Pobreza y exclusión en la crisis: el reconocimiento de las estrategias como un factor de integración

Transcripción

1 Pobreza y exclusión en la crisis: el reconocimiento de las estrategias como un factor de integración Poverty and social exclusion in the crisis: the strategies as an integration factor Lucía Martínez Virto Departamento de Trabajo Social, Grupo de investigación ALTER. Universidad Pública de Navarra. lucia.martinez@unavarra.es. Resumen: El impacto de la crisis ha contribuido a endurecer las condiciones de vida de un gran número de hogares en España. En este contexto se intuye, que si bien esta afección ha sido generalizada con respecto al aumento del desempleo o a la pérdida de capacidad adquisitiva de los hogares, ésta ha sido más aguda en aquellos núcleos que anteriormente a la recesión ya vivían situaciones de dificultad, por lo que la crisis estaría aumentando, de manera intensa y extensa, las situaciones de pobreza y exclusión. El principal objetivo de esta comunicación es el de conocer los procesos de exclusión que se están desarrollando en la actual coyuntura en España y, a partir de ellos, identificar las estrategias y las formas de supervivencia que los hogares están desarrollado para contrarrestar estas dificultades. Para ello se ha optado por una aproximación cuantitativa a las condiciones de vida los hogares excluidos, así como, por un análisis cualitativo de relatos de vida a hogares en situación de exclusión social. La combinación de estas herramientas ha permitido dimensionar estos procesos, identificar las estrategias y atender a las implicaciones cotidianas que tiene su desarrollo. Con todo ello se pretende atender a las dinámicas de exclusión e integración que se están produciendo en la crisis, y así, arrojar luz sobre las condiciones de vida y formas de supervivencia de los hogares excluidos. Palabras clave: crisis económica; dificultades; exclusión; estrategias e integración. 1

2 Abstract: The impact of the crisis has helped to harden the difficulties of a large number of households in Spain. Even though theses conditions have had a widespread impact, it has been more acute in families, which before crisis were undergoing situations of difficulty. The main objective of this paper is to understand the processes of exclusion that are being developed currently in Spain and, from them, identify strategies and ways of survival that homes are developing in order to face these difficulties. We have chosen these results through a general quantitative approach and a qualitative analysis of life stories in relation to exclusion households. The combinations of these tools allow us to size up these processes, identify strategies and understand the daily impact. Therefore, we meet the exclusion and integration dynamics, which form part of the crisis, and thus shed light on the livelihoods of the households in exclusion. Keywords: crisis; difficulties; social exclusion; integration and strategies. Introducción Según la ECV (2011) la población española en riesgo de pobreza alcanza el 21,8%, un resultado que mantiene una tendencia ascendente desde 2008 (+3pp.) y que en valores absolutos se cuantificaría en casi de personas con bajos ingresos. Así mismo, los niveles de pobreza severa alcanzaban en ese mismo año el 7,2%, un incremento aún mayor (+4pp.) que el valor anterior, en el mismo intervalo temporal, y que estaría cuantificado en algo más de de personas con ingresos inferiores al 30% del umbral estatal. Estos niveles de pobreza dimensionan e ilustran lo que para muchos hogares en España es una lucha constante por garantizar su bienestar y evitar, en la medida de lo posible, las privaciones. Esta realidad se ve además alimentada de una extensa producción académica que evidencia la preocupación social existente sobre cuáles están siendo los efectos de la crisis en España y qué consecuencias tendrá la consolidación de una ciudadanía con mayores cotas de desigualdad. La hipótesis que motiva este trabajo considera que, a pesar de que el impacto de la crisis está siendo generalizado con respecto a la pérdida de capacidad económica de los hogares, sus efectos no se están repartiendo de manera democrática, sino que la recesión está azotando especialmente a los hogares que ya padecían realidades de mayor dificultad. En este escenario, se intuye que el diseño y el desarrollo de estrategias está actuando como un factor de integración por facilitar las trayectorias de ascenso a los espacios de bienestar. A lo largo del texto se tratará de dar respuesta a dichas cuestiones. Para ello se presentará la metodología de análisis, algunas 2

3 aclaraciones relacionadas con la terminología empleada, se describirán los procesos de exclusión observados y las estrategias identificadas para hacerles frente. Los resultados reflejarán la combinación de herramientas metodológicas a través de la alternancia de datos y fragmentos que ayuden a ilustrar estas realidades. Finalmente se subrayan las conclusiones más relevantes del texto, y con ellas, algunas reflexiones que derivan de los resultados obtenidos. 1 Metodología Los diversos cambios acaecidos en los últimos años, especialmente asociados a la extensión y mantenimiento de la recesión económica, han alterado las condiciones de vida de los hogares y, por tanto, han propiciado la emergencia de nuevas realidades. Este naciente escenario social se enmarca en un espacio construido por viejas estructuras que ayudan a afrontar, especialmente, las situaciones de necesidad tradicionales. A esta dificultad se le añade la necesidad de revalorizar, en contraposición con los discursos que atienden al ámbito de la exclusión desde el prisma de la pasividad y la dependencia a los sistemas de protección social, los esfuerzos por contrarrestar las dificultades cotidianas a las que se enfrentan un gran número de hogares en España. Para ello se apuesta por el concepto de estrategia, un término controvertido que requiere una comprensión más minuciosa, especialmente, cuando se trata de aplicarlo a núcleos y personas que, por sus realidades de intensa necesidad, encuentran pocas oportunidades de elegir alternativas. Los primeros estudios de pobreza que incorporaron este concepto datan de los años setenta, su aplicación a este ámbito visibilizó, y reconoció, la dimensión informal que se desarrolla en el seno de los hogares como un elemento clave para el crecimiento económico de las distintas sociedades, especialmente en los escenarios de América Latina y África. Posteriormente, en el marco de las transformaciones postindustriales, este concepto se trasladó a algunos análisis europeos con el fin de atender y reconocer los esfuerzos desarrollados por los hogares en coyunturas difíciles. La identificación de las estrategias ha permitido, desde la disciplina del trabajo social o las ciencias de la intervención social, conocer la capacidad de resistencia, y resiliencia, que los hogares demuestran al enfrentarse a las dificultades. Ambos conceptos son importantes ya que permiten reconocer la capacidad que poseen los hogares usuarios para sobreponerse y adaptarse a las dificultades. Sin embargo, y como se adelantaba, es un término que entraña tres obstáculos fundamentales. En primer lugar, la dificultad de identificar si las acciones, en realidades de gran 3

4 dificultad, tienen un trasfondo deliberado o más bien responden a una situación sobrevenida. Por otro lado, la dimensión temporal de las acciones también requiere identificar aquellas estrategias que, en realidades donde las dificultades se han prolongado, han podido convertirse en parte de la dinámica cotidiana del hogar. Por último, otros elementos de carácter subjetivo como las motivaciones y la voluntariedad que impulsan su diseño (Crow, 1989). A pesar de estas dificultades, se apuesta por la incorporación de este término, y se entiende que son aquellas acciones diseñadas para contrarrestar las dificultades cotidianas a las que se enfrentan los hogares, debido a que se intuye que, a pesar de la intensidad de algunas dificultades, son acciones más o menos deliberadas. Por tanto, la creciente complejidad de este nuevo escenario demanda el diseño de un método de análisis combinado, cuantitativo y cualitativo, que atienda a ambas complejidades: una coyuntura muy cambiante y unas acciones de contrarresto que para ser comprendidas deben atender a todas sus especificidades. En primer lugar, el análisis cuantitativo, a partir del análisis de las Encuesta Foessa 2007 y 2009, permitirá dimensionar e intuir algunos de los procesos de exclusión e integración que las herramientas cualitativas ayudarán a identificar. Con el objetivo de actualizar algunos de estos datos, éste análisis se ha simultaneado con otras fuentes estadísticas de carácter oficial y anual como la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) o la Encuesta de Población Activa (EPA), las cuales, además de complementar algunos resultados, han permitido comprobar que estos procesos se mantienen, e incluso, se extienden a medida que la crisis se va prolongando. Para aquellas personas que no están familiarizadas con la Encuesta Foessa, la característica fundamental que diferencia a dicha herramienta de otras es que está diseñada a partir de 34 indicadores que miden las situaciones de exclusión, por lo que, por un lado, proporciona múltiple y valiosa información, y por otro, permite agrupar y vincular las respuestas de los individuos por hogares de referencia, un aspecto de gran relevancia en este ámbito de análisis debido a que se toma al hogar como unidad de medida, al considerar que el punto de encuentro entre la colectividad, el mercado y la protección pública es el hogar, aunque la titularidad de las rentas, salarios y prestaciones sea individual. Además de ello, cabe subrayarse que la encuesta se desarrolla en dos años diferentes (2007 y 2009), un elemento fundamental al permitir la incorporación de preguntas retrospectivas para la necesaria aproximación longitudinal que solicita este análisis. En segundo lugar, el desarrollo de técnicas cualitativas habilita, a través del ejercicio interpretativo, el acercamiento a los significados y las percepciones, la identificación de las 4

5 implicaciones de los fenómenos en el marco contextual cotidiano y, en última instancia, comprender los aspectos más complejos de las estrategias (Kornblit, 2007:17). Entre algunos de estos elementos susceptibles de ser trabajados destacan los discursos, las trayectorias o los aspectos subjetivos y motivacionales implícitos en el desarrollo de cada una de ellas (Ruiz- Olabuénaga e Ispizua, 1989). La combinación de ambas metodologías había sido previamente desplegada, con resultados positivos, en otros estudios centrados en analizar trayectorias familiares e identificar episodios de crisis e itinerarios de exclusión como Rodríguez-Cabrero et al. (2004a) en el caso de Asturias, Subirats, et al. (2005) en Cataluña o Pérez-Yruela et al. (2002) en Andalucía. La elección del método biográfico, y más concretamente el relato de vida, como herramienta de investigación social, viene motivada por la necesidad de conocer el itinerario vital de un hogar a través del discurso y la percepción de alguna de las personas que lo componen. Este método, que ya había sido utilizado en el espacio de la pobreza y la exclusión social en estudios previos como Aliena (1999) o Laparra y Pérez-Eransus (2007) entre otros, trata de acercarse al itinerario biográfico de un hogar o una persona mediante preguntas relativas a la gestión de los recursos familiares y vitales. En este caso, la elección del relato de vida, frente a otras técnicas aparentemente similares como la historia de vida, donde a la información narrada se le incorpora documentación adicional que permita una reconstrucción biográfica exhaustiva y lo más objetiva posible, ha buscado acercarse a la realidad cotidiana de los hogares a través de su propia interpretación de los hechos y realidades que han acontecido a lo largo de su biografía (Sanz-Hernández, 2005). Esta tarea no está exenta de dificultades, especialmente cuando es una única persona la que suministra el discurso de la unidad convivencial. Sin embargo, la apuesta por un único discurso se justifica en la priorización del mayor número de casos frente al mayor número de discursos sobre una misma realidad. Para ello, se ha seleccionado como informante clave a la persona sustentadora principal o a la encargada de gestionar los recursos. Los resultados, como ha ocurrido en estudios precedentes, avalan esta decisión metodológica al haber permitido profundizar en la dinámica cotidiana del hogar, atendiendo especialmente a los elementos perceptivos y motivacionales de la persona informante (Lulle, et al., 1998). Esta herramienta también permite situar a la persona entrevistada en el centro de la historia. Ello supone, como muestra uno de los fragmentos, un importante acto de reconocimiento personal y, por lo tanto, constituye también una de las contribuciones implícitas asociadas a este trabajo que resultan más 5

6 satisfactorias: Maja, es que si no llego a hacer esta entrevista, para rato hago yo este repaso de lo que ha sido mi vida y en estos temas (Luisa, 37 años, nº 1). En definitiva, el estudio tanto de los procesos de exclusión e integración como de las estrategias combina un análisis empírico cuantitativo y cualitativo que permite identificar, contextualizar y comprender los procesos de exclusión, atendiendo especialmente a la identificación de las estrategias como factor de integración al entenderlas como aquellas acciones que contrarrestan las dificultades. 2 Aumento e intensificación de los procesos de exclusión en la crisis El estudio de las situaciones de exclusión social ha sido analizado desde muy diversas disciplinas. Tradicionalmente abordado como una superación al estudio de las situaciones de pobreza económica desde una perspectiva exclusivamente monetaria, el término de exclusión social engloba diversos factores de riesgo y de vulnerabilidad en términos dinámicos y multidimensionales. Es decir, pone el acento en subrayar su carácter estructural, relacional, dinámico y multifactorial con el fin de acabar con la dicotomía entre pobres y no pobres, para analizar y visibilizar la diversidad de situaciones y las especificidades que se emplazan entre los espacios de integración y exclusión (Laparra, et al., 2007). A partir de este planteamiento, que ha ido consolidando el estudio de las de las situaciones de exclusión e integración social en relación a los tres pilares clásicos de integración, el económico, el político y el social, se presentan los diferentes procesos que muchos hogares con dificultades están desarrollando en la coyuntura actual. Por tanto, el análisis profundiza en el estudio de los procesos de exclusión y las estrategias de integración en torno a las relaciones que los hogares mantienen con los tres espacios: el mercado de trabajo, el estado y las redes informales. A partir de esta premisa, los procesos de exclusión se encontrarían definidos por una pérdida total o parcial de las relaciones de un hogar con los señalados pilares de integración, mientras que las estrategias de integración serían aquellas acciones que, surgidas en ese escenario de dificultad, se dirigen a reforzar o activar el bienestar del hogar a través del acceso a los diferentes agentes (Martínez-Virto, 2013). El espacio económico es fundamental en el acceso a las situaciones de integración. Las transformaciones iniciadas hace algunas décadas han incorporado, paulatinamente, nuevas relaciones laborales marcadas por la progresiva extensión de la precariedad y la flexibilidad en el empleo. Estos cambios se han incrementado y agudizado en el presente contexto de crisis, entre otros fenómenos, por una alta tasa de desempleo, una disminución de ofertas de trabajo, un 6

7 aumento de la competencia en la búsqueda de trabajo, y una mayor extensión del empleo precario, realidades que nos ilustran tanto las cifras oficiales de desempleo del 27,16% (EPA, 2013T1) como los diferentes fragmentos recogidos. Estos procesos son nítidamente manifestados por las personas que los padecen y evidencian cómo los obstáculos para acceder al mercado de trabajo se han visto incrementados en este contexto de crisis: Entre ellos destaca Isabel, empleada doméstica que ha visto reducida la calidad de las condiciones laborales y el número de ofertas de trabajo a las que poder optar: Antes uno decía: «mira este trabajo». Cuidaba personas mayores y trabajo aquí. Pero luego salía trabajo en una empresa de limpieza, por ejemplo, yo dejaba la residencia y me iba a la empresa limpiando oficinas, que es más fácil y mucho mejor que estar cuidando un abuelo. En cambio, ahora no hay eso. (Isabel, 37 años, nº 4) El análisis empírico ha confirmado que son estos procesos los que han definido la ruptura o la debilidad de las relaciones de los hogares con este espacio. Sus características principales son: la pérdida de relación con el mercado de trabajo y la reducción de la capacidad y estabilidad de los ingresos de los hogares. Por estos motivos han sido también detectadas importantes dificultades de acceso al consumo, un endurecimiento general de sus condiciones de vida, la incapacidad de satisfacer algunas necesidades básicas o la imposibilidad de afrontar los pagos en materia de vivienda. Esta serie de efectos se han materializado, a su vez, en un aumento de los impagos y las deudas, la dificultad de enfrentar imprevistos o de ahorrar, el incremento de la dependencia económica de terceros (entidades financieras, sociales o redes informales) en los casos más excluidos, y/o la privación de algunos bienes y servicios entre los que destaca el ocio o el cuidado personal: Te ves cada día peor. Necesitas muchas cosas y no las tienes, porque si tienes poco dinero, 15 o 20 euros, y quieres comprarte algo que necesitas, lo guardas para el pan o para lo que te hace falta para los hijos porque toman colacaos, galletas, sus desayunos, sus almuerzos, sus comidas, sus meriendas. Los niños necesitan cinco comidas al día, que yo con una me conformo, pero ellos si no les das te lo piden y no les vas a negar. La comida es fundamental y teniendo hijos más. (Silvia, 39 años, nº 9) Es decir, en la línea de lo que trasmite Silvia, se habla de riesgo de privación severa en alimentación, de un aumento de 10 pp. entre 2007 y 2009 (28%-38%), según la encuesta Foessa, del total de hogares excluidos que manifestaban ya en los primeros años de la crisis avisos de 7

8 cortes de suministro de agua o luz, de pérdida de ahorros, venta y empeño de objetos de valor o de desahucios, debido a que en 2009 un 28% del total de hogares que habían perdido el empleos apuntaban estar en riesgo de perder la vivienda. Por tanto se observa cómo en materia residencial sobresale la incapacidad de abonar el alquiler o la hipoteca, el riesgo de desahucios, la imposibilidad de afrontar facturas de suministros básicos como la luz o el agua y, por último, el empeoramiento general de las condiciones de habitabilidad de la vivienda: Estaba ganando 1700 pero, en los últimos meses, estuve trabajando para una ETT y no me cotizaron bien. Yo fui a reclamar al paro y salí perdiendo 200 o 300 euros al mes. Cobrando 900 que luego me bajaron a 700 y yo estaba pagando ya 700 del piso. Cobraba los 900 y ya 700 de piso... pues imagínate!... me quedaban 200 al principio para pasar todo el mes, luz agua y come. Entonces, no podía hacer frente al gasto del piso, prefería dar de comer a los hijos, pagar gastos para que no nos faltaría luz y gas, o sea, primera necesidad y pasé de pagar el piso, hasta que nos echaron. (José Ignacio, 50 años, no 26) Otro de los espacios que se han visto intensamente deteriorados es el político. El deterioro de las relaciones con este espacio se deben, fundamentalmente, a la reducción de los apoyos públicos, al aumento de los obstáculos para la participación social y a la extensión de las políticas de ajuste y recorte del gasto social. Como resultado de esta limitación de la capacidad integradora del estado, la ampliación de la exclusión en materia de protección social podría definirse por el progresivo agotamiento y endurecimiento de los requisitos de acceso a las prestaciones sociales, por la incapacidad de muchas personas trabajadoras de alcanzar los periodos mínimos de cotización, y por el aumento de la demanda de los servicios de intervención social, especialmente, aquellos orientados a promover la incorporación social de colectivos con menores niveles de empleabilidad, definidos por variables como el sexo, la disponibilidad, la formación, la experiencia laboral, entre otras. En relación a la implementación de los recortes en materia social cabe subrayar los efectos que estos están teniendo en el retraso de la gestión y el pago de algunas ayudas concedidas, el aumento de las denegaciones de las rentas mínimas autonómicas, o la redefinición de los requisitos de acceso a los sistemas de garantía de ingresos. Estas reformas legislativas 1 1 El Real Decreto-ley 5/2013, de 15 de marzo, de medidas para favorecer la continuidad de la vida laboral de los trabajadores de mayor edad y promover el envejecimiento activo es una reforma de la ley 27/2011, la cual ya suponía un cambio sustancial en relación a la normativa vigente para acceder a la jubilación (aumento progresivo de la edad legal, de los años de cotización o reducción de las cuantías). 8

9 como el Real Decreto-ley 5/2013 en materia de pensiones o la reducción de la cuantía en las prestaciones por desempleo implementadas en Julio de 2012 son medidas que contribuyen a reducir la capacidad adquisitiva de los hogares parados, especialmente si las situaciones de desempleo se prolongan, y a proteger menos ante la vejez. La intensidad en la que afectan estos cambios tampoco es democrática, sino que golpea especialmente en los hogares encabezados por jóvenes, con menores o dependientes a cargo, personas con trayectorias laborales menos cohesionadas, y desempleados de mayores de 55 años. Antes estas limitaciones de los sistemas de garantía de ingresos y protección al desempleo, las rentas mínimas autonómicas son la última red de apoyo y, como tal, su demanda se ha visto incrementada. Sin embargo, estas prestaciones, en términos generales, lejos de reforzarse, están siendo igualmente objeto de reformas restrictivas con el establecimiento de nuevos criterios para el acceso (mayor tiempo de empadronamiento, situación de regularidad, límites temporales, etc.). Un ejemplo de ello es el cambio de la antigua Renta Básica a la actual Renta de Inclusión Social en Navarra (Ley Foral 1/2012). En este contexto de recorte y crisis, estas modificaciones legislativas parecen ser reflejo de una extensión de los discursos que señalan los colectivos beneficiarios en términos de dependencia, pasividad deseada y cronicidad. Pero lejos de estas atribuciones, los relatos indican que, este último recurso de muchos hogares, se contempla frecuentemente como una ayuda temporal y no deseada: Yo no quiero la Renta Básica, entonces yo sí que me hundo. La trabajadora social ya nos la ha solicitado, nos corresponde 450, pero no quiero la Renta Básica. Yo tenía piso en propiedad y ahora he perdido el piso, estoy de alquiler y ahora encima voy a ir a la Renta Básica?, Voy para atrás... voy para atrás... ir a la Renta Básica... Esto de la crisis no sé cómo se va a arreglar, todavía más para atrás. Yo necesito trabajar, no quiero vivir de la Renta Básica. (Laura, 26 años, nº 3) Sin embargo, la menor capacidad de encontrar apoyos estatales no solo se define por los recortes en las ayudas económicas, sino también, porque la demanda de los servicios sociales y de las entidades del Tercer Sector ha aumentado exponencialmente. Este incremento, sumado al recorte de fondos mencionado, ha colapsado muchos de los servicios de intervención ofertados. Además, el incremento de la demanda en los servicios de intermediación y acompañamiento laboral se ha caracterizado también por una creciente diversidad de los perfiles atendidos, y por el aumento de la competencia laboral entre las personas usuarias. En este aspecto, según el Primer 9

10 Informe sobre Desigualdad Social en Navarra 2, las atenciones en las entidades sociales del Tercer Sector que trabajan en la Comunidad Foral se han incrementado desde el comienzo de la crisis en un 50%, mientras que los recursos con los que éstas cuentan se han visto reducidos a la mitad. Otro de los procesos de exclusión identificados es la disminución de participación derivada de la pérdida de capacidad adquisitiva de los hogares y, en el caso de aquellos de origen extranjero no nacionalizados, el riesgo a verse abocados a una irregularidad administrativa derivada de la pérdida e imposibilidad de renovar o tramitar los permisos de residencia y trabajo. Este hecho, que vincula claramente la pérdida de empleo con la capacidad de participación, fue también un resultado manifestado en la Encuesta Foessa 2009, debido a que un 38% del total de personas que estaban sin empleo manifestaban su pérdida de capacidad participativa. Por todo ello, a este nivel político, la crisis ha contribuido a evidenciar los límites y huecos de las políticas sociales en España. Entre las situaciones de exclusión en este espacio encontramos a las personas que no han cotizado, o no lo suficientemente, y no pueden acceder a prestaciones contributivas. Las personas que debido a la prolongación de la situación de desempleo han agotado la prestación. Igualmente, el aumento de la demanda de los servicios de protección social y la implementación de políticas de ajuste han aumentado estos procesos de exclusión por el retraso y modificación de la solicitud de rentas mínimas, la pérdida de cuantía de las prestaciones o la dificultad de renovación de permisos para personas de origen extranjero. Por tanto, se encuentra un alto porcentaje de personas que desempleadas sin cobertura, hogares que, a pesar de tener prestaciones concedidas, van acumulando sus pagos y aumentando sus deudas ante el retraso de los cobros, servicios sociales saturados, limitados recursos de incorporación laboral, entidades a las que les han recortado subvenciones o personas de origen extranjero que han perdido los permisos de residencia y trabajo y se encuentran, por tanto, en situación irregular. Por último, este contexto tan excluyente a nivel político y económico busca refugio en uno de los tradicionales pilares de integración de la sociedad española: la familia. A pesar de la amplia responsabilidad que continúan asumiendo las redes informales como gestoras del bienestar, su capacidad también se ha visto reducida. Ello es debido a dos razones fundamentales, la estructural y la coyuntural. Las transformaciones sociales que, desde hace alguna década, acontecen en el seno de los hogares podrían estar contribuyendo a limitar la cohesión de la familia en términos de bienestar. Estos cambios son diversos, aunque entre ellos destaca la reducción del número de personas que los componen, la progresiva individualización de las 2 Véase Corera, et al. (2012) 10

11 dinámicas familiares, o la incorporación femenina al empleo remunerado. Aunque la magnitud de los cambios acaecidos en estos núcleos ha sido menor en España que en otros países, su impacto ha visibilizado el desigual reparto de las responsabilidades en la gestión del bienestar. Este escenario se ha intensificado también, en esta coyuntura de crisis, por un aumento de las dificultades en la mayoría de los hogares que ha reducido la capacidad que estos agentes tienen para amortiguar los riesgos sociales. Es decir, el análisis empírico identifica que estos procesos de exclusión se definen, además de por los cambios mencionados, por una extensión de las dificultades que ha limitado la capacidad de las redes para compensar algunas de las situaciones de necesidad. Por tanto, la probabilidad de padecer situaciones de dificultad, acontecimientos vitales negativos (enfermedades, fallecimientos, adicciones, etc.) o el incremento de la conflictividad como en el caso de Rocío, son fenómenos vinculados al aumento de las necesidades en los hogares que están mediatizando y determinando muchos procesos de ruptura en materia social: Me vendría bien trabajar porque así no pensaría tanto en todo, porque la mente te come, mucho, muchísimo, a diario, y es que no sacas nada, sólo enloquecerte y discutir con mi marido. Eso es lo único que hacemos últimamente, discutir. Mira, te lo digo claramente, no tenemos ya ni relaciones sexuales, porque que te enfadas durante el día, que yo estoy con la moral por los suelos y cansada y el otro así... Pues que me echo a dormir y ya. Es que esta crisis afecta a todo, todo, todo, todo... muchísimo. En el tema de la convivencia con el marido, en el tema de la convivencia con los hijos, con la familia, con la casa,.. Buf! Es una bomba corporal porque estoy muy nerviosa. (Rocío, 34 años, nº 20) En este sentido, los hogares encabezados por mujeres, con menores o personas dependientes a su cargo, los y las jóvenes, las personas empleadas de baja formación, las familias de origen extranjero o las pertenecientes a minorías, y los colectivos vinculados a empleos precarios han sufrido el mayor impacto de la crisis. Igualmente, los procesos de exclusión se han agudizado en los hogares con personas enfermas y/o fallecidas recientemente, o en aquellos cuyos convivientes han vivido alguna adicción o estancias penitenciarias, etc. Como resultado se han potenciado algunas rupturas y/o se han reducido (e incluso, eliminado) muchas de las ayudas informales que anteriormente podían prevenir el inicio de estos procesos. Ello es debido a la sobrecarga que viven algunas familias porque su capacidad de apoyar se ha reducido al mismo tiempo en que las necesidades de sus núcleos cercanos se han incrementado. Estos resultados quedan evidenciados en la Encuesta Foessa, donde se observa una disminución entre 2007 y

12 de tres puntos porcentuales (del 25% al 22%) en el total de hogares que manifiestan contar con capacidad de apoyo ante las dificultades. Asimismo, es un resultado que se identifica en los discursos analizados, los cuales nos permiten comprender el malestar que genera pedir ayuda con la certeza de que no te la pueden dar: De cinco hermanos que somos, tres nos hemos ido a la calle. De tener la vivienda en propiedad, mal que bien se pagaba... y mis padres también se han quedado sin vivienda. Además, no puedes ir a pedir dinero a la familia, ni a tus alrededores porque todos están mal. (Laura, 26 años, nº 3) En definitiva, los resultados observados dibujan un escenario que estaría especialmente definido por un incremento de los procesos de ruptura con el mercado de trabajo, una estructura de protección en España más débil que en otros países y una amplia responsabilidad informal en la gestión del bienestar. Estos procesos de exclusión han trazado una realidad heterogénea en la que contextualizar las estrategias de integración, las cuales son mediatizadas por las expectativas y percepciones que los hogares tienen de sus propias dificultades. En este ámbito, las sensaciones trasladadas apuntan a un empeoramiento progresivo, un aumento de la incertidumbre y la valoración generalmente pesimista del futuro. Entre algunas de las razones que explican estas apreciaciones podrían encontrarse los recortes implementados o los retrasos en el pago de las prestaciones mínimas. Ambas actuaciones están endureciendo más las situaciones de exclusión e incrementando la brecha entre hogares integrados y los que tienen dificultades. Todo ello ha constatado un progresivo ensanchamiento del espacio de la vulnerabilidad y una peligrosa extensión de la espiral de escasez. Como resultado, el aumento de la inseguridad generalizada perfila una pobreza cada vez más heterogénea que difiere del tradicional perfil de persona excluida y estigmatiza todavía más a los hogares habitualmente ubicados en estos espacios. 3 Las estrategias de contrarresto, un factor de integración Como se ha visto las condiciones de vida han sufrido sustanciales modificaciones que han debilitado o quebrado los vínculos de los hogares con los tradicionales pilares de integración (el económico, el político y el social). El impacto que la crisis ha tenido a nivel laboral ha incrementado las situaciones de desempleo y precariedad, lo cual ha contribuido a reducir la capacidad y estabilidad adquisitiva de muchos hogares, endureciendo, en muchos casos, las ya deterioradas condiciones. Este hecho ha tenido importantes consecuencias en el espacio político, acrecentadas por la limitación de los servicios públicos y la extensión de las dificultades a las 12

13 redes informales, contribuyendo todo ello a dibujar un escenario más excluyente con menor capacidad de encontrar apoyo. Con el fin de contrarrestar los procesos de exclusión presentados en el apartado anterior, los hogares han desarrollado alternativas que buscan contrarrestar estas dificultades en cada uno de los tres ámbitos de integración: el económico, el político y el social. Para enfrentar las dificultades económicas, estos núcleos han diseñado estrategias que tenían como objetivo acceder o prevenir las rupturas con el empleo, mejorar los ingresos del hogar, optimizar recursos económicos, y garantizar el acceso a la vivienda. Entre ellas, a nivel laboral, destacan alternativas como aceptar cualquier condición laboral, trabajar más horas, aumentar ingresos a través del pluriempleo, complementar el salario con actividades irregulares, participar en programas de activación y/o ampliar el horizonte de búsqueda mediante un cambio de lugar de residencia. La imposibilidad de negarse a estos trabajos es manifestada por los hogares como una evidencia de la extrema necesidad que sufren y de la total flexibilidad que ofrecen, priorizando siempre la incorporación laboral frente a cualquier otro ámbito de sus vidas: El primer trabajo que me llega, yo lo cojo, ya sea sustitución, sea por meses, por horas, lo que sea, porque no estoy como para rechazar trabajos, y en mi situación que ahora estoy, todo lo que venga bienvenido. (Gladis, 35 años, nº 18) También en materia económica, pero a nivel interno, se ha tratado de garantizar la satisfacción de las necesidades de los hogares a través de la optimización de los recursos económicos de la familia. En este aspecto se identifican estrategias como los acuerdos temporales con entidades bancarias, la solicitud de moratorias, la decisión de retrasar los pagos tras un cambio en el orden de prioridad de los gastos, recurrir a los ahorros (si se tiene o aún se mantienen), vender bienes o joyas, reducir el gasto en servicios como el transporte o el dentista, restringir las llamadas a origen, vacaciones o actividades extraescolares y, fundamentalmente, garantizar las necesidades básicas mediante el ajuste presupuestario en comida (comprar ofertas y marcas blancas) o el desarrollo de actividades de autoprovisión como el cultivo de vegetales y reparaciones en textiles: Este me lo hice yo (muestra su vestido). Compré una tela barata y me hice un vestido, que no es una maravilla pero También hago para mis nietas, la ropa íntima también, y los tejidos de la casa los hago con retazos de los que venden en el rastro. Compro un trozo de tela baratillo y yo llego y hago mis tejidos modernos, lo que es la funda, los tejidos, lo que nosotros sabemos hacer, pues lo hacemos. (Paula, 57 años, nº 24) 13

14 Estas estrategias de ajuste de gasto se identifican en la Encuesta Foessa entre las alternativas más populares, debido a que en 2009 el 66% de los hogares excluidos manifestaba reducir el precio de la cesta de la compra a través de productos más económicos o marcas blancas. Este porcentaje, en el mismo año y para el mismo grupo de hogares, se incrementaba en 10 pp. y alcanzaba el 76% si el gasto que se reducía estaba relacionado con el ocio. Al igual que estas estrategias en materia económica, el incremento de los procesos de exclusión residencial ha derivado en un aumento de alternativas en materia de vivienda que tienen como objetivo principal prevenir su pérdida o garantizar su acceso. Este ellas destacan la optimización del espacio residencial como fuente de ingresos extra a través del alquiler de habitaciones, buscar una vivienda más económica aunque ello implique peores prestaciones, trasladarse de barrio, ocupar viviendas o vivir en piso compartido. Del mismo modo, son reseñables otras alternativas relacionadas con el acogimiento familiar como el retorno a la vivienda de origen, el retraso de las emancipaciones o el realojo de miembros del hogar en casas de familiares. Estas estrategias son una evidencia más de la importancia que tienen las redes informales como garantes de bienestar, y en este caso, de la vivienda: Antes tenía una buena casa y mis hijos y yo estábamos a gusto viviendo ahí pero ahora me he tenido que ir a vivir con mis padres, y claro... pues no es lo mismo. Estoy muy mal porque sólo tienen dos habitaciones. Estoy en una habitación yo y mis dos hijos. Y son grandes ya! (Susana, 34 años, nº 5) Por otro lado, a nivel político, los procesos de exclusión en materia legal y participativa han derivado en el desarrollo de alternativas que eviten o prevengan estas realidades excluyentes. Entre ellos destaca especialmente el riesgo a no renovar los permisos de trabajo y residencia de las personas extranjeras no nacionalizadas en desempleo. Ante la necesidad de asegurar la estancia regular o la renovación de estos permisos, algunas personas que se encontraban desempleadas en el momento de la renovación han optado por darse de alta en el régimen de autónomos, o por presentar un contrato de trabajo falso registrado en la seguridad social cuya cuota era abonada por la persona empleada sin empleo. Entre algunos de los ejemplos encontrados, Gladis representa a las personas que han optado por vincular su cotización a un empleo ficticio, y en su relato manifiesta la dificultad de hacer frente a la cuota administrativa sin un salario real: Me hizo el favor y me facilitó un contrato de empleada de hogar, comenzando yo a pagarme la seguridad social y así conseguir el permiso de trabajo, era muy duro estar pagando una cotización a la seguridad social sin tener empleo. (Gladis, 35 años, Bolivia, nº 18) 14

15 Por último, el reconocimiento de las redes informales como amortiguador de los itinerarios de descenso ha cobrado un protagonismo fundamental en el caso de España. Los resultados constatan que, a pesar de que la extensión de las dificultades ha podido reducir la capacidad de apoyo de muchos hogares, la solidaridad familiar se ha activado para amortiguar los procesos de exclusión. La protección informal está siendo un soporte económico y social fundamental, a pesar de que ellos también vivan momentos económicos difíciles, como bien manifiesta Silvia: Cuando no me llega, pido prestado a familia, amigos. Pero otras veces no se puede porque también ellos están muy mal, a veces te da más vergüenza que te digan que no, que pedirles. (Silvia, 39 años, nº 9) Esta ayuda ha sido especialmente prestada por la familia, las amistades o el vecindario. Mediante estos apoyos, los hogares han recibido, ayuda en materia económica, en especie, préstamos puntuales, apoyo a la conciliación, e incluso pequeños trabajos de colaboración remunerados. Sin embargo, el apoyo emocional no es menos importante, y en la mayoría de los casos analizados, la escucha y el apoyo han sido fundamental para acompañar en estos procesos. Por tanto, a pesar de que la capacidad de apoyo de las redes informales se ha visto limitada por la crisis, la existencia de ésta en materia económica, material, residencial o emocional, ha sido fundamental para afrontar las dificultades. En consecuencia, los hogares que carecen de ella se han visto sido abocados a situaciones de mayor dificultad, han encontrado más limitaciones para desarrollar estrategias, y por tanto, son más vulnerables al desarrollo de trayectorias descendentes más intensas y rápidas. Entre estos hogares cabe destacar la vulnerabilidad observada de algunos núcleos con personas de origen extranjero. En este caso, a pesar de las redes de apoyo comunitarias con las que muchos de ellos cuentan, la lejanía de sus familias ha hecho que algunas de estas ayudas tengan también un carácter transnacional. Esta realidad ha configurado una nueva categoría de ayuda: las remesas invertidas. Es decir, ayudas económicas que actualmente viajan desde origen y tienen como destinataria a la persona inmigrada, o la reducción del apoyo a origen que se prestaba hasta el momento por las dificultades económicas: Ahora pues a mi hijo le mando 50 o 100 pues si otro mes tengo más le mando le mando más y si tengo menos. No tengo una mensualidad fija de mandarle. (Fernanda, 38 años, nº 10) 15

16 En definitiva, el desarrollo de estas estrategias ha logrado, en un gran número de casos, frenar o prevenir los procesos de exclusión iniciados. Como se ha visto, este hecho ha sido especialmente evidente en materia laboral, económica, residencial o política, y éstas han contribuido a contrarrestar las situaciones de dificultad identificadas en estos espacios. Bajo esta lógica es necesario subrayar que los hogares que no las han desarrollado, bien por no contar con apoyos públicos ni sociales, o por no poder desarrollarlas debido a sus realidades personales, han visto acelerados sus itinerarios de descenso hacía los espacios más severos. Por tanto, en este contexto de nuevos riesgos sociales, los esfuerzos, la lucha y la actividad por contrapesar las dificultades quedan más que constatados en los resultados, evidenciando la capacidad de resistencia, y resiliencia de los hogares ante situaciones muy difíciles. 4 Dinámico y procesual: exclusión, integración y estrategias no exentas de costes El ejercicio expositivo y analítico realizado ha demostrado que, frente a la tradicional imagen de dependencia y pasividad atribuida a los colectivos en situación de exclusión social y pobreza, el desarrollo de estrategias es una práctica habitual que ha contribuido a contrarrestar los procesos de exclusión de muchos hogares y/o a compensar sus situaciones de dificultad. Este proceder se ha acentuado especialmente en momentos como el presente, donde las necesidades se han intensificado de forma significativa, acreditando, sin lugar a dudas, la destacada actividad de los hogares, y enfrentando los prejuicios que los vinculan con pasividad e indiferencia ante sus realidades de necesidad. Por tanto, cabría destacar como conclusión fundamental el incremento de los procesos de exclusión en un contexto de crisis, su especial impacto en los hogares más vulnerables y la intensidad de los esfuerzos con los que estos tratan de hacerles frente. No obstante el análisis empírico también ha evidenciado que la naturaleza de estas estrategias, sobre todo si son continuadas en el tiempo, podría tener efectos negativos y una limitada capacidad integradora, principalmente, en aquellos hogares con situaciones de necesidad más agudas. Algunos de los costes más relevantes que se intuyen limitarían la capacidad económica futura del hogar ante el aumento de impagos, deudas o pérdida de ahorros; la posibilidad de contar con apoyos sociales por el incremento de la conflictividad o la sobrecarga de la redes; y el riesgo a que el capital social e individual de muchas personas se vea limitado por la pérdida de autonomía, de autoestima, o el riesgo de sufrir depresión. Con ello se observa que, ante un incremento de las necesidades y el cuestionamiento de la sostenibilidad de muchos hogares, el desarrollo de estrategias está contrarrestando estos 16

17 procesos, bien frenando algunas trayectorias de exclusión, o bien garantizado la subsistencia de los núcleos. No obstante, en esta misma línea, podrían avanzarse también otros resultados relevantes, que bien serían objeto de otro análisis como el que aquí se presenta, como la importancia que juegan los apoyos informales y públicos para el desarrollo o no de estas alternativas, cómo la ausencia de éstas puede llegar a acelerar los procesos de exclusión o incluso que, a pesar de su importante papel como factor de integración, su desarrollo no está exento de costes. Bibliografía: Aliena, R. (1999). Adelaida Martínez y el honor de la pobreza. Barcelona: Fundación la Caixa. Corera, C.; Laparra, M.; Pérez-Eransus, B. (coord.)(2012). Informe sobre el impacto de la crisis en los hogares en situación de exclusión en Navarra. Traficantes de sueños. Villatuerta: Gráficas Lizarra. Crow, G. (1989). The use of the concept of 'strategy' in recent sociological literature. Sociology. 23,1-24. Kornblit, A. L. (2007). Historias y relatos de vida, una herramienta clave en metodología cualitativa. En Kornblit, A. L. (coord.)(2007). Metodologías cualitativas en ciencias sociales. Buenos Aires: Editorial Biblos. Laparra, M.; Pérez-Eransus, B.; Sarasa, S.; Renes, V.; Pérez-Yruela, M.; Trujillo, M.; Subirats, J.; Obradors, A. (2007a). Una propuesta de consenso sobre el concepto de exclusión social. Revista del Tercer Sector, n. 5 Enero-Abril Laparra, M. y Pérez-Eransus, B. (2008). Exclusión Social en España. Un espacio diverso y disperso en intensa transformación. Fundación Foessa. Madrid: Cáritas. Laparra, M. (2011). Los huecos de la protección social en España. En Laparra, M. y Pérez-Eransus, B. (coord.)(2011). El primer impacto de la crisis en la cohesión social. Fundación Foessa. Madrid: Cáritas. Laparra, M. y Pérez-Eransus, B. (coord.)(2011). El primer impacto de la crisis en la cohesión social. Fundación Foessa. Madrid: Cáritas. Lulle, T.; Vargas, P.; Zamudio, L. (coords.)(1998). Los usos de la historia de vida en las ciencias sociales, Vol I. Barcelona: Anthropos. 17

18 Martinez-Virto, L. (2013). Procesos de exclusión en un contexto en crisis: las estrategias como factor de integración. Tesis doctoral defendida el 8 de Febrero de 2013 en la Universidad Pública de Navarra. Pérez-Yruela, M.; Trujillo, M.; Sáez, H. (2002). Pobreza y exclusión social en Andalucía. Madrid: CSIC. Rodríguez-Cabrero, G.; Pérez-Yruela, M.; Trujillo, M. (2004a). Pobreza y exclusión social en el principado de Asturias. CSIC Estudios de economía y sociedad. Madrid: Politeya. Ruiz-Olabuénaga, J.I.; Ispizua, M.A. (1989). La descodificación de la vida cotidiana. Métodos de investigación cualitativa. Bilbao: Universidad de Deusto. Sanz-Hernández, A. (2005). El método biográfico en investigación social: potencialidades y limitaciones de las fuentes orales y los documentos personales. Asclepio, Vol 57, No 1: Subirats J.; Goma, R.; Brugue, J. (Coords)(2005). Análisis de los factores de exclusión social. Riesgos de exclusión social en las Comunidades Autónomas. IGOP-UAB Documentos de Trabajo 5, Fundación BBVA, /Institut d Estudis Autonòmics, en: social_en_las_comunidades_autonomas 18