LA EDUCACIÓN EMOCIONAL COMO ESTRATEGIA PARA FORTALECER LA CONVIVENCIA ESCOLAR EN EL AULA Jéssica Navarro Navarrete Universidad Católica de Temuco jnavarro@uct.cl
Sin duda, la convivencia escolar en general, es un proceso consubstancial al proceso educativo, por lo mismo se hace necesario abordar temáticas que ayuden a fomentar y fortalecer este ámbito, tributando al proceso de formación Integral de los estudiantes. En este sentido, esta experiencia fue realizada al alero de una investigación doctoral, ejecutada en la ciudad de Temuco, en un colegio particular subvencionado, por medio de un estudio de caso, en la cual se propuso un Programa Educativo de 1 a 8 año básico que fomentara la Educación Emocional a través de cinco competencias concretas, como una estrategia que puede fortalecer la convivencia escolar en general, fortaleciendo diversas instancias del clima escolar. Desde este escenario, los resultados obtenidos revelan que, a partir de la constelación de elementos extraídos de la Gestión del Programa de Educación Emocional, en el ámbito educativo, se lograron vislumbrar algunos temas específicos. Así, pese a que el tema aún es incipiente en nuestro país, los resultados proporcionaron un panorama interesante, en cuanto a algunas dimensiones claves para potenciar la Educación Emocional, entendida según Bisquerra (2000) como un proceso educativo continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos centrales del desarrollo de conocimientos y habilidades sobre las emociones con objeto de capacitar al individuo para afrontar mejor los retos que se plantean en la vida cotidiana. Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social. Por lo que dicho tipo de educación, puede incidir implícita o explícitamente en una mejor y más sana convivencia escolar. Precisamente, en esta experiencia se abordaron cinco habilidades o competencias específicas; habilidades socio emocionales, habilidades de vida, autoestima, conciencia emocional y regulación emocional. Desde la perspectiva de los actores principales; estudiantes, docentes y apoderados, cabe señalar y de acuerdo a lo observado, que el programa en sí, pese a que no logró evidenciar cambios de inmediato o a corto plazo, si provoco más motivación para los niños y niñas de primer ciclo básico. Esto porque según Céspedes (2008), de acuerdo a su edad y su nivel de aprendizaje, son más concretos y lúdicos, en donde las actividades propuestas, los llevaron a insertar mejor los contenidos del programa a su ámbito personal. Esto hace pensar, y reafirmar lo que expresan innumerables investigaciones, en cuanto a la importancia de desplegar esfuerzos e invertir económicamente y humanamente en los niños más pequeños del sistema escolar, con el fin de potenciar aprendizajes más significativos desde la primera infancia, para así ya en el segundo ciclo básico fortalecer ciertas acciones logrando un nivel de abstracción en ellos más consciente y organizado. Por lo que tal vez resultaría interesante a futuro ver la posibilidad de realizar un seguimiento a estos estudiantes con la finalidad de monitorear y verificar una internalización de las competencias emocionales en su vida personal. Igualmente es necesario destacar lo importante que fue la preparación de los docentes sobre el tema de Educación Emocional, antes de iniciar el desarrollo del Programa con los estudiantes, a través de una metodología activo participativa con talleres teórico prácticos, lo que ratifica la idea de que cuando se va a tratar un tema, una variable
fundamental son los profesores, como los gestores de un posible cambio, por lo que el proceso de motivación y reflexión que se realizó para apropiarlos del tema fue eficaz y pertinente. Por ello, para crear o producir nuevos escenarios educativos, las Políticas de Gobierno deben considerarlos y darle un real espacio de opinión y participación, dando la posibilidad de forjar profesores reflexivos y agentes orientadores, con ideas propias y constructivas que aporten a la Educación Integral de nuestros niños y jóvenes. En este misma lógica Canales y Moreno (2011) apoyan esta premisa señalando que el docente no solo necesita poseer habilidades, conocimientos y destrezas que le permitan ser competentes, sino igualmente una actitud permanente de autorreflexión para comprender los fenómenos pedagógicos y poder opinar y participar con propiedad de los temas educativos. En cuanto al Modelo desplegado en el Programa con sus competencias emocionales propuestas, se visualizo que los actores educativos en general lo validaron, incluso lo conectaron a los valores y al modelo socio cognitivo presentado por el colegio, dejando entrever el complemento que podía lograr con el Modelo Pedagógico Emocional expuesto en la intervención desde un enfoque socio constructivista, dado que se potenciaba una educación integral, en donde se valora todas las capacidades de los estudiantes y la realidad educativa en la cual se está inmerso. En esta lógica, resulta evidente que el Modelo propuesto, ayudó a propiciar estrategias de aprendizaje más significativas, generando una disposición o actitud favorable hacia el aprendizaje como: la detección de conocimientos previos, la participación activa de los estudiantes, el material de apoyo, el vínculo profesor alumno entre otras Lo que confirma la idea de algunos investigadores como Meiriu (2002), en la relevancia y el significado de crear y desarrollar hoy en día, este tipo de intervenciones educativas, tanto por docentes e investigadores, los cuales sin duda alguna son los que manejan y conocen directamente los diferentes contextos educativos. Por otra parte, en relación a la Evaluación del Programa y sus respectivas competencias, a juzgar por los resultados se observó mayoritariamente que las competencias de habilidades socio emocionales, habilidades de vida y autoestima fueron fomentadas, sin embargo las otras dos habilidades: conciencia y regulación emocional no presentaron cambios al terminar la aplicación del programa, lo que refleja que se debe esperar para observar resultados a mediano o largo plazo, o se debe hacer un replanteamiento de las actividades propuestas en el programa, porque en definitiva no se logró apuntar a los aprendizajes esperados para ellas en ese momento, así como tampoco conseguir aprendizajes significativos, adquisición, asimilación y retención de un concepto ya existente en la estructura cognoscitiva del estudiante Por último, en cuanto a la Gestión del Programa en el marco pedagógico, es decir su diseño, implementación y evaluación, pese a que fue planificada bajo una propuesta española, se podría señalar de acuerdo a los sujetos, que fue eficiente, tomándose como una experiencia innovadora. En este sentido, tal cual lo argumenta Pérez, (1995), al referirse que las habilidades emocionales se dan en cualquier parte del mundo, cumplía con los estándares de un Programa de Educación Emocional serio y riguroso, a través de una metodología activa, con actividades secuenciadas, las que se relacionaban implícita y explícitamente con las competencias emocionales, por los que los destinatarios manifestaron abiertamente su motivación por el material entregado.
Por tanto, de los temas expresados anteriormente, gráficamente se puede esbozar de la siguiente manera: Síntesis elementos claves para una educación emocional pertinente, en pro de una sana Convivencia Escolar Estrategias Metodología Aprendizaje Activo-participativa significativo Modelo Pedagógico Gestión del Diseño Emocional Programa Implementación Enfoque Enfoque Evaluación Social constructivista Fortalecimiento de la autoestima, habilidades socio emocionales y habilidades de vida En definitiva, la Educación Emocional no pretende ser el principal foco educativo, sino más bien ser un complemento de la dimensión racional imperante hoy en día, apelando así a un enfoque educativo más integral, por lo que es factible comenzar por incorporarla desde ya, en el ámbito de la convivencia escolar de las instituciones educativas, como una manera de acompañar, guiar y auto orientar a los estudiantes en competencias emocionales positivas, con el fin de ir forjando un sujeto equilibrado y armónico, capaz de convivir adecuadamente, frente a diversas situaciones u obstáculos que se presentan en el quehacer cotidiano del aula. Esto significa que la Educación Emocional tal cual lo expresa Bisquerra (2000), puede ser una herramienta que ayude a conseguir buena parte del bienestar y éxito de los seres humanos y su autorrealización en la vida. Por ello, el sistema educativo puede
tomarla como un desafío, acrecentando el reto por llegar a formar personas con habilidades emocionales que les permitan navegar hacia un puerto seguro, esquivando con claridad y lucidez las situaciones conflictivas que se presentan en la convivencia diaria, más aún en la convivencia escolar.
Bibliografía Bisquerra, R. (2000). Educación Emocional y Bienestar. Praxis. España. Canales, E. (2011). Resiliencia y emociones en secundaria en el espacio de Orientación y tutoría. Conacyt. México. Céspedes, A. (2008). Educar las emociones. Educar para la vida. B Chile. S.A. Chile. Meirieu, P. (2002) Aprender, sí. Pero cómo?. Octaedro. España. Pérez, J. (1995). Evaluación de Programas y Centros Educativos. Universidad Nacional de Educación. España.