A l j a r a n d a R E V I S T A D E E S T U D I O S T A R I F E Ñ O S. Servicio de Publicaciones Excmo. Ayuntamiento de Tarifa

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1 A l j a r a n d a R E V I S T A D E E S T U D I O S T A R I F E Ñ O S Servicio de Publicaciones Excmo. Ayuntamiento de Tarifa Año XIX. Núm. 75. Cuarto trimestre. Diciembre 2009

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3 Sumario Aljaranda número 75, cuarto trimestre de Editorial A la memoria de Lothar Bergmann Revista de Estudios Tarifeños ALJARANDA Año XIX - Número 75-4º trimestre Diciembre de 2009 Edita Servicio de Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Tarifa. Delegación Municipal de Cultura. Director Rafael Sánchez Ruíz Consejo de Redacción Miguel Manella Guerrero Javier Mohedano Ruano Juan Antonio Patrón Sandoval Manuel Reiné Jiménez Manuel Liaño Rivera Iván García Jiménez Carlos Ruíz Bravo Francisco Ruíz Giráldez Francisco Terán Reyes Diseño y Maquetación Imagen y Comunicación Tarifa SL Distribución y suscripciones Delegación Municipal de Cultura cultura@aytotarifa.com Dirección postal Aljaranda Casa de la Cultura C/Amor de Dios, Tarifa Tfno Dirección electrónica aljaranda@yahoo.es Edición digital Depósito legal CA-157/91 ISSN Imprime Tipografía La Nueva S. C. Arapiles, Tarifa La Portada Vista parcial de la calle Santísima Trinidad. (Dibujo de Manuel Reiné Jiménez) 5 Arqueología Alejandro Pérez-Malumbres Landa. Las puertas califales del castillo de Tarifa 20 Arqueología Juan José álvarez Quintana. El diseño geométrico de la alcazaba califal de Tarifa 35 Historia medieval (I) Enrique Gozalbes Cravioto. Las relaciones hispano-marroquíes en la época de Guzmán el Bueno. 42 Historia contemporánea Manuel Quero Oliván Nuevos datos sobre el cañoneo a Tarifa en el año Nuestra memoria Ildefonso Sena Rodríguez La década prodigiosa. 58 Personaje Antonio Ruiz Giménez 59 Hace 200 años Fco. Javier Terán Reyes Víctor M. Heredia Flores Toma de posesión de un diputado y su juramento a la Inmaculada. 3

4 Editorial Aljaranda 75 (2009) 4 Imagen 1.-Lothar Bergmann en su querida necrópolis de Los Algarbes. Foto: A. Pérez-Malumbres Editorial El Consejo de Redacción de ALJARANDA dedica este número de la revista al recientemente fallecido Lothar Bergmann, investigador del arte rupestre sureño, defensor entusiasta del patrimonio histórico local y colaborador asiduo de esta publicación. Aunque consciente de que la pérdida de Lothar Bergmann es irreparable y priva a Tarifa de un ciudadano ejemplar, comprometido con el bien común y de una calidez humana extraordinaria, el Consejo de Redacción tiene al mismo tiempo la convicción de que el mejor de los homenajes que nuestro municipio puede tributar a su memoria es asumir como propio y de forma colectiva su legado de lucha y reivindicación, hoy más vigente y necesario que nunca. Bergmann logró que el arte rupestre diseminado por cuevas y abrigos del Campo de Gibraltar, con especial incidencia en el término municipal de Tarifa (a la que solía llamar, cargado de razón y de pasión, capital mundial del arte rupestre ), no sólo se incorporase a la agenda de las instituciones públicas, acabando pese a las resistencias iniciales con una marginación incomprensible, sino que se asumiese por parte de la ciudadanía tarifeña como parte imprescindible de su acervo e identidad. Convencido de que sólo el orgullo local por el patrimonio podía salvar el arte rupestre del abandono y el vandalismo, Lothar Bergmann desarrolló un ingente y altruista programa educativo que ha contribuido a que centenares de alumnos y docentes formasen su sensibilidad cultural y su responsabilidad cívica con la historia compartida, convirtiéndose en aliados de su justa causa. ALJARANDA se compromete a dar continuidad a los esfuerzos de Lothar Bergmann de la que mejor manera que sabe hacerlo, siendo fiel a la idea de que la forma más eficaz de proteger nuestro patrimonio y tradiciones es mediante la pedagogía pública y la divulgación al alcance de todos. Diciembre de

5 Arqueología Aljaranda 75 (2009) 5-19 Imagen 1.-Inscripción fundacional coronando el arco de la puerta principal. Foto: A. Pérez-Malumbres Las puertas califales del castillo de Tarifa Alejandro Pérez-Malumbres Landa 1 La primera intervención arqueológica realizada en el castillo de Guzmán el Bueno, en 1994, supuso un gran avance en cuanto al conocimiento del mismo y un enorme cambio de su imagen. Los resultados de la investigación, aunque en parte visibles y al alcance de los investigadores 2, continúan inéditos en buena parte. Exponemos aquí el proceso que llevó a la actual configuración de las puertas del recinto original califal, muy distinto al encontrado al iniciarse los trabajos de restauración, y otros detalles referentes al proceso constructivo en época califal. El h is n califal Abd al Rahmān III al Nāsir, organizador del poderoso califato Omeya de al-andalus, fue el mentor de la primera gran obra de fortificación que nos es conocida en Tarifa: su castillo 3. Autor de un ambicioso programa constructivo que sirviera de apoyo y marco propagandístico a su magnificencia, como el excepcional conjunto aúlico de Madīnat al-zahrā, no descuidó la erección de obras defensivas para consolidar sus dominios, así como la destrucción de las que pudieran incomodarlos. Varias razones llevaron a la construcción del h is n, todas entrelazadas. Se buscó asegurar el control de una población no islamizada, residente en un lugar estratégico, y quizá dedicada a la navegación si atendemos a las noticias del Ajbar Machmua 4. Como ocurrió en el litoral del Sureste peninsular, y quizás en el Algarbe, la población indígena optó por la piratería o el comercio con el Magreb. Pero sin duda, la principal razón de ser del h is n fue el peligro que representaba la rivalidad del califato fatimí, en el Magreb, cuyo poder y capacidad de expansión ya se había intentado conjurar con la conquista de algunos puertos norteafricanos en los años anteriores, y sobre todo por medio de la diplomacia y las alianzas y vasallajes con las tribus bereberes Zanatas. El dominio del mar era vital en esta disputa. En el año 344/955 el puerto de Almería, principal base de la flota califa andalusí, fue saqueado por una flota fatimí. Se decidió entonces amurallar Almería, hasta entonces puerto de la ciudad de Baŷŷanna (actual Pechina), y elevarla a la categoría de madīna. También se mandó fortificar Ceuta en el 346/ , y Melilla. Durante los últimos años del reinado de Abd al Rahmān III, el Magreb asistió a una ofensiva pro fatimí dirigida por el general Yawhar, que limitó el poder Omeya a las plazas costeras de Tánger 5

6 Arqueología Aljaranda 75 (2009) 5-19 y Ceuta 5. Sin embargo, las medidas adoptadas por los Omeyas para conjurar la oposición fatimí, reforzadas por al-hakam II tras heredar el trono de su padre, evitaron que se repitiera el ataque fatimí a la Península, e incluso hubo un nuevo auge en la influencia omeya en el Magreb 6. También fueron rechazadas por la flota nuevas incursiones de los vikingos, que en siglos anteriores habían saqueado Sevilla y Algeciras 7. La marina andalusí alcanzó su apogeo en época califal. Dentro de la política de dominio del mar, se levantaron atarazanas de nueva planta o sobre otras existentes en Almería, Tortosa, Denia o la vecina Algeciras. Sin embargo, resulta arriesgado interpretar la tardía referencia del Ajbar Machmuâ, sobre que Tarifa en el siglo VIII era dār al-s inā a de los cristianos, como la presencia de una instalación dedicada a la construcción o reparación de embarcaciones, sino que puede hacer referencia a alguna instalación portuaria. Los h us ūn 8 erigidos por el estado cordobés tampoco debieron ser muy abundantes, sino La construcción de una obra como el h is ntarifeño supuso un gran esfuerzo constructivo que se construyeron sólo por motivos muy concretos. 9. La construcción de una obra como el h is n tarifeño supuso un gran esfuerzo constructivo, que debió contar con todos los medios que el poderoso Estado cordobés podía aportar. No sabemos cuanto tiempo pudo llevar su construcción, pero es posible que se edificara en un tiempo reducido, en vista de las acuciantes razones de peligro que lo demandaban. Conocemos algunos datos, gracias al Muqtabis V de Ibn Hayyan, sobre la construcción de una fortificación en Yara (Marruecos), hacia el año 937 de nuestra Era, dentro de la misma estrategia de control del Estrecho por parte de Abd al-rahmān III. Ante la solicitud de ayuda por Musa b. Abi l-afiya, aliado suyo, le mandó a Muhammad b. Walid b. Fustayq, su protoarquitecto, con 30 albañiles, 10 carpinteros, 15 cavadores, seis hábiles caleros y dos estereros, escogidos entre los más hábiles de su Imagen 2.- Cimentación de la muralla en el sector occidental profesión, acompañados de cierto número de herramientas y accesorios para los trabajos que ejercían (...), además de otros regalos y vituallas para el sustento de obreros y de los aliados beréberes del Califa 10. La construcción del h is n debió aportar a la zona nuevos contingentes humanos, al menos temporalmente para las funciones de dirección de obra, ya que ésta responde a un esquema y técnica preconcebido según las directrices del poder omeya. El contingente militar que lo ocupó una vez terminada nos es desconocido por ahora. Pero es evidente que su presencia debió de suponer un gran cambio para la población, y contribuiría a su islamización 11. La planta y el aparejo de los muros El castillo domina visualmente todo el estrecho de Gibraltar. Se asienta sobre un espolón rocoso, último de una sucesión casi paralela de farallones de areniscas silíceas de la unidad del Aljibe. 6

7 Imagen 3.- Vista actual del castillo desde el Este El mar al Sur y al Norte el arroyo de Tarifa le servían de fosos naturales. El núcleo originario del castillo tiene planta de cuatro lados con tendencia rectangular, adaptada al promontorio, con el frente este de mayor tamaño que su opuesto. Es apreciable la búsqueda de la regularidad en forma y proporciones, aunque ésta sólo puede ser absoluta en construcciones sobre terreno llano. No es un cuadrado perfecto, sino que sólo tiende a él. El origen de la planta cuadrada, tanto en castramentación como en urbanismo, arranca en el Próximo Oriente Antiguo, continúa en el Imperio romano, que dejó honda huella en la traza ortogonal de muchas ciudades, y en las técnicas poliorcéticas bizantinas, herederas de Roma, en la que es constante su fidelidad a esa planta. Los bizantinos jalonan de castra las provincias que reconquistan para el Imperio, entre las que se cuenta la franja costera del sur de la península Ibérica, con la estratégica zona del Estrecho, donde fortificaron la vecina Ceuta. Tras la conquista por el Islam de territorios pertenecientes al Imperio bizantino, las primeras fortalezas construidas por los Omeyas en Oriente siguen también ese planteamiento. Los h us ūn omeyas de planta cuadrada de al-andalus son fruto de la conjunción de estas tradiciones. El origen de la planta cuadrada arranca en el Próximo Oriente Antiguo La planta cuadrada se deriva del uso de tramas geométricas y ejes de simetría como sistema modulador de plantas, alzados y decoraciones arquitectónicas 12. Se asocia a un simbolismo religioso y de representación del soberano y el Estado, conceptos muy unidos, como imagen de perfección; un concepto matemático y esotérico, relacionado con la trama del cuadrado védico, que daría el módulo del desarrollo de la planta 13. Aparece tanto en representaciones de la Meca como del Jerusalén celeste. La astrología tuvo también un importante papel en decisiones como la fundación y protección de las ciudades islámicas, e incluso en comenzar expediciones militares, como se puede ver reflejado en la interpretación astrológica del Salón de Abd al-rahmān III en Madīnat al-zahrā 14.La planta cuadrada o rectangular no terminará en esta época, sino que pervive, también en el mundo cristiano. En Tarifa como hemos dicho el esquema ha de adaptarse, pero es muy notable la regularidad en las dimensiones de las torres. El saliente es escaso, variando de 1,90 a 2,10 m., mientras que el frontal va de 3,87 a 4,02 metros., aunque la mayoría sigue una media en torno a 3,90 metros. Estas medidas se podrían corresponder en la metrología hispanomusulmana como torres con un saliente medio de cuatro codos ma muní, por un frente de unos ocho 15. Hay alguna excepción en lugares específicos, como las torres que flanquean la puerta principal, que luego trataremos. Las torres de las esquinas se adaptan a la irregularidad de la planta, aunque la variación es poca. Los salientes son de dimensiones parecidas a las otras y las caras frontales algo mayores (4,04 a 4,28 metros). Las medidas de los lienzos entre torres son mucho más variables, para compensar la irregularidad de la planta, siendo por ejemplo en torno a 6,70 metros. en el frente sur, y 9,40 metros. en el frente norte (más amplio pero dotado igualmente de cinco torres), unos 14 y 20 codos Arqueología Aljaranda 75 (2009)

8 Arqueología Aljaranda 75 (2009) 5-19 ma muní, respectivamente. Los sillares suelen tener una medida de 73 a 88 centímetros de largo, aunque la media ronda los 85. La altura va de 31 a 37 centímetros El ancho en los tizones es de 15 a 24 centímetros, y a una soga suele corresponder dos y a veces tres tizones, y en algún caso específico como en la fachada de la puerta del lado este la norma es uno. Los tizones se superponen en hiladas alternas, con gran regularidad. El estudio comparativo de las obras defensivas que las fuentes datan de inequívoca filiación a obras de al-nāsir o muy cercanos en el tiempo, confirman su similitud con Tarifa, como es el caso de Ceuta 16. En algunos casos un revoque ocultaba un despiece de sillares de similar disposición a la pintada, como en Madīnat al-zahrā, el alminar de San José en Granada y probablemente el alminar construido por Abd al-rahmān III en la mezquita aljama de Córdoba, así como ésta misma en algún momento 17. También los muros más antiguos de la alcazaba de Málaga, de aparejo a soga y tizón, habrían sido cubiertos con La piedra usada en la construcción del h is nde Tarifa es la llamada ostionera falso despiece de sillares. El motivo debió ser la protección del material, y en el caso del tapial además impresionar con el despiece y relacionarlo con el mismo lenguaje constructivo del programa califal 18. La piedra usada en la construcción del h is n de Tarifa es la llamada ostionera (calcarenita biogénica), muy blanda y deleznable, pero fácil de trabajar. Procede de la vecina isla de las Palomas, el punto de aprovisionamiento más cercano 19. Al-Idrīsī, geógrafo que nos ha transmitido la más completa descripción de la ciudad, en el siglo XII, detalla un aspecto especialmente interesante respecto las canteras Frente a ellas hay dos islas pequeñas (al-ŷazīratān s agīratān) llamada una de ella al-qant ī r 20. El nombre de al-qant ī r es un término mozárabe que significa cantera, y hace referencia evidentemente a la actual isla de Tarifa o de Las Palomas. La actual Imagen 4.- Alzado exterior de la puerta de la inscripción fundacional orografía de la isla, casi plana, es en buena parte debida a esta explotación que continuó hasta época moderna. Sondeos estratigráficos en la base de la muralla En la campaña de 1994 no efectuamos ningún sondeo en el interior del recinto principal del castillo originario, ya que las labores de restauración y consolidación emprendidas no lo afectaban. El único objetivo demandado por la obra era buscar alguna posible solería anterior, pero pronto ampliamos el enfoque de los trabajos. En el sector occidental, en el espacio entre el castillo y la barbacana, se plantearon tres cortes, aunque la estratigrafía aparecía rota en la parte central por la presencia de una cloaca moderna. Los objetivos principales eran fijar las cotas originales del castillo califal, y su relación estratigráfica con la barbacana. Los datos obte- 8

9 Arqueología Aljaranda 75 (2009) 5-19 Imagen 5.- Placas de estuco en rellenos sobre la solería de la puerta de la inscripción. Foto: A. Pérez-Malumbres nidos indicaron que, frente a la casi nivelación que encontramos, la cimentación de la muralla aparece más alta cuanto más al Norte. Así, en el corte 6 (el más septentrional) apoya directamente sobre la roca base y en el corte 8, el más meridional, aparece casi de un metro más baja que en la puerta de la inscripción fundacional, donde se situó el corte intermedio. También la pendiente baja claramente hacia el Oeste. Se advierte por tanto que el castillo no estaba nivelado en origen, sino que presentaba pendiente hacia el mar, siguiendo la tendencia de la roca que le sirve de apoyo, aunque ésta se intentó suavizar con rellenos, formados por arena, bloques de arenisca del aljibe y elementos constructivos de niveles anteriores, como tegulae romanas. Los sillares de la cimentación aparecen, con una altura de una o dos hiladas, desalineados respecto a la vertical, y colocados irregularmente pero con tendencia a tizón, como es usual en las cimentaciones de esta época. En las partes próximas a la cimentación que han permanecido enterradas, se aprecia que las juntas entre los sillares se rellenan y cubren con mortero de cal. También algunos lienzos del lado oeste protegen con un revoque de cal casi toda la superficie enterrada. En el lateral oriental de la torre 3 (frente norte) también se observa en alto un rejuntado muy regular entre los sillares califales, aunque no podemos saber a qué época corresponde. La cimentación de los muros de Tarifa se asemeja, de nuevo, a los tramos excavados en Ceuta y en Almería, situados en llano. En resumen, las obras preparatorias para la construcción de tan importante edificio fueron considerables y vinieron a alterar todos los depósitos subyacentes. Se salvan las irregularidades del terreno y se suaviza la pendiente hacia la playa con rellenos en su parte suroeste, aunque no desaparece. En los casos en que se llega a la roca madre, se practica una zanja. La cimentación se protege con rellenos inclinados desde el muro en el que apoyan, con fragmentos de ostionera, y a veces se cubre con una capa de cal. Las cimentaciones de las torres están trabadas con los lienzos de las murallas, mientras que la sillería del alzado simplemente se apoya en ellas. En algunos muros califales de Tarifa aparece una moldura o listel, a modo de cornisa, que algunos autores han querido ver como el coronamiento de la fábrica original. Pero en algu- 9

10 Arqueología Aljaranda 75 (2009) 5-19 Imagen 6.- Quicialeras superiores en arco interno nas partes, por ejemplo, sobre la puerta Este del castillo junto a la torre del Homenaje, se puede ver que el aparejo califal continúa por encima. En ese mismo lugar se observa como la cornisa hace un quiebro hacia arriba, al igual que en un lateral de la torre 3, en el frente norte 21. Hicimos una comparación de su cota en algunos puntos donde se ha conservado, tomando como referencia inicial la única de las dos torres que flanquean la puerta de la inscripción en donde se ha conservado. Allí se sitúa a 6 metros de altura sobre la cota estimada del suelo, y sería el punto del h is ncalifal con menor alzado, mientras que las partes más elevadas serían la puerta este y la vertiente sur, la que aparecía a la vista del eventual atacante que venía por mar. Los recrecidos posteriores elevan también más la parte sur que las otras, tal vez con el objetivo de reforzar la impresión de inexpugnabilidad. La puerta de la inscripción fundacional Prestamos especial atención al estudio de las puertas, elemento principal de las fortificaciones por varias razones. Es su punto más débil, por lo que concentran las defensas y ofrecen soluciones variadas en el tiempo. Por otro lado, es la parte más visitada en el trasiego de la vida de la ciudad, situándose en ellas las aduanas o controles de paso. Son también un elemento cargado de simbolismo (recordemos los arcos triunfales romanos) en el que se sitúan decoraciones y esquemas arquitectónicos que sobrepasan lo meramente práctico, influyendo motivaciones como la intimidación o la propaganda. Las hojas de las puertas solían ser un trofeo para los conquistadores de una ciudad y símbolo de su victoria, y eran llevadas incluso a la ciudad del vencedor 22. La puerta principal del recinto se abre en el frente este del castillo, orientada hacia el embarcadero para cuya defensa se construye. Toda la fachada occidental organiza su composición en torno a la puerta, la cual se sitúa perfectamente centrada. Las proporciones de torres y 10

11 Arqueología Aljaranda 75 (2009) 5-19 Imagen 7.- Resaltado lateral y quicialera inferior, recolocada en su posición original muros son simétricas, formando una especie de portada monumental orientada al mar, a modo de arco de triunfo, hacia los navegantes y posibles atacantes a los que se busca impresionar, no hacia la población del interior. La construcción de la barbacana impide que se pueda apreciar el monumento tal como fue concebido. Es una puerta de ingreso directo, con carácter laudatorio por la inscripción fundacional que se encuentra situada sobre ella, no en su ubicación original como se aprecia en una observación directa, pero sí aproximada. Una ubicación similar de la inscripción fundacional se daba en la alcazaba de Mérida, de época emiral. El despiece de los sillares que componen su fachada se aparta de la rigidez del aparejo descrito como norma, para crear una composición adaptada al lugar. La puerta consta de dos arcos unidos por una bóveda de medio cañón, con una profundidad total de 3,60 metros El arco exterior es en la actualidad de medio punto, enjarjado. Tiene dovelas muy alargadas, con el extradós trasdosado. La prolongación de las líneas de su despiece no coincide en un punto fijo, lo que unido a su ligero rebaje respecto al plano del muro, que se alarga hasta media altura de las jambas, más estrecho, a modo de alfiz, nos hace pensar que sería de herradura, con la forma conseguida con los mismos sillares o por molduras de mármol, estuco o yeso, como algunas puertas de la mezquita de Córdoba. En la excavación encontramos junto a la solería califal varios fragmentos de estuco rojo, cuyo grosor sobrepasa en mucho el del rebaje del arco, pero que puede indicar el uso de ese acabado en los muros, habitual en obras omeyas 23. El arco interior está realizado en la misma piedra ostionera, aunque la imposta del arco de herradura debían formarla dos piedras talladas con moldura de nacela, las cuales fueron arrancadas y sustituidas por piezas de roca ostionera tallada. También las jambas tienen reformas, con cemento gris moderno. Su dovelaje es más regular que el del exterior, contando con 11 dovelas (el exterior tiene 13). Las quicialeras su- 11

12 Arqueología Aljaranda 75 (2009) 5-19 se hallaba colmatada, tanto en el interior como en su parte externa, por distintos rellenos que la dejaban con poca luz y con una apariencia achaparrada 24. El vano exterior estaba cegado por cuatro distintos rellenos de piedras colocados como un muro, los dos inferiores coetáneos a la construcción de la puerta, el tercero realizado en el mismo programa constructivo que una cloaca, construida presumiblemente en el siglo XV. Dicha cloaca reaprovecha materiales de construcciones anteriores, entre ellas las dos quicialeras de la solería califal de la puerta, que fueron colocadas en su ubicación original en las obras de restauración. El último recrecido servía para nivelar una nueva solería al interior de la puerta. Los dos muros del relleno inferior de la luz de la puerta, de la época de su construcción, apoyan directamente en la roca. Sobre ella se disponen vertidos de fuerte mortero de cal, quizás para nivelar el terreno. No hay zanja para asentar el muro en el vano, como si al replantear Las torres que flanquean la puerta presentan una serie de peculiaridades respecto a todas las restantes Imagen 8.- Plano de la excavación de la puerta con indicación de los restos de la solería original in situ (dentro del trazo grueso) periores, donde encajaban los ejes verticales de las pesadas puertas, sobresalen del arco hacia el lado interior, a la altura del intradós de clave. Están realizadas en distinto tipo de piedra, arenisca silícea. La luz del arco es sólo de 2,30 metros Las torres que flanquean la puerta presentan una serie de peculiaridades respecto a todas las restantes. Mientras que los laterales externos tienen el mismo saliente que las otras (1,94 metros), el lateral que da a la puerta sobresale sólo 1,45 metros., unos tres codos ma muní. Es como si el arco exterior se adosara a la muralla, sobresaliendo de su plano. Las torres son también ligeramente más pequeñas que la media en el frontal (unos 3,72 metros.). Ninguna de estas características especiales se da en las torres que flanquean la puerta califal del lado este, que aparecen mucho más separadas. Antes de empezar los trabajos, la puerta los cimientos del castillo se hubiera ido marcando la planta con la zanja de cimentación, dejando el espacio de la puerta libre, por economía constructiva. Las jambas de la puerta y las torres que la flanquean sí tienen zanja de cimentación. Se realizó un rebaje en toda la extensión interior de la puerta. Bajo la última solería que había estado en uso, de guijarros, había varios pavimentos. Uno de ellos contaba también con quicialeras de piedra cuadradas situadas en ambas esquinas del arco exterior, que se correspondían en vertical con los orificios de una viga de madera que funcionó como quicialera superior, adosada a la cara interna del arco exterior. Para su colocación se efectuaron unos boquetes en los muros laterales, previo corte de las quicialeras originales, que serían iguales a las del arco interno. La solería original, conservada in situ en los laterales y junto al arco interior, es de losas de piedra caliza (losa de Tarifa) con forma irregular y tamaño diverso, pero bien careadas y 12

13 Imagen 9.- Esquema del sistema de giro y encaje de las puertas unidas con mortero de cal. Son muy gruesas, en torno a los 20 centímetros. Parece que terminaba justo en el umbral de la puerta, sin prolongarse al exterior, tal como vemos en la puerta occidental de la muralla de Baelo Claudia, a pesar de la abundancia de materia prima (losa) en las cercanías. Una explicación a este fenómeno puede ser la voluntad de diferenciar lo estatal y lo local 25. La solería apoya sobre otras piedras menores y en los laterales sobre los sillares salientes de la cimentación. Se ajusta perfectamente a los muros laterales y las jambas del arco interior. Desde el interior de las jambas del arco interior encontramos a lo largo de los muros laterales unos resaltes, en ostionera y en parte en arenisca silícea. Se separan de 18 a 24 centímetros de la línea del muro y se elevan de 12 a 19 centímetros respecto a la solería. La razón de ser de los salientes tiene que ver el sistema de gorroneras o quicialeras que sostenía las hojas de las puertas del arco interior, las cuales abiertas descansarían sobre ellos, salvando la pendiente de la solería. Su longitud, 1,20 metros., deja espacio suficiente para que basculen también las dos hojas de la puerta exterior. La separación entre los ejes de giro interno y externo es de unos 2,80 metros Al interior de las jambas del arco externo, una de ellas (la sur) presenta un rebaje semicilíndrico en la esquina con el muro lateral, para que no roce la hoja al girar. Tenemos aquí quizá el ejemplo mejor conservado del sistema califal de doble mocheta, recurso que se introdujo en la arquitectura militar andalusí en época de Abd al-rahmān III, según recoge Ibn Hayyān: Al-Nasir mandó construir, en las puertas de la medina de Córdoba, puertas interiores correspondiéndose con las exteriores, que se encargaban de defender los porteros. Era cosa que no se había hecho antes y fue una excelente innovación 26. También sirve de prevención para un ataque desde el interior, formando un reducto independiente. Las puertas de época emiral no presentaban al interior otras mochetas, sólo un mayor grosor respecto al resto de la muralla, como en el caso de Calatayud 27. En ambos muros laterales de la puerta se abren sendas puertas, ahora cegadas, para comunicar con unas pequeñas cámaras laterales, utilizadas como cuerpo de guardia. Los dinteles Las puertas de época emiral no presentaban al interior otras mochetas son grandes bloques de piedra arenisca silícea. La cota de arranque era similar al último pavimento superpuesto, formando un escalón respecto a la solería califal, lo cual puede plantear dudas respecto a si esta comunicación era original. Sin embargo, aunque los muros laterales en los que se abren están bastante alterados, no se aprecia una rotura en los mismos. El paso de la puerta, entre los dos arcos, se cubre con una bóveda de medio cañón rebajada, realizada en sillería del mismo tipo de piedra que el resto, que arranca desde un pequeño Arqueología Aljaranda 75 (2009)

14 Arqueología Aljaranda 75 (2009) 5-19 Imagen 10.- Propuesta de delimitación de la obra califal en ese sector saliente volado. En el siglo XV se construye como en otros sectores al interior del castillo- un muro paralelo al original para formar una nave, permitiendo el paso mediante un arco rebajado. La última adición, efectuada a la puerta en el siglo XIX o inicios del XX, es una falsa bóveda de medio cañón que prolonga la línea de la califal hacia el tramo interno de edificio del XV. Apoya sobre unos tabiques de ladrillos colocados de canto, en los cuales se abren sendas puertecillas de herradura, que resulta un auténtico pastiche. Comunican con los cuerpos de guardia, por lo que se puede suponer que en esta época se cegaron los postigos abiertos en los muros laterales de la puerta califal. El conjunto entero se podría eliminar, dejando visible el alzado de un buen tramo de obra califal. Buscando la posible continuación al interior de la solería original de la puerta, se excavó el espacio que queda delimitado por la obra anteriormente citada, encontrando una serie de estructuras murarias muy próximas entre sí, pero difícilmente relacionables, dado lo limitado del espacio excavado. De ellas destacaremos en este artículo el muro denominado U.E.M. 198, de lajas en el coronamiento y ladrillos en su base, situado junto al arco interior califal. Su cota máxima es ligeramente superior a la solería original de la puerta. Se puede interpretar como un primer escalón de un pavimento al interior de la puerta, o bien que ésta fuera tapiada durante algún asedio, tal como se solía hacer en estos casos, dejando practicable un único acceso 28. Los otros muros pertenecen a dos épocas distintas, anteriores ambas a la construcción del castillo. La puerta del frente este. La otra puerta original del h is n califal se abre en el muro del lado opuesto, aunque no perfectamente enfrentada con la otra, sino situada en una posición un poco más al Sur. La posición había de ser forzosamente descentrada, ya que originalmente eran cinco las torres que flanqueaban este frente, más amplio, las dos más al Norte desaparecidas y cuyos cimientos fueron localizados en las excavaciones de 1994, y las dos que 14

15 flanquean la puerta reaprovechadas en obras posteriores. La identificación de esta puerta como obra de época omeya no se produjo hasta nuestra intervención, ya que otros estudios sobre el castillo no reconocían en ella su verdadera ubicación. El arquitecto Félix Hernández realizó hacia 1930 un plano del castillo, situando la puerta original califal erróneamente en el lienzo al Norte de la torre de la esquina sureste, llevado por el amplio tamaño de un arco de medio punto correspondiente a una reforma de época cristiana medieval que se adosa al interior del muro califal entre dos torres. Él lo interpretó a la inversa, como un arco cegado. Este plano era el más abundantemente reproducido cuando se hablaba del h is n tarifeño, antes de la intervención 29. Años después, Federico Bordejé, en el más completo y original de los estudios realizados sobre el castillo hasta el inicio de los trabajos con metodología arqueológica, concluyó que la puerta en la que nosotros hemos trabajado no Arqueología Aljaranda 75 (2009) 5-19 La otra puerta original del hisn califal se abre en el muro del lado opuesto era original, sino un postigo abierto en fecha posterior, en base a los datos de F. Hernández y a las siguientes observaciones sobre la puerta: estrecha composición, arco desigual, puerta principal de los castillos musulmanes situada hacia el interior de la medina (lo cual no se cumple en Tarifa, y le cuadraba con el gran arco que creía la puerta) y ausencia de defensa propia, ya que al estar alejada de las torres laterales podía efectivamente parecer más un postigo abierto en un paño de muralla 30. Prácticamente todos los autores que posteriormente estudiaron el castillo repetían y aceptaban sin más las consideraciones esgrimidas por Bordejé 31. Antes de comenzar los trabajos, la puerta ciertamente no evidenciaba su origen califal. Sus medidas eran mucho menores que las de la otra, tanto en altura como en ancho. Aparecía adintelada en su parte superior, recortado su arco exterior con forma de arco escarzado Imagen 11.- Arco de época cristiana adosado al interior de la muralla califal algo irregular, cubierta en sus laterales por tapias de ladrillo y cemento y colmatada en su parte inferior por rellenos. Sin embargo, un análisis atento del alzado del lienzo de muro en el que se encuentra nos permitió ver el despiece radial de las dovelas del arco exterior y los sillares que lo enjarjan, incluidos dentro del aparejo de soga y tizón califal, todo enmarcado por una especie de alfiz en un plano saliente con respecto al paño de muralla (al contrario que en la puerta de la inscripción fundacional) y rematado por la línea de imposta que en el castillo caracteriza los alzados califales, como ya hemos dicho. Con esa certeza, se procedió primero a retirar cuidadosamente los referidos añadidos de los muros laterales, con lo que se dejó a la vista el alzado califal, apreciándose además que la parte interior de la muralla era de otro material, un tapial marrón. Después se retiró el relleno su- 15

16 Arqueología Aljaranda 75 (2009) 5-19 Imagen 13.- Alzado y planta de la puerta califal del frente este Imagen 12.- La puerta del frente este en Se observa el alzado superior sin enlucir perior, un techo plano formado básicamente por sillares de ostionera en las medidas empleadas en la fábrica califal, procedentes del derrumbe del arco interior de la misma puerta, sujeto por flejes de hierro. Detrás apareció la bóveda original de medio cañón, formada con sillares en forma ligeramente de cuña de roca ostionera, salvo la clave, en arenisca silícea. La bóveda tiene una grieta transversal y falta la parte interior. Al igual en la puerta principal, la colocación en alto de unas vigas de madera para sujetar la puerta obligó a unas roturas en los muros laterales. En esta obra se romperían las probables quicialeras voladas como las de la otra puerta. Se realizaron también sondeos arqueológicos en el subsuelo al exterior de la puerta, uno de ellos abarcando la mitad meridional de su paso. El resultado principal fue establecer su cota original, en torno a 1,20 metros por debajo de los distintos rellenos que se habían sucedido en el tiempo, y la aparición de restos correspondientes a los sillares de de las mochetas del arco externo así como de otro arco interno. Se vio así que, al igual que en la otra puerta, se proyectaba al interior, unos 50 centímetros respecto al lienzo de muralla, con una profundidad mayor (2,50 metros) que tras su reconstrucción, formando un cuerpo que se prolonga paralelo al muro 32. Podemos estimar la luz del arco en torno a 1,80 metros Los 2,15 metros del espacio original entre los arcos son suficientes para una doble puerta igual a la principal, pero en escala más reducida y sin cuerpo de guardia. Rellenando el vano se encontraron cuatro hiladas de mampostería, poco niveladas para ser solerías. Una de ellas estaba formada por fragmentos de una tinaja estampillada y vidriada en verde, de época almohade, colocados con la decoración hacia abajo. Por debajo se conservan algunos restos de una solería en piedra que pudo ser la original, ya que se apoya sobre la cimentación y es similar a la de la otra puerta. En la esquina sureste apareció una losa con el rebaje para quicialera in situ. En la parte central se formaba un espacio longitudinal libre que se correspondería a un desagüe al exterior. 16

17 Imagen 14.- Lateral de la puerta califal del lado este La altura original de la puerta desde dicha losa a la clave del arco, se aproxima a los 5 metros. Admitiría perfectamente el paso de un jinete, incluso armado con lanza. Estilísticamente, resulta alargada para lo habitual en obras califales, aunque es difícil reconstruirla por lo desfigurado que está, cortado su arco con forma de escarzano, del tipo de las obras cristianas del siglo XV. Referencias y notas La razón de la reforma de la puerta fue el hundimiento del arco interior de la misma y con él parte de la bóveda y de los muros laterales. Quizás la fecha se pueda hacer coincidir con las obras de las que da cuenta el hermoso documento que en 1611 realiza Andrés de Castillejo: los miradores y la torre de homenaje se restauró y reparó un lienzo de muralla.(...) Otro lienzo de muralla que está en este sitio se derribó seis varas de él y se volvió a levantar muy bien encalado 33. En todo caso, se reconstruyó con los sillares caídos y el citado tapial hacia el interior, y con mampostería hacia el exterior. Parece que en algún momento la puerta estuvo tapiada por completo, ya que en un plano de esa zona realizado hacia 1785 se puede leer: Puerta cerrada y sin uso, pues se abrió en tiempo del Bloqueo [la Guerra hispano-británica de ] para comunicación de este hospital de Sta. María y del que estaba en el castillo 34. La solería califal tiene continuación al exterior en otras, a una cota similar, de losas y de ladrillos. Allí donde no aparecen las solerías hay un pavimento de mortero terrizo, que se ajusta a la zarpa de la torre del Homenaje. La solería de piedras falta justo frente a la puerta, pero han quedado restos de su cama de mortero de cal. Es posterior a la califal, según la consideración hecha en la otra puerta, avalado en este caso porque bajo ella se encontró un fragmento de cerámica de cuerda seca parcial del siglo XIII. Sobre ella aparecen una serie de rellenos de escombros, con abundantes materiales de los siglos XVI al XVIII, cubiertos por la última solería que tuvo el castillo durante los mil años que mantuvo un uso militar 35. Arqueología Aljaranda 75 (2009) Arqueólogo Municipal de Tarifa 2 La memoria sobre los trabajos citados, Excavaciones arqueológicas en el castillo de Guzmán el Bueno. Los orígenes de la ciudad de Tarifa, realizada por el firmante, depositada en el Ayuntamiento de Tarifa y en la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en Cádiz, ha sido profusamente usada por los investigadores, aunque no siempre citada. También el plano que realizamos para el folleto de visita al castillo, en el que sintetizábamos las distintas fases de construcción apreciadas en el castillo y la muralla urbana anexa, ha sido empleado, a veces sin justificar el porqué de las dataciones. 3 La inscripción denomina a la construcción como burŷ, que se traduce mejor como torre. M. Acién estima que el uso del termino burŷ es un arcaísmo, usual en la epigrafía, siendo la tipología y función del castillo adscribible a la de h is n. ACIÉN ALMANSA, M. Poblamiento y fortificación en el sur de Al-Andalus. La formación de un país de h us ūn, en III Congreso de Arqueología Medieval Española, Oviedo, 1989, tomo I, p.140. Pronto, al 17

18 Arqueología Aljaranda 75 (2009) 5-19 construirse la muralla urbana, pasó a ser una alcazaba (qasba) por su función de ciudadela, sede del poder militar y político, separada del recinto de la madīna. 4 La incursión de Abu Zura Tarif, en el año 710 que habría lugar al topónimo, llegó en cuatro barcos y arribó a una isla llamada Isla de Andalus, que era arsenal (de los cristianos) [dār al-s inā a ] y punto desde el cual zarpaban sus embarcaciones. Ajbar Machmuâ, Crónica anónima del siglo XI, traducida por Emilio Lafuente y Alcántara. Madrid, 1867, p LIROLA DELGADO, J. El poder naval de Al-Andalus en la época del Califato Omeya, Universidad de Granada, 1993, pp GUICHARD, P. Los Omeyas de Córdoba: Las relaciones con el Magreb, en La Arquitectura del Islam occidental. Barcelona-Madrid, 1995, pp LIROLA DELGADO, J. Ob. cit., p Plural de h is n. 9 Otra caso distinto son los h us ūn de edificación anterior, de los medios tribales o de las comunidades de aldea, pero adoptados y asumidos por el califato. En el proceso de consolidación del dominio sobre el territorio por parte de Abd al-rahmān III se derribaron un gran número de h us ūn de los rebeldes muladíes, bereberes y árabes, obligando a sus pobladores a habitar en núcleos urbanos fieles o alquerías para facilitar así su control y la exacción de impuestos. Se conservaron sólo los h us ūn que interesaban por razones estratégicas, ACIÉN ALMANSA, M. Sobre la función de los h us ūn en el sur de al-andalus. La fortificación en el califato, en Coloquio Hispano-italiano de Arqueología Medieval, Patronato de la Alhambra y Generalife. Granada, 1992, pp IBN HAYYĀN, Crónica del califa Abdarrahman III an-nasir entre los años 912 y 942 (al-muqtabis V), traducción por Mª. J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, p En los años finales del reinado de al-nāsir y los primeros de al-hakam, llegan a al-andalus algunas tribus bereberes (los tangerinos o tanyawi de las crónicas árabes) que habían participado en la guerra contra los fatimíes. Los grandes recintos del interior de la Península, como Baños de la Encina (datado por la epigrafía en el año 968) o Gormaz, serán auténticos campamentos de concentración de tropas, con otros usos como caravanserrallo o de control de caminos, jalonándose toda la ruta desde la costa con edificaciones defensivas. ACIÉN ALMANSA, M., Sobre la función de los h usūn..., p RUIZ DE LA ROSA, J. A. La arquitectura islámica como forma controlada. Algunos ejemplos en al-andalus, en Arquitectura en al-andalus. Documentos para el siglo XXI, El Legado Andalusí, Barcelona-Madrid, 1996, p. 32. La planta cuadrada en época omeya andalusí tampoco es privativa de la arquitectura militar. La misma mezquita de Córdoba lo era en origen, y sus ampliaciones, como las de Madīnat al-zahrā,buscaron siempre mantener el equilibrio y la proporción, en sus elementos y en el todo. Ver VALLEJO TRIANO, A. El proyecto urbanístico del estado califal: Madīnat al-zahrā, en La Arquitectura del Islam Occidental, 1995, Barcelona- Madrid pp. 69 y SOLER, A. y ZOZAYA, J. Castillos omeyas de planta cuadrada: Su relación funcional, en III Congreso de Arqueología Medieval Española (Oviedo,1989), 1992, tomo II, pp MARTÍNEZ ENAMORADO, V.; GARCÍA ALFONSO, E. Un urbanismo para el mulk. Continuidad y transformación de la ciudad aúlica oriental en el primer Islam, en Actas del II Congreso Internacional La ciudad en al-andalus y el Magreb, (Algeciras 1999), Granada, pp ACIÉN ALMANSA, M. Materiales e hipótesis para una interpretación del Salón de Abd al-rahmān III al-nāsir, en El Salón de Abd al-rahmān III, Junta de Andalucía, Córdoba, 1995, pp. 189e su mandato estuvo marcado por connotaciones y augurios cosmológicos. Ver VALLEJO TRIANO, A. El proyecto urbanístico del estado califal..., p. 73, y la bibliografía a la que remite. 15 HERNÁNDEZ GIMÉNEZ, F. El codo en la historiografía árabe de la Mezquita Mayor de Córdoba. Cifra el codo ma muní o ma muníyya en 47,14 cm. VALLVÉ BERMEJO, J., Notas de metrología hispano-árabe. El codo en la España musulmana, Al-Andalus, XLI, (1976), pp Redondea la cifra a 47 cm. 16 TERRASSE, H., Un vestige des fortications Oméiyades de Ceuta, en Al-Andalus, XXVII, Fasc. 1, (1962), pp ; HITA RUIZ, J.M.; VILLADA PAREDES, F. En torno a las murallas de Ceuta. Reflexiones sobre el amurallamiento de Septem Fratres y la cerca omeya de Sabta, en Actas de las I Jornadas de estudios sobre fortificaciones y memoria del hallazgo de la muralla y puerta califal de Ceuta, 2004, pp HERNÁNDEZ GIMÉNEZ, F. El alminar de Abd al-rahmān III en la Mezquita Mayor de Córdoba. Génesis y repercusiones, Patronato de la Alhambra, Granada, 1975, p TORRES BALBÁS, L. La Alcazaba y la catedral de Málaga. Plus Ultra, Madrid, 1960, p. 29. La Alcazaba de Málaga conserva torres y muros que por su aparejo y dimensiones asemejan obra califal, aunque su origen se suele datar bajo la taifa hammudí. PAVÓN MALDONADO, B., La primitiva Alcazaba de Málaga (siglos X y XI). Procedimientos constructivos, en Jábega, nº 72, (1992), p. 8. Por otro lado, se ha puesto en duda la cronología de algunos recintos tenidos por califales, como Guadix, Navas de Tolosa, El Vacar o Baños de la Encina. AZUAR, R. y otros., El falso despiece de sillería en las fortificaciones de tapial de época almohade en Al-Andalus, en Estudio de Historia y Arqueología Medievales, XI, Cádiz, (1996), pp El material cons- 18

19 tructivo se determina por su accesibilidad, llegándose a reaprovechar sillares de obras anteriores, como en Mérida o Trujillo. 19 Teniéndola a mano no es necesario que recurrieran a las canteras de Cabo Camarinal, de donde proviene la ostionera utilizada en Baelo Claudia, para obtener piedra de la misma calidad. A este respecto, hay que hacer notar que en el h is nde Tarifa no se desecharon vetas poco compactadas, que causan ahora problemas puntuales de conservación en los muros califales. 20 Traducción del árabe por Virgilio Martínez Enamorado, a quien agradecemos su amabilidad. El término al- Qant ī r no puede significar los puentes, como a veces se ha traducido. El plural de al-qant ara, una de los términos en árabe magrebí para puente, es al-qanāt ir que ha dejado distintas huellas toponímicas en al-andalus. Al-Qant īr responde a otra palabra que remite a cantera. Otros autores simplemente dejan sin traducir el topónimo, como VALLVÉ BERMEJO, J. Nuevas ideas sobre la conquista árabe de España. Toponimia y onomástica, Madrid, 1989 p. 52. Se ha sugerido incluso que la piedra de la isla de Tarifa habría sido empleada en la construcción de las fortificaciones coetáneas en la vecina Ceuta, ya que en su entorno no se encuentra este material. HITA RUIZ, J.M.; VILLADA PAREDES, F. En torno a las murallas de Ceuta. Reflexiones sobre el amurallamiento de Septem Fratres y la cerca omeya de Sabta, en Actas de las I Jornadas de estudios sobre fortificaciones y memoria del hallazgo de la muralla y puerta califal de Ceuta, 2004, p. 52. Plantean un origen alóctono de la piedra y la sitúan su origen en las proximidades de Bolonia. GURRIARÁN DAZA, P. El castillo de Tarifa. Desde al-nāsir hasta Fadrique Enríquez (siglos X-XV), en GONZÁLEZ JIMÉNEZ, M. (Ed.), Tarifa en al Edad Media, Tarifa, 2005, p. 87. De hecho en Ceuta, el núcleo de los muros se realiza en mortero y calicanto, quizá por la escasez de piedra adecuada en el lugar. Las areniscas sedimentarias son el material empleado en Tarifa o en Córdoba, a pesar la lejanía entre ellas, lo que deja ver la preferencia por este material de los alarifes cordobeses. 21 Aunque nosotros utilizamos otra numeración para torres y lienzos, comenzando desde la esquina SE, seguiremos la adoptada por Pedro Gurriarán para unificar las referencias, ya que ésta ha sido publicada antes. No realizamos más citas a los magníficos trabajos dedicados al castillo por este investigador u otros como Ángel Sáez Rodríguez o Wenceslao Segura, ya que el grueso de estas líneas fue redactado antes de su aparición. 22 TORRES BALBÁS, L. Ciudades hispano-musulmanas, s/f, pp En la puerta localizada en Ceuta se conservan restos de pintura roja sobre los sillares. VILLADA, HITA, Informe sobre la intervención, p La cota era unos 70 cm. más alta al exterior y 54 cm. junto al arco califal interno. 25 CORZO CORZO, R., TOSCANO, M. Las vías romanas de Andalucía, Sevilla, 1982, p LEVY-PROVENÇAL, E.; GARCÍA GÓMEZ, E., Una crónica anónima de Abd al-rahmān III Al-Nasir. Madrid-Granada, 1950, pp ALMAGRO GORBEA, A. La puerta emiral de Calatayud, en Homenaje al Prof. Martín Almagro Basch, Madrid, 1983, tomo IV, pp TORRES BALBÁS, L. Ciudades hispano-musulmanas, s./ f: p TERRASSE, H. L art hispano-mauresque des origines au XIII siècle, Publications de L Institute des Hautes Ètudes marocaines, Editions G. Van Oest, Paris, p El autor debió pensar en una ubicación igual a la de la puerta del castillo de Trujillo. 30 BORDEJÉ, F. El milenario del castillo de Tarifa, en Boletín de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, XXXI, (1960), pp Algunos autores, además de parafrasear acríticamente estos datos, no citan su origen. Otros estudios, supuestamente dedicados al castillo, en verdad pocas palabras hablan del mismo, por ejemplo, DE LAS CUEVAS, J. y J. Los mil años del castillo de Tarifa ( ), Cádiz, La parte enterrada del interior de la puerta se terminó de descubrir en las campañas de excavación de , dirigidas por Juan José Álvarez Quintana. 33 Archivo de Simancas, Mar y Tierra, Leg Planta del Castillo de Tarifa; con relación de los reparos que se le han hecho / Andrés de Castillejo. Las citadas obras de reparación fueron realizadas entre 1610 y CRIADO ATALAYA, F.J. Los cementerios de la ciudad de Tarifa en los siglos XVIII y XIX, en Almoraima, 17, (1997), pp El plano se realiza con motivo de crear un cementerio provisional, y se conserva en el Archivo Diocesano de Cádiz. 35 Con posterioridad a nuestra intervención, el restaurador Carlos Núñez Guerrero consolidó la puerta. 36 Todas las fotos y los dibujos que ilustran el artículo son obra del autor. Arqueología Aljaranda 75 (2009)

20 Arqueología Aljaranda 75 (2009) Imagen 1.-Una vista general de la alcazaba árabe desde el puerto. Foto: Ildefonso Sena El diseño geométrico de la alcazaba califal de Tarifa Juan José Álvarez Quintana 1 El diseño de las edificaciones en el pasado difiere del presente por una circunstancia fundamental: la materia prima empleada. En este sentido, el uso de la piedra, la obra de cantería, exigía de una programación muy específica que traspasaba con creces a nuestros ojos lo meramente utilitario. La necesidad de mantener un orden encuentra en los fundamentos geométricos la mayor operatividad a todos los niveles, dando lugar a una tradición que comienza en Egipto o Mesopotamia y se desarrolla durante la Antigüedad grecorromana. La cultura hispanomusulmana en su época de esplendor, hizo gala de tales conocimientos en la alcazaba califal de Tarifa. Introducción Según Juan Carlos Navarro Fajardo (2), a juzgar por tal prohibición la extracción del alzado desde la planta debía ser uno de los secretos mejor guardados por los gremios medievales, en un contexto tan extraordinario como es el diseño de edificaciones a partir y a través de la geometría. La geometría es mucho más que una mera herramienta, pues convierte el diseño en un vehículo que transmite a la obra una coherencia y un organicismo especular, acorde con el orden propio del procedimiento. Desde esta perspectiva, el proceso de estudio y experimentación que acarrea la conjugación de fundamentos para alcanzar el boceto definitivo se convierte en un acto de creación tal, que debía traspasar con creces las fronteras del propio ingeniero. Empleada ya por egipcios y babilonios en el diseño de sus construcciones más sagradas (3), las bases matemáticas de la geometría se potencian y difunden por el Mediterráneo durante la segunda mitad del primer milenio antes de Cristo, destacando entre los numerosos hitos la recopilación realizada por Euclides de Alejandría en Los Elementos (siglo III a.c.), fuente principal de los matemáticos musulmanes (4). El diseño geométrico de base euclídea es una tradición recogida por el orbe cristiano junto al pragmático tamiz de Vitruvio, aspecto que se pone de manifiesto bien de manera anónima bien a través de figuras como Fibonachi o Villard de Honecourt en el siglo XIII (5). Siglos más tarde, Luca Paccioli y Leonardo da Vinci se convierten en los mayores difusores de la geometría como fundamento del diseño. 20