa. Porque esa labor, entiendo, es lo que ha llevado a la asociación que hoy nos distingue con la entrega de esta medalla, a realizar un inmerecido reconocimiento a mi persona. Me honra y me enaltece esta distinción. Porque, lo he dicho en innumerables ocasiones, cuando una persona tiene el honor de recibir algún reconocimiento, quizá lo primero que haga sea, como fue mi caso, reflexionar sobre el mérito que se tiene para recibir tal distinción. Al tiempo, lo que se descubre es únicamente la gentileza de quien lo otorga y el saber que uno solamente ha hecho lo que debió hacer. Y cuando ese hacer es una función tan honorable, tan útil para defender los 4

5 derechos de las personas, tan satisfactoria en términos profesionales, se entiende que cualquier honor, cualquier reconocimiento, es un reconocimiento a la función judicial que, esencialmente, es la de defender derechos. Al recibir este honor, por parte de quienes comparten conmigo esa noble labor, por quienes forman parte del Poder de la Unión al que pertenezco, se hacen patentes los frutos que rinde todo el esfuerzo que, tanto a nivel personal, como profesional, y durante los últimos veinte años de mi vida, he dedicado en la impartición de justicia constitucional, en donde he tratado de ser consistente en el reconocimiento y defensa 5

6 de los derechos fundamentales de las personas. Creo que el mejor legado que un impartidor de justicia puede dejar por su labor, es la consistencia de sus criterios y la fuerza de sus argumentos. Por ello, estoy convencida que el reconocimiento, respeto y defensa de los derechos humanos debe estar por encima, incluso, de una convicción personal, de dogmas e, incluso, de valores arraigados en el seno familiar. Por la trascendental función que implica el juzgar a nuestros semejantes, por la importancia que tiene un juzgador constitucional para nuestra sociedad, este quisiera que fuera mi legado. 6

7 Recibir una medalla que lleva el nombre de un hombre que CONSAGRÓ, literalmente, en el sentido más amplio de la palabra, su vida a la función judicial, me hace recordar que la legitimación de las y los Juzgadores deriva precisamente de su compromiso, de las buenas y ponderadas razones contenidas en sus resoluciones, de ese sacrificio que cada uno conoce en su fuero interno. El compromiso de Don Arturo Serrano con la función judicial, me hace desear que cada vez haya más mujeres y hombres que desean comprometerse con México en la noble y difícil labor judicial. Porque la carrera judicial implica una vocación que no cualquiera puede entender, a la que muy pocos se sienten llamados con autenticidad, 7

8 porque, como dijera Don Arturo, en las palabras que de él al inicio he citado: es casi un apostolado. Ese apostolado consiste, en mi perspectiva, en un llamado a ser guardianes de la Norma Suprema, entendiéndola siempre como norma, no como buenos deseos, no como programa de acción, no como poesía jurídica, como NORMA, en toda la expresión y connotación de la palabra, como lo dijera Don Arturo: en imperativo norma. Llegué hace ya casi veinte años al más alto tribunal de la Nación con ese objetivo, con esa encomienda que después se volvió un faro de mi desempeño. Me iré, dentro de 8

9 unos 369 días, con esa misma encomienda, con ese mismo objetivo, con ese mismo faro. Con la idea firme y clara de que la función judicial cambió para siempre mi idea del derecho y con la idea firme y clara de que mi contribución a la cultura jurídica y al desarrollo del derecho en México no se agotarán al concluir mi encargo como ministra, sino que seguirán, espero que con la misma fuerza del ejemplo que Don Arturo Serrano nos ha dejado, contribuyendo, con suma humildad, a la construcción de herramientas que contribuyan a hacer mejor los cambios tan importantes que está viviendo nuestro país en materia de derechos humanos. Los invito para que, en las esferas que les correspondan, se sumen al esfuerzo que día con día estamos 9

10 realizando todos en el Poder Judicial de la Federación para lograr una sociedad más justa, más equitativa, más incluyente. Agradezco profundamente esta distinción y el favor de su atención. Muchas gracias. 10